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LOS SECTORES MEDIOS EN PANAMÁ EN LA DÉCADA DE 1920*
Tareas, núm. 153, pp. 27-39, 2016
Centro de Estudios Latinoamericanos "Justo Arosemena"

TEORIA DE LA CLASE MEDIA



Resumen: Los sectores medios no deben ser vistos como un espacio social intermedio que garantiza el curso - sin sobresaltos - del status quo, pues estos por su capacidad organizativa, merced de sus niveles académicos o de independencia económica, pueden asumir las más va- riadas posiciones ante coyunturas de toda índole. Esta investigación aborda las primeras actuaciones significativas de estos a inicios de nuestro período republicano, tomando en cuenta la evolución social sui generis de los mismos en el caso de Istmo, e intentando comprender la diversidad de posiciones que asumen ante las principales coyunturas de la década de 1920 del siglo pasado.

Palabras clave: Sectores medios, clase media, Acción Comunal, Panamá, historia..

Introducción

Este trabajo surge del interés en analizar la capacidad contestataria y el comportamiento de los sectores medios ante eventos tan significativos en la historia patria como los acontecimientos de 1925 y 1926.

La importancia de este trabajo radica en que en nuestra historiografía son escasas las investigaciones en torno a estos sectores. Además, buena parte de las pocas que se han llevado a cabo padecen de graves orientaciones, puesto que parten de proposiciones rígidas que impiden que se asuman las precauciones necesarias para comprender la dinámica y comportamiento de los mismos, dando como resultado confusas conclusiones que obnubilan aún más la problemática. Lo anterior hace menester estudios históricos que esclarezcan el marco conceptual e incorporen el análisis documental preciso para superar la etapa de prejuicios ideológicos y de las extrapolaciones inadecuadas. Sólo a través de nuevos estudios, que tomen en consideración la dinámica y conducta de los sectores medios en nuestro pasado, podemos entender hacia dónde se orientan en el presente y en el futuro inmediato.

Diversos estudios, sin ninguna mala intención, han generalizado la actuación y comportamiento de estos sectores ante las principales coyunturas que presenta el período que vamos a examinar. Desde nuestra perspectiva suponemos que estos, por su propia naturaleza, no actuaron al unísono en eventos tan sustanciales en nuestra historia como lo fueron el Movimiento Inquilinario y el rechazo del tratado Alfaro- Kellogg. Para abordar a cabalidad nuestro proyecto, y teniendo presente la enorme responsabilidad intelectual que el mismo representa, nos propusimos examinar el nivel organizativo de estos sectores para evaluar sus limitaciones y posibilidades ante el Movimiento Inquilinario y el proyecto de trata- do Alfaro Kellogg. De esta forma analizaremos su conducta valorando en su justa medida su actuación y superando generalizaciones y estereotipos.

Esta investigación ha sido realizada recurriendo a fuentes primarias y secundarias, pues ambas fuentes se conservan y son de acceso público. En lo que respecta a las fuentes periodísticas, la hemeroteca de la Biblioteca Nacional “Ernesto J. Castillero” posee una rica documentación que nos brindó un apoyo logístico sustancial.

Esperamos que nuestros aportes con respecto a la definición conceptual de la temática, identificación de niveles organizativos y análisis de la actuación de dichos sectores sean sumamente beneficiosos a futuros trabajos de investigación.

1. Los sectores medios en la década de 1920: Su organización

Habiendo abordado en la introducción el marco conceptual de la temática, pasaremos en esta segunda parte a examinar la organización de los sectores medios durante la década de 1920, con la intención de calibrar su capacidad de contestación.

Cualquier estudio que pretenda abordar la actuación de estos sectores en este período debe ponderar sus niveles organizativos, pues aportarán las luces necesarias para comprender sus potencialidades y limitaciones, evitando así falsas expectativas e inútiles recriminaciones.

