Artículo
Finisterre. Colección de poemas de autores costarricenses
Collection of poems by Costa Rican authors
Poeta e xurista costarriqueño.
Nacido o 28 de decembro de 1965, en Palmares, Alajuela, Costa Rica. Profesor de Economía
Internacional, de Filosofía do Dereito e de Dereito Administrativo. Director da Editorial da
Sede do Pacífico (cidade portuaria de Puntarenas, Costa Rica), Universidade de Costa Rica.
Poeta y jurista costarricense nacido el 28 de diciembre de 1965, en Palmares, Alajuela, Cos-
ta Rica. Profesor de Economía Internacional, de Filosofía del Derecho y de Derecho Admi-
nistrativo. Director de la Editorial de la Sede del Pacífico (ciudad portuaria de Puntarenas,
Costa Rica), Universidad de Costa Rica.
Avanzar,
non renunciar
nunca.
Unha
nota
á vez.
Unha palabra
e
outra palabra.
Un paso,
seguido doutro
paso.
Un verso
e
outro verso.
Unha mirada,
que xa
é unha elexía!
E así,
pasiño
a pasiño.
No meu itinerario
cara a
ti.
Sen présa,
e ás veces
en silencio
Vaise
facendo
o camiño!
Avanzar,
no renunciar
nunca.
Una
nota
a la vez.
Una palabra
y
otra palabra.
Un paso,
seguido de
otro paso.
Un verso
y
otro verso.
Una mirada,
¡que ya
es una elegía!
Y así,
pasiño
a pasiño.
En mi itinerario
hacia
ti.
Sin prisa,
y a veces
en silencio
¡Vaise
facendo
o camiño!
A Galiza, por retortas e antigas rúas,
o solsticio trouxo murmurios de fogos crepitantes.
Fulgor en pétreas crisálides de angurias.
Lume de San Xoán que esfuraca a profunda escuridade.
Escintileos que anúncianse ao ignoto mar.
Galaicas fogueiras de tremor e señardade.
Laradas que revelan o escuro mar, en vórtices vencido.
Fondo mar de asombro, cal paxaro pola luz ferido,
nun voo onírico de negror helicoidal.
A Galicia, por vetustas calles retorcidas,
el solsticio trajo rumores de fuegos crepitantes.
Fulgor en pétreas crisálidas de angustias.
Fuego de San Juan que horada la profunda oscuridad.
Destellos que a la ignota mar se anuncian.
Galaicas hogueras de tremor y solitud.
Fuego que revela la oscura mar, en vórtices vencida.
Piélago de asombro, cual pájaro herido por la luz,
en un vuelo onírico de negror helicoidal.
Soan as campás
da catedral.
Entre golpe e golpe unha eternidade.
Cada badalada un ecoda miña humanidade cansa.
Montaña xacobea.Catedral soñada.
Buque sen mar.
Cúmulo agrisado
de canteiras dobregadas.
Contemplándoche,
parece que non existise nada,
senón ansiasde
ser sen tempo,
de existir sen coordenadas.
Suenan las campanas
de la catedral.
Entre golpe y golpe una eternidad.
Cada campanada un eco
de mi humanidad cansada.
Montaña jacobea.
Catedral soñada.
Buque sin mar.
Cúmulo grisáceo
de canteras domeñadas.
Contemplándote,
parece que no existiese nada,
sino ansias
de ser sin tiempo,
de existir sin coordenadas.
Mentres estudo,
números e cálculos,
nada entendo,
nada absorbo.
Raíces e perpetuidades,
números que coliden,
cativos,
cos cristais.
A miña mente sobe e baixaas rú
as de Santiago,
e en calquera relanzo
detéñome.
Cal perpetuidade
–pregunto–
que non sexa
a da túa ausencia?
Mientras estudio,
números y cálculos,
nada entiendo,
nada absorbo.
Raíces y perpetuidades,
números que chocan,cautivos,contra los cristales.
Mi mente sube y bajal
as calles de Santiago,
y en cualquier recodo
me detengo.
