Editorial
Las migraciones como fenómeno social y económico siempre han existido. Han sido consecuentes con el desarrollo de la humanidad. Los grandes avances de nuestras sociedades, ya sea a nivel micro o macro territoriales, en parte han sido fruto de estas movilizaciones de la adaptación a cambios de esquemas ambientales o culturales, aunque las condiciones de trabajo y aspectos laborales han jugado un papel preponderante es las formas en qué estas han entrado en escena. Así las cosas, se requiere de dos espacios diferentes en cuestión. Primero del que migran y segundo el que recibe. Igualmente aparecen dos factores desde el punto de vista humano clave a tener en cuenta. Los que emigran o, en su defecto, los que entran.
Por eso, al hacer un dossier para Jangwa Pana, revista en Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad del Magdalena no es una labor descabellada, por el contrario, es imperiosa, puesto que el contexto caribeño por el cual se hizo el llamado para presentar trabajos de esta naturaleza evoca una necesidad no solo histórica sino historiográfica. El entorno de la Cuenca del Caribe en su trasegar histórico, desde la Colonia, ha sido dinamizado por estos influjos económicos, políticos, sociales, y por supuesto, culturales. Las actividades agrícolas, pecuarias, mineras, industriales, de servicios o turísticas han sido motores económicos que en cuanto a migraciones se refiere han jalonado en demasía una transhumancia constante no solo entre territorios grancaribeños sino procedentes de otras latitudes. Derivado de lo anterior, para este número como editor invitado nos propusimos mediante invitación abierta a investigadores que estudien estas problemáticas desde un punto de vista histórico los distintos procesos migratorios que se han suscitado en la cuenca del Caribe desde la centuria decimonónica hasta lo que va transcurriendo del Nuevo Milenio, primordialmente aquella que se categoriza como fuerza laboral y, tal como se anunció en la convocatoria para esta publicación, derivada de aspectos relacionados con plantaciones y su encadenamiento productivo o de formación de enclaves económicos forjados producto de ellas (azúcar, banano, tabaco, algodón, café, henequén, etc.), asimismo, de obras de infraestructura como construcciones de vías para trenes y puertos, el canal de Panamá, de la industria petrolera, y los más recientes, como los de servicios turísticos.
Este dossier tuvo como finalidad analizar cómo se expandió en volumen, laboriosidad y complejidad las distintas migraciones que estuvieron estrechamente vinculadas con el mundo laboral y la búsqueda de oportunidades de empleo, ingresos y trabajo decente de manera interregional, desde el punto de vista económico, social, empresarial, político y cultural. Por ello, se abordaron temas que comprenden categorías conceptuales relacionadas con la población y su demografía, a los movimientos sociales ligados a dichas migraciones laborales y a la formación de organizaciones de sociabilidad, aspectos económicos y estadísticas de inmigración como: salarios y nivel de vida, remesas y capital financiero, inversiones directas extranjeras y crecimiento económico, economía informal y concentración agraria, sistemas de producción y agentes económicos relacionados con las migraciones interregionales (estructuras productivas, comercio y sistemas de transporte, regímenes de trabajo, empresas y empresarios), entre otros temas vinculadas con la historia agraria y de las plantaciones, actividades de minería y fuentes de energía, como también sobre la historiografía económica, empresarial y socio-laborales en el Caribe.
En esta edición presentamos los trabajos de Enrique Camacho Navarro, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México intitulado: Imaginarios del progreso. Representaciones tecnológicas en el Circuncaribe mediante tarjetas postales (1899-1930) en el que se ponen en evidencia ciertos hallazgos visuales (tarjetas postales) relacionadas con el tema de las plantaciones bananeras, especialmente de las que se desarrollaron en las repúblicas bananeras de Centroamérica, aunque hace énfasis en el Caribe costarricense. El artículo presenta una variada iconografía, y a partir de ella, analiza su contenido. Su discurso histórico está basado en que la United Fruit Company y otras multinacionales del negocio bananero hicieron gestiones de adelanto, no solo administrativos sino tecnológicos, principalmente en las innovaciones ligadas a la navegación marítima y los puertos, los ferrocarriles y otros medios de transporte. Todo ello, forjó un entramado social y económico que como en un tejido productivo se generó proyectos empresariales y creación de nuevos puestos de trabajos. Empleo que como en una bonanza estuvo repartida en una vasta zona en tiempos finiseculares y a comienzos del siglo XX.