1.1. La pequeña burguesía

En lo referente a la organización de la pequeña burguesía sería muy fácil plantear que no estaba organizada, puesto que efectivamente no hay a simple vista indicativos que demuestren lo contrario. Sin embargo, este planteamiento no consideraría que esta situación es el resultado de un largo proceso evolutivo. A nuestro parecer, cualquier estudio que aborde la organización de este sector en este período debe tomar en cuenta su evolución histórica desde finales del siglo XIX. Sólo un análisis de su evolución explicaría prudentemente el porqué de su situación para la década de 1920, por lo cual intentaremos llevar a cabo esta labor.

Para mediados del siglo XIX, el panorama socioeconómico se transformó tanto en Colombia como en el Istmo. La coyuntura californiana y la construcción del ferrocarril transístmico produjeron una fuerte oleada de extranjeros. Estos acapararon rápidamente el gran comercio y hacen estremecer al pequeño comercio. Muchos de estos inmigrantes se dedican a la actividad artesanal compitiendo fuertemente con el artesano nativo. Empero, este último logró aprovechar la coyuntura, haciendo la suficiente fortuna como para proveerse de una cierta estabilidad económica que le permitió educar a sus hijos.1 Con referencia al pequeño comercio, éste se convirtió en refugio del patriarcado urbano.2 Lo anterior no niega la existencia de pequeños comerciantes que no son miembros del patriarcado; sin embargo, este último marca su huella para este período.

En 1880, los franceses emprendieron la ardua labor de construir un canal a través del Istmo, lo cual, a semejanza anterior, produjo un enorme influjo de extranjeros, quienes se dedicaron a la actividad artesanal y comercial. El pequeño comercio, antaño dominio del patriarcado urbano, pasa a ser manejado por migrantes chinos que se dedican a establecer pequeñas tiendas, pensiones y otras empresas.3

Con la ilusión falaz de la construcción de la vía marítima, buena parte del artesanado se proletariza; el resto que decide mantener su situación independiente, tiene que enfrentar la férrea competencia que ofrecen en estos servicios inmigrantes franceses, alemanes, norteamericanos, españoles, antillanos e hispanoamericanos.4

La proletarización de buena parte de sus miembros y el impacto que produce en este sector la fuerte oleada de arte- sanos extranjeros, traen como efecto la pérdida de su conciencia de grupo, necesaria para actuar unidos. Sus miembros empiezan a actuar por sí solos, lo que conlleva a la disgregación de este sector. Es patente el descenso de los gremios artesanales en las postrimerías del siglo XIX, su capacidad de manifestarse cede enormemente ante el malestar obreril de la construcción del Canal francés.5

Este artesanado nativo débil y disgregado, sufre la catástrofe política, económica y social de la guerra de los Mil Días y entra en la nueva centuria proletarizándose ante la coyuntura de la construcción del canal por EEUU, con muy poca capacidad para resistir un nuevo embate de artesanos y pequeños comerciantes extranjeros.

En definitiva, las diferentes ocasiones en que se hace necesario tecnificar la ruta de tránsito dan como resultado cambios en la sociedad istmeña. En el caso específico de la pequeña burguesía nativa, ésta se debilita y disgrega en la medida en que artesanos y pequeños comerciantes extranjeros la sacuden.

Por otra parte, los integrantes extranjeros de la pequeña burguesía, no se agrupan como anteriormente lo hacía la nativa, sino que para efectos de organización toman en cuenta primordialmente la etnia, religión y nacionalidad.

Tal es el caso de la pequeña burguesía china, que en la década de 1880 funda su primera organización de carácter religioso; posteriormente, en 1903, funda la Sociedad Religiosa y de Beneficencia Kucon-Chau y entre 1922 y 1923, consolida la colonia china.6

Lo mismo ocurre con el grupo español, que se dedicaba principalmente a oficios artesanales, que se congregó en torno a la Sociedad Española de Beneficencia, fundada en 1885.7 En lo referente al grupo judío en Panamá, del cual parte de sus integrantes se dedicaron a la pequeña industria, fundó su primera congregación en 1876. Esta organización, que nace en primera instancia para encargarse de los asuntos funerarios del grupo, se transformó en el siglo XX, en la principal defensora de sus intereses.8

Estas organizaciones, que aún hoy en día existen, tenían en esa época un carácter pasivo pues a sus integrantes no les interesaban los puestos públicos y poco se integraban a la vida nacional. Además, acogen en su seno tanto a pequeños comerciantes y artesanos como a grandes comerciantes por el sólo hecho de pertenecer a una etnia, religión o nacionalidad. Lo anterior no nos lleva a considerarlas como organizaciones pequeño burguesas como tales.

