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Retos y experiencias de las familias monoparentales encabezadas por mujeres madres solteras de Amacuitlapilco, Morelos
Angélica Rodríguez Abad
Angélica Rodríguez Abad
Retos y experiencias de las familias monoparentales encabezadas por mujeres madres solteras de Amacuitlapilco, Morelos
Challenges and experiences of single-parent families headed by single mothers from Amacuitlapilco, Morelos.
Antrópica revista de ciencias sociales y humanidades, vol. 7, núm. 13, pp. 73-94, 2021
Universidad Autónoma de Yucatán
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Resumen: El presente artículo parte de las reflexiones sobre los cambios en las estructuras y di- námicas familiares, pese a ello en los imaginarios colectivos permanece la idea de que familia corresponde únicamente a la nuclear y extensa. La visión tradicional ha inter- pretado que existe una crisis de la familia y no reconoce otras formas de vivir y hacer familias. Hasta nuestras fechas, la monoparentalidad es vista como lo disfuncional, por lo que es rechazada o cuestionada, principalmente en zonas rurales. A partir de ello, sur- gió el interés por documentar las voces de tres mujeres madres solteras que viven en una comunidad rural del estado de Morelos, se hizo uso de la metodología cualitativa para conocer los retos que las mujeres enfrentaron al saberse embarazadas, cómo lo comuni- caron a sus familias y las experiencias cotidianas al ser madres. En dicho contexto existe un rechazo social hacia las familias monoparentales encabezadas por mujeres, algunas han sido expulsadas de la comunidad y otras como forma de protección son invisibili- zadas por sus familias de origen. Las presiones sociales han perpetuado en los ideales de las mujeres en la búsqueda de la familia tradicional, como única alternativa para ser aceptadas y reconocidas en la comunidad.

Palabras clave: Familias monoparentales, cotidianeidad, narrativas, retos, experiencias.

Abstract: This article is based on the reflections about changes in family structures and dynamics, although in collective imaginaries, there is an idea of family that only corresponds to a nu- clear and an extensive one. The traditional poin of view has interpreted that there is a crisis in the family and does not recognize other ways of living and making families. Until our times, single-parenthood is seen as dysfunctional, so it is rejected or questioned, mainly in rural areas. Based on this, there was an interest in documenting the voices of three single mothers who live in a rural community in the state of Morelos. A qualitative methodology was used to understand the challenges these women faced when knew they were pregnant, as well as how they communicated it to their families and the daily experiences of being mothers. In this rural context there is a social rejection towards single-parent families hea- ded by women, some of them have been expelled from the community and others have been made invisible by their families of origin, as a way of protection. Social pressures have perpetuated the ideals of women in the search for the traditional family, as the only alternative to be accepted and recognized in the community.

Keywords: Single-parent families, daily life, narratives, challenges, experiences, rural community.

Carátula del artículo

Artículos Académicos

Retos y experiencias de las familias monoparentales encabezadas por mujeres madres solteras de Amacuitlapilco, Morelos

Challenges and experiences of single-parent families headed by single mothers from Amacuitlapilco, Morelos.

Angélica Rodríguez Abad
Universidad Autónoma de Tlaxcala, México
Antrópica revista de ciencias sociales y humanidades, vol. 7, núm. 13, pp. 73-94, 2021
Universidad Autónoma de Yucatán

Recepción: 09 Septiembre 2019

Aprobación: 01 Diciembre 2020

Introducción

La familia como institución social primaria1 ha sido considerada la responsable y encargada de perpetuar la especie humana, la transmisora de los valores vigentes en la sociedad a sus miembros (descendientes), la reproductora de un sistema de dimensiones tanto económicas, ideológicas y/o culturales. Desde el aspecto psi- cosocial como la transmisora de sentimientos, valores, normas y creación de una personalidad de seres humanos. De acuerdo con su estructura suele caracterizar- se como aquella conformada por una pareja (hombre-mujer) y su descendencia (hijo/s-hija/s), mientras que la dinámica se asocia con funciones que han sido determinadas culturalmente para cada persona según su género.

Específicamente para la tradición cultural latinoamericana y mexicana, las familias tradicionales nuclear y extensa son vistas como modelos a seguir. Principalmente porque se piensa que vivir en familia se trata de cuestiones me- ramente reproductivas y jerárquicas, sin reconocer que más allá de entenderla como una cuestión de las funciones debería ser vista en términos de la diversidad que es hacer y vivir en familias en un mundo que se caracteriza por los cambios sociales, económicos, laborales, políticos, culturales, entre otros. Antes los cam- bios, la familia ha presentado y experimentado transformaciones, reorganización en su estructura, en los roles y los valores y las relaciones interpersonales e inter- generacionales entres los integrantes (López y Pibaque, 2018) .

Sin embargo, esos “modelos a seguir” bajo la visión tradicional de la familia tradicional y funciones reproductivas desde la visión parental en el que prevalecen esquemas del deber asociadas a las relaciones genéricas desiguales. Estos modelos sitúan a las mujeres en el espacio doméstico como las principales encargadas de la responsabilidad del hogar y el cuidado de otros (hijos, personas mayores), mientras que los hombres en el espacio público como encargados de la proveeduría económica. Según Barbieri (1984) la configuración social patri- arcal atribuye a la mujer los roles de madre/esposa/ama de casa/reproductora y al varón el papel de padre/trabajador/proveedor/productor/jefe de hogar. Es así que prevalecen opiniones de que es en la familia, donde surgen las relaciones sexo-genéricas que se aprenden, se transmiten generacionalmente y perpetúan la división sexual del trabajo (Erviti, 2011).

