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El mejor de los mundos posibles
Ángel Samuel Sánchez Aristeo
Ángel Samuel Sánchez Aristeo
El mejor de los mundos posibles
The best of all possible worlds
Revista CoPaLa. Construyendo Paz Latinoamericana, vol. 10, núm. 21, pp. 1-23, 2025
Red Construyendo Paz Latinoamericana
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Resumen: La actual devastación del planeta precisa, hoy más que ayer, tanto de la creación de estrategias, proyectos, acuerdos; cuanto de individuos, instituciones y gobiernos que, de consuno con la innovación tecnológica y científica, sean capaces de frenar la inminente debacle. No obstante, es necesario tener en cuenta, por un lado, los intereses políticos y económicos que se agitan tras cualesquiera demandas sociales; por el otro, que aún en el intercambio aparentemente pacífico de opiniones, o su materialización en instrumentos contractuales, subyace el peligro de caer en infamias supuestamente ya superadas, sobre todo cuando están de por medio recursos naturales agotables. Por esta razón, el objetivo del presente artículo es poner de manifiesto, a partir de un proceso hermenéutico, las estrategias utilizadas por las élites políticas y económicas con miras a la apropiación de los recursos, y así develar, la plétora de significados ocultos tras el antiquísimo debate sobre la biósfera. Con lo anterior se espera ver justificada la necesidad de una postura y una epistemología crítico-dialéctica, puesto que, de otra manera, nuestras exigencias, incluidas las de un saber científico y tecnológico, pueden degenerar imposiciones sobre nuestra existencia.

Palabras clave: Élites políticas y económicas, Instrumentos contractuales, Pensamiento crítico, Praxis transformadora, Recursos Naturales.

Abstract: The current devastation of the planet requires, today more than yesterday, both the creation of strategies, projects, agreements; as well as individuals, institutions and governments that, together with technological and scientific innovation, can stop the imminent debacle. However, it is necessary to consider, on the one hand, the political and economic interests that are agitated behind any social demands; on the other, that even in the apparently peaceful exchange of opinions, or their materialization in contractual instruments, there is an underlying danger of falling into infamies supposedly already overcome, especially when exhaustible natural resources are involved. For this reason, the objective of this article is to highlight, from a hermeneutical process, the strategies used by the political and economic elites with a view to the appropriation of resources, and thus unveil the plethora of hidden meanings behind the ancient debate on the biosphere. With the above, it is hoped that the need for a critical-dialectical stance and epistemology will be justified, since, otherwise, our demands, including those of scientific and technological knowledge, can degenerate impositions on our existence.

Keywords: Contractual instruments, Critical thinking; Natural resources, Political and economic elites, Transformative praxis..

Carátula del artículo

Artículos

El mejor de los mundos posibles

The best of all possible worlds

Ángel Samuel Sánchez Aristeo
Universidad Autónoma del Estado de México, México
Revista CoPaLa. Construyendo Paz Latinoamericana, vol. 10, núm. 21, pp. 1-23, 2025
Red Construyendo Paz Latinoamericana

Recepción: 25 Agosto 2024

Aprobación: 05 Noviembre 2024

Introducción

La pregunta de Cándido sobre “Si éste es el mejor de los mundos posibles ¿cómo son los otros?” (Voltaire, 2018, p. 212) no sólo es mofa de la fórmula leibniziana; este dardo volteriano, como la mayoría de ellos, al tiempo que ofrece una característica mezcla de ironía e indignación, es capaz de compeler al pensamiento y aguijonear la praxis, que la actual devastación del planeta ha menester. En efecto, el apremio que ejercen los problemas no resueltos en cuanto a biodiversidad y servicios ecosistémicos se refiere, precisa estrategias, acciones, políticas públicas (tanto a nivel micro, como macro) que gestionen su cuidado y, al tiempo, impidan su destrucción. De igual manera, reclama métodos, procesos, innovación tecnológica y científica que contengan y/o retrasen la catástrofe, y, para ello, se presupone la voluntad colectiva: la cooperación de individuos, instituciones y gobiernos.

Los recursos y la biodiversidad ya extinta ilustran de manera inminente, el peligro de tomar decisiones demasiado tarde, y que, además, estas no produzcan las intervenciones debidas. En el marco de estas consecuencias, es necesario poner en la mesa, en primer lugar y antes que nada ¿hasta qué punto tales pretensiones son el medio adecuado para hacer factible dicho objetivo? Esto a contraluz de las políticas unilaterales que ante tales circunstancias adoptan las élites políticas y económicas. Baste recordar la estrategia norteamericana que, ante la creciente escasez de petróleo, desplegó la más brutal “doctrina Carter”, no para el cuidado del recurso, sino para el control de este, y que ésta sólo se intensificó con la llegada de B. Obama al poder.

Por lo anterior se anticipaba que aún el intercambio pacífico de opiniones puede degenerar fácilmente en imposiciones sobre nuestra existencia; en la aprobación de medidas “legales” que restringen, mejor, que suspenden las garantías individuales; que si éstas inquietudes estratégicas son abordadas de una manera acrítica, las medidas empleadas contra la crisis de los recursos pueden advenir medidas contra la humanidad, contra sus derechos fundamentales, y de consuno con ellas, la justificación para todo tipo de tropelías, como invadir países o imponer estados de excepción de facto. Así, antes de erradicar al planeta, y so pretexto del control de las áreas cruciales que dan acceso a los recursos, el hombre terminará por aniquilar al hombre mismo.

