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Recepción: 23 Junio 2021
Aprobación: 05 Noviembre 2021
Resumen: La puesta en valor de la arquitectura industrial en España durante los últimos lustros evidencia la relevancia alcanzada por estos edificios. Sin embargo, el patrimonio industrial constituye una herencia que permanece en gran parte olvidada y aún alejada de una eficaz protección. Hoy está fuera de toda duda que el valor del patrimonio industrial no debe ser contemplado desde los criterios de antigüedad, belleza conforme al canon clásico o su cercanía o lejanía respecto del presente, pues contamos con indicadores que nos permiten objetivar su importancia o su escaso interés. No obstante, lamentablemente seguimos derribando ejemplares singulares de este patrimonio, caso de la zamorana fábrica de harinas la «Panera Social», que en 2021 habría sido una industria centenaria. Para evitar su extinción urge llamar la atención tenazmente sobre estas arquitecturas.
Palabras clave: patrimonio industrial, arquitectura industrial, conservación, La Panera Social, Zamora.
Abstract: The promotion of industrial architecture in Spain during last years shows the relevance achieved by these buildings. However, industrial heritage is an inheritance that remains forgotten and far from protection. Today it is beyond any doubt that the value of industrial heritage should not be considered from the criteria of antiquity, beauty according to the classical canon or its proximity or distance from the present, as we have indicators that allow us to objectify its importance or its lack of interest. Unfortunately, we continue to demolish unique examples of this heritage, as the recent case of the flour factory «Panera Social» in Zamora, which in 2021 would have been a century-old industry. To avoid its extinction, it is urgent to draw attention to these architectures.
Keywords: Industrial heritage, industrial architecture, conservation, La Panera Social, Zamora.
Punto de partida
La provincia de Zamora y su capital no han destacado a lo largo de su historia por su desarrollo industrial, más allá del modestísimo de la manufactura de paños en un pasado que se pierde ya en el tiempo. En origen eminentemente agrícola y ganadera, la provincia se volcó durante los tres primeros cuartos del siglo XX, en continuidad histórica con su pasado, sobre el sector primario, si bien adquirió también cierto protagonismo el de la producción de energía eléctrica[1]. Así, la escasa relevancia de la arquitectura industrial en esta ciudad y provincia se ciñe principalmente al subsector harinero[2]. Los edificios conservados de esta tipología, principalmente fábricas de harinas y silos, aún hablan de la importancia de un sector que comenzó a transformar urbanísticamente algunas localidades de la provincia y sobre todo la capital [3]. Sin embargo, la crisis del sector iniciada durante el último cuarto del siglo y las circunstancias sobrevenidas del actual sistema económico globalizado dejaron estos edificios sin el uso para el que fueron construidos, iniciándose un proceso de abandono que alcanza en la actualidad límites preocupantes. El obligado “parón” en que están inmersos, la falta de sensibilidad para su conservación y la carencia de iniciativas para darles nuevos usos, la amenaza de la especulación urbanística en algunos casos y una generalizada desafección social por estos inmuebles sitúan a algunos de estos edificios ante una gravísima encrucijada que, en no pocos casos, se ha resuelto con su ruina o incluso su despiadada demolición. Es el caso de la «Panera Social».
La arquitectura de la «panera social»
La popularmente conocida como «Panera Social» ha sido hasta fechas recientes una de las fábricas de harinas más singulares de la capital zamorana. Es probable que a ello contribuyera de forma decisiva su ubicación en la Avenida de la Feria, zona que lejos de localizarse en la periferia de la ciudad constituía un núcleo neurálgico en la relación comercial de la capital con los pueblos no sólo del alfoz sino de gran parte de la provincia. Se trata de un sector transido de una clara vocación urbana, en directa conexión con el casco histórico de la ciudad pues, no en vano, el edificio fue levantado a escasos 30 metros frente al lienzo Norte de la muralla. A pesar de esta privilegiada situación, prácticamente hasta los años 70 del siglo XX, poco después de la construcción de la primera estación de autobuses interurbanos de la capital, esta zona acogía el lugar de llegada y partida de los medios de transporte colectivos de conexión con los pueblos de la provincia. Y albergaba también en sus inmediaciones algunas empresas de carácter industrial como Hijos de Álvaro de Castro y, a partir de la segunda mitad de la centuria, dos fábricas de harinas muy próximas, la fábrica de «Industrias Harineras de Miguel Carbajo e Hijos» y la fábrica de harinas «Los Pisones».
