Artículos
Recepción: 19 Marzo 2021
Aprobación: 14 Mayo 2021
Resumen:
Este artículo realiza un acercamiento a los resultados de la investigación efectuada en el marco del proyecto “Promoción de entornos protectores, fundamentados en las prácticas pedagógicas y creación artística y cultural, como apropiación social del conocimiento para la interpretación y la reconciliación en torno a los fenómenos sociales relacionados con el conflicto armado en Iracá (Meta)”, investigación que tuvo como objetivo la identificación y análisis de los lugares donde habita la memoria del municipio de San Martín en el departamento del Meta (Colombia).
En este documento, se abordarán las formas en cómo se ha consolidado y habitado la memoria histórica del municipio de San Martin de los Llanos y su relación con los legados de la violencia regional, a través del análisis de las narrativas orales y el arte tradicional consolidado en la región. En una primera parte se expondrán los referentes conceptuales utilizados para la interpretación de la reconstrucción de la memoria histórica del municipio, posteriormente se mencionará la metodología utilizada, la cual se basa en un enfoque cualitativo de corte hermenéutico, con un proceso de análisis de la información a través de tres categorías inductivas (memoria individual, social e histórica), seguidamente se expondrán los hallazgos encontrados sobre la historia oral narrada y su relación con la experiencia asociada a la violencia del territorio, y para finalizar unas conclusiones interpretativas sobre los silencios subterráneos en relación a la memoria histórica y el arte tradicional como alternativa de reconciliación sobre los legados de la guerra
Palabras clave: Memoria histórica, guerrillas, conflicto armado, reconciliación, silencios.
Abstract: This article makes an approach to the results of the research carried out within the framework of the project "Promotion of protective environments, based on pedagogical practices and artistic and cultural creation, as a social appropriation of knowledge for the interpretation and reconciliation around the phenomena social relations related to the armed conflict in Iracá (Meta)”, research that aimed to identify and analyze the places where the memory of the municipality of San Martín in the department of Meta (Colombia) lives.
Keywords: Historical memory, guerrillas, armed conflict, reconciliation, silences.
Introducción
Es preciso manifestar que el siguiente articulo es un resumen de una investigación, la extensión de la misma reposa en los resultados obtenidos en el marco del proyecto, los cuales se publicarán en un libro que está en revisión actualmente por la Corporación Universitaria Minuto de Dios UNIMINUTO, donde expone no solo el proceso investigativo de la memoria histórica, del cual trata este artículo, sino las maneras en cómo se llevó a cabo la interpretación de la misma, entretejiendo la memoria individual y social de sus habitantes, y su relación con el arte tradicional referenciado por habitantes de la región.
Por tanto, la recopilación detallada sobre lo encontrado en relación a la memoria individual y social del territorio en dialogo a sus hallazgos teóricos, metodológicos y analíticos, se desarrollan en el libro denominado “Hacia una interpretación del conflicto armado desde las artes y la pedagogía” resultado de esta investigación que está en proceso de publicación por UNIMINUTO y por ende, este articulo solo expone de manera concisa, los resultados de mayor impacto en cuanto a los legados de la guerra en el marco del conflicto armado colombiano y su estrecha relación a la maneras como se construye la memoria histórica del territorio en relatos de sus habitantes.
Al nacer somos el legado de las memorias individuales, sociales e incluso históricas de nuestras (os) ancestras (os), transmitidas de generación en generación, las cuales se van conformando y moldeando a lo largo de nuestras vidas en una relación continua con los demás; desde un andamiaje social, político e histórico somos nuestro propio personaje en la historia de nuestras vidas.
La memoria, es un proceso colectivo situado en los marcos de las instituciones donde habitamos: la familia, la escuela, la comunidad, el país donde vivimos, entre otros y en la medida que pasa el tiempo aprendemos a .recordar, seleccionar y articular nuestros recuerdos según nuestros aprendizajes” (Centro de Memoria Histórica, 2013, p.30). Cuando el tiempo transcurre, las memorias se complejizan, se vuelven interpretaciones del pasado donde se crean nuevas versiones de las mismas y en estos devenires del recuerdo en nuestra experiencia, existen los silenciadores de la memoria, categoría de análisis que muchas veces está asociada a las vivencias negativas cargadas de hechos violentos sobre el cuerpo, que al transcurrir nuestras vidas se transforman en olvidos, siendo esta la única manera de sanar o autocensurarse sobre algún hecho violento, catastrófico o doloroso permeado a su vez por la subjetividad de la experiencia.
La memoria, no se activa esporádica o automáticamente, existen diferentes formas para evocar y reconstruir el recuerdo. Una de las múltiples formas que ha dejado los estudios sobre la memoria realizados por Burundi citado por el Centro de Memoria Histórica (2013), es el teatro narrativo que consiste en “afrontar los problemas que se desprenden de los legados de la violencia, pobreza y trauma producidos por la guerra, y que sirve en las comunidades para llevar a cabo el trabajo de memoria. (p.84), el cual parte de las narraciones de la gente reconociendo sus historias y sus necesidades.
La memoria al ser un aspecto individual, colectivo e histórico requiere de estrategias para ser evocada en el mundo de lo material, lo que llamaremos los activadores de la memoria (fotos, canciones, videos, entre otros) son esenciales para la conformación y consolidación del recuerdo.
Tanto niñas, niños, mujeres, hombres y diversidades, logramos localizar nuestros recuerdos en situaciones específicas que requieren de un dónde, un quiénes y un cuándo, lo que comúnmente se nombra “marcos de la memoria”, como puede ser una fecha conmemorativa como nuestro cumpleaños, el primer beso, el primer día de escuela o aquellas fechas emblemáticas e históricas, un 9 abril, un 20 de julio, la toma del palacio de justicia (fechas significativas para las(os) colombianos), la caída de las torres gemelas o incluso algo doloroso como la muerte de un ser querido o un acto terrorista. Estos marcos de la memoria se componen de tres fases cada una interconectadas entre sí: la memoria a corto, mediano y largo plazo; ubicadas en un lugar específico del cerebro, el lóbulo temporal, que se encuentra conectada por otras pequeñas partes del cerebro como la amígdala o el sistema límbico que involucra todas las emociones y sentimientos de nuestros recuerdos; estas partes del cerebro se van llenando de momentos colectivos e históricos que involucran familias, amistades y vecindarios.
