Secciones
Referencias
Resumen
Servicios
Buscar
Fuente


Narcisismo, prismas e irradiaciones. Abordajes neoliberales del cuerpo y de la emoción
Narcissism, prisms and irradiations. Neoliberal approaches to the body and emotion
Revista CoPaLa. Construyendo Paz Latinoamericana, vol. 9, núm. 20, 2024
Red Construyendo Paz Latinoamericana

Artículos


Recepción: 07 Febrero 2024

Aprobación: 06 Junio 2024

DOI: https://doi.org/10.35600/25008870.2024.20.0334

Resumen: El presente trabajo analiza, a partir de la figura de Narciso, algunas dimensiones de la sociedad contemporánea. Principalmente analizaremos los modos de vinculación con los otros y las formas de habitar el mundo que el narcisismo, como rasgo de época, habilita. Se indagará en las relaciones que los sujetos establecen con la corporeidad, las emociones y la otredad. Para dar cuenta de esto tomaremos la metáfora del mundo del narcisismo como mundo irradiación y del sujeto como sujeto-prisma.

Palabras clave: narcisismo, vínculo social, cuerpo, emociones, otredad.

Abstract: This paper analyzes, based on the figure of Narcissus, some dimensions of contemporary society. Mainly, we will analyze the ways of linking with others and the ways of inhabiting the world that narcissism, as an epochal feature, enables. We will inquire into the relationships that subjects establish with corporeality, emotions and otherness. To account for this, we will take the metaphor of the world of narcissism as a world of irradiation and the subject as a subject-prism.

Keywords: narcissism, social bond, body, emotions, otherness.

Palabras Preliminares.

El presente ensayo parte de la figura mítica de Narciso para poder pensar algunas dimensiones de la sociedad contemporánea. Principalmente haremos énfasis en cómo las formas de vida narcisista permiten indagar en los modos de vinculación con los otros, los límites de la experiencia en el mundo y las relaciones que, en tanto sujetos, somos capaces de establecer con nosotros mismos. Se aspira a que este recorrido configure un aporte a la tarea de pensar críticamente la realidad que estamos viviendo en este convulsionado siglo XXI.

En la primera parte de este trabajo, haremos un breve rastreo sobre la noción de narcisismo. Allí indagaremos sobre las transformaciones que acontecieron con esta noción a partir de la segunda parte del siglo XX. Principalmente, el paso del narcisismo como patología a rasgo de una época. Estas transformaciones serán analizadas a la luz de ciertos cambios estructurales que acontecieron en el capitalismo.

En la segunda parte del trabajo abordaremos la noción de mundo que emerge en la época actual, bajo el influjo del narcisismo. Allí partiremos de la metáfora del mundo irradiación y de sujeto prisma. Sostenemos que, en la época actual, el mundo es pensado como un flujo de signos cuyos significados son precisos y determinados. De esta manera, el sujeto narcisista, debe poder leer correctamente estos signos para poder adaptarse a los flujos del mundo. La idea de prisma permite pensar en aquellos elementos que permitirían que esa “luz” atraviese el sujeto, posibilitando la consonancia entre el mundo y el sujeto. A partir de esta metáfora, indagaremos qué tipo de noción del cuerpo y las emociones emergen. A la vez, nos permitirá indagar sobre el lugar del otro en este esquema. Partimos de la idea de que lo otro, entre ellos el propio cuerpo, pierde su otredad. Si bien el sujeto narcisista reconoce la presencia de otros, estos pierden su capacidad de afectar de diversos modos. Es decir, aparecen otros sin otredad.

En nuestro trabajo, lo central no será pensar al narcisismo como habitualmente se lo suele considerar, es decir, como exceso de amor propio. Nos interesa pensar por qué razones el narcisismo en la sociedad actual se caracteriza como una forma de vincularse con el mundo en el cual los signos son vistos como realidades en sí mismas. De esta forma, para el sujeto narcisista, la realidad no se vivencia como elaboraciones de una época. Parecerían ser las proyecciones que el propio Narciso realiza sobre el mundo.

Algunos interrogantes que guiarán nuestra reflexión son los siguientes: ¿qué transformaciones culturales acontecidas en las últimas décadas del siglo pasado confluyeron en la conformación de una forma narcisista de vinculación entre las personas? ¿En qué medida puede pensarse al narcisismo como una de las condiciones de posibilidad para el desarrollo del capitalismo en su fase actual? ¿En qué sentido los rasgos narcisistas permiten colaborar con la comprensión del sujeto contemporáneo y de sus vinculaciones con los demás y con el mundo? ¿En qué sentido las emociones y las formas de experimentar al mundo quedan atravesadas por el narcisismo? ¿Qué régimen de sensibilidad produce el capitalismo actual? Y, por último, ¿en qué medida podemos pensar al cuerpo como un “freno” u “obstáculo” a las formas narcisistas?

Presentación de Narciso

El mito griego de Narciso, como todo relato mítico, presenta varias versiones[3], y más allá de esas primeras elaboraciones, es hacia fines del siglo XIX que desde el campo de la psicología se toma el relato para pensar componentes propios de la psiquis. Se suele atribuir a Havelock Ellis la formulación ,en 1898, para referirse a un estado de contemplación absorta y, en ocasiones, de autoadmiración erótica. (Lunbeck, 2014, p.80).

Debemos a Sigmund Freud la divulgación del concepto a partir de una elaboración con más profundidad, la cual comienza a componerse desde las primeras menciones que el autor incluye en su texto Tres ensayos de teoría sexual (1905). Unos años más tarde, en su obra Sobre la introducción del narcisismo (1914), Freud presenta al narcisismo como una etapa normal en el desarrollo psicológico del niño, asociada al amor propio y al egocentrismo –al que denominó “narcisismo primario”– (Namian, Kirouac, 2015,p.5) (Trad. nuestra)

La noción de narcisismo “migra” desde Europa a Estados Unidos, en donde a partir de la segunda parte del S.XX, el concepto comenzó a tener repercusión tanto en términos psiquiátricos como sociales. Ya en la década de 1960, los estadounidenses Otto Kernberg y Heinz Kohut popularizaron el concepto de “trastorno narcisista de la personalidad” (NPD).[4]

En este punto del brevísimo recorrido histórico que venimos presentando es interesante señalar el corrimiento que realiza el concepto de narcisismo. A medida que nos acercamos a la segunda mitad del siglo XX, comienzan a disputarse dos sentidos del término. Primeramente, comienza a ser utilizado desde fines de la década de 1960 y con fuerza en la de 1970 como una dimensión que permite explicar rasgos presentes en todas las personas, como consecuencias de una serie de transformaciones sociales (Lasch 1979, Sennet 1978). Más tarde, en 1980, se incorpora a la tercera edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-III, 1980), (Namian, Kirouac, 2015, p.3) (Trad.nuestra)

De esta forma se perfila cada vez con más fuerza un corrimiento en la conceptualización del narcisismo que lo lleva desde una categoría que da cuenta de la estructura de personalidad hacia una dimensión despatologizada, lo que habilita la posibilidad de comprenderlo como una serie de rasgos que responden a una época.[5] Así lo sostienen Namian y Kirouac (2015)

“tanto la investigación clínica como la epidemiológica sugieren que el narcisismo ha entrado en un periodo de redistribución, pasando de ser una categoría de trastorno patológico de la personalidad que antes no era muy prevalente a una dimensión de la personalidad que ahora está presente, en diversos grados, en todo el mundo.”

