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Nota editorial
ESCENA. Revista de las artes, vol. 79, núm. 2, pp. 6-7, 2020
Universidad de Costa Rica

Nota editorial

© ESCENA. Revista de las artes, 2020

Hace cuarenta años, por primera vez, la historiadora del arte Linda Nochlin problematizó el lugar de las mujeres artistas. Determinó que son los diversos factores sociales e institucionales los que históricamente han impedido la participación de las mujeres en diversas áreas y especialmente en las artes. Lo anterior ha repercutido en el estudio sobre las mujeres artistas y su ingreso en las diversas las historiografías de las artes (Nochlin, 2001). Hoy es claro que son las instituciones y los sistemas educativos los que han silenciado, diferenciado y construido desventajas para quienes no son los dominantes entendidos desde los parámetros de la modernidad: hombres blancos, clase media y cristianos. De allí la necesidad de reintepretar la situación para concebir la producción artística de las mujeres desde sí mismas, como sujetos y agentes sociales.

Desde tiempos pretéritos, se ha excluido a los grupos subalternos de la formación necesaria para su adecuado desarrollo. Es aquí cuando, en muchos casos, los procesos de democratización de la educación posibilitan el acceso a la formación en los diversos campos para que las mujeres podamos desarrollarnos como artistas en igualdad de condiciones pues, como está claro, la creación está condicionada por las estructuras sociales y no por condición de género.

Si bien el dossier organizado por Tanya Cordero y Tania Vicente se enfoca en realizar una declaración política sobre la necesidad de re-colocar el trabajo y la producción de las mujeres músicas en la región con el objetivo de reflexionar “en torno a las desigualdades experimentadas históricamente por las artistas de nuestro medio”, varios de los artículos posteriores, que no pertenecen al dossier, analizan a las mujeres de forma diferente. Tal es el caso del artículo de Daniel Montero Rodríguez, en el cual estudia los textos pictóricos de Lola Fernández (1926-), Rafael Ángel “Felo” García (1928-) y Manuel de la Cruz González (1909-1986) para estudiar la transición del arte abstracto a la neofiguración a finales del siglo XX en Costa Rica.

Por su parte, Noilin Molina y Priscilla Vargas problematizan la producción artística para utilizar el mismo acto creativo como un recurso de mediación terapéutica en aquellos sujetos con estructuración psicótica con el objetivo de reescribir los significantes ausentes o marginales de los participantes. La investigación se realizó en la Universidad de Costa Rica y resalta la necesidad de incorporar la terapia basada en las artes para la atención de la salud emocional de quienes enfrentan condiciones asociadas a la psicosis.

Posterior a ellas, Carolina Berthau y Carolina Zumbado proponen discutir sobre las formas de hacer arte a partir del clown en Costa Rica. El acercamiento se realizó con el insumo de 48 entrevistas semiestructuadas que arrojaron datos necesarios para comprender esta práctica artística. Desde otra rama artística, Aaron Acuña se acerca al motivo de viaje y las road movies en la cinematografía costarricense para explicar su recurrencia en dicha filmografía. Aclara que, si bien el motivo del viaje es una tendencia en el cine costarricense, no necesariamente todas son road movies. En el cierre de la sección de “Artículos”, Gretell Andrade estudia el diseño de los billetes costarricenses como expresión ideológica desde una propuesta semiótica con base en Pierce. A través de su estudio analiza los recursos estilísticos del arte y el diseño en Costa Rica y resalta en su matriz colonial.

El aporte de la fotografía del ecuatoriano Juan Carlos Astudillo cierra con su obra artística el número que inició con una discusión sobre la producción artística femenina para transitar por las formas y función de las artes en la sociedad. Es un nuevo aporte al estudio del campo en la región y, con ello, muestra el desarrollo del campo de la investigación.

Finalmente, para la portada de este número ESCENA. Revista de las artes convocó a estudiantes de artes a realizar un diseño con la temática “Música entre mujeres”, no obstante, el concurso estuvo desierto. Sin embargo, presentamos una portada de vanguardia en la que se hace uso del movimiento para representar la temática propuesta. Este trabajo fue confeccionado por Yulieth Ávila Salazar, estudiante de la carrera de Diseño Gráfico de la Universidad de Costa Rica (UCR) y cuenta con el aporte artístico de Tahnee Loáisiga Alvarado, quien cursa la carrera de Bachillerato y Licenciatura en Música con Énfasis en Ejecución del Violoncello y María Rodríguez Corrales, quien estudió Violoncello en el Sistema Nacional de Educación Musical y, actualmente estudia Geología en la UCR. Adicionalmente, Francine Umaña Matarrita, también estudiante Diseño Gráfico de la UCR colaboró como asistente de fotografía.

Referencias

Nochlin L. (2001). ¿Por qué no han existido grandes artistas mujeres? (traducción al español: Ana María García Kobeh). En K. Cordero e I Sáenz (comps.), Crítica feminista en la teoría e historia del arte (pp. 17-41). México: Universidad Iberoamericana / Programa Universitario de Estudios de Género / Consejo Nacional para la Cultura y las Artes / CURARE.

Notas de autor

1 Directora del Instituto de Investigaciones en Arte (IIArte) de la Universidad de Costa Rica. Doctora en Historia por la Universidad de Austin, Texas. Correo electrónico: direccion.iiarte@ucr.ac.cr


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