La mayoría de estos momentos están acompañados de unos objetos materiales que condensan y canalizan la memoria, estos en su mayoría dan forma al pasado y se sostienen a través del tiempo por distintos recuerdos, que a su vez conforman varios aspectos culturales de nuestra experiencia tales como historias, ritos, leyendas, mitos, ideologías, entre otras.
Las narraciones son importantes y fuentes de inspiración, creación e investigación de lo que creemos conocer del mundo exterior, incluso al interior de nuestras mentes, puesto que sirven para compartir experiencias y solucionar problemas de manera colectiva.
Es así, como la memoria resulta ser un aspecto esencial para la exploración del yo, en el mundo exterior conformado por los múltiples territorios donde se ubica el ser, el primero de estos resulta ser el cuerpo, pues el mismo en su primera etapa del ciclo de vida, la infancia, toma conciencia de la existencia de la memoria; el uso sensorial de los sentidos, la percepción y raciocino de los mismos, nos lleva a desarrollar la autoimagen como uno de los primeros procesos cognitivos adquiridos, siendo un elemento esencial para la construcción de la conciencia y el recuerdo del yo.
Posteriormente, esas sensaciones y percepciones del mundo exterior interiorizadas en nuestros cuerpos, comienzan a ocupar espacios habitados por elementos socialmente construidos, por recuerdos donde frecuentan otros territorios los cuales están conformados por andamiajes culturales, sociales, históricos y ambientales, tales como lo son los territorios ancestrales y/o populares donde crecimos, vivimos o simplemente habitan nuestro ser, trayendo consigo una conexión directa entre los múltiples territorios, el primero relacionado con el cuerpo y los demás relacionados con los múltiples territorios donde habita nuestro ser (países, ciudades, barrios, veredas, casas, paisajes, entre otros); estos dos emergen al mismo tiempo y por ende, pueden ser afectados recíprocamente por la naturaleza de su composición, pues “cuando se violentan los lugares que habitamos se afectan nuestros cuerpos, cuando se afectan nuestros cuerpos se violentan los lugares que habitamos” (Colectivo miradas críticas del territorio, 2017, p.7).
Por medio de los percepción de nuestros sentidos, conectamos con lo que es o fue nuestro territorio, aquel espacio donde solíamos habitar, estos mismos sentidos recepcionados por nuestro cuerpo nos cuentan historias de nuestro territorio, “oímos lo que nos cuenta el rio, hablamos con las chacras, las milpas, y reímos con los pájaros, es decir los sentidos son los que nos conectan con los territorios” (Colectivo Miradas Críticas del Territorio desde el Feminismo, 2017) de allí parte la idea de que el cuerpo contiene memorias a travesadas por las historias de vida y los sentidos con los que percibimos el mundo exterior.
En el cuerpo no solo existen sentidos donde se consolidan los recuerdos, sino marcas y huellas, que entretejen nuestros recuerdos y que a su vez cambian a través del tiempo, generando nuevas interpretaciones sobre el mismo, pero, aun así, dejan evidencia del sentir de lo vivido, tal y como es el caso de las cicatrices perpetuadas en nuestros cuerpos, algunas cicatrices físicas que contienes historias y otras cicatrices emocionales aún sin resolver.
La memoria individual es el espacio donde se depositan las memorias del cuerpo, existen memorias de nuestras historias de vidas, rodeadas por aspectos negativos y las experiencias más felices de nuestras vidas, las cuales construyen colectivamente la manera de ver el mundo y, por ende:
No cabe duda de que sobre el cuerpo queda impreso lo que ocurre en los territorios: la tristeza por la explotación, la angustia por la contaminación, pero también hay alegría en nuestro corazón por estar construyendo otros mundos pese a tanta violencia (Colectivo miradas críticas del territorio, 2017, p.7).
En este sentido, el cuerpo también es considerado un territorio que no solo ha sido un espacio en disputa por la violencia, sino un espacio para construir las nuevas formas de resistencia para reinventar nuestro pasado.
Según Halbwach (como se citó en Alberto, 2013)
La memoria es un andamiaje, interconectada entre la memoria histórica, que supone la reconstrucción de los datos proporcionados por el presente de la vida social y proyectada sobre el pasado reinventado, la memoria colectiva que recompone mágicamente el pasado, y cuyos recuerdos se remiten a la experiencia que una comunidad o un grupo puede ligar a un individuo o grupo de individuos, y la memoria individual, una condición necesaria y suficiente para llamar al reconocimiento de los recuerdos, nuestra memoria se ayuda de otras, pero no es suficiente para que ellas nos aporten testimonios[1].
Ahora bien esta investigación, se encuentra situada en un punto estratégico de memorias experienciales entre la serranía de los andes y la puerta a los llanos orientales colombianos y tuvo como propósito realizar una descripción interpretativa para desarrollar una caracterización de la historia de sus habitantes, a partir de la reconstrucción de la memoria histórica del municipio de San Martín de los Llanos, situado en el departamento del Meta, territorio donde se depositan miles de experiencias que abren portales a las ideas para la consolidación de los recuerdos de la reconstrucción de la memoria histórica.
Metodología
Esta investigación es de orden cualitativo con una orientación filosófica hermenéutica y tuvo como objetivo identificar y analizar los lugares donde habita la memoria de San Martín, un territorio ubicado al centro sur oriente del departamento del Meta en Colombia, a una distancia de 66 kilómetros de Villavicencio y 154 kilómetros de Bogotá, siendo uno de los municipios más antiguos del país con 424 años[2], en tanto a su geografía el territorio esta caracterizado por una planicies, las cuales están cubiertas por extensas vegetaciones de sabanas donde se ubica en el la cordillera occidental de los Andes.