Sin embargo, en el siglo XXI hemos sido testigos de los cambios que ha su- frido la familia.2 Hoy miramos una diversidad de arreglos familiares producto de las transformaciones en sus estructuras y dinámicas. Sunkel (2006) menciona que la idea de familia de los años cincuenta ya no refleja la realidad que actualmente

1 Se considera como un grupo primario debido a las interrelaciones con las personas que se tiene un contacto directo y la primera cercanía a las relaciones sociales cara a cara.

2 Cambios que han existido siempre, solo que no se habían visibilizado y nombrado.

vivimos, en realidad nos encontramos “al final de la era de control ejercita por las doctrinas religiosas y políticas” (Quilodrán, 2010), sumado a las transiciones de- mográficas, el descenso de la fecundidad y natalidad, la incorporación de las mu- jeres al mercado laboral, el desempleo, los movimientos migratorios, entre otros ha dado paso que los estereotipos construidos alrededor de lo que se denominaba familia no den cabida a una realidad transitoria y cambiante. No obstante, hay quienes interpretan que existe una crisis de la familia, declive de la familia o la pérdida de valores familiares. Al respeto González de la Rocha (1999) menciona;

[…]existe una tendencia a percibir las transformaciones de la familia como algo negativo, lo tradicional se considera un valor perdido, y además se siente la nos- talgia del tiempo en el que el bienestar del grupo era más importante que el del individuo […] hay quienes añoran las épocas en que las mujeres se quedaran en casas, atendiendo a sus hijos y los quehaceres domésticos (p. 15).

Tales críticas forman parte de ese bosquejo de análisis en el que se discute por mantener los modelos tradicionales y reflexionar los otros arreglos familiares y no considerarlos familias por no poseer la estructura patriarcal, misma que no puede sostenerse ante las transformaciones que han impactado y generado cam- bios emergentes y de adaptación al sistema, como a su vez en la conceptualiza- ción de las familias (Lerner y Melgar, 2010).

Actualmente nos encontramos con una diversidad de arreglos familiares que se han visibilizado con fuerza en los últimos años. Ya no se habla de la fami- lia en singular, sino de las familias en plural a fin de expandir el lenguaje y ante el abanico3 de posibilidades para vivir en familias, tales como: familias reconstitui- das, familias unipersonales, familias transnacionales, familias de fin de semana, familias monoparentales o familias homoparentales/monomaternales. Derivado de esto, se han generado un conjunto de cuestionamientos como lo hiciera en su momento Salles (1991) cuando hablamos de familia ¿De qué familia estamos ha- blando? Y Palacios (2007) ¿En qué contexto cultural, religioso, económico y po- lítico? Cuestionamientos que forman parte de los debates que pretenden construir una nueva definición de familias que sea más incluyente y englobe esa variedad sin excluir a ninguna.

Si bien, la presente investigación no define la variedad de familias aquí mencionadas, sí centra su atención en dos aspectos principales: a) conocer la in- corporación del concepto de monoparentalidad, las rutas de entrada y su estudio y

b) analizar los retos y experiencias desde las voces y experiencias la maternidad de tres mujeres madres solteras de la localidad rural de Morelos a partir de tres gran- des apartados: la familia de origen, la escolaridad y la maternidad en solitario.

3 Tales posibilidades de vivir en familias, no siempre dependen de la elección personal, sino que existe un conjunto de situaciones tanto económicas, sociales, culturales que han generado las diferentes alternativas de hacer familias.

Apertura de la mirada en el estudio de las familias monoparentales

El estudio de las familias monoparentales ha sido un tema de relevancia y análi- sis para diversos especialistas de las familias. Temprano (2001) señala que parte de los retos de la sociología de la familia ha sido conceptualizarla y comprender qué es lo que se considera monoparental. No obstante, en los inicios la monopa- rentalidad estaba únicamente asociada a la viudez y la maternidad en solitario, pero con el tiempo se identificaron más rutas de entrada de la monoparentalidad. Ante ello, Barrón (1998) indica que existen dos vertientes de la monoparenta- lidad: a) al margen de la conyugalidad (adopción, régimen de acogimiento, fin de cohabitación) y b) vinculadas con la conyugalidad y separación (ausencia de convivencia, hospitalización, abandono conyugal, emigración, encarcelamiento).

Esta apertura para identificar cómo es que surgen las estructuras monopa- rentales hacen florecer y señalar que:

difícilmente se puede hablar así de la familia monoparental como un tipo posi- ble de forma familiar, cuando en la realidad nos encontramos con diferentes ti- pos de familias monoparentales como consecuencia de que las personas acceden a la monoparentalidad por vías muy diversas, disponen de aprendizajes sociales diferentes, son distintas las situaciones sociales a las que a diario se enfrentan y es plural el significado que los hechos tienen para sus miembros (Rodríguez y Luengo, 2003: 62).

A partir de las nuevas propuestas de investigación sobre la monoparentalidad, perspectivas, análisis y resultados han identificado que son diversas las aristas y, por tanto, caracterizarla se ha complejizado, pero de no ser así se continuaría con la idea de que la monoparentalidad es un problema social, cuando en realidad constituye una apertura para ejemplificar las diversas realidades y vivencias de la monoparentalidad a partir de la organización doméstica y laboral, las redes sociales o familiares para el cuidado, los roles que asumen los integrantes, la trayectoria de la monoparentalidad y los motivos de su continuidad o ruptura.

