Resumen: Este artículo es un acercamiento a las representaciones de cánidos en la pintura mural teotihuacana, investigación que documenta los elementos distintivos que portan estos animales a la hora de representarlos gráficamente, este análisis permitió hacer una propuesta para identificar los componentes estilísticos recreados por los antiguos teotihuacanos para diferenciar a tres especies de cánidos: el coyote, lobo y el loberro. Trabajo basado en el análisis de la pintura mural, la estilística mesoamericana y la evidencia zooarqueológica en la región.
Palabras clave:CoyoteCoyote,LoboLobo,Pintura muralPintura mural,MesoaméricaMesoamérica.
Abstract: This article is an approach to representations of canids in Teotihuacán mural painting, research that documents the distinctive elements that these animals carry when it comes to representing them graphically, this analysis allowed us to make a proposal to identify the stylistic components recreated by the ancient Teotihuacán differentiate three species of canids: the coyote, wolf and the wolf. Work based on the analysis of mural painting, Mesoamerican stylistics and zooarchaeological evidence in the region.
Keywords: Coyote, Wolf, Mural painting, Mesoamérica.
Resumo: Este texto é uma aproximação às representações de canídeos na pintura mural de Teotihuacán. A pesquisa documenta os elementos distintivos que identificam aos animais em sua representação gráfica. O análise permite fazer uma proposta para identificar os componentes estilísticos utilizados pelos teotihuacanos antigos e assim estabelecer diferenças entre as três espécies de canídeos: o coiote, o lobo, e o “loberro”. Este trabalho está baseado no análise da pintura mural, o estilo mesoamericano e a evidencia zooarqueológica na região.
Palavras-chave: Coiote, Lobo, Pintura mural, Mesoamérica.
Dossier
Cánidos en el universo teotihuacano. Representaciones pictóricas en Atételco y Techinantitla
Recepción: 25 Enero 2019
Aprobación: 12 Abril 2019
Entre los estudios mesoamericanos se cuenta con un extenso acervo bibliográfico acerca de los animales y su relación con el hombre1. Sin embargo, es necesario reflexionar acerca de cómo en la época prehispánica se construyeron y se reinventaron lazos que unen al hombre con los animales, el mundo y el cosmos y cómo estos fueron la inspiración para su representación en la pintura mural. Para el análisis de los cánidos en contextos arqueológicos de Mesoamérica destacan los estudios de restos arqueozoológicos, cerámica y pintura mural.
A través del análisis de la pintura mural es posible contextualizar a los cánidos en la grandiosa zona arqueológica de Teotihuacán2, aunque no resulta sencillo identificar a qué especie de cánido se representa en las distintas pinturas; este trabajo contextualiza y discute sobre los elementos que podrían dar pautas para clasificar la presencia de coyotes, lobos y loberros, representados en la pintura mural de esta ciudad prehispánica. De esta forma se planteó la siguiente interrogante: ¿Qué elementos estilísticos usaron los antiguos teotihuacanos para diferenciar al lobo, coyote y loberro en sus pinturas murales?
El anterior cuestionamiento permitió postular dos objetivos: el primero fue describir los elementos conductuales y biológicos del lobo y el coyote, para poder mostrar cómo estos elementos fueron los recursos que permitieron a los antiguos teotihuacanos diferenciar a las especies en la representación pictórica. El segundo fue identificar la presencia de cánidos en la pintura mural de Atetelco y Techinantitla, Teotihuacán, con la intención de poder describir y dar cuenta de los detalles estilísticos dentro de las representaciones pictóricas.
En el contexto mesoamericano, la familia de cánidos está constituida por el perro (Canis familiaris), el coyote (Canis latrans) y el lobo mexicano (Canis lupus baileyi). En este análisis se toma como base a la cultura teotihuacana. Se puntualiza únicamente sobre el coyote y el lobo y sus continuas presencias en las pinturas murales de Atetelco y Techinantitla; estos dos cánidos cuentan con muchas semejanzas físicas, situación que dificulta identificar cuál de las imágenes representa a cada una de estas dos especies animales. El estudio de estos dos géneros de cánidos permite proponer una clasificación para las pinturas de Atetelco y Techinantitla desde una perspectiva de la estética mesoamericana retomando los apuntes de Nicolás Latsanopoulos3, estudioso que postula elementos para analizar el caso de Techinantitla.
