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Repercusiones de la pandemia: la inteligencia emocional como factor del desempeño universitario en entornos virtuales
Pandemic repercussions: emotional intelligence as a factor in university per- formance in virtual environments
Antrópica revista de ciencias sociales y humanidades, vol. 8, núm. 15, pp. 261-283, 2022
Universidad Autónoma de Yucatán

Dossier


Recepción: 30 Junio 2021

Aprobación: 28 Diciembre 2021

Resumen: El objetivo del presente trabajo es analizar la importancia de la inteligencia emocional en el desempeño de los estudiantes de nivel superior en la modalidad virtual, situa- ción derivada de la crisis sanitaria por COVID-19. Se describen las características de la inteligencia emocional y su relación con los entornos virtuales de aprendizaje (EVA), además se contrasta esta información con las afectaciones que actualmente impactan en el desempeño académico, destacando factores socioemocionales. Se concluye que la inteligencia emocional es un recurso que puede apoyar a vencer dificultades, como las reacciones negativas derivadas de la frustración o estrés, a través de estrategias curricu- lares o pedagógicas y con el apoyo de la educación emocional, que permite al alumnado afrontar las situaciones adversas hacia un rendimiento exitoso.

Palabras clave: pandemia, inteligencia emocional, aprendizaje en línea, educación a distancia, estudiante universitario.

Abstract: The objective of this paper is to analyze the importance of emotional intelligence in the performance of higher education students in the virtual modality, a situation derived from the health crisis caused by COVID-19. The characteristics of emotional intelligen- ce and its relationship with virtual learning environments (VLE) are described, and this information is contrasted with the affectations that currently impact academic perfor- mance, highlighting socioemotional factors. It is concluded that emotional intelligence is a resource that can help overcome difficulties, such as negative reactions derived from frustration or stress, through curricular or pedagogical strategies and with the support of emotional education, which allows students to face adverse situations towards success- ful performance.

Keywords: pandemic, emotional intelligence, online learning, distance education, uni- versity students.

Introducción

En la actualidad la inteligencia emocional (IE) es un factor importante ante los diversos cambios que vive la sociedad, por lo que el bienestar integral y las rela- ciones sociales nos ayudan a salir adelante antes las adversidades de nuestros día a día. Al respecto, Goleman (1996, citado en Ariza-Hernández, 2017) menciona que la IE consiste en desarrollar la motivación, reconocer las propias emociones y de los demás, así como poder controlarlas en diversas situaciones; esto conlleva al manejo de constructos como el trabajo colaborativo que resultará en el desa- rrollo de habilidades sociales. Por consiguiente, al involucrar estos elementos que se presentan en la vida cotidiana del sujeto, es propenso y destacable a la vez, el análisis de la función de la IE en la integración de la persona en la sociedad, así como su desarrollo en otros entornos.

Se ha reconocido a la inteligencia emocional como un factor de impacto en diversos ámbitos, entre ellos el académico y el laboral. Lo anterior es sustenta- do por Arntz Vera y Trunce Morales (2019), quienes afirman que los empleadores le dan un alto valor a la IE de los recién egresados, debido a que esta favorece el cumplimiento de metas y a la adaptación al contexto laboral como trabajadores. Por consiguiente, la IE debe ser desarrollada durante la formación del estudian- tado de nivel superior, lo cual impactará en el rendimiento óptimo necesario en su futuro profesional.

Conviene destacar que, en la actualidad, se vive bajo una contingencia sanitaria causada por COVID-19, motivo por el cual, se perciben diversos aspec- tos que influyen en el desempeño académico del estudiante universitario y que se requieren atender. Lo dicho se ve reflejado en las palabras de Martínez López (2020), quien menciona que, a partir de esta pandemia global, se percibe la falta de preparación en todo sector educativo, lo cual ha obligado a improvisar estra- tegias que solucionen las necesidades del estudiante, sin un previo análisis sobre las repercusiones.

El uso de herramientas y recursos que ofrecen las Tecnologías de la In- formación y la Comunicación (TIC) se ha convertido en la principal estrategia para llevar a cabo la modalidad educativa actual, sin embargo, esto conlleva una adaptación y esfuerzo por parte de los actores de la educación para conseguir los resultados deseados en el proceso de enseñanza y aprendizaje. De tal manera que, al ser el estudiante un actor directo del progreso educativo, se espera que tenga la capacidad de ser analítico, realizar una adecuada toma de decisiones y adaptarse a nuevos ámbitos tecnológicos, ante la basta cantidad de información (García Sánchez et al., 2017). En consecuencia, el universitario requiere de actitudes y aptitudes que le ayuden a ser productivo académica y socialmente, sobre todo en una sociedad donde cada vez predomina más la tecnología.

Ahora bien, acorde a las necesidades educativas actuales debido al cierre de las instalaciones de los planteles universitarios, se llevó a cabo la transición de clases presenciales a una modalidad educativa donde predominan los ambientes o entornos virtuales de aprendizaje, los cuales hacen referencia a la organización del tiempo y espacio, así como la disposición recursos didácticos y herramientas tecnológicas, donde la comunicación y la interacción son de gran importancia para el desarrollo pedagógico y el aprendizaje continuo (Aguilar Vargas y Otu- yemi Rondero, 2020). Sin embargo, esta transición representa un reto, debido a que los cambios tecnológicos actuales demandan la adecuada interacción a favor de la convivencia y el manejo de las emociones de estudiantes y profesores, así como contenidos transversales relacionados con valores dentro del currículo, aún sin estar en la presencialidad (Del Valle Diego, 2019; Martínez López, 2020).

