Servicios
Servicios
Buscar
Idiomas
P. Completa
Bordar la ausencia. Crónica de un duelo bordado
Agnès Mérat
Agnès Mérat
Bordar la ausencia. Crónica de un duelo bordado
Embroidering Absence. Chronicle of an Embroidered Mourning
Bordar a ausência. Crônica de um duelo bordado
H-ART. Revista de historia, teoría y crítica de arte, núm. 7, pp. 31-52, 2020
Universidad de Los Andes
resúmenes
secciones
referencias
imágenes

Resumen: Tradicionalmente los textiles bordados han ocupado un lugar significativo en los ritos funerarios y en los momentos de duelo. En México se han formado varios colectivos de personas que bordan los nombres de los desaparecidos a causa del crimen organizado, de la delincuencia y la impunidad en la que se ha hundido el país desde 2006. ¿Qué significa, profundamente, este gesto de bordar en su relación con la muerte? Este es un ensayo personal que recorre caminos de duelos, bordados y descubrimientos en torno al lugar que ocupa el bordado en el activismo mexicano actual y su vínculo íntimo con el duelo.

Palabras clave:bordadobordado,MéxicoMéxico,dueloduelo,feminismofeminismo,memoriamemoria,activismoactivismo.

Abstract: Traditionally, embroidered textiles have played a meaningful role in funerary rituals and in times of mourning. In Mexico, several groups of activists have been embroidering the names of people who have “disappeared” asa result of organized crime, delinquency and the impunity that has gained ground throughout the country since2006. Where lies the deep significance of the act of em-broidering in relation to death? This is a personal essaythat explores paths of mourning, embroidery and discovery about the importance of embroidery in contemporary Mexican activism and its intimate relationship withmourning.

Resumo: Tradicionalmente, tecidos bordados tem ocupado um lugar significativo em ritos funerários e momentos de luto.No México, vários grupos se formaram para bordar osnomes daqueles que desapareceram em relação ao crime organizado, à delinquência a à impunidade que afogam o pais desde 2006. O que significa o gesto de bordar a relação com a morte? Este é um ensaio pessoal quepercorre caminhos de luto, bordados e descobrimentosem volta à presencia que ocupa o bordado no ativismomexicano atual, em ligação íntima com o luto.

Carátula del artículo

Bordar la ausencia. Crónica de un duelo bordado

Embroidering Absence. Chronicle of an Embroidered Mourning

Bordar a ausência. Crônica de um duelo bordado

Agnès Mérat
UNAM, México
H-ART. Revista de historia, teoría y crítica de arte, núm. 7, pp. 31-52, 2020
Universidad de Los Andes

Recepción: 29 Junio 2019

Aprobación: 13 Diciembre 2019

Lápiz o aguja

Soy una niña todavía, en la Francia de los años ochenta. Es domingo y como siempre, después de la tradicional comida en casa de mis abuelos paternos, mis tías ocupan la gran mesa de roble del comedor, ya despejada. Organizan rápidamente su material para coser: patrones, telas, hilos, agujas, a veces una vieja máquina de coser Singer mecánica. Todo con seriedad, pero con una emoción que siento anuncia el mejor momento de su día. Al mismo tiempo bajan las voces y empiezan a comentar las últimas noticias de la pequeña ciudad. Yo miro a mis tías con fascinación: sus gestos elegantes, manos finas, hábiles, dedos secos como patas de arañas. Mientras chismean de manera insoportable el contraste que crean sus manos es extravagante. Son capaces de retomar modelos de alta costura a partir de una foto de periódico, de crear los patrones y, con telas lujosas, fabricar atuendos elegantes y vestidos perfectos. Mi madre se pone a coser con ellas. Ella no elabora vestidos, remienda cosas banales. Nací en una familia social y culturalmente mestiza y en mí se mezclan dos polos: mi padre proviene de un medio burgués, conservador, patriarcal, donde las mujeres de su generación quedan relegadas a un papel secundario, despreciado. No se les concede el derecho de trabajar: las mujeres no se ensucian las manos con el trabajo. Ojo, tampoco pueden quedarse ociosas: con sus manos bien limpias tienen toda la libertad de tocar telas e hilos. Del lado de mi madre, con un abuelo comunista y filósofo, las mujeres eran independientes, a veces madres solteras, todas trabajadoras, un poco imponentes. De niña es implícito pero evidente que, como heredera de estas dos tradiciones, tengo que escoger mi campo y ese campo tendrá que definir toda mi persona. Si leía y escribía no iba a poder usar la aguja. Si cosía mis manos estarían demasiado ocupadas para agarrar un libro. Según el punto de vista o bien tenía mejor que hacer que leer ociosamente o, al contrario, no tenía el valor de enfrentarme a la exigencia intelectual. Cada grupo ve al otro con una mirada severa, de desprecio, y considera la otra ocupación como ocio. Yo naturalmente adoro leer y, así, me declaran incapaz de agarrar la aguja. Si mi madre cose con mis tías es para poder integrarse y adoptar estos códigos tan ajenos a su educación, a esta manera de ser mujer. Del lado paterno, con las tías costureras, es un susurro, chismes, tardes larguísimas y aburridas. En casa, fuera de la mirada de su familia política ,nunca veo a mi madre coser por placer. Remienda muy de vez en cuando calcetines o hace un dobladillo rudimentario. Mi madre se encarga de alejarme de este momento con mis tías y nunca me pone una aguja en las manos: “eres demasiado torpe”. Su juicio me hirió profundamente. Me quedé lo más alejada posible de as agujas y de cualquier posibilidad de disfrutar las actividades derivadas de las ocupaciones típicamente domésticas. Del lado de mi familia materna nunca ví que alguien usara una aguja y menos una máquina de coser. Esto sí, libros por doquier. La lectura, la escritura, la palabra justa están en el centro de muchas conversaciones. Yo amo este territorio en el que las mujeres hablan fuerte, pelean por expresar su pensamiento, fuman. Hay vida y pasión tangibles.

