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En defensa de los menos competentes en Educación Física
Luis M. Ruiz-Pérez
Luis M. Ruiz-Pérez
En defensa de los menos competentes en Educación Física
In defence of the low skilled students in Physical Education
RICYDE. Revista Internacional de Ciencias del Deporte, vol. XV, núm. 55, pp. 1-4, 2019
Editorial Ramón Cantó Alcaraz
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En defensa de los menos competentes en Educación Física

In defence of the low skilled students in Physical Education

Luis M. Ruiz-Pérez
Universidad Politécnica de Madrid, España
RICYDE. Revista Internacional de Ciencias del Deporte, vol. XV, núm. 55, pp. 1-4, 2019
Editorial Ramón Cantó Alcaraz

Defender el derecho de los menos competentes a recibir una educación física de calidad no es una arbitrariedad ni un capricho, es un derecho, y es en este contexto donde deseamos ubicar a los protagonistas de este Monográfico de la Revista RICYDE.

Ya en 2006 habíamos llamado la atención sobre la existencia de lo que denominábamos “dificultad oculta” y que hacía referencia a los problemas de baja competencia motriz existente en un sector del alumnado en las clases de educación física (Gómez, Ruiz y Mata, 2006). Recientemente hemos vuelto a destacarlo (Ruiz, 2018) hasta llegar a este Mono- gráfico dedicado expresamente a destacar que a los alumnos y alumnas con baja competencia motriz se les debe dar más protagonismo. La Educación Física y sus docentes no puede mirar para otro lado mientras hay un sector de su alumnado que se queja y lamenta no ser considerados por sus profesores, no recibir el apoyo suficiente y cómo sus dificultades no son comprendidas, simplificándolo en que lo que manifiestan es un problema de motivación.

Es importante destacar que en las décadas de los años 1980-90 (Betts y Underwood, 1992; Haubenstricker, 1982; Revie y Larkin, 1993) existió un interés por parte de los docentes por este alumnado con baja competencia motriz en educación física, como así lo demuestra los diferentes artículos que en las revistas especializadas aparecían por entonces (Ruiz y Palomo, 2018). Este interés disminuyó hasta ser un asunto residual que solo interesa a los especialistas en el ámbito terapeútico (Cairney, 2015; Cermak y Larkin, 2002).

El presente Monográfico de la Revista RICYDE ha retomado este interés, y los estudios e investigaciones que en él se presentan, muestran que es posible atender a estos escolares, pero que un primer paso es conocerles mejor, saber qué son capaces de hacer, cuáles son sus competencias reales y cuáles sus pensamientos y creencias.

En esta labor se presenta el artículo de Pic y Laver-Burgués al proponer estimar la competencia motriz de los escolares mediante la observación de cómo juegan y cómo deciden en los juegos. Hay que asumir que los profesores de educación física son unos observadores privilegiados del comportamiento de sus alumnos, y propuestas como la que los autores realizan son de gran utilidad pedagógica ya que puede permitir establecer los perfiles lúdicos de los escolares con baja competencia motriz.

A este esfuerzo se suman los artículos presentados por Estevan, Molina-García, Queralt, Bowe, Abbott y Barnett y Estevan, Utesch, Dreiskämper, Tietjens, Barnett, y Castillo. Estos autores presentan, por un lado, la validación española de la nueva versión de la Escala Pictográfica de Percepción de Competencia Motriz para alumnos y alumnas en edad escolar y por otro, la validación de una Escala Pictográfica del Autoconcepto Físico en escolares.

