Resumen: Diversos organismos internacionales reconocen a los problemas de desórdenes nutricionales como una problemática de salud que afecta a todo el mundo. La forma en que los seres humanos asumen su alimentación repercute en su disposición intrínseca ante las enfermedades, siendo particularmente impactante durante las etapas tempranas de la vida, sobre todo en edades preescolares por su incidencia en el desarrollo del individuo. Alrededor de esta situación, los autores del manuscrito que se presenta realizaron un análisis epidemiológico y salubrista desde diferentes posicionamientos establecidos en la bibliografía que fue consultada.
Palabras clave:trastornos de la nutrición del niñotrastornos de la nutrición del niño,programas de nutriciónprogramas de nutrición,preescolarpreescolar,factores de riesgofactores de riesgo.
Abstract: Several international organizations recognize the problems of nutritional disorders as a health problem that affects the entire world. The way how human beings assume their food has an impact on their intrinsic disposition towards diseases, being particularly striking in the early stages of life, especially in pre-school age because of its impact on the development of the indi-vidual. About this situation, the authors of the manuscript carried out an epidemiological and salubrious analysis from different positions established in the reviewed literature.
Keywords: Child Nutrition Disorders, Nutrition Programs, Child Preschool, Risk Factors.
Artículos de revisión
Alimentación saludable en preescolares: un tema de interés para la salud pública
Healthy eating in preschoolers: a topic of interest for public health

Recepción: 12 Octubre 2018
Aprobación: 22 Noviembre 2018
Criterios emitidos por la OMS señalan a los desórdenes nutricionales como la epidemia del siglo XXI; la que fundamentalmente se manifiesta en la población infantil, dejando secuelas que suelen durar toda la vida.(1)
A nivel mundial, se calcula que 293 millones de niños menores de cinco años padecen de anemia, representando un aproximado del 47 % de infantes que viven en países subdesarrollados.(2) Al respecto, Páez Valery et al.(3) se refieren a la falta de micronutrientes como “hambre oculta”; la que afecta a una cifra superior a 2 billones de personas en el mundo, en una proporción aproximada de 1 por cada 3 habitantes, especialmente concentrada en infantes, recién nacidos y gestantes.
Como ciencia, la nutrición humana se encarga del estudio de la relación entre los alimentos y los seres vivos que los consumen. En el caso de los humanos, esta se concentra en el análisis de esas necesidades y las enfermedades que las inadecuadas prácticas al respecto pueden producir; además, de establecer parámetros de calidad de los elementos que componen las dietas de los individuos en los diferentes entornos sociales y naturales.(4,5,6)
Una dieta adecuada puede prevenir o mejorar determinadas enfermedades. En el ser humano, el normal funcionamiento del cuerpo requiere de la apropiada nutrición a nivel celular; por lo que, las buenas prácticas al respecto resultan un factor primordial para el vigor y el desempeño de las personas.(4,7,8)
Uno de los desórdenes nutricionales de mayor prevalencia reconocidos a nivel mundial resulta la anemia, especialmente en niños menores de 5 años independientemente del desarrollo socio-económico de los países que aportan los respectivos datos.(9)
La malnutrición resulta un problema a nivel mundial; se calcula que 150 millones de niños de 1 a 10 años sufren de esta problemática; Al respecto, entre los menores de 5 años se estima que son 4 millones, cifra que sufrió un incremento del 7%.(10)
Para Behm Rosas,(11) la hambruna constituye una de las principales causas de mortalidad en América Latina; problemática que continúa sin solución, aunque existen muestras de crecimiento socioeconómico en la región. Al respecto, el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas, reportó que en esa región existen alrededor de 9 millones de niños menores de 5 años que padecen desnutrición, y que una cifra similar están en alto riesgo de afectarse debido a los niveles de pobreza en determinadas comunidades.(12)
En muchos países de América Latina, aún persisten elevados índices de desigualdades socioeconómicas; las que repercuten en los estados nutricionales de sus poblaciones, especialmente en niños preescolares; comúnmente, las costumbres alimenticias suelen ser monótonas y deficientes en alimentos ricos en hierro, cinc, calcio, tiamina, riboflavina, folatos, piridoxina, vitamina C y vitamina A.(13,14)
Se calcula que unos 129 millones de niños menores de cinco años en esos países poseen un peso y talla inferior al recomendable, lo que indica malnutrición; al respecto, destacan algunos países andinos como: Ecuador, Bolivia y Perú, en lo que llega a ser hasta de cuatro a cinco veces superior la presencia del bajo peso.(15)
Pajuelo Ramírez y Miranda Cuadros(10) plantean que, entre las manifestaciones de desorden nutricional de mayor presencia en los niños peruanos menores de 5 años están la desnutrición crónica, la obesidad y la deficiencia de micronutrientes. Esa situación que requiere de la toma de acciones integrales en las comunidades.