La «Panera Social» constituía el único ejemplo de arquitectura industrial ecléctica ubicada en el caso urbano consolidado de la ciudad. La memoria del proyecto arquitectónico fue rubricada el 15 de julio de 1921 por el arquitecto abulense Gregorio Pérez Arribas, titulado en 1901 por la Escuela de Arquitectura de Madrid, colegiado afincado en Zamora para desempeñar el cargo de arquitecto municipal de la capital desde 1906, ocupando más tarde el de arquitecto provincial desde 1923 hasta 1937[4]. La fábrica fue construida sobre el solar en que se había levantado el convento de Santo Domingo tras ser destruido por las tropas francesas en 1814. Promovida por Fausto Gerardo Domínguez Guerra, éste había creado la sociedad «Panera Social» para la transformación industrial harinera conforme a este proyecto, que se levantó sobre unos almacenes preexistentes y con arreglo a la maquinaria de la firma Daverio Henriú y Cía[5]. Caracterizada por la sobriedad de su diseño y factura, el edificio estaba constituido por dos cuerpos articulados a partir de las antiguas estructuras y la puerta carretera destinada a mercancías preexistente[6]. A la derecha de la portada se previó un cuerpo formado por planta baja y semisótano, desinado a almacén de sacos harineros. El cuerpo de la izquierda constituía la fábrica propiamente dicha, y se concretaba en un edificio de tres alturas y semisótano, cuya planta principal se ordenó alzada sobre cota poco menos de un metro para permitir la formación de un muelle de carga. Este cuerpo integraba el motor y un molino de piedras[7]. El conjunto estaba construido en fábrica de ladrillo enfoscado, dejando en la fachada solamente a la vista los recercos de los vanos, las esquinas y los motivos ornamentales de la cornisa[8], así como el piñón del cuerpo de la portada que acogió panel cerámico decorativo añadido con posterioridad a la redacción del proyecto y alusivo a su patrón San Isidro, sobrenombre con el que la fábrica fue también conocida. Sin lugar a dudas, la sencillez suponía la nota dominante del edificio, si bien el colegiado intentó animar los muros con el contraste del ladrillo visto y el enfoscado. La decoración prácticamente quedaba condensada en los detalles compositivos de la cornisa, los ritmos dentados en los recercos de los vanos y los sencillos moldurados curvos en los capialzados. (Fig. 1).
Fig. 1. La Panera Social. Plano, 15 de julio de 1921, AHPZa. AMZa. OyU. 735/18, Foto: RAG-análisis de los datos de la taxonomía.
El edificio presentaba las características propias de las arquitecturas industriales del primer cuarto del siglo XX de León y Castilla, adecuada a las necesidades que sus funciones industriales y las entonces nuevas tecnologías de transformación agraria demandaban. El uso del ladrillo, ciertos guiños al empleo del hierro y un programa arquitectónico eminentemente pragmático se constituyeron en sus claves compositivas, parejas a las de las arquitecturas industriales de la época. Tras entrar en servicio finalizada su construcción para la Sociedad «Panera Social», años más tarde adquirió la propiedad la empresa Familia Emilio Colino, cuya explotación se prolongó hasta el 13 de julio de 2006[9]. Retirada definitivamente la maquinaria el 29 de septiembre del mismo año[10], abandonada y sin uso, la fábrica pasó años después a manos de la Sareb y finalmente fue adquirida por la promotora inmobiliaria Camrasil, quien decidió derribarla en octubre de 2017 a pesar de la contestación de algunos expertos, y con el beneplácito del desinterés general y la aquiescencia de su nula protección en el catálogo de elementos protegidos del PGOU de la ciudad y otros listados patrimoniales.
El panorama del contexto español
Según muestra Julián Sobrino en su obra ya clásica sobre la arquitectura industrial en España[11], nuestro país se incorporó tarde al desarrollo fabril llegado de Inglaterra y Bélgica inicialmente, y por extensión Centroeuropa, lo cual se pone especialmente de manifiesto en las arquitecturas construidas a su servicio. En efecto, una parte importante de los edificios españoles más relevantes entre la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del XX, incluso en su extensión de cinco lustros más, viene a coincidir con las más significativas arquitecturas industriales proyectadas. Así, estos edificios se ajustaron generalmente al modelo consolidado de la proyección arquitectónica, fueron diseñados las más de las veces por primeras figuras de la arquitectura o ingeniería de nuestro país o bien discípulos directos y, finalmente, entroncaron con las corrientes ideológicas y tendencias artísticas más reputadas y actuales de cada momento. Por todo ello, considerar la arquitectura industrial española no es optar por una línea residual de la historia de la arquitectura nacional sino, precisamente, insertarse en una de las líneas medulares de ésta. Con ello se unieron de forma indeleble el desarrollo industrial de nuestro país y la trayectoria de la arquitectura moderna española[12].