A través de un proceso de caracterización participativo mediante talleres sobre la memoria, que llevaron consigo las formas de relacionamiento del arte tradicional y la memoria histórica constituida en el municipio, se utilizó como fuente primaria las narraciones orales por cada uno de las y los habitantes de la región y participantes en el Diplomado “Entretejiendo narrativas para la memoria y la paz” durante el año 2021, donde participaron en total 33 personas, de las cuales el 70% fueron hombres y 30% mujeres habitantes del territorio.
La investigación contó con una hipótesis de orden cualitativo, que posibilitó las maneras como se ha constituido los lugares de la memoria en el municipio de San Martin de los Llanos, pues se evidencia la necesidad generacional de resaltar, conmemorar y reiterar la memoria a través del arte tradicional conformado en la región, que a su vez es la fuente para silenciar los recuerdos, evocaciones y olvidos asociados a la historia y su relación paralela con el conflicto armado ocasionado en la región en las diferentes etapas de su historia, siendo los silencios la mejor alternativa para reconciliar el pasado y afrontar de manera resiliente el presente.
Durante la primera fase del diplomado, se llevó a cabo el módulo introductorio de memoria que consto de unas series de actividades participativas, donde se pudieron identificar un gran número de narrativas individuales y colectivas que dieran cuenta la de las formas en cómo se consolida la memoria individual, social e histórica de San Martin de los Llanos.
Durante este módulo se utilizaron 4 instrumentos metodológicos: (1) Una cartografía vivencial, sugerida por los mismos participantes bajo la necesidad de identificar y compartir de manera colectiva los lugares donde se según ellos se encuentra plasmada la historia del municipio; (2) un taller introductorio de memoria denominado “Los hilos de la memoria” que constaba de una ensoñación individual y colectiva sobre sus historias de vida y (3) un taller de caracterización participativa realizada de manera presencial donde por medio de narrativas y dibujos las (os) participantes socializaban sus relatos de vida desde el pasado, el presente y el futuro; al finalizar de la ejecución del módulo se contrasto y realizó una revisión de fuentes secundarias y documentación de archivo reposada en la biblioteca municipal y digital en la internet sobre las consideración históricas del municipio y su relación con los legados de la violencia experimentados por el territorio.
En tanto al proceso de análisis de la información, se constituyeron tres categorías inductivas (memoria individual, social e histórica), constadas a su vez de subcategorías que dieran cuenta de la conformación de las mismas, la primera relacionada con recuerdos alusivos a sus vidas personales donde involucraran sus núcleos familiares y la constitución de sus seres y personalidades, la segunda que permitiera la evocación de recuerdos asociados a sus áreas sociales constituidas en espacios colectivos como la escuela, el vecindario y el territorio, por último, recuerdos que evocaran la constitución de su memoria histórica en alusión al territorio, ya sea experimentada individualmente o la transmisión de recuerdos adquiridos de carácter generacional y que llevaran consigo nociones sociales, históricas, políticas y ancestrales del territorio, este último (memoria histórica) énfasis del desarrollo del artículo.
Discusión y resultados
El siguiente apartado tendrá como objetivo presentar una discusión dialéctica, mediante la triangulación de información encontrada en la revisión documental y las narrativas extraídas del proceso de formación de las y los participantes, siendo así una presentación de resultados enlazados entre la memoria experiencial de quienes narran por cuenta propia su historia y la memoria contada por libros, archivos y artículos contados por externos.
Para iniciar esta construcción de la memoria historia, se partirá desde el origen de la violencia de San Martin de los Llanos, que según en sus múltiples versiones tiene varios orígenes, incluso desde la colonización del territorio colombiano tal y como se puede evidenciar en el libro que reposa en la biblioteca municipal José Eustasio Rivera “Meza Grameta Mataruga el Meta, recopilación e historia de 1530 -1830” desde la ambigua noción de su fundación no solo por su a cronología en los textos, sino en los diversos relatos de sus habitantes, incluso en las diferentes fechas y nombres los cuales han cambiado a través del tiempo, pasando por San Martin del Puerto de Ariari, San Martin del Ariari, San Martin de los Llanos, entre otros.
En tanto a su fundación, algunos textos indican que se llevó a cabo a mediados de 1585 y otros en 1641, rodeados por historias y confortaciones violentas entre grupos armados desde su fundación tal y como lo afirma Jairo Ruiz Churion (1992) al indicar que “a diferencia del municipio de Casanare, las fundaciones en los llanos de San Juan y San Martin se hacían a sangre y fuego” (p.71).
Al reconocer la historia oral como una fuente primaria de información para la reconstrucción de la memoria histórica del municipio, San Martin territorio de folclor, danzas, música, cantos y poesía llanera escrita en cada una de sus calles, el conflicto persiste en los recuerdos de sus habitantes; este territorio entre la puerta de los llanos y la serranía de la cordillera, es el breve ejemplo de cómo desde la época de la colonización existen indicios del conflicto armado en Colombia, tal y como se logra representar en tan famoso, tradicional y popular evento de las Cuadrillas de San Martin, e incluso en sus lapsus temporales causado por el exterminio, el desplazamiento y la desaparición de quienes logran mantener hasta el día de hoy su legado cultural, tal y como lo nombra sus habitantes:
Hubo un tiempo en San Martin donde las cuadrillas se dejan de jugar cuando llega la violencia, muchos los mataron, las cuadrillas se jugaban en el parque principal hasta que un alcalde militar la puso en piedra y ahora se juega a las afueras. (San Martinense, 2021).
En la época de la violencia muchos de los cuadrilleros fueron expulsados o asesinados, cuando se pudo regresar el abuelo del señor Camilo Rey, fue quien procuro recuperar esta tradición, que pesar que este evento es sobre explotado de manera comercial en esta época del año (San Martinense, 2021).
