Reseñas
Recepción: 02 Noviembre 2022
Aprobación: 11 Abril 2023
Andújar Castillo, Francisco (2021). El Atila de Madrid. La forja de un ban- quero en la crisis de la monarquía (1685-1715). Madrid: Marcial Pons, Edi- ciones de Historia.
Tema: historia
El libro del catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Almería (Espa- ña) nos ofrece el análisis de un personaje olvidado por la historiografía hispana, a pesar de que alcanzó un poder muy amplio en cuestiones económicas, con- virtiéndose en uno de los banqueros y prestamistas más importantes de Madrid acumulando un patrimonio de más de 23 millones de reales antes de morir. El protagonista en cuestión es Juan Prieto de Haedo, natural del Valle de Carranza, ubicado en las Encarnaciones vizcaínas.
¿Pero cómo Prieto logró obtener esa riqueza? Como señala Andújar Cas- tillo, Prieto fue un hombre audaz, habilidoso que supo moverse en negocios que le permitía obtener beneficios inmediatos, y a silenciando parte de sus transac- ciones con el uso de testaferros de su confianza, que dieron lugar que solo haya algunos documentos sobre su figura, como el inventario de sus bienes que tuvo que hacer antes de su segundo matrimonio.
El autor, por tanto, analiza de manera microhistórica, a pesar que Andújar señala que no es un trabajo de esta índole metodológica, sino que, para él, es más bien reducir a una escala mínima la observación de un personaje. Pero a pesar de se negatividad a denominarlo así, para mi la investigación se aborda, tanto con el método microhistórico como prosopográfico permitiendo analizar de manera más amplia la estrategia que utilizó Prieto para enriquecerse, y obtener un gran poder sociopolítico sin llamar tanto la atención, a diferencia de otros banqueros y comerciantes de la época como Juan Goyeneche.
Andújar Castillo nos presenta en seis capítulos a un personaje atípico que llega a Madrid en 1677 y muere en 1715, y en ese pequeño lapso de tiempo teje un imperio económico a través de lo que el autor llama la Casa Prieto que se desmorona tras su fenecimiento.
Primeramente, nos hace una descripción de la llegada de Prieto a Madrid y cómo de manera paulatina se convierte en un individuo a tener en cuenta obte- niendo el hábito militar de la Orden de Santiago como paso previo a otros puestos más importantes que demandaban tener cierto prestigio social. Su traslado a la capital del imperio hispano es muy similar a la mayoría de los navarros y vascos en el siglo XVIII. Es decir, bajo el amparo o protección de un familiar o un pai- sano que forman importantes redes sociales se encargarían de cuidarlo y ponerlo en contacto con miembros de la elite cortesana u otros comerciantes para ampliar sus redes de poder. En este caso, Prieto llega con apenas 16 años y cuenta con la ayuda de un religioso, Campillos, que lo pone en contacto con un gentilhombre, Gaspar Urbina. A pesar de sus buenos servicios tras un lapso de un año, Prieto decidió cambiar de aires y ponerse al servicio de otro paisano, Juan Monasterio, un importante hombre de negocios de Madrid, a merced del abasto de carne y lácteos. Bajo su cuidado se empezó a curtir el futuro hombre de negocios que dominaría Madrid, ya que Prieto observaría como Monasterio conseguía año tras año el abasto de carne de Madrid. Su aprendizaje fue amplio gracias a su habili- dad y capacidad que le permitió que con apenas 24 años sustituyó a su mentor, quedando al frente de los negocios cuando Monasterio tenía que ausentarse.
Por lo que desde muy joven demuestra una gran pericia para adelantarse a los demás, como para aprender de los negocios que le permitía lucrarse a corto plazo, y no a largo plazo. Le interesaba ganar lo más pronto posible y poder in- vertirlo inmediatamente en otros comercios.