Ahora bien, ¿cuáles son estos rasgos de época que el término narcisismo permite reconocer? Entre las múltiples respuestas que podría tener este interrogante, vale destacar la relación que se establece entre Narciso y el mundo, la cual estaría caracterizada por la indiferencia. Este componente está presente desde la formulación del mito griego y atraviesa las consideraciones psicológicas y sociológicas. Hay un componente de Narciso que está presente desde la formulación del mito griego y que persiste en las reflexiones que se realizan hoy en día sobre el narcisismo: la dificultad del protagonista griego para diferenciar la realidad exterior a él, de él mismo. Retomando al mito, si la imagen que refleja el estanque y él mismo no son reconocidos como simplemente un reflejo de ese yo, podemos inferir que, para Narciso, el mundo exterior es una prolongación de su interior. En efecto, para Narciso, el mundo y los demás son concebidos, experimentados como una extensión de sí. De esta forma, el mundo queda a disposición de su manipulación y bien puede coincidir con sus deseos o puede transformarse en un obstáculo para los mismos, produciendo de esta manera sentimientos de omnipotencia o por el contrario de impotencia.

En esta particular forma de relación con el mundo se ven afectadas las relaciones interpersonales. En este sentido, el narcisismo más que un sobre-dimensionamiento del yo del Narciso genera un desdibujamiento de los otros. El otro sólo responde, al igual que el mundo, a una prolongación de Narciso. De esta forma queda “subsumido” a su proyección o, por el contrario, cuando no logra posicionarlo (podríamos decir manipularlo o simplemente vincularse desde su proyección) el otro termina siendo el límite insoportable para Narciso. Por eso Narciso oscila entre la omnipotencia y la impotencia. Si la realidad como proyección responde y cumple con los deseos de manipulación de narciso, la omnipotencia aparece como rasgo central. Si la alteridad irrumpe, la ficción de omnipotencia se esfuma y lo ubica en la impotencia. Cuando hacemos alusión a la alteridad aquí no estamos refiriéndonos solamente a un otro sino también al propio cuerpo

Mundo luz: contexto décadas de 1960/70.

En este apartado se recuperarán algunas de las transformaciones que permitieron la emergencia de la noción de narcisismo como rasgo característico del sujeto contemporáneo. Se analizarán algunas transformaciones acontecidas en las décadas de 1960/70, período donde el concepto de narcisismo toma fuerza como rasgo que comienza a identificar, no ya a un elemento de la personalidad de un sujeto, sino a una forma de socialización.

Siguiendo el recorrido que realizan varios autores como Deleuze y Guattari (1985), Jappe (2017) y Sadin (2022), puede establecerse una relación entre el funcionamiento del capitalismo y una forma social imperante. En este sentido, a lo largo del desarrollo del capitalismo, nos encontramos con formas diferentes de ser, de desear, de sentir y de vincularse Por ejemplo, Deleuze, Guattari y Jappe vinculan la etapa del capitalismo industrial con el mito de Edipo. El punto central de este período edípico es el rol fuerte de la familia nuclear, anclada en el peso de la autoridad paterna, en donde el deber y su contraparte, la culpa, configuran coordenadas nodales para pensar a los sujetos y sus relaciones.[6] Sin embargo, para estos mismos autores, sería un error considerar que en el capitalismo actual seguimos viviendo una “fase edípica”, pues a partir de la segunda parte del siglo XX comienzan a identificarse cambios en las formaciones sociales que terminan por configurar una nueva instancia del capitalismo. Esta sería más cercana al narcisismo. Gran parte de los estudios coinciden en señalar que parte de este desplazamiento comenzó en el período de la segunda posguerra.

Uno de los estudios pioneros en relación a estas transformaciones sociales es el de la escritora Martha Wolfenstein. La investigación, realizada en 1955, analizó las transformaciones en los consejos parentales sobre los modos de crianza, evidenciando de esta forma los desplazamientos en las formas de familia, y crianza, a mediados del siglo XX. Para ello la autora utiliza la guía de recomendaciones que el gobierno estadounidense reparte a las familias durante el período 1911-1950. Son reveladoras sus apreciaciones en tanto que allí se observan algunas de las dimensiones que conducen hacia los análisis actuales sobre el narcisismo. Wolfenstein detecta una profunda transformación en la lista de consejos sobre cómo criar niños. En los textos que dan inicio a su investigación, el primero data de 1911, se les aconseja a los progenitores atender solamente las necesidades básicas de los recién nacidos (abrigo y alimento), dejarlos llorar junto con toda una serie de sugerencias que se inscriben en la noción de un deber y sufrimiento que fortalecen. A medida que nos acercamos al período de la segunda guerra mundial y sobre todo con posterioridad a la misma, nos encontramos una serie de modificaciones en los consejos, acercándose a la idea de colaborar con el placer y disfrute de los bebés. El análisis de estos documentos permite perfilar lo que Wolfenstein denominará una “moralidad divertida”, donde la tarea de los padres y las madres dejará de pasar por la atención a las necesidades de los bebés para concentrarse en divertirlos todo el tiempo que sea posible.

Esta mutación de la idea de familia nos permite aproximarnos a uno de los puntos nodales en la configuración del narcisismo: el traspaso de una dimensión del cumplimiento del deber a la de la obligación de la satisfacción del placer, junto a la configuración de subjetividades alter dirigidas. En estas líneas de análisis se centran las palabras de Giddens:

“La dependencia de los expertos se ha convertido en una forma de vida. Aquí volvemos a conectar estrechamente con el narcisismo pues la personalidad narcisista se origina como defensa contra la dependencia infantil. En las sociedades modernas la dependencia se extiende a la mayoría de las áreas de la vida adulta por lo que el narcisismo se intensifica como reacción ante los sentimientos de falta de poder así generados.” (Giddens, 1995, p. 220)

El narcisismo como rasgo época fue abordado tempranamente por Richard Sennet y Cristopher Lasch. En el texto El declive del hombre público, Sennett (1978) considera que una de las principales causas de la transformación acontecida a lo largo de la década de 1960 en las relaciones entre el ámbito de lo público y de lo privado es la aparición de la forma narcisista. La forma Narciso se posiciona en una proyección de sí sobre el mundo, estableciendo nuevos modelos de relación con los otros. En ese sentido, las formas narcisistas suponen una nueva forma de lazo social.