En segundo lugar, habrá que tener en cuenta, que el saber científico, la tan deseada innovación tecnológica en cuanto al tratamiento de los recursos naturales, ha corrido parejas con el desarrollo del capitalismo, con la aceleración de las fuerzas productivas, el producir por producir y, con ello, la depredación del planeta y de toda forma de vida. En efecto, la condición de posibilidad del capitalismo, su expansión, así como su dominio, ha sido posible gracias al saber empírico-analítico; este conocimiento (aun teniendo en cuanta las “ventajas” que acarrea), de la manera que es empleado por el modo de producción dominante, se ha vuelto él mismo la expresión del problema, pues no sólo interviene en el desarrollo y perpetuación del capital, sino que impone su dominio a los demás ámbitos de la vida. Bajo esta perspectiva, la ciencia no es neutral, sino que obedece a intereses y, por ende, viene cargada de un contenido normativo, que también es preciso dilucidar.

En suma, el punto estructural, central, en que convergen estos dos problemas, es la manera en que se produce actualmente, específicamente: la producción (en escala ampliada) capitalista; pero su abordaje es por lo regular circunscrito dentro de sus mismos parámetros y leyes, por lo que se convierte en una aporía la simple pretensión de ir más allá de tales márgenes. No obstante, a lo que se pretende llegar, es al hecho de que tales problemas son puestos fuera del debate público, es decir, quedan circunscritos únicamente a los representantes políticos, mientras que los sujetos despolitizados ignoran las políticas de entrega, intervención, negociación, y saqueo de los recursos.

Por ello la necesidad de la politización del sujeto, así como de una postura epistemológica crítica, a fin de abordar lo que realmente produce la explotación desmedida de los recursos, aunque también, para quitar el aderezo ideológico que subyace tras cada acuerdo, tras cada propuesta que, en lugar de frenar la devastación, la perpetua, y, sobre todo, que es susceptible de degenerar en políticas de dominación y control sobre la propia existencia. Empero, y más importante aún, es la condición de posibilidad de que los sujetos puedan comenzar a tomar partido tanto de su propia existencia, cuanto de las condiciones en las que viven, y cómo se van modificando, ya que “No logramos cambiar el mundo, pero lo estamos entregando todavía más maltrecho…” (Arbeláez, 2013, p. 15)

Instrumentos contractuales, y la guerra por la apropiación de recursos.

Quizá las acuciantes imágenes de Yugoslavia, Kuwait, Santo Domingo, etc., parezcan radicalmente desvinculadas del colapso de la biodiversidad, la capa de ozono, el hambre o la reducción de la vida marítima. Esta divergencia pudiese también ser constatable en el Quadrennial Defense Review Report, emitido por el Pentágono tras los atentados del 11 de septiembre, en el que estimó decisivo “controlar las áreas cruciales”, que son las que hacen posible “el acceso a los mercados y a los recursos estratégicos clave”. (Gordillo, 2008, p. 31). Discordante también pudiese ser el arribo de 20 000 efectivos de la armada Norteamérica a Haití, tras el lamentable terremoto en 2010; estas tropas, sumadas a las de la ONU (12 500 efectivos aprox.) que ya se encontraban en el país, tenían la misión de asegurar el aeropuerto, el puerto marítimo, e interceptar en el mar a los haitianos para repatriarlos, o bien, encarcelarlos, ya sea en Guantánamo, Cuba, o en el Centro de Procesamiento de Krome, Florida.

Sirvan de momento estos lacónicos ejemplos, para indicar el punto en que las divergencias convergen: los recursos naturales y la intervención estadounidense en momentos coyunturales. Ahora, subsiguiendo con Haití: hoy es una de las naciones más pobres del hemisferio occidental; este país, aparte del dominio colonial español, o de la intervención francesa y canadiense, se ha hecho acreedora de la mayoría de las modalidades con las que Estados Unidos, a través de la fuerza, impone su supremacía a nivel global: “ayuda humanitaria”; intervención política, económica y militar; apoyo a golpes de Estado; instauración de “democracias”; subvenciones; subsidios a las exportaciones; apoyo para la creación de policías secretas y paramilitares; préstamos condicionados; inversión y condonación de capital, entre otros.

Y es que Haití no es para Estados Unidos lo que era para Hegel: la clave para el despliegue de la libertad, o el lugar que, según (Buck-Morss, 2013) sirvió a la conceptualización y materialización de la Fenomenología del Espíritu, sino un trampolín para futuras intervenciones en la Cuenca del Caribe; un lugar estratégico para la imposición del programa capitalista; así como para reafirmar su dominio ante países como Venezuela, Rusia y China. De los muchos Instrumentos Contractuales que han permitido la intervención norteamericana en Haití, destacan: la Iniciativa de la Cuenca del Caribe (del presidente Reagan), la Iniciativa de Seguridad de la Cuenca del Caribe (con la que se combate el tráfico de drogas), el Plan de Respuesta a Situaciones de Crisis en Haití, o el Plan Collier, que establece la inversión en la industria turística, en fábricas y talleres clandestinos, así como en vastas plantaciones de mango orientadas a la exportación. Este documento es por lo demás claro, respecto a la consecución de medios y fines:

Debido a su pobreza y a un mercado laboral relativamente desregulado, Haití tiene costos laborales que son totalmente competitivos con los de China, que es el punto de referencia mundial. La mano de obra haitiana no sólo es barata, sino que es de buena calidad. De hecho, como la industria textil solía ser mucho más grande que ahora, hay una reserva sustancial de mano de obra experimentada. (Collier, 2009, p. 6) [1]

Desde la iniciativa de la Cuenca del Caribe, Estados Unidos ha intervenido política, represiva y económicamente en Haití; apoyó, por ejemplo, la dictadura de Jean-Claude Duvalier, bajo la cual se aperturó el mercado haitiano al extranjero y se subsidiaron las exportaciones agroindustriales estadounidenses de arroz y trigo. Con estos subsidios, los campesinos haitianos no podían competir, por lo que la economía rural se derrumbaría gradualmente. (Smith, 2010) Para mantener la dictadura, evitar revueltas y sembrar el terror entre los haitianos, Estados Unidos apoyó la creación de los Tonton Macuotes, una policía secreta y paramilitar que gozaba de impunidad gubernamental y reprimía los movimientos sociales. Al tiempo, se creaba una gran cadena hotelera (en la que los Clinton, pasarían su luna de miel), y se llevaba a cabo una deforestación masiva, así como la destrucción del suelo ya agotado de Haití.