La evaluación de la competencia motriz percibida y del autoconcepto físico aon aspectoa que han recibido una amplia atención entre los investigadores, pero su concreción hacia la Educación Física es aspecto de gran interés, por lo que estos dos artículos ofrecen a los docentes los argumentos y fundamentos para poderlos emplear en sus clases. Los autores de estos dos artículos presentan instrumentos de fácil aplicación, atractivos para los escolares y que ofrecen información de gran interés para conocer lo que los escolares piensan y perciben sobre sí mismos como actores. Los escolares con baja competencia motriz presentan, percepciones y creencias sobre su competencia motriz desfavorables para el progreso y la participación (Ramón y Ruiz, 2015). Instrumentos de esta naturaleza permitirían al docente poder objetivar mucho mejor estas percepciones y tomar las decisiones más apropiadas para favorecer una educación física de los menos competentes.

Sin duda uno de los test más reconocidos internacionalmente es la Batería de Evaluación del Movimiento desarrollado Henderson, Sudgen y Barnett (2007). Con él se han llevado a cabo numerosos estudios e investigaciones desde hace décadas en sus versiones anteriores, para detectar a los escolares con baja competencia motriz y problemas evolutivos de coordinación motriz. En este Monográfico los autores Rodrigues, Ribeiro, Sousa, Lopes y Barros realizan una exhaustiva revisión de los estudios en los que se ha empleado este instrumento para establecer las diferencias de género.

La discusión sobre qué sexo presenta más problemas de baja competencia motriz ha estado siempre presente en la literatura. En un sector son más los varones dada su mayor participación en actividades físicas y deportivas que las chicas, no obstante, no todos los estudios apoyan esta idea, ya que son también abundantes los que han podido encontrar que la tasa de chicas incapaces de realizar tareas motrices de cierta complejidad era mayor que en los chicos. En esta revisión sistemática que realizan los autores muestran como existían diferencias consistentes en todos los estudios analizados, diferencias favorables a los varones en las tareas que reclaman coordinaciones globales mientras que estas diferencias eran favorables a las chicas en las tareas que reclamaban coordinaciones motrices finas, no encontrando resultados concluyentes en las tareas equilibratorias.

Este interés por las diferencias entre niños y niñas en su competencia motriz se manifiesta también en el artículo que presentan Cenizo-Benjumea1, Ravelo-Afonso, Ferreras-Mencía y Gálvez-González. Para establecer estas diferencias los autores emplearon el test 3JS de Coordinación que consta de siete pruebas (carrera, salto, giro, lanzamiento, bote, conducción y golpeo con el pie) y que permite establecer diferentes niveles de competencia motriz desde el más bajo al más refinado. Los resultados muestran una mejora progresiva de la coordinación a lo largo los años escolares, pero mostrando diferencias entre los niños y las niñas que se sustanciaban en a favor de los varones en las tareas de coordinación y control de objetos preferentemente. También a medida que los escolares tenían más edad (10-11 años) los varones mostraban una mayor competencia en el control de objetos con los pies. Para los autores los procesos madurativos que se manifiestan en chicos y chicas pueden ser una de las razones que establecen dichas diferencias, aunque no deberíamos olvidar el papel de una cultura deportiva que incita a los varones y a las chicas a la realización de determinado tipo de tareas y no otras, y que va quedando patente en un descenso de la competencia motriz en ellas más que en ellos.

No es elevado el interés que los docentes españoles en esta materia hemos tenido por analizar las experiencias negativas que los escolares tienen en nuestras clases. Tal vez una visión bondadosa nos ha hecho considerar que es difícil pasarlo mal ya que es una materia eminentemente lúdica, y que libera al alumnado de las ataduras de los pupitres. Pero nada más lejos de la realidad. El pensamiento de los escolares con baja competencia motriz es muy nítido, destacando las dificultades que tienen para sobrevivir en un entorno que es hostil, no comprendiendo por qué tienen que estar en él (Ruiz, Palomo, Gómez y Navia, 2018).

