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Dinámica de los intercambios violentos: Reflexiones a partir de un conflicto entre dos barrios de Comodoro Rivadavia, Argentina
Leandro Gamallo
Leandro Gamallo
Dinámica de los intercambios violentos: Reflexiones a partir de un conflicto entre dos barrios de Comodoro Rivadavia, Argentina
O Social em Questão, vol. 21, núm. 42, pp. 207-232, 2018
Pontifícia Universidade Católica do Rio de Janeiro
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Resumen: Este artículo se propone comprender el ataque de habitantes de un barrio popular hacia vecinos de un asentamiento informal en la ciudad de Comodoro Rivadavia, desencadenado a partir del asesinato de una niña de 11 años en 2013. Examinaremos el origen de las relaciones conflictivas entre los pobladores; las razones de la segregación material y simbólica de uno de los barrios hacia otro; los procesos de organización comunitaria defensivos de los vecinos atacados y, específicamente, el rol particular de la violencia colectiva dentro de los grupos atacantes. Sostenemos que las agresiones se enmarcan en una dinámica de intercambios violentos que define las relaciones entre habitantes de barrios populares.

Palabras clave:Violencia colectivaViolencia colectiva,Barrios popularesBarrios populares,Politicidad popularPoliticidad popular.

Abstract: This article aims to understand the attack of the habitants of a working-class neighbourhood to the residents of a shantytown in the city of Comodoro Rivadavia, triggered by the murder of an 11-year-old girl in 2013. We will examine the origin of the relations conflicting among residents; the reasons for the material and symbolic segregation of one of the neighborhoods towards another; the processes of defensive community organization of the neighbors attacked and, specifically, the particular role of collective violence within the attacking groups. We argue that the aggressions are framed in a dynamic of violent exchanges that defines the relations between the inhabitants of the working-class neighbourhoods.

Collective violence; Working-class neighbourhoods; Popular politicity.

Keywords: Collective violence, Working-class neighbourhoods, Popular politicity.

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Artigos

Dinámica de los intercambios violentos: Reflexiones a partir de un conflicto entre dos barrios de Comodoro Rivadavia, Argentina

Leandro Gamallo
Universidad de Buenos Aires, Brasil
O Social em Questão, vol. 21, núm. 42, pp. 207-232, 2018
Pontifícia Universidade Católica do Rio de Janeiro

Dinámica de los intercambios violentos: Acción colectiva, política popular y mercados ilegales en el barrio 30 de octubre

Ya hemos descrito los procesos organizativos de los vecinos de “La Extensión” que comenzaron con los primeros ataques de los habitantes del barrio 30 de Octubre en 2011 y se reforzaron a partir de las represalias violencias por el asesinato de Yasmín. Es necesario ahora dar cuenta de los marcos organizativos dentro de “Las 1008 viviendas” que explican el diferencial de poder entre los barrios y ponen en contexto la emergencia de la violencia colectiva.

En el barrio 30 de octubre se han dado procesos de organización mucho más institucionalizados y desde hace más larga data. El barrio cuenta con un entramado de organismos que dan cierta densidad a la vida social y cultural, entre ellas Centro de Promoción Barrial, la Policía Comunitaria13, el Centro de Atención Primaria de la Salud, una escuela primaria, una capilla, dos clubes sociales y deportivos y la conformación desde 1985 de la Unión Vecinal, el órgano político del barrio conformado por representantes elegidos por el voto popular (AYBAR, 2016; MIRANDA SCOLARI, 2010). Si bien no tiene una integración formal en la vida política del municipio, la Unión Vecinal canaliza buena parte de las demandas de los vecinos y ofrece actividades deportivas y de esparcimiento (AYBAR, 2016). Aunque dichas actividades cuentan con un nivel de participación variada (algunos entrevistados se quejaron de la poca participación del barrio en dichas actividades), esta densa trama de relaciones sociales construida fundamentalmente en torno al territorio ha contribuido a conformar una identidad barrial potente que explica las diferencias entre los barrios que aquí nos importan. Esta fuerte identidad “milochera” actúa como resguardo ante la marca de estigmatización hacia fuera del barrio (el estigma “milochero”, en palabras de AYBAR, 2016), pero se valoriza hacia adentro como un privilegio frente a los “extranjeros” vecinos de “La Extensión”.