Mi madre no me enseñó nunca a coser. Ni un botón. Me tardé unos años, ya adulta, en entender por qué las tareas domésticas no formaron parte de mi educación. Otras amigas de la misma generación en Francia, intelectuales, universitarias, artistas, vivieron cosas similares. Nos quedó claro a todas que, si bien nuestras madres pertenecieron a la primera generación en haber tenido acceso a la contracepción, al aborto legal, a la posibilidad de una cuenta bancaria a su nombre, muchas se quedaron atadas a la casa, a su pesar. Aunque mi madre accedió a un estatuto social soñado por ella siempre manifestó nostalgia por su vida profesional, su vocación de enfermera, la independencia económica que ello otorga. Mi madre no me dejó escoger, evitó a toda costa que yo pudiera convertirme en un ama de casa. Soñaba con que yo escribiera y leyera como las mujeres de su familia a quienes ella de cierto modo había traicionado pero cuya manera de vivir en el fondo añoraba. Y así lo hice. Durante muchos años las actividades de aguja me produjeron una fascinación mezclada de desprecio. Mucho más tarde, ya mujer, independiente, lejos de las tradiciones paternas, lejos de mi país de nacimiento y ya con mi vida en México, empecé a poder admirar en toda libertad los trabajos de aguja desligados de su carga doméstica, en las obras de los artesanos. Empecé a tener amigas que no solamente leían y escribían sino que también, para mi radical sorpresa, podían tejer, coser, bordar. No lo hacían en un gesto regresivo de nostalgia por la esfera doméstica, sino que era una elección curiosa, provocadora, divertida. Liberé mi admiración, aunque de todos modos estas actividades seguían siendo para mí completamente inaccesibles: yo “era torpe”. Desarrollé una fascinación por el bordado, no solamente el artesanal sino también por un bordado contemporáneo desligado de toda herencia patrimonial. Intuía que mi fascinación tenía que ver con este mundo de mujeres que de repente me resultaba extrañamente conocido: dibujaban una silueta familiar y temida, me traían recuerdos muy intensos de algunas lecturas de mi niñez. Eran brujas. Las brujas de los cuentos tradicionales son seres malvados que encarnan la manifestación del mal: la envidia, la pereza, la crueldad, los celos. Se las suele representar como mujeres viejas, feas y malvadas. Aun así, también evocan la libertad, la autonomía, la irreverencia y el conocimiento profundo de muchos terrenos potentes: las escrituras antiguas, la herbología, la vida animal, el nacimiento y la muerte. En su último libro, apasionante y cuidadosamente documentado, Sorcières,la puissance invaincue des femmes, 1 (Brujas, el poder invicto de las mujeres) la ensayista francesa Mona Chollet explora las diversas representaciones de la bruja y su impacto en las ideas preconcebidas sobre lo que deben ser y cómo deben actuar las mujeres. Chollet describe la figura emblemática de la bruja a partir de un clásico contemporáneo de la literatura infantil, Los hijos del vidriero, de la autora sueca María Gripe: “Sentada frente a su telar, meditaba y trabajaba. Sus reflexiones giraban en torno a los habitantes del pueblo y sus vidas. Tanto así que un buen día descubrió que, sin darse cuenta, sabía por anticipación lo que les iba a suceder. Inclinada sobre su obra, leía el porvenir en el dibujo que naturalmente surgía de sus dedos”. 2 La relación de las mujeres con la aguja y el poder que concede surge desde los cuentos más tradicionales: es por una aguja que la bruja malvada, en el cuento popular de la Bella Durmiente, quiere matar a la joven princesa; es bordando e imaginando los rasgos de su hija por nacer que la madre de Blancanieves, en el cuento de los hermanos Grimm, se pica el dedo y con esta sangre anuncia la belleza de la joven por nacer y una tragedia inminente. Si bien la relación del textil con las mujeres es tan cercana que su práctica simboliza el hogar, terreno al que las mujeres han sido confinadas por siglos, es también gracias a su habilidad con los textiles que aquellas han podido escaparse del mundo doméstico. 3 Entendido en su amplitud de posibilidades el textil es un vehículo profundo de nuestra relación con la existencia, su complejidad es contundente y sobrepasa los límites de lo convencionalmente femenino. Julia Bryan-Wilson, autora de Fray, 4 obra de referencia sobre las relaciones entre el textil, el arte y la política, afirma lo siguiente en una entrevista: “los cuerpos son sucios y tienen filtraciones, y es importante que haya una conversación visual sobre esto. Una manera de tener esta conversación es a través de los textiles, ya que el hilo y la sangre se han entendido desde tiempo atrás como análogos o metáforas el uno del otro”. 5 El hilo es metáfora de la sangre pero también del destino, de la vida, de la congruencia de un pensamiento, de las relaciones entre consciente e inconsciente. 6 En este momento de mi reflexión me vino a la mente el poema de Lorca, “La monja gitana”; concentrada en su quehacer la monja se abandona al ensueño: el bordado propicia una meditación profunda. El silencio y la atención que requiere favorecen la creación de imágenes: al tiempo que borda alhelíes el perfume soñado lleva a la monja a imaginar un mundo vibrante, sensual, un mundo de libertad y de placeres. El bordado le abre paso a posibilidades intensas de reminiscencias y de entrega al trabajo de la memoria.

Bordar el enigma

La práctica del bordado me cayó encima. Mi madre se enfermó gravemente. Después de veinte años de una vida muy ocupada y plena en México regresé a Francia y mi pequeña familia y yo nos instalamos con mi madre para cuidarla y acompañarla hasta el umbral de su gran viaje. Son meses de intensa presencia entre un hijo pequeño y mi madre que necesita de cuidados cada vez más precisos. Para distraer mi mente con cosas bellas y ligeras sigo las publicaciones de varias bordadoras por Instagram, particularmente un grupo de jóvenes brasileñas que bordan con mucho humor y una habilidad que contrasta con su edad. Las bordadoras del Clube do Bordado no bordan flores o alfabetos sino vaginas, penes, senos, palabras provocantes, eslóganes. Se reivindican como bordadoras feministas con una estética cercana al arte del tatuaje, de los ilustradores, inspiradas por un grafismo contemporáneo. Exactamente dos semanas después del fallecimiento de mi madre comienzo a bordar. No lo pienso mucho. En el terrible dolor del duelo, en la experiencia insoportable de la ausencia radical, tengo que agarrarme de algo aunque sea tenue como un hilo. Bordar me parece fácil, accesible; solo se necesita una aguja, un hilo, tela y un punto muy sencillo que se puede repetir al infinito. Bordo de manera obsesiva. En las noches sueño con el bordado, con la aguja, con el sonido de la aguja cuando perfora la tela. Un sonido a la vez agudo y silencioso, perfecta metáfora del dolor. Trazo con lápiz sobre una tela blanca y puntada tras puntada surge el dibujo como un revelado. No puedo creerlo. No soy nada torpe. En este momento oscuro es de las muy pocas actividades en las que puedo estar en silencio sin tener que justificarme ni dar otro sentido a mis gestos. Estoy completamente presente y a la vez abandonada a otro mundo. Estoy riéndome con mi madre, estoy en México. Vivo en un entre dos que me permite mantener la cordura.

El gesto de bordar quedará siempre ligado, para mí, a circunstancias muy particulares: dejé México después de veinte años de una vida plena para regresar a Francia y acompañar a mi madre durante sus últimos meses en la tierra. Después de su muerte me quedé en Francia unos años más. Bordar representa una manera de mantenerme conectada con México. Mi primer bordado es una lotería mexicana. Empecé gracias a Jenny Hart, una bordadora y artista textil norteamericana, fundadora de Sublime Stitching. Hart anima a cualquier persona a bordar con un simple punto tradicional. Muchos de sus patrones se inspiran en la cultura mexicana y así, con las ganas de resolver mi fascinación por los misterios de la aguja, pude lanzarme. Después de bordar la lotería completa con un placer total me cansé de seguir un patrón y empecé a experimentar. Quiero bordar palabras sobre pañuelos. Me inspira la foto de un pañuelo bordado de Louise Bourgeois que tengo frente a mi escritorio y cuyas palabras recito para mis adentros cada día: “Viajé al infierno y de vuelta. Y déjame decirte, estuvo maravilloso”. 7 Bordo maman en blanco sobre un pañuelo blanco que pudiera contener mis lágrimas y que pudiera esconder en el fondo de mi bolsillo para poder seguir llamando a mi madre sin que nadie me oiga ni me vea, como un mensaje subliminal y fantasmagórico, para siempre. Al bordar suceden muchas cosas: puedo conectarme con el gesto de los artesanos mexicanos, puedo estar con mi madre, puedo ausentarme de una cotidianidad dolorosa. También puedo escribir. Bordar es escribir en tela sin la necesidad de fabricar un libro. La inmediatez y la libertad del gesto me procuran una inmensa satisfacción.