Para Sennett esta nueva forma está dada por un doble movimiento. Por una parte, hay una sobrecarga del sujeto sobre su propio yo, debido a que los espacios de privacidad comenzaban a transformarse en ámbitos de visibilidad, donde las miradas de los otros inciden, condicionan, presionan. La reducción del espacio privado redunda en mayor presión para el sujeto moderno. Por otra parte, el espacio público se desdibuja, hay una pérdida del sentido colectivo y comienza a debilitarse el interés común: “Se ha producido una confusión entre la vida privada y la pública las gentes están resolviendo en términos de sentimientos personales aquellas cuestiones públicas que solo pueden ser correctamente tratadas a través de códigos de significado impersonal.” (Sennett, 1978, p. 7)

El mismo Sennett, en el prólogo de la reedición del 2020 de un texto precursor y considerado un clásico sobre estos temas, La multitud solitaria. Un estudio del cambiante carácter estadounidense publicado originalmente en 1950, retoma los análisis de los autores D. Riesman, N. Glazer y R. Denney, en torno a la modificación de las formas de conducirse socialmente de los norteamericanos, pasando de una dirección interior, propia de la sociedad industrial, a una dirección exterior, propia de la sociedad de consumo. Los mencionados autores ya daban cuenta de esta modificación en 1950. Sennett, en el mencionado prólogo lo resalta así:

” La dirección interior se adapta a las sociedades que hacen hincapié en la producción, y la otra dirección se adapta a las sociedades que hacen hincapié en el consumo. El individuo con dirección interior es práctico y concreto sobre lo que quiere conseguir; es un creador. En cambio, la otra dirección se adapta a una sociedad de consumo en la que imperan la moda y la publicidad, el nuevo artilugio imprescindible”(Riesman, D. Glazer, N. Denney, R, 2020,p.12)

Sennett da cuenta de algunas de las consecuencias actuales de esos mismos procesos de dirección de la interioridad a partir de la utilización de las redes sociales. Para el autor allí podemos ver un claro ejemplo de una interioridad hiperdirigida hacia el otro, especialmente para los niños, lo que produce angustia adolescente sobre "¿Qué me pasa?". Las salas de chat pueden estar hiperdirigidas hacia el interior; los pronunciamientos declarativos, las afirmaciones y las negaciones, como dijo Henry Adams, reinan a expensas de las conversaciones interrogativas del tipo "¿Qué te parece?”(Riesman, D. Glazer,N. Denney, R, 12: 2020)

Esta caracterización coincide con la realizadas por Sadin (2022), Fisher (2016), Berardi (2016, 2017) e Illouz (2018) . Dichos autorxs explican, entre otros elementos, cómo en nuestra contemporaneidad la vida de los sujetos se llenó de incertidumbres y pesadas cargas existenciales que son vividas como propias, y para cuya resolución solo se tienen así mismos. La desaparición de un horizonte de mejora social y la fragmentación del tejido comunitario, colaboraron con el incremento de formas de vida aisladas. No es casual que el texto que venimos mencionando, se llame la muchedumbre solitaria. Los mandatos se individualizan, el imperativo del homo oeconomicus actual no se agota en el campo del trabajo, el empleo o la producción, sino que desborda y abarca las formas e imperativos para gestionar los deseos, las emociones y los cuerpos, como ya lo abordaremos más adelante.

Las transformaciones en el modelo de producción capitalista acontecidas en la segunda parte del siglo XX se aceleran conforme nos acercamos a las mencionadas décadas de 1960/70. En ese contexto, comienzan a visibilizarse transformaciones en los modos de crianza, en los modos de producción y en las formas de vinculación social, tanto en los ámbitos públicos como privados. A la vez, el contexto de la guerra fría se intensifica:

“la conciencia (más o menos consciente) de la posibilidad de acontecimientos apocalípticos lleva a los individuos a retirarse de la vida pública, a centrarse en las "estrategias de supervivencia" privatizadas y a encerrarse en los mundos personales dominados por la obsesión de la superación física y psicológica”(A. Klimczuk, 2012,p.21) (Trad.nuestra)

El texto de C. Lasch La cultura Narcisista, publicado en 1979, es una referencia inevitable para dar cuenta del narcisismo contemporáneo. En su texto percibe en la emergencia del narcisismo una crisis en el liberalismo y en todo occidente. Narciso funciona como el último refugio existencial donde el sujeto contemporáneo puede acudir. Sin embargo, según sostiene el autor esa forma de configuración la considera explotada, fomentada y aprovechada por las formas de consumo cada vez más fuertes de la sociedad norteamericana. Si el contexto de la guerra fría acercaba la idea de un posible apocalipsis, desde la perspectiva de Lasch, el sujeto de esta época (Fines de la década del 70, comienzos de la siguiente) se cierra a la historia, se circunscribe a un presente del instante, donde solo hay lugar para el disfrute propio del consumo.

Para este pensador, la imagen de Narciso nos permite comprender el impacto de la serie de transformaciones que acontecieron a medida que avanzaba la segunda parte del siglo XX y que la generación baby boomer crecía. De esta forma, los rasgos narcisistas se multiplican y reproducen en toda la sociedad, afectando a las familias, quienes a su vez reproducirán formas narcisistas de crianza y de vinculación social.

“El intento de los padres modernos por que los hijos se sientan amados y queridos no llega a encubrir una frialdad de fondo: la actitud lejana de quienes tienen poco que traspasar a la próxima generación y que, en todo caso, priorizan su propio derecho a la realización personal. La mezcla del desapego emocional con los intentos de convencer al niño de su posición privilegiada dentro de la familia es un diagnóstico apropiado de la estructura narcisista de la personalidad.” (Lasch, 1978, p. 74)

Es esta misma línea de análisis la que presenta el pensador italiano G. Orsina (2018) quien describe al narcisismo como consecuencia de la psicologización de lo social, de lo político y en la subjetivización de todas las actividades antes impersonales. En palabras del autor: ”Privado de consistencia y sentido autónomos, el mundo sólo puede entonces juzgarse en la medida en que obstaculiza o favorece el bienestar psicológico individual de quienes lo habitan.” (Osina, 2018,p. 50) (Trad. nuestra) Desde la perspectiva de Orsina, a partir de la generación baby boomer, hay un quiebre en las formas de reproducción social, las transformaciones del sistema capitalista que mencionamos más arriba, impactan en la configuración de generaciones que se desvinculan de sus antecesores, de ahí la concepción de que el mundo nace a partir de la existencia de uno mismo. A la vez, el desencanto provocado por la imposibilidad de un cambio social sólo habilita intersticios de cambios personales o individuales. A lo largo de las décadas que venimos describiendo, coagulan una serie de factores que terminan habilitando la emergencia del sujeto Narciso:

