Resumen: Los objetivos de esta revisión fueron analizar las causas y factores de riesgo de la lesión del LCA, realizar una revisión sistemática de los programas de prevención actuales y proponer un protocolo para la prevención de la lesión del LCA. Para ello, se realizó una búsqueda en las bases de datos PuBmed, PeDro y EBSCO, teniendo en cuenta palabras clave en términos DeCS y MeSH, los cuales aportaron 606 y 228 artículos respectivamente. De acuerdo a los criterios de inclusión y exclusión, se seleccionan 18 artículos para ser estudiados. En cuanto a los factores de riesgo de cualquier lesión de rodilla son: lesión previa, fatiga muscular y desequilibrio de fuerza entre isquiosurales y cuádriceps (McCall y col., 2014). Específicamente para la lesión del LCA las causas pueden ser el ángulo Q, el valgo de rodilla, el genu recurvatum, el pie pronador y la torsión externa de la tibia. Además el LCA de la mujer es menor en longitud y en sección transversal que el del hombre (Sutton y col., 2013). Los programas de prevención que han mostrado disminuir la frecuencia lesional inciden en el trabajo del core, la propiocepción, el control motor, el aprendizaje de la técnica de amortiguación, la flexibilidad y el trabajo excéntrico (McCall y col., 2014). En conclusión, se exponen los factores de riesgo específicos a esta lesión en mujeres junto a la eficacia mostrada en los diferentes programas preventivos analizados. Los programas de prevención incluyen el trabajo de la fuerza neuromuscular, estiramientos, pliometría, equilibrio, core y corrección de la técnica de amortiguación del salto y los cambios de dirección.
Palabras clave:ligamento cruzado anteriorligamento cruzado anterior,fútbol femeninofútbol femenino,factores de riesgofactores de riesgo,programas de prevenciónprogramas de prevención.
Abstract: The aims of this review were to analyce the causes and risk factors for ACL injury, a systematic review of current prevention programs and pose a protocol for preventing of ACL injury. Searches were performed in PubMed, PeDRO, and EBSCO data, taking into account keywords in DeCS and MeSH terms, which provided with 606 and 228 articles respectively. According to inclusion and exclusion criteria, 18 articles were selected for study. For any knee injury risk factors are a previous injury, fatigue and muscle strength imbalance between hamstrings and the quadriceps muscle (McCall et al., 2014). In the case of ACL injury studies focus on causes like the Q angle, the valgus knee, the genu recurvatum, the pronator foot and the external tibial torsion among others. In addition, the ACL of women is smaller in length and has smaller cross section than the ACL of men (Sutton y Bullock, 2013). Prevention programs included training the core, propioception, flexibility, motor control, learn technique and eccentric work (McCall et al., 2014; Myer et al., 2012; Stevenson et al., 2014; Sugimoto et al., 2014). In conclusion, the specific risk factors for this injury in women are presented with the effectiveness shown in the different preventive programs analyzed. The prevention programs analyzed include improvements for neuromuscular strength, stretching, plyometry, balance, core and correction of the technique of jump landing and changes of direction.
Keywords: anterior cruciate ligament (ACL), female football, risk factors, prevention programs.
Efectos del calentamiento en el rendimiento físico y en la percepción psicológica en jugadores semi profesionales de fútbol
Review risk factors and prevention programs of the anterior cruciate ligament injury in female football: prevention proposal
Recepción: 02 Septiembre 2016
Aprobación: 27 Diciembre 2016
La lesión del ligamento cruzado anterior (LCA) de la rodilla incapacita de forma inmediata necesitando un largo período de recuperación hasta la vuelta a la competición independientemente del tratamiento elegido (conservador frente a quirúrgico).
La lesión del LCA es la más común dentro de las lesiones de rodilla (Pauzenberger, Syré y Schurz, 2013), suponiendo más de un 50% de las lesiones de esta articulación (Joseph y col., 2012), pudiendo llegar a alcanzar hasta el 90% (Woo, Abramowitch, Kilger y Liang, 2006). También esta lesión tiene mayor incidencia en fútbol frente a otros deportes de equipo como el baloncesto o el voleibol y con mayor frecuencia en mujeres que en hombres (Joseph y col., 2012). Frecuentemente están asociadas a otras lesiones articulares concomitantes y provocan un aumento del riesgo de artrosis precoz independientemente del tratamiento administrado (Lohmander, Östenberg, Englund y Roos, 2004).
