Nota editorial
Instituto de Investigaciones en Arte (IIArte)
En la actualidad, la discusión sobre el quehacer en artes ha llevado a varios institutos latinoamericanos a discutir sobre qué es la investigación en arte. ¿Desde qué epistemología se debe realizar?, ¿desde dónde pensamos y producimos? y a preguntarse si todo lo que realizan los artistas es investigación. El diálogo, desde y sobre las artes, y desde un territorio determinado, en nuestro caso desde el sur global latinoamericano, permite que a través de jornadas y encuentros de investigación discutamos desde una lógica horizontal y a través de una resistencia permanente. De tal forma, la discusión sobre, en o desde las artes se hace necesaria para posicionar los alcances de las artes y su aporte transdisciplinario a la innovación, tecnología e investigación, lo cual lleva a concluir que investigar en artes es pertinente y necesario.
Los textos que ESCENA. Revista de las artes presenta perturban lo establecido, confrontar los mitos que se han construido e intentar desencadenar pensamiento. Ello con el objetivo de “impugnar” y desarticular los “lugares comunes” para producir nuevas rutas. Es así que, durante diversas entregas de la revista, proponemos maneras particulares para recorrer la investigación en artes, en especial a partir del reclamo de lo múltiple, pues la identidad se construye desde la diferencia.
El primer artículo, de Victoria Alcala, estudia un archivo inédito de la coreógrafa, bailarina y escritora argentina Iris Schaccheri (1939-2014). El estudio se hace desde el análisis poético y conceptual con la finalidad de atravesar las propuestas de la coreógrafa a partir de las emociones. Es también desde tal abordaje que la antropóloga mexicana, Anna María Fernández, estudia la autorregulación emocional juvenil por medio de la música. Fernández estudia los efectos emocionales de la música entre jóvenes que van desde los 12 y a los 25 años mediante grupos focales para comprender, mediante campos semánticos, la experiencia de tal práctica en México.
Seguidamente, la curadora e investigadora panameña, Mónica Kupfer, examina el trabajo colaborativo en videoarte de los artistas Donna Conlon y Jonathan Harker. Ambos trabajan a partir de los objetos encontrados y desechos urbanos para tratar temas sobre la humanidad, el consumismo y la problemática inmobiliaria panameña. En la misma línea, la curadora guatemalteca María Victoria Véliz, analiza la ruta que ha transitado el conceptualismo en el arte guatemalteco, en particular, y de Centroamérica, en general. La autora resalta el significativo impacto político de esta corriente en la región al organizar comunidades de espectadores y atacar las instituciones.
La imagen en movimiento, cine, video y, ahora, el performance visual se han convertido en un atractivo para los jóvenes y los no tan jóvenes; de allí que los españoles Ethan Calero y Juan Ramón Moreno-Vera estudien el uso del cine como una estrategia de experiencia didáctica para comprender la historia del arte. Así, desde el visionado previo y la preparación de material complementario, los investigadores elaboraron herramientas didácticas que posibilitan analizar los resultados del uso adecuado de filmes seleccionados. Es claro que cada día son más las investigaciones que vienen a apoyar la didáctica de las artes. En líneas similares, los mexicanos Tania Gissel Alonso y César Morado estudian el capital social de los artistas visuales construido desde sus instituciones formadoras (el universitario) desde el concepto de Bourdieu y lo relacionan con la forma en que la Facultad de Artes Visuales estimula un habitus que determina el tipo de prácticas sociales que estructuran y forman su capital social.
Finalmente, para cerrar la sección “Artículos”, el especialista costarricense en diseño de sonido, José Manuel Conejo, propone el uso sistemático de audífonos inalámbricos para los espectáculos teatrales con el objetivo de optimizar su experiencia. De tal forma presenta un abordaje de un diseño de sonido para 96 personas para expandir su experiencia sensorial del público lo cual acerca, en especial a los teatros independientes, a las nuevas corrientes de consumo.
Giorgio Agamben plantea dos preguntas clave: ¿cómo hemos llegado al punto en que estamos? Y ¿qué podemos hacer y hacia dónde dirigirnos? Ambas interrogantes están presentes en el dossier que ESCENA. Revista de las artes ofrece en este número. Los cinco trabajos de historiografía de las artes presentan un mapeo sobre el estado de la investigación en artes de la Universidad de Costa Rica en las áreas de orfebrería, música, teatro e historia del arte. Acercarse a preguntas complejas sobre conceptos específicos o áreas particulares supone realizar una arqueología en el campo de la academia. El objetivo es comprender cómo hemos llegado aquí y con ello diseñar estrategias para trazar una o varios posibles resultados. Los artículos también procuraron buscar esas “oportunidades abandonadas” que dan claves para comprender las rupturas, discontinuidades y la contingencia de la investigación. A través de las miradas desde la historiografía se responde a la pregunta sobre el carácter del pensamiento y la visión de mundo y del arte al interior de la Universidad de Costa Rica, al mostrar los caminos sobre el cual transita el desarrollo del área y sus preocupaciones.