“Vaciado de valores, privado de una perspectiva revolucionaria, inmerso en una cultura científica totalmente orientada hacia la racionalidad instrumental y el materialismo, el individuo de la sociedad tecnológica no encontrará otra guía que su propia energía vital, es decir, la satisfacción de los instintos primarios… “(Orsina, 2018, p. 57) (Trad. nuestra)

Orsina intenta pensar a la democracia desde la perspectiva de Narciso, y así observa una serie de profundas dificultades para establecer políticas que puedan configurar el bien común. De hecho, el autor marca una contradicción, ya que por un lado, los ciudadanos insisten en que sus problemas se traten con mayor eficacia, lo que supone más control social; pero por otro lado, se oponen a cualquier forma de control social asociado a los valores jerárquicos que han aprendido a rechazar. Esto último sumado a una fragmentación casi llevada al paroxismo de los puntos de vistas y apreciaciones. Si el mundo es la prolongación de la mirada de Narciso, habrá tantos mundos como miradas haya, dinamitando todo intento de construcción comunitaria: “...la multiplicación de las visiones del mundo, dificulta su recomposición, si no la imposibilita, y convierte las urgencias psicológicas personales en el principal criterio de evaluación y acción en la esfera pública.” (Orsina, 2018, p. 65) (Trad. nuestra)

El mundo irradiación y el sujeto-prisma.

La utilización de imágenes metafóricas permite abordar los fenómenos y las explicaciones desde miradas alternativas y creativas que, muchas veces, evidencian una forma de comprensión diferente. Por esta razón, nos interesa pensar al mundo en donde se inserta el sujeto narcisista como mundo-irradiación y a Narciso como sujeto-prisma. En este apartado abordaremos el primer elemento y en el siguiente, el otro.

El mundo como luz que se proyecta desde los prismas/Narcisos, es un mundo que es leído y habitado como mundo/irradiación. Irradia una cantidad incesante de flujos de signos. Signos que no son pensados como elementos que posibilitan la composición de nuevas relaciones y creación de lo novedoso. Este mundo es pensado/habitado como emanación de signos que contienen un significado específico a ser develado. El mundo-irradiación es entonces un mundo que seduce, “encandila” en tanto proyección del Narciso, que, en el mismo hecho de proyectar, anula la polisemia de los signos y sólo habilita lecturas homogeneizantes El prisma-narciso es la proyección de un mundo ya determinado.

Desde esta perspectiva, la realidad se vuelve contingente y variable. Habitarla requiere un proceso de adaptación constante por parte de los sujetos. Para lograr la adaptación, esos signos deben ser decodificados desde las emociones para luego ser recodificados en el cuerpo del sujeto narcisista. De esta manera el cuerpo es el soporte en donde esa realidad se inscribe y habilita el “resonar” con el mundo. Bajo esta lógica, el trabajo sobre sí mismo es una tarea central y continua (como lo marcamos en el apartado anterior como rasgo central del “agotamiento” narcisista), puesto que siempre se corre el riesgo de ir a destiempo de los flujos del mundo y, por ende, de quedar “fuera” de él.

La lectura del mundo narcisista parte de un supuesto a partir del cual se naturalizan toda una serie de elementos que son producto de relaciones de poder históricamente situadas. Sin embargo, el sujeto narcisista las lee como elementos constitutivos de la naturaleza. El mundo/irradiación aparece como un ente cuyas fuerzas son productos de algo que excede al entendimiento humano y que es imposible de conocer en su totalidad. Si la contingencia y el cambio son centrales en esta lectura, el mundo/irradiación aparece como un mundo fetichizado: los vínculos entre cuerpos, objetos y afectos, junto con las relaciones de poder que constituyen el campo social, se habitan como un elemento natural. De esta forma, se oculta la producción social y por ende la capacidad de pensar otros mundos posibles a habitar.

Este imperativo de adaptarse a la realidad emerge como uno de los rasgos característicos de la época actual. Para la filósofa Barbara Stiegler, este rasgo es constitutivo de las lecturas del mundo en las cuales se basa el neoliberalismo. Dicha autora señala la génesis de estas ideas en el coloquio de Lippmann de 1938. Para Stiegler en este coloquio “coagulan” diversas corrientes del neoliberalismo a partir de una mismo diagnóstico sobre la realidad (Stiegler,2023,p.11-15.)

Dicho diagnóstico implica la idea compartida de que, frente a las transformaciones acontecidas a fines del siglo XIX, más precisamente en la 2° fase de la revolución industrial y el advenimiento de las sociedades de masa, la especie humana estaría por primera vez en su historia “desadaptada” de su entorno. Los cambios técnicos proliferaron a un ritmo mayor que los cambios sociales. Las diferencias temporales entre esos dos elementos habrían tenido efectos desorganizadores sobre la sociedad y el mercado. Las causas de la heterocronía se hallarían en el conjunto de las estasis de la especie humana (esquemas morales-mentales, instituciones y hábitos) por sobre las fuerzas generadas por el mercado, la ciencia y la tecnología. De esta forma, la revolución científica de fines del S.XIX habría liberado un campo de fuerzas que habilitó posibilidades inauditas de innovación social y económica.

El desfasaje entre el cambio en los hábitos de acción exigidos por el tempo acelerado de la sociedad industrial chocaría con la supervivencia de los hábitos de pensar y de las disposiciones emocionales heredadas del pasado. Por ello, el mundo de la cultura estaría siempre en “retraso” en relación con el mundo creado por la Gran Sociedad. Este supuesto antropológico sería el trasfondo político de las lecturas actuales del mundo/irradiación. Marcando de esta forma parte de la agenda actual del neoliberalismo en lo referido a las ideas evolutivas y de la “naturaleza humana”.

Para Lippmann, siguiendo a Stiegler, “nuestra inteligencia social ha sido formada por un tipo de vida organizada a pequeña escala y estática, teniendo en cuenta la duración de una generación” (Lippmann en Stiegler,2023, p.259). La inteligencia humana, entonces bajo este diagnóstico, se encuentra restringida a un enfoque de la realidad que la encierra entre barreras y la fija en un estasis. Mientras que la evolución del medio está del lado de una apertura que la liga a las modificaciones de la Gran Sociedad globalizada y en la cual los flujos de la innovación están llamados a acelerarse, la inteligencia heredera de su larga historia evolutiva ha adaptado a la especie humana a ambientes estables y cerrados. El cerebro, como principal órgano de adaptación, se convierte de esta manera en el causante de la desadaptación, del desajuste y de su retraso estructural. La gran sociedad, producto de la Gran revolución(tecnológica) comienza a exigir cada vez más sujetos que no solo se especialicen, sino que cada vez más logren cambiar su especialidad. No solo adaptarse a las situaciones nuevas, sino que también se readapten al cambio continuo. La adaptabilidad aparece de esta manera como un “modo de existencia”. Es por ello que para el neoliberalismo la educación y la salud deben ser dos elementos centrales en la intervención. Por un lado, la salud como el aumento de las performances en la competitividad y la educación como la producción y la mejora de la “adaptabilidad”(Stiegler,2023,p.259-264).