De igual manera, se trae a cuenta la evidencia zooarqueologica4 que durante largos años ha trabajado el Dr. Raúl Valadez desde el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, misma que resalta la importancia de cada uno de estos animales (coyote y lobo), pero además, entra a discusión la presencia de una tercera especie: el loberro, hibridación resultado de la cruza de perros domésticos y lobos5. Este cánido constituyó un animal usado para fines rituales en Teotihuacán, puesto que los antiguos pobladores de la metrópoli se dieron a la tarea de “crear cánidos manejables, pero que cargaban el simbolismo propio del lobo”6. Esta tercera especie, obtenida intencionalmente por los antiguos teotihuacanos, permitía contar con las características de un cánido domesticado, pero con la carga simbólica de un silvestre; los loberros fueron usados en contextos rituales como ofrendas principalmente.
Los estudios de Raúl Valadez desde la postura arqueozoológica demuestran que en Teotihuacán existieron distintos cánidos y no solo perro y coyote, hipótesis que contrasta con los estudios iconográficos7, pues estos consideran al coyote como el protagonista de toda evidencia iconográfica, sin realizar la distinción entre lobo, coyote y loberro; situación que nos permite proponer que en la iconografía teotihuacana los pintores sabían en qué momento representar a un lobo, un coyote y un loberro.
Una de las investigaciones más extensas sobre la presencia de cánidos en Teotihuacán es la que realiza Nadia Giral, autora que propone dos formas de abordar el tema: la primera es la iconográfica, a través de la cual se describen y se analizan las imágenes resultado de la evidencia arqueológica; la segunda es la arqueozoológica, basada en el estudio del animal a través de la investigación de los restos óseos que de ellos perduran8. En el caso de Teotihuacán es evidente la preponderancia de restos óseos de lobo y loberro en los contextos funerarios, por el contrario la presencia de restos de coyote es escasa9.
Existen también tesis que resultan útiles para rastrear la presencia de cánidos en el ámbito teotihuacano, tales como las de Nadia Giral (2003, 2007), quien detalla los aspectos simbólicos de los cánidos en Teotihuacán10. En el trabajo de Gutiérrez Trujillo (2008) resulta interesante el análisis detallado sobre la presencia de cánidos que emergen de las conchas de molusco, pues de ahí se infiere la asociación entre el coyote y el lobo con el inframundo y la lluvia, además de que se hace una distinción entre cánidos y felinos, proponiendo como resultando que existen 44 representaciones de los primeros y 28 de los segundos, pero se habla del genérico cánidos y no se hace una distinción entre especies11.
La tesis de Macarena Quezada (2012) aporta una distinción entre el coyote y el lobo, pero se inclina a las posturas clásicas basadas en Rubén Cabrera y Clara Millón12, entre otros autores, para llamar coyote a todas las representa- ciones de cánido silvestre13, haciendo a un lado las evidencias que proporciona Raúl Valadez. Otro trabajo que enriquece y contribuye al tema es el que elabora Margarita Muñoz (2014) sobre la pintura mural de Techinantitla. Dicha autora plasma a detalle las cualidades formales y técnicas de la pintura mural14. Cabehacer mención que esta propuesta está basada, hasta cierto punto, en la obra que coordina Beatriz de la Fuente (1995): La pintura mural prehispánica en Méxicol. Teotihuacán15. Investigación en la cual aborda de manera somera a cánidos silvestres y coyotes.
Con respecto al coyote y al lobo, existen semejanzas y diferencias que dificultan su distinción, motivo por el cual se exponen algunas de sus cualidades físicas, así como las características conductuales que en conjunto ayudan a diferenciar a ambas especies dentro de la pintura mural.
