Secciones
Referencias
Resumen
Servicios
Buscar
Fuente


La emigración Abu-Qualbein Halasa y el conflicto arábico
The emigration Abu- Qalbein Halasa and the Arab conflict
Antrópica revista de ciencias sociales y humanidades, vol. 3, núm. 5, pp. 145-151, 2017
Universidad Autónoma de Yucatán

Artículos liminales


Recepción: 18 Enero 2017

Aprobación: 22 Marzo 2017

Resumen: En el presente artículo expondré las causas que obligaron a mis abuelos paternos a emigrar a Chile por consecuencia del conflicto religioso, político y económico que ha sucumbido la península arábica desde tiempos remotos hasta los días de hoy, cuya solución parece tan lejana como el nacimiento del mismo conflicto. Asimismo, dar cuenta de su proceso de adaptación en su nuevo hogar, donde tuvieron que lidiar con el rechazo social y cultural que generaron por la lejanía de la que provenían y por la extrañez de su cultura respecto a la tradicional chilena. En este sentido, reconocemos ejercicios de poder a una escala política de y entre Estados, como también, en los discursos de los mismos ciudadanos y en su percepción con respecto al ser musulmán.

Palabras clave: conflicto religioso, político y económico, rechazo social y cultural, ejercicio de poder, Península arábica, Chile..

Abstract: In this article, I will explain the causes that forced my paternal grandparents to emigrate to Chile as a con- sequence of the religious, political and economic conflict that has succumbed the Arabian Peninsula since ancient times to the present day, which solution seems as far as the conflict itself. Likewise, report their adaptation process in their new home, in which they had to deal with cultural and social rejection that was generated by the distance from which they came and by the strangeness of their culture regarding to the traditional Chilean culture. In this sense, the exercises of power in a political scale between states as well as in the speeches of the citizens and in their perception regarding being a Muslim are recognized.

Keywords: religious, political and economic conflict, cultural and social rejection, exercise of power, Arabian Peninsula, Chile.

La emigración Abu-Qualbein Halasa y el conflicto arábico

Mis abuelos, como de igual manera, innumerables grupos de árabes a lo largo de la historia, se vieron afectados por conflictos tanto exógenos como endógenos, causales entre sí. Los factores exógenos son las problemáticas externas generadas por los estados dominantes con fines económi- cos, políticos y/o religioso, pero sustancialmente, de dominación. A esto lo precede la historia desde la cual se inició

En primer lugar, está el efecto que causaron las exploraciones del mundo no europeo, que sobre todo en Europa-pero no solo en ella- ampliaron repentinamente el horizonte cultural y geográfico y, por ende, la concepción que tenían los hombres de las posibles formas de vida humana (Anderson, 1983: 35).

Ampliaron, por ende, el horizonte comercial; es por ello que, en tiempos medievales, el de- sértico territorio árabe tenía un intenso flujo de desplazamiento que, dada su condición geográfica, se presentaba como un camino de recorrido aduanero para el tránsito de caravanas que iban y volvían entre Occidente y Oriente. Entonces, en ellas se libraron grandes batallas entre los grupos humanos que coexistían en la región, tanto de grupos nómadas como también de grandes imperios, viéndose enfrentados así los imperios más grandes que haya conocido la humanidad: el imperio romano y el turco-otomano. Se hizo habitual tales conflictos en dicho territorio a lo largo del tiempo.

Poco después de la primera revolución industrial, se descubrió en ellas el petróleo, combus- tible que iba a alimentar el motor del nuevo mundo emergente del progreso. En donde rápidamente las grandes potencias modernas, como Estados Unidos, Inglaterra y -en menor medida- Francia, fo- calizaron sus intereses pronunciándose por medio de colonizaciones y/o por intervenciones directas.

Por otra parte, los conflictos endógenos o locales en el Medio Oriente se dieron por estrictas distinciones religiosas entre las tres creencias monoteístas, generando conflictos bélicos y hostilidad entre pueblos hermanos. Sin embargo, se iban a encontrar con la constante presencia de actores externos que intervinieron activamente en la disputa sobre el territorio. Ante un escenario de conti- nuos enfrentamientos, la solución de las familias afectadas fue la emigración, que a su vez también ocasionó problemáticas interpersonales con su llegada. Ya que:

el conflicto y la superación del conflicto (fisión y fusión) son dos aspectos del mismo proceso social que están presentes en todas las relaciones sociales. La fisión y la fusión no sólo (sic) están presentes en la historia de gru- pos singulares y sus relaciones, son inherentes a la naturaleza de toda estructura social (Gluckman, 2009: 18).