Es entonces bajo estas coordenadas es que podemos situar la idea del mundo irradiación. ¿Pero sobre qué irradia y qué efectos produce? Para responder este interrogante tomaremos la idea de sujeto-prisma como metáfora para entender las formas de habitar el mundo irradiación. Un prisma es un cuerpo que refracta y descompone la luz, cuando ésta lo atraviesa. Utilizaremos esta imagen para dar cuenta de la relación entre el sujeto narcisista y el mundo. De igual forma que la luz atraviesa al prisma, la realidad de una época, el mundo exterior al sujeto narcisista, lo atraviesa a este. Es decir, el mundo en esta metáfora configura la luz que atraviesa el prisma/Narciso.

Como anteriormente señalamos, al fetichizar el mundo, Narciso es prisma, aunque no se concibe como tal. El sujeto-prisma es proyectado por la luz del mundo exterior a él, pero él queda maravillado con sus luces que son una prolongación de sí mismo. La luz es la producción actual del mundo, una producción que homogeniza todo, que sólo produce mercancías. Sin embargo, Narciso queda maravillado por la descomposición de colores, la diversidad que lo convoca, que lo incita, que lo seduce. Una diversidad que encubre una relación continua con lo igual en tanto mercancía indiferente a su contenido, despojando así a lo otro de su otredad.

En un mundo caracterizado por el desconcierto y la incertidumbre, sólo parecen quedar pocos “lugares” para la seguridad y la certeza. Uno de ellos es el cuerpo. Si todo es incierto, una de las pocas seguridades está en aquello que se experimenta en el cuerpo. Entendemos al cuerpo como el lugar y el tiempo donde el mundo se hace carne a través de un rostro singular. Este es el eje de la relación con el mundo. El humano forma al mundo, a la vez que ese mundo forma a ese humano (Le Breton, 2021, p.23-24).

El cuerpo, a su vez, es el lugar donde los afectos lo marcan y lo configuran, Lo que estos pueden hacer en tanto potencia de acción y de relación, son los afectos. Las emociones, bajo este esquema, serían las formas de traducción de esos afectos en los cuerpos. Esto implica que las emociones no son meramente “naturales” ni meramente “sociales”, sino que se sienten en los cuerpos, les dan forma y hacen actuar.

Las emociones hoy en día parecen ser la guía más fiable para orientarse en el mundo. William Davies sostiene que, a partir dela década de 1960-1970, entraron en crisis los grandes relatos de la modernidad. Entre ellos, el saber experto y la “razón” como guía colectiva e individual. A esto se le suma una saturación de información, en la cual la velocidad de la circulación hace imposible verificarla. Todo esto trajo consigo que los marcos de referencia colectivos se vuelvan difusos, generando una sensación de inestabilidad y vulnerabilidad individual. Lo único que parece permitir actuar en un mundo así es el cuerpo y las sensaciones que éste percibe (Davies,2019:203). Es este el contexto en el cual la ciencia de la emoción aparece como una herramienta central para que los sujetos puedan hacer un trabajo sobre sí mismo y de esta manera poder refractar sin distorsiones la luz de ese mundo irradiación.

Para poder refractar esa irradiación del mundo, el sujeto-prisma debe hacer un trabajo constante sobre sí mismo, evitando toda opacidad que le impida desplegar los haces de luces. Sin embargo, este trabajo sobre sí mismo no es algo individual o aislado del mundo en el cual el sujeto está inscripto, sino que se vincula con las formas actuales de gobernanza de los individuos. Al hablar sobre el gobierno de sí, Nikolas Rose analiza tres dimensiones del poder para conducir la conducta de los seres humanos: la política, la institucional y la ética. Aquí nos interesa resaltar la última noción. Para el autor, siguiendo a Foucault, la ética debe comprenderse en un sentido práctico, como modos de evaluar y actuar del individuo sobre sí mismo (Rose, 2019, p.270). Esta evaluación depende de la lectura de un mundo presentado como irradiación. Es decir, un mundo cuyas fuerzas deben ser decodificadas mediante las percepciones sensoriales para luego ser inscriptas en el cuerpo y accionar. Este accionar no es innato, sino que requiere de los medios para que los individuos lleguen a apreciarse, descifrarse y actuar sobre sí mismos en relación a lo verdadero y lo falso, lo permitido/prohibido y lo deseable/indeseable (Rose,2019, p.270-271). De esta manera, en la época narcisista, emerge el trabajo sobre sí en el terreno de las emociones y el cuerpo.

Para develar, descifrar y actuar sobre sí mismos los sujetos deben contar con la guía de expertos. Estos buscan dar respuestas técnicas a los sujetos sobre las cuestiones existenciales de la vida, como por ejemplo el propósito de la vida o el significado del sufrimiento (Rose,2023, p.267). Para el caso de las emociones, diversos/as autores/as señalan que, a partir de la década de 1980, comienza a emerger toda una industria de las emociones como uno de los elementos centrales del trabajo de sí mismo (Véase Illouz & Cabanas, 2019; Ahmed, 2019 y Marzano, 2011). Sara Ahmed señala que, para el caso de la felicidad comienza a emerger toda una industria que, a partir de prácticas y discursos, intenta guiar a los individuos en el gobierno de sí mismos (Ahmed,2019, p.24). Cabe señalar que las emociones aquí son pensadas en su dimensión política y cultural. Es decir, hay toda una producción de emociones que movilizan un hacer a los sujetos, direccionan sus acciones y conductas, definen y establecen formas de vincularse consigo mismo y con los otros. Las emociones que el sujeto prisma debe trabajar son aquellas que le permiten refractar un mundo ya instituido y una forma de relacionarse con los otros en los cuales el único fin es prolongar las sensaciones/intereses del yo. Es así que las emociones socialmente válidas serían aquellas que permiten al sujeto volverse proyectable. Ahmed señala cómo las emociones, principalmente para el caso de la felicidad, direccionan y orientan los cuerpos a determinados objetos. Entendiendo a estos, no solo como objetos materiales, sino también como prácticas, ideas o formas de vida (Ahmed,2019:129-130). Todo aquello que se desvía de esos objetos implica la aparición de emociones consideradas socialmente negativas o, al decir de Ehreinreich (2011:68), como “emociones tóxicas” que opacan la irradiación del mundo. Retomando la metáfora del sujeto prisma, podemos pensar que las emociones socialmente válidas serían aquellas que dan luz sobre determinadas prácticas ligadas al goce individual, al beneficio propio o la forma de relacionarse con un otro en tanto medio para el sí mismo. Así, bajo el discurso de las emociones, lo otro pierde su otredad y se convierte en un color más dentro de la gama que irradia el prisma. Es un otro, que está al servicio del sí mismo.