El lobo mexicano físicamente es esbelto y de constitución sólida, su cabeza es angosta con un cráneo largo y anguloso, sus orejas grandes, rectas y con la punta redondeada. La cola está cubierta por pelo denso y es proporcionalmente larga al cuerpo. Sus patas son alargadas, esbeltas y con cojinetes anchos (10 cm de ancho por 8.5 cm de largo). La cubierta de pelo es más densa en el dorso, entre los hombros. En la parte anterior de la espalda es más largo que en el resto y forma una melena16.
El lobo es de color café-amarillento a café grisáceo. Los pelos presentan diferente coloración, en los hombros y el dorso las puntas de los pelos son oscuras, y en las partes inferiores de colores claros. Su cabeza tiene áreas de color negro sobre fondo grisáceo u ocre. Su hocico es de color oscuro, con el puente de la nariz ocre y la orilla de los labios y los cachetes blancos. La cola tiene pelo largo no muy denso de color café grisáceo u ocre con pelos negros en el dorso y en la punta. Sus patas delanteras son de color blanco amarillento y presentan una línea angosta rojiza u oscura que forma una marca conspicua17.
El tamaño varía entre 1 y 1.2 m de largo total y su altura a la cruz es de 60 a 80 cm. Los machos son más grandes que las hembras. Los machos pesan en promedio 30 y 40 kg y las hembras entre 25 y 30 kg (Img. 1).
En cuanto a sus hábitos conductuales este cánido es diurno y nocturno, forma grupos familiares (manadas) con una compleja estructura social basada en jerarquías. Un macho alfa, dos o tres hembras y dos o tres lobos juveniles o lobeznos. Generalmente incluyen de cinco a ocho individuos, aunque pueden ser más. Cada manada tiene su territorio y cuando se mueven tienden a hacerlo en una sola fila a lo largo de caminos, arroyos y senderos naturales18.
La comunicación se efectúa con un gran repertorio de expresiones del cuerpo y de la cara y por varios ladridos, gruñidos y chillidos. Pero los lobos son más famosos por sus impresionantes aullidos que permiten a la manada permanecer en contacto y señalar su territorio.
El coyote tiene las dimensiones de un perro mediano, llega a medir aproximada- mente unos 110 centímetros de largo y unos 50 centímetros de altura. Su cola mide de 27 a 37 centímetros y su peso varía de los 12 a los 18 kilogramos. Es un animal esbelto y posee más agilidad que fuerza o poder físico. Su coloración varía entre tonos de cafés y grises, aunque por lo general su cuerpo es café grisáceo, de tonos más claros, amarillentos en la parte inferior y mucho más oscuro en la parte de la cola y en sus orejas, mientras que su pecho y su quijada es de color blanco19 (Img. 2).
Es un animal netamente solitario. En período de reproducción se reúne con otros de su especie. Su período de apareamiento se da al final del invierno, entre enero y abril. Las hembras tienen una gestación de nueve semanas, por lo que, si la concepción se da en el mes de febrero, las crías nacerán a fines de abril o principios de mayo durante la primavera. Nacen en promedio unas cinco crías, las que son amamantadas durante unos dos meses, a la tercera semana ya comienzan a comer porciones de comida semisólida regurgitadas por el padre20, período tras el cual salen de la madriguera bajo la supervisión de sus progenitores. A las doce semanas los padres les enseñan a cazar. Estos cachorros alcanzan la madurez al año, durante toda esa etapa es la madre quien asume el rol principal en el cuidado y crianza. El padre es quien les provee alimento y también colabora en el entrenamiento para la cacería21.
La dieta de este cánido es sumamente variada, constantemente se le ubica como animal carroñero, creencia hasta cierto punto verídica, pero su alimentación también se constituye por la cacería de pequeños mamíferos, desde ratones hasta conejos. El coyote también se alimenta de vegetales y frutos, bayas silvestres y algunos granos. En zonas con poca vida silvestre y más pobladas por humanos, el coyote subsiste porque ataca las granjas, cazando aves de corral, chivos, borregos y cerdos.
En los asentamientos habitados por el hombre se puede ver al coyote buscando comida y alimentándose de la basura. Ladra y/o aúlla en tonos, agudos y largos. Se adapta con facilidad al ser humano. Caza en pareja en períodos de apareamiento y crianza de los cachorros. En edad adulta los cachorros son abandonados. Se les considera solitarios.
