Resumen: Tal como propuso Escrivá de Balaguer - fundador del Opus Dei - todos pueden alcanzar la santidad a través del trabajo y las circunstancias ordinarias de la vida. En Argentina, muchos responden a este llamado desempeñándose en diferentes actividades solidarias. De este modo, mediante una etnografía multissituada, busco conocer las concepciones y acciones que sus miembros ofrecen en relación a la pobreza. A grandes rasgos, existen dos modos de abordar la cuestión: una que se enfoca en aquellos que trabajan en las actividades (eventos de recaudación de fondos que favorecen la sociabilidad o instancias que buscan "formar" a las jóvenes involucradas) y otro que prioriza a los destinatarios (espacios que apuntan a la “integración” o la "recuperación moral" del pobre). Asimismo, tomo el concepto de "pobreza" más allá de su carácter material, ya que la idea de "pobreza espiritual" resulta central para comprender al Opus Dei y su lugar dentro del catolicismo.
Palabras clave: Opus Dei, pobreza, trabajo, santidad.
Abstract: As Escrivá de Balaguer -Opus Dei founder- proposed, everyone can reach sanctity through work and daily activities. In Argentina, many people answer to this call by doing social work. By a multi-situated ethnography I try to understand the conceptions and actions that its members offer in regard to poverty. There can be distinguish two different ways of doing this: one focuses on those involve in the activities (found-raising events for socializing or those that try to “educate” youth) and another that attends to the receptors (spaces for “integration” and “moral recovery” of the poor). Also, I consider “poverty” besides its material side, as the idea of “spiritual poverty” is key to understand Opus Dei and its place inside Catholicism.
Key words: Opus Dei, poverty, work, sanctity.
Article
LA POBREZA SEGÚN EL OPUS DEI: EL OPUS DEI ENTENDIDO A TRAVÉS DE LA POBREZA
POBREZA ACCORDING TO OPUS DEI: EL OPUS DEI UNDERSTAND THROUGH POVERTY
Recientemente la antropología se ha aproximado a “otros” no marginales al interior de nuestra propia cultura. Sin embargo, esto no es lo más frecuente en dicha disciplina. Estudiar a “otros políticamente no simpáticos” ( Harding, 1991) suele implicar a priori una homogenización en lo que respecta a sus creencias, valores, prácticas y condiciones socio-económicas. A fin de complejizar la mirada y hacer un aporte a lo que se conoce sobre el Opus Dei 1, me propongo trabajar desde una perspectiva etnográfica, esforzándome por comprender el punto de vista de sus miembros y superando las prenociones -propias y ajenas- existentes. Me centraré, por lo tanto, en los vínculos que la Obra establece con la pobreza, atendiendo a los imaginarios y prácticas que se derivan de los mismos.
Algo en lo que coinciden buena parte de quienes estudian el fenómeno religioso en Argentina, es en la existencia de una suerte de “ habitus católico” ( Frigerio, 2005) que “marcó y continúa marcando profundamente la sociedad” ( Mallimaci, 2015, 16). En este país, el catolicismo ha jugado un rol fundamental en diversos momentos de la historia, y constituye, aún en la actualidad, la expresión religiosa con mayor porcentaje de adherencia de acuerdo a lo consignado por la Primera Encuesta sobre Creencias y Actitudes Religiosas del CEIL (2008) 2 según la cual el 76% de la población se define como católica. No obstante, resulta necesario dar cuenta de la heterogeneidad al interior de esta expresión religiosa.
Al mismo tiempo, el Atlas de las creencias religiosas en Argentina (2013) señala que más de la mitad de la población está de acuerdo con el financiamiento del Estado a las religiones y aproximadamente un 75% de este total “ratifica la colaboración con el trabajo social que realizan los cultos” (2013, 48). Por ello, resulta relevante investigar el rol del catolicismo en su intervención sobre la pobreza. Por su parte, la prelatura personal del Opus Dei es entendida como un actor poderoso e influyente en Argentina (dentro y fuera de la propia Iglesia), aunque nunca ha sido directamente estudiado a nivel local. Como veremos a continuación, los trabajos que refieren a este sector lo asocian a un conservadurismo elitista por observar únicamente aspectos litúrgicos o las condiciones económicas de algunos de sus integrantes. A partir de esto, opté por aproximarme etnográficamente a las actividades solidarias vinculadas al Opus Dei y comprender las representaciones y modos de abordaje sobre la pobreza que tienen sus miembros.