1.2. La organización de las capas medias

En lo que respecta a las capas medias, éstas se ampliaron durante las primeras décadas de la República, merced de la ampliación del engranaje burocrático, la política educativa liberal y la ampliación del sector privado. Tomando en cuenta lo anterior, pasemos a examinar la organización de este sector.

1.2.1 Los profesionales

A principios de la década de 1920 encontramos las siguientes organizaciones profesionales: La Asociación de Abogados, fundada en 19179; la Asociación de Maestros de la República, surgida a mediados de 192210; la Sociedad de Peritos Mercan tiles; la Asociación de Enfermeras Graduadas del Hospital Santo Tomás, creada el 20 de agosto de 192511 y la primera Federación de Estudiantes de la República. Todas estas organizaciones poseían un carácter gremial. Sin embargo, en este mimo período surgen agrupaciones o sociedades que no poseen un carácter meramente gremial, sino que se plantean fines cívicos, morales y nacionalistas.

En este sentido se funda, el 19 de agosto de 1923, Acción Comunal, organización en la cual destacan como integrantes Ramón E. Mora, Manuel C. Gálvez Berrocal, Víctor Florencio Goytía, José Manuel Quirós y Enrique Gerardo Abrahams, J.M. Pinilla Urrutia y José de la Cruz Herrera, entre otros.12 Esta organización asume un carácter cívico-nacionalista y se propone como fin “Defender las instituciones nacionalistas, desarrollar los sentimientos de amor a la patria y defender sus intereses, sin mezclarse en la política militante del país”.13

Durante este mismo período surgen en Panamá las primeras organizaciones feministas, bajo el liderazgo de dignas representantes del sector profesional. Es así como, en 1923 surge el Partido Nacional Feminista, dirigido por Clara González (primera mujer abogada en Panamá) e integrado por Gumercinda Paéz, Sara Sotillo, Georgina Jiménez, Felicia Santizo y Elida Crespo, entre otras.14

Esta organización conformada principalmente por educadoras tiene como meta principal la emancipación político– jurídica de la mujer, pues consideraba que el sufragio era un derecho y deber de todos y por ende la mujer ciudadana debe ejercerlo.15

Para este mismo año se funda la Sociedad para el Progreso de la Mujer, presidida por Esther Neira de Calvo y conformada por Nicole Garay, Esperanza Guardia de Miró, Otilia Jiménez, entre otras.16 Esta organización plantea que sólo la educación emancipará a la mujer y pospone la demanda por el sufragio.

Por todo este análisis, nos atrevemos a afirmar que este sector estaba significativamente organizado y poseía metas, tanto gremiales como supragremiales, bien definidas lo que lo proveía de un enorme potencial de contestación para participar y orientar cualquiera coyuntura que se le presentase.

1.2.2 Los empleados

La Sociedad de Empleados de Comercio de Panamá, fundada el 12 de octubre de 1919, era la única organización que poseía este sector para inicios de la década de 1920. Esta organización es importante si consideramos que los empleados de comercio formaban el grueso de las capas medias para ese período. Sin embargo, esta organización posee la particularidad de estar inserta dentro de la primera Federación Obrera de la República, lo cual nos lleva a sugerir que responde en sus actuaciones a la Federación.17

1.2.3. Los funcionarios:

Para dicho período este sector no poseía organización alguna, por lo tanto es imposible que presentase capacidad contestataria. Suponemos que la carencia de organización se debe a la fuerte presión que pueden ejercer sobre los funcionarios los gobiernos de turno, por medio de rígidos estatutos y, en última instancia, de amenazas directas. La inestabilidad laboral y el favoritismo político explican la debilidad de este componente, que está muy lejos de alcanzar márgenes de autonomía significativa.

