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LOS INTENTOS FALLIDOS EN EL CAMBIO DE LA MATRIZ PRODUCTIVA DEL PUEBLO CHACHI EN EL NORTE DE ESMERALDAS-ECUADOR (1990-2000)
Jony M. Torres-Candelejo
Jony M. Torres-Candelejo
LOS INTENTOS FALLIDOS EN EL CAMBIO DE LA MATRIZ PRODUCTIVA DEL PUEBLO CHACHI EN EL NORTE DE ESMERALDAS-ECUADOR (1990-2000)
THE FAILED ATTEMPTS TO CHANGE THE PRODUCTIVE MATRIX OF THE CHACHI PEOPLE IN THE NORTH OF ESMERALDAS-ECUADOR (1990-2000)
KAIRÓS, Revista de Ciencias Económicas, Jurídicas y Administrativas, vol. 6, núm. 10, pp. 9-27, 2023
Universidad Nacional de Chimborazo
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Resumen: El objetivo del artículo es analizar las razones del fracaso de los proyectos de fomento productivo implementados en comunidades Chachi del norte de Esmeraldas entre los años de 1990 al 2000. Dado que la investigación tiene un enfoque social y humano, el uso de la etnografía como método para lograr el objetivo propuesto ha cobrado relevancia. Se concluye que los fracasos de los proyectos de fomento productivo, en el caso Chachi, se debieron a la falta de comprensión de la estructura de las relaciones y redes sociales bajo los cuales operaban y siguen operando las comunidades, y, así como, a la falta de compromiso por parte de los líderes organizacionales y responsables de los proyectos con la causa.

Palabras clave: Neoliberalismo, Desarrollo, Dependencia, Comunidades indígenas.

Abstract: The objective of the article is to analyze the reasons for the failure of the productive promotion projects implemented in Chachi communities in the north of Esmeraldas between the years of 1990 and 2000. Since the research has a social and human focus, the use of ethnography as a method to achieve the proposed objective has become relevant. It is concluded that the failures of the productive promotion projects, in the Chachi case, were due to the lack of understanding of the structure of the relationships and social networks under which the communities operated and continue to operate, and, as well as, to the lack of commitment on the part of the organizational leaders and those responsible for the projects with the cause.

Keywords: Neoliberalism, Growth, Dependence, Indigenous communities.

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Artículos

LOS INTENTOS FALLIDOS EN EL CAMBIO DE LA MATRIZ PRODUCTIVA DEL PUEBLO CHACHI EN EL NORTE DE ESMERALDAS-ECUADOR (1990-2000)

THE FAILED ATTEMPTS TO CHANGE THE PRODUCTIVE MATRIX OF THE CHACHI PEOPLE IN THE NORTH OF ESMERALDAS-ECUADOR (1990-2000)

Jony M. Torres-Candelejo
Unidad Educativa Intercultural Bilingüe Oriente Ecuatoriano, Ecuador
KAIRÓS, Revista de Ciencias Económicas, Jurídicas y Administrativas, vol. 6, núm. 10, pp. 9-27, 2023
Universidad Nacional de Chimborazo
Introducción

Desde el cambio de siglo, la mayoría de los países latinoamericanos han sufrido las consecuencias de la expansión de las políticas neoliberales en la región. En la década de los 90 se impulsaron políticas de ajuste estructural que terminó por ahondar las desigualdades sociales ya existentes. En este contexto, los organismos internacionales pusieron en marcha políticas de compensación social, desarrollo humano y participación ciudadana en el campo social. Organismos internacionales, como el Banco Mundial, eran conscientes del ineludible costo social que implicaba el paso al modelo neoliberal. Como resultado, se desarrollaron diversos proyectos de fomento productivo con el objetivo de mitigar las consecuencias de las políticas neoliberales en los sectores más vulnerables (Campodónico,1996).

En el caso de Ecuador, el gobierno, en colaboración con el Banco Mundial, impulsó el establecimiento del proyecto de Desarrollo de los Pueblos Indígenas y Negros del Ecuador “PRODEPINE” en 1995. De esta manera, el Estado intentó satisfacer las necesidades de los grupos socialmente vulnerables a través de los proyectos sociales (Martínez, 2002). Sin embargo, el repliegue del Estado con sus políticas de ayuda en el contexto del neoliberalismo abrió el camino para que las organizaciones no gubernamentales de desarrollo entraran en la contienda política (Tuaza, 2019). Esta nueva dinámica política-jurídica terminó por legitimar y consolidar la presencia del neoliberalismo en la región, traduciéndose en una mayor expansión de las fronteras extractivas hacia zonas antes improductivas, provocando transformaciones en el tejido social y cultural de comunidades enteras y sus formas de vida (Swampa, 2010).