En tal sentido, desde el 2015 asisto a diversas instituciones y actividades de trabajo social de o vinculadas al Opus Dei en el Área Metropolitana de Buenos Aires principalmente. Estas instancias -en las que participan grupos de distintas edades y géneros- abarcan desde áreas de acción solidaria de una escuela privada, hasta un colegio para niños de la villa 21-24 en Barracas, pasando por centros de salud, talleres de oficios, eventos de recaudación de fondos, entre otras. Como se verá, cada actividad se aproxima al pobre desde una perspectiva particular. ¿Cómo estudiar al Opus Dei sin caer en lugares comunes? ¿Qué rol juega éste, en tanto miembro de la Iglesia Católica, con relación a la pobreza? ¿Qué nos dicen sus representaciones de la pobreza sobre lo que es el Opus Dei? Estas son las principales cuestiones que intento responder en mi investigación doctoral en curso, a la que referiré en este artículo.
Mi interés por el estudio de las religiones se origina en mi tesina de licenciatura en antropología social y cultural, cuyo objetivo era comprender la conformación de los miembros de la Fraternidad Sacerdotal San Pio X (más conocidos como “lefebvristas”) como “la tradición” ( Bargo, 2014). Es decir, cómo sus miembros -mediante la construcción de un relato, frecuentando determinados ámbitos de sociabilidad, defendiendo valores morales particulares y a través del ritual de la misa tridentina- lograban habitar el mundo concibiéndose como “tradicionales”. El trabajo me permitió conocer la variedad existente al interior del catolicismo en Argentina y la vacancia de estudios de sectores considerados como “conservadores” sobre los que pocos autores han trabajado 3.
En lo que respecta a las investigaciones que vinculan catolicismo y pobreza, podemos destacar los aportes de Soneira sobre la Renovación Carismática, la Juventud Obrera Católica y los nuevos Movimientos Eclesiales ( 1998, 2001, 2007), aquellos escritos por Steil sobre Comunidades Eclesiales de Base, santuarios populares o la Renovación Carismática Católica ( 1998, 2003, 2004) y los de Ameigeiras relacionados con la devoción mariana, las creencias de los migrantes y las prácticas religiosas de sectores populares 4 ( 2006, 2010, 2016). A su vez, Suarez (2015) aborda la religiosidad en contextos de pobreza en su libro sobre creencias en las villas. Existe también un trabajo antropológico que refiere a las visiones institucionales de la Iglesia Católica sobre “lo social” y sus modos de actuación en ese campo: se trata del emprendido por Zapata (2005) sobre Caritas Argentina, quien estudia la sociabilidad de las laicas involucradas en dicha institución y cómo ellas se presentan en contraposición a la intervención territorial desde la política.
Más específicamente, Bowen Silva investiga las acciones del Opus Dei y los Legionarios de Cristo en torno a la desigualdad social en Chile mediante entrevistas en profundidad. Según expresa, las elites chilenas en relación con la Iglesia Católica han implementado programas solidarios y caritativos varios a lo largo de la historia. En este sentido, observa la “existencia de una frontera simbólica entre el pobre y parte de la elite económica chilena (…) basada en la significación del pobre como «carente de cultura» y en la necesidad de ser moralmente educado” (2015, 51). Sin embargo, es menester aclarar que la mayoría de los trabajos que estudian la prelatura, la abordan en tanto expresión religiosa católica asociada estructuralmente a estamentos de poder económico ( Bowen Silva, 2013, 2015; Bustamante Olguín, 2010; Donatello 5, 2011, 2012). Estos discursos refuerzan dos prenociones imperantes: por un lado, la idea de que sus miembros pertenecen a una elite socioeconómica y, por otro lado, que su identidad está marcada por una adhesión a un cierto conservadurismo católico. Si bien es innegable que hay quienes cumplen con estas condiciones, a lo largo de esta investigación se pretende mostrar que no se puede reducir al Opus Dei a tales caracterizaciones. Así, el trabajo se constituye como un aporte que se desplaza del lugar común existente a la hora de referir a un actor como el Opus Dei.