Incorporación del concepto de monoparentalidad

Mucho antes de que el concepto de monoparentalidad apareciera en la clasi- ficación de familias, pero sobre todo en el lenguaje de la sociedad, se referían con connotaciones peyorativas y señalaban que estas familias eran resultado del fracaso de la vida en pareja (Jociles, Rivas, Moncó, Villamil y Díaz, 2008). Por lo que es posible identificar que se les señalaba como familias incompletas, dis- funcionales, rotas, o encabezada por padre solo, madre sola cabeza de familia, familias descompuestas, familias desunidas, “desorganización familiar” (Barrón, 1998), “desviaciones o situaciones defectuosas”.

Por lo tanto, fue una transición importante el hecho de que se le otorga- ra nombre, apareciendo el concepto de monoparental en los años 70, lo que fue considerado un logro conceptual de la sociología feminista: “conceptualización de la monoparentalidad como realidad terminológica y social [siendo] un fenómeno reciente como se demuestra con la aparición del término “monoparental” –impor- tado del francés–, como aproximación a la expresión anglosajona “one-parent fa- mily” hace escasamente veinte años” (Barrón, 1998: 40). Asimismo, de que tam- bién se consiguió un distanciamiento de las perspectivas tradicionales (Jociles, et al., 2008) y la comprensión de otras formas de hacer familias (Jelin, 1984).

En términos conceptuales las familias monoparentales son aquellas en el que un adulto, sea hombre o mujeres es el responsable de los hijos, de forma independiente o integrándose a un hogar más amplio en el que residen otros nú- cleos familiares. Asimismo, es necesario tomar en cuenta en la definición de las familias monoparentales que esta debe señalar si la encabeza un hombre o una mujer, además de diferenciarse según su situación legal con los hijos (biológicos, adoptados o acogidos) y su origen (viudedad, abandono, separación o libre deci- sión de la maternidad). En particular, Rodríguez (2009) agrega que;

[...] algunos autores destacan que sólo (sic) pueden considerarse estrictamente monoparentales aquellas familias de un solo progenitor en las que hijos e hijas son realmente dependientes de aquél, aunque ello se restringe al atenderse al límite legal de la mayoría de edad, esto es, a que exista, al menos un hijo o hija menor de dieciocho años, […] pueden definirse las familias monoparentales como aquellas que incluyan un hijo con hasta 18 años, en convivencia con su padre o madre (p. 4).

Esto ha determinado que aquellas familias en las que un solo progenitor/a vive con su hijo/a, pero este no es menor de edad, no existe ninguna dependencia per- sonal, económica ni afectiva, lo que ha generado debates en el aspecto legal para seguir o no identificándose como una familia monoparental.

Resultados. Familias monoparentales de mujeres madres solteras en el con- texto de estudio

Llama la atención el estudio de las familias monoparentales encabezas por mu- jeres madres solteras, específicamente aquellas mujeres que son madres sin ser viudas, divorciadas o separadas, en el sentido estricto de la palabra, reflejan solo aquellas que tuvieron descendencia (hijos/as) sin ningún vínculo matrimonial y por ende registran a sus hijos/as con sus apellidos.

La definición que se la da a las madres solteras toma relevancia principal- mente porque existe una serie de características que las define e identifica. Sin em- bargo, el concepto mismo ha sido mal utilizado y por ende mal conceptualizado.

Es decir, se hace uso de manera indiscriminada4 de madres solteras, mujeres solas y jefas de familia, lo que ocasiona ambigüedades al señalar que ser madre soltera se es jefa de familia o ser jefa de familia se es madre soltera. Por tanto, el supues- to de que todas las madres solteras son jefas de familia se aleja por completo con aquellas madres solteras que viven en el interior de las familias de origen, prin- cipalmente porque al depender y estar en vigilancia de otros (padres), no logran asumir la jefatura de familia.5

En esta investigación se estudiaron las familias monoparentales enca- bezadas por mujeres madres solteras en contextos rurales. Entenderemos como contexto rural aquellas regiones o zonas locales caracterizadas por estructuras socioeconómicas en el que la población desarrolla actividades agrícolas, arte- sanales, comercios, ganadería e industrias pequeñas y medianas (Pérez, 2005; Ospina, 2018). Particularmente la visión de familia se situa como un microsiste- ma familiar en el que cada uno de los y las integrantes posee una serie de roles diferenciados sexo genéricamente y una estructura de familia nuclear/extensa tradicional heteronormativa.

Dentro de este orden, bajo el lente del contexto rural las familias monopa- rentales encabezadas por mujeres representan una ruptura del modelo tradicional. Ante ello, el contexto de estudio de la presente investigación fue en una localidad rural del estado de Morelos: Amacuitlapilco. Se eligió esta localidad debido a que desde el año 2000 se incrementaron los registros de hijo/a con los apellidos de las madres según información recuperada de los archivos del registro civil. El supuesto que orientó esta investigación se inició con la idea de que las ma- dres solteras de la localidad vivían solas, lo que hizo suponer que rompían con algunos estereotipos tradicionales, tales como: las mujeres asumían la jefatura femenina, poseían una escolaridad de nivel superior, tenían acceso a guarderías y eran independientes económicas. Tales supuestos fueron modificados al ingresar en el contexto de estudio. Los hallazgos visibilizaron aspectos completamente contrarios, ya que no se encontraron mujeres que vivieran solas.