Más allá de los intentos por fijar una definición de esta tipología arquitectónica[13], la penetración de la revolución industrial en nuestro país orbitó entre los focos catalán[14], aragonés y valenciano, la cornisa cantábrica principalmente en el área de Bilbao y Asturias, el foco de Madrid, la singularidad de Béjar en la Meseta y las zonas mineras y marítimas del sur de la península. Fuera de estos núcleos, la aparición de arquitecturas industriales surgió de la mano de las empresas de manufactura de productos agrarios de forma mayoritaria, principalmente relacionadas con el cultivo, transformación y transporte del cereal en ambas Castillas. De este modo, además de los focos citados, las capitales de provincia y algunas de las poblaciones más populosas de cada circunscripción territorial ostentaron un crecimiento notable de la mano de estas iniciativas. Por su parte el ferrocarril quedó íntimamente relacionado con todas estas industrias. Asimismo, de la mano de las iniciativas relacionadas con la producción de energía eléctrica, surgieron innumerables establecimientos más o menos modestos a lo largo de toda la geografía nacional. El paso de los años y el desarrollo de infraestructuras viarias por carretera, así como la deslocalización industrial iniciada en los años 60 fueron apagando paulatinamente estas empresas, y con ello comenzó un importante declive económico y demográfico, que arrastró irremediablemente las infraestructuras y arquitecturas a su servicio. Tomaba cuerpo la era postindustrial[15]. Desde entonces somos herederos de un patrimonio altamente valioso que lucha por encontrar alternativas solventes para su pervivencia[16].
Algunos antecedentes contextuales
En marzo de 2008 se anunció la inauguración en Madrid de la sede de la Fundación CaixaFórum, vinculada a la entonces Caja de Ahorros y Pensiones de Barcelona. La entidad financiera abrió la sede definitiva de su obra cultural en la capital del país escogiendo concienzudamente una ubicación privilegiada que trascendiera su materialidad para convertirse en símbolo y auténtico referente. El espacio elegido fue la antigua Central Eléctrica del Mediodía, situada en pleno eje del Paseo del Prado. Construida con el comienzo del siglo XX, la central abasteció de energía el centro de Madrid hasta que recibió el relevo, pasando primero al desuso y luego al abandono como tantos otros edificios industriales al dejar de prestar servicio. La Caixa encargó en 2001 su restauración al estudio de arquitectos Herzog y de Meuron, cuyo resultado final fue ciertamente sorprendente, pues la vieja fábrica constituida por dos sencillas naves industriales de ladrillo a cara vista se convirtió en un verdadero icono no sólo arquitectónico sino también urbanístico[17]. (Fig. 2)
Fig. 2. CaixaFórum Madrid, Madrid. (Herzog & de Meuron, 2001). Foto: RAG-L.
El ejemplo no era singular, ya que poco antes la Tate Gallery de Londres fue fruto de un proceso de la reconversión de un edificio industrial en una dotación cultural, cargada además del simbolismo e iconalidad propios de su ubicación en la orilla derecha del Támesis. Asimismo, en nuestro país, se convirtió en un polifacético centro cultural el obsoleto matadero de la capital[18], la antigua fábrica de cervezas El Águila de Madrid se había tornado, totalmente remozada, en la Biblioteca y Archivo de la Comunidad de Madrid[19], la vieja Fábrica de Armas de Toledo pasó a acoger dependencias de la Universidad de Castilla-La Mancha, el Palacio de Congresos de Cádiz se levantó en la vieja Fábrica de Tabacos y la antigua azucarera de Vitoria se transformó un edificio de oficinas. En origen todos ellos eran edificios industriales, caracterizados por su sencillez compositiva y materiales humildes, y que destacaban ante todo por lo pragmático de su composición y sus espacios, carecían de recursos a la estética y su finalidad era, sencillamente, prestar uso para lo que se habían construido sin ninguna otra pretensión[20]. La arquitectura industrial era considerada la hermana pobre de la arquitectura. Quizá por todo ello había sido infravalorada y tan denostada en nuestra geografía. Sin embargo, durante la primera década del siglo XXI se afianzó en España una sensibilidad de valoración y protección por este patrimonio, gracias a la cual algunos de estos edificios fueron librados del olvido y sobre todo de la ruina.