Podemos concluir este capítulo, asegurando que el único de los sectores medios que poseía, por su capacidad organizativa, poder de contestación o beligerancia era el sector profesional. Este, a diferencia de los restantes, poseía una mayor organización con metas gremiales y supragremiales, muy bien definidas.

2. Sectores medios y coyunturas

Una vez definida la organización de los sectores medios, nos corresponde ahora examinar su conducta en las coyunturas más significativas del período.

2.1.Sectores medios y el Movimiento Inquilinario de 1925

En nuestra investigación no encontramos en la prensa de la época expresiones formales de apoyo de los sectores medios al Movimiento Inquilinario de 1925. Su ausencia en la escena tal vez se deba a que dicho movimiento orientado por el proletariado, aunque a todas luces poseía un carácterreivindicativo, fue calificado por los propietarios de viviendasy el gobierno de turno de anarquista y comunista.18

Consideramos que lo anterior nos puede servir de hito fundamental para examinar el comportamiento de los mismos ante la coyuntura. En lo que respecta a la pequeña burguesía, el aumento de los alquileres no los afecta directamente y, además, el carácter social que poseía el movimiento los excluye del mismo.19 Es probable, que debido a los calificativos que se le dieron a este movimiento, la pequeña burguesía haya asumido una actitud de recelo, sin considerar que este sector no estaba lo suficientemente organizado y buena parte de sus miembros eran extranjeros.

En lo referente a los profesionales, éstos obtienen su estatus social a través de invaluables esfuerzos y dependen enormemente del prestigio. Por esa razón, no es de extrañar que este sector se comporte ante el Movimiento Inquilinario con mucha reserva, sin arriesgar, o poner en juego, sus intereses gremiales ni supragremiales.

En el caso de los empleados, sus actuaciones no escapan al contexto organizativo en que se desenvuelven. La Federación Obrera no brindó apoyo al movimiento y se prestó a las intenciones gubernamentales de obstaculizarlo, al integrar la Junta Mixta de Arrendadores y Arrendatarios. Los empleados asumen la posición amarillista y progubernamental de la Federación.

En lo que a los funcionarios se refiere, la opinión de un ciudadano que dos meses después intentaba fundamentar históricamente lo sucedido, revela su actuación:

“La fundación de la liga de inquilinos dio margen a conceptos, suposiciones y afirmaciones incoherentes y desatina- das. Los propietarios creyeron que se trataba de una agrupación con miras a derrumbar el sistema económico imperante y a destruir la propiedad. Buen número de funcionarios públicos significativos por varias razones como simples mediadores, juzgaron estar enfrentados a una sociedad política como tantas hostil al gobierno y pensaron en adversar la liga”.20

No nos resulta sorprendente el comportamiento de este sector, debido a que estaba sujeto, por su falta de organización a las presiones y embates que sobre él podía dejar caer el gobierno de turno, el que se mostró intransigente con las demandas de los inquilinos. La fuerte presión del gobierno queda demostrada cuando, una vez sofocado el movimiento, despide a algunos funcionarios que habían participado en el mismo,21 sentando un precedente funesto.

En conclusión, el factor cardinal que provocó la no participación de los sectores medios en el Movimiento Inquilinario de 1925, fue el matiz ideológico – revolucionario que tanto propietarios de casas como el gobierno de turno le dieron al mismo. Ante dicho matiz, estos sectores se comportan desde cautelosos y recelosos hasta mediadores progubernamentales y adversos.

2.2. Los sectores medios y el proyecto de tratado de 1926

El proyecto de tratado Alfaro–Kellogg, resultado de años de negociaciones, pretendía subrogar el convenio de 1903. El proyecto fue negociado bajo un hermético silencio, en ningún momento se informó a la opinión pública panameña sobre el estado de las negociaciones. Una vez firmado, el 28 de julio de 1926, el gobierno optó incluso por publicar en la prensa oficial tan sólo una sinopsis, en vez de darlo a conocer de modo íntegro. Luego de ser publicada la sinopsis afloran las primeras opiniones, a favor y en contra.22

Teniendo presente lo anterior, pasemos a analizar al comportamiento de los sectores medios ante el proyecto de tratado, según los datos encontrados en la prensa y en los escritos publicados en ese período. En lo que respecta a la

Teniendo presente lo anterior, pasemos a analizar al comportamiento de los sectores medios ante el proyecto de tratado, según los datos encontrados en la prensa y en los escritos publicados en ese período.