El trabajo de campo se inició con una visita a la localidad para identi- ficar los hogares de mujeres madres que vivieran solas; sin embargo, el primer acercamiento no tuvo contacto con ellas porque no se logró identificar el lugar donde habitaban. La población en general mantiene en secreto y no brinda in-

4 No existe un consenso para nombrarlas, por ejemplo, encontramos que el Consejo Nacional de Población (CONAPO) las nombra madre sola, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) jefas de familia y otros autores las asocian con embarazos ilegales o madres ilegales.

5 Se entiende como jefa de familia a aquellas mujeres que asumen la proveeduría del hogar, dadas las circunstancias presentadas por viudez, separaciones, divorcios, migraciones y la espe- ranza de vida. Actualmente, tiene relación con el “aumento de la educación y la creciente partic- ipación económica de las mujeres que les permiten la independencia económica y la autonomía social para constituir o continuar en hogares sin pareja” (Sánchez, Tomé y Valencia, 2009: 12).

formación sobre ellas, aludiendo que desconocen por completo que “existiesen madres solteras en la localidad”. Ante tales circunstancias, se optó nuevamente por regresar al registro civil con previos permisos y documentación para acceder a información confidencial y con la finalidad de recuperar un aproximado de cuántas mujeres bajo el perfil de familia monoparental existían en la localidad, así como también para tener algunas direcciones para localizarlas. Con infor- mación documentada se accedió nuevamente a la localidad. Al tocar las puertas las personas ya no residían allí. Conforme pasaron los días se tuvo conocimiento de que algunas mujeres madres habían migrado a otros municipios o vivían con familia o pareja. Se modificaron los objetivos iníciales y se determinó que era necesario adentrarse a los hogares donde se encontraban invisibilizadas/ocultas y se solicitaron los permisos a los padres o familiares para poder acceder a ellas (pese a que, de los casos aquí expuestos, son mayores de edad).

Se eligió la aproximación cualitativa principalmente porque nos interesó estudiar a profundidad las familias monoparentales de mujeres madres solteras. Al utilizar este enfoque no se pretende generalizar los hallazgos, sino ahondar en las particularidades de sus vidas con la intención de documentar y comprender sus vivencias a partir de sus propias voces. La recolección de información se obtuvo por medio de entrevistas en profundidad. Asimismo, las visitas fueron de dos a tres veces, de acuerdo con cada caso y principalmente porque dependió de los tiempos que los padres nos proporcionaron con base en las explicaciones de nuestra visita y la finalidad de la investigación.

Las entrevistas en profundidad fueron los insumos para la construcción de las historias de vidas. Esta técnica fue un recurso que permitió recuperar ele- mentos de la narrativa biográfica en el que las informantes reconstruyeron su pasado a partir de sus recuerdos, los cuales narraron, recordaron, interpretaron y realizaron conexiones con su presente y futuro.

Se construyó una guía temática para el desarrollo de las entrevistas en profundidad a fin de documentar: a)aspectos personales y familiares: cómo fue- ron los embarazos, cómo lo comunicaron a la familia de origen, qué situaciones enfrentaron, si fueron expulsadas del hogar o apoyadas (solidaridad familiar), quién o quiénes solventaron los gastos antes-durante-después del embarazo, la posibilidad de herencia o no; y b) en lo social: conocer qué sucede en los hoga- res monoparentales de madres solteras, en qué situación se encuentran, cómo se involucran en el contexto social que habitan.

A partir de la información recuperada se construyeron tres historias de vida, las cuales fueron fundamentales para su estudio, ya que permitieron iden- tificar una serie de estrategias que han desarrollado a lo largo de este camino. A continuación, se presentan tres vidas paralelas con características particulares

enlazadas en un mismo aspecto, a saber: ser madre soltera en un contexto rural en un contexto que, pese a que existen cambios en las estructuras y dinámicas fami- liares, existe un rechazo a otros arreglos familiares distintos a los tradicionales.

Breve presentación de las colaboradoras de la investigación: madres-solte- ras: Alicia, Dolores y Georgina6

Alicia: madre soltera a los 17 años, es comerciante, con estudios de secundaria, nativa y residente de Amacuitlapilco. Segunda hija de la familia Cacique Gonzá- lez. Huérfana de madre a los tres años. A la muerte de su madre vivió junto con su padre y hermana en familia monoparental. A la edad de 16 años su padre divide el terreno entre sus hijas y él para vivir con su actual pareja. Su padre se desatiende de las responsabilidades alimenticias, económicas y educativas de Alicia y su hermana. Alicia decide no continuar estudiando, pese a que su padre la obliga a estudiar, pero decide ingresar a trabajar con el fin de “ser económicamente in- dependiente”. Sus metas cambian al saberse embarazada y enfrenta junto con su hermana la responsabilidad de la alimentación, cuidados y educación de su hija Jimena. Ambas distribuyen sus tiempos para trabajar y solventar los gastos de su hogar.

Dolores: madre soltera a los 26 años, es comerciante, con estudios de pri- maria, nativa de Amacuitlapilco. Es la antepenúltima hija junto con su hermana gemela de diez hermanos de la familia Gutiérrez Vázquez. Durante su niñez se le asignó la responsabilidad de las actividades domésticas junto con sus hermanas. Los varones se encargaron de apoyar en las actividades agrícolas a su padre. Do- lores anheló continuar estudiando, pero su padre no pudo cubrir económicamente los estudios de sus hijos/as. Dolores decide trabajar desde los trece años como empleada doméstica y jornalera agrícola. A los 23 años se va de inmigrante a los Estados Unidos. A su regreso se embaraza por primera vez, su pareja no se responsabiliza de su hijo y busca apoyo económico de sus padres. La situación cambia en su segundo embarazo, ya que su padre retira por un tiempo el apoyo económico, aunque se le permitió seguir viviendo en la casa. Con el tiempo logra ingresar a trabajar como empleada doméstica y junto a su padre vender recado en localidades aledañas, con el ingreso cubren las necesidades básicas del hogar.