No es ninguna casualidad pues, que Haití se encuentre en tal nivel de pauperización y que tenga un nulo margen para revertirlo; ello sólo sería posible a través de un plan de desarrollo sostenible que beneficie a sus ciudadanos, o de una fuerte inversión de dinero para poder ser autosuficiente; pero, evidentemente, tal autosuficiencia iría en contra de la política estadounidense (que controla el mercado alimentario internacional con sus cultivos subsidiados), y ya sólo se podría esperar, desde el bloqueo o sanciones económicas, la elevación de los impuestos, e inclusive una fuerte represión por parte de la ONU, tal como ocurrió con los escuadrones de la muerte, en los movimientos sociales dirigidos por Jean-Bentran Aristide en 1988.

La historia de Haití parezca quizá alejada de “nuestra realidad”; no obstante, espeja el futuro de los países que aun cuentan con reservas de biósfera, recursos naturales o que tienen algún tipo de instrumento contractual, por ejemplo, el que celebra el Departamento de Defensa (DOD) de Estados Unidos, con 96 asociaciones y 106 países socios a lo largo y a lo ancho del globo:


Figura 1.
Países inscritos en el Programa de Asociación Estatal del Departamento de Defensa.
State Partnership Program (DOD, 2024)

Este Instrumento vincula a las fuerzas armadas y de seguridad de casi la mitad de las naciones del mundo para promover “la paz” y “la seguridad”. Según el (DOD, 2024) , en 1993 sólo eran 13 asociaciones, y para agosto de 2024, el programa creció hasta 93 asociaciones y 106 naciones participantes. Este programa tiene como objetivo: apoyar los comandos de combate, las embajadas de los EE. UU. y los objetivos de las naciones amigas; desarrollar la capacidad de defensa; aumentar la preparación de las fuerzas de EE. UU y sus socios, para enfrentar los desafíos emergentes y fomentar las relaciones personales e instituciones duraderas. De acuerdo con DOD, el programa pretende intercambios; visitas de familiarización; entrenamiento y ejercicios cooperativos; respuesta a desastres y emergencias; desarrollo de oficiales y suboficiales; ciberdefensa; tácticas de infantería y contraterrorismo. (DOD, 2024)

Es evidente en más de un sentido, que el Programa no es más que otra versión de la United States Army School of the Americas o popularmente conocida como Escuela de las Américas; en este punto, el lector de estas líneas recordará que la escuela adiestraba a las fuerzas especiales latinoamericanas en técnicas y tácticas de guerra y contrainsurgencia, y acorde a los intereses e ideología estadounidense. Cabe mencionar que los egresados de esta escuela torturaron, violaron, asesinaron, desaparecieron y masacraron a civiles de toda Latinoamérica, pues eran intermediarios entre el gobierno de su país y el gobierno de Estados Unidos. En México, la triada estaba representada de la siguiente manera: por parte de Norteamérica: George W. Bush; de México: Felipe Calderón; intermediarios: Los Zetas.

Ciertamente, a partir de los cables filtrados por Wikileaks, (Hernández M. , 2019) documenta que la guerra contra el narcotráfico encabezada por el expresidente mexicano Felipe Calderón “sólo apareció después de su encuentro con George W. Bush”; que esta reunión se produjo porque el primero pidió apoyo político al segundo, toda vez que llegó a la presidencia, en 2006, en la “posición más débil posible políticamente” (p. 19). Dicha posición obedecía a que su contrincante, el luego presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), había declarado fraude electoral; desde luego que Bush entendía el problema, pues él mismo, en su contienda con Al Gore, puso en duda la legitimidad del proceso electoral estadounidense.

De este encuentro se produjo la Iniciativa Mérida, con la cual F. Calderón le declaraba la guerra al narcotráfico y a los narcotraficantes[2], y desplegaba a los Aparatos Represivos de todos los niveles de gobierno por toda la República Mexicana; fue en esta coyuntura política que surgió el sanguinario grupo delictivo denominado “los Zetas”, conformados, principalmente, por exmilitares desertores de las fuerzas especiales del Ejército Mexicano[3], y formados —como ya se indicó— en la Escuela de las Américas. Mediante el secuestro, desaparición y matanza de civiles, los Zetas sembraron el terror en la costa del Golfo de México, costa en la que, hasta hoy, se lleva a cabo el fracking ¿es acaso una coincidencia, cuestiona (Hernández M. , 2019), que la empresa que principalmente realizará el fracking sea Halliburton? Halliburton es la empresa presidida por Dick Cheney, quien fue Secretario de la Defensa para George Bush padre, y luego Vicepresidente bajo el mandato de George W. Bush, quien desde muy joven fue petrolero en Texas.

