RESEÑA
Montoya, Segundo. Conflictos de interpretación en torno al marxismo de Mariátegui. Lima, Heraldos Negros, 2018, 155 pp.
Recepción: 01 Agosto 2019
Aprobación: 20 Septiembre 2019
El joven filósofo peruano Segundo Montoya nos entrega su primer libro, al que podemos calificar, sin cortapisas, como un texto de combate. Montaya expresa de manera fresca lo que significa comprender la filosofía como un arma de lucha, que genera tensión y se ubica en el conflicto. No se trata de un comentario académico ausente de motivos pasionales, tampoco de una precisión conceptual adscrita a un purismo metodológico o conceptual. Es cierto que, en Conflictos de interpretación en torno al marxismo de Mariátegui, conviven ambos niveles se trata de un estudio académico, riguroso, centrado en la precisión conceptual y en la argumentación lógica. Sin embargo, al ser el objetivo el ejercer la crítica sobre las distintas interpretaciones de Mariátegui la pasión no deja de movilizar la imaginación y la escritura.
José Carlos Mariátegui es un personaje ambivalente. Sin duda es una figura central dentro de la tradición de la izquierda latinoamericana, la cual lo reconoce como ?el primer marxista? de América Latina. Es también una presencia clave para el proceso de renovación del discurso crítico en los años setenta y ochenta, pues se movilizó su obra como un eje central de la productividad del discurso que abandonaba el racionalismo, el cientificismo y el economicismo. Sin embargo, en la cultura peruana es una imagen que convive en su importancia con otras, como el escritor José María Arguedas o el filósofo Pedro Zulen. Es por ello qué el trabajo de Montoya guarda un significado especial, pues entra en diálogo con las múltiples lecturas que del Amauta se han realizado en el Perú y en la región.
El objetivo del joven filósofo, egresado de la histórica Universidad San Marcos, es realizar un ajuste de cuentas con un conjunto de tradiciones que abordaron la obra de Mariátegui. El ajuste de cuentas va acompañado de un ejercicio reflexivo, en el que se debate, antes que la pureza del apego al texto, un conjunto de elementos que posibilitan la comprensión cabal del conjunto. En otras palabras, lo que Montoya hace es repasar las condiciones de posibilidad de determinadas lecturas, así como sus efectos o consecuencias en el campo de la filosofía.
Su excurso aborda a personajes fundamentales de la cultura peruana y latinoamericana. Sin embargo, en gran medida puede considerarse que el libro ejerce un punto de apoyo crítico sobre la base de la producción de Augusto Salazar Bondy, un filósofo central en la trayectoria latinoamericana y peruana. Salazar Bondy, quien toda su vida ejercitó el pensar las filosofías a partir de la circunstancia peruana, realizó el mismo ejercicio con la tradición abierta por Karl Marx. Así, con Salzar Bondy lo que hay después de trabajar la especificidad del lugar de Mariátegui en la constelación de la filosofía producida en el Perú es un ?marxismo abierto?.
A partir de una noción de ?marxismo abierto? otorgada por el también egresado de la Universidad de San Marcos, es que Montoya realizar un ejercicio crítico de asedio a distintas comentaristas de la obra de Mariátegui: David Sobrevilla, José Ignacio López Soria, Raúl Fornet-Betancorut, Enrique Dussel, Aníbal Quijano, además del ya mencionado Salazar Bondy, punto de apoyo para el conjunto de sus cuestionamientos para estos autores.
¿Qué es lo que podemos esperar? Un asedio crítico sin miramientos, sin concesiones. Un cuestionamiento de las premisas, de las conclusiones, pero también de la lógica del procedimiento. Distintas aproximaciones, desde diversas tradiciones, todas colocando a Mariátegui como punto de anclaje, ya sea para adherirse, ya sea para distanciarse. El razonamiento que busca equilibrio encuentra poca fecundidad, pues existe una abierta disputa política y teórica por el legado. En el, se encuentra la posibilidad de pensar más allá de la época histórica, pero también la cruz y el calvario de quienes consideran a un cierto marxismo como un lastre.
Repasaremos brevemente algunas de las consideraciones sobre las interpretaciones, con la finalidad de invitar a la lectura de texto en cuestión, pero también de aquellos que circundan su planteamiento. Podemos clasificar que hay dos categorías que funcionan para agrupar de otra forma que no sea la cronológica. Una primera es crítica abiertamente crítica de Mariátegui y apuesta al desplazamiento de su presencia como eje de análisis, en esta categoría se encuentra a David Sobrevilla y a José Ignacio López, ambas producciones provenientes del Perú. Una segunda categoría pertenece a quienes reconociendo la labor del Amauta esperan brindar aportes, nociones y conceptos para pensar hacia adelante, estos textos son los del cubano Raúl Fornet-Betancourt, Enrique Dussel y Aníbal Quijano. El primero un filósofo cubano radicado en Alemania, el segundo el fundador de la filosofía de la liberación de origen argentino, pero asentado en México hace tiempo y finalmente, el reconocido sociólogo peruano.