Al hablar de las emociones aquí no partiremos de las definiciones que hacen las neurociencias, la psicología o la sociología. Nos interesa indagar lo que hacen las emociones en los sujetos y en cómo direcciona su accionar. Es por ello que cuando hablamos de emociones nos estamos refiriendo a los afectos. Para Laura Quintana, los afectos constituyen la memoria personal y colectiva. Nuestros juicios y valoraciones dependen de esta memoria corporal. Toda toma de conciencia, toda elaboración racional es afectiva porque está conectada con todo lo que nos ha producido efectos en nosotros. Los afectos son fuerzas efectuadas en el mundo social, que atraviesan a los sujetos, los preceden y conforman. Son fuerzas que se producen en las interacciones conflictivas entre seres vivos, cosas, lugares, temporalidades, tecnologías, cuerpos, imágenes y discursos. Estos son fuerzas históricamente conformadas que tienen un carácter performativo a partir de los discursos, las prácticas y las vinculaciones que los generan e intensifican. Es por ello que los afectos son fuerzas presubjetivas en cuanto y en tanto le dan forma a los sujetos a los mundos que habitan y sus interacciones. Siguiendo los planteos de Quintana, sostenemos que lo social no es algo cerrado, sino que es algo heterogéneo, abierto, inestable e indeterminado (Quintana,2021:29-32). De ahí la posibilidad de modificación y de creación de nuevos vínculos y nuevos mundos. Es precisamente esto lo que es anulado a partir de la idea del mundo-irradiación.

El capitalismo tardío o neoliberalismo, concebido como un régimen heterogéneo que articula sistemas de valoración diferentes, se despliega de forma afectiva. De esta manera produce un determinado régimen de sensibilidad. Es decir, produce un determinado modo de lo que vale como experiencia y como lo inteligible. Es por ello que los afectos no son propios del capitalismo, sino que este produce un determinado régimen afectivo en el cual los afectos son tratados como emociones, es decir como manifestaciones psicológicas del sujeto. De esta manera, la época narcisista transforma los afectos en vectores de psicologización de los problemas, des-politanzado los antagonismos sociales. El cansancio, la explotación, la precarización de la vida se reducen a una dimensión individual: todo parte de mí, todo se cierra en mí. El lenguaje de las emociones y la psicologización que esta genera neutraliza la exterioridad y conflictividad de las fuerzas afectivas y las relaciones sociales que estas producen. Partir de los afectos nos permitirá pensar desde lo relacional. Esto habilita a tomar distancia de las aproximaciones de la psicología y neurociencias que reducen lo afectivo a lo “interior”, anclando las afecciones en lo individual y su interioridad (Quintana, 2021, p.99-104).

Si las emociones implican una dimensión central para que los haces de luz puedan atravesar al sujeto narcisista, el cuerpo es otra de las dimensiones que deben ser observadas y trabajadas para garantizar la transparencia. Por razones meramente funcionales a la escritura de este trabajo hemos dividido el análisis entre cuerpo y emoción. Sin embargo, y siguiendo los planteos de Ahmed y Quintana, sostenemos que no se pueden escindir estas dos dimensiones. Los afectos/emociones, son los que le dan forma a los cuerpos y delimitan sus campos de acciones. A su vez, el cuerpo es el lugar desde el cual somos afectados y afectamos a los demás. Retomando la noción de cuerpo, el trabajo sobre sí mismo requiere una observancia sobre el propio. Barba Ehnrenreinch sostiene que el cuerpo se nos presenta hoy en día no como un otro de sí mismo, sino como una materia plástica que debe ser moldeable y dominada. Esta corriente del trabajo sobre la propia corporalidad, emerge en un contexto donde el mundo es visto como agente de las transformaciones y a los sujetos solo les queda adaptarse. De esta manera, si no se puede transformar el mundo, porque este se mueve en base a fuerzas incomprensibles para el humano, lo mejor que se puede hacer es cambiar el propio cuerpo (Ehrenreich, 2018: 74). La cultura del fitness y de la “correcta” alimentación tiene la finalidad, según la autora, de someter, disciplinar y evaluar constantemente al cuerpo (Ehrenreich, 2018: 80). Cuerpo que se haya inscripto en un mundo competitivo y cambiante. Sin embargo, esta idea de dominio del cuerpo convive con la idea de que este es capaz de actuar como una unidad, independiente de la razón del sujeto. Es por eso, que es necesario poder escucharlo, porque este tiene capacidad de hacer y sentir sin necesidad de la guía de la mente (Ehrenreich, 2018: 89)

Estas ideas sobre el cuerpo llevan, según la autora, a una especie de pensamiento mágico. Este pensamiento, desconociendo todo avance científico de la ciencia en materia de la salud, sostiene que frente a una enfermedad lo central es cómo la encaremos. Si nuestras emociones son positivas, nuestro cuerpo reaccionará y la enfermedad desaparecerá. Las emociones positivas, bajo estas prácticas, serían una forma de observar y vigilar nuestra propia salud. La contracara, las emociones negativas, serían las responsables, en cierta medida, de la enfermedad o la no cura (Ehrenreich, 2011: 43-47). De esta forma, el éxito o el fracaso, la salud o la enfermedad, aparecen como responsabilidad del individuo y las relaciones que este establece consigo mismo y con el mundo irradiación.

Dimensión de Narciso como Prisma

Un prisma es un cuerpo que refracta y descompone la luz, cuando ésta lo atraviesa. De igual forma que la luz atraviesa al prisma, la realidad de una época, el mundo exterior al sujeto narcisista, lo atraviesa a este. Es decir, el mundo en esta metáfora configura la luz que atraviesa el prisma/Narciso.

Como anteriormente señalamos, al fetichizarse el mundo, Narciso es prisma, aunque no se concibe como tal. El sujeto-prisma es proyectado por la luz del mundo exterior a él, pero él queda maravillado con las luces del mundo que son una prolongación de sí mismo. La fetichización actúa aquí en dos sentidos. Por un lado, el sujeto narcisista no se concibe como una producción de relaciones sociales, sino como una sustancia en sí misma. Por el otro, ese prisma proyecta un mundo de signos que también son vistos como sustancias en sí mismas, no como relaciones ni producciones sociales.

La luz es la producción actual del mundo, una producción que homogeniza todo, que sólo produce mercancías. Sin embargo, Narciso queda maravillado por la descomposición de colores, la diversidad que lo convoca, que lo incita, que lo seduce. Una diversidad que encubre una relación continua con lo igual en tanto mercancía indiferente a su contenido, despojando así a lo otro de su otredad. Una diversidad que termina por fragmentar al propio Narciso que tal vez deba ser pensado ya no como individuo, sino como “dividuo”

El sujeto narcisista es prisma en tanto la producción capitalista irradia a través de él un mundo que es prolongación del propio sujeto. Para esto, los sujetos deben ser “transparentes” deben poder simplemente proyectar las luces que el mundo les irradia. A la vez, toda alteridad debe ser transparente: un otro sin otredad, que no opaca el mundo de Narciso, que no intercede, que no oscurece el halo de su proyección, que no interfiere ni funciona como límite al mundo proyectado de Narciso.