Los pueblos indígenas fueron y siguen siendo el grupo social que más cambios ha experimentado como resultado de la expansión de las políticas neoliberales en la región. Según Torres (2022), en la década de 1990, la etnia Chachi fue incorporando nuevas formas de racionalidad económica, entre las que destaca la explotación forestal. La explotación de los bosques en la provincia de Esmeraldas, donde históricamente había vivido el pueblo Chachi, se triplicó y alcanzó un pico comercial a fines de la década de los 90 (Minda, 2012). Es así como, empresas como Codesa, Foresa, Endesa-Botrosa y Setrafor, se incorporaron al territorio durante el proceso de la expansión de la frontera extractiva. La presencia de las madereras en el territorio ha impactado en las estructuras sociales y en las relaciones interétnicas (Medina, 1997). La industria extractiva comenzó a primar sobre las actividades manufactureras tradicionales, provocando que el panorama económico de la población Chachi se viera empañado por la explotación de la madera (Torres, 2022).

En este contexto, varios proyectos de PRODEPINE y fundaciones como Indio Hilfe, Subir, y Pájaro Carpintero se desarrollaron con el objetivo de cambiar la lógica económica del pueblo Chachi. Se promovieron las siembras de cacao, borojó, caña de azúcar y piquigua. Además, la cría de animales como gallinas, cerdos, vacas y chivos con la intención de proporcionar fuentes de ingresos adicionales en respuesta a los peligros de la explotación forestal (Yépez, 2011). La mayoría de estos proyectos fracasaron en su intento de cambiar la matriz productiva. Hasta el día de hoy, las familias Chachi continúan dedicándose a la explotación forestal, siendo el único proyecto que parece haber tenido algún éxito la siembra de cacao.

En relación con este escenario, el propósito de este artículo es analizar las razones del fracaso de los proyectos de desarrollo productivo implementados en las comunidades Chachi del norte de Esmeraldas entre 1990 al 2000. La tesis que se defiende es que la expansión del neoliberalismo es una realidad en el sector rural, y que la política económica afecta la vida de las comunidades indígenas. Es más, el modelo neoliberal, en su búsqueda de legitimidad entre los sectores populares, se escudan en organizaciones no gubernamentales encargadas de realizar proyectos sociales y productivos sin conocer la realidad sociocultural de los pueblos indígenas. En consecuencia, este artículo establece un vínculo teórico entre desarrollo, subdesarrollo, centro-periferia, Neoextractivismo y monocultivo institucional, con el objetivo de brindar una explicación sólida al tema que nos ocupa.

Para lograr una mejor comprensión de este artículo de investigación, se presenta a continuación 3 ejes analíticos. La primera sección presenta una revisión analítica del desarrollo, la dependencia, el extractivismo y la institucionalidad como elementos clave que sustentan la explicación del problema. En segundo lugar, se hace un acercamiento histórico al territorio Chachi, sus actividades productivas y se enfatiza el establecimiento de empresas madereras en la zona. Finalmente, se presenta un análisis del fracaso de los proyectos de desarrollo productivo, el caso del pueblo Chachi. Estos, ejes, tomados en conjunto, permiten un examen de las posibles razones o causas del fracaso en las iniciativas de cambio en la matriz productiva.

Metodología

El presente artículo de investigación es el resultado de un estudio realizado en comunidades Chachi en la provincia de Esmeraldas, Ecuador, donde se utilizó un enfoque cualitativo para examinar la interacción de los participantes y el diseño de investigación etnográfica. Se conoció profundamente la realidad socioeconómica de cada interlocutor y se reconstruyó la historia del territorio, lo que permitió esclarecer las razones del fracaso de los proyectos productivos en la zona.

La selección de la muestra tuvo en cuenta un criterio de probabilidad no intencional, pues el mismo espacio temporal nos encaminó a buscar sujetos claves que de alguna manera estuvieran vinculados al desarrollo de los diversos proyectos productivos que se implementaron en el territorio Chachi entre 1990 al 2000. Como resultado, la mayoría de los interlocutores elegidos fueron exdirigentes de la Federación de Centros Chachi del Norte de Esmeraldas (FECCHE), con la participación de algunos miembros de las comunidades intervenidas en el trabajo de campo.

Como resultado, se eligieron 15 participantes entre exdirectivos de la FECCHE y miembros de las comunidades de Zapallo Grande y Hoja Blanca, todos con alguna experiencia en ´proyectos productivos aplicados en el territorio. Se utilizó la entrevista semiestructurada para la recolección de datos debido a la flexibilidad y confiabilidad que esta técnica representa en la investigación cualitativa y, más específicamente, en la investigación etnográfica.

La estructura básica de la entrevista estuvo enfocada en dos aspectos claves: el primero en conocer en detalle la singularidad de cada proyecto, y el segundo en conocer las experiencias de los pobladores y exlíderes sobre los proyectos productivos. Además, cabe mencionar que la mayoría de las entrevistas se realizaron en la lengua nativa de esta etnia, lo que permitió una mayor profundidad en los datos empíricos.

Una vez finalizado el proceso de entrevistas, llegó el momento de trascribir las entrevistas y organizar los datos. Es necesario mencionar que, por la particularidad de las entrevistas, no se empleó ningún programa para procesar los datos. En su efecto, debido a que la mayoría de las entrevistas se ejecutaron en el idioma nativo, Cha’palaa, los datos tuvieron que ser traducidos al castellano, lo que requirió un esfuerzo mucho mayor de lo previsto.