Longhi et al.(16) concluyeron que la desnutrición infantil es uno de los problemas de salud de mayor relevancia en la actualidad de algunas regiones de Argentina. Los hallazgos mostraron que esa patología ha descendido en ese contexto, sin disminuir hasta los niveles deseables de Argentina, influyendo de manera directa en las tasas de morbilidad y mortalidad, así como en la prevalencia de determinadas enfermedades crónicas no transmisibles.
La relación existente entre alimentación inadecuada y aparición de enfermedades prevenibles ha hecho que el tema de la búsqueda de la alimentación saludable constituya una prioridad para la salud pública.(17,18)
Según Behm Rosas,(11) en su análisis sobre los determinantes económicos y sociales de la mortalidad en América Latina, la desnutrición continúa siendo no resuelta en América Latina. Este autor considera que el crecimiento económico de la región no ha incidido en esta situación inherente a la salud pública que tiene mayor presencia en la población infantil.
En Ecuador, las medidas establecidas en Plan Nacional del Buen Vivir 2013-2017 tuvieron un impacto positivo en la disminución de la desnutrición crónica; en relación con lo anterior; en 1986, la cifra era del 40.2%, mientras que para 2012 se redujo al 25.3%. Sin embargo, este continúa siendo una problemática de salud no resuelta que amerita el desarrollo de las acciones correspondientes.(19)
Según los criterios de Robalino Flores et al.,(20) las comunidades de la región andina ecuatoriana resultan altamente afectadas por la desnutrición, debido a la accesibilidad a los recursos y la educación; situación que afecta especialmente a los niños. Esas autoras también consideran que, esta resulta una temática insuficientemente investigada en esa nación.
Los autores de una investigación, relativa a la desnutrición en pacientes pediátricos hospitalizados en una institución ecuatoriana, reportaron una tasa de ese indicador del 37,1 %, cifra que resultó significativa en ese contexto. Ellos recomiendan que esa patología debiese ser considera-da en este tipo de paciente que ingresa en una casa de salud, independientemente de su causa de internamiento.(21)
A partir de los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT), aplicada en Ecuador entre 2011 y 2013, el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) implementó una estrategia de entrega de suplementos con micronutrientes (fundamentalmente hierro) a más de 350 000 preescolares, que formaba parte del programa Creciendo con Nuestros Hijos (CHN), en 2 200 Centros Infantiles del Buen Vivir (CIV).(22)
Las acciones preventivas que se implementen en relación con la nutrición deben ser simultáneas y sinérgicas con participación comunitaria, de manera que eviten llegar a la enfermedad. Este tipo de estrategia salubrista plantea diferentes desafíos que son abordados desde diferentes sus aristas.(8)
Al respecto, Vickers(23) plantea que los primeros años de vida constituyen etapas críticas del desarrollo, en las que alimentación juega un importante papel en la prevención de enfermedades.