A partir de estas percepciones, se establece el objetivo general del estu- dio, el cual pretende analizar la importancia de la inteligencia emocional en el desempeño de los estudiantes de nivel superior en la modalidad virtual, situa- ción derivada de la actual crisis sanitaria. Esto se llevará a cabo mediante una revisión documental, la cual es una herramienta que genera nuevo conocimiento fundamentado a través de procesos de investigación en fuentes de información confiables (Gómez Rodríguez et al., 2016). Por lo tanto, la revisión se realizó en bases de datos especializadas en educación y psicología, como son ERIC, Dial- net, EBSCO, entre otras y donde se priorizó la consulta de artículos científicos y capítulos de libros sobre los constructos analizados. En cuanto a la cronología de los materiales bibliográficos, se consultaron materiales de los últimos diez años (2011-2021) para realizar la descripción de las condiciones necesarias para el desempeño escolar del universitario en entornos virtuales de aprendizaje, y sobre la relación entre la inteligencia emocional y el rendimiento académico en la virtualidad; de los últimos dos años (2020-2021), se consultaron para describir los retos que presenta la pandemia en la modalidad educativa actual, así como las estrategias que orienten al desarrollo de la gestión emocional en los estudiantes.

Conceptualización de la inteligencia emocional

La inteligencia emocional es descrita por Hernández (2014:88), como “la capaci- dad para razonar acerca de las emociones, reconociéndolas e identificándolas, y convirtiéndolas en fuentes de nueva información que mejoran el procesamiento cognitivo que guía los pensamientos y genera regulaciones emocionales que se expresan en una consecuente conducta”. Precisamente, estas regulaciones emo- cionales son las que llevan actuar al estudiante de una manera correcta, potencia- lizando su adaptación ante situaciones y relaciones con otros.

Al centrarnos en estas situaciones vivenciales o de la cotidianeidad que se pueden afrontar con ayuda de la IE, García Retana (2012) y Elizondo Moreno

et al. (2018) mencionan que esto puede realizarse gracias a una relación signifi- cativa entre la cognición y la emoción, ya que, al ser componentes del carácter del individuo, permiten desarrollar un comportamiento apegado a la razón sin dejar a un lado la emoción que regulariza la conducta en cualquier tipo de cir- cunstancia. De manera que, esta vinculación se origina desde el nivel biológico del ser humano, surgiendo a partir de ello las sensaciones y respuestas cerebrales consecuentes.

Para conocer más sobre este concepto, se establece la base teórica descri- ta por autores como Goleman (1995), Bar On (1997) y Mayer y Salovey (1997), los cuales han trabajado en el desarrollo de la teoría de la inteligencia emocio- nal, siendo estos últimos quienes acuñaron el término de inteligencia emocional, al agrupar la inteligencia interpersonal y la intrapersonal que propuso Gardner (Mayer y Salovey, 1990, citados en Chiappe y Consuelo Cuesta, 2013). A partir de estas conceptualizaciones, se observa la relación que guarda la IE con el com- portamiento personal y social de las personas.

Faltas (2017:2) llevó acabo un análisis de los modelos referentes a la IE de Mayer y Salovey y Bar On, donde se afirma que la gestión de las emociones es de gran utilidad en la vida “desde manejar nuestro comportamiento, tomar decisiones, resolver conflictos, hasta cómo nos sentimos cuando pensamos y nos evaluamos a nosotros mismos; cómo nos comunicamos con los demás y cómo manejamos el estrés cotidiano”. Por ende, se afirma que el desarrollo de esta capacidad para regular emociones es de gran de beneficio para la vida de las personas.

Este concepto integra dos grandes vertientes que son descritas por Ariza Hernández (2017:197) de la siguiente forma: la primera es la inteligencia intra- personal, la cual integra “autodominio, autoestima, autodisciplina y amor pro- pio”, es decir, lo que sucede intrínsecamente en el individuo; por otra parte, se encuentra la inteligencia interpersonal, la cual atiende al entendimiento de “los sentimientos, las emociones, las motivaciones y los comportamientos de los de- más”.

Se trata entonces, de una capacidad necesaria que el individuo debe pre- sentar en los diversos contextos donde éste se desarrolle, puesto que se ha pro- bado la influencia que logra en el ámbito personal y profesional, favoreciendo el avance y cumplimiento de las metas y, sobre todo, una madurez en la conduc- ta de las personas (Faltas, 2017). En la misma línea de ideas, Aguilar Gordón (2020) hace referencia a la importancia de desarrollar esta capacidad desde edad temprana, mientras se interactúa con otros familiares o estudiantes a fin de que logren actuar con afectividad, aceptándose como son y a buscar soluciones ante los conflictos que surjan.

La inteligencia emocional en el desempeño de los estudiantes

La inteligencia emocional y el rendimiento académico de los estudiantes se en- cuentran relacionados desde el momento en que el estudiante emplea diversas habilidades emocionales en su convivencia dentro y fuera del aula. Al respecto, Páez Cala y Castaño Castrillón (2015) señalan la relevancia de priorizar la inte- racción e integrar elementos cognitivos y emocionales en la educación, debido a que estos se encuentran vinculados con el desempeño del alumnado, el bienestar psicológico y el actuar laboral como profesional.

Immordino-Yang y Faeth (2010) conceptualizan esta relación desde la sa- lud mental del estudiante y el rendimiento académico de éste, presentando estudios de la neurociencia que arrojan datos sobre señales emocionales que coordinan el sentido del aprendizaje, es decir, que el estudiante reacciona ante situaciones y emplea los conocimientos obtenidos a partir de las emociones. En complemento a esto, las capacidades que se ponen en la práctica académica son “la atención, la memoria, la toma de decisiones, la motivación y el funcionamiento social están profundamente afectados por la emoción” (Torres Abreu et al., 2020:15).

Para reforzar la idea, Ferragut y Fierro (2012, citados en Ariza Hernán- dez, 2017) establecen que el rendimiento escolar se encuentra relacionado con la inteligencia emocional, puesto que se requieren constructos psicológicos para un desempeño óptimo en el estudiante. Estos recursos psicológicos individuales y sociales son piezas clave para el manejo de las situaciones de la vida y del ámbito escolar a las que se enfrenta el universitario, fortaleciendo sus capacidades para desarrollarse integralmente.