La violencia en la historia de San Martin de los Llanos no solo data desde su fundación, como se puede evidenciar en varios libros, sino que se ve relacionada en la creación de las guerrillas liberales de los llanos orientales; el conflicto por la ganadería, el paramilitarismo, el sicariato y las rendiciones de cuentas, además de ser permeados por historias entre bombas, asesinatos y desplazamientos tal y como lo cuentan algunos hombres de la región al indicar que:
San Martin es reconocido a las afueras como un pueblo paraco[3], incluso en el barrio Pedro Daza a las afueras, reconocido como el barrio de los milagros, porque todo lo que se pierde en San Martin termina allá dice mi mamá (San Martinense, 2021)
Eventos como el incendio en la antigua biblioteca ubicada actualmente en el parque donde se encuentra la concha acústica, el aposento de una cárcel que actualmente reposa en la memoria de ciudadanas (os), o la muerte de la difunta Librada donde se cuenta que “a ella la habrían degollado con una barbera, ella se encontraba en pijama y se recuerda por estar en un charco de sangre” (San Martinense, 2021)
Hechos recordados con facilidad, pero raramente comentados en sus calles, quedan en el breve silencio de una historia que aconteció en la vida de muchos y que permanece en fotografías mentales de algunas (os) de sus habitantes; así lo narra uno de los participantes:
La escuela la quemaron como en el año 67, nos llevaron para allá para arriba a la normal de niñas, que después lo llamaron gorgona; y a las niñas las trasladaron al colegio integrado de bachillerato... Se quemó porque un niño llamado Edgar, que era bien travieso le hizo una carta al profesor algo atrevida, cuando la leyó y se conoció la letra de él, lo suspendieron, lo botaron de la escuela. El vino en la noche y lanzó un fosforo en la escuela, todo el cielo raso era como de ese corcho prensado, entonces se prendió como una bomba (San Martinense, 2021).
Ahora bien, la historia de este municipio rodeado de relatos, mitos, leyendas y poemas, nos dirigen a nombrar al conflicto como otros de las muchas de las historias, contadas y silenciadas de nuestro país, según cuentan sus habitantes la presencia de las diferentes guerrillas, grupos armados y delincuencia común han afectado la tranquilidad de un pueblo activo entre la ganadería, el folclor y el turismo. De acuerdo a los habitantes de San Martin, existe varias versiones del origen del conflicto en la zona, hay quienes indican que su origen se retoma desde la extensión del territorio e inicia en siglo XX, e incluso antes de la fundación de tan importantes y tradicionales municipios de los Llanos Orientales, como Acacías situado a una hora aproximadamente de San Martin, algunos de sus habitantes hacen alusión a esta temporalidad al indicar que “Después de la violencia el pueblo tuvo una extensión todo en el marco de la colonización del Airi del Tolima, Boyacá, Cundinamarca de la codillera central y fundaron pueblos como Acacias” (San Martinense, 2021)
A su vez, se refieren a los problemas de orden público a inicios de los 70´s, cuando se encontraba en auge la disputa por el territorio y la ganadería, que traía consigo nociones de poder, dinero y porque no, progreso en la zona, posterior a una época de conflicto guerrillero, según un participante se refiere a esta época al indicar:
En 1972 que empezó los problemas de orden público duros, había unos hatos muy famosos de un señor que se llamaba Miguel Enciso, él tenía una acumulación de fincas, el fundo muchos hatos en la serranía, San Vicente, más abajo fundo Villa Vista, Palomo, Chirreche, Chaparruta, y más abajo Aguas Claras y La Virgen. Hoy en día son veredas, nunca más fui por allá (…) cuando empezó ese problema, ellos sacaron todo su ganado, en esa época ya venía la guerrilla, cuando se hablaba de la guerrilla decían que ellos estaban era abajo en el Caguan y el Guaviare, pero empezaron a avanzar (silencio)…. y entonces empezaron a sacar su ganado. (San Martinense, 2021)
Con los inicios de las guerrillas orientales, personajes como Guadalupe Salcedo aparecen entre los saltos de la historia de San Martin, entre los recuerdos de las infancias, entre las vacas, los toros y las tibias aguas llaneras; y para quienes no reconocen a este personaje y su historia, Guadalupe fue un máximo comandante de las guerrillas liberales de los Llanos Orientales sobre los 50´s, nacido en Arauca y conocido por sus luchas revolucionarias en las épocas bipartidistas de la historia política de Colombia. Es importante mencionar que las guerrillas de los llanos fueron un movimiento que en palabras de Hernán Antonio Fajado (2008) “sirvió para demostrarle al gobierno de ese entonces que el partido liberal si tenía hombres capaces de protestar contra es violencia criminal que llenaba de muertos de dolor y angustia la otrora pacificas campiñas de la república” (p.125)
Se retoma a tan gran personaje al descubrir que en una finca llamada Purtiaul ubicada en Puerto López Meta, vivió durante un tiempo “allí vivía Guadalupe Salcedo, recuerdo que el gobierno hizo una emboscada muy tenaz y de ahí se dividieron tres comandantes por el territorio iniciando en Restrepo, Villavicencio...” (San Martinense, 2021)
Los tres comandantes de los cuales se hace referencia aparte de Guadalupe, son personajes importantes para la reconstrucción de la memoria San Martireña, tales como Álvaro Parra Bazurto y Dumar Aljure Moncaleano este último “empezó como todo hombre con poder a cometer todo acto criminal, él se fue a la serranía en un lugar que se llamaba el rincón de la Esmeralda, él era de descendencia libanes” (San Martinense, 2021).
Es importante mencionar que, Álvaro Parra al igual que Dumar Aljure (personaje en la imagen 2 en la parte inferior derecha, costado derecho) hicieron parte de los ejércitos comandados por Guadalupe, Aljure junto con Aliano Reina fueron comandantes de San Martin, y Álvaro Parra y José Antonio Torres eran comandantes de Upia Humea (Fajardo, 2008), que en la historia revolucionaria de la época en palabras Eugenio Gómez Martínez (2018) pretendían sustituir el “Estado dictatorial y violento por un estado democrático y popular de Colombia”. (p.3). Aljure conocido como “el valiente” junto con otros comandantes, poco a poco se fueron uniendo a las tropas de Guadalupe y a su vez se unían conocidos en la región como “Mano Tigre, Mientras Pica, Saul Fajardo Samus y Aurelio Hernández Matallana” (San Martinense, 2021).