Cuando comencé el acercamiento al campo en el año 2015, pretendía estudiar la construcción de la pertenencia grupal, la conformación identitaria del Opus Dei y qué acciones llevaban a cabo en relación con los sectores populares en el país, en base a sus nociones sobre la desigualdad social.
Creía, basándome en preconceptos que se apoyaban en imaginarios reproducidos incluso por el sentido común académico, que se trataba de un sector de elite y conservador. En este sentido, partía desde una visión simplista del abanico que la Obra ponía a disposición para abordar la pobreza, suponiendo que buscaría mantener el status quo ofreciendo actividades que reproducirían el orden social. Asimismo, creía que se encontraba en tensión y conflicto con otros organismos e instituciones y al interior de la propia Iglesia.
Tras insertarme en el campo, rápidamente me desplacé de ese lugar 6. La experiencia etnográfica me permitió ver que el Opus Dei no está compuesto únicamente por miembros de la elite 7 social/económica 8. Asimismo, comprendí que no podría entender sus acciones y nociones sobre la pobreza desde tales concepciones estereotipadas. Por otra parte, pude ver su trabajo en colaboración con diferentes sectores de la Iglesia, otras expresiones religiosas, organizaciones no gubernamentales o fundaciones y con el Estado. A su vez, algunos episodios y discusiones 9 me permitieron poner en cuestión la asociación del grupo con el conservadurismo 10.
A fin de comprender las acciones y nociones de pobreza del Opus Dei, me aproximé al campo para entender cuestiones específicas sobre su organización e historia. Asimismo, pretendía obtener información básica sobre los adherentes y las principales actividades en las que podría acompañarlos en el futuro -incorporándome a ellas para realizar observación participante- e indagar sobre las iniciativas sociales que la Obra impulsa o apoya en el Área Metropolitana de Buenos Aires.
Luego de entrevistas introductorias conseguidas por medio de familiares y amigos 11, obtuve una reunión con quienes están a cargo de la Oficina de Comunicación del Opus Dei. Días después del encuentro recibí un listado de nombres, direcciones de email y celulares. Cada contacto respondía a alguna de las labores sociales que los miembros de la Obra llevan a cabo/acompañan y me habían sido recomendadas.
Pretendía realizar exploraciones empíricas en espacios donde quienes integran el Opus Dei realizaran actividades solidarias en villas y barrios del conurbano bonaerense, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o del interior del país, y en escuelas, hospitales, sedes de organizaciones/fundaciones vinculadas a la Prelatura. De este modo, en el año 2016 fui coordinando reuniones en las cuales se me informaría sobre las actividades de acción social, su historia y surgimiento, y el modo en que estaban organizadas. A continuación, presentaré brevemente a la historia y organización del grupo, para referir luego a algunas de las actividades en las que me involucré.
El Opus Dei fue fundado en 1928 por el sacerdote español Josemaría Escrivá de Balaguer (1902-1975). En 1982, siete años después del fallecimiento de su fundador, el Opus Dei se convirtió en Prelatura Personal, siendo la única existente dentro de la Iglesia Católica. Fue recién el Concilio Vaticano II (1962-1965) el que introdujo esta posibilidad, ya que anteriormente conformaba un Instituto Secular (aprobado como tal en 1941). Quienes pertenecen al Opus Dei responden al Papa (y en este sentido al obispado de su diócesis) y al Obispo Prelado (en lo que a su vocación refiere), quien seguiría el legado del fundador y guiaría al grupo. Esta doble representación hace que los fieles, además de acatar lo señalado desde Roma, deban cumplir con una serie de exigencias que indica el Prelado que se conoce como “Plan de Vida” (las cuales incluyen participación regular en retiros y convivencias, charlas de formación, ejercicios personales, asistencia diaria a misa, entre otras cosas).
El aspecto distintivo que introduce San Josemaría es que entiende que todos pueden alcanzar la santidad en el trabajo y en las circunstancias ordinarias de la vida, desde el lugar y rol que uno tiene.