Resultados y discusión

La etnia Chachi es uno de los 14 pueblos indígenas que viven en el Ecuador. Actualmente, se han establecido en las siguientes zonas montañosas de los cantones: Río Verde, Quinindé, Muisne, San Lorenzo, Esmeraldas y Eloy Alfaro; su territorio es de aproximadamente 105.468 hectáreas, de las cuales el 21% está ocupado por comunidades y el 79% restante está destinado a los bosques primarios y secundarios (Torres,2022).

Se estima que la etnia Chachi tiene una población de alrededor de 20.000 personas (Indígenas Chachi); han mantenido vivas sus tradiciones, aunque en las últimas décadas han surgido nuevas formas de organización social. Entre ellas, la FECCHE, un tipo de organización social y política que une a todos los centros Chachi y como tal es el máximo organismo que representa a toda la nacionalidad Chachi frente al Estado (Yépez, 2011).

Varios proyectos productivos se han llevado a cabo en el territorio Chachi entre 1990 y 2000, algunos de los cuales fueron financiados por organizaciones internacionales y nacionales en el contexto de las reformas neoliberales de la región. En el caso particular de la etnia Chachi, estos proyectos tenían como objetivo reducir la deforestación masiva que estaba ocurriendo en el territorio. Sin embargo, la mayoría de estos proyectos productivos fracasaron, por lo que el pueblo Chachi siguió bajo la lógica de una economía extractiva.

En este sentido, los resultados de las entrevistas revelan una variedad de razones por las que fracasaron los proyectos productivos, tanto de organismos internacionales y nacionales. Para empezar, las organizaciones no gubernamentales no tomaron en cuenta la singularidad de red social Chachi y los aspectos lógicos de su funcionamiento. Segundo, la mayoría de los proyectos no incluyeron a la población como un componente importante en el desarrollo de los proyectos. Además, las fallas se atribuyen a la falta de compromiso de los técnicos contratados por las ONG, quienes no demostraron dedicación y compromiso con la causa. Por otro lado, el fracaso se debió a la falta de presencia del Estado en el territorio, la falta de una red de mercado interno y los intereses personales de los líderes comunitarios, que terminaron ahogando las iniciativas.

Desarrollo, dependencia, extractivismo e institucionalidad

En este apartado se tienen en cuenta las diversas vías teóricas que permiten una explicación analítica de nuestro problema de investigación. Hay un diálogo constante que se alimenta de diversas fuentes literarias, entre las que se destacan los estudios sobre desarrollo, dependencia, centro-periferia, extractivismo, monocultivo institucional y relaciones sociales. Estos, en conjunto, nos permiten situar el caso Chachi y dar explicaciones lógicas al problema de estudio.

Los países latinoamericanos se han especializado en la producción de materias primas desde sus inicios como repúblicas independientes. La deuda nacional y la dinámica económica se construyeron sobre la base de la extracción de materias primas; además, los patrones productivos han estado históricamente vinculados al sector agropecuario y, posteriormente, en colaboración con los sectores mineros, ambos proveedores de la producción nacional (Prebisch,1986).

Las materias primas en relación con los bienes industrializados en este juego de intercambio desigual fueron siempre desfavorables para los países primario-exportadores. Y, con una tendencia estructural hacia la degradación material y la escasez de bienes de capital, fue necesario desarrollar políticas de industrialización en la región (Furtado,1998). Según Gunder (1967), comprender el desarrollo en América Latina implica comprender el funcionamiento de las relaciones comerciales en un mundo globalizado, así como reconocer la existencia de metrópolis y satélites en términos de dominio económico. Comprender los vínculos existentes entre satélites y las metrópolis implica comprender cómo estos elementos no están limitados por el “el nivel imperial o internacional, sino que penetran y estructuran la propia vida económica, política y social de los países latinoamericanos” (Gunder, 1967,p.4). En este sentido, en un solo país, las capitales de provincia pueden configurarse para funcionar como satélites en relación con las metrópolis nacionales e internacionales.

Según Cardoso y Faletto (2005), comprender el desarrollo en América Latina implica realizar un análisis integrado del desarrollo. Dicho de otro modo, reconociendo la existencia de factores internos de carácter más sociopolítico, que consisten en elementos significativo que fundamentan la visión del Estado como un conducto de transmisión de los reflejos del desarrollo del capitalismo del norte hacia el sur. Como resultado, el Estado se ha convertido en operador de mecanismo de explotación y subordinación del norte al sur, y como tal, los Estados nacionales han actuado en interés de las élites de las vías dominantes del capitalismo y de sus propias élites.

En la década de 1990, a medida que se aceleraban las reformas neoliberales y las transformaciones capitalistas, surgió un discurso sobre una práctica de desarrollo que asume que, en mercados globales desregulados, se requiere un modelo de desarrollo centrado en lo local. Durante esta década, el Estado retrocedió y la globalización se aceleró, y las respuestas solo podían ser locales, territoriales y ancladas en redes de capital social (Granovetter, 2013).

De acuerdo con Chang (2006), el desarrollo implica la incorporación de las tecnologías importadas, lo que requiere la adaptación de estas tecnologías a las condiciones locales. Desde la perspectiva analítica de Evans sobre el monocultivo institucional, está claro que las instituciones importadas no siempre tienen éxito. Siempre es importante comprender los procesos de participación de los sujetos locales que son un componente de las metas de desarrollo. El desarrollo implica no solo el crecimiento económico y la redistribución, sino también la participación activa de los grupos sociales en las dinámicas institucionales y los procesos de cambio en los modelos de desarrollo (Evans,2006).