En la historia personajes como Aljure, Matallana y Saul Fajardo Samus son reconocidos por diferentes hechos, por una parte, Saul reconocido en el territorio de Cundinamarca por levantarse en armas contra el grupo paramilitar de los “chulavitas”, fue asesinado en su condición de prisionero político posterior a su rechazo de asilo en Chile. Dumar Aljure también cundinamarqués, fue conocido por ser uno de los altos mandos de la guerrilla liberal de los llanos, por defender a los lugareños afectados por los abusivos tratos de la policía y el ejército nacional, pero a su vez por cometer acciones violentas conocidas actualmente como vacunas a los ganaderos de la zona, controlando de manera arbitraria el territorio; fue asesinado en un tiroteo en su casa en el Rincón de Bolívar lugar de remembranza de algunos de sus habitantes en San Martin, además es recordado por su entrega de armas junto con más de 100 hombres un 14 de septiembre de 1952, lugar donde fue asesinado, según cuenta la historia escrita[4], información que se reitera de manera directa los recuerdos históricos de habitantes del territorio al afirmar:
Aljure entrega de armas en el 57-58 en el punto Canta Claro, la casa la derribaron, hacienda central de la compañía Ariza y el molino zaragoza ubicadas en San Martin. Después a mi tío lo agarro el Ejército lo llevaron a una parte que se llamaba Candilejas de Bastiano, tenían que ir, como dicen los mexicanos, “a huevo” ir a decir dónde estaban los liberales, pero como no quisieron él y mi tío Joaquín Chaparro, entonces los pusieron de cocineros...él fue testigo ocular del enfrentamiento de Candilejas, yo tengo un poema que se llama “Candilejas, la leyenda de un hato”, un gran comandante guerrillero llamado Dumar Aljure Moncaleano emboscó al Ejército y mataron mucha gente ahí. En el año 58 próximamente (…) Dumar murió en un pueblo llamado El rincón de Bolívar, en jurisdicción de San Miguel, porque cuando terminó la violencia, ellos firmaron y pactaron la paz, que como que nunca fue paz...Entonces Guadalupe Salcedo se quedó por allá por los lados de Casanare y todo eso, por la parte de Restrepo, Cumaral, toda esa parte se quedó un hombre que se llamaba Álvaro Parra Basurto. Esta región de San Martín la agarro Dumar Aljure Moncaleano se refugió por allá en un lugar que se llama Chinata, allá arriba está la casa, allá hay una placa del día que lo mataron. (San Martinense, 2021)
Posterior al desarme de las guerrillas de los Llanos Orientales, desafortunadamente aumentó la violencia en el territorio afectando así generaciones, pues trajo consigo una época de aumento de la violencia paramilitar en la zona; recuerdos dolorosos del territorio y que en la actualidad son liberados entre los relatos de “los viejos” como lo afirman algunos jóvenes del municipio.
Tiempo después a la entrega de armas de las guerrillas liberales de la zona y posterior al asesinato de Jorge Eliécer Gaitán sobre los 80´s del siglo XX, en el paramilitarismo de los llanos orientales tuvo actuación Henrry Pérez comandante de las autodefensas de Puerto Boyacá, en lugares como el Yari y San Martin, tal y como se afirma en el informe N 13 de Centro de Memoria Histórica:
En el Meta las Autodefensas del Magdalena Medio abrieron su propia sucursal, en una base comandada por Aníbal, en Vista Hermosa y San Martín. Allí fue patrullero raso Jorge Pirabán, quien una década después llegó a ser un jefe temible del Bloque Centauros. (…) Y en el extremo oriente del país, a mil kilómetros de distancia de Puerto Boyacá, en el solitario y enorme Vichada, José Baldomero Linares, alias Guillermo Torres, montó un grupo de autodefensas[5], con armas que le había enviado Pérez. (2014, página 56). (p.78)
Según se cuenta sobre historia de la violencia del territorio bajo la orientación ideológica del manual del coronel Gustavo Sierra Ochoa, el Batallón del Ejército 21 Vargas, dió entrenamiento militar a los campesinos y se propuso crear una fuerza antiguerrillera para atacar núcleos de bandoleros en las incipientes poblaciones de San Martín, Granada, El Dorado, El Castillo y Cubaral (Periódico Verdad Abierta, 2011, p.1), así mismo este periódico afirma que:
Algunos ex guerrilleros de Monterrey (Casanare) de esos tiempos, hoy ya abuelos, el gobierno integró a algunos al Departamento Administrativo de Seguridad DAS rural y el Ejército. “Después de que nos desmovilizamos, el gobierno nos dio una cuchara y elementos de aseo y un salvoconducto, pero cuando llegamos comenzaron a detenernos. Eso nos hizo devolver para el monte. Ya cuando comenzaron a aclararse las cosas, bajamos y después a algunos de nosotros nos integraron al DAS rural.”, dijo uno que perteneció a las filas liberales armadas de los hermanos Tulio, Manuel y Pablo Bautista, desmovilizados en su mayoría el 15 de septiembre de 1953 en Monterrey. (Verdad Abierta, 2011, p.2)
Las y los san martineros recuerdan con facilidad el caso de las bombas y atentados de la biblioteca en San Martín de la siguiente manera:
En esta esquina estaba la biblioteca municipal, donde estaban los archivos y todo lo que había relacionado al municipio, toda la historia estaba en esa biblioteca y ahí colocaron un carro bomba...Pues se abrió un hueco entre la carretera y la escuela, entonces algunas personas de aquí del sector, que se aprovecharon y se adueñaron de los libros; hoy en día ya no existe ninguna vaina de historia del municipio...En esa temporada fue la guerrilla aquí en el pueblo, nosotros estudiábamos aquí cuando sucedió esa vaina...Aquí en el municipio han sucedido 3 ó 4 bombas; una aquí, (refiriéndose al lugar donde se encontraba la biblioteca) la otra que fue al pie de la policía, la otra fue en el semáforo y el otro después más arribita del agua de la estación de gasolina de Texaco. (San Martireno, 2021)
Los relatos de sus habitantes coinciden con los registros que tiene el Diario El Tiempo[6], que en agosto de 2003 reportó:
…Un Ford Mercury 800 de placas KJX240 de la empresa Transportes Sierra que transportaba ganado porcino, explotó frente a una estación de servicio a la salida del municipio, en la vía que comunica con Granada. En ese mismo sitio había sido detonado otro vehículo el 17 de diciembre del 2001 causándoles heridas a 17 personas. Esta es la tercera vez que en el municipio de San Martín explota un vehículo cargado con explosivos, pues el 15 de junio del 2001 explotó otra cerca al puesto de Policía. En ese ataque quedaron heridas 18 personas y quedaron afectados dos colegios, la academia del folclor, la casa de la cultura, la concha acústica y la biblioteca municipal. (El Tiempo, 2003).
