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Misiones jesuitas de frontera: el caso de Maynas
Jesuit missions of the border: the case of Maynas
Antrópica revista de ciencias sociales y humanidades, vol. 5, núm. 9, pp. 157-166, 2019
Universidad Autónoma de Yucatán

Artículos


Recepción: 23 Enero 2017

Aprobación: 25 Octubre 2018

Resumen: La presente ponencia tiene el objetivo de revisar algunas estrategias que los padres de la Compañía de Jesús tuvieron que desarrollar en el proceso evangelizador al interior del conjunto misional de Maynas, que estaba ubicado en los actuales territorios de la Amazonía peruana, así como también algunas de las dificultades por las cuales tuvieron que pasar, en su búsqueda por mantener la estabilidad de los pueblos. Para lograr el fin de la investigación, nos valemos de una parte de los estudios historiográficos que se han dedicado a analizar el tema de las misiones jesuitas en la región amazónica. La ponencia se encuentra divi- dida en cuatro apartados: antecedentes del establecimiento misional, las etapas de desarrollo de los pueblos jesuitas, las estrategias y dificultades para el mantenimiento de los pueblos y las repercusiones que tuvo la expulsión jesuita de 1767 en los pueblos evangelizados. Como resultado de esta investigación, se da cuenta de las estrategias que los religiosos de la Compañía realizaron para llevar a buen puerto la estabilidad y la duración de las misiones amazónicas, así como también se realiza un aporte al estudio del sistema misional jesuítico de la América Colonial.

Palabras clave: misión, jesuitas, Amazonas, frontera, colonización, evangelización.

Abstract: The present paper aims to review some of the strategies that Jesus’ parents Company had to be developed in the process of evangelizing inside de missionary set of Maynas, which was located in the current terri- tories of the peruvian Amazon, as well as some of the difficulties which they had to pass, in their quest for maintaining the stability of the villages. To achieve the purpose of the research, we use part of the historio- graphical studies that have been devoted to the analysis of the theme of the jesuit missions in the amazon region. The paper is divided into four sections: the background to the establishment of the missionary, the stages of development of the Jesuit villges, the strategies and difficulties for the maintenance of the peoples and the impact that the Jesuit expulsion had in 1767 in the evangelized villages. As a result of this research, gives he realilzed the strategy that the religious of the company carried out in order to bring to a good port the stability and duration of the Amazonian missions, as well as also made a contribution to the study of the system of the missionary jesuit in Colonial America.

Keywords: mission, jesuits, Amazon, frontier, colonization, evangelization.

Misiones jesuitas de frontera: el caso de Maynas

La presente ponencia fue expuesta en el 6º Coloquio de Jóvenes Historiadores: “América Colonial: sociedad, economía y cultura. Siglos XVI-XIX, realizado los días 10 y 11 de junio de 2016, en el Teatro Obrero de Tlalpujahua, Michoacán.

La Compañía de Jesús, orden religiosa fundada por el español Ignacio de Loyola en 1540, se dedicó entre muchas actividades, a la evangelización de los pueblos indígenas americanos. El sistema empleado por los padres jesuitas, para llevar a cabo su tarea, fue el establecimiento de misiones o reducciones. Sin embargo, a pesar de que el motivo principal para su extensión era la conversión indígena y el adoctrinamiento cristiano, hubo repercusiones políticas y territoriales. El establecimiento de las misiones jesuitas en los llamados “territorios de frontera”, representaron la expansión y la exploración de las autoridades españolas sobre aquellos territorios americanos que aún eran desconocidos.