Ahora bien, fuera de la contextualización que amerita los enfrentamientos de esta índole me situaré para aterrizar en la historia, pero de mi familia. Mi abuelo paterno, David Khalil Abu-Qual- bein Atara nació en Jerusalén, Palestina, lugar en donde Dios se le reveló al hombre. Su familia, como la mayoría de los árabes, pertenece al islam y en conjunto a los estrictos códigos morales, valóricos y éticos que esta amerita, nació y se crió de acuerdo con las prácticas musulmanas, alcan- zando dos peregrinaciones1 en la Mezquita. Siendo este un elevado grado para en el islam. Él era un policía local, que merodeaba por las calles de tierra santa para la protección ciudadana. En el año 1948, con el término de la Segunda Guerra mundial, estalló la ocupación israelí en tierra palestina, la cual se autoproclamó como un estado soberano y se sobrepuso al estado-nación original, dando

  1. Probablemente del Hajj, sin embargo, por la pérdida de información no podemos asegurarlo.

paso a la transformación del territorio palestino hacia una sociedad industrial, caracterizada por “es- tar amenazados por una crisis más y más profunda que conduce a regímenes represivos, a rupturas revolucionarias o a implosiones sociopolíticas de intensidad creciente” (Touraine, 1987: 16). Esta realidad es sostenida y agudizada cada vez más hasta la actualidad. Bajo esta coyuntura histórica, él formó parte de las brigadas de resistencia de aquella época, en donde fue perseguido y capturado por la milicia inglesa2, con los cuales pactaron un acuerdo; para salvarse, tuvo que trabajar bajo y para la inteligencia de Inglaterra. Fue por medio de esa diligencia que llegó a Chile cercano al año de 1955, pasando anteriormente por Ecuador, Brasil y Perú.

Rasmille Hales Hales3 es el nombre de mi abuela, ella nació el 18 de noviembre de 1928 en Madaba, una pequeña ciudad cercana a la capital de Jordania, Amad. Era la menor de cuatro her- manos provenientes de una de las familias cristianas ortodoxas más antiguas del sector, pero aun así era minoría en una región representada por el islam. Su familia, históricamente, había sido nómada y subsistían con base en la recolección, hasta que se asentaron y se dedicaron a la agricultura, desa- rrollando y especializando la técnica. Ella, se desenvolvía como ama de casa. En una coyuntura his- tórica paralela de la que estaba viviendo David, con ocupaciones militares y con violentos conflictos internos-externos, a sus 26 años emigró a Chile en barco junto a su hermano Miguel, en donde se asentaron en La Unión, una pequeña ciudad al sur de Chile, y se dedicaron al comercio.

Ambos llegaron a Chile por diferentes medios, pero con una causa, historia y fin en común. Ya situados, se emparejaron y contrajeron matrimonio en el año 1961, en el cual David tuvo que renunciar al islam y bautizarse como católico por cuestiones éticas religiosas. Llegaron a Chile en búsqueda de tranquilidad y estabilidad, y pese a que de cierta manera la encontraron, tuvieron que lidiar con el rechazo social y la xenofobia por partes de los patriotas, que expresaban la identidad de su territorio renegando al otro, tal actitud deja entrever un aspecto fascista en el inconsciente de la gente dado que alude al “terror de la burguesía para proteger sus intereses estratégicos, utilizando las variantes nacionalistas, el apoyo de clases medias descontentas y sectores desclasados del movi- miento obrero” (López y Rivas, 2012: 5). La diferencia y la extrañez de la procedencia geográfica, cultural y en el dialecto con respecto a los chilenos produjo un fuerte rechazo, sin caer en generali- zaciones, ya que pertenecían a un grupo específico de la población, que los obligó a emparentarse entre ellos y a reducir sus prácticas culturales solo en el hogar para pasar desapercibidos. De este modo, los árabes fueron tildados como “turcos” de manera despectiva4. No obstante, cabe destacar que por medio de la gastronomía tradicional se mantuvo y traspasó el legado cultural, ya que todos los domingos se juntaban como comunidad/colonia arábica a compartir comidas típicas en una casa particular de manera itinerante.