Una formación basada en estos aspectos psicológicos y emocionales da la pauta para predecir la trayectoria del estudiante desde niveles educativos básicos, es decir que, si el alumno cuenta con IE, su trayectoria académica alcanzará un mayor resultado en comparación de los que no la desarrollan. Por consiguiente, los estudiantes de educación superior con un desarrollo de la IE presentan una disminución de “síntomas físicos, depresión, ansiedad social y mayor empleo de estrategias de afrontamiento activo en la solución de problemas” (Salovey et al., 2002, citados en Páez Cala y Castaño Castrillón, 2015:270).

En efecto, los autores Extremera y Fernández-Berrocal (2004, citados en Páez Cala y Castaño Castrillón, 2015:270) hacen referencia que los estudiantes con una constante formación de las emociones se manifiesta la presencia de:

Mayor autoestima, ajuste, bienestar y satisfacción emocional e interpersonal, calidad de redes interaccionales, apoyo social y menor disposición para presen- tar comportamientos disruptivos, agresivos o violentos; igualmente, presentan grados menores de síntomas físicos, ansiedad y depresión. Ello incrementa su rendimiento escolar al afrontar adecuadamente situaciones de estrés académico.

En suma, los beneficios de la inteligencia emocional en el estudiante se ven pre- sentes en el rendimiento académico exitoso. Esto debe estar acompañado por la disposición y compromiso del profesor para generar un ambiente óptimo y de estrategias curriculares que ayuden a desarrollar esta competencia en el alumna- do, puesto que, existe una renuencia a no integrar elementos emocionales en el currículo, lo cual obstaculiza la formación por la incapacidad del profesor debido a la falta de preparación en la temática (Páez Cala y Castaño Castrillón, 2015). Ciertamente, se exhorta a considerar el contexto o ambiente de aprendizaje en el que está inmerso el estudiante, con la finalidad de conocer las situaciones que vive y cómo las afronta con la inteligencia emocional.

La educación virtual para la formación superior

Las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) son fundamentales para la virtualidad. Estas han estado presentes en la educación contemporánea con el fin de generar oportunidades y alternativas para una formación integral e innovadora a través de herramientas que contribuyen al proceso de enseñanza y aprendizaje con las virtudes correspondientes. Es por ello, que la utilidad de las TIC en la educación es de gran valor, puesto que gracias a sus propiedades se ha logrado la inmersión de nuevo conocimiento, innovación e imaginación en la transformación de la sociedad, además de suprimir los obstáculos geográficos a través de métodos de comunicación y la colaboración (Del valle Diego, 2019; García Sánchez et al., 2017).

En la educación superior es determinante el uso y desarrollo de las TIC en la formación de los estudiantes, puesto que López de la Madrid (2007, citado en Iriarte Díazgranados et al., 2017) afirma que el uso de estas tecnologías en las universidades permite la transformación y adecuación innovadora en las formas de actuar y pensar a favor de la sociedad. En consecuencia, García Sánchez et al. (2017) aluden que las instituciones de educación superior deben procurar un continuo desarrollo de nuevos entornos educativos, considerando servicios de alta calidad que solventen una educación a distancia y el uso de sistemas virtuales para el proceso de enseñanza y aprendizaje. Esto conlleva a analizar las condi- ciones metodológicas y pedagógicas necesarias para el uso adecuado de estas tecnologías y entornos.

Con respecto al uso pertinente de estas tecnologías, Galvis (2004, citado en Iriarte Díazgranados et al., 2017:17) establece objetivos esenciales, que ayu- dan a percibir la función que las TIC llegan a tener como parte de un ambiente de aprendizaje, estos son:

Fundamentar el proceso de compartir, enviar o transmitir información a través de sitios web, tutoriales y espacios informativos; favorecer el aprendizaje ac- tivo y el aprender haciendo, por medio de la interacción con las herramientas

tecnológicas (navegadores, simuladores, calculadoras y otros recursos de pro- ductividad); y posibilitar la interacción, la comunicación y la colaboración a través de experiencias en redes sincrónicas y asincrónicas.

Las aulas educativas han sido sustituidas por espacios de aprendizaje alternos, que propician el desarrollo de competencias por parte del estudiante para el uso de recursos y materiales que solventan los utilizados en la presencialidad. Estos nuevos espacios se refieren a los EVA, los cuales son un agrupamiento de medios donde existe una interacción síncrona y asíncrona que, aunque surgieron en un inicio como apoyo a la educación a distancia, hoy en día, cumplen con la función de un manejo alterno en la educación presencial (Hiraldo Trejo, 2013).

Consideraciones para la formación en entornos virtuales de aprendizaje

Los entornos virtuales de aprendizaje se enriquecen con estrategias de interac- ción ante el uso de herramientas de índole colaborativo que se requieren en estos espacios. Al respecto, Hiraldo Trejo (2013), Bain (2006, citado en Del Valle, 2019) y García Sánchez, (2017) resaltan la importancia de la colaboración e in- teracción entre los estudiantes y el profesor, como principio de aprendizaje en un contexto donde predomina el uso de las TIC. Es de esta manera, que los EVA generan ambientes óptimos para que el estudiante sea capaz de interrelacionarse.

La modalidad virtual, por su naturaleza, brinda diversos recursos a favor de las actividades que se precisan llevar a cabo para el desarrollo de los apren- dizajes. Entre ellos se incluyen, según Torres Abreu et al. (2020:6), el manejo de “plataformas para la gestión de cursos a través de internet, el uso de repositorios virtuales de documentos, el envío de materiales del curso a través del correo electrónico y mensajería y encuentros sincrónicos usando aplicaciones de video- conferencias”. Como complemento importante a esta idea, Espinoza (2019) hace hincapié en que la interacción mediante estos recursos requiere ser de calidad para que se generen aprendizajes sustanciales, es decir, se requiere una buena conexión, presentación de materiales pertinentes, así como vías de comunicación no verbal y la integración de elementos emocionales.