Como en el caso de la defensa colectiva protagonizada por “La Extensión”, los ataques por parte de los habitantes del barrio 30 de Octubre se relacionan estrechamente con la capacidad organizativa de los habitantes del barrio. Esta capacidad no sólo está asociada con los lazos vecinales más antiguos que fueron construyendo una fuerte identidad barrial, sino también con la activación política de organizaciones formales en torno a la Unión Vecinal o relativamente informales, como el caso de la “Agrupación 1008”, creada por uno de los referentes barriales (que aquí llamaremos Cacho Gutiérrez) para disputar el control de la Unión Vecinal. Estos grupos de activismo barrial con vínculos estrechos con la política institucional de la ciudad, tanto partidaria como sindical, funcionan muchas veces como intermediarios entre las demandas de los vecinos del barrio y las instituciones municipales. La red de contactos políticos con autoridades les ha permitido, además, obtener recursos económicos a partir del control de negocios ilegales como la venta de drogas y armas, así como usufructuar los recursos de los negocios inmobiliarios con las viviendas apropiadas violentamente. La sospecha registrada en varios de los testimonios alegaba que la agrupación de Gutiérrez instigó las agresiones de 2011, en la búsqueda de obtener las tierras de “La Extensión” y poder usufructuar esos terrenos.

En un momento dado el barrio es tomado por una agrupación política y desde esa agrupación se empieza a hacer toda una campaña con los que estaban arriba. Porque los terrenos eran valiosos desde algún lugar y no era tan bueno tenerlos ocupados. Pasaron cosas terribles, agarraban a las mujeres, cuando bajaban, los chicos de abajo que vendían drogas y tenían armas, las desnudaban, dos de la tarde y las hacían circular desnudas por el barrio. Las atacaban con cuchillos, les robaban. Siempre había un ataque a mujeres y viejitos... En un momento dado, una de las personas que ascendió políticamente les dice de quemar una de las casas para que se asustaran, los chicos suben y queman las casas. […] Gutiérrez era un puntero político que trabajaba con López [uno de los líderes políticos más relevantes de Comodoro]. Fue el que hizo quemar las casas en 2011. No había solamente esto, en “Las 1008” se concentraban las armas de la ciudad. (Elena, ex coordinadora del CPB del barrio 30 de octubre, julio de 2016).

De este modo, las mayores capacidades organizativas que detentan grupos específicos del barrio 30 de octubre están asociadas a los recursos colectivos con los que cuentan, pero también a la estrecha relación que guardan con la política institucional y con la posibilidad de administrar mercados ilegales que les proporcionan recursos económicos14.

Me acuerdo de ir a “Las 1008” y de ver pibes enfierrados [armados] y venta de elementos robados […] Cuando Gutiérrez desaparece de la escena por un cambio en el sindicato se generó una anarquía aún mayor en el barrio, hubo homicidios de pibes de 14 o 15 años. La culpa de todo no es de Gutiérrez... La ausencia del Estado se complementa con la presencia de la política. No es que el Estado no está, está de otras maneras. Los recursos de los políticos no queda claro si son personales, son del Estado, etc. (ex funcionario de la gobernación de Chubut, julio de 2016).

Es sobre esta interacción concreta entre clivajes organizativos internos, relaciones clandestinas con la política partidaria y gestión de mercancías ilegales donde se funda el mayor poder del barrio 30 de octubre. Y es en la conjunción de esos tres factores donde se apoya la violencia colectiva para reforzar, reproducir y ampliar la dominación no sólo de un barrio hacia otro, sino de grupos dominantes dentro de “Las 1008 viviendas” hacia grupos dominados del propio vecindario. Por un lado, los grados de organización y reclutamiento internos mantienen una estructura que permite movilizar y promover acciones colectivas violentas. Por otro lado, algunos grupos y referentes barriales capitalizan este poder a partir de una red de contactos con la política institucional que promueve y tolera a algunos grupos y enfrenta a otros. A su vez, la política institucional (partidaria, sindical, etc.) se nutre de la capacidad de movilización colectiva de ciertos grupos y hace usufructo de la violencia colectiva cuando es necesaria su activación. Como ha mostrado Auyero (2007), a veces la violencia colectiva transita en una zona gris, caracterizada por el entrecruzamiento de actores locales con relaciones ocultas con la política formal y las instituciones estatales. Por último, esta alianza entre el poder de las organizaciones sociales barriales y la política institucional sostiene toda una red de mercados ilegales e informales que otorga recursos económicos a todos sus miembros. Como exponen algunos estudios sobre mercados ilegales, la violencia actúa en la regulación de estos mercados, asignando precios, lugares de venta, vendedores “habilitados”, etc. (AUYERO y BERTI, 2013; SILVA DE SOUSA, 2004).