Experimento directamente y al pie de la letra las implicaciones y los significados de la metáfora textil: la vida pende de un hilo, es un tejido de experiencias, tejemos lazos, etc. El filósofo Hans Blumenberg ha escrito extensivamente sobre las metáforas que define como absolutas: aquellas que no han dejado de cobrar vida, importancia, pertinencia. Son las que se vuelven un topos, un lugar común del lenguaje, no por su banalidad sino por su fuerza: la metáfora de la verdad como luz, del mundo como un libro, de la vida como una obra de teatro, etc. Son figuras del lenguaje que nos permiten acercarnos a una realidad que no podemos conceptualizar plenamente, pues el mundo es tal que, en sus partes turbias, no lo podemos ceñir con nuestras herramientas habituales. Parte de nuestro mundo reside en la materia del Lebenswelt que describe Husserl, aquel “mundo de la vida” 8 cambiante, efervescente, opaco. Nuestra relación con el mundo no espura sino compleja, a la vez conceptual y poética, forjada a través de definiciones e imágenes, de pensamientos y texturas. La persistencia de la metáfora textil, su impregnación en el lenguaje cotidiano es la muestra de su capacidad de acercarnos a la complejidad de lo que no podemos definir plenamente. Así mismo, el momento que permiten los gestos de coser, de hilar, tejer o bordar está colmado de significados: simboliza nuestra relación con el enigma del tiempo, las condiciones de nuestra existencia, nuestra relación con el pensamiento y la materia, y representa un vaivén entre presencia ante el mundo y la ausencia en un movimiento inseparable.

Hilos de sangre

Pocos meses después de mi incursión en el bordado y las sensaciones de un duelo difícil, en noviembre de 2015, sucede un evento terrible que marcó la historia de Francia. Un atentado durante una presentación en la sala de conciertos El Bataclán, en París. Sucede casi un año después de la matanza de algunos de los miembros de la redacción del periódico satírico Charlie Hebdo. 9 En El Bataclán, el 13 de noviembre de 2015, fueron asesinadas ciento treinta personas mientras bailaban y celebraban la vida y la música. 10 Recién llegada de México, un país en el que la violencia es cotidiana desde hace más de diez años, me había convencido de que Francia era un refugio de paz. ¿Qué le había sucedido a mi país de nacimiento en estos veinte años de ausencia para que sufriera una violencia tan grande? Era difícil ceñir el horror de lo sucedido. Dentro de mis conocidos cinco tenían amigos muertos en la balacera. Pocas horas después de la noticia empiezo a bordar. Escojo una tela blanca con rosas muy finamente dibujadas y encima de las rosas impresas bordo con hilo negro una cruz por cada una de las muertes, alrededor de la siguiente frase: “París es pequeñísimo para todos los que, como nosotros, se aman con un amor tan grande”. 11 En el tiempo dedicado al bordado me permito llorar con las familias, pienso en la música, la juventud, la alegría de vivir; mi propio duelo me permite conectar, a través del hilo, con los duelos de otros.

Entre mi pasión creciente por el bordado, las inquietudes por las muertes violentas de Francia y de México, y el duelo por la muerte de mi madre, intuyo que hay en el gesto de bordar algo más significativo que el solo hecho de reconectar con mi herencia familiar, algo más profundo que el acto de asumir alguna parte supuestamente femenina y frustrada por mi madre.

Encontré los primeros pañuelos bordados en memoria de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa en una marcha en la Ciudad de México, para exigir justicia. Recuerdo esta marcha de noviembre de 2014. Es vibrante, con una energía intensa que se expresa en cantos, música, y al contado de los desaparecidos, como una incantación, un rito convocatorio. En esta muchedumbre determinada, caminando al ritmo de los 43, recuerdo ver unos pañuelos impactantes, bordados con las caras y los nombres de los estudiantes desaparecidos. Son objetos incongruentes en medio de tanta acción, sin embargo la imagen creada deja una huella.

Fue durante el sexenio de Felipe Calderón que comenzaron a formarse varios colectivos de bordadoras: bordaban pañuelos con el nombre de personas secuestradas, asesinadas, desaparecidas, a consecuencia del caos producido por las intervenciones militares contra los narcotraficantes. Electo en 2006 Felipe Calderón había decidido retomar la decisión de su predecesor Vicente Fox de querer romper con las políticas priistas de conciliación con el narco y así enfrentar a los capos, jefes de la delincuencia organizada que llevaban años controlando el país. En diciembre del mismo año Calderón manda a más de seis mil quinientos soldados del ejército a combatir contra los narcotraficantes de Michoacán; esta decisión marca una ruptura en la política interior del país y la puesta en marcha de lo que el presidente llamó una “guerra” contra la delincuencia organizada. A consecuencia de ello enfrentamientos entre soldados y narcos tuvieron lugar en las calles causando muertes entre civiles al mismo tiempo que continuos fracasos militares y represalias contra la sociedad civil. Mientras se desmantelaron algunos grupos mafiosos otros se organizaron, cambiando de territorio, ampliando sus acciones, tomando más poder. El proyecto de Calderón dejó un caos sangriento y una población civil profundamente lastimada por generaciones, además de escenas cotidianas de una violencia inimaginable. El desmantelamiento de los grupos y la eliminación de los capos de la droga provocaron una reacción caótica por parte de los mafiosos y una multiplicación de la delincuencia organizada. Se estima que el número de víctimas durante el sexenio de Calderón asciende a más de cien mil.