Al facilitar la accesibilidad a la virtualidad educativa, estos ambientes deben ser amigables y prácticos para simplificar el uso, así como ser adaptables a los requerimientos del curso educativo, de acuerdo con la planificación didáctica y las necesidades de los estudiantes y docente (Cedeño, 2019; Espinoza, 2019). Por lo tanto, el estudiante genera aprendizajes mediante el uso de herramientas y recursos digitales, pero a la vez, esto se logra en un ambiente favorecido por las video sesiones, las cuales brindan asistencia y tutoría en tiempo real.

Los autores Lima Montenegro y Fernández Nodarse (2017) y Cedeño

(2019) agregan que en los EVA se prioriza el papel del estudiante como creador

directo del aprendizaje, por ello realiza actividades donde resalta la autonomía propia. Sin embargo, esto no deja a un lado la colaboración con sus pares o el profesor, incluso se potencializa con el uso las herramientas que hacen posible el contacto virtual, convirtiéndose en una vía de comunicación para el diálogo y el trabajo cooperativo.

En palabras de Cedeño (2019), el docente juega un papel importante en los EVA, debido a que esta modalidad requiere de una responsabilidad pedagógi- ca para plantear estrategias apegadas al contexto donde se desarrolla el proceso educativo. En ese caso, una formación virtual adecuada depende de la compe- tencia que tenga el profesor para desempeñar las funciones necesarias para estos ambientes. En relación con esta implicación, resalta la tutoría o asesoramiento como función esencial de la práctica docente en ambiente virtuales, a través de los siguientes datos:

El asesoramiento que los estudiantes reciben en el ambiente virtual de apren- dizaje es esencial. Sobre todo, al comienzo, cuando el alumno no está fami- liarizado con este tipo de contexto, la guía se hace necesaria para alcanzar los resultados esperados. En esta pregunta los criterios expuestos son los siguientes: un 75% de estudiantes considera que ha recibido una guía muy frecuentemente, un 10% cree que la ha recibido con poca frecuencia (Cedeño, 2019:121-122).

No obstante, las adecuaciones para estos entornos no solo repercuten en la debida preparación del profesorado, también se considera la inversión de la institución en infraestructura tecnológica que faciliten el trabajo de los actores educativos. Sobre el asunto, Cedeño (2019) señala a través de estudios, que la mayoría de las instituciones universitarias cuentan con herramientas para el desarrollo de acti- vidades en línea, como son plataformas virtuales y recursos para el uso mediante internet.

A este respecto, se percibe la importancia que las universidades le dan a la formación virtual. Esto se fortalece con lo expuesto por Hiraldo Trejo (2013), quien sostiene por medio de un estudio realizado sobre la valoración de los EVA en la educación superior, que los resultados hacen referencia a que el total de las universidades participantes están de acuerdo en que estos entornos son muy adecuados para el nivel educativo, además afirman contar con la infraestructura y recursos necesarios para llevar a cabo esta modalidad. Por último, el 80% de las instituciones participantes señaló que dispone de repositorios para la consulta de materiales de apoyo a la educación, sistemas de videoconferencias, así como wikis y portales para blogs.

Estas razones reflejan la preparación que a lo largo del tiempo han tenido las universidades con el fin de ofrecer una educación basada en alternativas para desarrollar experiencias significativas en el estudiante y los demás actores del proceso educativo; sin embargo, analizando este punto desde la perspectiva en

que las instituciones se han alineado a las tendencias educativas para habilitar estos EVA, es fundamental preguntarse ¿qué sucede cuando los requerimientos para llevar una educación a través de la modalidad virtual van más allá de lo que la universidad puede ofrecer para solventar las necesidades de los estudiantes?

No obstante, la preparación de las universidades ha contrastado con la percepción de los estudiantes con respecto a la modalidad educativa actual, puesto que parte de los resultados de una investigación realizada por Rodríguez (2021:pág.33) en instituciones educativas de Ecuador, revelan que “la interac- ción entre docentes y estudiantes es muy limitada debido a las herramientas im- plementadas desde el Ministerio de Educación para el desarrollo de las clases virtuales”.

Por su parte, Ramírez et al. (2020) realizaron un estudio en la Universidad de San Francisco Xavier, en Bolivia, en el cual obtuvieron los siguientes resul- tados de las percepciones de los estudiantes con respecto a la educación virtual: con un 60.7% los estudiantes perciben las clases virtuales como regulares; con un 28.4% perciben las clases en la modalidad virtual como buenas; con 8.7% per- ciben las clases virtuales como mala y un 2.2% de los estudiantes consideran que las clases virtuales son muy buenas, lo que indica que los estudiantes consideran que la educación virtual es novedosa y requiere de autonomía para aprender y, por lo tanto, resulta ser de mayor dificultad para comprender y ejecutar.

La inteligencia emocional en la educación virtual

En cuanto a la educación virtual, ya se han comentado las características que la modalidad requiere para que el estudiante pueda sobresalir, sin embargo, debido al contexto actual, los actores educativos precisan de estrategias que contribuyan a desarrollar habilidades emocionales para un aprendizaje autónomo mediado por el manejo de las emociones en modalidades no convencionales, lo cual es justificado por estudios que reflejan la presencia de emociones negativas como la desorienta- ción o confusión, la inseguridad, la frustación entre otras, que se han dado a partir del cambio a un aprendizaje virtual (Sastoque et al., 2020). En este sentido, se exhorta la necesidad de contemplar el manejo de emociones ante las adversidades que pueda surgir para el participante en la modalidad educativa virtual.

Asimismo, Huaquín y Loaíza (2004, citados por Chiappe y Consuelo, 2013) explican que, a través del desarrollo de las habilidades emocionales pro- pias como el autoconocimiento, el autocontrol y la automotivación, se controlan las circunstancias que genera el estrés y, con esto, se logran adecuar los com- portamientos. Por su parte, las habilidades emocionales como la empatía y la destreza social facilitan la proyección de actitudes y emociones que favorecen el trabajo colaborativo, habilidad indispensable dentro de los EVA.

