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Finisterre. Colección de poemas de autores costarricenses
Collection of poems by Costa Rican authors
InterSedes, vol. XXII, núm. 46, pp. 195-209, 2021
Sedes Regionales

O CAMIÑO A FISTERRA

EL CAMINO A FINISTERRE

Oriester Abarca Hernández

Poeta e xurista costarriqueño.

Nacido o 28 de decembro de 1965, en Palmares, Alajuela, Costa Rica. Profesor de Economía

Internacional, de Filosofía do Dereito e de Dereito Administrativo. Director da Editorial da

Sede do Pacífico (cidade portuaria de Puntarenas, Costa Rica), Universidade de Costa Rica.

Poeta y jurista costarricense nacido el 28 de diciembre de 1965, en Palmares, Alajuela, Cos-

ta Rica. Profesor de Economía Internacional, de Filosofía del Derecho y de Derecho Admi-

nistrativo. Director de la Editorial de la Sede del Pacífico (ciudad portuaria de Puntarenas,

Costa Rica), Universidad de Costa Rica.

O Camiño

Avanzar,

non renunciar

nunca.

Unha

nota

á vez.

Unha palabra

e

outra palabra.

Un paso,

seguido doutro

paso.

Un verso

e

outro verso.

Unha mirada,

que xa

é unha elexía!

E así,

pasiño

a pasiño.

No meu itinerario

cara a

ti.

Sen présa,

e ás veces

en silencio

Vaise

facendo

o camiño!

El Camino

Avanzar,

no renunciar

nunca.

Una

nota

a la vez.

Una palabra

y

otra palabra.

Un paso,

seguido de

otro paso.

Un verso

y

otro verso.

Una mirada,

¡que ya

es una elegía!

Y así,

pasiño

a pasiño.

En mi itinerario

hacia

ti.

Sin prisa,

y a veces

en silencio

¡Vaise

facendo

o camiño!

Noite de San Xoán

A Galiza, por retortas e antigas rúas,

o solsticio trouxo murmurios de fogos crepitantes.

Fulgor en pétreas crisálides de angurias.

Lume de San Xoán que esfuraca a profunda escuridade.

Escintileos que anúncianse ao ignoto mar.

Galaicas fogueiras de tremor e señardade.

Laradas que revelan o escuro mar, en vórtices vencido.

Fondo mar de asombro, cal paxaro pola luz ferido,

nun voo onírico de negror helicoidal.

Noche de San Juan

A Galicia, por vetustas calles retorcidas,

el solsticio trajo rumores de fuegos crepitantes.

Fulgor en pétreas crisálidas de angustias.

Fuego de San Juan que horada la profunda oscuridad.

Destellos que a la ignota mar se anuncian.

Galaicas hogueras de tremor y solitud.

Fuego que revela la oscura mar, en vórtices vencida.

Piélago de asombro, cual pájaro herido por la luz,

en un vuelo onírico de negror helicoidal.

Catedral de Santiago

Soan as campás

da catedral.

Entre golpe e golpe unha eternidade.

Cada badalada un ecoda miña humanidade cansa.

Montaña xacobea.Catedral soñada.

Buque sen mar.

Cúmulo agrisado

de canteiras dobregadas.

Contemplándoche,

parece que non existise nada,

senón ansiasde

ser sen tempo,

de existir sen coordenadas.

Catedral de Santiago

Suenan las campanas

de la catedral.

Entre golpe y golpe una eternidad.

Cada campanada un eco

de mi humanidad cansada.

Montaña jacobea.

Catedral soñada.

Buque sin mar.

Cúmulo grisáceo

de canteras domeñadas.

Contemplándote,

parece que no existiese nada,

sino ansias

de ser sin tiempo,

de existir sin coordenadas.

Perpetuidades

Mentres estudo,

números e cálculos,

nada entendo,

nada absorbo.

Raíces e perpetuidades,

números que coliden,

cativos,

cos cristais.

A miña mente sobe e baixaas rú

as de Santiago,

e en calquera relanzo

detéñome.

Cal perpetuidade

–pregunto–

que non sexa

a da túa ausencia?

Perpetuidades

Mientras estudio,

números y cálculos,

nada entiendo,

nada absorbo.

Raíces y perpetuidades,

números que chocan,cautivos,contra los cristales.