En relación a ello, existen diferentes modos de formar parte de la Prelatura y según los estatutos todos podrían hacerlo. Estas varían de acuerdo al sexo y las condiciones de vida de cada individuo. Los numerarios y las numerarias 12 son aquellos que poseen mayor disponibilidad para las necesidades de la prelatura, viven en comunidad separados por sexo, en celibato apostólico y no toman ningún voto, sino que “practican todas las virtudes” 13. Al igual que los anteriores, los agregados y las agregadas son castos y poseen disponibilidad a las solicitudes del prelado, pero no viven en Centros de la Obra como los anteriores por “su carácter o porque deben cuidar a algún familiar” 14 y sus profesiones son diversas. Por su parte, las numerarias auxiliares 15 viven en comunidad y castidad en Administraciones de la Obra, son únicamente mujeres y son quienes se dedican a labores domésticas atendiendo muchos de los Centros del Opus Dei. Las supernumerarias y supernumerarios son aquellos que tienen o pretenden formar familia. A pesar de sus obligaciones cotidianas profesionales, de estudio o familiares, deben atender al “Plan de Vida” y las “normas de piedad” que les indican en la “dirección espiritual” 16. Una categoría novedosa, que abrió la propuesta a aquellos que no necesariamente son católicos (pueden tener otra orientación religiosa o ser no creyentes), es la de Cooperadores, quienes pueden colaborar con oración, donaciones o trabajo. Existen sacerdotes que pertenecen al Opus Dei ya que son anteriormente numerarios o agregados y también los hay aquellos que no se encuentran bajo la jurisdicción del Prelado por ser sacerdotes del clero, integrando la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz al igual que numerarios y agregados, que se encuentra -según afirma el sitio- “intrínsecamente unida” a la Obra.
El Opus Dei arriba a la Argentina en la década de 1950 y actualmente se compone por alrededor de 5000 miembros (agregados/as, numerarios/as, numerarias auxiliares y cooperadores/as) y 70 sacerdotes, quienes se desempeñan o colaboran con los puntos de labor estable (aquellos espacios donde la Obra se encuentra instalada) o impulsan los “puntos de ignición” (lugares donde la Prelatura arribó recientemente). Además de “medios espirituales” (acompañamiento y formación brindado por sacerdotes y numerarios/as), ofrecen diversas actividades muchas de las cuales están destinadas a enfrentar la cuestión de la pobreza. Éstas buscan formar tanto “en valores” como en capacidades prácticas para una posterior inserción laboral, educar de modo integrador, solventar iniciativas sociales o pensar la propia realidad material de sus miembros. Si vinculamos esto con la opción que introduce San Josemaría Escrivá de Balaguer, podríamos decir que la promoción del pobre se impulsa mediante el trabajo como vía para alcanzar la santidad.
Uno de los modos de vinculación con la pobreza, cuyo énfasis está puesto sobre quienes “dan” es el de los eventos de recaudación de fondos, de los cuales participan mujeres adultas mayores principalmente, o el de los espacios de formación “en valores” para jóvenes y niñas. Si bien el objetivo no sería atender a esta población -sino la colaboración monetaria u organización de actividades y talleres para quienes se encuentran en una situación socioeconómica desfavorecida- ambos espacios fortalecen la sociabilidad grupal. Particularmente, las acciones solidarias de las que participan las niñas y jóvenes intentan promover determinados valores, formándolas en el compromiso social y la caridad.
Los eventos de recaudación de fondos - que se asemeja a los clásicos modelos de caridad descriptos por Lida (2015) al recorrer la historia del catolicismo argentino - son instancias cuyo púbico coincide con los estereotipos de clase generalmente asociados al Opus Dei por la bibliografía antes mencionadas, aunque es menester aclarar que no todas las actividades son sostenidas o impulsadas de esta forma ni por la población aquí presentada. Participé de cuatro eventos que se organizaron en clubes sociales tales como el Jockey Club o el Club Alemán, ubicados en los barrios céntricos de la Ciudad de Buenos Aires, para apoyar al colegio del Buen Consejo. Los mismos suelen convocar principalmente a mujeres adultas mayores y unas pocas mujeres jóvenes -no todas pertenecientes a la Obra y mayormente de “clase alta” ( Gessaghi, 2015)- quienes visten elegantemente para la ocasión.