Sin embargo, la consideración por esta tipología arquitectónica lamentablemente aún distaba mucho de ser valorada. Desafortunadamente la ciudadanía zamorana identificaba –y aún identifica- patrimonio principalmente con la arquitectura religiosa histórica de los grandes estilos arquitectónicos, algunos ejemplos de arquitectura histórica civil y, afortunadamente ya, en alguna medida la arquitectura modernista, olvidando casi sistemáticamente el patrimonio urbanístico, las tramas y estructuras urbanas y especialmente algunos ejemplos de la arquitectura de mediados del siglo XX. La capital zamorana conservaba por entonces algunos edificios industriales, en algún caso de notable importancia, pese a lo cual la mayoría de ellos se encontraban en desuso o en trance de auténtica ruina. La alcoholera «La Vinícola» representaba el único ejemplo de intervención sobre este tipo patrimonio, de la mano del arquitecto Francisco Somoza Rodríguez-Escudero. Por su parte, el antiguo Matadero, de titularidad pública, esperaba albergar la sede de la Biblioteca Municipal desde que comenzara en 1996 una intervención de rehabilitación, trabajos que se han prolongado un cuarto de siglo hasta su entrada en funcionamiento en septiembre de 2020[21]. La antigua fábrica de celulosa «Ceibe» había llegado a la ruina mientras que las instalaciones de Campsa, el silo del Servicio Nacional de Productos Agrarios y un notable conjunto de inmuebles vinculados a la estación del ferrocarril se encontraban destrozados debido al vandalismo y al abandono[22]. Y en la provincia, el alarmante estado de conservación de un ejemplo tan significativo de arquitectura industrial como «La Alcoholera» de Santibáñez de Vidriales llamaba singularmente la atención.
Síntomas de alarma
En este contexto, desde la segunda década del siglo la «Panera Social» persistía en su lugar sorteando el desuso, el rápido deterioro y amenazada por la construcción en sus inmediaciones de un gran bloque residencial de cerca de cien viviendas y otras dotaciones para la comunidad de propietarios. A pesar de sus posibilidades de conservación total, ya en 2008 existían tentativas en forma de Proyecto Básico para construir viviendas en el solar pero con la siempre paupérrima solución de mantener la fachada del inmueble parcialmente adosada a un edificio de nueva planta. Más allá de las posibles soluciones de perduración a las que se enfrentaba la «Panera Social», su consideración como ejemplar relevante en el conjunto de la arquitectura industrial de la ciudad alentaban alguna respuesta basada en la creatividad y la voluntad política fundamentalmente aún teniendo en cuenta su nula protección patrimonial[23]. (Fig. 3).
Fig. 3. La Panera Social, Zamora. (Gregorio Pérez Arribas, 1921). Foto: RAG-L.
Durante la segunda semana de 2009 los medios de comunicación dieron cuenta de la firma de un convenio urbanístico para liberar de edificaciones adosadas un tramo de la muralla de la ciudad. El acuerdo consistió en la compra de un inmueble por parte de la promotora inmobiliaria Verona Norte para dejar exentos siete metros y medio de la antigua estructura defensiva en la Bajada de San Martín mediante la adquisición y demolición del inmueble que la ocultaba hasta entonces. Por su parte, el Ayuntamiento concedió a cambio a la empresa el incremento de edificabilidad -150 metros- en la promoción que ésta poseía en la Avenida de la Feria, a pocos metros de ese lugar, exactamente en la antigua fábrica de harinas la «Panera Social». Aunque la fórmula era legal, legítima y reportaba beneficios a ambas partes, llevó consigo una consecuencia que se tornó en decisiva para el edificio objeto de nuestro estudio.
Efectivamente la mencionada promoción de viviendas contemplaba el derribo de la fábrica de harinas, legalmente permitido y paradójicamente ajustado a derecho, puesto que la «Panera Social» se hallaba fuera de toda protección en el catálogo de elementos protegidos del PGOU de la ciudad[24]. Más aún, tampoco lo estaba en el catálogo del PGOU precedente, redactado en 1986, precisamente porque aquel instrumento urbanístico dejaba fuera de su consideración los inmuebles que se ubicaban estrictamente fuera del antiguo recinto amurallado de la ciudad. Tal como publicitaba la promotora inmobiliaria, el nuevo inmueble contemplaba la continuación de la fachada idéntica a la del edificio colindante, lo cual implicaba el derribo de la fábrica de harinas. De este modo, se hacía público que la «Panera Social» tenía ya firmada su sentencia de derribo. Mientras que la ciudad se afanaba por formar parte de Ruta Europea del Modernismo, conseguida el 28 de marzo de 2009[25], paradójicamente había sentenciado dos edificios eclécticos de gran relevancia: dos meses antes la «Panera Social» de forma tácita y en 2007 el Chalé Gato situado en la Avenida Príncipe de Asturias[26]. Mientras pretendía la conservación y rentabilización de su patrimonio modernista desconsideraba el valor de otras arquitecturas coetáneas y singularmente relevantes que precisamente permitían entender plenamente las primeras en el conjunto urbano.