De manera que los Zetas, según (Hernández M. , 2019), sembraban el terror para exterminar cualquier oposición donde se practicara el fracking, y hoy que la Reforma Energética ha sido aprobada, los Zetas no han desaparecido —como se podría esperar—, sino que se han fragmentado en varios cárteles y controlan la migración hacia Estados Unidos. Actualmente, los fragmentos de este Cártel, junto con otros muchos como La familia Michoacana o el CJNG (Cártel Jalisco Nueva generación), mantienen en zozobra al país y asedian a la ciudadanía mediante las tácticas ya mencionadas. Estos grupos delictivos obtienen grandes sumas de dinero no sólo del trasiego de drogas, sino de la deforestación de los bosques y las selvas mexicanas, además de la apropiación de la producción de los campesinos (principalmente de aguacate y limón) que exportan a Estados Unidos. No hace falta mencionar que, en sus disputas, en la apropiación y defensas de sus territorios, van destruyendo los recursos naturales y los servicios ecosistémicos, sin que alguien pueda hacerles frente.

La cooperación del Estado con los grupos criminales en México es cada vez más evidente y descarada; en fecha relativamente reciente (2014) integrantes del grupo delictivo Guerreros Unidos, secuestraron y desaparecieron a 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos en Iguala, Guerrero. De las tantas autoridades implicadas en estos terribles hechos, se mencionó a Omar García Harfuch, entonces comisario de la División Gendarmería, de la antes llamada Policía Federal (PF). (Hernández A. , 2021) ha expuesto indicios testimoniales y documentales que lo implican en la corrupción de la Policía, así como en el ataque y desaparición de los estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa. Harfuch ha insistido en que el día que ocurrieron los hechos él se encontraba en Michoacán; esa es la prueba —según él— que lo deslinda de cualquier participación en el caso Ayotzinapa, y lo comprueba con un oficio enviado a Manelich Castilla Cravioto (entonces titular de la División de Gendarmería), fechado el 6 de septiembre de 2014, en el cual le notifica que por "instrucción superior” iría a Michoacán a apoyar a la División de Gendarmería. No obstante A. Hernández inca el diente y, muy acertadamente, menciona que la comisión habría tenido que ser girada por un superior de García Harfuch a Castilla Cravioto.

Sin embargo, desde que ocurrieron los hechos, se ha omitido investigarlo; antes, al contrario, su carrea ha ido en ascenso: García Harfuch es nieto del general Marcelino García Barragán, quien fue gobernador de Jalisco y secretario de la Defensa Nacional (1964-1970); es hijo de Javier García Paniagua, extitular de la Dirección Federal de Seguridad y exdirigente del Partido Revolucionario Institucional (PRI); en el sexenio de Felipe Calderón fungió como jefe de departamento en la entonces Policía Federal Preventiva de la Secretaría de Seguridad Pública; en el sexenio de Enrique Peña Nieto fue mando superior de la Base de la PF en Iguala, Guerrero; en el sexenio de AMLO fue secretario de Seguridad y Protección Ciudadana en la Ciudad de México gobernada por Claudia Sheinbaum; actualmente, como presidente de México, Claudia Sheinbaum lo ha designado Secretario de Seguridad; antes de ser designado Secretario de Seguridad del País, Harfuch manifestó sus aspiraciones a Senador y a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.

Cabe mencionar que dentro de los planes de Claudia Sheinbaum y Omar García Harfuch para este sexenio 2024-2030, en cuanto a seguridad, es el consolidar la Guardia Nacional, una policía a nivel federal, la cual, los presidentes mexicanos en su respectivo mandato, sólo han cambiado de nombre: Vicente Fox la denominó Agencia Federal de Investigación (AFI); Felipe Calderón: Policía Federal (PF); Enrique Peña creó una división más dentro de la (PF) llamada Gendarmería Nacional; Andrés Manuel López Obrador la convirtió en Guardia Nacional, proyecto que, como ya se indicó, será retomado por Sheinbaum y García Harfuch.

Como se observa, la política rancia y represiva de otrora, impregna por completo a la actual. Por otro lado, la periodista A. Hernández no ha dejado de puntualizar vínculos entre Gobiernos y grupos criminales; recientemente refirió el financiamiento electoral por parte del Cártel de Sinaloa, al expresidente AMLO:

… en las tres campañas presidenciales de Andrés Manuel López Obrador (2006, 2012 y 2018) hubo apoyo económico u operativo del Cártel de Sinaloa, con el conocimiento del ahora presidente, quien incluso habría estado presente en al menos una entrega de dinero. (Hernández A. , 2024, p. 19)

En el sexenio del entonces presidente Felipe Calderón, A. Hernández denuncio los vínculos entre Genaro García Luna (entonces titular de la Secretaría de Seguridad Pública) con el mismo Cártel de Sinaloa; hoy, el tiempo le da la razón, pues García Luna acaba de ser sentenciado a 38 años de prisión por cargos de narcotráfico y vínculos con la delincuencia organizada. Estos vínculos revisten especial interés, ya que se advierte la participación de los Cárteles en la política mexicana: a fuerza de dinero o violencia, imponen candidatos o desaparecen a los contrincantes. En octubre de 2024 asesinaron y decapitaron al alcalde de Chilpancingo, Alejandro Arcos; tenía seis días en el cargo y, de acuerdo con el diario (El Financiero, 2024), había exigido al gobierno (tras el asesinato de Francisco Tapia, quien era secretario general del ayuntamiento de dicha entidad), seguridad para desempeñar sus funciones. Sin embargo, García Harfuch se limitó a decir en conferencia que no había hecho tal solicitud, cuando la cuestión estribaba en los asesinatos.