Como podemos ver el coyote es típicamente más pequeño que el lobo mexicano y la longitud de su zancada es menor, tiene la caja craneal relativamente más grande que la del lobo. Es una de las especies nativas de Norteamérica que se ha beneficiado con la expansión humana. Sus poblaciones han aumentado en las regiones áridas, a medida que la población humana las ha ido ocupando. La distribución del coyote es muy amplia en México. Su patrón alimentario no está bien definido, pues come de todo durante el año, según la disponibilidad del alimento, lo que constituye también la base de su supervivencia en un medio hostil22.
En cambio, el lobo es de mayor talla (comparado con el coyote). Tiene la punta de la nariz más ancha, aunque su caja craneal es proporcionalmente más pequeña. Se alimenta de venados, así como de algunos otros mamíferos nativos como jabalíes, berrendos, borregos cimarrones, conejos y roedores. En determinadas estaciones del año come vegetales, como frutos de mezquite y otros más. En realidad, es un depredador que caza y es cazado. La situación actual de este animal es de riesgo, está en peligro de extinción y solo habita de forma salvaje en el norte de México23.
En su aspecto físico, el lobo y el coyote tienen un parecido visual muy marcado, el cual se matiza apenas con rasgos discretos como el tamaño y la robustez corporal, la delgadez del hocico, las piezas dentales y la posición de los ojos. Este profundo parecido genera problemáticas pues, a primera vista, los rasgos físicos no son discriminatorios y no bastan para establecer distinciones formales claras entre ambas especies, por lo que es necesario poner énfasis en las diferencias del plano conductual.
Sus hábitos no solo son distintos sino realmente antinómicos en varios aspectos24. Así, a la inversa de los coyotes, los lobos poseen una organización social muy desarrollada, viven en grupos jerarquizados organizados en células familiares de ocho individuos, dirigidos por un macho alfa que suele decidir las actividades de la jauría. Tiene prioridad en el acceso a la comida y controla la reproducción. La cohesión social está mantenida por la observancia estricta de los comportamientos de autoridad y de sumisión25.
Los coyotes son menos gregarios y no tienen un repertorio de signos tan amplio; en algunos casos forman parejas estables durante la crianza de los cachorros hasta la dispersión de los jóvenes. A veces varios animales se juntan para cazar. Algunos autores afirman que entre los lobos y los coyotes existe una guerra fratricida. Los lobos cazan a todos los coyotes de su extenso territorio, de modo que los coyotes casi siempre se instalan en zonas despobladas de lobos26.
Las diferencias conductuales entre las dos especies de cánidos no pudieron pasar desapercibidas para los teotihuacanos. Probablemente familiarizados tanto con el lobo como con el coyote, lo más posible es que a la hora de pintarlos en los murales usaron elementos que les permitieran identificar a qué tipo de cánido se referían. Lo que nos lleva al análisis de la actitud (facciones y posturas), el tratamiento del cuerpo (presencia/ausencia de elementos corporales como los mechones de pelo, las orejas, características del pelambre, de la cabeza) y el uso de elementos extra corporales (adornos, tocados, objetos diversos)27.
El caso más representativo de cánidos en Teotihuacán se ubica en los pórticos del Patio Blanco de Atetelco,28 donde se encuentra una extensa iconografía de animales en un contexto de guerra, sacrificio y atributos asociados al agua. Significaría un gran esfuerzo la descripción del total de los animales, por lo que se hará mención solo de las imágenes que correspondan a los cánidos, a quienes se les identifica por el pelo que los cubre y que en este caso es representado por pequeñas rayas ordenadas en delgadas franjas. La representación de la boca es alargada, a diferencia de los felinos, que es más achatada.
En los taludes del Pórtico 1 (lado sur), los cánidos se muestran en procesión, mientras que en el Pórtico 2 (lado este) aparecen acompañados de jaguares, también en procesión. Los cánidos comparten con el jaguar habilidades como la fuerza y la destreza. Giral los vincula al inframundo y la guerra, es decir, serían animales bélicos29. En cuanto al Pórtico 3 (lado norte), los taludes están pintados con sacerdotes sacrificadores que presentan elementos de cánidos.