El proceso de desarrollo implica el reconocimiento y consolidación de redes de relaciones que permitan el éxito de los procesos sociales. Según la perspectiva analítica de Putnam (2010), la confianza, como resultado de la repetición sistemática de un conjunto específico de relaciones sociales a lo largo del tiempo, permite la consolidación del desarrollo. Además, Putnam cree que el capital social es más que solo redes sociales, si no que la confianza que las personas desarrollan dentro de sí mismas es lo que sustenta el crecimiento a largo plazo de las redes comerciales o productivas.

Una aproximación histórica al territorio Chachi, sus actividades productivas y la inserción de las empresas madereras

De acuerdo con Barret (1994), el origen del pueblo Chachi se encuentra en la actual provincia de Imbabura. Alrededor de la época de la invasión española, los Chachi abandonaron este lugar, guiados por sus sabios shamanes, y se trasladaron a Tutsa´ en la actual provincia de Esmeraldas. Después de haber persistido en el mismo sitio durante siglos, abandonaron el pueblo. En este proceso migratorio llegaron a las riberas de los ríos (Zapallo, Santiago y Cayapas) y sus afluentes (Carrasco, 1983). La nueva tierra estaba densamente arbolada, con abundantes fuentes de alimentos, flora y fauna endémicas, con las que pudieron sobrevivir durante años.

La nacionalidad Chachi se ubica en la parte norte de la provincia de Esmeraldas, y su actividad productiva ha estado tradicionalmente ligada a la agricultura de subsistencia (Barrret, 1994). A finales del siglo XIX, esto fue modificado como resultado de la presencia del capitalismo extractivo en la zona. En este contexto, la economía de este pueblo se fue configurando sobre la base de la explotación de la madera. Como resultado, la etnia Chachi se ha convertido en un grupo significativo que abastece de madera a las empresas (Robalino, 1997). Desde el inicio de la explotación comercial de madera en el territorio Chachi hace más de tres décadas, las condiciones socioeconómicas no parecen haber cambiado, al contrario, las desigualdades sociales y las condiciones de pobreza son muy visibles en el territorio. En algunas comunidades la madera se ha vuelto escasa, lo que representa un problema a la hora de construir viviendas (Torres, 2022).

Desde este punto es necesario analizar las prácticas productivas del pueblo Chachi desde una perspectiva histórica. Los registros históricos de este pueblo muestran que a mediados del siglo XIX participaban en el mercado como proveedores de caucho y tagua. A principios de siglo pasado, sus actividades económicas se concentraron en la extracción de balsa, venta de madera en trozos y canoas de madera, estas dos últimas actividades se realizaban dos veces al año (Carrasco, 1983).

Entender el proceso de comercialización de la tagua en el territorio Chachi es necesario preguntarse, ¿cómo fue el proceso de comercialización la tagua en la provincia de Esmeraldas? Según el historiador Luis Estupiñán (1980), la comercialización de la tagua proviene de la deuda inglesa, en el siglo XIX, el país otorgó grandes extensiones de tierra a los ingleses como parte del pago. De esta manera, los cantones de Eloy Alfaro y San Lorenzo, incluidos las poblaciones indígenas, se insertaron dentro del modelo económico recolector-exportador.

Al inicio de la República, nuestro país tenía un déficit fiscal, así como una gran deuda por las campañas independentistas. Ante la imposibilidad de pagar a sus acreedores, el gobierno decidió reestructurar la deuda a través de las tierras conocidas como “Baldías”, ajena a la presencia de pueblos indígenas en esas tierras. Como resultado, los pueblos Indígenas comenzaron a ingresar gradualmente al mercado como recolectores de tagua y caucho (Minda, 2002).

De esta manera, la provincia de Esmeraldas ingreso al mercado nacional y se convirtió en un lugar de extracción de recursos naturales, principalmente de tagua y caucho en el siglo XIX. La presencia de casas comerciales en los cantones Eloy Alfaro y San Lorenzo dinamizó la economía de la zona. Durante varias décadas, las casas comerciales transformaron a la provincia en una zona recolectora-exportadora, principalmente de tagua entre los años de 1880-1912 (Rivera, 1986).

Según Barret (1994), para el pueblo Chachi, la tagua se convirtió en un artículo comercial y una forma de interactuar con el mercado. La mayor parte de este producto se destinaba la exportación a Estados Unidos y Europa para la fabricación de botones. Además de su valor económico en el mercado, la tagua era vista como una fuente de alimento para el pueblo Chachi, pues de las pepas tiernas de la tagua se extraía una sustancia gelatinosa para el consumo familiar.

La comercialización de la tagua, de una u otra forma, permitió al pueblo Chachi mantener relaciones comerciales con los blancos y negros. La mayoría de los adultos mayores, Chachi, recuerdan los tiempos de antaño con nostalgia, particularmente los viajes que realizaban hasta Colombia para vender sus mercancías, cruzando mares y ríos en sus canoas de madera, en ocasiones a costa del peligro que implicaba viajar largas distancias. Los viajes demoraban entre 3 a 4 días para llegar a la frontera de Ecuador con Colombia (Torres, 2022).