Los eventos de recaudación de fondos son aquellos destinados a solventar iniciativas solidarias del Opus Dei o sostenidas y promovidas por algunos de sus miembros. Según señala Gessaghi al referir a un evento solidario organizado por mujeres de la Obra, éstos son espacios que “favorecen la integración de este grupo social y consolidan sus lazos y sus valores (…) [R]esultan privilegiados para la socialización y la construcción de redes para las mujeres y, a través de ellas, para sus familias” (2015, 46). En estos casos, lo que convoca y prevalece es el encuentro entre pares, el refuerzo de la pertenencia al colectivo y la primacía de la sociabilidad grupal.
Por otra parte, existen acciones a cargo de mujeres jóvenes y adolescentes principalmente, como las que lleva adelante el Departamento de Acción Social (DAS) 17 del Colegio del Buen Ayre 18 e Impulso Social 19. Específicamente, el DAS trabaja por medio del contacto con personas en situación de pobreza pero sin realizar visitas frecuentes a las villas, mientas que Impulso Social lo hace a través de la inserción en estos espacios. Trabajando con un segmento semejante, Fuentes observa que “se realiza un esfuerzo por construir una juventud solidaria, misionera, preocupada por los pobres, en contacto con la pobreza (…) [L]legamos a una inflexión de la tradicional práctica de la caridad cristiana y las prácticas de beneficencia” ( 2015, 87). En tal sentido, es posible asociar ambas iniciativas a los fines descriptos por el autor.
Algunos aspectos que caracterizan las formas en que las niñas y jóvenes se desenvuelven en las actividades que llevan a cabo, tienen que ver con estilos que el Opus Dei propone como el profesionalismo y la atención a los detalles. Esto hace que sean altamente eficientes y tomen el trabajo con seriedad. En el viaje de “promoción social” 20 organizado por Impulso Social, por ejemplo, pude ver claramente esta forma de aproximación, ya que se superaron las expectativas de trabajo en territorio. Otro aspecto que aparece en muchas de las actividades que organiza el DAS es el modo didáctico y pedagógico -maternalista- con el que se dirigen a los destinatarios de las mismas, aunque en muchos casos estos son de su misma edad. En el análisis de experiencias solidarias con jóvenes de clases altas, Dukuen y Kriger (2015) detectan que se ubica al pobre del lado de la infancia.
Ambos espacios apuntan primordialmente al trabajo con niños y mujeres (el DAS ofrece talleres en simultaneo para niños de los asentamientos cercanos al colegio y para sus madres, mientras que en los viajes de promoción social donde se colabora con la fundación CONIN 21 se dirigía exclusivamente a las madres y niños) dando por sentada -en los dos casos- la función como productoras de familia que estas poseen. Del mismo modo, al referir a los “«tratos» que implican solamente a las mujeres” (2005, 86) Zapata entiende que las voluntarias de Cáritas apelan a la figura de mujer beneficiaria en su afán por “producir familias”, mientras que atribuyen a los hombres otro tipo de tareas.
Esta forma de aproximación al pobre se conforma principalmente por mujeres, condiciéndose con la información relevada por Beltrán (2010, 63), quien sostiene que el trabajo en ONGs tiene un 66% de presencia femenina. Tanto el DAS como Impulso Social poseen una mirada que coloca a la mujer en el centro por el rol que se le atribuye en la estructura familiar. Asimismo, sea por contacto, como en el primer caso, o por inserción, como en el segundo, este modo se caracteriza por un trato maternalista hacia el pobre. A su vez, quienes se desempeñan en estas tareas, lo hacen con gran eficacia. Estas instancias son un momento central para la formación “en valores” de las “juventudes solidarias” por fomentar la preocupación por “lo social”.
Tanto las actividades llevadas a cabo por Impulso Social, como los talleres y proyectos del DAS o los eventos de recaudación de fondos, favorecen la sociabilidad entre pares. Al mismo tiempo, estos permiten y fomentan el compromiso de las mujeres, jóvenes y niñas con espacios que buscan intervenir frente a la pobreza material. Es por ello que dichas instancias constituyen un punto central para la formación “en valores” de las integrantes del Opus Dei participantes, de sus familias y amigas. En tal sentido, podemos decir que estas experiencias contribuyen a que quienes pertenecen a la Obra se acerquen al ideal de santidad, ya que en un futuro podrán desempeñarse con mayor conciencia social en sus trabajos o continuar colaborando en estos espacios en el cotidiano.