Mi mente sube y bajal

as calles de Santiago,

y en cualquier recodo

me detengo.

¿Cuál perpetuidad

–pregunto–

que no sea

la de tu ausencia?

Rúa dos Pelamios

Ollos negros.

Pel de poñente.

Veleiro de soños.

Iria:

mañá, cando eu esperte,

lanzareiche ao mar.

Ás augas

de

Fisterra.

Navegarás

noutra

dimensión.

Ubicua,

solitaria,

baixo a choiva de Pelamios.

Rúa dos Pelamios

Ojos negros.

Piel de poniente.

Bajel de sueños.

Iria:

mañana, cuando despierte,

te arrojaré a la mar.

A las aguas

de

Fisterra.

Navegarás

en otra

dimensión.

Ubicua,

solitaria,

bajo la lluvia de Pelamios.

Epístola

Inestábel Iria.

Rapaza miña:

Para esquecerche,

eu busquei

un pasatempo.

E aíndaque

non importa o detalle,

baste dicir

que é o oficio

de lembrarche.

Epístola

Inestable Iria.

Rapaza mía:

Para olvidarte,

he buscado

un pasatiempo.

Y aunque

no importa el detalle,

baste decir

que es el oficio

de lembrarche.

Agonía en Fisterra

Vello cabo de poñente aflixido.

Velame castigado por un vento

de lembranzas agochadas.

Faro anello de adventos.

Néboa espesa.

Costa da morte.

Fin do mundo.

Melancólico lugar,

no teu solo,

como un pirata en terra,

roubei as miñas ilusións,

lambín as miñas soidades.

E apouvigado,

un pequeno Pascal adormentado!

mirando ao ceo,

irto e desafiuzado,

sentín

o silencio eterno

de espazos infinitos.

Agonía en Finisterre

Viejo cabo de poniente dolorido.

Velamen castigado por un viento

de memorias escondidas.

Faro añejo de advientos.

Niebla espesa.

Costa de la muerte.

Fin del mundo.

Mustio paraje,

en tu suelo,

como un pirata en tierra,

robé mis ilusiones,

lamí mis soledades.

Y apaciguado,

¡un pequeño Pascal adormecido!

mirando al cielo,

yerto y desahuciado,

sentí

el silencio eterno

de espacios infinitos.

Francisco Rodríguez Cascante.

Poeta, dramaturgo y crítico literario costarricense.

Nacido el 9 de mayo de 1965 en la ciudad de Palmares, Alajuela, Costa Rica.

Profesor catedrático de la Universidad de Costa Rica.

Escape del mar



Finisterra eleva su cuerpo de rocas
y se arquea sobre sus aguas

Fuente: Carlos Montemayor

Aquel yermo navío,

distante del lecho de la costa,

se oculta tras la luz de sus espejos.

Fieros golpes de azul perturban su mirada.

Encadenado a dolientes metales,

hiere el frío del mar.

¿En verdad no lo asusta

tanta incandescencia que devora el mar cada tarde?

¿Acaso lo salva su cerúlea embriaguez,

o su disfraz de niebla?

¿No quiere ver atrás?

Estos escarpados dominios mordidos por la sal,

tal vez extrañan su vocación de nido

o su amplio vientre de arca.

¿Huye del fin del mundo?

¿De tanto paraíso?

¿Le teme al grito de los acantilados?

¿A la cintura de rocas que se arquea como

bailarina líquida?

No debiera confundir ese abismo.

No es la danza de Salomé.

* * *

Ahí estuvimos.

Buscábamos un firmamento compartido,

la savia de la carne,

el sudor jadeante

que pudiera arremolinar nuestros cuerpos.

Númenes embriagados fuimos,

indiferentes al otro.

Ciegos éramos,

fugitivos de nosotros.

No nos percatamos

del sibilino cortejo de la amapola,

del azar,

del áspero barranco entre ambos,

de las piedras que formaban nuestra piel.

* * *

Ni siquiera el fulgor de Finisterre nos salvó,

a pesar de sus suaves regimientos

y su devota geografía.

Éramos nosotros aquel navío.

Acaso solo este ramo amargo de memoria queda.

Luz Mary Arias Alpízar.

Poetisa costarricense, nacida el 4 de febrero de 1962, en la ciudad de San Ramón, Alajuela, Costa Rica.

Profesora catedrática, Universidad de Costa Rica.