A finales del siglo XIX y principios del XX, la tagua y el caucho fueron los primeros enclaves económicos de la provincia de Esmeraldas. La tagua y el caucho tuvieron su apogeo desde 1880 hasta 1945, y “fueron de suma importancia en la economía de Esmeraldas y del país, llegando a representar para el año de 1904 el 17.1 % de las exportaciones y para 1909 representaba el 31% del total nacional” (Minda, 2012, p. 106).

La recolección de tagua y la extracción de caucho fueron dos de las actividades económicas más importantes realizadas por el pueblo Chachi a principios del siglo XX. Aunque se sabe que también tenían otras actividades complementarias como la producción de plátanos y la comercialización de artesanías, este último, al igual que los plátanos, se convirtió en productos de trueque con los habitantes del mar. Dos veces al año, las familias viajaban a Limones para vender sus productos o intercambiar con bienes materiales (Torres, 2022).

A pesar del paso del tiempo, las artesanías y los oficios siguen siendo una parte vital de la vida comunitaria de este pueblo en particular. Tanto así que las mujeres han encontrado la manera de ser económicamente independientes de sus maridos, creando y vendiendo artesanías. A lo largo de la historia del pueblo Chachi, muchas actividades productivas se han desarrollado en el territorio, sin duda, ninguna de ellas ha sido tan dañina como la explotación forestal, que comenzó en la década de 1990 (Torres, 2022).

Desde el inicio de la República, la especialización productiva de la provincia de Esmeraldas se ha basado en la explotación de bienes primarios, siendo la explotación de madera no de los más importantes recursos para la provincia y sus habitantes. “Esmeraldas ha sido, durante los últimos 30 años, la zona más relevante en el aprovisionamiento de materia prima para la fabricación de contrachapado, con una tala de hasta 20.000 has, por año” (Minda, 2012,p.20).

A partir de la década de 1960, la provincia de Esmeraldas comenzó a registrar cambios materiales que permitieron la expansión del capitalismo extractivo en el territorio. La llegada del ferrocarril a uno de sus cantones, San Lorenzo, en 1957; la construcción del puerto en 1965; y la aprobación de la ley de Concesiones forestales el 5 de octubre de 1966, abrió el camino para una explotación forestal masiva, tanto de madera en trozos para contrachapados como de madera aserrada para muebles (Minda, 2002).

La aprobación de la ley de Concesiones Forestales en 1966 facilitó las concesiones territoriales a las principales empresas forestales de Ecuador, incluidos Foresa, Codesa, Endesa-Botrosa y Setrafort. En consecuencia, durante la década de 1970 floreció la explotación forestal, pero no fue sino hasta las décadas siguientes que la explotación forestal se triplicó y alcanzó fines comerciales, lo que le permitió extender sus dominios hasta los límites territoriales del pueblo Chachi(Yépez, 2011).

Durini-Endesa,Botrosa y Setraford explotan los bosques primarios de Esmeraldas desde hace más de 25 años, de manera un tanto irresponsable con el medio ambiente y poblaciones indígenas. Para Robalino (1997), estas empresas forestales no tienen planes de reforestación y mucho menos un compromiso con el medio ambiente o las comunidades indígenas que habitan la provincia. Mientras los negocios prosperan, las comunidades indígenas siguen viviendo en la pobreza.

Entre los años de “1990 hasta 2000, en la provincia de Esmeraldas, exactamente 267.4 Km² de bosques fueron explotados” (Sierra, 2013,p.12). Como resultado de las dinámicas económicas, Esmeraldas se ha convertido en proveedora de materias primas, como la madera, bajo una lógica de explotación centro-periferia. Es más, este modo de producción penetra y estructura la vida económica, política y social de los países y colonias latinoamericanas, así como efectos sobre los pueblos (Gunder, 1967).

Minda (2012) afirma que la explotación forestal en la provincia de Esmeraldas data de la época de La Colonia. Debido al difícil acceso a la zona en ese momento, la extracción era extremadamente limitada, Sin embargo, a medida que ha pasado el tiempo y crecía el deseo del Estado de incluir a Esmeraldas en el proyecto nacional, comenzaron a surgir mecanismos para enfrentar la fricción especial. Una vez resueltas las condiciones geográficas, se dio inicio la explotación forestal, lo que se tradujo en una mayor expansión territorial para la extracción de madera.

En la década de 1990, la explotación forestal se expandió hacia las tierras altas de los ríos Onzole, Cayapas y Santiago, abarcando grandes áreas del territorio Chachi. En efecto, se producirán severas consecuencias de un proceso de deforestación intensiva, como la destrucción de la flora y fauna. Los indígenas Chachi parecen estar atrapados en esta dinámica y se han ido transformando gradualmente en importantes proveedores de madera para las empresas (Robalino,1997). Al respecto, Minda (2012) afirma que la explotación forestal en la provincia de Esmeraldas ha resultado en una pérdida de la flora y fauna, afectando, entre otras cosas, los conocimientos ancestrales de los pueblos indígenas que habitan estas tierras, como son los Chachi.