El segundo trabajo lo escriben las profesoras Pilar Cagiao-Vila y Rosario Márquez Macías de las Universidades de Santiago de Compostela y Huelva respectivamente, el cual tiene por denominación: La idea de América en el Club Palósfilo, en el que a partir de la constitución de diversas organizaciones españolas de sociabilidad en tiempos del regeneracionismo hispanoamericanista se forjaron diferentes tipos de redes que se relacionaban con América, y sobre esas relaciones se fueron formando imaginarios colectivos de hispanidad hacia los años veinte del siglo XX. Continúa el artículo de Gerardo Cabrera prieto titulado: Ignacio Zarragoitía y Jáuregui y la defensa de la Cuba no azucarera, por la que este autor pone de presente el pensamiento económico de este personaje decimonónico cubano, en especial por las políticas implementadas para el cultivo del azúcar y la ganadería, aspectos que favorecieron el comercio y la generación de empleo, al igual que reformas administrativas y fiscales para no concentrar la riqueza en unos cuantos. Estos hechos hicieron que se fomentara la migración interna en la mayoría de las Antillas, sobre todo de personas procedente de zonas comprimidas económicamente a otras donde la crisis no llegó, por el contrario, había un auge constante.
Ya en temas más relacionados con la actualidad, la fenomenología migracional en el caribe no escapa a los avatares del siglo XIX. Mª Aránzazu Robles-Santana presenta un trabajo contextualizado en la frontera entre Guatemala y México y relacionado con la transhumancia que generan las plantaciones de café y las labores en cosechas, en especial el trabajo manual y rudimentario que realizan las mujeres allí. El trabajo está circunscrito a los movimientos poblacionales entre la región del Soconusco, Chiapas (México) como territorio receptor de mujeres MAN guatemaltecas. En este trabajo la autora plantea que este proceso de migración está imbuido en un marco de movilidad transfronteriza histórica, que desvanece el concepto de frontera, originando con ello, otro que se puede catalogar como de “migración circular”. Metodológicamente aborda su estudio desde tres perspectivas: histórico, de género y decolonial. Aborda además sus estructuras sociales, como también la forma de organizarse y las instituciones que representan. Este artículo tiene como denominación: Acercamiento a la histórica migración de mujeres indígenas Mam de Guatemala a las fincas cafetaleras de Chiapas (México). Análisis de su situación actual. En esa misma tónica se puede tratar el artículo titulado: Globalización y pobreza: propulsores de las migraciones internacionales contemporáneas, elaborado por Jorge Antonio Herrera-Llamas, José Alejandro Alvarado-De Lima, Liceth Herrera-Aguilar en el que analizan dentro de unas variables relacionadas con el trabajo, la pobreza, problemas de urbanización y la globalización ciertos aspectos propios de las migraciones desde un punto de vista teórico y conceptual, en especial lo relacionado con asociatividad en contextos globales, modernidad, de funcionalismo tecnológico y desigualdad.
Esperamos que este dossier sirva para ulteriores investigaciones, ya que con estos trabajos se planta una semilla que hacía falta. Había un vacío historiográfico por cubrir y era un saldo en rojo para una temática propia de la sociedad y sus relaciones con lo económico y político, y más para un espacio tan variopinto como es el Caribe, donde lo hispano, anglosajón, francófono y holandés se entrecruzan en un universo que es tan distante por la lengua pero ligado por su tradiciones y prácticas socio-culturales, y en el que pese a las adversidades, el mar Caribe, esa masa de agua de siete colores, no separa sino por el contrario integra. De ahí que hemos querido que esta edición sea colorida y, por eso, optamos por ilustrar el número de la revista con imágenes del pintor primitivista Pedro Mendoza, pues no recrea ese mundo mágico que las migraciones nos dejan como legado, me refiero a las fiestas y festivales, la cocina tradicional, las danzas, la música y otras manifestaciones propias de ese sentir y pensar que es el universo Caribe.