En lo que respecta a la pequeña burguesía, no existen indicativos que demuestren que este sector participó a favor o en contra del tratado. A nuestra consideración el comportamiento de este sector se debe a que no está lo suficientemente nucleado. Además, buena parte de sus integrantes son extranjeros, poco integrados a la vida nacional.

Otro factor que evita que se manifieste es que el gobierno, desde la coyuntura anterior, asume como estrategia para sofocar cualquier movimiento contestatario la deportación de los extranjeros que participen en el mismo. De hecho, el único extranjero que se atreve a opinar en contra del tratado es considerado “pernicioso o no deseable” y amenazado de ser expulsado de país de seguir emitiendo su opinión.23

En lo referente a los profesionales, Acción Comunal, organismo que aglutina sus intereses nacionalistas, se muestra contrario al proyecto. Esta organización se mantuvo atenta al proyecto desde que iniciaron sus negociaciones en 1924, con la administración Porras. Criticó al gobierno por publicar una sinopsis e hizo un llamado a los diputados para que den muestra de patriotismo, puesto que en sus manos estaba el futuro de la República.24

Se dice que un integrante de Acción Comunal obtuvo de manera subrepticia una copia del acuerdo en mención y se lo facilitó a El Heraldo de Cuba y la revista Repertorio Americano de Costa Rica, estos últimos lo publicaron.25 A partir de entonces esta organización inicia toda una campaña propagandista en contra del pacto por considerar que: “Agrava el estatus jurídico creado por los artículos VI y XV del tratado de 1903, cedía la parte norte de la ciudad de Colón permitía el estable- cimiento de depósitos comerciales lo cual traería la ruina comercial del país, enajenaba nuestro espacio aéreo, obligada a la República a seguir incondicionalmente a los Estados Unidos en cualquier conflicto internacional, brindaba los derechos soberanos en la Zona del Canal y establecía implícitamente la renuncia por parte de Panamá a su propia determinación”.26

Esta campaña sacude y despierta la conciencia nacional femenina en momentos en que era necesario su apoyo, a través de su artículo “Súplica a las mujeres panameñas”.27

Su campaña no se circunscribió a las principales urbes de la República, sino que se dirigió a los principales pueblos del interior. En este sentido el Sindicato General de Trabaja- dores, brindó su apoyo a la causa enviando a Diógenes de la Rosa, para ofrecer conferencias en torno a lo desventajoso del Pacto.28 Pese a los esfuerzos de parte del gobierno por obstaculizar la campaña, tuvo el efecto deseado despertando el sentimiento nacional en todos los confines de la República. Este sector ante esta coyuntura se presenta como el guardián de los sentimientos patrios, jugando un papel definitivo en la suspensión del pacto encausando, por primera vez en la historia de nuestra vida republicana, a tan elevado nivel el descontento nacional.

Con respecto a los empleados, para examinar su participación es necesario analizar la posición de la Federación Obrera, organismo en el que están insertos y que desde la coyuntura anterior había mostrado inclinaciones pro gubernamentales. La Federación Obrera, en ningún momento emite resolución alguna a favor o en contra del pacto, lo cual nos lleva a pensar que este silencio puede significar un apoyo implícito a las intenciones gubernamentales de aprobar el Tratado. No es de extrañar que la Sociedad de Empleados delComercio de Panamá, se pliegue a la orientación de su organismodirectriz.29

En lo concerniente a los funcionarios, este sector desorganizado, vuelve a sentir, como en la coyuntura anterior, las presiones del gobierno chiarista. Valga la pena mencionar que en esta ocasión la presión gubernamental resulta sumamente fuerte, si consideramos que utiliza como consigna "quien es enemigo del tratado, es enemigo del gobierno."30 Noes de extrañar que los funcionarios se plieguen a las intenciones gubernamentales.