Pero el anterior es sólo un ejemplo de la múltiple intervención de los grupos criminales en la política mexicana, ya que al menos 36 casos de candidatos asesinados, ha reportado el medio digital (Animal Político, 2024), únicamente en el proceso electoral 2023-2024. Cabe hacer mención que, durante el sexenio de AMLO, y, bajo el lema “abrazos no balazos”, se dejó operar impunemente a los grupos delictivos, principalmente al Cártel de Sinaloa. Hoy el país se encuentra sometido por estas organizaciones criminales y cualquier cuestionamiento en relación con las decisiones tomadas por este expresidente (p. ej., la devastación de acuíferos, selva, cenotes y hábitats, que se produjo con la implementación del tren maya en Campeche, Mérida y Cancún), es ignorado o tergiversado como un ataque directo a su gobierno, por personas que buscaban mantener los privilegios que en otros gobiernos gozaban.

De esta manera el expresidente nunca se sintió interpelado, pues en realidad durante su sexenio se rompió radicalmente el diálogo, y lo que prevaleció fue el poder político. Sin embargo, la actitud de este expresidente mexicano es similar al de la mayoría de los dirigentes políticos, quienes se empeñan en hacer creer a los ciudadanos que representan, que bajo su cetro y su espada no hay nada que pudiese ser cambiado, tal como maese Pangloss enseñaba:

Esta demostrado, decía, que las cosas no pueden ser de otro modo: porque, estando hecho todo para un fin, todo está hecho necesariamente para el mejor fin. Observad que las narices han sido hechas para llevar antiparras, por eso tenemos antiparras. Las piernas están visiblemente instituidas para ser calzadas, y por eso tenemos calzas. Las piedras han sido formadas para ser talladas, y para hacer castillos con ellas, por eso monseñor tiene un bellísimo castillo; el mayor barón de la provincia debe ser el que mejor alojado esté; y, estando hechos los cerdos para ser comidos, nosotros comemos puerco todo el año. Por consiguiente, quienes han enunciado que todo está bien, han dicho una tontería; habría que decir que todo está lo mejor posible. (Voltaire, 2018, p. 200 y 201)

Es patente que, para controlar a un país, no es preciso ocuparlo militarmente, sino subrepticiamente intervenir en la política y la economía; apoyar dictaduras (Duvalier) o “democracias” (Calderón), crear policías secretas o militares (Tonton Macuotes), inclusive grupos criminales (Zetas). El mundo se encuentra asediado pues, por el modo de producción, por el narcotráfico, por el Estado y, sobre todo, por la supremacía norteamericana. La intervención extranjera es el reverso de la moneda del país del Tío Sam, y ni el Consejo de Seguridad, ni las Naciones Unidas, ni los gobiernos de la Unión Europea, ni nadie, ha podido impedir que Estados Unidos viole el Principio de Soberanía del Orden Internacional; que expanda su proyecto imperialista y su “democracia”, o que se apropie de los Recursos Naturales.

Ciencia, Técnica y Capitalismo

El objeto del capitalismo es la creación de plusvalía, a partir de la producción de mercancías que satisfacen necesidades; poco importa “La naturaleza de estas necesidades, el que broten por ejemplo del estómago o la fantasía.” (Marx, 2019, p. 14) Esta producción doble se da a partir de medios de producción y su transformación bajo la fuerza de trabajo, es decir, del factor material y personal. No obstante, en este punto las fuerzas productivas ya debieron alcanzar un desarrollo tal, como para que el capitalista pueda encontrar estos dos factores en “dos mercados completamente distintos”: el “mercado de las mercancías” y “el mercado de trabajo”. (Marx, 2017, p. 30) Un mayor margen de plusvalía se da con la institucionalización del progreso científico y tecnológico, ya que éste permite acelerar las fuerzas productivas.

La misma competencia entre capitalistas espolea el perfeccionamiento de la maquinaria, pues en caso contrario, produciría menos que su competencia, o requeriría mayor fuerza de trabajo. Aquí se puede observar que la eficiencia de la máquina, o su productividad, se mide en relación con el grado de la fuerza de trabajo que pueda suplir, incluidas las pericias personales (el desarrollo muscular, la mirada certera, el virtuosismo manual, etc.). Así, la ciencia coadyuva a que la maquinaria y el proceso productivo sea llevado a su máxima tensión, y se valla desliendo tanto de la mano de obra, cuanto, de la base técnica de la producción artesanal, el trabajo en la manufactura e inclusive la industria casera.

Sin embargo, este perfeccionamiento que se ha aludido no precisa cualquier método o forma de conocimiento, sino, específicamente, del empírico:

Toda vez que el objeto de interés del capitalismo es el control y dominio de la naturaleza (en todas sus formas), ha menester una visión utilitaria, mecanicista, y una explicación causal -Erklären- de los hechos empíricos. Es en la postura Empírico-Analítica, es decir, en el Método Científico, que el capitalismo encuentra su autenticidad: su esquema nomológico-deductivo posibilita la incorporación de instrumentos, técnicas y procedimientos que constituyen, en suma, una tecnología, en el sentido saber aplicado. (Sánchez y Zarza, 2022, p. 121)

Cabe mencionar que, bajo este saber práctico, el desarrollo de las fuerzas productivas no corre en paralelo; mientras la maquinaria, por un lado, se perfecciona, la fuerza de trabajo, por el otro, es decir, el factor personal, humano (al quedar reducido a la misma actividad, al mismo detalle, siempre) va perdiendo humanidad: primero al quedar convertido en mercancía disponible en el mercado, y luego como apéndice de la máquina, hasta cosificarse totalmente como maquinaria (o parte de ella). Es por esto por lo que Marx puntualizó que la conservación y la reproducción del trabajador, vendrían a formar parte del mantenimiento del capital mismo, pues en tales casos: “se suministra medios de vida simplemente para mantener su fuerza de trabajo en marcha, lo mismo que se suministra carbón y agua a la máquina de vapor o se engrasa la rueda para que funcione”. (Marx, 2019, pp. 509-510)