A partir de 1685, gracias a la influencia de su mentor, consigue su primer contrato individual, que le permite poder casarse con Mariana Monasterio, que a pesar de la coincidencia del apellido no tenía parentesco con su protector. Los beneficios y el paulatino abandono de Monasterio de lo negocios en la capital, permitió que Prieto a partir de 1696 monopolizase el abasto de carne, sebo, cera, vino, entre otros productos básicos de Madrid.
Prieto veía que sus éxitos se ampliaban, pero también empieza a tener al- gunos reveses, como que, a la hora de adquirir el hábito de la Orden de Santiago, en primera instancia seria desaprobado, pero tras la obtención de una despensa papal la conseguiría, pero de esta manera, era algo embarazoso, un borrón en la hoja de servicios de un hombre de negocios, de un hombre influyente económi- camente, por lo que había que buscar un remedio para limpiar esa mancha de su historial.
La negatividad inicial se debió a una serie de declaraciones en su contra de algunos de sus vecinos y hablaban que su familia tenía las manos “mancha- das” de carbón como de sebo. Pero a pesar de ello, finalmente, lo pudo obtener el hábito el 25 de octubre de 1699, asistiendo como testigos destacados miembros de la élite cortesana. La obtención del hábito era un paso previo ya que su aspi- ración principal era la adquisición por la vía pecuniaria la Contaduría Mayor del Consejo de las Órdenes, ofició que lo consiguió en el año de 1702, y a partir de ahí su crecimiento económico se aceleró.
Otro éxito, en cuestión familiar, sería el doble matrimonio que orquestó tras su viudez. El poder económico lo tenía, pero no el nobiliario, por lo que orquestó un doble enlace con la familia Marqués de Gallegos de Huebra. Prieto se casaría con la hija del marqués, de apenas 18 años, mientras la hija de Prieto contraería nupcias con el primogénito. Era un matrimonio desigual en cuestiones económicas, y ello se puede observar en la desigualdad de las dotes aportadas por ambas familias, pero el enlace era beneficioso para ambas partes.
Unas de las claves para su ascenso económico se debían a que Prieto no mostraba tal poder, sino que vivía en una especie de austeridad, sin demostrar lujos, y prefería vivir en una casa de alquiler, y no en ostentosos palacios, como ocurría con otros banqueros, como era el caso de Juan Goyeneche. Como se men- cionó anteriormente, Prieto solo buscaba negocios que le reportasen beneficios inmediatos, por lo que no invertía en tierras, ni en tener ganaderías. No quería ser un ganadero o hacendado, sino comprador, comprar ganado y obtener rendi- mientos de ellos y poder invertir de nuevo en otros negocios que le dieran más ganancias. Entre sus grandes negocios destacaría la tesorería de maestrazgos, arriendos, créditos, alquileres, préstamos a la Corona como a los cortesanos con un interés del 5 al 8%, que le reportaba pingues beneficios.
Por otro lado, el comercio americano, en un primer momento debido a su complejidad como a que los beneficios no eran tan directos, no estaba dentro de sus intereses en un primer momento, pero en enero de 1713 rompió esta situación haciéndose cargo de los impuestos antiguos y modernos del chocolate, cacao, vai- nilla y azucares, comprando, igualmente, arrobas de cacao de Honduras valoradas en 7 millones de reales, cifra nada despreciable. Pero, sin lugar a dudas, uno de sus grandes negocios que aprendió de Monasterio fue el del abasto de carne a través del sistema de obligaciones. A pesar de algunos periodos críticos como el del Motín de los Gatos de 1699 que provocó que aparecieran diferentes pasquines en su contra, o las cuantiosas pérdidas de los años de 1701 a 1703, poco a poco fue saliendo de ese periodo oscuro, y desde 1703 hasta 1715 serían sus años de máximo esplendor gracias a que amplió su empresa al ámbito de los arrendamientos y también le be- nefició de manera amplia la obtención del cargo de Contador Mayor del Consejo de las Órdenes, como se dijo anteriormente, a cambio de 106000 ducados.