Un estudio epidemiológico que analiza los principales mecanismos de lesión de LCA muestra que el 53% se produjeron realizando un cambio de dirección al lado de la rodilla lesionada (10% realizando también cambio dirección pero al lado contrario) y el 26% aterrizando, tras realizar un golpeo de cabeza (Faunø y Wulff, 2006). El dato más relevante a destacar de este estudio es que en todos los casos, en el momento de la lesión, el pie se encontraba en contacto con el suelo y en el 90% de las lesiones de LCA, se produjeron sin contacto con otro jugador (57% en contacto con balón pero no con otro jugador y 39% sin contacto con balón ni con otro jugador). Otro estudio epidemiológico nos muestra que el ratio de lesión LCA es mayor en la práctica de fútbol frente a otros deportes como baloncesto, voleibol, etc. y mayor incidencia en mujeres que en hombres (Joseph y col., 2012). Varios estudios comparan la incidencia de la lesión de LCA en hombres y mujeres demostrando que el género femenino tiene unos ratios de incidencia entre tres y ocho veces mayor que el masculino y unos ratios de 20,8 mayores en competición que durante el entrenamiento (Woo y col,. 2006; Joseph y col,. 2012; Beynnon y col., 2014).
A pesar de la creciente investigación acerca de los factores de riesgo asociados a sufrir la lesión del LCA, la prevalencia de esta lesión en los últimos años está aumentado en mujeres (Grimm y Kirkendall, 2007).
Debido a la alta incidencia de esta lesión así como al tiempo de retirada deportiva que supone, es necesario abordar los factores de riesgo específicos de esta lesión haciendo hincapié en las diferencias que hay por género. Esto junto a la revisión de los programas de prevención que han mostrado ser eficaces para disminuir el riesgo de lesión, nos permitirá realizar propuestas de prevención específicas en mujeres futbolistas extrapolables a otros deportes de equipo.
Por ello, el objetivo de este estudio es analizar las causas y factores de riesgo de la lesión del LCA y realizar una revisión sistemática de los programas de prevención actuales para la lesión del LCA.
Se realizó una búsqueda exhaustiva en las bases de datos Pubmed, PeDro y Google Scholar, teniendo en cuenta palabras clave en términos DeCS y MeSH (descriptores en Ciencias de la Salud).
La búsqueda se limitó a artículos de lengua inglesa o castellana a partir del año 1999 y estudios en humanos. Principalmente las palabras usadas fueron “prevención de lesiones”, “ligamento cruzado anterior” “LCA” “mujeres” (“injury prevention” “anterior cruciate ligament” “ACL” “female”); con el conector AND.
El resultado de cada una de las búsquedas se muestra en la tabla 1. Para la selección de estudios se establecieron los siguientes criterios de inclusión: artículos publicados entre 1999 y 2016, cuyo diseño de estudio sean ensayos clínicos, revisiones sistemáticas y meta-análisis en inglés o castellano. La figura 1 muestra el flujograma de los estudios incluidos tras la evaluación de la calidad metodológica, a través de la lista de chequeo Consort para ensayos clínicos y Estrategia PICO para las revisiones sistemáticas. Los artículos del motor de búsqueda PEdro fueron evaluados también evaluados por los 11 items incluidos en la escala PEdro.
En este apartado se muestra por un lado, los estudios que han analizado los factores de riesgo de la lesión del LCA, tabla 2 y por otro lado, la evidencia científica de los programas de prevención para disminuir el riesgo de lesión del LCA, tabla 3, mostrandose los diferentes estudios que han tratado de comprobar la efectividad que tiene un programa de prevención específico para disminuir el riesgo de lesión.
En este estudio de revisión se recogen cuales son los factores de riesgo más asociados a la lesión del LCA que presentan las mujeres deportistas, especialmente en fútbol femenino. Además se han analizado los resultados que presentan los diferentes programas de prevención cuyo objetivo es disminuir el riesgo de lesión.
Previo a la descripción de los factores de riesgo mostrados en la tabla 2 del apartado resultados es necesario describir la biomecánica del LCA para comprender los mecanismos de lesión más comunes.