En el Pórtico 1 se aprecia a los cánidos bajo tres aspectos distintos: animal antropomorfo con atuendo de guerrero, cabeza suelta descansando en medio de un medallón en la red que recorre los tres muros y cuadrúpedo en posición de marcha con el vientre marcado por una figura ovalada con bandas diagonales alternadas en dos tonos de rojo (Img. 3 A, B y E), el cual Rubén Cabrera interpreta como un escudo o chimalli30.
Agustín Villagra31 hace un apunte interesante respecto a los coyotes, como lo es su presencia constante en toponimias, por ejemplo, la de Coyoacán en la Ciudad de México o la de Coyotepec en el Estado de México (Img. 4 y 5). Así que una propuesta es que esta imagen está asociada directamente con los coyotes y no con los lobos o loberros; Latsanopoulos indica la coincidencia con el glifo toponímico azteca Coyohuac: “Coyote hambriento”, que alude a “hambre o vacío”32, mientras que Molina traduce el término Coyo como agujero o cosa agujerada33, en alusión al coyote y su habilidad para hacer hoyos en el suelo.
En cuanto al Pórtico 2 (lado este), la descripción del cánido en procesión, alternando con jaguares, llama la atención la ausencia de la figura ovalada en el estómago, sumado a la presencia de una figura triespiral frente al cánido y un mechón de plumas en la codera y las rodillas. Este símbolo ha sido interpretado como un corazón seccionado visto por medio de un corte horizontal efectuado en el nacimiento de la aorta34. Los cánidos de los taludes del Pórtico 2 no tienen discos en el vientre. En cambio, todos poseen un signo triespiral frente al hocico (Img. 6).
El animal devora el corazón que le están ofreciendo, de esta forma va a restituir al corazón bajo la forma de otro símbolo vital, el triespiral, que entra o sale por el hocico. El lobo reproduce un esquema idéntico: los trozos de carne engullidos no sirven para el consumo personal del cargador, sino que están destinados y devueltos a los que, incapaces de obtenerlos por sus propios medios, los necesitan para poder sobrevivir al alimentar a sus cachorros35.
En los marcos que rodean los taludes, así como en los tableros de ambos pórticos, hay elementos vinculados con la guerra y el sacrificio tales como escudos, cuchillos de obsidiana y patas desmembradas de cánidos silvestres, elementos que refuerzan la premisa de que el coyote y el lobo constituía un símbolo de poder, un instrumento de dominación.
En el caso de Techinantitla36 hay también un número significativo de representaciones de cánidos. Margarita Muñoz hace la descripción general de toda la pintura de este lugar, refiriendo su dispersión en distintos lugares, resultado del saqueo37. De igual manera, los trabajos de Diana Magaloni son puntuales en cuanto al análisis de la pintura, además de lo referente a soporte, pigmentación y técnicas de la pintura38.
Para el presente solo se retomaron tres imágenes: A) La conocida representación “Coyote y ciervo”, localizada en el museo de San Francisco, California, de la Colección Wagner. En ella hay dos coyotes de frente sujetando a un venado. El cuerpo de los cánidos muestra las rayas pequeñas que simulan su pelaje, tienen el hocico abierto, lo que permite percibir con claridad sus dientes. Aparecen como animales sin ningún tipo de atributo humano, y muestran sus garras en alusión a la disputa por el venado (Img. 7).
B) La representación de un cánido “lobo con cuchillo sacrificial”, ubicada en el Museo Nacional de Antropología. Se puede identificar su pelaje de rayas, pero a diferencia de los coyotes muestra una actitud no violenta. Cuenta con atavíos de sacerdote, representados por el tocado de plumas, el collar probablemente de cuentas de jade y un cuchillo curvo (Img. 7).