En mi opinión, las misiones mayormente estudiadas por historiadores y antropólogos, son las que se establecieron en el norte de la Nueva España y en los ríos Paraná y Uruguay, en Sudamé- rica. Sin embargo, existieron otras que a pesar de tener poca estabilidad, pueden tomarse en cuenta como modelos importantes de la labor jesuita. Un ejemplo de estas, son las reducciones estableci- das a las orillas del río Marañón-Amazonas, mejor conocidas como misiones de Maynas. En ellas, los jesuitas estuvieron evangelizando de 1638 a 1767. Los territorios en las que se desarrollaron ocupan los actuales estados o provincias peruanas de Loreto y Amazonas (Martín Rubio, 1993: 181). El presente trabajo se centra en analizar las distintas etapas por las que pasaron las misiones, en el intento de evangelización sobre la gran cantidad de grupos indígenas que habitaban en la re- gión, así como también reconocer las estrategias y dificultades que los padres jesuitas tuvieron que fortalecer y soportar para que su misión prosperara. A pesar de que no existen vestigios materiales que ayuden a reconstruir la historia de los pueblos fundados por los jesuitas en Maynas, si existen crónicas, cartas anuas, y diarios de misioneros que estuvieron presentes en el territorio amazónico. Estos documentos son las fuentes primarias que nos permiten conocer si realmente las misiones de esta región, triunfaron o fracasaron en su labor.

Antecedentes

La entrada de los primeros españoles a la región amazónica, fue motivada por la búsqueda de te- soros, riquezas y ciertos productos comerciales existentes en su ecosistema. Historiadores como Jorge Villalba (2008) y Carmen Martín Rubio, señalan el afán que muchos aventureros tenían por encontrar la ciudad de El Dorado, así como también el deseo de extraer la planta de canela, la cual podía convertirse en un producto de gran valor comercial (Martín Rubio, 1993: 182). Los primeros viajes que se realizaron hacia la entrada del río Marañón, fueron los de Gonzalo Pizarro y Fran- cisco de Orellana, quien observó por primera vez el río Amazonas en 1541, el del gobernador de Quito, Gil Ramírez Dávalos, quien fundó la ciudad de Baeza en 1559, Melchor Vázquez de Ávila quien llegó a la zona de los indios quijos en 1561 y Juan Salinas de Loyola quien fue el primero que contactó a los indios maynas en 1585.1

  1. Es importante mencionar que las poblaciones que se fundarían en los territorios recién explorados, quedarían bajo la jurisdicción de la Real Audiencia de Quito.

Según el obispo e historiador ecuatoriano, Federico González Suárez, el grupo mayna era noble (González, 1970: 80), a diferencia de otras tribus de la región que se mostraban más hosti- les ante la llegada de individuos que les eran ajenos. Dichos grupos eran perseguidos por algunos civiles españoles, ya que habían cometido asesinatos en las pequeñas encomiendas que habían sido establecidas. En cambio, la tribu mayna practicaba una forma de vida sedentaria y tenía una unificación política importante. Salinas de Loyola seguiría explorando el curso del río Marañón, y se encontraría con otro pueblo que también era conocido por ser amigable: el omagua. Sin embar- go, el virrey peruano Andrés Hurtado de Mendoza le negaría el permiso para continuar su viaje, y dicha etnia tendría que esperar algunos años más para tener un contacto directo con los españoles.

A pesar de que Salinas entró en contacto con la tribu mayna desde 1585, no sería sino hasta 1619 cuando el corregidor del pueblo de Yahuarsongo, llamado Diego Vaca de la Vega, tendría el propósito de conquistarlos y fundar un poblado español en este territorio. Desde la comunidad de Loja se trasladó con “60 hombres armados y se embarcó con 22 canoas” a la región en que los indios se encontraban, y fundaría el poblado de San Francisco de Borja (González, 1970: 81), nombre que honraba al virrey peruano de ese momento, el famoso príncipe de Esquilache. Borja se situaría a la orilla del Marañón, muy cerca del temido Pongo de Manseriche, en el cual muchas embarcaciones sufrían accidentes como consecuencia de los “rápidos”, y porque el curso fluvial se hacía más angosto. El sistema económico y productivo que se intentaría establecer en este lugar, sería el de la encomienda. Sin embargo, este no prosperaría puesto que muchos de los indígenas eran maltratados por los encomenderos, y decidían huir al interior de la a la selva. Algunos de ellos, encabezaron ciertas rebeliones.