Teniendo en cuenta los aportes de Minda (2007) y Sierra (2013), la provincia de Esmeraldas se ha convertido a través de la historia en la periferia del capitalismo extractivo, proveyendo madera para las principales ciudades de nuestra región. Este tipo de relación productiva es entendida por Gunder (1967) como un satélite, un lugar donde se extraen materias primas para abastecer a las grandes metrópolis. Es así como, en un solo paso, las capitales de provincia pueden configurarse para funcionar como satélites en relación con las metrópolis nacionales e internacionales. En consecuencia, la provincia de Esmeraldas, incluida los Chachi, han servido durante mucho tiempo como proveedor (Satélite) de madera para las grandes ciudades del país (metrópolis). Bajo esta lógica de producción, los únicos que lucran son los dueños de estas modalidades de producción capitalista.

Bajo esta misma lógica de producción, en la década de 1990, dentro de los territorios Chachi, luego de las primeras experiencias de explotación maderera, que se iniciaron en Pichiyacu, Gualpí del Onzole, Hoja Blanca y Capulí, esta actividad se expandió, provocando efectos negativos como tensiones entre los miembros de la organización y cambiando la forma de vida de las comunidades Chachi. De ahí, resulta que la economía del pueblo Chachi ha venido configurándose sobre la base de la extracción de madera (Latorre, 2009). En este sentido, no únicamente el pueblo Chachi ha enfrentado los procesos extractivos, sino que esta es una realidad histórica compartida por la mayoría de los pueblos indígenas de la región y del mundo. González & López (2018), Saldivia (2021), Dolores (2019), Weinberg (2019) y Svampa (2019) vinculan estos procesos a la expansión de las políticas neoliberales en la región, lo que se traduce en cambios en la forma de vida de los pueblos y nacionalidades indígenas.

Fracaso de los proyectos de fomento productivo: El caso del pueblo Chachi

De acuerdo con Martínez (2020) y Tuaza (2019), la mayoría de los proyectos de desarrollo rural implementados entre 1990 y 2000 no tuvieron los resultados esperados. Esto se debió a que la mayoría de los proyectos no tomaron en cuenta el contexto territorial en el que se implementaron y mucho menos la dimensión cultural de las comunidades. Esta forma de pensar, que el sector rural o indígena es un grupo homogéneo, resulta en el fracaso de los proyectos de desarrollo productivo. Además, en el contexto ecuatoriano, las políticas de desarrollo rural no siempre han priorizado a los pueblos indígenas, a pesar de que son uno de los grupos sociales más pobres de nuestro país (Martínez, 2002). En fin, la consolidación de las políticas neoliberales en los 90 y el alejamiento del gobierno ecuatoriano de los proyectos sociales, las condiciones de vida de estos grupos sociales se deterioraron. Situación que fue favorable para la incorporación de las ONG a los territorios indígenas.

En el caso de los Chachi, la mayoría de las organizaciones no gubernamentales nacionales o internacionales se enfocaron en cambiar la matriz productiva y promover un desarrollo amigable con el medio ambiente. Ya que, con la inserción de nuevas dinámicas en el territorio, especialmente de madereras, las prácticas productivas de este grupo social se fueron encaminando hacia una explotación forestal desmedida. En respuesta, las ONG y las organizaciones de base lanzaron una variedad de proyectos productivos. En este contexto, la FECCHE, preocupada por la situación del aprovechamiento forestal en comunidades indígenas, estableció convenios productivos con PRODEPINE y el Consejo nacional de desarrollo del Ecuador (CODEMPE). Sin embargo, al igual que con otros proyectos de desarrollo productivo implementados en la región andina, la mayoría de ellos fracasó (Martínez, 2002).

En el contexto Chachi, PRODEPINE fue uno de los principales artífices para el desarrollo de los proyectos de fomento productivo en el territorio Chachi. Aunque también sobresalen algunas ONG internacionales con tendencias conservacionistas como SUBIR, este tenía como finalidad dar respuesta “al uso sostenible de los recursos naturales del Ecuador. Para ello, destinó 15 millones de dólares en diez años, con el objetivo de desarrollar modelos sustentables a nivel económico, ambiental y social” (Latorre, 2009,p.69).

La fundación SUBIR tenía como objetivo capacitar sobre las otras fuentes de ingreso que podríamos tener, así que llegaron a nuestra comunidad y pues dieron comprando gallinas, chanchos a las comunidades, pero no todas las comunidades fueron partícipes de ello. Lo malo de todo es que no nos daban asesoramiento técnico de calidad, ya que, si bien los técnicos eran buenos, pero no tenían compromiso con nuestra causa, así pues, trajeron animales de afuera y no se adaptaban al medio y se morían. La fundación solo nos daba comprando el chancho, nosotros teníamos que darles de comer y nosotros en vez de balanceado solo dábamos guineo, yuca y entonces se morían. Además, recuerdo que trajeron chivos, al igual que los cerdos no se adaptaron, también empezamos a criar gallinas, pero cuando llegaba la peste se morían. Creo que muchas familias no fueron responsables, por eso se murieron, porque nosotros los Chachi no somos acostumbrados a trabajar colectivamente, hubiera sido preferible que nos dieran animales por familia. (R.C.T. Comunicación personal, diciembre de 2021).