En suma, la competencia, el perfeccionamiento y la aceleración del proceso productivo aumenta la demanda de maquinaria cada vez más eficiente y con ello se acentúa la división del trabajo entre quien construye máquinas y quien las opera. Por otro lado, con la intensificación de la maquinaria, así como de la fuerza de trabajo más allá de los límites naturales, y sin otro propósito que la creación de plusvalía, es que comienza la depredación del planeta: la explotación irracional, el producir por producir, y la perturbación para siempre del metabolismo entre el hombre y la tierra, pues se produce no para la satisfacción de las necesidades humanas, sino para la satisfacción del mercado.

De hecho, con la llegada de la Revolución Industrial comenzó la irrupción de la simbiosis que había entre el campesino y la tierra, pues se coartó el retorno al suelo nutricional, los elementos extraídos de él en formas de medios de alimentación y vestido, entorpeciendo así lo que constituía la eterna condición natural, que aseguraba la pervivencia, tanto del hombre, como del planeta: “Todo progreso alcanzado por la agricultura capitalista consiste simplemente en un avance del arte de desfalcar al trabajador, desfalcando al mismo tiempo a la tierra”. (Marx, 2019, p. 451) Aquí se ve que el problema no es momentáneo, una crisis o una etapa, sino una forma permanente; que mientras se encuentren tales disposiciones, habrá las conocidas consecuencias.

No exageraba Marx cuando decía que era un problema de vida o muerte el sustituir la monstruosidad que genera las cambiantes condiciones existentes, pues todo progreso encaminado a fomentar la productividad significa conjuntamente, la devastación de todo lo que genera riqueza. Bajo esta perspectiva, la producción capitalista es totalitaria pues con la producción en escala ampliada se consume progresivamente más; en consecuencia, cuanto más rápido proyecta su desarrollo un país o nación, más rápido es el proceso de destrucción de esta. El milagro económico pues, lleva consigo la impronta de la devastación del planeta y de toda forma de vida; así, “la pobreza constituye la condición de posibilidad de la riqueza a todo nivel y en todo sentido” (Spinelli, 2024, p. 3).

La conjunción entre capitalismo y saber científico se convierte en una racionalidad circunscrita a la producción, el consumo, la distribución, el dominio, la acumulación y valorización del capital; esta combinación mina a un tiempo “las fuentes de que mana toda riqueza: la tierra y el trabajador”. (Marx, 2019, p. 452). Su remoción es más que necesaria pues las catastróficas guerras mundiales tienen sus raíces en esta copertenencia. Empero, conviene aclarar que lo que ya no se puede tolerar, es lo que lleva a la destrucción de todo tipo de vida; y en este punto se suscribe la tesis de (Meschonnic, 2017) en cuanto al uso político de la ciencia, que él lo interpreta en términos de modernidad:

Pero no es el fracaso de la modernidad como progreso técnico, aplicación de descubrimientos científicos (medicina y cirugía, técnicas de comunicación). Es un fracaso político, es decir un fracaso de la vida moral y de la vida a secas, por los progresos de las técnicas de destrucción y la industria de la muerte en el siglo XX. (p. 28)

Se advierte pues el peligro de reclamar que la ciencia (experimental) —bajo la modalidad capitalista— contenga la devastación, pues una vez subordinados tanto los hombres, como los problemas, al saber empírico, unos y otros quedan a merced del capital, para replegarse inmediatamente sobre los demás ámbitos (culturales, políticos, históricos, p. ej.), en forma de técnicas de destrucción e industria de la muerte:

La primera manera como la ciencia natural moderna produce cambios históricos que son a la vez direccionales y universales es por la competencia militar. La universalidad de la ciencia proporciona la base para la unificación global de la humanidad, en primer lugar debido a la preponderancia del conflicto y la guerra en el sistema internacional… La posibilidad de la guerra es una gran fuerza a favor de la racionalización de las sociedades y de la creación de estructuras sociales uniformes a través de las culturas. (Fukuyama, 1992, p. 118)

La conjunción entre capitalismo y saber empírico homogeniza, adapta a la racionalidad imperante, a la razón instrumental, así como a las necesidades del mercado y de la guerra. Lo que no capitula, tiene que ser proscrito. Habida cuenta del punto anterior, la ciencia no es neutral, pues existe el monopolio del conocimiento que pertenece a las Élites Políticas y Económicas, a través del cual imponen su interés sobre los demás; ya que estas tienen primacía sobre los que no detentan el poder y el saber:

Los individuos que forman la clase dominante tienen también, entre otras cosas, la conciencia de ello y piensan a tono con ello; por eso en cuanto dominan como clase y en cuanto determinan todo el ámbito de una época histórica, se comprende de suyo que lo hagan en toda su extensión… (Marx y Engels, 2018, p. 39)

En otras palabras, o, como lo dijo magistralmente (Adorno, 2004): “La teoría quiere fijar lo que secretamente sostiene el engranaje” (p. 183), de ahí que cuando la ciencia no participa de la producción de plusvalía o de la racionalidad capitalista, más bien estorba (como las investigaciones de A. Hernández, que son refutadas por falta de “cientificidad”). Y, si no se ha interrumpido la devastación del planeta, más bien obedece a los encontrados intereses de las élites; así, por ejemplo, (Bush, 2006) en su discurso sobre el Estado de la Unión de 2006, señalaba la necesidad de investigar sobre fuentes de energía alternativas, incluso destinó 10 000 millones de dólares a tal propósito; no obstante, se sabe que prefirió el terror y la hecatombe afgana e iraquí.