La rebelión que tuvo las consecuencias más desastrosas fue la que se presentó en el año de 1635. Se calcula que aproximadamente 34 españoles (Martín Rubio, 1993: 183) fueron asesinados por los indios rebeldes, y gran parte del poblado de Borja fue incendiado y destruido por ellos mis- mos. Por esta razón, el gobernador Pedro Vaca de la Cadena, quien era el hijo del fundador Vaca de la Vega, solicitó a la Audiencia de Quito la llegada de algunos padres de la Compañía de Jesús para que adoctrinaran y evangelizaran a los indios maynas. Sería tres años después de la rebelión, en 1638, cuando los dos primeros jesuitas llegarían a la ciudad de Borja: estos eran los padres Lucas de la Cueva y Gaspar Cujía (González, 1970: 86). El primero se encargaría de ser el párroco de la iglesia del poblado principal, mientras que el segundo sería el primero en explorar la región, para posteriormente expandir la labor misionera a las tribus vecinas.

El territorio en el cual los jesuitas laboraron durante casi 130 años, y al que nombraron como misiones de Maynas, se encontraba a orillas del curso principal del río Marañón-Amazo- nas y de algunos de sus afluentes, principalmente, el Guallaga, el Ucayali, el Pastaza, el Tigre, el Napo y el Putumayo. La zona se encontraba delimitada al norte con el futuro virreinato de la Nueva Granada, al sur con la provincia de Lima, al occidente con la provincia de Quijos y Jaén y al oriente con los territorios amazónicos pertenecientes a la Corona Portuguesa (Aburto, 1996:

2),2 aproximadamente hasta el río Negro. A pesar de que la tribu mayna no era la única que habi- taba el inmenso territorio, los jesuitas decidieron llamar al conjunto misional con ese nombre. Si bien la zona pertenecía administrativa y jurídicamente a la Real Audiencia de Quito, la distancia entre esta y las reducciones era considerable, puesto que no había buenos caminos para trasladarse y en época de lluvias los ríos podían ser innavegables.

Como un pequeño antecedente a la llegada de los jesuitas Cujía y de la Cueva, existió un jesuita que intentó evangelizar un grupo que habitaba en el territorio de las futuras misiones: el padre Rafael Ferrer, quien logró llegar hasta las orillas del río Aguarico, en donde fundó algunas reducciones; en 1608, entraría al territorio de los indios cofanes (Martín Rubio, 1991: 70). Carmen Martín Rubio señala que, como consecuencia del conflicto entre ciertos encomenderos españo- les y este grupo nativo, el padre Ferrer fue considerado como un aliado de los primeros, quienes buscaban capturar algunos indígenas para llevarlos a trabajar de manera forzada, y por esta razón un grupo de cofanes le dieron muerte aventándolo al río. Otros jesuitas que ingresaron a la zona amazónica antes de 1638, fueron Simón de Rojas y Humberto Coronado, quienes lograron entrar en contacto con algunos pueblos indígenas, tales como los omaguas, los icaguates y los avijiros (Martín Rubio, 1991: 70) Estos grupos habitaban en las orillas de los ríos Napo y Curaray. Sin embargo, este conjunto misional no prosperó y sería hasta la llegada de los padres Cujía y de la Cueva cuando el trabajo jesuita comenzaría formalmente.

Antes de hablar sobre las etapas misionales por las que pasó la zona de maynas, me parece pertinente mencionar un hecho importante, el cual otorgó a la Compañía de Jesús el derecho y la legitimación de evangelizar el territorio del Marañón. Esta legitimación sería importante durante el siglo XVIII, porque se presentarían conflictos en el establecimiento de la línea fronteriza entre los territorios de las coronas española y portuguesa. En el año de 1636, dos franciscanos, junto con algunos soldados, huían a través del curso amazónico de unos indios que habían amenazado con asesinarlos, al considerarlos invasores de su territorio. Dichos indígenas eran cofanes, y los fran- ciscanos que huían se apellidaban Brieva y Toledo (Villalba, 2008: 48). Estos religiosos llegarían hasta la fortaleza portuguesa de Cerujá, y de ahí serían traslados a San Luis del Marañón (Martín Rubio, 1991: 73), territorio muy cercano a la ciudad del Gran Pará. El gobernador de esta ciudad, al enterarse de que estos frailes provenían de una región que pertenecía a la Real Audiencia de Quito, organizó una expedición que estaría a cargo del capitán portugués Pedro de Texeira, el cual tendría la encomienda de subir el curso del Marañón hasta llegar a Quito. Finalmente, la expedi- ción lograría llegar a la Audiencia, y en 1639 se planearía el viaje de regreso. El gobierno español nombraría a los jesuitas españoles Cristóbal de Acuña y Andrés de Artieda como encargados de acompañar al capitán Texeiray recorrer el río Marañón-Amazonas hasta la ciudad del Pará (Villal- ba, 2008: 48). El jesuita Acuña escribió un texto titulado “Nuevo descubrimiento del gran río de las Amazonas”, el cual enviaría a España, a través del conde Duque de Olivares, y lo entregaría al rey Felipe IV como un obsequio (Villalba, 2008: 48). En dicha obra, aparte de relatar algunos