Biomecanicamente, la principal función del LCA es evitar la anteriorización de la tibia con respecto al fémur y secundariamente controlar los movimientos en varo, valgo y rotación de la rodilla. Presenta un comportamiento viscoelástico para disminuir la tensión de las deformaciones bruscas y relajarse en las deformaciones prolongadas (Kwan, Lin y Woo, 1993). En cuanto a su función propioceptora son las terminaciones de Ruffini y los corpúsculos de Pacini los encargados de recibir la información mecánica (Schutte, Dabezies, Zimny y Happel, 1987).
En referencia a la descripción del mecanismo de lesión conlleva momentos de traslación anterior de la tibia con rotación y valgo de rodilla que ocurre mayoritariamente en un pivotaje lateral (cambio de dirección) junto con un aterrizaje o desaceleración de la acción deportiva (Quatman y Hewett, 2009). Además de conocer el mecanismo de lesión es importante conocer los factores de riesgo para individualizar especificamente los programas de prevención.
Como se resumen en la tabla 2, ante cualquier lesión de rodilla, los tres factores de riesgo principales son: haber tenido una lesión previa (recidiva), la fatiga muscular y el desequilibrio entre la musculatura anterior y posterior del muslo (cuádriceps vs isquiosurales) (McCall y col., 2014; Stevenson y col., 2014; Thomas, Villwock, Wojtys y Palmieri-Smith, 2013). Numerosos estudios biomecánicos resaltan la importancia de este último factor de riesgo debido a que una contracción de la musculatura isquiosural junto con los abductores de cadera se encargan de la estabilización de la cadera en el momento de flexión y permite neutralizar la tendencia del torque del cuádriceps a la anteriorización de la tibia sobre el fémur (Elias y Mizner, 2014; MacLeod, Snyder-Mackler y Buchanan, 2014; Telianidis y col., 2014).
De los factores de riesgo asociados que destacamos de la tabla 2 son la pronunciación del valgo de rodilla, la hiperextensión de rodilla, el pie pronador, rotación externa de tibia y debilidad del glúteo medio, lo cual aumenta la báscula pélvica en el plano frontal y por tanto, el valgo de rodilla (Griffin y col., 2006; Mandelbaum y col., 2005). Otros factores de riesgo asociados son también el mayor ángulo Q y el aumento del Índice de Masa Corporal (IMC) (Acevedo, Rivera-Vega, Miranda y Micheo, 2014). El análisis y revisión de los factores de riesgo del LCA de Smith y col. nos señalan la importancia de los factores neuromusculares tales como: aumento del tiempo de reacción ante un estímulo, del tiempo de procesamiento y menor memoria verbal y visual (Smith y col., 2012). El trabajo de Hewet y col. (2010) nos destaca los posibles desequibrios musculares que aumentan el riesgo de sufrir la lesión de LCA (Hewett, Ford, Hoogenboom y Myer, 2010):
Dominancia ligamentosa: la musculatura no tiene la capacidad de absorber las fuerzas y estas son transmitidas a los ligamentos puediendo aumentar el valgo de rodilla y la traslación anterior de la tibia.
Dominancia del cuádriceps: esto se relaciona con menor flexión de rodilla en la amortiguación y menor activación de la musculatura posterior (isquiosurales, poplíteo, gastrocnemios) en la estabilización de la rodilla para evitar el desplazamiento anterior de la tibia.
Asimetría de activación en miembros inferiores: menor activación muscular y control motor en la pierna no dominante, lo que conlleva una traslación del peso a la pierna dominante e inclinación lateral del tronco.
Dominancia del tronco (activación insuficiente o con retardo de la musculatura lumbopélvica): menor estabilidad lumbopélvica conlleva menor capacidad de estabilización de la rodilla.
A nivel biomecánico y realizando una analogía del modelo de Panjabi, la estabilidad articular depende de la activación correcta del sistema activo muscular, del sistema pasivo articular (cápsula, ligamentos, meniscos y superficies articulares) y del adecuado control del sistema nervioso central que traduce la información recibida por los receptores articulares y musculares para devolver una respuesta adecuada que permita la establización articular (Panjabi, 1992). Por tanto, una adecuada propiocepción no es más que la adecuada integración de estos tres elementos para permitir integrar la información aferente tanto interna como externa y dar respuesta con la activación muscular adecuada para la estabilización articular.