Compárese los 10 000 millones de dólares que en 2007 Bush dedicó a esta investigación, o los 100 millones que prometió Obama a Haití, tras el terremoto, con los 534 000 millones de dólares que el mismo Obama presupuestó al Pentágono en su llegada a la presidencia (Vattimo y Zavala, 2012, p. 69), o los 3 billones de dólares que Estados Unidos habrá gastado sólo en la guerra contra Irak (Smith, 2010), y se distinguirá fácilmente la naturaleza y los intereses reales de las élites mundiales; que éstas se encuentran, unas junto a las otras, con idénticas pretensiones; que cada una quiere imponer su propia ley; y que aspiran a restaurar o mantener su propia supremacía, así como la subordinación del otro, mediante el acaparamiento de todo aquello que genere riqueza y poder.

Se hace patente la necesidad de otro saber y otro tipo de praxis que permita la toma de conciencia y politización del sujeto, en aras de mantener abierto y presente el mundo histórico y humano; que avive la protesta e ilustre críticamente, y, sobre todo, que apueste por la vida, en todas sus manifestaciones. El gran pensador E. Fromm era consciente y consecuente con esto; tenía una visión clara de lo que venía y apoyó la campaña presidencial de McCarthy, “con la esperanza de que Estados Unidos cambiara de rumbo” (Fromm, 2014, p. 7). El autor de El miedo a la libertad, a partir de las protestas de los ciudadanos norteamericanos contra la guerra de Vietnam, dedujo que la esperanza y la determinación hacia la vida —y no hacia la muerte— seguían en pie. Así, en su prefacio a La revolución de la esperanza apuntaba lo siguiente:

La reacción de muchos hogares ante los peligros resultantes del desequilibrio ecológico es otro signo de que él interés por la vida es aún poderoso entre una gran parte del público norteamericano... Sólo percatándonos plenamente del peligro que corre la vida puede este potencial ser puesto en marcha y llevar así a cabo modificaciones drásticas en nuestra forma de organizar a la sociedad. (Fromm, 2014, p. 7 y 8)

Para escarnio de Fromm, ganó Nixon la presidencia y continuó la guerra de Vietnam; después llegó al poder Carter, luego Reagan, posteriormente Busch (padre)… Cuánta razón tenía (Voltaire, 2018) cuando le hizo decir a Cándido que, el Universo sigue siendo una inmensa disputa de bandidos abandonado a su suerte.

Conclusiones

La producción mundial está destinada a crecer y, con ella, el máximo consumo de recursos; va de suyo la destrucción de los servicios ecosistémicos, el colapso de la biodiversidad, el aumento de la huella de carbono, el acaparamiento de las áreas naturales, entre otras. A medida que escasean los recursos, se emplea cada vez más la fuerza en el extranjero, por lo que es de esperar que las potencias mundiales, desplieguen sus fuerzas armadas para circunscribir su accionar futuro en los países con recursos naturales, por lo que toda Latinoamérica estaría en la mira de ser “ayudada” a imponer una estabilidad política, que permita la explotación “racional” de los mismos. En esta encrucijada se bifurcan los caminos: el primero hacia la inminente destrucción termonuclear; el segundo, hacia la toma de conciencia y politización de los sujetos.

Esta segunda es impostergable, y exige poner en el centro del debate público la crisis ecológica, la protección de los recursos y de la vida en todas sus manifestaciones, ya que actualmente los gobiernos, las “democracias”, si no la consideran cuestión de Estado, simplemente es soslayada, es decir, queda fuera de la discusión pública, pues no hay ninguna exigencia o interpelación por parte de los sujetos despolitizados. De esta manera la política se realiza a voluntad del poder, aludiendo a que es voluntad del pueblo, cuando en realidad se maniobra independientemente de éste; independientemente de quien afecta directamente.

Por todos los medios de que se disponga (redes sociales, Universidad, autonomía cultural, entre otros) se debe hacer que los políticos sitúen en el centro del debate público el tema de la guerra por la apropiación de recursos que se viene; de tal manera que ganar o perder elecciones dependa de la toma de partido, pues ya se sabe que los dirigentes políticos no tienen empacho en vender o intercambiar lo que no les pertenece; pero, si hay algo que les importa más que cualquier otra cosa, es mantenerse en el poder. Sólo de esta manera se puede hacer que la población comience a determinar el contenido de las decisiones políticas que impactan su existencia, y en este preciso punto, habría que suscribir la máxima de Crates, que recomendaba estudiar filosofía hasta que considerásemos a los generales como meros conductores de asnos. (Branham y Goulet-Cazé, 2000, p. 23)

Queda mucho por aprehender de Haití; esta nación, tras todas las embestidas coloniales y las vejaciones imperiales, no claudica ante el dominio, se mantiene hasta hoy, en pie y en lucha. A fin de cuentas, no se puede silenciar que los esclavos haitianos llegaron a ser conscientes de las intolerables condiciones de existencia, y derrocaron exitosamente a sus amos en Saint-Domingue, estableciendo un Estado constitucional y aboliendo la esclavitud. Bajo esta premisa, no se equivocó (Buck-Morss, 2013) al postular que, para Hegel, la insurgencia haitiana era una manifestación de la libertad universal, cuya realización era el sentido mismo de la historia. (p. 162)

Se debe tener bastante claro que las élites políticas y económicas nunca emprenden acciones militares o pactan instrumentos contractuales por motivos humanitarios, sino que utilizan los medios de que disponen, como la política, la ciencia, o los instrumentos contractuales, simplemente para justificar, imponer y expandir el capitalismo y la democracia, y apropiarse de los recursos. Únicamente el reconocimiento de la violencia que subyace bajo estas formas de proceder permitirá reconocer el peligro implícito, de que éstas se vuelvan un bumerang. Con lo anterior se pone de manifiesto ya el propósito del presente escrito, que se funda en la convicción de encontrar soluciones, pero con la ayuda del pensamiento, pues hasta ahora la razón, tal como ha dicho (Horkheimer, 2010), nunca ha dirigido la realidad social (p. 59), y aun así, los sujetos tienen que adaptarse a ella, identificarse con sus rasgos más específicos, y asimilar los modos de conciencia que instaura el poder político, mediante los instrumentos normativos que representan la concepción procedimental de la racionalidad.