En efecto, la revisión del PGOU de una ciudad o la elaboración de uno más adecuado a su realidad más inmediata al conjunto de cambios derivados de su desarrollo siempre conlleva la redacción o, en su caso, ampliación del catálogo de elementos protegidos. En este sentido, el Plan General de Ordenación Urbana de Zamora en su proceso de adaptación al reglamento de Urbanismo de Castilla y León (Documento de Tramitación posterior a la aprobación inicial, de febrero de 2009) evidenciaba en su catálogo arquitectónico algunas ausencias realmente injustificadas, caso de la «Panera Social». Junto a ella urgía considerar ciertos edificios del siglo XX relevantes debido a alguna o la confluencia de varias razones como su interés arquitectónico, su singularidad urbanística o su representatividad de la época contemporánea en que fueron construidos. En virtud de alguno de estos argumentos, estrictamente su contemporaneidad no implicaba un argumento que los situara al margen de su catalogación. Es por ello que considerar la catalogación de inmuebles que superaban por poco la media centuria de antigüedad no suponía un disparate sino una toma de consideración de la identidad arquitectónica de la ciudad. Era necesario, pues, elevar una propuesta argumentada como alegaciones al Plan en s u fase de exposición pública[27]. Ésta se concretó en diez inmuebles construidos durante el siglo XX revestidos de alguna singularidad, si bien la mayoría de ellos pasaba totalmente desapercibida para la ciudadanía en general. Todos ellos complementaban la identidad urbana de la ciudad, si bien quizá no siempre estaban caracterizados por excepcionales cualidades arquitectónicas, aunque sí contextuales, y sobre habían adoptado cierta singularidad en el proceso de configuración urbana de la capital zamorana por muy recientes que fueran en el tiempo. Menos de una década después dos de esos edificios fueron despiadadamente demolidos, exactamente la sede de la Delegación Provincial de Abastecimientos (en su última etapa residencia de los Franciscanos)[28], y la «Panera Social». Con la última se ponía el foco también en la arquitectura industrial de la ciudad[29].
Consecuencias y desenlace
El proceso de deterioro de la «Panera Social» empezó a afectar a su factura, principalmente a los cerramientos y las cubiertas, y especialmente a las del cuerpo Este del edificio. Con el paso del tiempo el inmueble dio muestras de amenazar ruina, toda vez que en 2009 la Junta de Castilla y León había recomendado su protección, alerta que en la capital zamorana nunca llevó a iniciar procedimiento alguno para su preservación. En marzo de 2011 el Ministerio de Hacienda procedió a la subasta del edificio, hecho que llevó definitivamente a la fábrica de harinas hacia su desaparición[30].
La pasividad y el silencio generalizados se prolongaron hasta abril de 2017, cuando los acontecimientos se precipitaron ante la opinión pública. El domingo 2 de abril la prensa confirmó que la alcaldía “cierra la puerta a la protección de la fábrica de harinas San Isidro”, anunciando asimismo que “el equipo de Gobierno descarta abrir nuevas catalogaciones hasta el próximo plan de urbanismo «para no fastidiar intereses de terceros»”[31]. La justificación resulta paradójica, habida cuenta de la postura mantenida por el equipo que sustentaba el gobierno municipal en sus publicaciones mensuales de octubre de 2007, febrero de 2009[32] y febrero de 2011 sobre la necesidad de protección de la «Panera Social»[33]. Sólo dos días después, el 5 de abril, nuevas declaraciones del regidor sobre la harinera aseguraban que “Si la protegemos, en unos años se cae”[34]. Otras personalidades del mundo de las artes y el diseño alzaron la voz en favor de la preservación del edificio, como el pintor Tomás Crespo Rivera[35] o Ángel-Luis Esteban Ramírez[36], mientras que las instituciones profesionales de arquitectos y aparejadores o el centro de estudios locales mantuvieron durante el proceso un silencio desentendido.