Pese a que fueron varias bombas las que se colocaron en el municipio en un periodo relativamente corto de tiempo, al indagar estos sucesos, los adultos mayores responden mirando a los más jóvenes "ustedes son los que más tienen conocimiento y experiencia", esos silencios evidencian el derecho a no recordar los sucesos dolorosos de nuestra experiencia personal: “aquí los mayores no quieren hablar de hechos violentos, no les gusta, prefieren hablar de las cuadrillas, pero aquí han pasado muchas cosas” (San Martinero, 2021)
La violencia que aún persiste en la zona se evidencia en las mal llamadas limpiezas sociales realizadas en el territorio, donde las desapariciones, amenazas y asesinatos pasan en la cotidianidad y son silenciadas bajo una cultura altamente rica en expresiones culturales. San Martin ha sido víctima de estos actos violentos, unos recordados por generaciones y otros que permanecen en la memoria viva de sus habitantes.
Según las y los pobladores la guerra territorial trajo consigo vivencias que perpetuaron la violencia, los relatos de las (os) san martineros son “historias vividas” que constituyen su propia historia, expresada o silenciada (especialmente por personas mayores), existen lugares marcados por asesinatos y señalados en sus creencias como lugares donde habita la guerra lo que los hace dolorosos e inadecuados para realizar cualquier acción de “progreso”, un habitante refiere con voz propia
Son historias vividas… a mi papá le ofrecieron ser mayordomo, acá le decimos el encargado, y ahí aprendí amontar a caballo, a los 9 años yo ya pasaba los ríos solo en caballo a llevar cuajado[7], yo sé lo que paso porque yo lo viví, cómo lo mataron, quién lo mato y en dónde lo mataron, por ejemplo, puedo decir este negocio no puede ser porque acá mataron a julanito de tal, como en el centro que hay un local que no progresa es por eso, ahí era un bar, por ahí en 1973 German Mora Gutiérrez un señor de mucho dinero mato a Hernando Mora Castañeda ahí adentro, después un policía carabinero mato a ñeque que era un vaquero en ese local y después Benjamín mato a un esmeraldero por ahí más adelante, después cuando se escapó de la cárcel se mató, muchos estuvimos ahí cuando salió de la cárcel, todos los chinos salimos corriendo, cosa que yo viví íbamos corriendo. (San Martinero, 2021)
En los lugares, haciendo referencia a casas, ranchos, carreteras, veredas, ríos, entre otros, ubicados entre los llanos y la serranía, existen historias contadas y vividas, otras olvidas, silenciadas y marcadas por la violencia experimentada por las familias de este territorio, estos lugares se ubican espacialmente en la memoria geografía de sus habitantes, los cuales son asociados a recuerdos de la experiencia violenta del impacto de conflicto armado de la región, tal y como lo refiere el siguiente participante:
Ellos vivián en la salida de chirmua (haciendo referencia a su familia) …yo no sé dónde queda eso (otra persona del grupo indica), eso queda saliendo del pueblo, donde hay un rio, apenas lo cruza se conoce como la serranía, hay tres caminos, cuando uno bajaba al plano, se llamaba llano grande había un lugar muy famoso en los tiempos de la violencia, era una carretera que cruzaba la serranía, era caminos de vaquería, trochas, yo hace poco fui y me perdí… (San Martinero, 2021)
Los relatos que traen consigo los lugares de la memoria terminan siendo la fuente de historias, sueños, esperanzas, hazañas, tristezas y dolores que en su mayoría dejaron de existir, reconstruidos y habitados en la actualidad; otros evocan premoniciones e historias contadas en poemas y relatos del territorio, permeadas a su vez por la violencia vivida de los más viejos; una de esas historias contadas en relación a las historias populares de la región son los relatos sobre las Guacas [8]; un participante recuerda con facilidad dicha historia de la siguiente manera:
Allá hay un barcito (refiriéndose al municipio de San Martin) que se llama La Cascada, dice mi mamá que allí vivía una viejita, no se sabe quién, cómo, ni cuándo, pero esa viejita apareció muerta ahí…dicen que a ella la robaron porque tenía unas morrocotas enterradas (monedas de oro) esa es una historia de acá de San Martin, las Guacas. (San Martinero, 2021)
Tradicionalmente las guacas hacen referencia al entierro de una propiedad o acumulación de una riqueza, que en San Martin de los Llanos están vigiladas por seres que fueron asesinados con el fin de proteger dicha riqueza según cuenta un habitante de la región:
Supuestamente los vivos iban y enterraban eso (morrocotas) y dejaban a alguien ahí cuidando eso, iba la persona a hacer el hueco, a cavar y cuando terminaba de hacer el hueco lo decapitaban y decía usted cuidadará de este entierro. (San Martinero, 2021)
Estos lugares no solo se encuentran vivos en la memoria de San Martin, sino que fueron capturados en la pantalla en famosas novelas recordadas en la historia colombiana como es el caso de Garzas al Amanecer y la Potra Zaina en 1993, tal y como se afirma un participante al recordar dicha novela:
A San Martin le hicieron una novela, Garzas al Amanecer, la escribió Kepa Amuchastegui, era de una hacienda de las más bonitas de por acá de un señor llamado Don Mario Garcia Peña, su hermano Don Roberto era el director del Diario El Tiempo. (San Martinero, 2021)
La historia antigua del territorio perdura entre los recuerdos que aún son transmitidos, pues el conflicto en la zona permanece en las historias de quienes ya no se encuentran; hay quienes fueron asesinados y desaparecidos entre las ráfagas y las balas, y que en los relatos de quienes habitan en el sector permanecen como relatos impunes. En estos lugares no solo se cuenta de manera fugaz las historias de quienes no están, sino que la información actual es verídica, pues San Martin aún sigue siendo reconocido por sus diferentes actos de violencia, “este es un caso de las mal llamadas ‘’limpiezas sociales’’, prácticas que se han vuelto comunes en varios municipios del Meta con el pasar de los años. Específicamente en San Martín, que desde los años ochenta, se ha vuelto recurrente e inclusive muchos de sus habitantes han normalizado este tipo de violencias llegando a considerarlas aceptadas y algo bueno para la comunidad porque ‘limpian a la población’ de personas señaladas de consumir drogas, ladrones, entre otros. Lo cual da paso a que se efectúen estos asesinatos en medio de la impunidad”. (Rutas del Conflicto, 2021).