C) “Cánido con figura de estrella de cinco picos en el vientre”, parte de una colección privada. Tiene un tocado de plumas, collar de cuentas verdes y una estrella de cinco puntas en medio de su vientre. De su hocico sale una gran vírgula –símbolo de la palabra– decorada con flores de las que escurren gotas de agua (Img. 8).
Nicolás Latsanopoulos interpreta, en torno a las imágenes B y C, una serie de cánidos en procesión liderada por el cánido que lleva el cuchillo sacrificador. Con respecto a la imagen A, la ubica como coyote. Siguiendo la línea de interpretación propuesta por Clara Millon (1988), Latsanopoulos expone que:
Las diferencias patentes entre los dos cánidos llamaron mi atención: las actitudes corporales y las expresiones de los animales, el contenido antinómico de las escenas –de un lado una bestia salvaje despedazando a su presa, y del otro un cuadrúpedo de noble apariencia, ricamente ataviado y provisto de un instrumento ritual– sugería una oposición marcada entre esas dos figuras. En una palabra, ¿se trata realmente del mismo animal? Si mantenemos la identidad propuesta por Clara Millon (1988) acerca de los depredadores con el ciervo, entonces la pregunta es saber a qué especie corresponde el animal con el cuchillo si no es un coyote39.
A raíz de estas interpretaciones es posible debatir sobre los elementos presentados por la imagen A, así como los elementos de las series B y C. Por un lado, está un cánido depredador en su estado salvaje, atacando a un ciervo con sus dientes y garras. En oposición, se presentan los cánidos portadores de insignias de prestigio como el collar y el tocado.
En consonancia con lo expresado por Nicolás Latsanopoulos, existe una oposición entre un animal salvaje e incivilizado, en el papel de sacrificador, aso- ciado al coyote y, por otro lado, a la figura de un animal social civilizador que cuenta con atributos humanos. Continuando en esta línea de interpretación, se propone que hay una ruptura comparable al clásico binomio naturaleza-cultura, la cual se refleja en las imágenes de los cánidos matando al venado y los que desfilan en procesión.
De esta forma, se ubica al coyote en su estado salvaje como cazador, desgarrando con sus armas naturales a su presa, exponiendo su corazón. El autor opina que estos coyotes son animales humanizados, ya que a pesar de su forma animal realizan una acción humana, como lo sería el sacrificio de extraer el corazón. Pudieran ser sacerdotes transformados en coyotes, por lo que podría interpretarse como nahuales realizando este acto40. Si tomamos en cuenta el comportamiento del coyote, una de sus cualidades es que caza en pareja lo cual nos lleva a firmar que efectivamente se trata de una pareja de coyotes en una escena cinegética.
En oposición, se muestra al lobo, socializado y legitimado por el cuerpo social en su papel de sacrificador oficial. Todo lo anterior indica que el tema del sacrificio está estrechamente vinculado a la imagen del cánido41.
No está por demás puntualizar que la representación de los cánidos en la pintura mural de Teotihuacán siempre es simbólica, lo que significa que va más allá de la presencia de los animales per se, sino que atienden a la lógica de la religión, la organización social y la cosmovisión de la época, en donde humanos y animales podían considerarse iguales o con cualidades similares, lo cual no coincide con la concepción actual de origen occidental, en la que se considera a los animales como bestias inferiores.
Las apariencias físicas entre coyote y lobo pueden resultar engañosas, ya que comparten muchos elementos al ser de una misma familia, pero sus comportamientos indican diferencias que proporcionan elementos para identificar a qué cánido se alude en las pinturas murales de Teotihuacán.
La evidencia arqueozoológica arroja resultados que muestran la preponderancia de lobos y loberros en Teotihuacán, en comparación con la limitada presencia de coyotes, situación que confunde al intentar averiguar de quién se habla en las imágenes de la pintura mural. Una pregunta necesaria en este momento sería el referente a los mecanismos para lograr el apareamiento entre lobo y perros domésticos, por lo que no se descartaría la posibilidad de que un coyote fecundara a la hembra, si este apareamiento se realizaba en las lejanías de las ciudades.