En conclusión, el único grupo de los sectores medios que se mostró beligerante ante el proyecto de tratado de 1926, fue el sector profesional. Este sector, a diferencia de los restantes, presentaba un buen grado de organización. Sus acciones fueron fundamentales para que el tratado no fuera aprobado. Se mostró como el defensor del nacionalismo en los momentosen que más lo ameritaba al Nación.

Notas

* Ponencia presentada al VI° Congreso Centroamericano de Historia (22- 26 de julio de 2002).
1. Véase, Porras, “Hernán, 1993, “Papel histórico de los grupos huma- nos en Panamá”, en Las clases sociales en Panamá, 1ed., Panamá, CELA, pp. 66-67.
2. Véase, Figueroa Navarro, Alfredo, 1982, Dominio y sociedad en el Pana- má colombiano (1821-1903), 3era ed., Panamá, EUPAN, pp. 302-317.
3 Castle Gerstle, Marx, 1973, La tierra dividida, tomo I, Panamá, EUPAN, p. 234
4 Figueroa Navarro, Alfredo, 1987, “Los grupos populares en la ciudad de Panamá a fines del siglo XIX”, Panamá, Ediciones del Seminario de Sociología e Historia, Imprerex, p. 29.
5 Ibidem.
6 Véase Pinto, Bolívar, “La colonia china en Panamá. Un estudio histórico social”, trabajo de graduación, Facultad de Humanidades, Escue- la de Geografía e Historia, Universidad de Panamá, 1926-63, p. 67.
7 España en Panamá, 1985, Primer Centenario de la Sociedad Española de Beneficencia, Panamá, Editorial Chen, 1985, p. 13.
8 Véase, Fidanque, Alvin, “Reflexiones sobre las actas de la Congrega-ción Kol Sheerati Israel, de 1876-1976”, Kol Sheerati Israel: Cien años de vida judía en Panamá (1876-1976), p. 145.
9 Anónimo, Asociación de Abogados, Diario de Panamá, 17 de agosto de 1917, p. 17.
10 Véase, Asociación de Maestros de la República, 1922, Estatutos, Panamá, Imprenta Nacional, págs 62-63.
11 Asociación Nacional de Enfermeras de Panamá, 1944, Estatutos y Reglamentos. Panamá, pp. 1-3.
12 Acción Comunal, 1928, Panamá sus problemas y sus hombres: Lucha periodística, 19 de agosto d 1923 – 19 de agosto de 1927, Panamá Editora Acción Comunal, p. 9.
13 De León Lerma y Pérez, José Manuel, “El movimiento de Acción Comunal”, trabajo de graduación, Escuela de Geografía e Historia, Facultad de Filosofía, Letras y Educación, Universidad de Panamá, 1964-65-66, pp. 17-18.
14 Gutiérrez, Mirla y Candanedo, Jacqueline, 1997, Un siglo de lideraz-go femenino en Panamá, un enfoque histórico-sociológico, Panamá, Aso- ciación de Sociólogos Egresados de la Universidad de Panamá, Editorial Serpa, pp. 85-87
15 Marco Serra, Yolanda, “El nacimiento del movimiento femenino en Panamá”. Revista Humanidades, tercera época, N° 1, diciembre de 1993, pp. 178-179.
16 Oller de Mullford, Juana, 1978, “Valores femeninos panameños”, Panamá, Editor Marcos P. Ostrader Mullford, folletos, p. 50.
17 La Federación Obrera poseía un carácter amarillista y proguberna- mental. Para mayor información véase Muñoz Franco, Hernando, 1979, El movimiento obrero en Panamá. Panamá.
18 Véase Cuevas, Alexander, 1974, “El Movimiento Inquilinario de 1925”, en Panamá, dependencia y liberación, San José, EDUCA, 1974, pp. 74-77.
19 El arrendamiento de locales de negocio poseía una regulación especial, debido a que el arrendatario no residía. Véase Michel, Arturo. 1978, “El Movimiento Inquilinario a través de los medios de comunicación de la época y las fuentes testimoniales y documentales”, Universidad de Panamá, trabajo de graduación, Facultad de Comunicación Social, p. 80.