Su poder económico provocó algunos momentos de conflictividad con algunos vecinos, como ocurrió con el corregidor de Madrid que lo acusaba de ser austracista, algo que si lo era. Las denuncias del corregidor dieron lugar que Prieto tuviera que refugiarse seis meses en el convento de la Merced, en donde buscó una estrategia creíble para salvar su dignidad, alegando que permaneció en Madrid para seguir abasteciendo a la población de carne, como era su obligación.
Tras esta victoria, se dedicó a darle más importancia a los censos consig- nativos, o sea a los préstamos de dinero bajo un interés fijo, como a la emisión de efectos, es decir comprar deuda a los ayuntamientos. Todo ello, le facilitó un tráfico de efectos y crear importantes redes comerciales y sociales con las élites cortesanas. Entre sus “clientes” destacaban el Marqués de Almazará que firmó una escritura de obligación de 219000 reales, o el obispo de Segovia por 150000 reales. Pero para que toda maquinaria funcionase a la perfección necesitaba de gente de confianza, como un equipo de trabajadores que se ubicaban en diferen- tes regiones, por lo que Andújar estima que en salarios Prieto desembolsaba al año 128383 reales, a lo que habría que añadir las dádivas o regalos que le reali- zaba a diferentes sectores de la corona para obtener beneficios en sus negocios.
Su empresa llegaba diferentes rincones de Madrid, Castilla, Galicia o To- ledo, entre otros, por lo que necesitaba gente de confianza, como se mencionó, por lo que primaba e influía el paisanaje, destacando a Pedro de Aguirre Undona, Juan de los Heros o José Serrano, que serían sus testaferros, liderando sus princi- pales negocios. Pero a pesar de la gran confianza que les daba a sus trabajadores, debido a su vínculo, tuvo algunos problemas con algunos de ellos, como fue con el cajero Pedro Pando que lo defalcó, como con su propio hermano, Diego Prieto que tras su enlace matrimonial decidió separase de la empresa que tenia en conjunto con su hermano teniendo algunos problemas legales por los beneficios mutuos. Otros problemas que tuvo fueron con algunos religiosos por el abasto, como con el Marqués de Mejorada, que del mismo modo era el Secretario de Estado y Despacho Universal, por los aprovechamientos de los pastos de una dehesa propiedad del secretario, pero arrendada por Prieto.
Estos conflictos no le impidieron seguir creciendo en sus beneficios eco- nómicos como cerrar otros negocios y contratos como fue la provisión de las galeras poco antes de fallecer, ganándole el contrato al todopoderoso Juan de Goyeneche, su gran competidor, como fiel felipistas, a diferencia de nuestro pro- tagonista más vinculado al bando de los Austrias.
Pero todo su imperio se desmoronó a partir del 8 de diciembre de 1715 con su fallecimiento, provocando un fuerte conflicto entre sus herederos por el reparto de los bienes que concluyó cuatro años después de su fenecimiento tras diferentes litigios. Tras su fallecimiento disminuyeron los negocios crediticios y
la Casa Prieto fue sustituida por la Casa Gallegos que se mantuvo los primeros años gracias a la labor de Serrano.
Podemos concluir señalando que este trabajo de Andújar Castillo viene a presentar un parteaguas en la historiografía, no solamente por su metodología sino por la información que nos presenta abriendo nuevas vías de investigación sobre los banqueros, los financieros que en muchos casos es olvidada por la his- toriografía, pero gracias al cruce de fuentes, tanto notariales como denuncias se puede reconstruir su vida y obra. Nos podemos preguntar si en Nueva España hay algún personaje de este calibre. Seguramente, caso no faltaran, pero hay que rastrearlos y hacer un profundo análisis metodológico sobre su impacto. A la mente, me viene ahora los miembros de la familia Vértiz con Juan Miguel y Francisco, que tiene casos similares a los de Prieto, que llegan algunos de sus miembros a México protegidos por un paisano, religioso, y a partir de diferentes enlaces matrimoniales pudieron atesorar una fortuna, que se extendió con su so- brino Juan José que se convirtió en gobernador y capitán general de Yucatán en 1715 por la vía venal, y en 1735 fue provisto, igualmente, como gobernador de Nueva Vizcaya. ֍