Finisterre otoñal



En Occidente, húndese
el sol crepuscular…

Fuente: Rubén Darío, Canción otoñal

Polvo en las abarcas y en la vestidura,

que atesta el íter oneroso de la vida,

de un camino estrecho, de solo ida.

Polvo carnavalesco y de atadura.

Sudores y fatigas del alma impura

en busca de una paz engrandecida.

¿Eres faro que guía o muerte guarnecida?

Finisterre, ¿eres luz o eres locura?

Locus amœnus de tristes soñadores,

que in illo témpore inventó la suerte,

dejar quiero, junto a tu faro, mis dolores.

Tierra de romanos y de galaicos pescadores.

¿Eres fin del mundo o inicio de muerte?

¿Eres renacimiento o estertores?

Jonathan Salas Alvarado

Poeta y dramaturgo costarricense.

Nacido el 1 de agosto de 1985, en la ciudad portuaria de Puntarenas, Costa Rica.

Profesor asociado de la Universidad de Costa Rica.

¿Qué mueve tu camino?

¿Qué mueve tu camino?

Quizás el tímido latido de un corazón que palpita en busca de paz.

Tal vez, el deseo de encontrarte más allá de donde estás.

O quizás, el temor de un inmenso Mare Tenebrosum frente a tus ojos.

¿Qué mueve tu camino?

¿Será la ilusión de encontrar una puesta de sol infinita?

¿El no saber qué hay más allá?

¿La necesidad de quemar, de desaparecer…?

¿La necesidad de renacer?

¿Qué mueve ese camino?

¿La tumba del apóstol que ahí mora?

¿Las señales que a él te llevan?

¡Las señales!

Esas señales que como un hilo de oro, infinito, invisible e implacable te llevan.

Esas señales que no puedes controlar, qué no quieres controlar.

¿Qué mueve ese camino?

Quizás, solo quizás, lo mueve Fisterra.

La Fisterra infinita, la Fisterra ancestral.

La Fisterra de magia, de luz, de oscuridad, de leyendas.

La Fisterra que aterra, que llama, que sueña.

La Fisterra que no es fin más sí un comienzo.

La Fisterra que sana, que acoge, que envuelve, que cambia.

La Fisterra que mueve caminos, que encuentra peregrinos.

¿Será por eso que todas las señales llevan a ella?

La Fisterra eterna, la Fisterra, la Fisterra…

Sanar en Fisterra

¿Si duele es porque fue real?

Esa es la pregunta que invade mis pensamientos día y noche

Día y noche estás, estás y no te vas.

¿Por qué no te vas?¿Por qué no sales de ahí?

¿Será que sí fuiste real?

¿Será que cada uno de mis átomos está impregnado de tí?

De tu perfume sobre mis ropas, de tus abrazos ya ausentes.

Del sabor de tus labios sobre los míos, del sabor que ya es solo un recuerdo.

¡Ay dolor!

Duele más tu ausencia que el olvido.

Si tan solo mis ropas pudiera hoy quemar, quemar hasta olvidar.

Quemar para renacer, para entender.

Para volver a empezar.

El camino del apóstol mis pies tomarán.

Al camino del apóstol y más allá mi corazón se llevará.

Se llevará el dolor, la culpa, la tristeza, el desamor.

Más allá hasta el fin.

Más allá hasta el límite.

Más allá hasta el mar.

Más allá hasta sanar.

Más allá hasta Fisterra.

María José Quesada Chaves.

Poetisa y pedagoga costarricense.

Nacida el 8 de agosto de 1981, en la ciudad de San José, Costa Rica.

Profesora asociada de la Universidad de Costa Rica.

Lembranza primaveral

Tu tierra y mares son ahora un reflejo

de aquella, mi lembranza más espléndida.

Prueba silenciosa eres de ese espejo,

que guardo y anhelo ante la pérdida.

La nostalgia se consuela, día a día,

con la esperanza ardiente de encontrar,

en un rincón de tus calles, la alegría

y el impulso, renovados, para avanzar.

Sombras, llanto y dolor se desvanecen

cuando Finisterre muestra su grandeza

y, en mi pecho, los miedos desfallecen.

Es abril. Mis recuerdos son la pureza

de las aves que, en suave vuelo, florecen,

y al final, ¡la esperada gran proeza!



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