A través de centros de capacitación, estudio y trabajo ubicados en el conurbano o colegios cercanos a villas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el Opus Dei se propone formar integralmente e integrar al pobre. Estas iniciativas pretenden, no solo brindar alternativas laborales o aportar a la mejor educación de quienes allí asisten, sino también educar moralmente al pobre. Al mismo tiempo, buscan generar la posibilidad de que aquellos que asisten a los espacios en cuestión, puedan desarrollarse de modo pleno e insertarse laboralmente.
El Colegio del Buen Consejo 22 y el Cruz del Sur (ex sede masculina del Buen Consejo) de Barracas conforman otra de las formas de abordaje sobre la pobreza. En un principio la opción era únicamente para mujeres y posteriormente abrió una sede para varones. Según explican los directivos, fueron las propias familias de la villa las que pidieron una alternativa educativa para los hombres, ya que notaban una gran diferencia en la formación que los niños recibían en relación a sus hijas. Analizando las percepciones de los pobladores de las villas sobre la presencia de la Iglesia Católica en el territorio, Suárez y Berra explican que los habitantes comprenden que la institución se encarga de “acompañar en actividades de promoción humana, posibilitando oportunidades laborales y educativas” (2016, 123). En este sentido, me comentaron que cerca de un 80% de las egresadas cursan estudios universitarios y el colegio capacita y ofrece oportunidades laborales o becas de incentivo.
El personal a cargo de estas instituciones es variado en cuanto a procedencia, orientación ideológica, creencias y condición socioeconómica. Son pocos los docentes/directivos pertenecientes al Opus Dei, aunque generalmente hay voluntarios o representantes de AESES que concurren diariamente a ambos colegios. Por otro lado, estos institutos están “bajo la tutela espiritual de la Obra” y tienen un capellán designado de la Prelatura. A pesar de ser un espacio de educación formal, busca formar al pobre en varios aspectos: académico, espiritual y moral, apuntando a la promoción de sus estudiantes mediante integraciones en varios sentidos: hacia el interior de la propia escuela donde la población es diversa (concurren niños de la villa 21-24, Zabaleta y barrios aledaños, junto con hijos de docentes, entre otros); con familias o personas adineradas que se comprometen desde la donación, el apadrinamiento o la captación de donantes para la institución; y la integración posterior de los alumnos “afuera”, ya que, “para integrarse a la sociedad tienen que salir, que les resulte normal, que no se sientan extraños” 23.
Otras alternativas para enfrentar la pobreza son el Centro de Educación y Capacitación de la Mujer (CECAM) ubicado en Pilar y el Centro de Estudio y Trabajo (CET) de Bella Vista, pertenecientes al ICIED. El primero brinda diversos talleres que les permitan a las mujeres que allí asisten acceder a un empleo y “contribuyan a la recuperación moral, cultural y económica de sus familias” 24. El CET se ofrece como alternativa a mujeres de bajos recursos que pretenden cursar estudios terciarios o universitarios, mediante la oferta de alojamiento en la residencia “la Chacra” 25 y de una oportunidad laboral junto con las numerarias auxiliares y administradoras que viven en el lugar.
La participación en los centros implica una cuota mínima, demostrando -según las numerarias administradoras en el caso del CET- que las familias buscan “superarse” y formarse profesional o académicamente y, sobretodo, “moralmente”. Las mujeres que concurren al CECAM y las familias que envían a sus hijas al CET reciben en estos espacios capacitación práctica y formación moral. De este modo se constituyen como pobres ejemplares que, según Bowen Silva, se caracterizan por “sus actitudes morales frente al trabajo, la familia y los valores cristianos” (2015, 66).
En los colegios y centros mencionados se enfatiza la formación moral y “en valores” a través de charlas, oraciones, instancias litúrgicas o clases de catequesis/doctrina. Todos estos espacios intentan promover al pobre colaborando en la profesionalización de sus trabajos o fomentando la inserción en un sistema educativo que supere lo meramente académico. De este modo, podrían decirse que, siguiendo la invitación de San Josemaría, estas son alternativas tendientes a la búsqueda de la santidad a través de las circunstancias ordinarias de la vida, desde el lugar en que los alumnos y asistentes estén.