Fig. 4. Proceso inicial de demolición de La Panera Social, Zamora. (Gregorio Pérez Arribas, 1921). Foto: RAG-L.
Entretanto, el 19 de junio siguiente la prensa informó que “el Ayuntamiento hará «todo lo posible» para salvar la fachada de la harinera San Isidro”[37], mientras que seis días después, y en medio de estas circunstancias, un singular edificio del patrimonio industrial de la provincia, la Casa Morán de Benavente, fue pasto de las llamas el 25 de junio, quedando en un estado irrecuperable[38]. La situación derivada del resultado al que había llegado la «Panera Social» motivó el compromiso, tildado por el gobierno municipal como “mal menor”[39], de salvar el panel cerámico de la fábrica para integrarlo en el nuevo edificio, si bien la empresa encargada de la demolición destruyó este elemento durante la tercera semana de noviembre[40]. El desenlace definitivo de la «Panera Social» cobró efecto el 23 de octubre de 2017 con la instalación del andamiaje junto al alzado principal para el desmantelamiento de la cubierta. (Fig. 4). Tras retirar el tejado comenzó la destrucción de los muros Este y Sur, iniciándose la demolición de la fachada el 13 de noviembre, operación que se interrumpió el día 17 durante unas semanas. Retomada la tarea, las retroexcavadoras pusieron fin definitivamente a la «Panera Social» el 10 de enero de 2018. (Fig. 5). Bajo los semisótanos de la fábrica se encontraban los restos del colector medieval de la ciudad, perfectamente conocido gracias a la documentación arqueológica y conservado para su contemplación a través de un gran ventanal practicado en el garaje del edificio contiguo. Con la demolición de la fábrica este elemento medieval también fue destruido. Paralelamente, en enero de 2018 el Ayuntamiento de Zamora presentó en la feria madrileña de turismo Fitur una guía sobre el patrimonio industrial de Zamora, publicación que comenzó a ser distribuida en la ciudad en marzo siguiente. Ésta no recogía la «Panera Social», pero sí el inmueble industrial anejo y simétrico al cuerpo Oeste de la harinera, construcción preexistente a la fábrica y de diseño muy similar, conocido como almacén de García Hermanos y finalmente dedicado a taller de maquinaria agrícola[41]. A pesar de ello, también esta construcción fue demolida entre el 9 y el 31 de octubre de 2018, e integrada en la misma promoción inmobiliaria del denominado edificio “Las harinas”, cuya construcción se retomó el 8 de enero de 2019. En agosto de 2020 comenzó a edificarse el solar dejado por el taller mecánico conforme al modelo del edificio contiguo, avanzando ambas construcciones en paralelo y como una misma unidad desde finales de otoño de 2020.
Fig. 5. Proceso final de demolición de La Panera Social, Zamora. (Gregorio Pérez Arribas, 1921). Foto: RAG-L.
Conclusión
La «Panera Social» constituyó durante sus 96 años de existencia un ejemplo de indudable valor arquitectónico y también urbanístico en el conjunto del patrimonio industrial zamorano. Este elenco de inmuebles, en el que se incluyen destacados edificios que se han tornado inexcusables en la nómina de la historia del arte de la provincia en el último siglo, e incluso algunos que han alcanzando relevancia nacional como la Granja Florencia[42] –emplazada en las proximidades de Toro y Villalazán-, se encuentra en máxima alerta a tenor de su actual estado de uso, gestión, mantenimiento y conservación. Lamentablemente gran parte de los edificios industriales más relevantes de la ciudad y aún la provincia se encuentran –como buena nómina de los del resto del país- abandonados y dejados de mano de la desidia, el desinterés y la falta de valoración generales. Desde luego, si cualquier arquitectura se alza como signo de la época en que fue construida, los edificios generados a lo largo del siglo XX –también la arquitectura industrial- juegan un decisivo papel también como testimonio de su propio momento histórico, constructivo y social, además de contar con el valor añadido de ser contemporáneos de quienes vivimos actualmente la ciudad. No obstante, lo reciente de su construcción no supone una merma de su relevancia sino, al contrario, una llamada de atención más para su creativa preservación. Es por ello que atender a la catalogación de ciertos edificios industriales que no superan los sesenta u ochenta años de existencia, incluso menos, no es un despropósito sino una urgencia patrimonial. Asimismo, obviarlos en los catálogos de protección de los PGOU u otros instrumentos administrativos conlleva abrir una fractura en la continuidad arquitectónica de las ciudades, además de arriesgarnos a perder alguno de ellos para siempre.