Entonces, si se busca imponer un límite absoluto a aquello que produce la devastación del planeta y que inminentemente acelera la eliminación de la humanidad, las propuestas, los instrumentos que se generen, tendrían que considerar la idea de sustentabilidad e independencia del mercado global, pues éste, aparte de hacer dependientes a las naciones y empobrecerlas progresiva y orquestadamente, hace a los hombres partícipes de su propia destrucción, y los mecaniza, tanto a ellos como a la sociedad. En efecto, el modo de producción capitalista es el único capaz de crear, de realizar todos los oxímoros posibles; con él, el remedio es el mal, la víctima es el verdugo, la ciencia es destrucción, y muchos más, la única constante es la paradoja.

La hipostatización del modelo de conocimiento imperante subordina la política, la historia, la cultura, al poder político y económico, eliminando aquello que no se subordine a su lógica; por consiguiente, la sociedad precisa un órgano crítico capaz de liberar la conciencia del velo ideológico en que se encuentra, para así cavilar la propia posición en el proceso de producción, la medida en que nosotros mismos obliteramos el sangriento conflicto social, acallamos la crítica o hacemos, por así decir, como Pangloss: ¡mantenemos, quizá sin querer, el orden existente! Se impone pues el desafío de actuar y pensar dialécticamente; y aunque las “ciencias del espíritu”, el arte, la estética o la poética no sirven ciertamente para la reproducción de la vida social, éstas posibilitan la comprensión de los déficits sociales, facilitan la imaginería, proyectan, e inclusive, profetizan el devenir:

“La bandera avanza hacia el paisaje inmundo, y nuestra jerga ahoga el tambor.

“En los centros alimentaremos la prostitución más cínica. Masacraremos las revueltas lógicas.

“¡En los países de pimiento y destemplanza! — al servicio de las más monstruosas explotaciones industriales o militares.

“Adiós aquí, no importa dónde. Reclutas de buena voluntad, nuestra filosofía será feroz; ignorantes para la ciencia, taimados para el bienestar; que reviente el mundo que avanza. Ésta es la verdadera marcha. Adelante, ¡en camino! (Rimbaud, 2022, p. 639)

Conceptos como desobediencia civil, lucha de clases, consumismo, anarquismo, entre otros, se deben hacer presentes; sin embargo, con ello no se intenta decir que habrá de aplicarse el socialismo o el anarquismo al pie de la letra, pues el nivel de destrucción de las potencias mundiales es monstruoso, y las elites están más que preparadas para ganar cualquier revuelta. Se trata de dar paso a resistencias específicas, sugerir posibilidades alternativas, pensar con aquellos que han intentado sacar al mundo de la racionalidad instrumental, y para ello se requiere seguir desarrollando aquel tipo de crítica social como la que hicieron, por ejemplo, Voltaire, Marx, Adorno, a fin de movilizar las conciencias y emprender praxis transformadoras. Es inaplazable para esta praxis el considerar, la manera en que la producción y el consumo no sea, en definitiva, el fin sino el medio.

Y si bien el cuidado del planeta exige medidas acordes al problema que no pueden solucionarse con el mero empeño individual, pues ha menester sujetos que compartan el interés por la vida así como el desprecio por la muerte en todas sus vertientes; o si bien, no existe comparación entre las campañas de reforestación de alumnos y maestros en la Universidad, frente al tonelaje nuclear, químico, radiactivo o bacteriológico, que las elites políticas y económicas generan día a día, no se debe, no se puede actuar con derrotismo ante tales hechos, ya que estos más bien sirven a la concientización subjetiva, pero también objetiva, pues tal como indica (Vargas, 2017): “Dar un paso en el sentido de la posible resolución demandará siempre decisión, dinámica, autonomía, en pocas palabras: poner en movimiento la existencia”. (p.14)

Así, aunque en la actualidad tomar partido signifique hacerse digno de risa; no por ello se puede capitular, habrá que incidir desde cada uno de nuestros espacios y condiciones, y, sobre todo, no olvidar aquel adagio de Voltaire que le hizo decir a Cándido, ya que hoy es más vigente que nunca: ¡hay que cultivar nuestro huerto!

Material suplementario
Referencias bibliográficas
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Branham, B., & Goulet-Cazé, M. (2000). Los cínicos. El movimiento cínico en la antiguedad y su legado. Seix Barral.
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Voltaire. (2018). Cándido, o el optimismo . En Voltaire, Cuentos (págs. 199-288). RBA.
Notas
Notas
[1] La traducción es propia.
[2] The war on drugs fue invento de R. Nixon, que ha sido retomado o radicalizado por los diferentes presidentes norteamericanos.
[3] A estos se unieron integrantes de pandillas y otros ejércitos, principalmente de El Salvador (Mara Salvatrucha) y Guatemala (Kaibiles).
Notas de autor

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