El asesinato del hijo del poeta Javier Sicilia por parte de delincuentes ligados al crimen organizado en marzo de 2011 marca un momento determinante para la población civil de México: el de la liberación de la palabra de los ciudadanos. 12 Un mes y medio después de la muerte de su hijo, el 5 de mayo, Sicilia empieza una marcha desde Cuernavaca, Morelos, hasta el zócalo de la Ciudad de México, La Marcha Nacional por la Paz con Dignidad y Justicia, acompañado y apoyado por organizaciones de derechos humanos y miles de ciudadanos. Recuerdo este encuentro en el zócalo de duelo y tristeza mezclados con un inmenso sentimiento de impotencia y, a la vez, con la conciencia de reconocernos, entre ciudadanos, juntos frente a la incapacidad del gobierno, juntos frente al horror. Después de la marcha el impulso se transforma en el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. El mismo año varios artistas lanzan la iniciativa Paremos las Balas, Pintemos las Fuentes: consiste en pintar el agua de las fuentes de color rojo, de la sangre de los asesinados, de la sangre vital del cuerpo de un país todavía vivo. El colectivo toma el nombre de Fuentes Rojas y busca las maneras de

hacer una acción colectiva que respondiera a la necesidad de hablar de las víctimas como vidas irremplazables versus ‘daños colaterales’, como no quedarnos inmóviles y en silencio, como afrontar la muerte y el dolor de una sociedad en proceso de deshumanización. Entonces atendimos al llamado de rescatar la memoria, primero escribiendo con gis los nombres de las víctimas de la violencia en el piso del parque, apoyándonos en la base de datos de Un día menos aquí. Sin embargo, no fue suficiente, así que, en nuestras reuniones, llegamos a la idea de nombrar a nuestros asesinados con el bordado zapatista que funciona como cimiento de difusión de su pensamiento; esta fue la urdimbre en la que surgió Bordando por la Paz y la Memoria. Una Víctima, un Pañuelo. En agosto de 2011 [...] salimos a la calle a bordar; ahí fue cuando dimensionamos la importancia de nombrar a nuestros muertos con hilo y aguja junto con la ciudadanía de a pie, retomando el espacio público, el lugar que pertenece a todos. 13

Me pregunto si es justo asociar este colectivo mexicano a las acciones que se reclaman del craftivism. 14 En muchos aspectos Fuentes Rojas y estas acciones de Bordando por la Paz responden, incluso en sus palabras, al manifiesto que elaboró Sarah Corbett en su sitio web. 15 El craftivism preconiza un activismo colectivo en espacios públicos que anima al diálogo, a la visibilidad de problemáticas, a la propuesta positiva de soluciones, a un ritmo lento, constante, perseverante, de costura: puntada tras puntada. Pero por muchos otros aspectos me parece que el activismo de las bordadoras (y los bordadores) mexicanas responde a otros mecanismos que van más allá de la impotencia del ciudadano frente a las más grandes injusticias.

Las bordadoras de los colectivos de Bordando por la Paz bordan los nombres de los desaparecidos, a veces sus caras o las circunstancias de su desaparición. También ocupan la superficie como un espacio de expresión visual. Más que un reclamo o un espacio para hacer visible un caso el bordado de los pañuelos es una respuesta a duelos brutales, inesperados, complicados de vivir tranquilamente. Muchas veces no hay cuerpo que llorar, muchas veces el trabajo de la justicia es borroso y opaco. Estas acciones retoman los códigos tradicionales y universales del bordado: su íntima relación con la muerte, el lenguaje, la memoria. La relación entre la tela y la muerte es importante en todas las culturas: nace de la necesidad de envolver el cadáver para absorber los fluidos que siguen circulando, contener el proceso de descomposición y, por supuesto, evitar al ojo el espectáculo temido del cuerpo en putrefacción. La tela es el primer marcador de la integración del ser humano en una comunidad (el pañal que envuelve al recién nacido) y es también su último contacto con el mundo (el sudario, reemplazado en la época contemporánea por el acolchado suave del interior del ataúd; la ropa, último homenaje y acompañante del ser humano en su viaje hacia el más allá). Clare Hunter, en su apasionante libro sobre la complejidad de los significados que nos unen a los hilos y en particular al bordado, escribe lo siguiente acerca de la presencia de los textiles y bordados alrededor de la muerte y sus rituales:

En una necrópolis de dos mil años de antigüedad, en los Andes, descansan centenares de cuerpos, algunos enrollados dentro de doscientos metros de tela bordada, conservados por el aire árido alrededor de ellos. El cuerpo de una niña ha sido envuelto una y otra vez en capas de tela, en túnicas bordadas cosidas de colores vivos, rojo, azul, amarillo, rosa y verde. La tela está bordada con criaturas centinelas como serpientes, aves de rapiña y orcas, una escolta salvaje para acompañarla en su viaje hacia otra vida. 16


Imagen 1
Pañuelo bordado. Bordando por la paz y la memoria.

Colectivo Fuentes Rojas.

Cortesía de Elia Andrade.

Hunter describe también las costumbres de ritos funerarios y textiles llenos de significado para múltiples culturas: en Eslovaquia los hombres casados son enterrados en la camisa que bordó su esposa para su casamiento; en Rusia la tela que recibe el bebé al nacer cubrirá su rostro después de su muerte. Las telas bordadas sirven a manera de talismán para el difunto, pero también sostienen y manifiestan el dolor de la pérdida. Hunter da múltiples ejemplos de bordados en homenaje al muerto, desde los famosos bordados de duelo (embroidery mournings) a la muerte de George Washington hasta el inmenso acolchado del proyecto NAMES elaborado en 1987 en memoria de las víctimas del SIDA. 17 En aquella época el estigma alrededor del SIDA era tan fuerte que muchas víctimas de la enfermedad no recibieron sepultura. Cada panel de la obra es aproximadamente del tamaño medio de una tumba, ligando así claramente este trabajo textil con los despojos, el sudario, la muerte. Hunter reconoce ante todo la importancia del proceso del bordado, por una parte para permitir activar la memoria de los que ya no están y por otra para que los que se quedan cuenten con un espacio de duelo: “Para los que se quedan, coser como una marca de dolor puede ser una manera íntima de manifestar su duelo o de expresar públicamente su pérdida”. 18

Los colectivos de bordadoras de México se han multiplicado y siguen activos. El colectivo Fuentes Rojas se sigue reuniendo cada domingo en la Plaza de los Coyotes de Coyoacán. Otros grupos de bordadoras se han organizado en otros estados de la República, creando así una memoria textil, al unísono. Bordamos Feminicidios es otra asociación que borda exclusivamente asesinatos de mujeres. Tienen dieciséis mil seguidoras en su página de Facebook. Uno de sus bordados fue utilizado para presentar una obra de teatro en la UNAM. Publican cada día noticias de feminicidios en el país.


Imagen 2
Encuentro de bordadoras de Fuentes Rojas, CDMX, marzo 2019.

Colectivo Fuentes Rojas.

Cortesía de Elia Andrade.

En 2019, ocho años después de que empezaran estos movimientos ciudadanos, la violencia cotidiana en México ha alcanzado dimensiones aterrorizantes. Martín Gabriel Barrón, del Instituto Nacional de Ciencias Penales, un centro de estudios que depende de la Procuraduría General de la República, afirma lo siguiente: “Al final del mandato de Calderón, en 2012, había siete carteles importantes y cuarenta y nueve subgrupos. En 2017, hay nueve carteles y ciento treinta subgrupos”. 19 Los datos oficiales estiman que el número de muertos desde 2006 asciende a unas doscientas mil personas.