Siguiendo la línea analítica de Chang (2006), podemos deducir que las fallas de adaptabilidad de ciertos animales en el contexto Chachi se debe a que estos elementos fueron introducidos desde el exterior, lo que en sí mismo requiere un proceso de adaptación a los medios locales para su correcto desarrollo. Según el relato, muchos de estos animales fueron introducidos a las comunidades Chachi sin un estudio técnico a profundidad y era obvio, que no se adaptarían al medio tan fácilmente.

De acuerdo con Latorre (2009), los proyectos desarrollados en el territorio Chachi siempre estuvieron asociados al fracaso. Ya que, muchas de las comunidades Chachi se enfrentaban a la fricción del espacio en términos de Entrena (2019). Debido a que las comunidades Chachi estaban geográficamente aisladas del sector urbano, por lo que los productos no podían ser entregados al mercado. Es más, la autora reconoce que la mayoría de estos proyectos no tomaron en cuenta la particularidad de la población.

Al respecto, el enfoque propuesto por Evans (2006) sobre el monocultivo institucional explica que las instituciones provenientes de afuera no pueden funcionar porque los procesos de participación deben estar claramente definidos, y estos, a su vez, deben entenderse como un componente de las metas de desarrollo. En este sentido, las comunidades Chachi estaban condenadas al fracaso porque en ningún momento tuvieron una participación activa en el proceso de desarrollo de los proyectos en el territorio.

Si bien es cierto que los primeros proyectos implementados en el territorio Chachi por parte de las ONG internacionales no incluyeron a los miembros Chachi en su desarrollo, esto resultó en un fracaso tras otro en la misión de cambiar la matriz productiva. En contraste, los proyectos financiados por PRODEPINE estaban dirigidos específicamente a los pueblos indígenas, y se esperaba que su implementación en los territorios indígenas resultaría en cambios positivos, no obstante, la historia de los fracasos volvería a repetirse (Martínez, 2002).

En el contexto Chachi, la mayoría de los proyectos financiados por PRODEPINE desde la década de 1990 hasta la década de 2000 se concentraron en proyectos tales como: la comercialización de artesanías; la siembra de caña para la elaboración de panelas; la siembra de tagua para la comercialización de sus furtos; y, también la promoción de la construcción de viviendas con hojas de tagua (Torres, 2022). Además, la FECCHE, en colaboración con PRODEPINE, ha buscado siempre generar proyectos desde la base, es decir, a partir de las necesidades de las comunidades, potenciando así la participación comunitaria en los proyectos. Así intentaron diferenciarse de los primeros proyectos productivos que fracasaron (Latorre, 2009).

Cuando fui parte de la dirigencia de producción y comercialización de la FECCHE, compramos más de 50 mil semillas de caña. El proyecto fue financiado por la PRODEPINE, ya que en ese tiempo la FECCHE tenía la intención de que las comunidades Chachi tuvieran otras alternativas de ingreso económico, así empezamos con el proyecto piloto en dos comunidades. Se sembró más de 20 has, de caña, la semilla, trajimos de pacto en el noroccidente de la provincia de Pichincha. El objetivo de este proyecto era producir panela para la venta. Así, montamos un trapiche eléctrico en la comunidad de calle mansa con una inversión de más de 100 mil $, pero cuando el proyecto estaba en marcha, la comunidad no encontró mercado para la venta de la panela, de modo que la gente se desanimó y dejaron todo allí. Pedimos ayuda al ministerio de agricultura, pero nunca obtuvimos respuesta. Si bien es cierto que los proyectos venían de la necesidad de las comunidades, pero tampoco participaron del todo en la creación del proyecto. El asunto es que la mayoría de los proyectos se hicieron para sacar dinero en nombre de las comunidades Chachi para beneficios de otros, ya que tampoco había seguimiento de los proyectos por parte de PRODEPINE. Cuando nuestra dirigencia terminó, los nuevos líderes de la FECCHE, no se dignaron en ayudar, de modo que estos proyectos quedaron en la intemperie sin monitoreo. También PRODEPINE nos financió proyecto de las artesanías y así varios miembros de las comunidades fuimos a Otavalo a capacitarnos para las artesanías. Las mujeres aprendieron a tejer, pero tampoco esto funcionó, compramos máquinas para hacer artesanías, pero no hubo donde vender, así que fue un fracaso total. De modo que mucha gente empezó a decepcionarse, y pues no vieron otra solución que seguir explotando los recursos naturales de la zona (A.T.T. comunicación personal, diciembre de 2021).

Como resultado, los intentos de cambiar la matriz productiva fracasaron una y otra vez en la década de 1990 y los Chachi al no ver los resultados esperados de sus proyectos, se involucraron más en la explotación de la madera, que les proporcionaba más ganancias. Además, los fracasos de los proyectos de desarrollo estaban vinculados, por un lado, a la falta de infraestructura de redes sociales para la comercialización de los productos y la falta de presencia estatal en el territorio.