Las enfermedades ligadas a la malnutrición continúan siendo un importante problema de salud que afecta a los niños a nivel mundial. Estas afectan principalmente a aquellos pacientes pediátricos con factores genéticos, metabólicos, psicosociales y ambientales. Los malos hábitos en la alimentación, además de la indiferencia y falta de percepción de los padres, resultan un elementos de riesgo al respecto, lo que indica una necesaria promoción de conocimientos sobre nutrición saludable.(15,24)
Ningún alimento en particular posee el suficiente valor nutritivo, para garantizar de forma aislada el balance de nutrientes que requiere el ser humano para obtener energía metabólicamente utilizable. Al respecto, resulta recomendable incorporar una dieta balanceada que incorpore cereales, verduras y frutas, grasas y aceites, carne, pescado, leche, huevos, leguminosas y otros; de manera que proporcione la cantidad y calidad de las sustancias requeridas para el funciona-miento adecuado del organismo.(25)
Durante la etapa preescolar, la alimentación constituye una determinante social que desarrolla un importante papel para el equilibrio físico y mental del niño; debido a que en este momento se forman los hábitos alimenticios, los que definirán el futuro estado nutricional; fase en la cual los padres tienen el rol fundamental de proveer y educar a sus hijos sobre esta temática.(26)
Las edades comprendidas entre los 3 y 5 años marcan el desarrollo cognitivo; ya que, desde ese momento, el niño se encamina hacia su dominio y crea las bases del pensamiento lógico.(15)
El aporte que la alimentación saludable proporciona al crecimiento y desarrollo del niño se aprecia desde su formación intrauterina la que en la etapa preescolar asume una significación preponderante al favorecer el desarrollo fisco mental y social de este. Autores como Moreno Villares(25) plantean que durante los dos primeros años de vida existe un periodo de crecimiento acelerado en el niño; que al entrar en la edad preescolar (3-5 años) esta característica se estabiliza y el individuo comienza a crecer a un ritmo promedio de 6-8 cm/año, ganando entre de 2-3 kg/año. Una dieta adecuada puede prevenir o mejorar determinadas enfermedades en el ser humano, el normal funcionamiento del organismo requiere de la apropiada nutrición a nivel celular; por lo que, las buenas prácticas al respecto resultan un factor primordial para el vigor y el desempeño de las personas.(7)
La edad preescolar se reconoce como una etapa crítica, en la que se pueden obtener los máximos beneficios de la promoción de la salud y prevención de enfermedades. Al respecto, la realización de acciones dirigidas hacia la infancia temprana en pro de un desarrollo saludable resulta especialmente necesarias y efectivas. Estas deben incluir la búsqueda de una alimentación adecuada y la realización de actividad física en ese grupo poblacional; por lo que padres y tutores legales deben estar apropiadamente educados en esos particulares.(27)
En Ecuador, más de un cuarto de los niños en edad preescolar sufre de anemia; y una cifra muy similar está reportada con baja talla.(28) En agosto de 2018, las cifras relativas a la desnutrición ecuatorianas colocaron a la provincia Chimborazo como la sexta con mayor presencia de esta problemática de salud (71 casos).(29)
Los trastornos nutricionales en la etapa preescolar continúan siendo un problema de salud cuya solución está pendiente, a nivel mundial, regional y local.(15,17,30)
Los hábitos de vida saludables deben ser desarrollados en el individuo desde edades tempranas, lo que resulta recomendable alcanzar mediante el desarrollo de programas de prevención y educación; siendo esta la más efectiva herramienta en la reducción de la incidencia de patologías relacionadas con alimentación excesiva o dietas poco equilibradas.(25) Algunos autores plantean que este resulta un problema marcado por algunos determinantes de carácter socioeconómico y educativo; lo que da lugar a la necesidad de intervenciones de promoción desde un enfoque comunitario y participativo.(17)
Una de las vías instrumentadas por la ciencia para contribuir a la mitigación de la desnutrición como flagelo humano lo constituye la aplicación de intervenciones educativas dirigidas a la promoción de la alimentación saludable en la etapa prescolar; mediante la educación de las madres responsables de esta tarea a nivel de la estructura familiar.(31)
Evidencia científica consultada indica la existencia de una contradicción en cuanto a la conducta que los padres deben tomar frente a la formación de hábitos alimenticios en sus hijos. Al respecto, se ha podido comprobar que las estrategias de elogios, recompensas y coercitivas no resultan efectivas en los niños.(32,33)
La infancia constituye una etapa trascendental dentro del proceso de desarrollo del hombre, que se caracteriza por formación de las bases biológicas, psicológicas y sociales que marcarán al individuo por el resto de su vida. Este es un momento de la vida del individuo en que la nutrición tiene un rol preponderante si se quieren alcanzar los niveles deseables con respecto a esas tres dimensiones.(34)
El contexto impacta directamente en el desarrollo del infante preescolar, en particular a la familia, la que debe trabajar en función de su bienestar integral para que adquiera hábitos nutricionales que incidirán en él por el resto de su vida.(25) En este período, los niños empiezan a asumir el control de sí mismos y adecuar su ambiente según sus necesidades.(35) La postura ante la alimentación no escapa a esos cambios conductuales, comienzan a mostrar interés por algunos alimentos, volviéndose caprichosos en ocasiones y manifestándose con poco apetito. Los padres y cuidadores tendrán que incidir en este sentido para que adopte costumbres saludables.(25)
La UNICEF(24) define la desnutrición crónica como el retraso del crecimiento del niño al no alcanzar la talla esperada según su edad. Esta patología ha sido destacada como una emergencia silenciosa en la población infantil; ya que no se detecta inmediatamente que comienza a afectar y acarrea consecuencias graves que se manifestarán a lo largo de toda la vida de la persona.