Esto da la pauta para pensar en las necesidades socioemocionales que se generen en esta modalidad, sin dejar de pensar que la educación del futuro partirá de una modalidad híbrida que es resultado de las restricciones salubres que aún continúan. En esta perspectiva, Brown y Kafka (2020, citados en Torres Abreu et al., 2020) y Lima Montenegro y Fernández Nodarse (2016) afirman el menester de fundamentos pedagógicos-didácticos, tecnológicos y sociales para la prepara- ción curricular en esta modalidad, que el aspecto emocional y valores éticos en el desarrollo del currículo, de modo que, el estudiante requiere de un cambio de mentalidad para actuar en estos ambientes de aprendizaje diferentes a una moda- lidad presencial, lo que sin duda impacta en su desempeño.

Repercusiones de la pandemia en el desempeño del estudiante

Actualmente, el mundo se encuentra atravesando una crisis sanitaria causada por la COVID-19, la cual ha transformado la educación de millones de estudiantes a nivel mundial, sumando a esto otras problemáticas en el ámbito social, económi- co y cultural que agudizan las afectaciones en el desempeño de los universitarios. Con respecto a esto, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) (4 de mayo 2021) menciona que, incluso a un año de haber iniciado la pandemia, la educación de casi la mitad de los estudian- tes sigue afectada por el cierre de instituciones educativas. Como resultado, los estudiantes de nivel superior pasan a depender de una educación virtual desde el hogar.

En el plano internacional y en complemento a lo anterior, Torres Abreu et al. (2020:9) reafirman que la salud emocional y el desempeño académico se encuentran vinculados y han sido parte de las áreas del estudiante donde se evi- dencian las repercusiones de la pandemia, ejemplo de esto son los resultados de la investigación realizada en la Universidad de Puerto Rico (UPR), el cual arrojó que “el 91% del estudiantado expresó haber tenido cambios emocionales desde que comenzaron los cursos a distancia. Las afecciones más experimentadas son: estrés (93%), falta de concentración (86%), falta de motivación (85%), frustra- ción (80%) y ansiedad (76%)”.

Desde el punto de vista psicológico, la pandemia del COVID-19 trajo afectaciones emocionales para los estudiantes como desmotivación en su apren- dizaje y sentimientos de frustración, estrés, ansiedad y depresión, debido al en- cierro y la educación a distancia. Al inicio de la pandemia se despiertan preocu- paciones vinculadas al proceso de aprendizaje como conocer los programas que se utilizarían para impartir los cursos y así aumentar la carga académica (Torres Abreu et al., 2020).

Es así como la contingencia sanitaria ha sido una situación sorpresiva para la sociedad, puesto que no permitió al ámbito educativo la preparación previa y el análisis para la implementación de una modalidad virtual, por ello, surgen dificultades en el proceso para el desarrollo de los aprendizajes del estudiante. Se parte de las características que presenta la modalidad virtual y el actuar del estudiante para identificar las afectaciones con respecto a las necesidades básicas en el aprendizaje y la situación actual del sistema educativo.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura realizó un estudio para detectar los inconvenientes más importantes en el proceso educativo durante la contingencia sanitaria, a partir de estas percep- ciones se distinguen factores como el “asilamiento social, las cuestiones financie- ras, la conectividad a internet y, en general, la situación de ansiedad” (Giannini, 2020:16). Estos elementos se presentan en el contexto actual y de manera global, por lo que se deben tomar en cuenta para identificar las causas que derivan en un problema educativo.

Por su parte, Cadena-Obregón et al. (2021) realizaron una investigación bajo el enfoque cuantitativo, donde identificaron en jóvenes adultos la percep- ción de la inteligencia emocional para las actividades escolares y laborales, ob- teniendo resultados donde la desesperanza, ansiedad y enojo son predominantes, además se señala situaciones de negatividad, poco manejo de emociones y por tanto poco reconocimiento de ellas, así como falla en la práctica. A pesar de que un gran porcentaje conoce lo que es la inteligencia emocional, no todos recono- cen su utilidad ni todo lo que conlleva, por tanto, no profundizan en ella.

En este punto, es inevitable formular interrogantes sobre las estrategias educativas empleadas durante la crisis socio sanitaria, con la finalidad de re- flexionar si favorecen al desempeño de los estudiantes y cumplen con las condi- ciones de favorecer una de las tareas principales de la educación como lo es la formación a través de aprendizajes significativos. A pesar de los beneficios que proporcionan los EVA, es necesario tomar en cuenta las posibles barreras econó- micas para la adquisición de recursos y materiales electrónicos, ya que influye en el acceso a los EVA. De igual manera, se debe considerar lo que sucede en el estudiante debido a las afectaciones personales que pueden impedir la interacción entre pares.

Aislamiento social durante la pandemia

El confinamiento es una de las restricciones que las autoridades a nivel nacional han establecido con la intención de evitar el contagio por COVID-19, por lo que esto resulta en el “resguardo de las personas en sus hogares, implicando un cambio drástico en las actividades y en los comportamientos en la vida cotidiana,

entre ellos, el trabajo y la educación en línea” (World Health Organization, 2020 González-Jaimes et al., 2020:4). A partir de esto, las personas cambiaron sus ac- tividades cotidianas, los estudiantes su forma de aprender y la vida social toma un sentido diferente al tener limitaciones.

Lo anterior es un tema preocupante por el aislamiento social que se vive, no solo con compañeros, sino también con familiares y que afectan al estudiante de manera emocional, obstaculizando su proceso de aprendizaje en los entornos virtuales, lo cual agudiza la situación por los requerimientos de esta modalidad. Esta situación es explicada por Giannini (2020:16), quien afirma que la pandemia ha provocado “la pérdida de contacto social y de las rutinas de socialización que forman parte de la experiencia cotidiana de un estudiante de educación superior”, por consiguiente, el confinamiento trae consigo repercusiones en la forma tradi- cional de comunicarse e interactuar, es decir, que afecta el equilibrio socioemo- cional del universitario.

