Reseñas
Hernández Palacios, Esther, 2012, México 2010, diario de una madre mutilada. México: Instituto Chihuahuense de Cultura / INBA / Ficticia / CONACULTA.
Recepción: 21 Octubre 2014
Aprobación: 10 Noviembre 2014
“Leo en un artículo que la violencia actual está más allá del lenguaje. Y se me ocurre que pensar así es una rendición terrible. Y que no.”
Alberto Chimal
poéticas, poco pueden hacer para subsanar la realidad.
Javier Sicilia, como otros mexicanos, perdió a un ser querido a con- secuencia de una gran ola de enfrentamientos en los últimos años. Quienes “sufren también, por parte del Estado, una revictimización porque no sólo no se los atiende, sino que a veces se les culpabiliza”, dice Sicilia en entrevista con Juan Domingo Argüelles (2013).
Llama la atención la decisión de Sicilia, quien se entregó al activismo político para pedir justicia hacia su hijo y otras víctimas, porque surge la dis- cusión sobre cuál es el papel que juega actualmente la literatura en el medio turbulento y violento que se ha ido volviendo parte de la lectura cotidiana, a través de los periódicos, la televisión, las redes sociales y páginas web in- formativas. ¿El aparente abandono de Sicilia es síntoma de una “literatura” que se quedó pequeña ante titulares tan surrealistas y hechos violentamente desmedidos? Generalmente lo que se entiende por “literatura” depende de la lupa desde la cual se observa. Lo que lleva a pensar que si vemos a “la pa- labra” a través del ejercicio poético, en efecto, no encontremos la anhelada respuesta a la realidad, o al menos no bajo la forma esperada.
Los cambios y hechos que inciden fuertemente en la realidad trans- forman la escritura, donde se generan nuevos estilos y maneras de abordar una realidad en constante metamorfosis. Esther Hernández Palacios, quien perdió a su hija en este mismo contexto turbulento, muestra con la escritura de México 2010, diario de una madre mutilada, que las maneras de abordar la realidad mediante “la palabra” todavía tienen cabida en México, en una intemperie donde quizá otras escrituras no responden de la misma manera que las escrituras testimoniales tan vinculadas al “yo”. En este libro escrito a modo de diario, Hernández Palacios nos cuenta la peripecia que tuvo que pasar día a día a lo largo de un mes después de enterarse del asesinato de su hija Irene, baleada 26 veces a sus 26 años en la capital de Veracruz en el 2010. La madre -quien ya imaginaba la nula cooperación de las institucio- nes públicas, la policía y la escasa averiguación para ubicar a los culpables del delito- sólo podía sostenerse por medio de su propia escritura. Dice Her- nández Palacios (2013): “Yo escribí el libro por dos razones. Una por mante- ner viva a Irene y otra para alzar la voz, por decir, no en un tono jurídico, ni de rebelión política, sino más bien en un tono de grito literario, pero no me quise quedar callada, por lo menos ahora espero que mi voz y este grito se compartan a partir de la difusión del libro”.
Por otro lado, es interesante observar que la manera en que es narrado su diario permite un recentramiento del “yo” que hace posible que el lector comprenda más ampliamente las dimensiones de la realidad. Como dice Butler (2004: 31), “Necesitamos reforzar el punto de vista en primera per- sona e impedir contar historias que impliquen un descentramiento del ‘yo’ narrativo”. La narración en primera persona del testimonio hace una lectura más cercana hacia la experiencia de víctima y desaparece la distancia mu- chas veces creada por los discursos de organismos oficiales. En la escritura de este diario la víctima no es una cifra más: se llama Irene, y tiene una ma- dre que ha quedado mutilada. Hernández se niega a que su hija sea un
número más dentro de los muertos a consecuencia de la guerra iniciada por el presidente Felipe Calderón en 2006, por eso escribe con el brazo que no le fue mutilado su testimonio de sobrevivencia, dolor y valentía.
La ausencia de comprensión en el receptor hacia noticias sobre los casos de desparecidos, los secuestros ocurridos y el número de muertes, es consecuencia, hasta cierto punto, de una trivialización a través de los medios de comunicación, de una cotidianidad que se ha ido padeciendo hasta que no se genera el mismo impacto al momento de la enunciación. De aquí la importancia del recentramiento para ubicarnos en los ojos del otro, la víc- tima. A estas escrituras, como la de Hernández Palacios, se les denomina escrituras . literaturas postautónomas. “Salen de la literatura y entran a “la realidad” y a lo cotidiano, a la realidad de lo cotidiano [y lo cotidiano es la TV y los medios, los blogs, el email, el internet, etc.]. Fabrican presente con la realidad cotidiana y esa es una de sus políticas” (Ludmer, 2007: 2).
El diario es un artificio para transgredir y evidenciar esa realidad co- tidinizada a través del mass media, donde el lector se puede ubicar en los za- patos de otro. Alguien que está siendo víctima directa de una violencia de la que tal vez el lector es una víctima pasiva, porque la imagen creada mediante los discursos oficiales, al igual que una fotografía, es sólo una selección de una realidad más amplia. En México 2010, diario de una madre mutilada la madre y la hija tienen nombres, amigos, vecinos, recuerdos e ilusiones sobre un futuro que se avecinó de una forma inesperada. Es un grito de lucha, de la rendición de una sobreviviente. Es el lenguaje que no cesa, “la palabra” que tiene una respuesta para un presente incierto.