En cuanto a las diferencias sexuales, los análisis de Sigward y col. (2012) donde compara las diferencias entre hombres y mujeres antes y después de la maduración sexual, muestra que las mujeres presentan un patrón de activación diferente en la recepción del salto. Tras la maduración sexual las mujeres aterrizan amortiguando menos, es decir, con menor flexión de cadera y rodilla y mayor momento de adución y rotación interna, provocando un aumento del valgo de rodilla, lo que somete a mayor estrés a la articulación de la rodila y al LCA (Sigward, Pollard y Powers, 2012). Además, en comparación con los hombres, en las mujeres hay una contracción predominante del cuádriceps respecto a la musculatura isquiosural (agonista o protectora del LCA) en el aterrizaje del salto y en las frenadas (movimientos excéntricos), lo que aumenta el riesgo de lesión del LCA al producir un desplazamiento anterior de la tibia (Shultz, Sander, Kirk y Perrin, 2005; Shultz, Nguyen y Schmitz, 2008; Sigward y col., 2012), a esto se le sumaría la diferencia estructural del LCA por género, encontrando que el LCA de las mujeres: (I) es más pequeño en longitud y con menor sección transversal que en hombres, (II) contiene menor porcentaje de fibras de colágeno lo que le confiere menor capacidad de resistir al estiramiento (Shultz y col., 2005; Shultz y col., 2008).
También encontramos estudios acerca de la relación entre la prevalencia del lesión de LCA y las diferentes fases del ciclo menstrual. El estudio de Wojtys, Huston, Lindenfeld, Hewett y Greenfield, (1998) relaciona la fase del ciclo mentrual de 40 atletas recientemente lesionadas de LCA con el momento de la lesión. Los resultados muestran diferencias signficativas entre las fases del ciclo menstrual, debido a que se produjeron un mayor número de lesiones en la fase ovulatoria (días 10 a 14) y menos en la fase folicular (días 1 a 9) (Wojtys y col., 1998). En referencia a esto, Shultz y col., (2005) estudiaron la laxitud del LCA en las diferentes fases del LCA, mostrando que la laxitud del LCA es hormona-dependiente, siendo mayor con el aumento de la concentración de estradiol, la cual se produce en la fase ovulatoria (Shultz y col., 2005). Estos resultados coinciden con la prevalencia de lesión mayor en una determinada fase del ciclo menstrual (fase ovulatoria) mostrada en el estudio descriptivo de Wojtys y col., (1998). Este factor debería ser tenido muy en cuenta a la hora de prescribir las cargas de entrenamiento específico dirigido a la prevención de esta lesión y la mejora de la fuerza en mujeres conociendo la fase del ciclo menstrual en la que se encuentra para obtener mejoras más eficientes.
En la tabla 3 podemos ver los estudios que han realizado una intervención mediante programas preventivos de lesiones de rodilla, en especial del LCA, tratando de modificar factores de riesgo anteriormente expuestos. Algunos de los programas expuestos proponen realizar los ejercicios de prevención durante el calentamiento mientras que otros lo realizan dentro de la parte para la mejora condicional. Los programas preventivos muestran partes comúnes que serán resumidas al final del texto como la reeducación de saltos y los cambios de dirección.
En los estudios de intervención cuyo objetivo fue cambiar los factores de riesgo modificables en la lesión del LCA incidieron en la medición de la activación de la musculatura periférica (Chimera, Swanik, Swanik y Straub, 2004; Herman y col., 2008; Lephart y col., 2005), los grados de flexión de cadera-rodilla-tobillo en la amortiguación de los saltos (Chappell y Limpisvasti, 2008; Lephart y col., 2005), los momentos de rotación interna y valgo de rodilla y abducción de cadera (Chappell y Limpisvasti, 2008; Chimera y col., 2004; Lephart y col., 2005; Myer, Ford, Brent y Hewett, 2006; Pollard, Sigward, Ota, Langford y Powers, 2006), las fuerzas de impacto vertical (Irmischer y col., 2004;Lephart y col., 2005), la anteriorización de la tibia en el salto (Herman y col., 2008) y la mejora del equilibrio y control del tronco (postura) (Paterno, Myer, Ford y Hewett, 2004).