Georgina: madre soltera a los 25 años. Mesera y estudiante de estilismo, hija de madre soltera, vive en casa de sus padres, padre no biológico, primogénita de cinco hermanos. Desde su niñez se le responsabilizó del cuidado de sus her- manos menores debido a que su madre atendía una tienda de abarrotes. Logró llegar a estudiar la preparatoria, pero su deficiente desempeño académico la hizo desertar e iniciar su actividad productiva como empleada doméstica. Vivió varios

6 Por cuestiones éticas de la investigación, los nombres que aquí aparecen fueron cambiados para resguardar su identidad.

años fuera de Amacuitlapilco, visitando por temporadas a su familia. Regresa a su hogar de origen, posterior a la ruptura de su relación en pareja, su madre la apoya en los gastos de su embarazo y se le asigna nuevamente la responsabilidad de sus hermanos menores. Junto con sus padres quienes cuidan a su hijo, puede incorporarse a trabajar para satisfacer las necesidades principalmente de ella y de su hijo.

Análisis. Las voces y experiencias de ser madre soltera en Amacuitlapilco, Morelos

En este apartado se presentan las experiencias de las mujeres madres solteras de la localidad de Amacuitlapilco, Morelos, a partir de tres ejes importantes: a) descripción de la familia de origen, que señala cómo estuvo conformado su ho- gar durante sus infancias y la predominancia de los modelos tradicionales de la familia, b) escolaridad y ámbito laboral, acerca de la oferta educativa en la loca- lidad y acceso de estudio, c) relaciones de pareja, maternidad en solitario y soli- daridad familiar, los retos que las mujeres madres enfrentan para informar sobre los embarazos y la ruptura del modelo de familia tradicional. Estos tres grandes apartados engloban los retos y experiencias de las mujeres madres solteras de esta investigación.

Las familias de origen: imaginarios y realidades de las familias tradicionales

La familia de origen es el lugar en el que se inicia las primeras relaciones sociales y de integración, es también donde se conocen las normas y las actividades que se asignan a cada uno/a de los integrantes. Para este estudio se analizaron las dinámicas familiares de origen, ya que tal como lo menciona de Oliveira (1995) es importante conocer las condiciones familiares y la división sexual del trabajo en los años formativos, ya que este nos permitirá identificar cómo influyó en la primera experiencia conyugal de las mujeres.

De acuerdo con la historia familiar, relatada desde las voces de las co- laboradoras, se identificó que desde la socialización primaria existió la división sexual del trabajo a partir de la asignación de los roles tradicionales.

Alicia y Dolores vivieron en familias nucleares, mientras que Georgina en una familia monoparental que posteriormente se integró en una familia extensa. En los tres casos se identificó que los roles fueron asignados de acuerdo al hecho de ser mujer, es decir, de las actividades del espacio doméstico: cuidado de ter- ceros y trabajo no remunerado en el hogar. Los aprendizajes de los roles durante su infancia tienen relación con los papeles que desarrollaron sus progenitores.

Alicia: Mi papá trabajaba de albañil y mi mamá se encargaba de la casa […] me cuentan que mi papá tomaba mucho alcohol y daba poco dinero a casa, pero mi mamá hacia lo que podía para darnos de comer […] recuerdo que mi mamá trabajaba en el campo, al corte de ejote y frijol. Y pues, yo ni me acuerdo mu- cho porque estaba chiquita, mi hermana también. Recuerdo que también la que ayudaba en la casa era mi tía hermana de mi papá.

Dolores: Mi mamá la recuerdo en la cocina y mi papá se iba a trabajar como ayudante de albañil y a veces como campesino, pero no tenía tierras, sino que ayudaba a otras personas en sus tierras. Y a nosotros como mujeres [nos tocó] lavar los trastes, barrer la cocina, barrer los cuartos. Y a mis hermanos pues, les tocaba ir al campo a trabajar, a ver las vacas, a darles agua y ayudarle a mi papá en la siembra.

El aprendizaje no solo desde lo que observaron, sino desde la práctica de los roles influyó directamente en los esquemas de qué es una familia y qué funciones “debería” tener cada integrante. Es posible identificar que la diferencia sexual y las actividades que desarrollaban los progenitores moldearon los esquemas de que una familia está constituida por roles específicos que deben de cumplir. Al faltar uno de los integrantes pareciera que no se cumple con lo esperado social- mente. Estos inicios de la socialización en los esquemas de ser mujer, permearon en los imaginarios de que ser mujer es ser madre-cuidadora y los hombres los proveedores económicos del hogar.

Sin embargo, en el relato de Alicia encontramos que la mamá realizó otras actividades, como la agrícola, con la finalidad de tener otros ingresos eco- nómicos, ya que no eran suficientes las del padre, además de que parte de ese dinero se gastaba en alcohol. Sin embargo, la aportación de las mujeres en los ingresos económicos no siempre es valorado. Además, tal como señala Cervera, Pérez y Vargas (1998), las oportunidades laborales en ámbitos rurales tienen re- lación en actividades como la agricultura y la ganadería y “la mujer ha sido un apoyo incondicional en las labores del campo, no sólo familiares, sino comuni- tarias, dentro de una reciprocidad o por la necesidad de ganar algún dinero” (p. 85). No obstante, pese a su participación en actividades agrícolas no sustituye la realización de actividades domésticas en el hogar porque “Las mujeres han comenzado a abandonar parcialmente su papel económico basado en el trabajo doméstico para dedicarse durante unas horas o plenamente a un trabajo inscrito en la economía del dinero” (p. 87).