20 López, Demóstenes L., “Entorno al proceso inquilinario” en la columna Tribuna Libre, diario El Tiempo, 17 de dic de 1925, p. 4.
21 Para mayor información véase “Indagatoria a los líderes del Movimiento Inquilinario por los hechos ocurridos en el parque de Santa Ana el 10 de octubre de 1925”, Revista Lotería, N°213, Panamá, octubre–noviembre, 1973, pp. 15-65.
22 Para mayor información acerca del proyecto de tratado véase Alfaro, Ricardo J. Historia documentada de las negociaciones para la celebración del Tratado de 1926, estudio preliminar de Celestino Andrés Araúz, segunda edición, Panamá, EUPAN, 1982.
23 Nos referimos a Alfaro, Olmedo, “Panamá en las futuras guerras”, op. cit., pp. 86-91.
24 Para ahondar esta información véase Acción Comunal, “Ante la sinopsis engañadora”, op.cit, pp. 83-84 y “Carta a los Diputados”, op. cit., pp. 94-96.
25 De León Lerma y Pérez, José Manuel, op. cit., p. 100.
26 Acción Comunal, “Análisis del nuevo Tratado”, op. cit., p. 101-111.
27 Acción Comunal, “Súplica a las mujeres panameñas”, op. cit., pp. 111-113. También véase al respecto “Damas panameñas piden a la Cámara que rechace el tratado”, El Tiempo, miércoles 12 de enero de 1927, p. 4 y “Damas chiricanas piden a la Cámara que se abstenga de firmar el tratado”, El Tiempo, miércoles 12 de enero de 1927, p. 4.
28 Vale la pena mencionar que las autoridades desconocen, después de la coyuntura anterior, la personería jurídica del SGT, pues se la quitan, lo que hace que sus acciones queden al margen de la ley. No es de extrañar que sus integrantes se presenten ante las discusiones del pacto como representantes de Acción Comunal. Para mayor información véase “El Alcalde prohibe reunión pública anunciada para el viernes en la noche en Santa Ana”. El Diario de Panamá. Martes 4 de enero de 1927. Véase también “Negado el permiso para celebrar mítines” El Tiempo, martes 4 de enero de 1926, p. 1. Véase también “La conferencia del representante de Acción Comunal”. El Tiempo, miércoles 12 de enero de 1927. p 1.
29 Para mayor información véase “La Federación Obrera nombró su Presidente a don I. Luzcando”, El Diario de Panamá, jueves 30 de diciembre de 1929, p. 1. Véase “Fue en el Sindicato General de Trabajadores y no en la Federación Obrera Sr. Luzcando, refuta escrito ayer en el Heraldo”, El Tiempo, enero 13 de 1927. Ante la toma de nueva junta directiva de la Federación Obrera, se aprueba una proposición para que se invite a Eusebio A. Morales y Harmodio Arias Madrid, para explicar la conveniencia e inconveniencia del tratado. A pesar de que dicha invitación se completa y los expositores dejan en claro sus puntos de vista ante la Federación, esta última nunca toma una resolución al respecto. Lo anterior, lleva a Domingo H. Turner a censurar la actitud de dicha organización, dejando en claro que con esta la misma brinda más oportunidades a los defensores del tratado y sigue la consigna oficial de que “El que combate el tratado es enemigo del gobierno”. Ante lo anterior la defensa de Luzcando resulta demasiado confusa reafirmando lo dicho por Turner, Luzcando no habla en nombre de su organización cuando dice que no apoya el pacto y defiende al gobierno al decir que el mismo no esta haciendo de las discusiones una cuestión política, pues él mismo es funcionario de la Imprenta Nacional.
30 Acción Comunal “Ante la fiera tenebrosa de Tratado”, op.cit, p.99


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