La asociación del Opus Dei con la elite es explicada de diversos modos por sus integrantes. Algunos, por ejemplo, sostienen que “lo que se conoce es lo que hacen los numerarios y supernumerarios por el tipo de profesión que tienen [usualmente profesiones liberales como derecho, filosofía, entre otras]”, que son, justamente, aquellos con más visibilidad y presencia pública. Otros argumentan que puede deberse a que en los orígenes, en España, los grupos obreros “estaban enceguecidos por el comunismo y no podían elegir el Opus Dei”, mientras que profesionales de las áreas antes señaladas sí lo hacían. Parafraseando a San Josemaría y usando las mismas palabras, muchos explican que el fundador llamaba a “educar a la cima para que el valle florezca” 260. Existe, sin embargo, una búsqueda constante por disociarse de esta asociación y exaltar la austeridad. En este sentido, Gessaghi explica que para quienes pertenecen a “la clase alta argentina” el dinero “requiere silencio para ser moralmente apto” (2015, 38 y 39).
Por otra parte, como me comentaba una numeraria en un encuentro al explicarle mis intenciones, “el llamado es a santificar lo ordinario, no es necesario hacer grandes obras”. Los sitios oficiales del Opus Dei se pronuncian en relación a los vínculos a establecer con la pobreza, explicando que el fundador
vivía y enseñaba una «opción preferencial, pero no exclusiva, por los pobres», según la formulación de la Conferencia de Medellín, aunque sin emplearla, hecho que se explica si se consideran el abuso y la confusión que se habían creado con esas expresiones en el ámbito de la «teología de la liberación» durante su vida 27.
De esta manera, la Prelatura se separa de otras corrientes dentro del catolicismo en lo que respecta a su vinculación con la pobreza. Su lectura sobre las implicancias que la pobreza tiene, consiste en una interpretación del llamado a la pobreza en el plano espiritual sin interpelar necesariamente las condiciones de vida materiales de quienes componen la Obra.
En los “Círculos” 28/charlas de formación y meditaciones 29 a los que asistí en Los Arrayanes (centro femenino ubicado en el barrio porteño de Palermo), y los encuentros sobre el Evangelio en La Ciudadela (residencia universitaria y centro femenino ubicado en Recoleta), que constituyen el sustento espiritual de las labores ordinarias de los miembros del Opus Dei y enseñan sobre diversos temas, también se refiere a la “pobreza espiritual”. Esta lectura sobre las implicancias que la pobreza tiene “para sí”, se condice con el llamado de su fundador. Quienes integran la Obra deben ser pobres de espíritu, es decir, valorar lo que tienen, esforzarse y cuidar lo que ganaron mediante el trabajo bien realizado, atender a los detalles y no ostentar riqueza. Los miembros de la Prelatura buscan alcanzar la santidad por medio del trabajo y las circunstancias ordinarias de la vida a través de esta actitud: la de la pobreza espiritual.
Las actividades y nociones de pobreza reflejarían, de alguna manera, una búsqueda utópica por formar una comunidad donde cada uno -desde su lugar “en las circunstancias ordinarias de la vida y a través del trabajo”- intente alcanzar la santidad. Pretenden hacerlo dentro del orden existente, aunque cuestionando -en algunos casos- el orden político de nuestro país.
Un aspecto central y distintivo del Opus Dei es que la pobreza (es decir, el trabajo sobre la pobreza material o la actitud de la pobreza espiritual) le permite a muchos integrantes de la Obra cumplir con el llamado de su fundador: santificarse en el cotidiano, la vida laboral y/o familiar. En el primer caso, trabajando en esos contextos y favoreciendo la profesionalización y la formación integral del pobre; en el segundo, valorando y cuidando lo que logran por medio de su esfuerzo.
Acompañando principalmente las actividades solidarias de la Obra pude conocer una gran variedad de abordajes que fortalecen tanto a los destinatarios como a los que se implican en estos proyectos. Asimismo, comprendí más acabadamente las implicancias de su carisma mediante el concepto de “pobreza espiritual”. Todas las acciones y representaciones sobre la(s) pobreza(s) les permiten responder al llamado de santidad y fomentar esta búsqueda en quienes asisten a dichos espacios.