La historia familiar de Georgina fue distinta, ya que en sus inicios vivió en una familia monoparental, su madre era la encargada de los gastos del hogar apoyada por los “patrones” y viviendo en casa de ellos. Con el paso de los meses la mamá de Georgina optó por regresar a Amacuitlapilco y vivir con sus abuelos y padres por dos motivos: porque necesitaba un espacio donde vivir y tener red de apoyo para el cuidado de su hija. A partir de ello, es posible observar que ante las ausencias materiales como sociales se buscan espacios en el que puedan construir-

se, tal es así que “las familias monoparentales pueden estar ocultas dentro de los hogares de varios núcleos o multi-generacional” (Bradshaw y Chzhen, 2009: 13).

Georgina: Lo que me cuenta mi mamá es que cuando yo nací solo vivía con ella, pero ella [Doña Alondra] tuvo que regresarse a casa de mis abuelos porque no le alcanzaba el dinero y no tenía con quien dejarme encargada y ya aquí pues, tuvo que buscar dónde trabajar, pero en ese entonces mi abuelita trabajaba en Islas de Cuautla, entonces de hecho es lo que le agradezco a mi mamá, porque siempre me jalaba, que nunca me dejó y gracias a ese trabajo me sacó adelante.

Es interesante leer que el regreso de las familias monoparentales para insertarse en familias extensas tiene que relación con las ausencias de quienes cuidan de los otros, en especial de los infantes. No obstante, para el caso de la mamá de Georgina, su regreso a casa de sus padres fue por la búsqueda de un hogar donde vivir, pero no delegó el cuidado de su hija a otros.

A grandes rasgos, conocer cómo estuvo conformada las familias de ori- gen de las colaboradoras permitió identificar que las estructuras de las familias no son estáticas, sino dinámicas. Además de comprender que las familias cam- bian, no solo en aspectos macrosociales, sino en el interior de las mismas.

Escenarios educativos y laborales: acceso o negación ante el imaginario de los roles

En la localidad de Amacuitlapilco, Morelos, la oferta educativa solo es hasta se- cundaria, ya que para estudiar el nivel medio superior los hombres y las mujeres tienen que salir de la localidad hacia destinos como Jonacatepec, Tepalcingo, Jantetelco o Cuautla, pero son atípicos los casos de mujeres y hombres que con- tinúan con su formación en el nivel medio superior. En el caso de los hombres, estos venden su fuerza de trabajo a la albañilería y al campo. Mientras que las mujeres se emplean en el trabajo doméstico remunerado o como jornaleras agrí- colas en los campos cercanos de la comunidad.

Asimismo, entre las creencias de la localidad se encuentra que las familias consideran que las mujeres no necesitan de mayores estudios académicos debido a que en algún momento de sus vidas se casarán y tendrán hijos. Otra postura que se tiene es que las mujeres optan por emplearse para aportar económicamente a sus hogares o, bien, por independizarse de sus familias, pero solo por periodos cortos. Esta última idea se presenta en los relatos de Alicia y Georgina que, ante la idea de independizarse económicamente de sus familias, deciden no continuar con sus estudios. Pero en el caso de Dolores fue por la necesidad de aportar eco- nómicamente en los gastos del hogar.

Alicia solo concluye la secundaria y, pese a los regaños de su padre que le exigía continuar estudiando, decide buscar un empleo y trabajar. Alicia considera que es un momento trascendental y crucial en su vida que su padre ya no viviera con ellas, así que su rebeldía y oposición hacia su padre la hacen tomar decisiones.

Alicia: Me decía: “¡No! Tú tienes que estudiarla [preparatoria] a fuerza,

¿Cómo de que no es tu obligación?” Y pues, salí de la secundaria y me quería meter a la prepa también a la fuerza y le dije ¡No, yo ya no! Le dije, si me mete yo no voy a ir, si así recibías quejas de la secundaria, allá va a recibir el doble.

La negación constante de Alicia por continuar los estudios la destinaron a buscar un empleo que le permitiría satisfacer las necesidades personales y el inicio de su independencia económica. Sin embargo, lo que destaca en la historia de vida de Alicia son los constantes pleitos y disgustos con su padre, ya que no aceptaba la autoridad que quería ejercer en ella y su hermana, por lo tanto, lo ignoraba y optó por buscar empleo.

Caso contrario es el de Georgina quien tenía el apoyo económico de sus padres para pagar sus estudios del nivel medio superior. Las bajas calificaciones y deficiente desempeño académico de Georgina hicieron que desertara y deci- diera buscar empleo fuera de la localidad. La intención de Georgina era salir de Amacuitlapilco y conocer otros lugares y personas entre sus búsquedas supo de la solicitud de servicio doméstico en la Ciudad de México. Sus padres, quienes en un principio no estaban muy convencidos, acceden a que se vaya a trabajar a la Ciudad de México y posteriormente a Lomas de Cocoyoc con el fin de que recapacitara y regresara a terminar sus estudios.

Georgina: Estudié la prepa y no la terminé, estuve en segundo, nada más en segundo de prepa y ya no la terminé ahora sí que ¡Por burra! Ahora sí que reprobé el examen y ya no lo pasé. Me dijeron que si quería terminar tenía que recursar segundo año otra vez y dije no pues, no. Y luego pues, pensé ¡Ya gas- taron y dinero y otra vez!