San Martin de los Llanos no deja de ser un territorio tradicional ubicado en la memoria histórica de las y los colombianos en relación a la violencia, sino que también es reconstruido por sus hazañas en el exterior, por un lado, adultos resaltan que la historia del municipio merece ser contada a través de la música y otras prácticas artísticas llaneras, que son orgullo colectivo, por esto sus pobladores tienen en su memoria viva quienes han sido representantes de su municipio y a cuáles se les ha atribuido el rol de embajadores en representación del legado San Martireño a nivel internacional.
“Don Cuco Rojas, el del grupo Cimarrón, fueron los primeros en llevar la música Llanera a Europa...era compañero de estudio mío, y en esto los hermanos hicieron un grupo, tocaban el arpa, Chucho Santos, los primeros que empezaron a tocar arpa” (San Martinero, 2021).
Uno de los principales exponentes de la música llanera fue el artista Carlos “Cuco” Rojas, quien falleció el 10 de enero del año 2020, de acuerdo con el diario El Tiempo, llevó por primera vez el joropo a los Grammy (Anglo) gracias a la nominación que obtuvo su grupo Cimarrón en el 2004 en la categoría Mejor Álbum de Músicas del Mundo. (El Tiempo, 2020)[9].
Además de las representaciones artísticas que resaltan al municipio, la gastronomía evoca recuerdos de la región a través de la carne, ya que como lo indican sus pobladores, las tradiciones del llano surgen en los grandes hatos, que se convierten en espacios sociales dentro de los cuales se reproduce la cultura llanera repercutiendo en la forma de vida de los llaneros a través de sus paisajes y prácticas.
La mayor parte de las tradiciones culturales y artísticas del llano surgen en los grandes hatos, como la carne, la mamona que ellos dicen carne a la Llanera, carne a la mamona que para mí son dos cosas diferentes. Usted me dice mamona me está hablando de un ternero que está manando o acaba de ser destetado. (San Martinero, 2021).
Como parte de esa memoria colectiva cuyos recuerdos se remiten a la experiencia que tiene una comunidad, san martineras (os) reconocen como en especial, el pan de arroz, producto gastronómico que encanta a propios y extranjeros, que se ha convertido en el souvenir perfecto para quienes visitan la zona, elemento gastronómico propio de esta región por su característica recetas, lugareñas (os) de este territorio recuerdan con cariño al señor Álvaro Rey, propietario de la fábrica de pan de arroz más emblemática y antigua de la región por ser merecedor de participar con todos los gastos pagos en el Smithsonian Folklife Festival en Washington Estados Unidos en el año 2011, espacio en el que tuvo que construir su propio horno para dar a conocer cómo se hacia el pan de arroz típico de la región. (véase imagen 3)
Se llama Álvaro también, él representó la gastronomía de Colombia en el SMITHSONIAN en Estados Unidos.... ¿Cuántos años tiene ese horno?, tiene 24 años. Este horno es el propio, los otros ya son imitación...de esta calidad de pan de arroz no consigue sino aquí porque hay hartos, pero como aquí ninguno, este es el auténtico, ellos usan los ingredientes originales, si no los tienen, pues no lo hacen, no se afanan por hacer como otros. (San Martinero, 2021) (véase foto 4 y 5).
Conclusiones
La memoria es un andamiaje de posibilidades sociales, donde se entretejen y transforman realidades, las generaciones más antiguas y por ende, las más sabias habitadas en San Martin de los Llanos, tienen una tendencia a reiterar con pasión y orgullo las actividades y artes más tradicionales constituidas a lo largo del tiempo en San Martín, considerando el arte tradicional como el artefacto y/o dispositivos donde depositan las experiencias más dolorosas, afectadas en su mayor parte por el conflicto armado interno; según la hipótesis planteada se evidencia la necesidad generacional de resaltar, conmemorar y reiterar la memoria a través del arte tradicional conformado en la región, que a su vez es fuente directa para silenciar los recuerdos, evocaciones y olvidos asociados a la historia sobre la violencia en las diferentes etapas de la historia regional, siendo los silencios la mejor alternativa para reconciliar el pasado y afrontar de manera resiliente el presente.
El silencio inherente a estos objetos no debe ser atendido como ausencia de lenguaje, sino como otras formas de expresión de la memoria, el silencio es una táctica para sobre llevar las pérdidas y rearmar una cotidianidad en contextos de violencia prolongada (Patricia Arenas, 2012, p.181)
En ese sentido, los artefactos, en este trabajo nombrado como objetos de los cuales hace referencia Arenas, están relacionados a todos los dispositivos donde se activa y se ha consolidado la memoria, que en el marco de esta investigación hacen referencia a las artes y a eventos tradicionales de la región, tales como las Cuadrillas de San Martin de los Llanos, el Joropo, la música y cantos llaneros, incluso la gastronomía implícita y reconocida en la región.