Aguilar Gordón (2020) señala que el sistema educativo en una modalidad presencial es fundamental para el estudiante, puesto que es aquí donde comienza a interactuar y compartir diferentes experiencias, creencias y pensamientos con otras personas. Partiendo de esta afirmación, es posible pensar en el confronta- miento que surge en el estudiante debido a los cambios efectuados en la modali- dad de aprendizaje, siendo la socialización que se efectuaba en el aula presencial, una de las principales modificaciones a considerar.

En datos estadísticos, lo anterior se representa a través del estudio reali- zado por González-Jaimes (2020:15), el cual presenta los siguientes resultados sobre el impacto psicológico por el confinamiento en alumnos de educación su- perior en México:

Durante las fases 2 y 3 en la pandemia de Covid-19 se vio matizado por la pre- sencia de altos indicadores de síntomas (moderados a severos): estrés (31.92%), problemas para dormir (36.3%) y ansiedad (40.3%). Y con menores índices por- centuales, pero de suma importancia, los síntomas psicosomáticos (5.9%), dis- función social en la actividad diaria (9.5%) y depresión (4.9%), especialmente en el grupo de las mujeres y en los estudiantes más jóvenes (18-25 años).

Con lo anterior en consideración, se retoma la idea sobre la importancia de pro- veer al estudiante competencias que favorezcan el manejo de sus emociones ne- gativas que afectan psicológicamente en la vida académica y social.

De igual manera, el exhaustivo uso de aparatos electrónicos como la com- putadora o el teléfono celular, provocado por el aislamiento social y las sesiones virtuales, acarrean consecuencias negativas para el estudiante. Mismas que re- sultan en problemas mentales y físicos, así como “conductas negativas y enor- mes cargas de tecnoestrés provocando un desequilibrio emocional, alterando la

convivencia entre sus familiares más cercanos resultando una baja autoestima, disminución de habilidades sociales y un menor desempeño en su rendimiento académico, personal y social” (Alvarado, 2021:345).

Ante esto, González Velázquez (2020) y Aguilar Gordón (2020) resaltan la importancia de generar condiciones que propicien un ambiente adecuado para la convivencia entre los estudiantes, ya que el distanciamiento social constituye una fuente de estrés académico. La interacción interpersonal es un punto para considerar en la modalidad educativa actual, debido a que, optar por una forma- ción individualizada en lugar de actividades colaborativas trae consigo el surgi- miento de consecuencias de índole psico-social o intelectual entre los estudiantes.

Estrés postraumático

Martínez López (2020) explica un panorama sobre las necesidades identifica- das a partir de las adaptaciones al curso escolar actual. Y es que, basarse en una educación virtual conlleva a que el proceso de enseñanza y aprendizaje continúe a través de plataformas que requieren el uso de internet, esto a su vez, crea una necesidad económica por la adquisición de equipos electrónicos y de servicios para la conectividad. Lo expuesto conduce a cuestionarse de qué forma afecta la necesidad económica en el estudiante y familiares, por cumplir las exigencias necesarias para continuar con su formación en la educación superior. Esto indica que, se hace presente el desarrollo de estrés durante el curso académico por no contar con los dispositivos.

En el 2019 se realizó la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares por la INEGI (2020, citado en López y Rodríguez, 2020:103), la cual revela que:

Sólo 44.3 por ciento de la población dispone de computadora y 70.1 de acceso a internet; no obstante, estos datos varían entre los distintos niveles socioeconó- micos de pertenencia. La diferencia en el acceso a internet entre el estrato alto y bajo es de 70 puntos porcentuales, y en cuanto a la disponibilidad educación y pandemia de una computadora, de 63 puntos porcentuales, ambos a favor del estrato alto.

La llamada brecha digital refleja la desigualdad educativa que se extiende desde el aspecto económico en la sociedad. En la educación, esto se presenta en casos donde el estudiante no cuenta con los recursos para adquirir medios electrónicos o el acceso al servicio de internet de calidad para continuar con la educación en modalidades no convencionales (Martínez López, 2020). En el informe “A tu lado. Lo que nos cuentan las familias” de Save The Children (Martínez López, 2020: 268), se menciona que “la brecha educativa aparece como uno de los pri- meros factores de fomento de la desigualdad educativa, que tiene un alto impacto en el aumento de la marginalidad y el aislamiento”.

Además del estrés por la falta de recursos y servicios que se genera en el estudiante, también hay que hacer hincapié en la falta de capacidad respecto al manejo de la tecnología, puesto que mucho se ha hablado sobre una generación digital, sin embargo, las habilidades necesarias para el desarrollo de actividades en ambientes virtuales pueden no estar presentes en el estudiante a causa de bajo nivel económico de la familia (López y Rodríguez, 2020; Martínez López, 2020). Esta situación infiere que la brecha digital incrementa y, por lo tanto, el estrés aumenta en el estudiante mediante la frustración que representa el manejo de herramientas o la realización de actividades en la virtualidad.

Por lo anterior, se concluye que, el establecimiento de EVA como estrategia emergente para la educación superior, no simboliza una victoria ante la necesidad de eficientar el proceso de obtención de aprendizaje para el estudiante, si no se contemplan otros elementos que potencialicen el actuar del alumnado en estos am- bientes. En tal sentido, Hiraldo Trejo (2013) y Mendoza Castillo (2020) concuer- dan en que la adquisición de aprendizajes significativos y consecuente rendimiento del universitario no solo depende del uso de las TIC, puesto que precisa estrategias para la comunicación, creatividad, resolución de problemas, manejo de emocio- nes, además de iniciativa y autonomía para convertirse en gestor de su proceso de educativo, y recursos externos como la tutoría. Sin dejar a un lado la situación económica actual por la que pasan las familias mexicanas ante esta crisis salubre.