La presencia del Estado dentro de las comunidades Chachi ha sido muy escasa, por lo mismo ante demandas no satisfechas como en infraestructura, viabilidad, escuela por parte del estado, esto fue aprovechado por las empresas madereras. Quienes convencieron a las bases para que vendieran sus bosques. Así pues, se fue generando confianza entre los líderes Chachi y las empresas maderas para la explotación de la misma. De modo que, como presidente de la FECCHE de esa época, no podía hacer nada (F.P.D. comunicación personal, diciembre de 2021).

La falta de presencia del Estado en las comunidades Chachi permitió que esto fuera aprovechado por las empresas madereras, que poco a poco fueron ganando confianza con la comunidad, prometiendo mejoras materiales, así como servicios básicos y carreteras. Eventualmente, persuadieron a la población indígena a hacer negocios con las empresas. Las empresas madereras al parecer vendieron una idea falsa de desarrollo a las comunidades Chachi. La mayoría de las negociaciones con las empresas madereras se han llevado a cabo en medio de desacuerdos y conflictos entre la población. Muchos de los acuerdos se han sostenido sobre la base de promesas de construir tipos específicos de estructuras que aparentemente ayudarían a mejorar las condiciones de vida de las comunidades Chachi. Y, dada la falta de presencia del Estado, corresponde a las empresas satisfacer las necesidades de la gente a cambio de madera (Torres, 2022).

Los adultos mayores (…) no tenían pensado en ningún momento entablar negociaciones con la empresa maderera. Los dirigentes nunca nos consultaron, simplemente llegaron un día y nos comentaron que ya habían firmado el convenio. Nuestra familia siempre se opuso a las negociaciones (…) pero debido a la gran presión terminamos firmando. Siempre supe (…) que nos íbamos a quedar sin árboles y mira, ahora ya no hay árboles maderables. Ahora la vida se ha vuelto más difícil. Recién la gente está viendo que no solo de la madera puede vivir, sino también de la producción de cacao. Incluso algunos jóvenes están migrando a las ciudades, porque ya no hay árboles maderables y eso es un problema que enfrentamos como sociedad Chachi. Espero que las autoridades también vean por nuestra gente (N.A.A. comunicación personal, diciembre de 2021).

La explotación de los recursos naturales ha resultado en una aceleración del declive de la flora y fauna. Árboles como Guayacán, Chanul, Salero y Mascaré ha ido desapareciendo paulatinamente del territorio Chachi, la singularidad de este tipo de árboles se deriva de su tiempo de crecimiento, ya que pueden tardar entre 60 a 100 años en alcanzar un diámetro útil. Esto plantea un problema para el pueblo Chachi, puesto que hacen uso de este tipo de madera para construir la vivienda. En los últimos años, debido a la escasez de árboles aptos para la comercialización, las comunidades Chachi están retomando la siembra de cacao. Es así que la zona del Cayapas es uno de los principales productores de cacao a nivel del Cantón Eloy Alfaro. Los proyectos de siembra de cacao en el territorio han aumentado la producción y, lo que es más importante, han animado a las comunidades a abandonar la explotación forestal para brindar nuevas oportunidades económicas (Torres, 2022).

De acuerdo a H.T.T: “en los últimos años se ha observado un aumento significativo de plantaciones de cacao en el sector de Hoja Blanca y en otras comunidades Chachi del norte de Esmeraldas” (H.T.T. comunicación personal, abril 2021). De forma similar, E.C.T. nos indica: “hace más de 18 años, la zona de Hoja de Blanca se dedicó a la explotación forestal, y ahora, como ya no hay madera, las familias apuestan por el cultivo de cacao y también apuestan por el cultivo de la balsa” (E.C.T. comunicación personal, abril 2021).

Conclusión

Los primeros proyectos implementados por Subir y Pájaro Carpintero fracasaron porque no tomaron en cuenta la estructura de relaciones y redes sociales bajo las cuales operaban y operan las comunidades Chachi de la provincia de Esmeraldas. Además, los Chachi no jugaron un papel activo en el desarrollo de los proyectos, por lo que muchos de ellos fueron introducidos desde una realidad diferente a la de los indígenas Chachi del río Cayapas. En contraste, PRODEPINE, en colaboración con la FECCHE, intentó desarrollar proyectos comunitarios basados en las necesidades de las comunidades Chachi, sin embargo, terminó con la misma suerte que las ONG, porque, en realidad, no todos los proyectos estaban enfocados a la realidad social de las comunidades, además la falta de mercado para los productos contribuyó a su fracaso.

Además, en el caso Chachi, el fracaso en el cambio de la matriz productiva se puede atribuir a la ambición de algunos líderes que priorizaron los intereses individuales sobre los colectivos. Como resultado, las comunidades Chachi no tuvieron más alternativa que continuar con la explotación de madera que inició en los 90 y sigue vigente tres décadas después. Finalmente, al recorrer las comunidades Chachi, se puede ver la situación de pobreza y, más importante aún, las consecuencias negativas de la explotación maderera. Por lo tanto, el surgimiento de nuevos escenarios económicos en el territorio Chachi ha moldeado a las comunidades. Bajo esta lógica económica, las nuevas generaciones de jóvenes Chachi se verán obligadas a migrar a las principales ciudades del país, buscando nuevas oportunidades económicas, ya que en sus comunidades les será difícil emplearse o generar dinero.

Material suplementario
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