  1. Otra delimitación geográfica de la zona misional es la que realiza la historiador y arquitecta Sandra Negro Tua: abarcó el río Marañón y Amazonas, desde el pongo de Manseriche hasta la desembocadura del río Negro, en la ciudad de Manaos. En el siglo XVIII, como consecuencia del avance portugués, la zona misional se replegó a la desemboca- dura del río Yavarí.

acontecimientos ocurridos durante la expedición, el religioso solicitaba al rey el permiso para evangelizar a las tribus nativas que habitaban la región amazónica. Este aceptaría que los jesuitas se encargaran de la evangelización de la zona oriente de la Audiencia de Quito, lugar donde se encontraba Maynas, y de esta manera el sistema misional se encontraría bien legitimado.

Etapas misionales en Maynas

Lo primero que los padres jesuitas realizaban en sus primeras entradas al Marañon, era buscar sitios lo más apropiado posibles y con una buena altitud, en donde se fundarían los pueblos. Esto era para evitar futuras inundaciones que echaran a perder la misión. Según González Suárez, lo primero de lo que se intentaban proveer los religiosos eran de campanas para las iglesias, y tam- bién se debía construir una casa para el misionero en cada reducción, y las casas para los indígenas (González, 1970). El historiador jesuita, Juan de Velasco, en el libro quinto titulado “Provincias del río Marañón y sus misiones que componen un solo y dilatado gobierno”, de su Historia Mo- derna del Reino de Quito, realizó una periodización de las misiones jesuitas de Maynas, según el desarrollo y frutos que iban adquiriendo (Velasco, 1981). La primera etapa, que tuvo una duración de 45 años, se desarrolló entre 1638 y 1683. En este primer período, arribaron 32 jesuitas. La se- gunda etapa, con duración de 44 años, tuvo lugar entre 1683 y 1727, período en el que laboraron 43 misioneros. Finalmente, la última etapa tuvo una duración de 41 años, entre los años de 1727 y 1768, con 86 jesuitas presentes. Las construcciones de los pueblos misionales se planeaban a partir de tres sectores. En el primero, se encontraba la iglesia, la casa del misionero y la escuela de párvulos; en el segundo se encontraban los edificios públicos: el cabildo, la cárcel, la herrería y el puerto; finalmente, en el tercer sector, estaban las viviendas de los indígenas (Negro, 2000).