Es esta línea se presenta el artículo de Beltrán-Carrillo y Devis-Devis cuando analizan el pensamiento de los escolares menos activos, y profundizan en sus experiencias negativas en la asignatura. Para ello se apoyan en las declaraciones de siete estudiantes adolescentes (cuatro chicos y tres chicas) que abiertamente indican como no entienden de- terminadas decisiones metodológicas que viven en sus clases. No aceptan que se den un excesivo énfasis a la búsqueda de rendimientos concretos, y esto para el alumnado con sobrepeso u obesidad o con baja competencia motriz se convierte en un gran problema. También son críticos con la masculinidad y el salutismo que preside muchas propuestas que se realizan en las clases. En el caso de las chicas tener que mostrar su cuerpo ante los demás y su baja competencia motriz se convierte en el origen de una gran incomodidad, a lo que se aña- de la posibilidad de que emerjan comportamientos de desprecio, burla y marginación por parte de sus compañeros y compañeras de clase. Sin duda son asuntos sobre los que los docentes tendríamos que reflexionar más para tratar de devolver la esperanza de que las clases de educación física no son únicamente espacios de humillación sino de desarrollo y de enriquecimiento personal.

Ésta es la propuesta que Martinek, Holland y Seo realizan en su artículo. Para estos autores comprender por qué los escolares se implican en la práctica y por qué se desconectan de ellas es de capital importancia para los docentes. Para ello presentan un análisis de la literatura científica sobre qué afecta la motivación de los escolares hacia la educación física, analizando la vida en el gimnasio, su ecología. Proponen considerar tres aspectos claves. Por un lado, el papel que la competencia motriz real y la percibida juega en las decisiones que los escolares adoptan, sin duda los escolares con baja competencia motriz no ven con agrado lo que sucede en las clases, no asumen que tengan que ser elegidos los últimos en los juegos o tener que desarrollar tareas secundarias por su falta de habilidad en las clases. Para estos escolares con baja competencia motriz, sus pensamientos siempre buscan desconectar de la materia, separarse de ella, no sufrir la humillación de no ser capaz ante los ojos de sus compañeros y de sus profesores.

Esto implica considerar el papel de los valores que movilizan a los escolares a implicarse o no, y el papel que la esperanza tiene en estos procesos. Para los escolares con baja competencia motriz la esperanza de ser mejores no existe, han aprendido a ser incompetentes y deben vivir con esa carga (Ruiz, 2000; Walling y Martinek, 1995), de ahí la necesidad de que los docentes se planeen, como indican los autores, el devolver la esperanza a los menos competentes en las clases de educación física.

Como docentes tenemos la responsabilidad de dotar de vitalidad nuestros escolares y de poner en forma sus cerebros (Ruiz, 2018), ofreciéndoles actividades motrices numerosas y variables adaptadas a sus posibilidades de acción y a su nivel de competencia motriz. Debemos dotarles de las competencias funcionales que les permitan desenvolverse en las clases y en los juegos y deportes extraescolares (Parker y Larkin, 2003; Ruiz y Palomo, 2018). Todo ello en contextos de relación donde sus esfuerzos sean reconocidos y valorados, en un clima motivacional orientado a la maestría y el dominio de competencias básicas para el aprendizaje de habilidades más complejas. Como docentes debemos asumir que si el objetivo de la materia en el entorno escolar es el desarrollo de la competencia motriz esto no solamente está referido a los más hábiles, ya que, si no nos pre- ocupamos por los que presentan baja competencia motriz, ¿quién lo hará? Si estos escolares necesitan más atención y paciencia ofrezcámosla, ya que no muestran el mismo ritmo de aprendizaje y porque poseen la pesada carga de sus errores y fracasos (Goodway, Crowe, y Ward, 2003).

El presente Monografico es una vindicación de los que habitualmente son ignorados y humillados en las clases de educación física. Supone plantear que todo el alumnado tiene derecho a recibir una educación física de calidad adaptada a sus posibilidades reales, y disfrutar del beneficio que las actividades físicas y deportivas les pueden ofrecer, de ahí la necesidad de seguir investigando sobre esta cuestión.