Sobrevilla habla abiertamente de lo ?muerto? en Mariátegui, en tanto que López Soria argumenta que es hora de decir ?Adiós? al Amauta. Montoya realiza una operación de lectura crítica de ambos argumentos. En este proceso, denuncia que Sobrevilla ha cometido un exceso y una transpolación, al esgrimir contra el autor de los 7 Ensayos críticas que en realidad pertenecen a otros campos del marxismo ?la socialdemocracia, el racionalismo cientificista de la II Internacional?, particularmente en lo que refiere al ?determinismo? que Sobrevilla vería en el último de los famosos ensayos. Frente a López Soria, Segundo es aún más determinante: francamente su ?adiós? a Mariátegui aparece como una caricatura de alguien que busca construir la sucursal del discurso del ?adiós a los grandes relatos?. Si en Europa fue abandonado Marx por esa filosofía, en Perú debe ser Mariátegui, aunque no se hable sobre él, ni se establezca un trabajo serio sobre su obra.
Frente al trío que hemos ordenado en la segunda categoría las perspectivas son claras, aunque no sencillas. Evaluar la obra de Fornet-Betancorut es motivo complejo ?y no realizado con suficiencia? pues el cubano realizó una de las obras más importantes sobre la historia del marxismo, aunque no deja de hacerlo desde cierta perspectiva standart, cierto lugar común. Es lo que observa Montoya exclusivamente para el caso del Amauta (y que desde otras perspectivas espaciales podría criticársele su falta de profundidad frente a casos significativos en la región, colocados más allá de la filosofía), en donde Fornet estima que Mariátegui por sí solo, cubre un periodo de producción del marxismo en donde se ?descentra? el marxismo eurocentrista. Montoya, siguiendo sus argumentos, se da cuenta de que la importancia del argumento radica no en su originalidad ?que no lo es? sino en que coloca de nuevo las cuestiones abordadas por Salazar Bondy casi cuarenta años antes. En el caso de Dussel, Montoya realiza una lectura bastante condescendiente, pues es claro que el importante filósofo no tiene como fuerte el comentario de autores de la región (sus comentarios fuertes son sobre Marx, Levinas, Heidegger), ni tampoco un conocimiento exhaustivo de la bibliografía, esto es así, porque no es su perspectiva de trabajo. Montoya señala un párrafo donde Dussel habla de la necesidad de profundizar en las ?intuiciones? de Mariátegui y a partir de ahí la operación consiste en estimar en un justo nivel las ?intuiciones de Dussel?, que no aportan mucho para la comprensión del peruano, pero si del entramado conceptual de la filosofía de la liberación. Finalmente, con Quijano encontramos un motivo más productivo, pues el sociólogo parte de Mariátegui para ir más allá de él. Montoya rastrea los distintos momentos de aprehensión de su obra, los cambios en la concepción y el lento alejamiento de la perspectiva primera hacia una más radical: la crítica del eurocentrismo. Así, lo importante de la lectura de Quijano, es que este le permite construir los cimientos categorías de la ?racionalidad otra?, que articula logo y mito en una perspectiva política de emancipación. Con Quijano tenemos quizá no al más profundo de los conocedores de Mariátegui ?en relación con cierto apego textual? pero indudablemente si al más original y útil para pensar el problema de la crítica del eurocentrismo desde una perspectiva marxista.
Hacia el final, el autor nos entrega dos breves capítulos donde expone su propia perspectiva. En el primero recoge las diversas interpretaciones, focalizando tanto en Salazar como en Quijano la posibilidad productiva. Del primero al señalar tempranamente la categoría de ?marxismo abierto? y confrontándola con el concepto clásico de ?revisionismo?; para concluir que el marxismo de Mariátegui, tan particular para su época, permite pensar más allá de las coordenadas ideológicas y teóricas dominantes. Del segundo, aborda la perspectiva de la ?racionalidad otra?. Finalmente, aborda el problema heredado por Quijano, el de la ?epistemología descentrada? o ?epistemología otra?, que le sirve para afianzar esa propuesta como la más adecuada a partir de la cual se puede trabajar.
El trabajo de Montoya es consistente, bien argumentado y lleno de referencias y sugerencias. Sorprende, quizá, la ausencia ?si bien se le cita? de un autor como Osvaldo Fernández, al que yo califico como el ?último filósofo de la praxis?. Esta ausencia sorprende, pues es probable que en esa obra se encuentra una alternativa no antagónica a los planteamientos de Salazar y Quijano, por fuera del Perú. Más allá de esta ausencia, la precisión conceptual y el ánimo polémico y de tensión, muestra como diversas tradiciones se han encargado de pensar a Mariátegui y con ello enriquecer el panorama político y cultural a partir de quien es el autor mejor considerado por las tradiciones europeas y norteamericanas.