Se ha reconocido el importante trabajo de estos colectivos en la toma de conciencia de la crisis humanitaria que sufren los mexicanos desde hace más de una década. Del 25 al 27 de junio de 2019 la UNAM, por medio de la cátedra Nelson Mandela de Derechos Humanos en las Artes y del MUAC (Museo Universitario de Arte Contemporáneo), organizó un coloquio para pensar los lazos entre derechos humanos y manifestaciones culturales y artísticas, bajo el nombre de Articulaciones: Derechos Humanos en la Cultura y las Artes. 20 El colectivo Fuentes Rojas es parte de los ponentes invitados a participar.

En marzo de 2019 recibí por correo una convocatoria para participar con pañuelos bordados en una exposición en Francia, a realizarse en la Manufacture de Roubaix en mayo de 2019. Era una invitación por parte del colectivo francés Broder pour la Paix que, al unísono de los colectivos mexicanos, borda pañuelos con los nombres de las víctimas de la violencia en México. La ocasión era la exposición del trabajo de una artista textil, Mónica Iturribarría. Mónica es una artista oaxaqueña nacida en 1981. Comenzó como escultora, pero a causa de una alergia que le impide utilizar los materiales para esculpir se acercó al arte textil y, precisamente, al bordado. Su relación con el hilo no se debe al azar: forma parte de su historia familiar. Su abuela le enseñó a bordar y su abuelo era sastre militar durante la revolución mexicana. Me pongo en contacto con Mónica y nos escribimos varias veces en un tiempo muy corto. Me cuenta lo siguiente: “A mi abuela le gustaba mucho hacer esos pañuelos con nombres que se hacían para un ser querido en siglos pasados. Se bordaba con un hilo muy fino o muchas veces hasta con el cabello de la persona”. 21 El bordado con cabello, o bordado Lavín, es una técnica muy antigua, presente en la China imperial, que llegó a México a través de España. En 2008, a la muerte de su hermano, Mónica escoge el bordado como materia prima de su quehacer artístico. La otra materia que utiliza es su dolor frente a la pérdida de su hermano, su duelo. Reconoce en los acontecimientos de su vida cotidiana un dolor colectivo: el de las madres, el de las familias que perdieron a un ser querido a causa de los enfrentamientos con los grupos narcotraficantes o por la violencia que aumentó en todo el país como consecuencia directa de la política de Calderón. Aunque su hermano murió en otras circunstancias, Mónica abraza con el bordado el dolor de estas familias como el dolor de su propia familia. El duelo es el detonador de su gesto. Nombra su proyecto 1/40 000 ante el dolor de los demás, referencia al número de muertos por causa de la violencia del narco y a la técnica que utiliza, la serie gráfica. Su proceso consiste en imprimir sobre pañuelos las portadas de los periódicos que relatan asesinatos y desapariciones relacionadas con el crimen organizado. Los pañuelos son a la vez el símbolo de la infinita tristeza, aquellos que secan las lágrimas, pero son también la herencia textil que se transmite de generación en generación. Encima de las impresiones, y en el encuadre del pañuelo alrededor de las imágenes, Mónica borda motivos cotidianos que sorprenden la mirada de quien vive en territorios de paz: decora los pañuelos con balas y armas porque son lo cotidiano en México desde 2006. El resultado es sumamente violento, la postura de Mónica es justamente ácida, lúcida. En el imaginario colectivo el pañuelo bordado evoca todo el amor que una madre o una abuela pudo convocar para acompañar y proteger a un ser querido. El pañuelo es una suerte de talismán: se cubre de flores minúsculas para consolar las penas, se distingue con iniciales claras para recordar a su propietario, su herencia, sus orígenes. El gesto de bordar evoca una escena apacible, un tiempo largo que convoca todas las cualidades que la sociedad patriarcal asocia con una ocupación tradicionalmente doméstica, femenina, dedicada. Las obras de Mónica Iturribarría para este proyecto no son nada suaves, y ¿cómo podrían serlo? ¿Quién puede atreverse a imaginar que las madres y las mujeres estamos hoy para bordar flores e iniciales? Los pañuelos de Mónica nos sacan de la estupefacción: nos detienen, nos chocan, nos regresan a la única pregunta que nos puede ocupar: ¿De qué otra cosa podríamos bordar?. 22


Imagen 3
Muertas de Juarez.

Impresión sobre pañuelo y bordado. Pertenece al Proyecto 1/40 000 “ante el dolor de los demás”. 2015.

Cortesía de Mónica Iturribarría.

En los pañuelos de 1/40 000 ante el dolor de los demás no hay engaño: la tensión es inmediata, uno ve la portada al mismo tiempo que sabe que se trata de un pañuelo. Los dos objetos pertenecen a dos esferas que se rechazan y no quieren encontrarse. El papel periódico, anónimo, sucio, público, barato, trae las noticias de la calle y del afuera. La tela limpia, herencia familiar de algodón blanco sólido, acompaña, consuela, evoca la casa, la intimidad y la pertenencia. El nombre del periódico nos avisa, el título confirma que son noticias terroríficas. La imagen a blanco y negro es tétrica: una mujer sola frente a una decena de cruces rudimentarias de unas tumbas recién cavadas, un cementerio improvisado en la urgencia de las muertes acumuladas. Coloreadas con hilo rosa por la bordadora las cruces son tumbas de mujeres, frente a ellas una sobreviviente solar, bruja que ha logrado librarse por el momento, testigo de pie frente al horror. Los motivos bordados alrededor de la imagen pertenecen al campo militar y guerrero: balas, hermosamente bordadas en hilo dorado, un arma Bushmaster .223 muy precisamente bordada en hilo negro. Con sus bordes de color rosa pálido, el pañuelo es para una mujer. ¿Quién puede tener la insolencia de bordar esto? Una bordadora loca, por supuesto. Una bruja. El carácter herético y provocante de sus bordados evocan un talismán; Hunter nos recuerda que tradicionalmente los textiles bordados son cargados de propiedades protectoras, desde el poder de las plantas de las que provienen hasta los bordados que se vuelven una suerte de escudo contra los peligros. 23

En su obra Escuadrón de la muerte la imagen del artículo impreso se compone de una foto y de un texto claramente legible. La tela toma el relevo del papel y extrae al lector de su rutina de consumidor de noticias. El gesto de Iturribarría permite también volver a visibilizar los detalles del trabajo periodístico. A medida que la violencia se ha hecho parte de nuestra vida cotidiana el vocabulario de ciertos periodistas se ha dejado contaminar por la jerga administrativa en una suerte de puesta a distancia. Me pregunto si la elección de palabras corresponde a una exigencia de objetividad que resulta en una indiferencia salvaje o si revela el desconcierto de los periodistas frente a la inmensa dificultad de encontrar las palabras justas. En Facebook Abigail y Danae, bajo el nombre de La Corregidora, se dan la tarea de corregir los títulos y artículos de periódicos en su elección de vocabulario cuando tratan de feminicidios. Sus correcciones muestran claramente el carácter tendencioso del vocabulario en estos casos: el asesinato es descrito como un crimen pasional, una violación se vuelve un “infortunio”, etc. En los últimos diez años los fotógrafos y periodistas de prensa se han enfrentado a situaciones en las que han tenido que improvisar una práctica inédita de su profesión. ¿Cómo mantener la cordura frente al dolor de los demás? Una, frente a cuarenta mil muertos, una, frente al campo devastado de una batalla sin causa ni rumbo. Una, mujer lúcida, sigue ocupada con sus tareas cotidianas, aunque no como antes. Los detalles del bordado alrededor de la foto nos muestran esta transformación de una cotidianidad banal, del exterior del pañuelo, a una imposible de ceñir, subrayada por los hilos rojos que figuran la sangre. En la esquina inferior derecha una florecita de las que se suelen bordar en los pañuelos, un adorno sin consecuencia más allá de volver personal un objeto manufacturado. Pero en la esquina opuesta, ninguna flor: una bala, dos balas, tres balas.