En cuanto a la modificación de la preactivación y activación de la musculatura periférica de rodilla y tobillo, una intervención de entre 6 y 8 semanas consiguió una mayor activación temprana en la fase preparatoria del salto de la musculatura aductora de cadera (Chimera y col., 2004; Lephart y col., 2005). También se mostró una mayor coactivación de isquiosurales, cuádriceps, aductores y abductores en la amortiguación del salto lo que refiere una mayor estabilización de la rodilla. El trabajo de Lephar y colaboradores también encontró mayor activación del glúteo medio y mayor en la recepción del salto (Lephart y col., 2005). Es importante incluir en los programas de prevención este tipo de ejercicios para conseguir la preactivación y coactivación de la musculatura de rodilla y cadera que interviene tanto en los saltos como en los cambios de dirección, protegiendo así del mecanismo lesional del LCA.
En cuanto a los estudios que realizan una reeducación del salto, han demostrado aumentar los grados de flexión de cadera y rodilla y rotación externa de rodilla, así como una mayor preactivación del glúteo medio y fuerza reactiva (Chappell y Limpisvasti, 2008; Lephart y col., 2005). En referencia a esta mayor activación del glúteo medio, el trabajo de Myer y col. (2007) justifica que la disminución significativa de un 13% del valgo de rodilla puede ser debido a ello (Myer, Ford, Brent y Hewett, 2007). La mayor activación de la musculatura aductora de cadera puede ser la causante de una mejora en la abducción de cadera mostrada en el trabajo de Myer y colaboradores y por tanto de un mejor mantenimiento de la postura (Myer y col., 2007). Dentro de este trabajo, es importante destacar que se clasificó a la muestra en “bajo riesgo” a aquellos que realizaban un valgo de rodilla por debajo de los 25,5 Nm y de “alto riesgo” a los que estaban por encima. Por ello, los resultados fueron más significativos en la muestra de “alto riesgo” que fue intervenida. Esto destaca la importancia de realizar una evaluación pre de los factores de riesgo para incidir en aquellos que son modificibles de forma más específica.
En cuanto a las fuerzas de reacción, el trabajo de Lephart y col. (2005) no mostró una disminución significativa tras la intervención, mientras que Irmischer y col. (2004) si consiguieron una disminución significativa de las fuerzas de reacción contra el suelo. Las posibles diferencias en estos resultados pueden deberse debido a que el entrenamiento realizado por Irmischer y col. (2004). es de mayor duración y con entrenamiento pliométrico desde la primera sesión, mientras que en la publicación Lephart y col. (2005) sólo se realizaron 4 semanas de entrenamiento pliométrico.
Además de las intervenciones dirigidas a la disminución del valgo de rodilla y rotación interna, junto a la mejora en la amortiguación en el plano sagital y en las fuerzas de reacción contra el suelo, el trabajo de Paterno y col. (2004) hace especial hincapié en la mejora de la estabilidad y el control postural para la prevención de lesión de LCA. En esta línea, Zazulak y col. (2007) expone que la desviación lateral del tronco en el plano frontal puede ser un buen predictor del riesgo de lesión del LCA, es por ello que además de los cambios cinemáticos en el plano sagital y frontal de miembros inferiores es necesario trabajar la estabilidad postural del tronco.
Por otro lado encontramos estudios donde han tratado de comprobar la eficacia que tiene la aplicación de varios programas diseñados por expertos para la prevención de lesiones de rodilla. El PEP Program .Prevent Injury and Enhance Performance Program) es un programa sencillo que no requiere material ni mucho tiempo de aplicación en la sesión, debido a que puede servir como calentamiento al inicio. Dos estudios prospectivos donde realizaron la aplicación del programa durante 12 semanas y durante y dos temporadas, respectivamente, obtuvieron una disminución significativa de la incidencia de lesión del LCA con respecto al grupo control (Gilchrist y col., 2008; Mandelbaum y col., 2005). Gilchirist y col. (2008) disminuyeron la incidencia lesional un 70% mientras que Mandelbaum y col. (2005) obtuvo una reducción del 88% en la primera temporada de aplicación del programa y un 74% de lesión del LCA en el segundo año.