Así pues, en la primera etapa, se fueron conformando misiones en las inmediaciones de Borja. Las primeras reducciones fundadas, entre 1636 y 1642, fueron San Luis Gonzaga, San Ig- nacio de Maynas y Santa Teresa de Jesús (Negro, 2000). Dichos poblados se fundaron a orillas de los ríos, para facilitar la comunicación con la ciudad principal. Entre 1642 y 1683, se construyeron misiones en el área conocida como Misión Alta del Marañón, ubicada a las orillas del Napo, del Aguarico y del Tigre. Destacan las misiones de La Purísima Concepción de Xeberos, fundada por el padre Francisco de Figueroa en 1642, Nuestra Señora de Loreto de Paranapuras, Santa María de Huallaga, San Javier de Aguanos, Santa María del Ucayali y San Javier de Chamicuros; en el segundo período mencionado por el padre Velasco, tuvo lugar el apogeo de la Misión Baja del Ma- rañón, zona ocupada por el curso bajo del Marañón, y por los afluentes Pastaza y Ucayali. Durante este período, destaca la labor de los jesuitas alemanes Enrique Richter y Samuel Fritz. El primero fundó las reducciones de la Santísima Trinidad, entre los indios cunivos y la de San Nicolás, a ori- llas del Ucayali; el segundo fundó San Joaquín de los Omaguas, a orillas del Marañón, y Nuestra Señora de las Nieves de Yurimaguas (Negro, 2000). Otras fundaciones que se desarrollaron entre 1700 y 1710, fueron San Salvador de Zapa, Jesús de los Coronados y Santos Ángeles de Romai- nas, a orillas del Pastaza. Finalmente, el tercer período es considerado como una etapa difícil, ya que a pesar de la llegada de más operarios jesuitas, existieron dos situaciones que complicaron la estabilidad misional: las epidemias de viruela y sarampión que diezmaron a la población indígena entre los años de 1756 y 1757, y entre 1761 y 1762, y las invasiones de pequeñas armadas portu-

guesas (Negro, 2000), las cuales tenían la intención de capturar indígenas para venderlos como esclavos en la ciudad del Gran Pará. Los portugueses argumentaban que el territorio evangelizado por los jesuitas pertenecía a la Corona portuguesa, puesto que el capitán Pedro de Texeira había sido el primero en recorrer aquellos territorios, durante su viaje a Quito. Así pues, muchas de las reducciones jesuitas tuvieron que repoblarse, como consecuencia de la persecución y rapto de comunidades indígenas enteras. Estas invasiones se presentaron, en mayor medida, en las reduc- ciones fundadas por el jesuita Samuel Fritz entre los indios omaguas y yurimaguas. La invasión fue tan grande y destructora, que en el año de 1711, de los 40 poblados fundados por Fritz, solo sobrevivían cinco (Negro, 2000: 190).

Dificultades y Estrategias Jesuitas

El trabajo misional en Maynas no fue nada sencillo. Existían factores externos e internos que vol- vían complicado el adoctrinamiento de los indígenas. Las estrategias y dificultades en las misio- nes amazónicas han sido analizadas ampliamente por la historiografía. Tomaremos como base la clasificación realizada por el historiador Peter Downes. La primera estrategia que menciona es la entrega de herramientas de hierro, como hachas, anzuelos, cuchillos, agujas, entre otros, que reali- zaban los religiosos a los indígenas (Downes, 2008), para que estos asistieran a la enseñanza de la doctrina cristiana y aceptaran ser bautizados. Dichos utensilios eran desconocidos por los nativos, puesto que eran metálicos y brillantes, y se les hacían muy atractivos.

La primera dificultad que Downes menciona, es la gran multitud de lenguas nativas que existían en la región (Downes, 2008),3 por lo que los jesuitas tuvieron que convertir a la lengua inga o quechua como la oficial para la enseñanza de la doctrina cristiana. El jesuita José Jouanen, en su texto Historia de la Compañía de Jesús en la antigua provincia de Quito, señala que algunos grupos indígenas asesinaban a aquellos individuos que no conocían su lengua, y que muchas veces algunos civiles españoles querían imponer el idioma castellano para lograrse comunicar con los indígenas (Jouanen, 1941). Sin embargo, existieron jesuitas que fueron capaces de aprender otras lenguas, aparte del quechua. De esta manera, se valieron de catecismos, diccionarios y gramáticas indígenas que fueron escribiendo. Por otro lado, para facilitar aún más la labor, los jesuitas utili- zaron a algunos jóvenes indígenas como intérpretes, y se dedicaban a enseñar a los más pequeños algunas bases del idioma castellano (Jouanen, 1941).