La antropometría constituye el principal método de diagnóstico de la desnutrición en los pacientes pediátricos; al respecto, Lázaro-Cuesta et al(36) recomiendan el uso adicional de técnicas de laboratorio, de manera que permita determinar la presencia de anemia, así como los niveles de vitamina A, hierro, el zinc y otros micronutrientes.
Según Reyes Moralesa et al.(27) existe abundante evidencia de que las intervenciones encamina-das a la promoción de prácticas saludables en los niños desde edades tempranas, que pueden realizarse mediante la capacitación de los padres, para que estos se conviertan en formadores de estilos de vida adecuados que alcancen mayor permanencia. Al respecto, varios estudios mues-tran modificación de conductas favorables.(37,38)
Aquino Rojas(34) desarrolló un proceso investigativo en el que aplicó una intervención educativa sobre desnutrición, dirigida madres de niños menores de seis meses, a partir del cual concluyó que las actividades realizadas lograron elevar significativamente el nivel de conocimiento en muestra de estudio.
Los niños desnutridos tienen un riesgo mayor de morir durante la infancia; su desarrollo físico e intelectual se ve limitado, al igual que su capacidad de aprender y trabajar al convertirse en adulto, por lo que disminuyen las oportunidades de desarrollo económico y profesional.(39,40)
Lázaro Cuesta et al.(36) consideran que el diagnóstico de desnutrición en los niños no debe establecerse únicamente, atendiendo a criterios relacionados con la antropometría; esos autores parten de que la deficiencia de vitamina A, hierro y el zinc, además de otros micronutrientes constituyen la principal causa de la anemia y que sería recomendable incluir otros procedimientos de laboratorio.
Ballonga Paretas et al.(41) plantean que la adecuada nutrición en la infancia debe incluir minerales esenciales y vitaminas que necesita el organismo. La carencia de esos elementos produce una insuficiencia en la alimentación que genera fatiga, limitación en la capacidad de aprendizaje, problemas de inmunidad, entre otras consecuencias.
Algunos autores afirman que la desnutrición infantil implica un alto costo económico y social reflejados en gastos hospitalarios, de educación, disminución de la capacidad laboral y productividad, etc.); por lo que recomiendan trabajar en la prevención de esa enfermedad y en la promoción de salud al respecto.(16)
Fundamentándose en criterios establecidos por la UNICEF, Osorio et al.(42) establece los siguientes factores que inciden sobre la desnutrición infantil en diferentes niveles de análisis:
Comunitario
Características del contexto socioeconómico y cultural.
Eficiencia de las políticas y programas de salud.
Gobernanza y participación social de los actores en la toma de decisiones.
Calidad de los servicios sanitarios y la higiene comunitaria.
Acceso al agua potable y los alimentos.
Existencia de espacios acondicionados para el deporte y la recreación.
Localización geográfica de la comunidad.
Familiar
Uso y acceso a los servicios del sistema de salud.
Calidad de vida colectiva e individual (incluye la alimentación).
Características físicas, sociales y psicológicas del núcleo familiar.
Clase social en la que se insertan.
Ingresos per cápita.
Madre
Estado de salud general.