Otro de los programas utilizado para la prevención de lesiones general es el FIFA 11+, el cual incluye ejercicios de carrera de diferentes tipos con ejercicios de fuerza, pliometría y equilibrio. Soligard y col. (2010) mostraron una disminución de entre el 35 y el 46% según la adherencia al programa (Soligard y col., 2010). Steffen y col. (2008) no encontraron diferencia significativas en la disminución lesional entre el grupo de intervención con el FIFA 11+ y el grupo control (Steffen, Myklebust, Olsen, Holme y Bahr, 2008). La controversia de resultados entre estos dos estudios puede ser explicada por la baja adherencia final en el trabajo de Steffen y col., la cual fue de un 52%. En esta línea, el trabajo de Steffen y col. (2013) llevado a cabo en jugadoras canadienses obtuvo una disminución del 57% de la frecuencia lesional en el grupo de alta adherencia frente al de baja adherencia (Steffen y col., 2013).
El estudio de Kiani, Hellquist, Ahlqvist, Gedeborg y Byberg, (2010) trató de comprobar la eficacia del programa HarmoKnee, consistente en ejercicio de control corporal, activación muscular, fuerza, equilibrio y trabajo del core. Tras 9 meses de intervención en 49 equipos de jugadoras entre 13 y 19 años comprobaron un 90% menos de incidencia lesional que en el grupo control, reportando que de las 5 lesiones del LCA, todas ocurrieron en el grupo control (Kiani y col., 2010).
Otro de los programas preventivos evaluados fue el KLIP Program (Knee Ligament Injury Prevention) basado en un programa neuromuscular que incluía ejercicios de fortalecimiento, pliometría, equilibrio y agilidad incidiendo en la flexión de miembros inferiores y en una correcta amortiguación del salto evitando el valgo de rodilla. El trabajo de LaBella y col. (2011) mostró una reducción del 65% de las lesiones de no contacto tras la realización del KLIP Program durante 6 semanas en pretemporada (LaBella y col.,2011). Sin embargo, el estudio de Pfeiffer y col. (2006) donde aplicaron el KLIP Program no consiguieron dismiuir la incidencia lesional del LCA en el grupo de intervención comparado con el grupo control (Pfeiffer, Shea, Roberts, Grandstrand y Bond, 2006).
Se puede destacar que los programas de prevención analizados muestran efectividad realizándolos un mínimo de 2 veces/semana, entre 20-30 min. La duración media de los programas analizados son de 4-9 semanas, con el fin de mostrar los resultados a nivel estadístico, sin embargo la aplicación de estos programas debe ser durante toda la temporada. A pesar de todos los programas de prevención (PEP, FIFA 11+, KLIP, HarmoKnee) lo ideal sería realizar programas de prevención individualizado a cada jugadora, adaptado a sus características y sus deficiencias para así posteriormente elaborar un plan de prevención óptimo, que le permita reducir al mínimo la probabilidad de padecer una lesión.
Los factores de riesgo de la lesión de ligamento cruzado anterior en mujeres futbolistas se centran como factores modificables en: mayor valgo de rodilla, menor de grado de flexión de cadera, rodilla, tobillo en la amortiguación del salto, mayor rotación interna de cadera y de las fuerzas de impacto lo que supone una mayor traslación anterior de la tibia y riesgo de lesión del LCA. En cuanto a los factores no modificables encontramos: mayor ángulo Q, el valgo de rodilla estático, el genu recurvatum, el pie pronador y la estructura del LCA de la mujer que es más pequeño en longitud y de menor sección transversal que la del hombre y con menor porcentaje de fibras colágeno.
Las intervenciones enfocadas a la modificación de los factores de riesgo modificables consiguen atenuar el riesgo de lesión. Los programas de prevención mostraron ser eficaces en la disminución de la frecuencia lesional del LCA entre un 36% y 80%.
Los programas de prevención analizados incluyen protocolos de calentamiento con ejercicios para la mejora de la fuerza neuromucular, estiramientos, pliometría, equilibrio, core y corrección de la técnica de amortiguación del salto y los cambios de dirección.
En base a la evidencia científica mostrada resulta determinante considerar el trabajo de estos factores teniendo en cuenta la fase del ciclo menstrual donde se encuentre la jugadora, considerando los cambios de laxitud ligamentosa que se producen. En esta misma línea se destaca la necesidad de planificar las cargas del entrenamiento de fuerza teniendo en cuenta también las fases del ciclo menstrual para obtener mejoras neuromusculares más eficientes.
En la tabla 4 se presentan resumidos los ejercicios de los diferentes programas de prevención que han mostrado tener eficacia en la reducción de lesiones: