Notas
Recepción: 30 Octubre 2017
Aprobación: 04 Diciembre 2017
Resumen: Somos diversos en muchos sentidos. La diferencia, empero, supone la identidad humana. El ser humano es, principalmente, humano y, sobre esta base, pueden reconocerse sus diversidades sin perder la identidad. Ahora bien, en una situación extrema de peligro para alguien, en la cual otro puede ayudarlo, se plantea la cuestión de la toma de decisiones. ¿A quién se debe ayudar? ¿A quien es similar a nosotros? Mostraremos que el diálogo es una solución viable. Se expondrán el caso emblemático del buen samaritano y un caso cotidiano. Los resultados significan la revalorización del diálogo como herramienta para la toma de decisiones en pro de una comunidad más justa.
Palabras clave: Diálogo, diversidad, similitud.
Abstract: We are diverse in many ways. The difference, however, presupposes human identity. Human beings are, mainly, human and, on this basis, their diversities can be recognized without losing their identity. So, in an extreme dangerous situation for someone, in which anotherone can help, the question of decision-making arises. Who ought to be helped? To whom is similar to us? We will show that dialogue is a viable solution. The emblematic case of the Good Samaritan and an everyday case will be presented. The results mean the enhancement of dialogue as a tool for decision making in favour of a fairer community.
Keywords: dialogue, diversity, similarity.
1 Introducción
Somos diversos en muchos sentidos: género, familia, raza, religión, clase, entre otras diversidades. La diferencia, empero, supone la identidad humana. La identidad humana es una noción compleja abordada por múltiples disciplinas como la filosofía, la psicología, las ciencias de la educación, la sociología, entre otras. Además, se la nombra de diferentes modos, por ejemplo: concepto de sí mismo, teoría sobre sí mismo, esquemas de sí mismo, comprensión del sí mismo y autoconcepto o concepto de sí mismo. En cada mención se destaca, como puede notarse, la referencia a uno mismo. Sobre la base identitaria pueden reconocerse las diversidades sin perder la identidad, el ser sí mismo. En este trabajo, veremos la conexión entre la identidad humana y la vecindad universal a partir del ejemplo del buen samaritano.
Ahora bien, en una situación extrema de peligro para alguien, en la cual otro puede ayudarlo, se plantea la cuestión de la toma de decisiones. ¿A quién se debe ayudar? ¿A quién es menos diverso, similar a nosotros? ¿A alguien con quien nos identificamos? Y, si fuera así, ¿con quién y por qué nos identificamos?
En este trabajo mostraremos que el diálogo es una solución viable para dar una respuesta satisfactoria, incluso para decidir si a quien debemos ayudar no es necesariamente nuestro símil. El diálogo funciona como una metodología sui géneris cuya implicancia es la toma de decisión ante la disyuntiva de ayudar a alguien, similar o diverso a uno mismo, que corre peligro. Se expondrán el caso emblemático del buen samaritano y casos cotidianos. Los resultados significan para el campo de estudio la revalorización del diálogo como herramienta para la toma de decisiones en pro de una comunidad, “un mundo” dice Amartya Sen[1] más justo.
2 El vecino y el lejano: identidad y diversidad
Hay un argumento clave en este asunto según el cual si alguien tiene el poder de hacer la diferencia para reducir la injusticia en el mundo, entonces hay un fuerte y razonado argumento para hacer justamente eso. Podemos pensar, dice Sen citando a la figura de Gautama Buda, que “si alguien tiene el poder de producir un cambio que considera que reducirá la injusticia en el mundo, entonces hay un fuerte argumento social para hacerlo así.”[2] De modo análogo a la responsabilidad que puede tener una madre para con su hijo -“la razón de la madre para ayudar al hijo (…) no está guiada por las recompensas de la cooperación sino precisamente por el reconocimiento de que ella puede, de manera simétrica, hacer cosas por el hijo que harán muy diferente su vida y que el niño no puede hacer”[3]-, existen razones para actuar si la persona juzga que emprender dicha acción creará una situación más justa en el mundo. En el fondo se trata de la pregunta acerca de quién es nuestro prójimo y de nuestras obligaciones hacia él, preocupación, que en el caso de Sen, se extiende a la comunidad internacional.
La pregunta es, entonces, ¿quién es nuestro prójimo (próximo) y qué obligaciones tenemos para con él?
En la sección “¿Quién es nuestro vecino?”,[4] Sen expone el buen samaritano del Evangelio de Lucas, capítulo 10, versículos 29-37 como ilustración al problema del prójimo (próximo). Lo cual implica el asunto de qué intercambio de lugares, roles, somos capaces de hacer o, dicho de otro modo, la cuestión de la identidad humana en la base de la vecindad universal. En Lucas 10:25-28 leemos que un experto en la ley judía le pregunto a Jesús cual, de todas las leyes de Moisés, era la más importante. Jesús sabiamente contesto: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.”
Queriendo probar a Jesús otra vez, el hombre pregunto "¿Quién es mi prójimo?". Jesús respondió con esta parábola del buen samaritano. En la Parábola del buen samaritano un hombre judío estaba haciendo el viaje desde Jerusalén hacia Jericó. En la época de Jesús era notorio el peligro y la dificultad que caracterizaba al camino de Jerusalén a Jericó, conocido como “Camino de Sangre”, en razón de la sangre que allí se derramaba, de las muertes que ocurrían por causa de los ladrones.
En el camino, el hombre judío fue asaltado por unos hombres quienes les robaron su ropa, lo golpearon y lo dejaron casi muerto.
Un sacerdote también iba de viaje por este camino y al ver al hombre herido, cruzó al otro lado de la calle y siguió sin ofrecer ayuda. Un levita también pasó por ahí pero al igual que el sacerdote, cruzó la calle y se fue sin ayudarlo.
Después pasó un hombre de Samaria, un pueblo despreciado por los judíos. El samaritano vio al hombre y se compadeció de él. Tomó vino y aceite para limpiar sus heridas y después de haberlo vendado, lo montó en su cabalgadura y llevó a un alojamiento donde pasó la noche cuidándolo. Al siguiente día el samaritano le pagó al dueño de aquel lugar dos monedas de plata para que cuidara del judío y le dijo que si hubiera gastos adicionales le pagaría el resto la próxima vez que estuviera en el área.
Al terminar la parábola Jesús pregunto: ¿Cuáles de estos tres hombres fue el prójimo del judío? El experto en la ley respondió, “El que mostró misericordia”. Jesús entonces dijo: "Sí, vayan y hagan ustedes lo mismo”.[5]
La imagen del samaritano como el piadoso salvador del judío apaleado es la muestra del concepto de “prójimo”. Los samaritanos y los judíos constituían rivales irreconciliables; unos a otros se consideraban herejes. Los judíos se consideraban puros delante de Dios y su odio hacia los samaritanos se basa en que este grupo, también judíos, se casaban y mezclaban con gentiles. Los judíos consideraban abominable el estilo de vida de los samaritanos. Podemos aprender mucho con la intención de Jesús en hacer héroe a un samaritano.
Cuando el samaritano vio al judío, sólo supo ver su humanidad. El vio a un hombre que estaba en un estado crítico y en necesidad de ayuda. No había tiempo para contemplar las diferencias entre ellos, las heridas que sus culturas se habían causados, y si sufriría consecuencias por asociarse con alguien estaba supuesto a ser su enemigo. La compasión del samaritano sobre pasó todas sus reservaciones. Su compasión tampoco fue artificial. Además de acercarse al judío, que en si era algo significativo, usó sus propios recursos para asegurarse de su recuperación. La responsabilidad que les correspondía al sacerdote y al levita como judíos, la asumió el samaritano. La compasión, cuando tiene raíz en el amor de Dios, no hace cálculos y rompe con los prejuicios.
Según Sen,[6] si bien la historia del buen samaritano sobre la preocupación universal por el otro, lo principal es que se trata de un rechazo razonado de la idea del vecino aislado. Jesús no discute el deber de ayudar a todos los otros necesitados sino al vecino, al cercano. La pregunta del Evangelio es: “¿Quién es el vecino del hombre herido?” El abogado responde: “El hombre que lo ayudó” El argumento de Jesús pretende fortalecerse en que el deber con los vecinos no se circunda sólo con los que viven al lado. Cabe recordar aquí que los samaritanos además de vivir a cierta distancia de los judíos eran despreciados por ellos.