Por ello, se destaca que tanto Alicia como Georgina se incorporan a trabajar no por obligación o aportación económica al hogar, sino por sentirse autosuficien- tes, independientes y autónomas. Situación que se contrapone al caso de Dolores debido a que, al pertenecer a una familia en la que la economía del hogar no le permitió cubrir con los gastos de su educación, tuvo como única opción incorpo- rarse a trabajar para apoyar en la economía de la casa. Dolores apoyó a sus padres en actividades agrícolas.

Dolores: Yo nada más terminé la primaria […] Como le digo, en ese entonces me iba con mi papá a cortar tomates al campo y ya no podía estudiar porque le teníamos que ayudar a mi papá para ir a cuidar las vacas.

Los tres casos reflejan las circunstancias por las que no estudiaron, pero lo que se

destaca son que laboralmente se inician como empleadas domésticas y jornaleras

agrícolas, tal y como en su momento Townsend (2002) mencionó que las mujeres que salen de localidades rurales se emplean “como trabajadoras domésticas o asalariadas del campo” (p. 88). La alternativa laboral cercana a Amacuitlapilco, Morelos, es Lomas de Cocoyoc, lugar residencial de descanso y fin de semana por personas que residen en la Ciudad de México. Tanto Alicia, y Dolores han trabajado en dicho lugar, lo que resalta es que es un empleo informal que no les da la posibilidad de tener seguridad social y prestaciones sociales.

Dolores por cuestiones de apoyar económicamente al hogar también se ha desempeñado en actividades agrícolas. En la comunidad de Amacuitlapilco se presenta un fenómeno en los meses de octubre a marzo, en el que llegan mi- grantes de los estados de Guerrero, Oaxaca y Chiapas a trabajar como jornaleros agrícolas en los campos aledaños a la comunidad. Durante ese tiempo solicitan la mano de obra no solo de los migrantes, sino también de hombres y mujeres nati- vos de Amacuitlapilco. Es así que tanto Dolores como Georgina han trabajado en el corte de ejote, con un horario de seis de la mañana a ocho o nueve de la noche.

Relaciones de pareja, maternidad en solitario y los conflictos en las familias

tradicionales

Las opciones que desarrollaron después de no continuar sus estudios toman rele- vancia al analizarse determinadas circunstancias para los embarazos. De los tres casos aquí expuestos, solo uno se dio en un embarazo siendo menor de edad, mientras que los demás superaban los 20 años. Para este apartado se expondrán de manera general algunas circunstancias de los embarazos. Se observó dos ver- tientes: a) embarazos por obligación (no deseados) y b) embarazos por decisión (deseados), los retos que han enfrentado en el aspecto económico, familiar, lab- oral y habitacional. Se utilizará el concepto de solidaridad familiar o también conocido como estrategias familiares, consideradas como referente de apoyo tan- to económico, familiar, laboral y/o habitacional para las madres solteras.

Se identificaron dos motivos centrales de los embarazos: uno a raíz de em- barazos no planeados y otros por el hecho de querer ser madres, por ello se concede la idea de maternidad por obligación (no deseado) o por decisión (deseado). Aun- que las causas en torno al tipo de relación que tuvieron con las parejas son distintas, por ejemplo, Alicia y Georgina se relacionaron con hombres que ya tenían otras parejas e hijos. Mientras que, Dolores se relacionó con persona soltera.

Los embarazos se dan en situaciones distintas. Por ejemplo, Alicia decide tener a su hijo ante la negación de su familia que le exigía abortar. Georgina anheló tener un hijo y Dolores se embarazó durante su noviazgo que consideró que terminaría en matrimonio, pero su pareja decidió no responsabilizarse del hijo. Esto permite ver no solo en esta realidad, sino en otras realidades, en otros

contextos, que la maternidad sigue estando ligada con la responsabilidad casi exclusiva e inmutable de la mujer. Los hombres tienen la opción de reconocer legalmente o no a su hijo y, por ende, apoyar en lo económico, afectivo y parental (registrarlo con sus apellidos).

Contrario a Dolores, Alicia y Georgina tuvieron vínculos con personas que tenían hijos/as y que supuestamente ya no vivían con sus parejas. Ambas vi- vieron con ellos (un día o meses) y de un momento a otro decidieron abandonar el lugar donde cohabitaban para enfrentar solas la maternidad. Ellas son quienes deciden responsabilizarse del hijo, consideraron que “el hombre no era necesario para sacar adelante un hogar, y ella(s) misma(s) podía(n) procurarse los medios para subsistir con sus hijos/as” (Bernstein, 1974: 38). Alicia y Georgina nos re- latan;

Alicia: Yo creo que a lo mejor no lo quería o a lo mejor fue miedo, no estaba convencida […] pues, para qué juntarme digo, para ¡Estarle lavando! Me puse a pensar, si yo luego ni me lavo, ¡Cómo que le voy a estar lavando! Y como recordaba cuando mi hermana me platicaba como mi papá trató muy mal a mi mamá, porque sí la trató muy, muy mal […] y me dije, no vaya a ser que repita lo mismo que mis papás.

Georgina: –Lo conocí por tres meses e igual solo viví un tiempo con él y rent- amos y ahí había lo básico: que la camita, la mesa, tenía unos mueblecitos, no tuvimos que comprar nada. Pero comencé a tener problemas con el papá de mi hijo, discusiones, pleitos y dije, siempre así es la vida de un matrimonio, siempre es así la vida con un hombre, y dije, si es así, pues mejor quiero estar sola.