En el caso de Atetelco, se cuenta con dos imágenes de cánidos diferenciados notoriamente por la presencia o ausencia de un círculo o figura ovalada con franjas rojas a la altura del vientre, misma que Cabrera identifica como chimalli42 y Agustín Villagra como un símbolo vinculado a los coyotes43. Gracias a este elemento “el círculo o figura ovalada con franjas rojas a la altura del vientre”, es posible inferir que los teotihuacanos sabían diferenciar en la imagen cuando representar a un coyote y cuándo a otro cánido. Siguiendo este rastro hasta la época actual, las imágenes de los topónimos que incluyen el término “coyotl”, ejemplos serían Coyoacán y Coyotepec, cuentan con el círculo en el vientre.
En atención a las propuestas de Latsanopoulos y Molina, el círculo está asociado con el vacío, el ayuno y el hambre, características vinculadas al coyote y su capacidad de hacer hoyos en el suelo.
Tanto el cánido con el círculo del Pórtico 1, como el cánido del Pórtico 2 que se encuentra en procesión con los jaguares, están ataviados con plumas. Pero el del Pórtico 2 carece del círculo y tiene un mechón de plumas en las coderas y rodillas, insignias humanas de una jerarquía vinculada a la nobleza, además, en el hocico se muestra un triespiral asociado a un corazón. Considerando las conductas de los lobos, se trata de una forma de alimentar a las crías, regurgitando parte de la comida de la caza. Estos son elementos que Latsanopoulos asocia a un acto de reciprocidad con las deidades al ofrecerles corazones para poder obtener alimento de la naturaleza.
Para el caso de Techinantitla tenemos tres figuras distintas: a) los cánidos sacrificando aun ciervo que Clara Millon identifica como coyotes, b) el cánido con cuchillo sacrificial y c) el cánido con la estrella de cinco picos en el vientre. Según Latsanopoulos los cánidos sacrificando al venado son coyotes, por la acción de matar crudamente en su estado salvaje y sabiendo que en algunas ocasiones los coyotes cazan en pareja. O bien, se encuentran disputando la presa. En contraparte tenemos a un cánido finamente ataviado con insignias humanas como el tocado y el collar, portando un cuchillo de sacrificio; el mismo autor lo vincula con el lobo. Por último, la imagen del cánido con la estrella en el vientre representa la jauría o manada de este líder por lo cual estaríamos hablando de la jauría de lobos, asociados a la civilización y la actividad social de Teotihuacán.
Pero si seguimos la aseveración del caso de Atetelco con la presencia de un círculo en el vientre de los coyotes, tendríamos que para el caso de Techinantitla también hay cánidos con elementos en el vientre: la estrella de cinco picos. Nuevamente, los teotihuacanos están tratando de hacer una diferencia entre los cánidos agregando un elemento distintivo. Entonces, si el lobo está representado dirigiendo un sacrificio con atavíos de plumas y cuchillo: ¿Qué representan los cánidos con la estrella de cinco picos? Si ya identificamos que el coyote es representado con un círculo en el vientre, qué puede significar un chimalli relacionado con la actividad guerrera de los coyotes, el vacío y hambre del animal. Nos sigue quedando duda sobre la estrella en el vientre de los otros cánidos de Techinantitla; será que en este caso ¿estaríamos hablando de loberros?, o ¿de coyotes que en lugar del círculo muestran la estrella de cinco picos? Si regresamos a los estudios de Valadez, los restos de loberro son más preponderantes que los de coyote. Estaríamos ante evidencia de que efectivamente este animal también fue representado en la pintura sin asociación a la actividad bélica, además de estar ricamente ataviado con collares y plumas, pues representa a un animal civilizado y social, cualidades que se le atribuyen al perro domesticado.
En resumen, los coyotes estarían representados por el ciírculo en el vientre, los lobos con su papel de tributario y dirigente con el cuchillo sacrificial o el triespiral asociado al corazón con tocados e insignes de sacerdote. El loberro se muestra bien ataviado con tocado de plumas y collares, lo que nos habla de un cánido humanizado y social, fruto de la cruza del lobo y el perro doméstico con un símbolo más estilizado la estrella de cinco picos en el estómago.