Reseñas
| Quezada Sergio, García Castro René. La historia se escribe caminando. Homenaje a Bernardo García Martínez. 2022. México. El Colegio de México. 391pp.. 978-607-564-359-5 |
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La materia fundamental del enfoque geográfico es el espacio aunado al movimiento, lo que implica la presencia constante de cambios y procesos. La historia y la geografía cierran así su círculo. En este contexto no hay cabida para un “marco” geográfico concebido como fondo cuya descripción precede al análisis histórico.
Bernardo García Martínez,
El desarrollo regional, siglos XVI al XX
La historia se escribe caminando. Homenaje a Bernardo García Martínez es una aproximación al extenso abanico de intereses que este investigador desarrolló a lo largo de su vida. Su biografía académica se descubre a la luz de las líneas de trabajo presentadas por sus alumnos en esta obra, la cual ofrecen a la memoria de su maestro. El libro, precedido por dos elementos introductorios, un texto de su hijo, Alejandro García Sudo, y un listado bibliográfico, se compone de diez capítulos que cubren un espectro temporal que va desde el siglo XVI
hasta prácticamente nuestros días. Además, no se circunscribe al actual territorio nacional, pues incluye elementos comparativos con espacios sudamericanos. Esto perfila la amplitud de la obra y, sobre todo, de las inquietudes del investigador homenajeado integradas por la conjunción del espacio y el tiempo históricos.
Abre la obra Alejandro García Sudo quien, a manera de introducción, destaca en su narración el carácter y las aficiones de su padre, el excursionismo, su curiosidad y ánimo inquieto, para así dar cuenta de cómo era estar “De viaje con Bernardo García Martínez”. Esa visión intimista es el preámbulo que explica el apartado bibliográfico que le sigue. Listado dispuesto de lo más reciente a lo más antiguo, que permite tener a la mano e identificar la producción tan prolija y variada del académico, la cual delata su constante búsqueda por desentrañar el continuo juego entre la mudanza y la resistencia al cambio. Con lupa inquisitiva, Bernardo García buscaba tal vaivén aproximándose al espacio entendido como la acumulación de múltiples procesos de interacción humana. Así como escudriñaba profunda y meticulosamente las transformaciones de un pueblo de indios en un estudio monográfico, también escribía grandes síntesis en las que develaba su interés por las continuidades, por las variaciones drásticas, pero igualmente, por las transiciones negociadas en donde la población y el espacio estaban en constante movimiento.
Ese listado bibliográfico asimismo hace notorio el interés del maestro de poner al alcance del amplio público temas complejos, pues era asiduo escritor en revistas de divulgación. Producción académica que se acompañaba de amor por la docencia. Como lo he señalado, los editores y autores de La historia se escribe caminando… son algunos de los alumnos de doctorado de Bernardo García, a quienes, como profesor-investigador del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México, inspiró y dirigió.
Después de ese apartado introductorio, René García Castro abre el capitulado con “Una mirada a los pueblos de indios del centro de México a mediados del siglo XVI”. Se trata de un análisis donde se muestra cómo aun después de la primera gran epidemia de cocoliztli (1548-1553), hubo una notable continuidad entre la organización prehispánica y la colonial, aunque no sin choques y reajustes, los cuales, a la postre, generarían cambios notables. Es de destacar que, en gran medida, el autor hizo su estudio con base en el Banco preliminar de información relativo a la genealogía de las unidades políticas y territoriales básicas de Mesoamérica, Nueva España y México elaborado por Bernardo García en coautoría con Gustavo Martínez.
El segundo trabajo, de la pluma de Sergio Quezada, se desplaza del centro para atender a “La reordenación del espacio en Yucatán, siglo XVI”. Específicamente se trata de las modificaciones generadas en la planicie norte del territorio maya cuando, en 1552, comenzó formalmente el proceso de reducción de los pueblos indígenas. Si bien éste se estructuró sobre la base de los vínculos personales entre los señores y sus vasallos, fue también el primer paso de la transformación del señorío como unidad política fundamental de la organización maya. Con las reducciones los vasallos quedaron adscritos a los pueblos, a la vez que los cuerpos de república, instalados entonces, centralizaron las funciones políticas, administrativas y de justicia que antes ejercían los señores indígenas.
A continuación, Marina Zuloaga Rada presenta “Congregaciones, gobiernos y dinámicas políticas de los pueblos de indios en los virreinatos de Nueva España y Perú: una reflexión comparativa”. La autora muestra las coincidencias estructurales de las unidades políticas fundamentales del mundo mesoamericano y el andino -altepeme y guarangas-, las cuales se convirtieron en una herramienta de la Corona hispana para ejercer su dominio indirecto. No obstante, al analizar las características puntuales de cada uno de estos espacios culturales, Zuloaga concluye que su devenir fue muy distinto. Al estudiar los procesos de reforma impulsados por la Corona a mediados del siglo XVI, concluyó que en la Nueva España fueron más tempranos y progresivos que en el Perú, donde fueron más tardíos y radicales, lo que dio como resultado cambios más duraderos.
Por su parte, América Molina del Villar presenta “«El adiós a los pueblos» y «los poblados de hacienda» ante el impacto de las epidemias y crisis de subsistencia en el centro novohispano, 1736-1797”, trabajo donde se analizan algunos rasgos de las familias asentadas en las haciendas del valle de Toluca y el poniente del actual Morelos (Jonacatepec), para demostrar cómo la hacienda fue sustituyendo a los pueblos como articuladores sociales. En el siglo XVIII, las epidemias y crisis agrícolas provocaron grandes fluctuaciones de la población tributaria, y muchos de esos desplazamientos, que eran no sólo espaciales sino culturales, se dirigieron hacia las haciendas. Así, la autora subraya la necesidad de estudiar a éstas, no sólo como unidades productivas, sino como asentamientos y núcleos de población.