Experiencia en el cuidado infantil.
Conductas preventivas conscientes.
Autonomía económica y escolarización.
Número de hijos.
Niño
Edad y sexo.
Peso y Apgar al nacer.
Elementos hereditarios.
Actualmente, las estrategias dirigidas a la malnutrición son cada vez más complejas debido al número de factores de riesgo a tener en cuenta y la variedad de manifestaciones que se presentan; la coexistencia de anemia, talla baja, sobrepeso u obesidad en una misma comunidad, plan-tea riesgos diferenciados que deben ser afrontados en base a sus particularidades y su potencialidad de causar enfermedad a corto o largo plazo; aunque la indicación de una alimentación saludable adecuadamente balanceada resulta denominador común para la mayoría de los casos.(43)
Longhi.et al.(16) consideran que la desnutrición infantil conlleva un costo económico y social alto; los que se reflejan a través de los gastos hospitalarios, educación, poca capacidad laboral y productividad, entre otros.). La recomendación que realizan al respecto es la de dirigir los esfuerzos y recursos a la prevención de esa enfermedad.
En relación con lo anterior, la experiencia peruana del marco del “Plan Nacional para la Reducción de la Anemia 2017-2021” se proponen reducir significativamente la anemia entre niños menores de 5 años; el plan de acción se centra en cinco acciones principales:(44)
Administrar suplementos de minerales y vitaminas en niños menores de 24 meses y embarazadas para prevenir y tratar la anemia.
Generar prácticas de alimentación integral mediante la educación, para inculcar el consumo de elementos ricos en hierro y otros nutrientes en la adecuada cantidad.
Implementar la intersectorialidad durante el desarrollo de intervenciones comunitarias dirigidas a la generación de conductas nutricionales saludables y la mejora del acceso a los alimentos esenciales en los hogares rurales.
Establecer un mecanismo de seguimiento y control del impacto de las intervenciones al respecto.
Priorizar las zonas geográficas críticas, favoreciendo la producción y comercialización de alimentos ricos en micronutrientes destinados a la alimentación de los diferentes sectores de la población necesitada.
La intervención educativa es reconocida como una de las acciones de mayor eficiencia en la prevención de la desnutrición y la promoción de conductas saludables al respecto.(31) Algunos autores la definen como la implementación de una serie de actividades planificadas a partir de un diagnóstico de la problemática de salud en cuestión; la misma tiene como objetivo producir un cambio en el conocimiento sobre objeto de estudio en cuestión y la conducta de los individuos a quienes va dirigida. Se recomienda realizarla desde un enfoque familiar y comunitario para el alcance de su propósito en el menor plazo posible.(45)
Mundialmente, se reportan experiencias en las que se muestran resultados positivos de las intervenciones educativas dirigidas a la prevención de la anemia y sus consecuentes afectaciones del desarrollo físico y mental en los pacientes pediátricos.(28)
En el mundo, la ferropenia constituye la causa más frecuente de anemia en niños, especialmente en los preescolares. Algunos países sudamericanos desarrollan programas encaminados a la prevención y tratamiento de esa problemática de salud; los que ya muestran resultados positivos.(44)
Algunos autores consideran que actualmente, América Latina atraviesa una etapa de transición nutricional; en este contexto coexisten diferentes manifestaciones al respecto: desnutrición, sobrepeso, obesidad y carencias de micronutrientes; hasta hace muy pocos años solo se hablaba de la primera de estas. Un ejemplo de lo mencionado es el caso de Argentina, donde diferentes estudios arrojan que, al menos 3/10 niños y adolescentes padecen de exceso de peso.(36)
Miranda et al.(46) informan que el Programa Multisectorial Desnutrición Cero en Bolivia, desarrollado por el Consejo Nacional de Alimentación y Nutrición de esa nación, no ha logrado disminuir la prevalencia de la anemia en las poblaciones vulnerables a pesar de las acciones.