Ciertamente desde hace dos décadas y media se ha afianzado una significativa sensibilidad de valoración y protección de estas arquitecturas que, en algunos casos, las ha librado del olvido y la ruina. Es evidente la necesidad de su rehabilitación, pero ante todo resulta prioritario conferirles nuevos usos. Efectivamente, su conservación requiere la dotación de nuevas finalidades y otras acciones no carentes de imaginación para garantizar su perduración. Necesitadas muchas de ellas de reconversión, su destino más oportuno suele venir de la mano de dotaciones comunitarias. Preservar las arquitecturas industriales precisa, evidentemente dinero, pero quizá también altas dosis de creatividad y voluntad política, y quizá no siempre por este orden. Seguramente el primer movimiento sea estudiar y dar a conocer este patrimonio. Y, acto seguido, trabajar para su puesta en valor de la única forma realmente efectiva, que no es otra que dotarlo de un nuevo uso a disposición de la sociedad. Únicamente desde este punto será posible contribuir a cambiar y enriquecer la percepción, consideración y disfrute del patrimonio industrial. A pesar de que esta cuestión de la dotación de nuevos usos genere serios interrogantes sobre todo en el mundo rural de la España vaciada. Quizá éste sea el reto más ambicioso al que nos enfrentamos al comienzo de la tercera década del siglo XXI.
[1]Cf. Amigo, 2012: 57-72.
[2]Cf. Riesco, 2007: 220-32.
[3]Cf. Moreno, 2003: 13 ss.
[4]García-Lozano, 2020: 243-4.
[5]Memoria, 15 de julio de 1921, AHPZa (Archivo Histórico Provincial de Zamora). AMZa (Fondo Archivo Municipal de Zamora). OyU (Sección Obras y Urbanismo). Expediente 735/18. P. 1.
[6]Ibídem. Uno de los dos planos del proyecto se halla mutilado en el lugar de la representación del piñón que, con posterioridad, alojó el panel cerámico con su denominación comercial «San Isidro».
[7]Ibídem.
[8]Ibídem, p. 2.
[9]Información aportada por Juan Antonio Delgado Ballesteros, antiguo trabajador de la empresa, en una entrevista celebrada el 11 de marzo de 2018.
[10]Ibídem.
[11]Sobrino, 1996: 9 ss.
[12]Fernández, 1961: 20-2.
[13]Cf. Biel, 1999: 24-8.
[14]Casanelles, 1999: 49-63.
[15]Sobrino, 2010: 35. En: https://revistas.um.es/areas/article/view/115521. [5 de febrero de 2021].
[16]Álvarez, 2007: 9-25.
[17]Garnica, 2010: 67-78.
[18]Lasso de la Vega, 2005: 3.
[19]Aa. Vv., 1996: 2 ss. Gutiérrez, 1997: 23-30.
[20]Cf. Aguilar, 2007: 71-101.
[21]Blanco, B. (2020): “La nueva vida del antiguo matadero de Zamora”. En: https://www.laopiniondezamora.es/zamora-ciudad/2020/10/12/nueva-vida-antiguo-matadero-zamora-18316048.html. [20 de noviembre de 2020]
[22]Cf. García-Lozano/Rodríguez, 2010: 119-33.
[23]García, Rafael (2008): “Arquitectura industrial”. En: https://www.laopiniondezamora.es/opinion/2008/03/24/arquitectura-industrial-1571758.html. [18 de noviembre de 2020].
[24]Cf. García-Lozano. “Truco o trato (Fábrica de harinas Colino-San Isidro)”. En: La Opinión-El Correo de Zamora, Zamora, 23-I-2009: 21.
[25]Santos, Teresa (2009): “Zamora entra en la Ruta Europea del Modernismo por la «pureza» de estilo de diecinueve edificios”. En: https://www.laopiniondezamora.es/zamora/2009/03/29/zamora-entra-ruta-europea-diecinueve-1543561.html. [30 de noviembre de 2020].
[26]García-Lozano. “Chalé en la Avenida”. En: La Opinión-El Correo de Zamora, Zamora, 17-5-2007: 30.