La segunda dificultad que menciona Downes es la diferencia entre la cosmovisión de la doctrina cristiana y las religiones primitivas de los indios (Downes, 2008: 74). El autor menciona que las tribus no tenían un concepto sobre lo que era el pecado en el universo cristiano, y tampoco entendían la noción de la salvación del alma. Explicar estas situaciones, representaba un proceso complicado para los religiosos. Por otro lado, existían algunas costumbres indígenas, como la poligamia, que los jesuitas desearon erradicar, y muchos grupos no estaban a favor de esta situa- ción. Otra estrategia mencionada por el autor, es la del establecimiento de pueblos o reducciones

  1. El autor menciona que los europeos compararon esta situación con el relato bíblico de la torre de Babel. El jesuita Pablo Maroni, misionero del Marañón, mencionaba que el problema no era, en sí, la variedad de lenguas, sino los distintos sonidos que se emitían.

sedentarias (Downes, 2008),4 lo cual representó una situación complicada para la mayoría de las tribus que llevaban un estilo de vida nómada. Como la mayoría de los grupos indígenas no estaban acostumbrados a vivir de ese modo, muchos individuos se fugaban de los pueblos hacia el inte- rior de la selva. Muchas de las reducciones quedaron abandonadas y tuvieron que ser refundadas por los padres. Por ésta razón, utilizaron a las tribus más civilizadas, para que se convirtieran en sus aliados y recapturaran a aquellos indígenas que habían huido. Esta es otra de las estrategias utilizadas por los jesuitas, los famosos “indios amigos” (Downes, 2008: 83). Estos se encargaban de convencer a los nativos de congregarse en pueblos cristianos, así como también capturaban a los que habían huido; fue tanta su importancia que llegaron a conformar un grupo militar para la defensa de las reducciones. Los dos grupos más importantes, que sirvieron como aliados tanto a los jesuitas como a algunas autoridades españolas de Maynas, fueron los xéberos y los omaguas.

La última dificultad que menciona el autor es la de los conflictos intertribales. En su intento por civilizar a los indígenas, los jesuitas tomaron la medida de reunir a distintas naciones indígenas en las reducciones. Una de las causas por las que tuvieron que realizar esto fue la escasez de misioneros en la zona amazónica; estos no lograban darse abasto en la labor misional. Los grupos indígenas, que eran de distinta nación, podían tenían tener conflictos anteriores. Esto ocasionaba que la convivencia entre ellos no siempre fuera tan buena. Podía existir cierta desconfianza.

Otras dificultades que enfrentaron los jesuitas de Maynas, fueron la falta de fondos económicos, las invasiones portuguesas, las rebeliones indígenas que se presentaban dentro de algunas misiones y la condición aislada que sufrían los misioneros. En cuanto a la economía de las misiones, el Colegio jesuita de Quito era el que otorgaba las principales retribuciones a los religiosos (Codina, 2005), puesto que, la pensión otorgada por el rey era escasa, y no siempre llegaba a tiempo. A pesar de eso, existían algunos productos que se podían producir dentro de las reducciones y que se podían comerciar, como la canela, el cacao, la cera y algunas artesanías, como las hamacas. Los jesuitas comerciaban estos produc- tos en Quito o en la población de Lamas. A su vez, de la Audiencia quítense llegaban productos como medicinas, herramientas metálicas, algunos animales, arroz, harina, carne, azúcar, etc. Sería hasta 1740, cuando se instalarían cuatro haciendas jesuitas, muy cerca de Quito, y que se encargarían de sostener a las misiones de Maynas (Negro, 2000: 188).5 Sin embargo, los fondos seguían siendo insuficientes.

En cuanto a las invasiones portuguesas, las reducciones que más sufrieron dicho problema fue- ron las que se componían de las tribus omagua y yurimagua; el jesuita Samuel Fritz escribió un diario de su misión, entre los años de 1689 y 1723, en el que relató este conflicto. Las reducciones tuvieron que ser refundadas al quedar completamente abandonadas, y algunos indígenas lograron escapar al interior de las selvas. Los omaguas huidos fueron reunidos por Fritz, quien los llevaría al pueblo de los yurimaguas, quienes habitaban a orillas del río Guallaga. Otros más se acogieron en la laguna de Yarapa y en 1719, se trasladarían a las orillas del Ucayali.

  1. El autor cita al padre Juan Magnin, quien mencionaba que las tribus del Alto Marañón eran las más difíciles de convencer, para que se establecieran en una reducción.

