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La propuesta de Wirapuru y los estudios de las ideas
Wirapuru Revista Latinoamericana de Estudios de las Ideas, núm. 1, pp. 1-2, 2020
Ariadna Ediciones

Introducción



Palabras del director honorario

Los estudios de las ideas, además de su ocupación indiscutible por entender lo que ocurre con las ideas, deben asumir la importancia de trabajar en vistas al desarrollo eidético. Ello significa, en primer lugar, impulsar la diversidad eidética o “eidodiversidad”, en segundo lugar, ocuparse de la masa crítica necesaria para promover la explosión en cadena de lo eidético y, en tercer lugar, gestionar sinergias entre los estudios eidéticos y el quehacer intelectual en general.

El afán por impulsar la eidodiversidad debe ser incorporado en el proyecto epistémico de la disciplina, al menos, en las siguientes formas: abrirse y ser capaces de conversar con variadas disciplinas y áreas; explorar los más diversos ecosistemas intelectuales (por ejemplo los constituidos por comunidades indígenas, por megalópolis, por capitales provinciales o estaduales, por islas que no constituyen un Estado-nación, entre otros), apuntando a definirlos y clasificarlos, para entender mejor su funcionamiento, sus recursos y potencialidades; nombrar y catastrar las especies eidéticas (cosmovisiones, ideologías, cotidianías, paradigmas, dispositivos, entre otras); conocer sus relaciones y su dinámica en los ecosistemas, apuntando al papel que juegan allí, en el sentido de las sinergias que generan (u obstruyen); incentivar círculos eidéticos virtuosos, en particular aquellos que contribuyen a la densificación del quehacer; elaborar nuevas conceptualizaciones que permitan tanto nombrar las especies como sus relaciones; detectar canales de circulación eidética, redes intelectuales y energizadores de tales procesos; desarrollar con mayor fuerza líneas de investigación ‒además de sobre el pasado eidético, que es lo que normalmente se hace, sobre el presente y el futuro‒; realizarse como estudios eidéticos “aplicados” y no únicamente “básicos”, especialmente en el sentido performático de nombrar nuevas especies eidéticas silenciadas, como forma de constituirlas.

El segundo afán concierne a potenciar la densidad intelectual. Con densidad (o espesor) intelectual se quiere decir la tendencia hacia una masa crítica, que significa sostenerse por su propia dinámica, en vez de vegetar, dependiendo de energías inyectadas desde fuera. Esta densidad no es una medida absoluta, sino relativa a otros ecosistemas intelectuales con los cuales se compite o se confronta y que en muchas ocasiones succionan algunos de los mejores cerebros. La masa se puede medir, de acuerdo a: cantidad de profesionales y estudiantes, manejo de información y de conceptualización, publicaciones y circulación de éstas, instituciones formales (de investigación, de enseñanza, de procesamiento y conservación de la información, de financiamiento del quehacer) e informales (tertulias, círculos y redes intelectuales, blogs, diletantes, amateurs) y formas de comunicación fluida a nivel societal.

El tercer afán guarda relación con la posibilidad de calibrar el impacto que tiene o puede tener la eidética sobre otras formas del quehacer intelectual y, en este sentido, pensarse como “asesora” o “prestadora de servicios”, para contribuir al desarrollo de sinergias sostenibles entre los más diversos ámbitos intelectuales, con los cuales sea capaz de dialogar (grupos de investigación, organizaciones y movimientos sociales, organismos internacionales, ONGs, entre otros). En cierta medida, esto pasa por hacerles conscientes de su propia historia eidética.

Debe recordarse que los estudios eidéticos se encuentran “tironeados” o “exigidos” por desafíos tanto interiores a la disciplina como exteriores a la misma, es decir, planteados por los ecosistemas y sociedades en que se desenvuelven. En las regiones periféricas, un desafío mayor consiste en contribuir a la emancipación del pensamiento y de las intelectualidades; otro, en contribuir a la conversación con las demás intelectualidades del Sur global, otro más, en disponer en plataformas de difusión global el acervo eidético de los ecosistemas intelectuales en los que se vive. Estos y otros desafíos interpelan al quehacer y le demandan igualmente una mediación epistémica que los haga posibles.

Los estudios eidéticos, en consecuencia, necesitan de nuevas inserciones y alianzas disciplinares con múltiples áreas del conocimiento y, dicho más ampliamente, con todas. Destaco las que me parecen más urgentes a la hora de potenciar este quehacer en América Latina: la lingüística, las ciencias de la información, las ciencias de la vida incluida la psicología, la antropología, las ciencias cognitivas, la economía, la sociología y la politología, y con áreas, como los estudios de género, de prospectiva, los estudios globales e internacionales, los estudios sobre Latinoamérica y otras subregiones del mundo. Ello, además de las fuertes conexiones ya existentes con la historiografía y la filosofía, que no deben ser descuidadas: por su amplia indeterminación epistémica, estas disciplinas humanísticas madres han permitido y permiten la emergencia sistemática de nuevas especialidades.

Todo esto permitirá a los estudios de las ideas sensibilizarse mejor sobre lo que ocurre en la realidad eidética de la región, del Sur en general y del resto del mundo y a no imaginarse que, al asignar prioridad al abordaje de una porción reducida del amplio universo eidético, se está cubriendo la amplia eidodiversidad, que goza una y otra vez de nuevas emergencias.

De este modo, más que una definición epistemológica, la eidética asume el consenso relativo que va haciendo cotidianamente la comunidad de quienes trabajamos en este ámbito: un quehacer que se va acrecentando de forma heterogénea y en permanente redefinición. Por ello, las preguntas sobre el “sentido”, el “carácter” y la “utilidad” son cuestiones muy relevantes.

Wirapuru se crea con un deseo renovación en el sentido de apertura, no de negación ni tampoco de adanismo o copernicanismo. Nuestra pretensión es contribuir, se ha dicho, a que florezcan 1000 flores, no a secar ni ahogar, asumiendo un eclecticismo disciplinar y metodológico crítico, que precisamente siga abriendo cauces para una discusión permanente sobre los perfiles fecundos de este quehacer.



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