  1. Palestina era parte de la colonia inglesa.

  2. Originalmente Halasa Halasa

  3. Esto se dio, principalmente, porque el Imperio Turco-Otomano había estado, no hacía mucho tiempo, con el control absoluto de la península arábica, en efecto los documentos que presentaban los árabes al emigrar estaba certificado por dicho imperio, siendo que, no necesariamente perteneciera a este, como en este caso.

De esta manera, para la comprensión, discusión y reflexión acerca el conflicto arábico y acerca del repudio hacia lo ajeno, extraño o inusual que se produce a partir de migraciones masi- vas entre pobladores de diferentes regiones del mundo, precisamente entre oriente y occidente, es pertinente preguntar: ¿Por qué la península arábica ha estado sujeta a constantes conflictos durante toda su historia? ¿Dicho conflicto se tensiona de manera interna o externa? ¿La cultura oriental está subordinada por occidente? Si vislumbramos

el interés por el poder, el modo de acceder a él y de ejercerlo; el interés por el territorio, las identidades que se afirman en él, los espacios que se delimitan; y el interés por las representaciones, las prácticas que conforman la esfera de lo público (Abéles, 1997: 4).

Entonces aquí se evidencian relaciones de poder en macro y micro escala; por una parte, el contexto bélico en la península arábica y, por otra, el rechazo racial y cultural hacia los orientales, respectivamente. Si bien, las causas del conflicto arábico han ido variando con respecto a la coyun- tura histórica, a las necesidades de los involucrados y a los procesos que se fueron llevando a cabo, comparten el mismo fin que es, principalmente, hacerse del control territorial e ideológico por me- dio del ejercicio de poder en una lógica de dominación. Es por ello que, el conflicto en sí mismo es tensionado de manera tanto interna como externa, a tal punto que, actualmente, sería imposible des- cribir el punto central del conflicto y la dirección hacia la que se encamina. Hay que comprenderlo como un estímulo interno/externo en constante flujo y retroalimentación.

De esta forma, el proceso gestado para la toma de poder fue el alzamiento del estado israelí, que por medio de una dictadura de carácter nacional y con un veraz discurso emancipador para aque- llos que habían sido violentados drásticamente durante la Segunda Guerra, se inició la ocupación territorial de Palestina. Lugar en donde los judíos sueñan con ser libres y con serlo directamente en el reinado de Dios, la garantía y el emblema de esta libertad; sin embargo, la fuerza a la cual se le da el nombre de este estado en particular, consiste principalmente en fuerzas armadas y policía.

Pese a que el pueblo judío, histórica y biblicamente, perteneció al territorio palestino -como primos- (factores internos), el levantamiento de su estado-nación fue directamente emanado, finan- ciado y burocráticamente sentenciado por las potencias victoriosas de la Segunda Guerra mundial, pertenecientes al bando de los Aliados5 (factores externos). Es así como la política organiza y esta- blece las relaciones de poder y autoridad. Esto alude a la teoría de la Teoría de Transición de Poder expuesta por A.F.K Organski en 1958:

Se basa en el supuesto de que el sistema internacional es estable cuando existe una potencia dominante pero dada la existencia de una jerarquía entre los estados sólo (sic) es estable hasta que otra potencia grande cuente con recursos similares de poder (Gramsci, 1996: 15).

En efecto, la transición de poder se manifiesta cuando desde las potencias dominantes se generan jerarquías regionales coercitivas para su establididad, es decir, el nacimiento de Israel como un órgano coercitivo de las potencias dominantes.

  1. EEUU, Inglaterra, Francia y China: Bando de los Aliados. Pero particularmente en el caso de la proclamación del Estado Sionista en tierras palestinas, los primeros tres.