Desde esta dimensión metafórica, los sujetos Narciso/prisma configuran una forma de sociedad individualizada, fragmentada, en donde sólo hay lugar para la repetición de lo mismo. Los Narcisos se mantienen en conectividad sin estar conectados. Así se garantiza la transparencia que facilita la circulación de mensajes, mercancías, emociones, deseos. Cada Narciso, como el del relato mítico, sólo está “conectado” con su proyección. Si irrumpe un otro que dificulta esta proyección acontece el desconcierto, la incomodidad, el silencio. Narciso es prisma en tanto responde a un “espíritu tecnoliberal” (Sadin, 2022) entendiendo por éste a toda una gama de técnicas digitales que permiten la mercantilización de la vida de las personas en cada una de sus dimensiones o facetas, trabajando al nivel de las prácticas, los deseos y los afectos en la continua valorización consumo y monetización de las vidas narcisistas.

Pero podemos avanzar aún más y plantear que para el propio Narciso hay que reducir su corporeidad para hacerla prisma. En efecto, el propio cuerpo ya conlleva la alteridad, somos “otros” en nosotros mismos. Como plantea Elizabeth Grosz:

“Los cuerpos mismos en sus materialidades nunca son autopresentes cosas dadas inmediatas ciertas auto evidencias porque la corporalidad insiste en la alteridad tanto es alteridad que llevan dentro de sí, (el corazón de la psique está en el cuerpo los principios de funcionamiento del cuerpo son psicológicos y culturales) como esa alteridad que les da su propia concreción y especificidad (las alteridades que constituyen la raza el sexo la sexualidades las especificidades étnicas y culturales.)” (Grosz, 1994, p. 209) (Traducción nuestra).

De esta forma, el cuerpo prisma del Narciso se reduce a un conjunto de supuestos agenciamientos que fragmentan al cuerpo en una serie de emociones, sentimientos, capacidades, objetivables, que pueden manejarse y articularse según lo requerido. Narciso niega su propia alteridad corporal, para hacerse transparente, como así también niega toda otredad que puedan traer los otros. El narcisismo contemporáneo termina definiendo las relaciones con la propia corporeidad y con los otros, es la forma predominante que han tomado los modos de relación social.

Un cierre abierto

Nuestro intento por pensar sobre las nociones del cuerpo y las emociones en el neoliberalismo se basa en la apuesta por “sondear” parte de las condiciones actuales de vida. Stenger y Pignarre utilizan esta metáfora para pensar cuál debe ser el rol, entre otros, de la producción académica. Para dichos autores, lxs sondeadorxs se encuentran en la proa de los barcos y su mirada no se proyecta en el horizonte o rumbo de los barcos. Estos no pueden marcar los objetivos ni elegirlos. Sus preocupaciones y su responsabilidades se centran en el estar preparados para alertar sobre los lugares peligrosos donde se puede colisionar, señalar los obstáculos con los cuales se podría chocar y marcar los bancos de arena donde se puede quedar varado (Stenger y Pignarre,2018,p.39). Lxs sondeadroxs no buscan tener la razón o esperar que el futuro se las de. Pueden equivocarse (Stenger y Pignarre,2018,p.40). En última instancia lxs sondeadorxs intentan, mediante la palabra y la acción, transformar y crear nuevas formas de habitar. Formas que no están exentas del conflicto. Más bien buscan transformar las oposiciones en divergencias, rompiendo así con la unanimidad homogeneizante, frecuente en ciertos planteos que buscan analizar el presente (Stenger y Pignarre,2018,p.40).

Esta imagen nos resulta interesante por dos motivos. Por un lado, porque no busca dar con el nudo gordiano de la época actual. Si, tal como afirman Stengers y Pignarre, el capitalismo “es lo que no deja de inventar los medios de someter a sus propias exigencias aquello a lo cual se enfrenta” (Stenger y Pignarre,2018, p. 50), toda crítica que se pretenda universal indefectiblemente terminará por ser absorbida. Podemos pensar aquí, retomando lo anteriormente señalado, en cómo las críticas a la sociedad edípica, muchas de ellas cuestionadoras de lo sistémico, terminaron siendo absorbidas por el capitalismo tardío, haciendo emerger nuevas formas de poder ligadas a la libertad individual y a la autonomía. Por eso, la imagen de lxs sondeadorxs nos habilita a analizar de lo que es capaz el capitalismo más que definir qué es lo que es (Stenger y Pignarre,2018, p.57). Desde lo que es capaz, es posible pensar qué otro tipo de agenciamientos se pueden establecer

Por otra parte, la metáfora de lxs sondeadorxs nos permite esquivar algunos de los análisis actuales que parecieran caer en lo que los mismos autores denominan “alternativas infernales”. Dichas alternativas se presentan en aquellas situaciones, como por ejemplo el análisis sistémico, donde pareciera que no hay más que dos opciones. Por un lado, la idea de que solo queda resignarse. Por el otro, la denuncia que queda marcada en la impotencia, denuncia que no da ninguna salida más que la imposible sugerencia de destruir todo el sistema. Este último tipo de análisis, frecuente en ciertos circuitos académicos, mata lo político (Stenger y Pignarre,2018, p.63). Si lo político “se identifica con un teatro de deliberaciones, poderes, acciones y valores, donde la existencia común es pensada, formada y gobernada (Brown,2022, p. 72)”, las alternativas infernales anulan la potencia creadora de lo político al caer en la denuncia o caer en la inacción de que nada se puede hacer frente a una máquina que lo determina todo.

Por todo lo dicho anteriormente la propuesta de Quintana (2020) nos resulta interesante para poder crear lo novedoso. Para esta pensadora colombiana, la emancipación es posible desde una ruptura con la corporeidad imperante. Es decir, aquella que solo piensa al cuerpo como una materia a dominar/optimizar, soporte y mercancía ligadas al yo. Si, como hemos intentado presentar, el narcisismo da cuenta de una forma de vinculación social, la propuesta de Quintana implica modificar las formas de experimentar los cuerpos y, por ende, modificar las formas vinculares. Esto implicaría la inscripción corporal en otro universo de relaciones y en otros repartos sensitivos y afectivos De esta forma, la propuesta de la autora radica en habitar desde una flexibilidad corporal que produzcan otras formas de ver al mundo y de habitarlo. Flexibilidad que habilitaría un corrimiento de aquello que los cuerpos asumen que pueden, una alteración en su movilidad, de su potencia, de sus deseos y afectos (Quintana,2020,p. 35)

Las formas narcisistas que inundaron los lazos sociales han escindido a los cuerpos de aquello que pueden, de sus fuerzas y potencias al anular al otro o colocarlo solo como un medio para un fin individual. La propuesta que desarrolla Quintana nos invita a repensar la emancipación de esas formas anti-vitales de conexión social, sondeando una emancipación que suponga reconsiderar la relación entre las corporalidades y sus sujeciones para ver cómo se pueden desplegar formas de alteración de esas sujeciones, buscar prácticas singulares de las corporalidades, así como acciones colectivas que puedan tener efectos des-sujetantes y transformativos sobre las formas de regulación social (Quintana, 2020,p.36) saturadas de narcisismo.