Material suplementario
Referencias
Betts, M., & Underwood, G. L. (1992). The experience of three low motor ability pupils in infant physical education. The Bulletin of Physical Edu- cation, 28(3), 45-56.
Cairney, J. (Ed.) (2015). Developmental Coordination Disorder and its consequences. Toronto: Toronto University Press.
Cermak, S. A., & Larkin, D. (2002). Developmental Coordination Disorder. Australia: Delmar-Thompson Learning.
Haubenstricker, J. L. (1982). Motor development in children with learning disabilities. Journal of Physical Education, Recreation & Dance, 52(5),41-44. https://doi.org/10.1080/07303084.1982.10629384
Henderson S. E.; Sugden D. A., & Barnett A. L. (2007). The Movement Assessment Battery for Children-2. London, England: Pearson. (Adaptación española coordinada por Ruiz, L. M. y Grau- pera, J. L. en 2011 como Batería de Evaluación del Movimiento para niños-2. Madrid: Pearson Clinical & Talent Assessment España).
Goodway J. D.; Crowe, H., & Ward, P. (2003). Effects of motor skill instruction on fundamental motor skill development. Adapted Physical Activity Quarterly, 20, 298-314. https://doi.org/10.1123/apaq.20.3.298
Gómez, M.; Ruiz, L. M., & Mata, E. (2006). Los problemas evolutivos de coordinación en la adolescencia: análisis de una dificultad oculta. RICY- DE. Revista Internacional de Ciencias del Deporte, 1(3), 44-54. https://doi.org/10.5232/ricyde2006.00303
Orlick, T., & Botterill, C. (1975). Every kid can win. Chicago: Nelson Hall.
Parker, H. E., & Larkin, D. (2003). Children´s co-ordination and developmental movement difficulties. En G. Savelsbergh, K. Davids, J. vand der Kamp, & S.J. Bennett (Eds.). Development of Movement Co-ordination in Children. Applications in the fields of Ergonomics, Health Science and Sport. (pp. 107-132). London: Routledge.
Ramón, I., & Ruiz, L. M. (2015). Adolescence, motor coordination problems and competence. Revista Educación XXi, 18(2), 189-213. https://doi.org/10.5944/educxx1.14601
Revie, G., & Larkin, D. (1993). Task-specific intervention with children reduces movement problems. Adapted Physical Activity Quarterly, 10, 29-41. https://doi.org/10.1123/apaq.10.1.29
Ruiz, L. M. (1995). Competencia Motriz. Elementos para comprender el aprendizaje motor en Educación Física. Madrid: Gymnos.
Ruiz, L. M. (2000). Aprender a ser incompetente en educación física: un enfoque psicosocial. Apunts de educación física y deportes, 60, 20-25.
Ruiz, L. M. (2018). Low Competence and Developmental Motor Coordination Problems in Physical Education. RICYDE. Revista Internacional de Ciencias del Deporte, 16(52), 97-100. https://doi.org/10.5232/ricyde2018.052ed
Ruiz, L. M. (2018). Desarrollo motor, cerebro y neuroeducación motriz en la infancia. En J. Muñoz-Parreño, & N. Belando-Pedreño (Coords.). Neuroacción. La neurociencia aplicada a las Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. (pp.105-136). Vigo: MC Sports.
Ruiz, L. M., & Palomo, M. (2018). Clumsiness and Motor Competence in Physical Education and Sport Pedagogy. En O. Bernard & N. Llevot (Eds.), Pedagogy. Volume 2. IntechOpen, https://doi.org/10.5772/intechopen.70832
Ruiz, L.M.; Palomo, M.; Gómez, M. A., & Navia, J.A. (2018). When We Were Clumsy: Some Memories of Adults who were Low Skilled in Physical Education at School. Journal of Physical Education and Sports Management, 5(1), 30-36. https://doi.org/10.15640/jpesm.v5n1a4
Walling, M. D., & Martinek, T. (1995). Learned helplessness: A case study of a middle school student. Journal of Teaching in Physical Education, 14, 454-466. https://doi.org/10.1123/jtpe.14.4.454
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