De acuerdo a lo identificado a través de esta investigación, los silencios relacionados con la historia ligada a épocas de violencias, entre estas la colonización del Airi, la relación del territorio con las guerrillas liberales, el narcotráfico, el paramilitarismo y la delincuencia común, no son la ausencia y el olvido de la memoria, sino la alternativa subversiva ante puesta a la violencia para sanar los legados de la guerra, situando así los recuerdos más dolorosos en un segundo plano de la historia narrada por la generación más antigua, como alternativa para sobre llevar el dolor, el duelo y la ausencia.
Estos artefactos (arte tradicional llanero), son una forma de lenguaje subalterno para lidiar el dolor y los legados de la guerra, un lenguaje que termina siendo una acción política y en palabras de Arenas la táctica en medio de la guerra. Estas narraciones encontradas sobre la violencia son el legado de la memoria histórica del territorio, transformado en una memoria subterránea que se mantiene en silencios en la región, y donde la generación más joven, exige la exposición directa de lo vivido como forma alterna en los procesos de reconciliación sobre el pasado y su noción de lo que se plantea del futuro.
Si bien los silencios no son ausencias de la memoria, los lugares donde habita la memoria de San Martín están dirigidos a los lugares más emblemáticos donde se sitúa el recuerdo silenciado, incluso se encuentra alternativas y actos políticos artísticos que se oponen a esta noción, tal y como se pudo evidenciar en algunas de las obras realizadas a través del mismo proyecto de investigación en colaboración con el Centro Nacional de Memoria Histórica y el Ministerio de Ciencia y Tecnología e Innovación MINCIENCIAS, denominada “Somos Bosque”, donde se menciona la existencia por la naturalización de la violencia vivida en el territorio, e incluso, se resalta que es la generación más joven quien da voz a las víctimas y afectados por el conflicto armado, afirmando que “a los adultos mayores no les gusta hablar de ello”.
Mi obra se llama “Somos bosque” (véase imagen 6) está inspirada en la relación de resiliencia entre las víctimas y la vida cotidiana...la relación de la escultura con San Martín es por algo de lo común, desde que yo llegué acá, muchas de las personas de las que me he rodeado son víctimas de la violencia, “Somos Bosque” es como decir también “todos somos víctimas” porque de alguna u otra manera si una persona cercana ha sido víctima de la violencia (un conocido, un amigo, un familiar), pues terminamos siendo víctima todos. Otra cosa es la memoria, aportarle a esa parte, que esas personas queden identificadas porque fueron permeados por la violencia, también rompe con los esquemas de naturalización de la violencia, acá la violencia, los muertos y la falta de concientización con lo que nosotros hemos vivido es muy común. (San Martinense, 2021)
Es importante mencionar este silencio subterráneo colectivo, porque para los estudios centrados en la memoria se evidencia que una de las estrategias de sobrevivencia es el silencio, como recurso vital de la memoria; tal y como lo afirma Galeano (2017) “el olvido y el silencio no se comprenden como acciones pasivas de las víctimas sino formas de asumir los traumas que tienen que ver con los ritmos subjetivos” (p. 57).
Aún quedan lugares por recorrer y habitar donde se encuentra la memoria de este hermoso municipio, olvidos que nunca serán contados y silencios que perdurarán hasta que en Colombia la Paz sea algo más que una ilusión y el sueño contado de muchas (os).
Trabajos citados
Arenas, S. (2012). Memorias que perviven en el silencio. Universitas Humanística, 74(74). Recuperado a partir de https://revistas.javeriana.edu.co/index.php/univhumanistica/article/view/3647.
Betancourt, D. (2004). Memoria Individual, memoria colectiva y memoria histórica: lo secreto y lo escondido de la narración y el recuerdo. Red de bibliotecas virtuales CLACSO. P. 126.
Bolívar, A., Domingo, J. y Fernández, M. (2001). La investigación biográfica narrativa en educación, editorial La muralla. Madrid.
Casa Editorial El Tiempo (1991). Clave 1953 Guerrilla Llanos. https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-181642.
Centro de Memoria Histórica (2013). Recordar y narrar el conflicto armado. Herramientas para reconstruir memoria histórica, (p.30). Bogotá: printed in Colombia.
Centro Nacional de Memoria Histórica (2018). Violencia paramilitar en la altillanura: autodefensas campesinas de meta y vichada Informe N.° 3 Serie: Informes sobre el origen y actuación de las agrupaciones paramilitares en las regiones, (p78). Bogotá, CNMH. https://centrodememoriahistorica.gov.co/wp-content/uploads/2020/01/violencia-paramilitar-en-la-altillanura-1.pdf
Colectivo miradas críticas del territorio (2017). Mapeando el cuerpo-territorio, guía metodológica para mujeres que defienden sus territorios. Quito Ecuador, Creative Commons.
Fondo Mixto de Casanare. (2008). Violencia política de los años 50, Guadalupe Salcedo Un jefe Máximo de las guerrillas del llano en Hernán Antonio Fajardo (E.d), Reseña histórica del Casanare, pp 127.140). Panamericana formas e impresos S.A. https://issuu.com/fondomixtocasanare/docs/resena-historica-casanare
Galeano, L. (2017) Estado del arte de los estudios sociales sobre la memoria del conflicto armado en Colombia 2005 – 2015. Universidad EAFIT. Medellín – Colombia.
Gómez, E. (2016). 1948-1953 La Guerrilla Liberal. Revista Credencial Historia. Recuperado en https://www.revistacredencial.com/historia/temas/1949-1953-la-guerrilla-liberal.
Diego Alberto (2013). Maurice Halbwachs y Los marcos sociales de la memoria (1925). Defensa y actualización del legado durkheimniano: de la memoria bergsoniana a la memoria colectiva. X Jornadas de Sociología. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.
Halbwachs, M. (2004). Los marcos sociales de la memoria. Barcelona: Anthropos Editorial.
Herrera, H. (2003). Horror en San Martín. Casa Editorial El Tiempo. https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1019068.
Ruiz, J. (1992). Meza Grameta Metaruga el Meta. Recopilación cronista e historiadores 1530-1830. Villavencio. Editoral Juan XXIII LTDA.
Verdad Abierta (2011). Así creció el paramilitarismo en los Llanos Orientales. Así creció el paramilitarismo en los Llanos Orientales | VerdadAbierta.com.
Notas
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