Sondear pliegues y articulaciones corporales novedosas que habiliten otras formas de vinculación social que puedan ir tomando consistencia y preminencia. Si el cuerpo es siempre alteridad y jamás logra ser reducido a las sujeciones que propone Narciso, la alternativa se centra en ese mismo territorio: en los cuerpos que se unen y habilitan nuevas formas de sensibilidad y otras formas de experiencias compartidas. Son los vínculos que se afectan mutuamente, que habilitan el lugar para la diferencia y la opacidad, que no se reducen a lo igual, los que pueden enfrentar las fuerzas confortablemente anestesiantes de Narciso.

Bibliografía

Ahmed, S (2019) La promesa de la felicidad. Una crítica cultural al imperativo de la alegría. Caja negra. Buenos Aires.

Berardi, F (2016), Héroes asesinato masivo y suicidio. Akal. Madrid

Berardi, F. (2017) Fenomenología del fin: sensibilidad y mutación conectiva. Caja Negra.Buenos Aires.

Brown, W. (2022). En las ruinas del neoliberalismo. El ascenso de las políticas antidemocráticas en occidente. Tinta Límon. Buenos Aires

Ehrenreich, B. (2018). Causas naturales. Cómo nos matamos por vivir más. Turner. Madrid

Ehrenreich, B.(2011) Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo. Turner. Madrid.

Fisher, M (2016) Realismo capitalista. Caja Negra. Buenos Aires

Giddens, A (1995) Modernidad e identidad del yo. Ed. Península. Barcelona

Grosz, E.(1994) Volatile Bodies. Indiana University Press. Bloomington and Indianapolis.

Illouz, E & Cabanas E (2019) Happycracia. Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas. Paidos. Barcelona

Illouz, Eva (2018) El fin del amor. Ed Kratz. Madrid.

Klimczuk, A. (2012) Experts and Cultural Narcissism: Relations in the Early 21st Century, LAP LAMBERT.Academic Publishing. Saarbrücken.

Le Breton, D(2021) Antropología del cuerpo y modernidad. Prometeo. Buenos Aires.

M. Wolfenstein (1955) Fun Morality: An Analysis of Recent Texts in American Children's Training Literature, en Mead, Margaret, Childhood in contemporary cultures. Publisher University of Chicago Press. Chicago.

Marzano, M (2011). Programados para triunfar. Nuevo capitalismo, gestión empresarial y vida privada. Tusquets. Buenos Aires.

Namian, D. Kirouac, L. (2015) Narcissisme, estime de soi et société. Un miracle sociologique de dépathologisation d’une tragédie controversée. En Socioologie Volumen 6, Número 3.

Orsina, G. (2018) La democrazia del narcisismo.Breve storia dell’antipolitica. Roma.Ed.Marsilio.

Quintana, L. (2020) Política de los cuerpos.Herder. Barcelona

Quintana, L. (2021) Rabia. Afectos, violencia, inmunidad. Herder. Barcelona

Riesman, D. Glazer, N. y Denney, R.(2020).The Lonely Crowd. A Study of the Changing American Character.Yale University Press. United States of America.

Rose, N (2019) La invención del sí mismo. Poder, ética y subjetivación. Pólvora editorial. Santiago de Chile.

Sadin, E. (2022) La era del individuo tirano. Caja Negra. Buenos Aires.

Sennett, R. (1978) El declive del hombre público. Ed. Península. Barcelona.

Stengers I. & Pignarre, P. (2018) La brujería capitalista. Hekht. Buenos Aires.

Stiegler, B (2023) Hay que adaptarse: tras un nuevo imperativo político. Ediciones La Cebra. Buenos Aires.

Notas

[1] Profesor de Filosofía (universidad de Morón) Docente de la materia Introducción a la problemática del mundo contemporáneo(UNTREF) y coordinador de la materia del curso de ingreso Problemáticas antropológicas contemporáneas (UNTREF)
[2] Profesor y licenciado en Historia(UNTREF) Docente de la materia Introducción a la problemática del mundo contemporáneo(UNTREF) y co-coordinador de la materia del curso de ingreso Problemáticas antropológicas contemporáneas (UNTREF)
[3] Las primeras menciones y “fuentes originales” son : Conón, en el siglo I A.C. en la XXIV de sus "Narraciones". Ovidio en el libro III de su "Metamorfosis"(se publica en el año 8 A C) Pausanias en el siglo II D.C. menciona el mito en Descripción de Grecia. Y por último mencionaremos a Plinio, en su Historia natural tomo XXI. Durante el primer siglo de nuestra era.
[4] Es interesante mencionar que, desde la década de 1980 hasta la actualidad, se realiza a los estudiantes universitarios norteamericanos un test de narcisismo. (NPI por sus siglas en inglés) en base a un formulario de 40 preguntas. Puede consultarse el test en https://www.idrlabs.com/es/narcisismo/test.php.
[5] En este sentido son interesantes todas las discusiones para quitar al narcisismo como patología psíquica en “vísperas de la publicación del DSM-V (mayo de 2013) (Namian, Kirouac, 2015, p.3)
[6] En esta misma línea pueden sumarse los planteos de M. Recalcati (2011) sobre el modelo escolar de la misma época, caracterizado también con edípico, donde la figura de autoridad está dada por una alianza entre docentes y padres.
[ ------------------------------------ INFORMACIÓN AUTOR --------------------------------------------- ] .
[ Nicolás Pablo Monpelat ], Licenciado y profesor en historia(UNTREF). Actualmente finalizando la maestría en historia(UNTREF). Coordinador de la materia Problemáticas antropológicas contemporáneas, del curso de ingreso de la UNTREF. Docente de la materia de grado, Taller de introducción a la problemática del mundo contemporáneo. Docente en escuelas medias.
[ Ignacio Testasecca ] Profesor de filosofía, cursando la maestria en Estudios y Políticas de género (Untref) Coordinador de la materia Problemáticas antropológicas contemporáneas, del curso de ingreso de la UNTREF. Docente de la materia de grado, Taller de introducción a la problemática del mundo contemporáneo. Docente en escuela media y primaria.


Buscar:
Ir a la Página
IR
Visor de artículos científicos generados a partir de XML-JATS por