  2. Ma. Eugenia Codina señala que los principales gastos que sustentaban las haciendas era el pago de transporte de los jesuitas que llegaban de Europa, el pago de gastos de las oficinas provinciales y la contribución anual para la manu- tención de las oficinas principales en Sevilla.

Finalmente, el aislamiento en el que se encontraban los jesuitas de Maynas, representaba otro inconveniente que tenían que sufrir. Al encontrarse las reducciones en territorios muy alejados de los centros poblacionales más extensos, los padres podían ser la única presencia europea en los territorios amazónicos, junto con unos cuantos soldados. Las grandes distancias que existían entre una misión y otra, evitaba que los jesuitas de la región lograran establecer cierta comunicación en- tre ellos. Como consecuencia de las lluvias e inundaciones de la zona, el curso de los ríos aumenta- ba, por lo que los religiosos no podían trasladarse a otros lugares, y podían quedar incomunicados.

La Expulsión de 1767

En 1767, el rey Borbón Carlos III decretó la expulsión de la Compañía de Jesús de todos los territorios de la Corona Española, incluidos los que se encontraban en América. Los misioneros jesuitas que se encontraban trabajando en la Amazonía fueron los últimos en enterarse del decreto, puesto que la orden demoró en llegar a consecuencia de los caminos difíciles para ingresar a las misiones. El encargado de llevar a cabo la expulsión fue el presidente de la Audiencia de Quito, José Diguja; este recibió del virrey de Santa Fe dicha pragmática (Benimeli, 2009), y se nombró al antiguo gobernador de Quito, José Basave, para viajar a las misiones y dar a conocer la reso- lución a los religiosos. Los jesuitas desterrados debían viajar a través del Amazonas, hasta llegar a la ciudad del Gran Pará, de ahí se embarcarían rumbo a Lisboa, y posteriormente al puerto de Cádiz. Finalmente, en octubre de 1769, serían repartidos a las ciudades italianas de Florencia, Faenza y Ravena (Benimeli, 2009).Se calcula que al momento de la expulsión había, en Maynas, 33 reducciones y laboraban 28 misioneros (Negro, 2000).Posterior a la retirada de los jesuitas, algunos franciscanos y sacerdotes seculares se hicieron cargo de las reducciones, pero estos no estaban acostumbrados a laborar en las condiciones en que éstas se encontraban, por lo que poco a poco, las misiones se irían deteriorando. Como consecuencia del clima y el ambiente selvático, los vestigios de las misiones de Maynas desaparecerían.

El jesuita Jeffrey Klaiber, señala algunos puntos que nos hacen entender los motivos por los cuales los jesuitas no pudieron triunfar en su labor evangelizadora dentro del territorio de Maynas. Algunos de ellos fueron la falta de una cultura homogénea y de unidad política entre los indígenas, la falta de predisposición de éstos por entrar al sistema misional, la falta de protección por parte de las autoridades civiles españolas, el aislamiento misional, la falta de milicias indígenas mejor preparadas y la inexistencia de una prosperidad económica que pudiera sostener los gastos que las misiones requerían (Klaiber, 2007: 135). Las misiones, al encontrarse establecidas en un territorio de frontera, lograron tener otras repercusiones, más allá de las puramente espirituales. Estas fueron la ocupación de territorios totalmente desconocidos y peligrosos, como lo es la selva amazónica, y también la legitimación y defensa de los territorios españoles. También, existieron otras difi- cultades externas a los jesuitas, como las condiciones climáticas y la dificultad de caminos, que complicaron la estabilidad misional. Es una lástima que no existan vestigios de las reducciones que permitan reconstruir esta historia. Afortunadamente, existen crónicas misionales de jesuitas que trabajaron en la región, en donde describieron las dificultades que tuvieron que pasar, y el relativo éxito que obtuvieron en su intento por evangelizar a la multitud de naciones indígenas de la región amazónica.

Anexo 1




Mapa en el que se aprecian las 33 misiones de Maynas, que habían sobrevivido hasta el momento de la expulsión en 1768. Fuente: Sandra Negro Tua y Manuel Marzal (2005). Esclavitud, econo- mía y evangelización: las haciendas jesuitas en la América Virreinal. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, p. 249. ֍



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