Imagen 4
Escuadrón de la muerte.

Impresiónsobre pañuelo y bordado. Pertenece al Proyecto 1/40 000 “ante el dolor de los demás”. 2015.

Cortesía de Mónica Iturribarría.

A partir de este proyecto Iturribarría crea la asociación Bordando por la Paz en Oaxaca, reiterando el gesto del colectivo Fuentes Rojas. Me emociona y me conmueve profundamente que su trabajo se pueda mostrar en Francia. Vivo una suerte de retiro de la agitación del mundo, en una pequeña isla del oeste, en el Atlántico. Ahí, en este ambiente que valoriza los saberes tradicionales, conozco a bordadoras muy experimentadas. Les platico de la convocatoria, les explico la situación por la que pasa México desde 2006. Aceptan que bordemos juntas. Nos reunimos durante un poco más de un mes, cada semana, en el taller de Mélanie, que tiene un estudio de costura en el que imparte talleres de todo tipo de trabajos con aguja. Recibe a costureras principiantes y experimentadas, y a algunas (pocas) bordadoras. Es un espacio cálido y luminoso donde se escuchan muchas risas y se tejen lazos muy benevolentes entre mujeres de todas las edades y rumbos de la sociedad. Es el primer lugar donde socialicé en la isla. En lo profundo de mi dolor por la pérdida de mi madre y por la inmensa nostalgia de México llegué a este taller porque necesitaba ayuda en mis gestos de bordadora principiante y autodidacta. Encontré una comunidad de mujeres solidarias, hábiles, con un sentido del humor pícaro y una gran inteligencia. Con ellas empecé, puntada tras puntada, a regresar a la superficie de la cotidianidad. Ya llevo cuatro años en la isla y sé lo que pueden escuchar. Aun así, cuando empecé a contarles los casos que escogí para que bordáramos sus historias en los pañuelos me puse a temblar .Eran las historias de Giselle, de 11 años, violada y asesinada en Chimalhuacán en enero de 2019; de Ximena, de 16 años y embarazada, asesinada en Zumpango el 12 de mayo de 2018; de Ana Lizbeth, de 8 años, secuestrada y asesinada en Juárez, Nuevo León, el 15 de julio de 2018; de Jenifer, de 16 años, asesinada en Iztapalapa el 16 de marzo de 2019; de San Juana, de Zacatecas, de 9 años, asesinada de camino a la tienda. Recuerdo el momento de emoción tangible en este taller donde solíamos reír mucho. Empezaron por decir que bordarían en sus casas, porque esto era muy fuerte y algunas tenían hijas de la edad de las muertas. Empecé a trabajar en mi pañuelo mientras platicábamos. Pronto todas estábamos concentradas bordando el horror y, pronto también, comenzamos a abrirnos y hablar de otras cosas. Pero sí recuerdo nítidamente que nos contamos secretos, que fueron horas intensas de mucha cercanía y que teníamos mucha impaciencia de volvernos a ver, a escuchar, a acompañar, entre una sesión y otra. Mandamos los pañuelos a tiempo. Ellas también se conectaban por medio de sus propios duelos a los duelos de las familias de México.

Mientras he estado en Francia siempre he mantenido en marcha mis actividades laborales en México. Colaboro desde hace once años con el Instituto de Estudios Críticos e imparto seminarios de filosofía por medio de una plataforma en la que estudiantes pueden cursar una maestría o un doctorado en Teoría Crítica. Al mismo tiempo que estaba inmersa en el bordado de los pañuelos por la paz tenía que ocuparme de un Certificado en Estudios Visuales, trabajo que se realizaba siempre en línea. En uno de los foros del Certificado Luis Gática, un estudiante que es también cineasta, compartió un cortometraje documental sobre Yademira López,una cuentera que vive en Guadalajara y promueve la lectura y la cultura. Yademira llevaba con su marido Alejandro una vida plena dedicada al arte, a la cultura, a la alegría de vivir. El 12 de abril de 2013 Alejandro se levanta temprano para sacar a pasear a sus perros. Regresa a su casa, se cambia para ponerse un traje de ciclista y alcanzar a su amigo Rubén en el Bosque de lCentinela para hacer ciclismo de montaña. En medio del camino, en el bosque, surge un hombre. Su actitud es hostil, amenazante. Insulta a los dos hombres. De repente saca una pistola y dispara. Así fue como Alejandro Gómez Guerra, pintor, buen amigo para sus seres queridos y gran amor de Yademira, perdió la vida. Yade comparte lo siguiente: “Cuando estás a punto de caer, te salva la palabra”. 24


Imagen 5
Pañuelos bordados, 2019.

Preparación para la exposición en la “Manufacture de Roubaix” (Francia). Junio2019.

Cortesía de Agnès Mérat.


Imagen 6
Pañuelos bordados. 2019.

Preparación para la exposición en la “Manufacture de Roubaix” (Francia). Junio2019.

Cortesía de Agnès Mérat.


Imagen 7
Pañuelos bordados.

Exposición Mexican contemporary textile art “Manufacture de Roubaix” (Francia) junio2019.

Cortesía de Agnès Mérat.


Imagen 8
Pañuelos bordados.

Exposición Mexican contemporary textile art “Manufacture de Roubaix” (Francia) junio 2019.

Cortesía de Agnès Mérat.


Imagen 9
Diana Weymar. I am a very stable genious. 2019.
Cortesía de Diana Weymar.