Estrategias para afrontar las repercusiones emocionales de la pandemia

Debido a lo explicado en los anteriores apartados, se interpreta la necesidad de atender estas incidencias sobre las conductas negativas que resultan del aisla- miento social y el estrés provocado por requerimientos para una educación vir- tual, con estrategias curriculares que favorezcan el desarrollo de la gestión emo- cional en el estudiante. Lo anterior es sustentado por Elizondo Moreno et al. (2018) y Fregoso (2018), quienes afirman que actualmente el manejo de las emo- ciones ayuda a generar motivación en el estudiante, más allá de las adversidades que surjan, por ende, sería un factor en la adquisición de aprendizajes. Además, se tiene que contemplar el papel del profesor y los otros actores que intervienen en la educación presencial o virtual, de manera que estos contribuyan a enrique- cer el ambiente donde se desempeñe el universitario.

Por lo antes descrito, se hace necesario que las instituciones educativas di- señen estrategias que fomenten el autocontrol o manejo de las emociones por parte del estudiante para evitar impulsos inapropiados al pasar por situaciones personales o sociales que involucren sentimientos y comportamientos. A favor de lo mencio- nado, para Gardner (2000, citado en Chiappe y Consuelo Cuesta, 2013) es impor- tante resaltar la formulación de los objetivos de las instituciones educativas, puesto que deben fundamentarse con base en el desarrollo de las inteligencias, las cuales

se definen como elementos primordiales que sirven para la solución de problemas

o la creación de productos que favorezcan a los contextos sociales y culturales.

En definitiva, las instituciones educativas deben considerar una perspec- tiva solidaria sobre las estrategias didácticas viables para que el estudiante pueda acceder a una educación de calidad, tomando en cuenta que no todos cuentan con los servicios y recursos para desempeñarse en una modalidad virtual como la teoría lo dicta. Esto debido a que, las condiciones como la infraestructura para virtualidad, no dependen de las instituciones educativas y sí del estudiante y el profesorado, por lo tanto, disponer de líneas de apoyo y flexibilidad servirá para mitigar esta problemática (Giannini, 2020).

Con base en las afectaciones emocionales de la pandemia, Álvarez (2020:párr. 3-9) comparte recomendaciones para cuidar el bienestar emocional ante situaciones de frustración, ansiedad y estrés. Estas recomendaciones son enlistadas de la siguiente manera:

● Reconocer los sentimientos de uno mismo a través de la escritura, expresando el sentir de lo realizado en la rutina diaria;

● Plantear opciones para la distracción. Esto puede ser mediante la co- cina, la lectura o cualquier actividad recreativa;

● Mantener contacto con los seres queridos mediante el diálogo para un mayor bienestar emocional;

● Ser solidario y apoyarse mutuamente con los demás, tomando en cuenta la empatía;

● No descuidar la salud, es importante mantener hábitos que ayuden a afrontar las reacciones emocionales negativas.

De igual forma, es de interés conocer acerca de las estrategias que las escuelas universitarias llevan a cabo para el desarrollo de la inteligencia emocional en el estudiante, sea en modalidades convencionales o no convencionales. Una de estas estrategias es la implementación de la educación emocional en estudiantes de educación superior, esta vertiente de la educación es definida por Alvarado (2021:335) como aquella que “permite al docente y estudiante adquirir habilida- des que favorecen su desarrollo emocional y maximizar sus procesos de apren- dizaje afrontando situaciones que demanda la actualidad académica, personal y laboral que se le presenten día a día dando soluciones optimas”.

La educación emocional como innovación psicopedagógica

La educación emocional propone una serie de cualidades para potencializar el manejo de las emociones en diversas situaciones e interacciones, sea en una mo- dalidad presencial o virtual. Esta se basa en el principio de que el estudiante acepte sus emociones y sentimientos, lo que permitirá tomar decisiones sobre la conducta más congruente a la circunstancia, logrando así mejorar las interac- ciones sociales y personales en su vida (García Retana, 2012). Por consiguiente, esto no solo repercute en el ámbito educativo, puesto que como ya se ha mencio- nado, la IE es importante para el ámbito personal, social y futuro profesional del estudiante universitario, considerando que su formación se nutra de aprendizajes significativos para lo cual “es esencial el parámetro asociado a la transformación del campo emocional” (Pacheco, Villagrán y Guzmán, 2015, citados en Puli- do-Acosta y Herrera-Clavero, 2018:29).

Uno de los retos para incorporar la educación emocional en el nivel supe- rior se debe a la falta de valoración sobre la utilidad de este elemento por priorizar conocimientos puros o técnicos del área formativa correspondiente, sin embargo, el cambio de perspectiva se fundamentará sobre las bases de una formación inte- gra considerando el futuro profesional del estudiante, de modo que, “es esencial brindar una enseñanza emocional en las diferentes asignaturas y que al combinar con competencias emocionales se puede asociar nuevos conocimientos y que este sea transversal a dichas áreas de aplicación laboral” (Alvarado 2021:336).

En la práctica docente se presenta un elemento que se emplea a favor de generar un ambiente de aprendizaje idóneo. Este elemento es la motivación que el profesor necesita transmitir a sus estudiantes, lo cual puede realizarse a través de las actividades de aprendizaje y dinámicas que involucren el uso de la tec- nología en la virtualidad, considerando la dificultad que puede representar para algunos. Por lo tanto, es recomendable que el profesorado diseñe “actividades dirigidas a incrementar los niveles de autoeficacia y a reducir la ansiedad previa al inicio del curso” (Bates y Khasawneh, 2004, citados en Espinoza, 2019:212).

Es relevante considerar al profesor como agente para el fomento de la IE. Esto comienza desde el aula, pero antes, el docente requiere ser capaz de poder identificar sus propias emociones para reconocer las de los alumnos. De este modo, logra que las interacciones en los ambientes virtuales se den en armonía y como la modalidad y el estudiante requieren, tomando en cuenta las diversas formas de pensar y la resolución de problemas mediante la mediación (Hernández, 2014).