¿Cuál perpetuidad
–pregunto–
que no sea
la de tu ausencia?
Ollos negros.
Pel de poñente.
Veleiro de soños.
Iria:
mañá, cando eu esperte,
lanzareiche ao mar.
Ás augas
de
Fisterra.
Navegarás
noutra
dimensión.
Ubicua,
solitaria,
baixo a choiva de Pelamios.
Ojos negros.
Piel de poniente.
Bajel de sueños.
Iria:
mañana, cuando despierte,
te arrojaré a la mar.
A las aguas
de
Fisterra.
Navegarás
en otra
dimensión.
Ubicua,
solitaria,
bajo la lluvia de Pelamios.
Inestábel Iria.
Rapaza miña:
Para esquecerche,
eu busquei
un pasatempo.
E aíndaque
non importa o detalle,
baste dicir
que é o oficio
de lembrarche.
Inestable Iria.
Rapaza mía:
Para olvidarte,
he buscado
un pasatiempo.
Y aunque
no importa el detalle,
baste decir
que es el oficio
de lembrarche.
Vello cabo de poñente aflixido.
Velame castigado por un vento
de lembranzas agochadas.
Faro anello de adventos.
Néboa espesa.
Costa da morte.
Fin do mundo.
Melancólico lugar,
no teu solo,
como un pirata en terra,
roubei as miñas ilusións,
lambín as miñas soidades.
E apouvigado,
un pequeno Pascal adormentado!
mirando ao ceo,
irto e desafiuzado,
sentín
o silencio eterno
de espazos infinitos.
Viejo cabo de poniente dolorido.
Velamen castigado por un viento
de memorias escondidas.
Faro añejo de advientos.
Niebla espesa.
Costa de la muerte.
Fin del mundo.
Mustio paraje,
en tu suelo,
como un pirata en tierra,
robé mis ilusiones,
lamí mis soledades.
Y apaciguado,
¡un pequeño Pascal adormecido!
mirando al cielo,
yerto y desahuciado,
sentí
el silencio eterno
de espacios infinitos.
Poeta, dramaturgo y crítico literario costarricense.
Nacido el 9 de mayo de 1965 en la ciudad de Palmares, Alajuela, Costa Rica.
Profesor catedrático de la Universidad de Costa Rica.
Finisterra eleva su cuerpo de rocas
y se arquea sobre sus aguas
Fuente: Carlos Montemayor 
Aquel yermo navío,
distante del lecho de la costa,
se oculta tras la luz de sus espejos.
Fieros golpes de azul perturban su mirada.
Encadenado a dolientes metales,
hiere el frío del mar.
¿En verdad no lo asusta
tanta incandescencia que devora el mar cada tarde?
¿Acaso lo salva su cerúlea embriaguez,
o su disfraz de niebla?
¿No quiere ver atrás?
Estos escarpados dominios mordidos por la sal,
tal vez extrañan su vocación de nido
o su amplio vientre de arca.
¿Huye del fin del mundo?
¿De tanto paraíso?
¿Le teme al grito de los acantilados?
¿A la cintura de rocas que se arquea como
bailarina líquida?
No debiera confundir ese abismo.
No es la danza de Salomé.
* * *
Ahí estuvimos.
Buscábamos un firmamento compartido,
la savia de la carne,
el sudor jadeante
que pudiera arremolinar nuestros cuerpos.
Númenes embriagados fuimos,
indiferentes al otro.
Ciegos éramos,
fugitivos de nosotros.
No nos percatamos
del sibilino cortejo de la amapola,
del azar,
del áspero barranco entre ambos,
de las piedras que formaban nuestra piel.
* * *
Ni siquiera el fulgor de Finisterre nos salvó,
a pesar de sus suaves regimientos
y su devota geografía.
Éramos nosotros aquel navío.
Acaso solo este ramo amargo de memoria queda.
Poetisa costarricense, nacida el 4 de febrero de 1962, en la ciudad de San Ramón, Alajuela, Costa Rica.
Profesora catedrática, Universidad de Costa Rica.