[27]García, Rafael (2009): “Catálogo por completar y PGOU (I y II)”. En: https://www.laopiniondezamora.es/opinion/2009/06/16/catalogo-completar-pgou-i-1533454.html y https://www.laopiniondezamora.es/opinion/2009/06/17/catalogo-completar-pgou-ii-1533816.html. [3 de noviembre de 2020]. Sólo dos edificios fueron los propuestos como alegación por el Colegio Oficial de Arquitectos de León-Delegación de Zamora, precisamente uno de ellos coincidente. Fechado en 12 de junio de 2009, el documento estuvo alojado en formato PDF en la página web del Colegio Oficial de Arquitectos de León-Delegación de Zamora.
[28]García, Rafael (2011): “Despejar la muralla, pero no a este precio”. En: http://www.laopiniondezamora.es/opinion/2011/11/10/despejar-muralla-precio/558172.html. [3 de noviembre de 2020].
[29]Atendiendo al vacío existente en las investigaciones sobre esta tipología, se reivindicó el valor de una veintena de edificios industriales de la provincia de Zamora en García-Lozano, 2010: 63-9. Por su extensión, la Panera Social sobresalió entre todos los inmuebles estudiados, alertando explícitamente sobre su singularidad y el peligro que corría su perduración. Fue presentado el 27 de octubre de 2010 en el Museo Etnográfico de Castilla y León. http://www.europapress.es/castilla-y-leon/noticia-museo-etnografico-zamora-acoge-hoy-presentacion-tercer-numero-revista-llampara-20101027072138.html. [1 de diciembre de 2020].
[30]Cf. La Opinión-El Correo de Zamora, Zamora, 5-XI-2017: 6.
[31]Ibídem, Zamora, 2-IV-2017: 6.
[32]Tu cIUdad y provincia, 40, Zamora, febrero de 2009: 4.
[33]Un día después se pronunciaba en la Universidad de la Experiencia una conferencia titulada “La Zamora perdida y la ciudad deseada. Panorámica de Zamora desde su historia monumental”, en la que se aborda la situación de la Panera Social, recibiendo la contestación generalizada de los asistentes. Cf. La Opinión-El Correo de Zamora, Zamora, 4-IV-2017: 4.
[34]Garrido, Luis (2017): “Guarido, sobre la harinera de la Feria: "Si la protegemos, en unos años se cae"”. En: http://www.laopiniondezamora.es/zamora/2017/04/05/guarido-harinera-feria-protegemos-anos/996316.html. [3 de noviembre de 2020]. Recibió contestación en los informativos de La 8 de RTVCyL del 5 de abril, así como en prensa local en Arias, Ana (2017): “Rafael Ángel García: “Se pueden arbitrar medidas para conservar la fachada de la fábrica de harinas””. En: https://www.zamora24horas.com/texto-diario/mostrar/802653/rafael-angel-garcia-pueden-arbitrar-medidas-conservar-fachada-fabrica-harinas. [1 de diciembre de 2020] y en La Opinión-El Correo de Zamora, Zamora, 2-IV-2017: 6.
[35]Crespo, Tomás (2017): “El edificio de la Panera Social debe conservarse”, En: La Opinión-El Correo de Zamora, Zamora, 10-V-2017: 19. Cf. https://www.laopiniondezamora.es/opinion/2017/05/11/edificio-panera-social-debe-conservarse-1077789.html. [1 de diciembre de 2020].
[36]Esteban, Ángel Luis (2017): “Otro edificio sentenciado”. En: La Opinión-El Correo de Zamora, Zamora, 21-IV-2017. Cf. http://www.laopiniondezamora.es/opinion/2017/04/21/edificio-sentenciado/999770.html. [1 de diciembre de 2020].
[37]“El Ayuntamiento hará "todo lo posible" para salvar la fachada de la harinera San Isidro”. En: http://www.laopiniondezamora.es/zamora/2017/06/19/ayuntamiento-hara-posible-salvar-fachada/1013847.html. [1 de diciembre de 2020].
[38]La Opinión-El Correo de Zamora, Zamora, 26-VI-2017: 14 y 20-I-2018: 13.
[39]Cf. Ibídem, Zamora, 5-X-2017: 3.
[40]Ibídem, Zamora. 13-I-2018: 11.
[41]Los fotógrafos encargados de tomar las instantáneas para ilustrar la publicación recibieron atónitos la incomprensible orden de fotografiar también la –recién demolida- Panera Social para incluirla en la guía. Información aportada por el fotógrafo Francisco Javier Izquierdo García en una entrevista celebrada el 1 de febrero de 2018. Esta publicación patentiza la ausencia de algunos edificios industriales señeros de la ciudad y, por supuesto, extrañas omisiones bibliográficas.
[42]García-Lozano, 2019: 311-25.
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