Dos semanas después de la muerte de su esposo Yademira acude a una reunión de Ciudadanos por la Paz en el Parque Rojo de Guadalajara. Ahí encuentra un grupo de mujeres, activistas y bordadoras, que bordan por la paz, sobre pañuelos. Teresa Sordo es la fundadora de Bordamos por la Paz Guadalajara, junto con Helena Cano, Laura Patterson, Beatriz Andrade. Explica Yade en el documental: “Bordamos por la Paz significa preservar la memoria. Es una forma de protesta amorosa. Es la indignación y es también un punto de tejido social. El hilo significa la unión entre los vivos y los muertos. En este rincón encontré acompañamiento para vivir este dolor. Los pañuelos cuentan historias dolorosas y transforman el dolor absurdo”. Yade me escribe, en un correo electrónico, en junio del 2019, que el acompañamiento de estas mujeres solidarias y el bordado fueron todo para ella tras la muerte de Alejandro. 25

Estas expresiones en bordado, si bien manifiestan una forma de activismo político y el objetivo claro de elaborar una memoria textil de los desaparecidos, son ante todo la manifestación de un duelo colectivo de lo inaceptable. Aun para quienes no tenemos conocidos asesinados los ciudadanos mexicanos sufrimos la pérdida de un país seguro, sufrimos la pérdida de nuestra libertad de movimiento, todavía más si somos mujeres. 26 Sufrimos el dolor de nuestros conciudadanos que han perdido a un ser querido, sufrimos la pérdida de la esperanza .Los pañuelos mexicanos se acercan en su significado al AIDS Quilt, que Bryan-Wilson propone entender “no como un registro o una enciclopedia de nombres que pretende ser un documento completo de las pérdidas por el SIDA, sino más bien, en los términos propuestos por Ann Cvetkovich, como un ‘archivo de sentimientos’, sostenido y hecho posible por un conjunto cargado de una gran riqueza emocional de relaciones comunitarias e historias compartidas, un depósito de intimidad, amor, trauma, pérdida, cuidados”. 27 Por cada de estas muertes, por cada desaparición, queda una familia truncada, una historia que se deja de contar. La sensación de remendar, al bordar colectivamente, es nítida: la aguja y el hilo permiten reparar la tela desgarrada y al estar juntos, al compartir, al intercambiar nuestras historias, volvemos a tejer nuestra comunidad. Reparar no significa olvidar ni borrar. El escritor Jean-Philippe Domecq escribe lo siguiente a propósito del dolor que vive después de la muerte de su amiga, Anne Dufourmantelle, una filósofa francesa importante que murió salvando la vida del hijo de Domecq que se estaba ahogando en el mar: “No queremos curarnos de la pena, del dolor —el dolor es lo más fiel que hay”. 28 El bordado abre la posibilidad de acompañar la ausencia radical que marca la muerte, ausencia aún más imposible de soportar si las circunstancias de la muerte quedan opacas o si el cuerpo no es visible. Trazar con el hilo un nombre permite restituirle una huella al desaparecido, permite darle un lugar otro en la vida de los que se quedan.

El trabajo del bordado exige tiempo: escoger la tela para fabricar el pañuelo o escoger un pañuelo, trazar un texto o un dibujo, organizar los hilos, perder el hilo y volver a prepararlo, deshacer una puntada, cortar. El bordado da la posibilidad de quedarse, un momento más, con este ser ausente, de volver a darle presencia, de seguir contando su historia.