En este sentido, la intervención de las potencias dominantes fue estrategica, y en ella abarcan diversos motivos. Si bien, el comunismo era la mayor preocupación para el imperialismo, la toma de control en la península arábica, y en Palestina especialmente, suponía importantes ambiciones. Por ende, el levantamiento de Israel les otorgó un control directo que nunca tendrían sin su existencia en donde el estado emergente por medio de aparatos legítimos domina y oprime al pueblo palestino para desarrollar una profunda industrialización y ejercer el monopolio legal. Por ende:

La relación política de poder precede y fundamenta la relación económica de explotación. Antes de que sea eco- nómica, la alienación es política, el poder es anterior al trabajo, lo económico es una derivación de lo político, el surgimiento del Estado determina la aparición de las clases (Pierre, 1978: 2).

La complicidad generada entre los sionistas y las grandes potencias capitalistas en el nuevo orden mundial llevó a identificar fines y grupos opositores en común. Así, “La jerarquía es reflejada por la distribución de los recursos materiales, capacidades políticas, económicas y militares entre grupos contendientes por el poder, incrementando la posibilidad de guerra” (Gramsci, 1996: 15). Efectivamente, según esta teoría se encuentra la realidad sociopolítica de Palestina, la cual se en- cuentra insatisfecha y, ante la resistencia que esta impone, se encuentra sustancialmente oprimida por la potencia dominante y la jerarquía regional6.

De esta manera, la sociedad civil7 ha construido un prototipo racista que desprestigia al ser musulmán, dándole forma al concepto de islamofobia, que es en efecto, una construcción discursiva que caracteriza al ser islámico como una amenaza. En este contexto, la hegemonía es la forma coer- citiva de la sociedad civil, ya que:

establece un liderazgo moral, político e intelectual sobre sectores subordinados haciendo que sus intereses sean los intereses de la sociedad. De esta manera hegemonía sería la formación progresiva de alianzas centradas alre- dedor de un grupo social determinado, donde gracias a la dirección moral e intelectual estos se van convirtiendo en aliados (Gramsci, 1996: 7).

Ampliando, de esta manera, considerablemente la brecha cultural que separa a dicha cultura oriental, fetichizada como terrorista, extremista y muchas veces ridiculizada, con respecto al com- puesto y civilizado prototipo de hombre occidental católico. En efecto, la diferenciación con respec- to al islam y el rechazo sociocultural, de cierta manera es una co-construcción del artefacto cultural del nacionalismo y de los límites fronterizos del mismo.

Independientemente de lo invasiva que puedan ser las migraciones, las problemáticas cen- trales no son precisamente el espacio en el territorio que estas ocupan, puesto que, en nuestra región también se dio una importante migración europea que fue recibida de manera casi exclusiva. Más bien hay que identificar las problemáticas subyacentes que generan las migraciones, en este caso, de grupos árabes, que están compuestas principalmente por prejuicios e intolerancia cultural. Es decir, tal “conducta política debía recurrir también al disfraz, al engaño, a todo tipo de comportamiento

  1. Estados Unidos e Israel, respectivamente.

  2. Aparatos coercitivos del Estado que corresponden al conjunto de instituciones responsables por la difusión de valo- res simbólicos y de ideologías.

evasivo, manteniendo al mismo tiempo, en las situaciones de poder, una actitud externa de activa e incluso entusiasta aceptación” (Scott, 2000: 41).

Por otra parte, del mismo conflicto subyacen un análisis de distinta índole, no territorial ni mucho menos económica, sino más bien en el contenido de las relaciones de poder que se ven mani- festadas en las prácticas cotidianas de los que, no solo carecen de poder, sino que están subordinados a este.

Estos mecanismos para disfrazar la insubordinación ideológica son en cierta manera semejantes a los que los campesinos y los esclavos han usado para ocultar sus esfuerzos por impedir la apropiación material de su tra- bajo, de su producción y de su propiedad […] En conjunto, estas formas de insubordinación se pueden adecua- damente llamar la infrapolítica de los desvalidos (Scott, 2000: 22).

De esta manera, la construcción del otro en oriente está fetichizada por la concepción impe- rialista de occidente, ya que el conocimiento que nos ha entregado está fundamentado con una rela- ción y voluntad de dominación, puesto que, la intención de las potencias dominantes no es entregar conocimiento con base en la realidad histórica, religiosa y sociocultural de manera objetiva, sino más bien, colonizadora: describirlo, enseñarlo y formar una conciencia instrumental para así decidir sobre él. ֍



Buscar:
Ir a la Página
IR
Visor de artículos científicos generados a partir de XML-JATS por