El artículo que abre este dossier, de Leonardo Gell, discute con textos anteriores que abordan el tema de la música aborigen para determinar cómo se ha estudiado la imagensonora de las poblaciones aborígenes costarricenses y cómo esta ha sido reinventada en elimaginario sonoro. Gell procura responder a varias preguntas a lo largo de su trabajo como son la forma en que se ha contado la historia de las prácticas sonoras, los elementos o prácticas que han encontrado camino en las producciones de los creadores contemporáneos costarricenses y las tecnologías utilizadas para recrear lo sonoro. Resalta la posibilidad de establecer tendencias y formación del campo de estudio, pues en un primer momento las investigaciones sobre las prácticas sonoras de los pueblos originarios son descriptivas y transcriben las melodías. En un segundo momento, destaca la apropiación de compositores de insumos culturales de tales pueblos para estructurar sus partituras.
Al abrir a la discusión aspectos relacionados con el imaginario indígena, Gell conversa con el artículo de Lizano en el cual se estudia la orfebrería precolombina y su construcción como categoría de análisis en las tesis de la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Costa Rica entre 1953 y 1977. La colección de orfebrería precolombina costarricense es bien conocido y ha sido estudiada desde las Ciencias Sociales. Catalina Lizano se aproxima a ella a partir del estudio de cinco tesis. Es a partir de tales discursos que se dedica a establecer la formulación de categorías de análisis para examinar los artefactos de los pueblos originarios. Al hacerlo logra determinar el decurso del acercamiento al objeto de estudio. El aporte de Lizano se ve reforzado a partir de la sistematización de los aspectos destacados por los tesiarios y la determinación de en qué momento se considera la producción de los pueblos originarios como piezas de orfebrería.
En otra línea, Ivannia Sofía Soto, examina el modelo pedagógico de la carreta de Historia del Arte desde su apertura en 1970 hasta el 2017. Soto establece categorías de análisis a partir del modelo presente en los planes de estudio de la carrera al interior de la Universidad de Costa Rica. El artículo inicia con un acercamiento a la aproximación teórica y metodológica para luego aplicarla a los planes de estudio. En sus conclusiones muestra la falta de estructuración de modelos adecuados en el ámbito pedagógico y de autoreflexión.
Dos artículos sobre teatro cierran el dossier. En el primero, la dramaturga y directora costarricense Elvia Amador, disputa el concepto de contemporáneo para recolocarlo con el objetivo de problematizar la escritura de mujeres en el marco teatral desde la óptica de su propuesta sobre lo contemporáneo para plantear un análisis sugerente. Parte del contexto en que está inmersa la producción de la dramaturgia costarricense para finalizar en los enfoques de género y la impronta del giro subjetivo y la corporización de la misma para plantear una conclusión sobre la escritura y las representaciones que realizan las mujeres.
El último artículo, escrito por el crítico teatral costarricense, Tobías Ovares, se acerca al estudio de las nociones de lo teatral en las tesis de grado de tendencia teórica de la Escuela de Artes Dramáticas al interior de la Universidad de Costa Rica. Junto con el texto de Amador aporta a la construcción de una historiografía sobre el fenómeno escénico costarricense. En su caso, estudia a partir de once tesis orientadas a la investigación teórica para establecer las bases epistemológicas de lo teatral que sustentan dichas tesis. Asimismo, discute las fluctuaciones teóricas con el objetivo de determinar la concepción de lo teatral en tales textos y la ascendencia de los tutores de las tesis para las aproximaciones que realizan los jóvenes graduados.
Después del dossier, siguen las secciones “Reflexiones” y “Reseñas”. En la primera contamos con la colaboración de Tamara Díaz Bringas, titulada “La primera guerra de las bananas. MESóTICA II / Centroamérica: re-generación”. En este aporte reflexivo, la autora realiza una aproximación analítica sobre el pasado y futuro de las artes visuales centroamericanas. Por su parte, Ailer Pérez Gómez reseña el libro Identidades en proceso. Cinco compositores cubanos de la diáspora (1990-2013), escrito por el Dr. Iván César Morales Flores. La reseña propone un acercamiento al contenido del libro que fue galardonado con Premio de Musicología Casa de las Américas en el año 2016.
Finalmente, se hace necesario mencionar el trabajo de difusión artística que se promueve en ESCENA. Revista de las artes, pues, en esta ocasión, la portada fue confeccionada por dos estudiantes de la carrera de Diseño Gráfico de la Universidad de Costa Rica: Yulieth Ávila Salazar y Mónica Sibaja Vargas, quienes realizan el trabajo fotográfico. La fotografía cuenta, asimismo, con la participación de Keren Montero Vargas, estudiante de Danza en la Universidad Nacional, como modelo.
Notas de autor