Con un tono lírico, Luis Aboites Aguilar nos ofrece “Los poblamientos de mi maestro Bernardo”, donde nos habla de algunas de las formas en que, en su vida, Bernardo García utilizó la voz poblamiento. Lo hizo a partir de sus estudios, donde buscaba entender la forma en la que grupos humanos se distribuyen y asientan en un espacio determinado; también aplicó el concepto cultivando a un conjunto de jóvenes quienes, de una u otra forma, utilizaron la ocupación del espacio como elemento analítico, generando un poblamiento historiográfico; por último, nos dice el autor, Bernardo García pobló el espacio reflexivo de su entonces alumno Luis Aboites.
Sigue a aquél el trabajo de Valentina Garza, titulado “Bernardo García Martínez y la conformación histórica del Norte de México”, donde se retoma la apuesta del profesor por estudiar el Norte mexicano como un espacio con personalidad propia. Por medio del análisis de la inserción de la ganadería y su impacto en la zona, se muestra cómo se trató de un área en la que convergían aspectos económicos y sociales que implicaron desarrollos históricos particulares. Así, se enfatiza la importancia de estudiar el área septentrional fuera de las barreras político-administrativas impuestas en su devenir, pues constituye un área fronteriza dinámica que en algunas ocasiones puede ser incluyente y permeable pero, a veces, también territorial y esencialmente excluyente.
Delimitar espacios suele ser consecuencia de procesos más amplios. De lo anterior da cuenta Juan David Delgado Rozo en su trabajo “Espacios legibles para la desamortización: una aproximación geográfica al proceso de división y repartimiento a los resguardos de Chía y Cajicá (Nueva Granada), 1832-1839”. En él se estudia la parcelación y el repartimiento de los resguardos (tierra comunal) en la Sabana de Bogotá, aproximándose a su disolución. Ésta se desarrolló de forma temprana, rápida y efectiva debido, en gran medida, a la eficacia con la que el territorio logró hacerse “legible” para el Estado, luego de recorrerlo, medirlo, cartografiarlo. Así, el autor demuestra que la desamortización llegó aparejada de una nueva manera de concebir y representar el espacio.
En su contribución a este libro, Tatiana Pérez Ramírez estudia la “Configuración espacial de la Sierra Juárez, 1855-1939”, presentándola, por una parte, como un constructo moderno del siglo XIX, derivado de un proceso de rearticulación iniciado en la época novohispana y, por la otra, como una entidad dinámica que se fue modificando de acuerdo con las relaciones entre municipios. Aunque las transformaciones de ese espacio pueden estudiarse desde diversas perspectivas, la autora privilegió en su análisis la formación de cuerpos armados y de la organización política. Así, muestra la forma en que, a modo de pugnas y alianzas, cambios y persistencias, cobró vida un espacio funcional bajo el nombre de Sierra Juárez.
En el siguiente trabajo, de la autoría de María José García Gómez, se estudian: “Tres carreteras mexicanas del siglo XX”, dando cuenta de que, en la transformación del espacio, las necesidades empresariales inmediatas muchas veces se imponen y resultan decisivas sobre otros fenómenos. En efecto, la autora presenta cómo las inversiones mineras de la familia Madero y sus innegables relaciones políticas detonaron la construcción de un trío carretero que jamás estuvo en los planes de Estado y cómo la aparición de estas vías de comunicación en Oaxaca, Hidalgo-Tamaulipas y Jalisco, favoreció a algunas poblaciones, ocasionó la decadencia de otras, pero, sobre todo, contribuyó a redibujar la geografía regional.
El homenaje cierra con “La reiterada necesidad de la excepción fiscal o Zona Libre en la frontera norte de México” de Octavio Herrera Pérez. En él, el autor explica cómo, dada la asimetría económica a la que se enfrenta cotidianamente la zona septentrional del país, a lo largo de su historia se han implementado diversos tipos de compensaciones fiscales. Puntualmente, la histórica denominación de “zona libre”, que fue definiendo la propia frontera, estuvo orientada a eximir del cobro de impuestos a las mercancías de importación para consumo de la población fronteriza. Hoy vuelve a plantearse la necesidad de poner en marcha tales compensaciones, aunque bajo una nueva modalidad que implica rebajas en el IVA, el aumento salarial y la disminución en el precio del combustible.
El recorrido ha sido amplio, tanto como lo fue la carrera académica de Bernardo García Martínez, indisociable de su trabajo de campo. En conjunto, resulta evidente que este homenaje busca aminorar el sentimiento de pérdida, haciendo perdurable el recuerdo del maestro. Las vivencias de los alumnos, acompañadas de las prolijas y generosas enseñanzas del profesor, se presentan como una forma de seguir “poblando”, como un punto de partida de nuevas investigaciones, más que como el final de un camino. Después de todo, como lo muestra con claridad este libro, para hablar de Bernardo García y su obra, no puede uno ceñirse a delimitaciones espaciales, temporales o temáticas; es preciso tratar de intersticios, conexiones, procesos donde se unen el tiempo y el espacio, la historia y la geografía creando un movimiento imperecedero.