Material suplementario
Bibliografía
Bryan-Wilson, Julia. Fray: Art and Textile Politics. Chicago y Londres: The University of Chicago Press, 2017.
Chollet, Mona. Sorcières. La puissance invaincue des femmes (París: Editions La Découverte, 2018.
Collymore, Nan. “Art and Textile Politics: An Interview with Author and Professor Julia Bryan-Wilson”, Teeth, consultado el 4 de diciembre de 2017, http://www.teethmag.net/interview-julia-bryan-wilson/.
Domecq, Jean-Philippe. L’amie, la mort, le fils . París: Thierry Marchaisse, 2018.
Greer, Betsy. Craftivism: The Art of craft and activism. Vancouver: Arsenal Pulp Press, 2014
Gatica, Luis. Palabracaídismo, Mexico, 2019.
Hunter, Clare. Threads of Life. A History of the World Through the Eye of aNeedle. Londres: Sceptre, 2019.
Husserl, Edmund. La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental. Buenos Aires: Prometeo, 2008.
Margolles, Teresa y Cuauhtémoc Medina en la 53a Bienal de Venecia en 2009. “¿De qué otra cosa podríamos hablar?”, Pabellón de México, La Biennale di Venezia, https://bienaldevenecia.mx/es/ biennale-arte/2009/.
Parker, Rozsika. The Subversive Stitch. Embroidery and the Making of the Feminine. Londres: Tauris, 2010.
Paul, Patrick. “La métaphore du tissage comme illustration des rela- tions entre conscient et inconscient”. Bulletin interactif du CentreInternational de Recherches et Études Transdisciplinaires, n.° 20 (2007), consultado el 26 de febrero de 2020, http://ciret-transdisciplinarity.org/ bulletin/b20c8.php.
Steel, Emmanuelle. “Onze ans d’efforts, 200 000 morts et des cartels au plus fort”. En Liberation , (25-12-2017) última consulta el 13 de marzo 2020, https://www.liberation.fr/planete/2017/12/25/onze-ans-d-efforts-200-000-morts-et-des-cartels-au-plus-fort_1618862
Notas
Notas
1 Mona Chollet, Sorcières. La puissance invaincue des femmes (París: Editions La Découverte, 2018), 9. (traducción de la autora).
2 Mona Chollet, Sorcières. La puissance invaincue des femmes (París: Editions La Découverte, 2018), 9 (traducción de la autora).
3 Véase el primer capítulo del libro de Rozsika Parker, The Subversive Stitch. Embroidery and the Making of the Feminine (Londres: Tauris, 2010), donde se explica de manera muy documentada el papel que ha tenido el bordado en la elaboración de la definición de la feminidad.
4 Julia Bryan-Wilson, Fray: Art and Textile Politics. Chicago y Londres: The University of Chicago Press, 2017.
5 “Art and Textile Politics: An Interview with Author and Professor Julia Bryan-Wilson”, por Nan Collymore, Teeth (4 de diciembre de 2017), http://www.teethmag.net/interview-julia-br- yan-wilson/ (traducción de la autora).
6 Véase el trabajo de Patrick Paul, psicoanalis- ta francés, particularmente su ensayo “La méta- phore du tissage comme illustration des relations entre conscient et inconscient”. Bulletin interactif du Centre International de Recherches et Études Transdisciplinaires, n° 20 (2007), consultado el 26 de febrero de 2020, http://ciret-transdisciplinari- ty.org/bulletin/b20c8.php.
7 Louise Bourgeois, I have been to hell and back. And let me tell you, it was wonderful (2007).
8 Edmund Husserl, La crisis de las ciencias eu- ropeas y la fenomenología trascendental (Buenos Aires: Prometeo, 2008).
9 El 7 de enero de 2015 los hermanos Kouachi acribillan y matan a once personas en las oficinas de la redacción del periódico Charlie Hebdo. Mueren 9 personas de la redacción, un visitante y un agente de mantenimiento.
10 Uno de los heridos de la matanza del concier- to, con síndrome de estrés postraumático, se ahorcó en noviembre de 2017, subiendo la cifra a 131 muertos.
11 “Paris est tout petit pour ceux qui s’aiment comme nous d’un aussi grand amour ”. De la película de Marcel Carné Les Enfants du paradis (1945), guión de Jacques Prévert (traducción de la autora).
12 El 28 de marzo de 2011 Juan Francisco Sicilia, de veinticuatro años, fue asesinado junto a otras seis personas por delincuentes del crimen organi- zado en Temixco, Morelos.
13 Manifiesto del Colectivo Fuentes Rojas, man- dado a mi correo personal en julio 2019 .
14 El término craftivism, literalmente artivismo, acuñado en 2003 por la norteamericana Betsy Greer, es difícil de traducir. Mantenemos la palabra original, que ya vehicula una serie de referencias. Greer publicó un libro sobre la manera en la que artesanos y artistas han utilizado su arte (princi- palmente textil) para difundir un mensaje político y expresar su voz de manera más singular y cohe- rente. Greer, Betsy. Craftivism: The Art of craft and activism. Vancouver: Arsenal Pulp Press, 2014.
15 Sarah Corbett, una activista británica, le ha dado a esta postura un segundo aliento al organi- zar, desde el 2009, un movimiento de craftivism ba- sado en un manifiesto difundido en la plataforma www.craftivism-collective.com, en el que anima a un activismo suave, no agresivo y colectivo que pri- vilegia el diálogo, el proceso y el encuentro, sobre el resultado. Activista de larga experiencia y por tradición familiar, Corbett explica haber encon- trado en el craftivism una manera de activismo que corresponde mejor a su personalidad introvertida.
16 Clare Hunter, Threads of Life. A History of the World Through the Eye of a Needle (Londres: Sceptre, 2019), 14.
17 Hunter, Threads of Life, 151.
18 Hunter, Threads of Life, 162.
19 Emmanuelle Steel, “Onze ans d’efforts, 200 000 morts et des cartels au plus fort” in Libe- ration, (25-12-2017) última consulta el 13 de marzo 2020, https://www.liberation.fr/plane- te/2017/12/25/onze-ans-d-efforts-200-000- morts-et-des-cartels-au-plus-fort_1618862
20 El programa impreso presenta el coloquio de la siguiente manera: “La crisis de derechos humanos en México, en los últimos 12 años, al- canza niveles alarmantes: violencia generaliza- da, desapariciones forzadas, tortura, ejecuciones extrajudiciales, violencia sexual, despojo de tie- rras a comunidades indígenas y muchos otros. Todo ello en un entorno de casi absoluta impu- nidad. Por ello, la Cátedra Nelson Mandela de Derechos Humanos en las Artes junto con el Instituto de Investigaciones Jurídicas, el Programa Universitario de Derechos Humanos y el Museo Universitario Arte Contemporáneo, todos ellos de la UNAM, organizan el coloquio Articulaciones: Derechos Humanos en la Cultura y las Artes, bus- cando que los distintos actores sociales reflexio- nen y busquen canales de comunicación entre ellos. Las preguntas que guían este coloquio son:¿Cómo pueden contribuir las instituciones públi- cas y privadas dedicadas a la academia, al arte y a la cultura a la concientización de la crisis huma- nitaria que se vive en México? ¿Cómo se podrían articular los esfuerzos de concientización de dis- tintos actores como artistas, organizaciones de la sociedad civil, víctimas y las instituciones públicas y privadas dedicadas al arte y a la cultura?”. Véase: “Articulaciones”, MUAC, https://muac.unam.mx/ evento/articulaciones.
21 Mónica Iturribarría, correos electrónico a la autora, 17 de junio de 2019.
22 Alusión al título de la exposición presentada por Teresa Margolles y Cuauhtémoc Medina en la 53a Bienal de Venecia en 2009, con residuos orgá- nicos (sangre, lodo) y objetos abandonados en es- cenas de violencia en México. Véase: “¿De qué otra cosa podríamos hablar?”, Pabellón de México, La Biennale di Venezia, https://bienaldevenecia.mx/ es/biennale-arte/2009/.
23 Hunter, Threads of Life, 98
24 Testimonio retomado del cortometraje docu- mental de Luis Gatica, Palabracaídismo (2019).
25 En enero de 2019, en Argentina, en Buenos Aires, un grupo de artistas se reúne también para bordar y exigir la legalización del aborto. Bordan sobre tela verde. Su gesto es un compromiso po- lítico, ciudadano, pero empezó como respuesta a la muerte de una amiga causade por un aborto clandestino y mal cuidado. Bea Iorio, portavoz del proyecto, afirma que fue a partir del dolor de la pérdida de su amiga junto a la indignación de es- ta muerte injusta que empezaron a bordar la frase PARA NO MORIR y juntarse en plazas para crear un movimiento colectivo. El gesto se inscribe en un proceso similar a los pañuelos mexicanos, por partir del duelo de la muerte inaceptable y recordar las muertas indefensas.
26 Desde principios de 2019 8 mujeres mue- ren cada día en México. Véase: “Feminicidios en México”, El País, https://elpais.com/ tag/c/63d2707764492e98c02d7e1abd8f9bc9.
27 “As I have suggested, it might be more useful to understand the Quilt not as a registry or ency- clopedia of names that aims to be a complete re- cord of the losses from AIDS, but rather as what Ann Cvetkovich has described as «an archive of feelings», undergirded and made possible by an affectively rich set of community relations and shared histories, a repository of intimacies, love, trauma, loss, and tending”. Julia Bryan-Wilson, Fray: Art and Textile Politics (Chicago y Londres: The University of Chicago Press, 2017), 237 (tra- ducción de la autora).
28 On n’a aucune envie de guérir d’un chagrinImportar lista– le chagrin est tout ce qu’il y a de fidèle”. Jean- Philippe Domecq, L’amie, la mort, le fils (París: Thierry Marchaisse, 2018), 12.

Imagen 1
Pañuelo bordado. Bordando por la paz y la memoria.

Colectivo Fuentes Rojas.

Cortesía de Elia Andrade.

Imagen 2
Encuentro de bordadoras de Fuentes Rojas, CDMX, marzo 2019.

Colectivo Fuentes Rojas.

Cortesía de Elia Andrade.

Imagen 3
Muertas de Juarez.

Impresión sobre pañuelo y bordado. Pertenece al Proyecto 1/40 000 “ante el dolor de los demás”. 2015.

Cortesía de Mónica Iturribarría.

Imagen 4
Escuadrón de la muerte.

Impresiónsobre pañuelo y bordado. Pertenece al Proyecto 1/40 000 “ante el dolor de los demás”. 2015.

Cortesía de Mónica Iturribarría.

Imagen 5
Pañuelos bordados, 2019.

Preparación para la exposición en la “Manufacture de Roubaix” (Francia). Junio2019.

Cortesía de Agnès Mérat.

Imagen 6
Pañuelos bordados. 2019.

Preparación para la exposición en la “Manufacture de Roubaix” (Francia). Junio2019.

Cortesía de Agnès Mérat.

Imagen 7
Pañuelos bordados.

Exposición Mexican contemporary textile art “Manufacture de Roubaix” (Francia) junio2019.

Cortesía de Agnès Mérat.

Imagen 8
Pañuelos bordados.

Exposición Mexican contemporary textile art “Manufacture de Roubaix” (Francia) junio 2019.

Cortesía de Agnès Mérat.

Imagen 9
Diana Weymar. I am a very stable genious. 2019.
Cortesía de Diana Weymar.
Buscar:
Contexto
Descargar
Todas
Imágenes
Visor de artículos científicos generados a partir de XML-JATS4R por Redalyc