En el juego entre la presencia de economías informales, la tolerancia y control de parte de la política institucional y las estructuras de organización social se explican buena parte de los intercambios violentos del barrio 30 de Octubre hacia “La Extensión” y dentro del propio barrio, caracterizado por sus habitantes como un territorio peligroso. Robos, amenazas, convivencia violenta entre vecinos, ataques a casas, asesinatos fueron mencionados repetidas veces por todos los entrevistados.

Acá es arma todo el tiempo. Si pasa una semana sin que se estén tirando tiros es rarísimo, es como que no es las 1008. Muchas son peleas entre borrachos, la droga. Con la droga se arma pelea, si sos del otro barrio te saco a los tiros... (Aída, docente del barrio 30 de octubre).

De este modo, la violencia domina una parte importante de las interacciones cotidianas de los territorios populares (AUYERO y BERTI, 2013). Se trata de una dinámica de los intercambios violentos que trasciende las acciones puntuales y opera, muchas veces, con una lógica cruzada: a veces de reciprocidad; a veces de manera unilateral; a veces de forma encadenada (AUYERO y BERTI, 2013). Dado que la violencia se ha convertido en un modo instalado de devolver agresiones previas, obtener bienes o conservar prestigio; se ha construido una red relacional de ataques mutuos que guía el comportamiento de los actores involucrados, al punto que, ante un número importante de situaciones, es esperable (y hasta obligatorio) que se actúe con violencia.

Los chicos se tenían que organizar en grupos para ir al centro de la ciudad para ir a comprar zapatillas. Porque si andaban solos corrían el riesgo de que los golpeen. Y depende de la factura que te tengan que cobrar... Si le habías dado una golpiza a alguien o si te habías quedado con un vuelto, te tenían que ir a buscar (Alfredo, ex trabajador social del CPB del barrio 30 de octubre).

Se ha conformado una lógica específica de reciprocidades violentas que circula entre las tres dimensiones que describimos (acción colectiva, política institucional y mercados ilegales) e impregna las relaciones sociales del barrio, más allá de los sujetos que las realizan. El testimonio de Elena, ex coordinadora del Centro de Promoción Barrial del barrio 30 de octubre, es esclarecedor. Elena narra cómo se vio “involuntariamente” involucrada en esas lógicas que la llevaron a intentar devolver agresiones con su propia violencia.

Yo entraba con el auto y veo una chiquita de 14 años caminando y veo a dos chicos que vienen, la agarran de los pelos, la tiran al piso y la empiezan a arrastrar... Yo agarré un palo que tenía en el auto y salí a correrlo como si fuera totalmente una loca hasta que la soltó. Cuando volví a casa me preguntaba ¿Cuál es la diferencia del otro conmigo? Estoy perdiendo los parámetros. Me costaba ver esa violencia. […] A mí lo que me asombró en “Las 1008” es el día que salgo con el palo. En otro momento le hubiera dicho "pará, soltala” ... Ese día me saqué, estaba cansada de ver lo mismo y salí con un palo. Debí salir tan loca… Se fue porque creo que le pegaba. Esto fue lo que más me asustó. […] Yo sentí que llegué al punto máximo, el día que hice eso... Siempre me tocó trabajar en los barrios más complejos de Comodoro, siempre con patotas... siempre había logrado que la palabra mediara. Yo ahí me saqué, no es un lugar para que yo vuelva. No es un lugar para que yo vuelva, no era lo que yo le tenía que dar al barrio. No lo terminé de trabajar lo suficiente. Yo toda mi vida trabajé en esto. A mí lo que me muestra lo de “Las 1008” es la tremenda violencia que yo tenía adentro, yo no me pude enfrentar... no digo que estuvo ni bien ni mal lo que hice, salió lo que tenía que salir.... Tuve una imagen diferente mía, es bastante duro... Después de irme de “Las 1008” estuve como tres meses deprimida. (Elena, ex coordinadora del Centro de Promoción Barrial del Barrio 30 de Octubre).

Este testimonio no sólo es indicador de la dinámica de los intercambios violentos en la que suelen estar sumergidos los habitantes de “Las 1008”; sino que explicita, además, el carácter contextual, contingente y siempre relacional de la violencia. En un contexto social como el que describimos, es “lógico” que los individuos se involucren en interacciones violentas. No se trata de actores impulsivos, agresivos, o irracionales. A pesar de que Elena se vea a sí misma como “una loca”, porque no puede comprender su impuso a la violencia en ese contexto; su actitud debe comprenderse en el marco de relaciones sociales que se producen en una lógica que reproduce situaciones de violencia interpersonal, incluyendo en éstas a todos los actores que allí conviven.