Como ejemplo de lo explicado, en el Reino Unido se ha tratado esta pro- blemática mediante la capacitación no solo a profesores, sino también a las auto- ridades de los diversos niveles educativos, con el fin de concientizarlos y fomen-

tar la integración de aptitudes emocionales que favorezcan el actuar del estudiante y resulte en un nivel académico óptimo (Páez Cala y Castaño Castrillón, 2015). El mismo autor presenta el caso de Estados Unidos, donde el fomento de la educación emocional se percibe al “integrar las enseñanzas sobre sentimientos y relaciones personales dentro de las asignaturas ordinarias y a manera de contenidos transver- sales” (Páez Cala y Castaño Castrillón, 2015:281). En conclusión, la capacitación de los actores educativos y la integración curricular de la temática son una alterna- tiva para tomar en cuenta ante la necesidad de fomentar el desarrollo de la IE.

Antes de presentar las conclusiones, es importante concretar la idea del papel de la educación emocional como estrategia curricular que el estudiante requiere para mejorar su rendimiento en modalidades convencionales y no con- vencionales. Al respecto, Ariza-Hernández (2017:208) menciona que la idea central de esa propuesta recae en reforzar la finalidad de la educación, que es la conformación de ciudadanos ejemplares con “conocimientos, habilidades cog- nitivas, comunicativas y, sobre todo, emocionales, sensibles a la diferencia y al reconocimiento del otro desde una perspectiva estética y ética”, ante la necesaria construcción de una sociedad colectiva.

Conclusiones

A partir de los puntos de análisis expuestos en la introducción, se concluye la relación existente entre la inteligencia emocional y el desempeño del estudiante en el ámbito educativo, siendo el primer constructo el encargado de regular los comportamientos del individuo ante situaciones conflictivas, logrando con esto rebasar los obstáculos que se presenten en el proceso para la obtención de apren- dizajes. Además, ésta ayuda a mantener un control sobre las emociones que se presentan en la vida cotidiana, regulando las reacciones positivas o negativas para mantener una conducta aceptable y acorde a los contextos donde interactúe el sujeto como pueden ser el laboral, el familiar o social. Con este último punto, se resalta el papel de este concepto como factor en el desempeño social, puesto que en las relaciones efectivas se requiere de una estabilidad emocional que fo- mente la colaboración y comunicación.

Asimismo, es importante recalcar que la pandemia por la COVID-19 trajo consigo diversos obstáculos a los cuáles se debe enfrentar un estudiante univer- sitario, a partir del confinamiento se elevaron los niveles de depresión, ansiedad, frustración, enojo y sentimientos negativos, aunado a la implementación de nue- vas técnicas de estudio a través de la modalidad virtual, donde ninguno de los ac- tores educativos estaba preparado para ello, desde la administración por parte de las universidades pasando por los profesores con las propuestas didácticas hasta los estudiantes, estos últimos necesitaron de las TIC y de estrategias como el uso de los EVA para su autoaprendizaje, que si bien estos son importantes y mediante

los cuales se obtienen muchos beneficios por la modalidad donde se desarrollan, al mismo tiempo trae repercusiones en su desempeño académico, en específico, para aquellos que se ven limitados por el acceso a los equipos y recursos necesarios.

El uso de las TIC en el ámbito educativo trae consigo diversas ventajas que apoyan el proceso de enseñanza y aprendizaje, fomentando la diversidad de herramientas didácticas y la creación de espacios virtuales como alternativas peda- gógicas; sin embargo, debe concientizarse que este uso no garantiza que los estu- diantes sean capaces de lograr un desempeño óptimo, ya que también se requiere considerar que el estudiante se encuentra expuesto ante situaciones contextuales que afectan su rendimiento. Lo anterior provoca la aparición de emociones conflic- tivas como el estrés, la frustración o la ansiedad, lo cual refuerza la idea de que la integración de la inteligencia emocional en la formación del estudiante contribuye a contrarrestar o brindar alternativas para el manejo de estas situaciones.

De igual manera, es fundamental considerar dentro de la planificación de las estrategias para solventar la nueva modalidad educativa, el desarrollo de competencias digitales en los estudiantes y profesores, puesto que es un área de oportunidad que se ha detectado durante la modalidad virtual debido a la falta de conocimiento en el uso de los recursos didácticos y herramientas tecnológicas que brindan los EVA. Esto puede solventarse a través de ejercicios o cursos in- troductorios, con la intención de familiarizar al alumnado y, con esto, mejorar su desenvolvimiento, resultando en la reacciones positivas y no en negativas, como la frustración o estrés, por no saber usar estas herramientas y recursos.

Ante la necesidad de plantear estrategias que ayuden al estudiante a mitigar estas emociones negativas que se incrementan debido a la contingencia sanitaria por COVID-19, se propone integrar la educación emocional como estrategia para el manejo de las emociones, sea con un enfoque curricular o con intervenciones pe- dagógicas, debido a que es una alterativa que ayuda al individuo a mejorar su rendi- miento en la virtualidad, a través de una formación que se base en la aceptación de éste y en identificar las conductas que se dan en la interacción con otras personas.

Es importante tomar en cuenta a los diversos actores que intervienen en el proceso educativo como son los estudiantes, autoridades, administrativos y desde luego los profesores, puesto que, al estar involucrados en el ambiente y proceso de aprendizaje, también influyen en el desarrollo de este. En definitiva, será de gran utili- dad que se considere esta recomendación en la educación virtual de los universitarios, ya que logrará que la interacción y comunicación continua entre los estudiantes y con el personal educativo, apoye el cumplimiento de los propósitos pedagógicos. ֍

Agradecimientos

Este trabajo ha sido posible gracias a la asignación de efectivos a través de la beca del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT).

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