En Occidente, húndese 
el sol crepuscular…
Fuente: Rubén Darío, Canción otoñal 
Polvo en las abarcas y en la vestidura,
que atesta el íter oneroso de la vida,
de un camino estrecho, de solo ida.
Polvo carnavalesco y de atadura.
Sudores y fatigas del alma impura
en busca de una paz engrandecida.
¿Eres faro que guía o muerte guarnecida?
Finisterre, ¿eres luz o eres locura?
Locus amœnus de tristes soñadores,
que in illo témpore inventó la suerte,
dejar quiero, junto a tu faro, mis dolores.
Tierra de romanos y de galaicos pescadores.
¿Eres fin del mundo o inicio de muerte?
¿Eres renacimiento o estertores?
Poeta y dramaturgo costarricense.
Nacido el 1 de agosto de 1985, en la ciudad portuaria de Puntarenas, Costa Rica.
Profesor asociado de la Universidad de Costa Rica.
¿Qué mueve tu camino?
Quizás el tímido latido de un corazón que palpita en busca de paz.
Tal vez, el deseo de encontrarte más allá de donde estás.
O quizás, el temor de un inmenso Mare Tenebrosum frente a tus ojos.
¿Qué mueve tu camino?
¿Será la ilusión de encontrar una puesta de sol infinita?
¿El no saber qué hay más allá?
¿La necesidad de quemar, de desaparecer…?
¿La necesidad de renacer?
¿Qué mueve ese camino?
¿La tumba del apóstol que ahí mora?
¿Las señales que a él te llevan?
¡Las señales!
Esas señales que como un hilo de oro, infinito, invisible e implacable te llevan.
Esas señales que no puedes controlar, qué no quieres controlar.
¿Qué mueve ese camino?
Quizás, solo quizás, lo mueve Fisterra.
La Fisterra infinita, la Fisterra ancestral.
La Fisterra de magia, de luz, de oscuridad, de leyendas.
La Fisterra que aterra, que llama, que sueña.
La Fisterra que no es fin más sí un comienzo.
La Fisterra que sana, que acoge, que envuelve, que cambia.
La Fisterra que mueve caminos, que encuentra peregrinos.
¿Será por eso que todas las señales llevan a ella?
La Fisterra eterna, la Fisterra, la Fisterra…
¿Si duele es porque fue real?
Esa es la pregunta que invade mis pensamientos día y noche
Día y noche estás, estás y no te vas.
¿Por qué no te vas?¿Por qué no sales de ahí?
¿Será que sí fuiste real?
¿Será que cada uno de mis átomos está impregnado de tí?
De tu perfume sobre mis ropas, de tus abrazos ya ausentes.
Del sabor de tus labios sobre los míos, del sabor que ya es solo un recuerdo.
¡Ay dolor!
Duele más tu ausencia que el olvido.
Si tan solo mis ropas pudiera hoy quemar, quemar hasta olvidar.
Quemar para renacer, para entender.
Para volver a empezar.
El camino del apóstol mis pies tomarán.
Al camino del apóstol y más allá mi corazón se llevará.
Se llevará el dolor, la culpa, la tristeza, el desamor.
Más allá hasta el fin.
Más allá hasta el límite.
Más allá hasta el mar.
Más allá hasta sanar.
Más allá hasta Fisterra.
Poetisa y pedagoga costarricense.
Nacida el 8 de agosto de 1981, en la ciudad de San José, Costa Rica.
Profesora asociada de la Universidad de Costa Rica.
Tu tierra y mares son ahora un reflejo
de aquella, mi lembranza más espléndida.
Prueba silenciosa eres de ese espejo,
que guardo y anhelo ante la pérdida.
La nostalgia se consuela, día a día,
con la esperanza ardiente de encontrar,
en un rincón de tus calles, la alegría
y el impulso, renovados, para avanzar.
Sombras, llanto y dolor se desvanecen
cuando Finisterre muestra su grandeza
y, en mi pecho, los miedos desfallecen.
Es abril. Mis recuerdos son la pureza
de las aves que, en suave vuelo, florecen,
y al final, ¡la esperada gran proeza!