Esta dinámica ha forjado también a la identidad “milochera”, la cual parece estar definida por signos y marcas de violencia. Buena parte de las características de ser parte del barrio están asociadas a lo que algunos autores han denominado el “aguante”15, y el “bancársela” y el ser “picante”. Sin embargo, las consecuencias de esta violencia son la profundización de procesos de fragmentación barrial que, paradójicamente, destruyen la cohesión e integración social. Buena parte de los testimonios de los habitantes de “Las 1008” muestran violencia entre vecinos, desconfianza, temor y la reclusión en el espacio privado de la vivienda. De este modo, la organización social, política y económica de grupos que, en connivencia con las autoridades, explotan actividades clandestinas redunda no sólo en desigualdades hacia afuera del barrio (que por sí mismas ya expresan un proceso de fragmentación popular), sino también en dominaciones y fragmentaciones hacia adentro.

Debemos describir a las relaciones sociales al interior del barrio 30 de octubre, entonces, en una dinámica permanente de integración/exclusión. Por un lado, se producen procesos de cohesión interna que marcan la presencia de una fuerte identidad territorial, construida, en parte, en torno a la diferenciación con respecto hacia los nuevos vecinos. Por otro, operan mecanismos de dominación y violencia entre los propios habitantes que generan mecanismos de subordinación y control social. Esta aparente contradicción puede verse en los testimonios de los vecinos, que oscilan entre la orgullosa marca identitaria de “ser” del barrio y la resignación de vivir en una zona percibida como “peligrosa” (AYBAR, 2016).

Buscando una conclusión: acerca de la violencia, la política, lo formal y lo informal

Hemos llegado hasta aquí, trazando un recorrido que fue identificando los factores que explican el ataque de habitantes del barrio 30 de octubre hacia “La Extensión” de dicho barrio, tras la muerte de la niña Yasmín Chacoma en 2013. Hemos analizado la historia de discriminación contra la población migrante en Comodoro Rivadavia en la que se enmarca la estigmatización de un vecindario hacia otro; las fronteras simbólicas y espaciales construidas entre sectores populares y la clásica disputa entre vecinos más antiguos y recién llegados analizada en los estudios de Norbert Elías. Hemos encontrado en esta última dimensión una de las claves para explicar los ataques, en la medida en que nos ha permitido pensar las diferencias entre grupos a partir del mayor grado de cohesión y organización interna que los barrios más antiguamente formados tienen por sobre los nuevos.

Así, pues, describimos los incipientes procesos de organización interna de “La Extensión” que han logrado fortalecer la cohesión barrial y detener parcialmente las agresiones. Por otro lado, exploramos la organización interna del barrio 30 de octubre, dando cuenta de los recursos de algunos grupos del barrio vinculados a una organización territorial consolidada, lazos estables con la política formal y el control de mercados ilegales. Sobre estas tres dimensiones (recursos sociales, políticos y económicos) circula la violencia colectiva, regulando relaciones, produciendo y reproduciendo situaciones de dominación y control social no institucionalizadas; recurrentes pero intermitentes. En esta dinámica de intercambios violentos que caracteriza las relaciones de los habitantes del barrio 30 de octubre (hacia adentro del barrio y hacia otros barrios) se produjeron las represalias violentas que pretendieron, por un lado, devolver la violencia que había caído sobre el cuerpo de Yasmín (más allá de la responsabilidad objetiva del crimen) y, por otro, sostener la dominación simbólica y material sobre “La Extensión”.

Esta dinámica de intercambios violentos que caracteriza buena parte de la vida cotidiana de los barrios populares de Argentina regula la distribución del poder y de bienes materiales y simbólicos en esos territorios. A primera vista, estos ordenamientos parecen obedecer a cierta “informalidad política”, en la medida en que se producen sin la participación de instituciones o autoridades legítimas. Y, sin embargo, como hemos visto, esta regulación no se realiza por fuera del Estado sino con su participación selectiva, a través de representantes de la política formal en esos arreglos ilegales. ¿Constituye esta situación –como sostienen algunas explicaciones- una versión “fallida” del Estado moderno? ¿O se trata más bien de una nueva forma de administrar el poder en algunos territorios? ¿De qué manera pensar la dicotomía formal-informal ante la evidencia de que son los propios agentes institucionales los que construyen situaciones de ilegalidad y precariedad? ¿Estaremos ante formas nuevas y perdurables de gobernar a los pobres? En cualquier caso, deberá tenerse en cuenta el rol especial que la violencia juega en estos procesos. Esperamos que estas preguntas disparen nuevas reflexiones.

Material suplementario
Bibliografía
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