En 2013, un estudio realizado en Medellín persiguió el objetivo de evaluar la efectividad de la fortificación dietética empleando un polvo rico en micronutrientes en 90 preescolares sanos, durante nueve semanas. Los investigadores concluyeron que, aunque los suplementos fueron bien asimilados por los infantes de la muestra, sus niveles hematológicos y estado nutricional no mejoraron; lo que indicó que resultan innecesarios en los casos que no poseen esa deficiencia alimentaria.(15)
Más del 25% de los preescolares ecuatorianos sufren de anemia; y una cifra semejante está informada como baja talla.(28) Según la Dirección Nacional de Vigilancia Epidemiológica (2018), durante la semana 32 del 2018, los datos relacionados con a la desnutrición arrojan que la provincia Chimborazo resulta la sexta más afectada por este problema de salud (71 casos). Autores como Calderón Vallejo(47) que sería recomendable con la realización de intervenciones nutricionales en pacientes pediátricos.
Aunque los resultados respecto al alcance del objetivo final de eliminar desnutrición severa, se pueden mencionar varias acciones del estado ecuatoriano dirigidas en ese sentido, tales como: fortificación alimentaria en niños, programa “Nutri bebé” que distribuyó alimentos complementarios, micronutrientes, vitamina A y chispitas nutricionales, además de la creación de las Unidades Nutricionales Integrales.(48)
En Ecuador, en 2011, el Ministerio de Salud Pública, llevó a cabo un programa de administración de suplementos de micronutrientes al que denominó “Chis-paz”, el que estuvo compuesto por hierro, ácido fólico, zinc, vitamina A, vitamina C; el antecedente de esta acción data de 1997 cuando se realizó una campaña de distribución de vitamina A (aunque no existen datos concretos de su efecto).(28)
Los individuos en edad preescolar (2 a 5 años) se encuentran en una etapa denominada preoperacional; que es la segunda en importancia para el desarrollo cognitivo, en este momento se dirige hacia su dominio y sienta bases del pensamiento lógico.(15) En este punto, la alimentación tiene un papel primordial en el desarrollo mental y físico del infante; aquí se originan los hábitos alimentarios que le definirán su estado nutricional futuro; por lo que, el papel educador y proveedor de los padres resulta fundamental.(26)
Entre los 3 y 5 años, el niño comienza a estabilizar su crecimiento a un ritmo promedio de 6-8 cm/año y ganan de 2-3 kg/año.(25) Los niños que se desnutren se exponen a mayores riesgos de muerte durante la infancia, se limita su potencial desarrollo físico e intelectual y se restringe su capacidad de aprender y trabajar en la adultez, por lo cual se limitan así las oportunidades de desarrollo profesional y económico.(39,40)
Chuquimarca Chuquimar et al.(28) concluyen que la administración de suplementos ricos en micronutrientes actúa directa y positivamente sobre la mejoría en el nivel de anemia, así como en el del indicador talla/edad de los preescolares, pero que sería pertinente implementar acciones para modificar conductas alimentarias en las comunidades donde se detecta esa problemática de salud.
La anemia constituye una enfermedad que se produce cuando los niveles de concentración de hemoglobina y el número de glóbulos rojos se encuentran por debajo de lo normal, atendiendo a distintos factores como: género, edad y área geográfica de residencia. Esta patología es un indicador indirecto de insuficiencia de hierro y otros micronutrientes.(2,49)
Los desórdenes nutricionales son reconocidos como la epidemia del siglo XXI; al respecto, la población infantil resulta una de más afectadas con consecuencias impredecibles en los casos de niños en edad preescolar.
Aunque el estado ecuatoriano desarrolla un conjunto de acciones desde 2013 fundamentalmente, la desnutrición infantil continúa siendo un problema de salud en ese país.
Diferentes autores plantean que la solución de esa problemática de salud debe ser implementada en el sistema primario de atención, a partir de un conjunto de acciones integradoras dirigidas a la mitigación o erradicación de los factores de riesgo relacionados con los desórdenes nutricionales.
Conflicto de intereses: los autores declaran que no existen
Declaración de contribuciones: Carmen Elisa Abadeano Sanipatin, Mariana de Jesús Mosquera Guilcapi, Jenny Elizabeth Coello Viñán y Byron Eduardo Coello Viñán trabajaron en la búsqueda bibliográfica, recopilación, procesamiento e interpretación de la información; así como en la redacción del artículo
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