3 El diálogo en la toma de decisiones
A continuación, reconstruiremos el diálogo histórico y propondremos diálogos posibles como una solución viable para la toma de decisiones que supere las diversidades humanas a favor de la identidad humana, entendiendo que la identidad humana es la bese filosófica del concepto de vecindad universal.
El pasaje del Evangelio de Lucas contiene una estructura dialógica, es decir, a través del diálogo.
“¿Qué debo hacer para obtener la vida eterna?”
“¿Qué está escrito en la ley de Moisés?”
“Amar al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” y la ley paralela “amar a tu prójimo como a ti mismo”
“La respuesta es correcta. Actúe en consecuencia”
“Pero ¿quién es mi prójimo?”
“El que practicó la misericordia con él.”
“Vete y haz tú lo mismo.”[7]
Se espera que el diálogo haya servido al abogado para tomar su decisión siguiente respecto de a quién ayudar. No fue antes del diálogo que el doctor en leyes lo supo. Fue el diálogo la herramienta que dio una solución viable para la toma de decisiones respecto de, en tanto humanos, ayudar al otro, pese a las diversidades.
Sostiene Sen una idea novedosa: una vez que el samaritano ayudó al necesitado, sin importar por qué lo hizo, se establece un nuevo vecindario. Se establece un vecindario que se construye con nuestras relaciones con las personas distantes. Y esto es tan posible como imprescindible en el mundo contemporáneo puesto que estamos ligados al otro por el comercio, el lenguaje, las artes, la sanidad, el entrenamiento, la política, etc. Podemos discutir el alcance pero no podemos negar que no somos sólo nuestro país. Estamos demasiados vinculados para desentendernos del otro a nivel global. Compartimos también injusticias y preocupaciones, En palabras de Sen: “Quedan muy pocos no vecinos en el mundo actual.”[8]
Presentaremos un diálogo ficticio en la misma situación pero con la idea seneana.
Una persona que no está en peligro ayuda a otra, que no conoce, que sí está en peligro. Al ayudarla, corre un riesgo. La decisión de ayudar al desconocido y, además, de diferente raza o religión, en fin, alguien diferente, la tomó en virtud del siguiente diálogo posible.
4 Consideraciones finales
Hemos intentado dejar claro cómo el diálogo es una opción para la toma de decisiones, esto incluye, es más, refuerza la idea de que a quien debemos ayudar no es necesariamente nuestro símil sino “nuestro diferente”. Como sostuvimos al principio de este escrito, a partir del caso del buen samaritano, el diálogo funciona como una metodología sui géneris cuya implicancia es la toma de decisión ante la disyuntiva de ayudar a alguien, similar o diverso a uno mismo, que corre peligro. En el caso de Amartya Sen, se trata de ayudar a cualquiera en peligro, porque cualquiera es, aldea global mediante, uno de nosotros mismos.
Para finalizar, resulta interesante señalar, desde el punto de vista filosófico, que la filosofía misma, su quehacer, surgió en occidente con el diálogo, en especial, con el diálogo socrático-platónico. Se trataba de un diálogo que el personaje principal, Sócrates, el filósofo, entablaba con interlocutores siempre diferentes: sofistas, extranjeros y, muchas veces, de más jóvenes. Etimológicamente, el término “diálogo” puede desagregarse del siguiente modo: “dia”, a través, y “lôgos”, razón. Es decir que el diálogo se entabla a través de la razón. Es un camino razonable y razonado. Desde los albores del pensamiento hasta hoy, entonces, el diálogo es una clave en el accionar humano.
Notas
Información adicional
Curriculum: La autora es Doctora en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires. (UBA). Es Profesora Adjunta en la UBA, FCE y miembro de la Carrera del Investigador Científico y Tecnológico (CONICET). Su campo de investigación es la Filosofía de la economía. Ha escrito tres libros y publicado numerosos trabajos en el país y en el extranjero.