Ambas vivieron con la pareja, pero Alicia decide no continuar viviendo con él y opta por regresar a su casa junto con su hermana. Mientras que Georgina decidió regresar a casa de sus padres porque se entera de que su pareja continuó viviendo con su anterior esposa, situación que le hizo pensar: “es la misma historia de los hombres que no están bien con sus cosas, con sus señoras”.

Los embarazos, ¿Cómo decirlo a la familia?

Situadas en el contexto en el que surgen sus embarazos, es relevante mencionar el lugar a donde acudieron tanto Alicia y Georgina, quiénes como ya se mencionó cohabitaron junto con “sus parejas por un determinado tiempo”, a diferencia de Dolores que continuó viviendo en casa de los padres.

En especial el caso de Alicia y Dolores en torno a sus embarazos, los cuales en un principio fueron ocultados por ellas por el temor de ser rechazadas, regañadas o expulsadas del hogar. Alicia es sorprendida por su tía paterna del embarazo y pese a que pidió que no le comentara nada a su hermana al llegar a su hogar, ambas la esperaban para exigirle que abortara. Mientras que, Dolores bus- ca el momento indicado para manifestar a su familia sobre su embarazo. Durante ese tiempo no acudió a revisiones médicas, escondió cuidadosamente su “pan-

cita”, pasando noches de miedo, llanto y preocupación ante la reacción que sus padres tendrían una vez que ella manifestara su embarazo. A su mente llegaban pensamientos de ser expulsada de la casa y no saber a dónde ni con quién acudir.

Pero ante la incertidumbre de ser descubierta por sus padres le dieron el valor de enfrentarlos y comunicárselos. La molestia de su padre fue temporal, ya que él se encargó de apoyar económicamente en los gastos del embarazo y parto, mientras que su madre se encargó de acompañarla a revisiones médicas hasta el día del parto. En el caso de Georgina, ella no esconde su embarazo (en su discur- so menciona que anhelaba ser madre, primero por la edad que en ese momento tenía 25 años y segundo, mientras trabajó como niñera había nacido en ella el “instinto materno”), sino que su madre ya lo suponía, así que no la juzgó, ya que existía cierta identificación porque también había criado sola a su hija.

Solidaridad familiar7 y apoyo económico de otras personas

La solidaridad familiar se da en términos específicos. Como se señaló en un prin- cipio las familias monoparentales en Amacuitlapilco, no son aceptadas por la so- ciedad en general. Por lo que algunas de ellas fueron expulsadas de la comunidad y otras fueron invisibilizadas en sus familias de origen.

Tal es así, que existe una diferencia en los relatos de las tres madres sol- teras. Por ejemplo, Alicia al saberse embarazada fue apoyada por su hermana mayor y su tía, pese a las críticas que recibió de su padre y de los vecinos; ha sido uno de los casos atípicos que permanece en la comunidad y es visible al re- conocerse ella como madre soltera y jefa de familia. Aún en los enfrentamientos con la sociedad, señala que el hecho de tener el apoyo de otras mujeres como su hermana le ha dado la posibilidad de no buscar otro lugar donde vivir.

Alicia: Cuando tuve a mi hija fue horrible porque recuerdo como me gritoneó mi papá y también la cara de los vecinos que me veían sola […] la ayuda de mi tía y de mi hermana me hicieron fuerte porque hasta ahora he podido estar aquí, sin que nadie me diga algo. Yo me voy a trabajar y mi hermana cuida y alimenta a mi hija, cuando yo no me voy a trabajar yo me encargo de todo lo de la casa y de mi hija.

En el caso de Dolores se quedó en el hogar de sus padres, siendo su mamá quien medió la situación y logró que su hija se quedara en casa. Con el tiempo su padre la aceptó y la apoyó con un espacio donde quedarse, aunque la condición ha sido temporal, es decir, que en cuanto se case tendrá que salir de casa para vivir con su

7 El concepto de solidaridad familiar se entiende como los apoyos que existen entre cada uno de los integrantes de la familia, ya sea económicos, habitacionales, ropa, calzado o alimentos. Se considera que “la sociabilidad familiar (que incluye contactos personales y telefónicos) sirven para mantener vivas las relaciones y son base sobre la que operan con posterioridad los intercam- bios de ayudas en caso de necesidad” (Meil, 2008: 16).

pareja en otro lugar. Finalmente, Georgina quien siempre ha vivido con su madre, no tuvo problemas para continuar viviendo en el mismo hogar.

En los relatos se encontró que existe una solidaridad familiar, la familia de origen les da alojo, alimentación, vestido y vivienda a las madres solteras. Pero, sin duda alguna, las mamás han tenido un papel relevante como mediadoras entre el padre y las hijas para su aceptación en el hogar y posteriormente en el cuidado de los nietos/as.

Dentro de las preocupaciones en las que se visualizan las madres solteras, encontramos el de un empleo que permita cubrir las necesidades económicas de su hogar y de su hijo, tener con quién dejarlos/as mientras ellas trabajan y en dónde vivir. En todos los casos se destaca la situación habitacional en la que se encuen- tran, generando dudas sobre si tendrán acceso a una parte del terreno de sus padres debido a que se mantienen la idea de que solo se les heredará a los varones (Caso de Dolores y Georgina) o porque las hijas se irán a vivir con “sus parejas” y en otro caso porque rechazan la idea de tener una hija madre soltera (Caso de Alicia).

Alicia, Dolores y Georgina se enfrentan ante situaciones parecidas en relación con el lugar donde habitan debido a que las tres no saben dónde vivi- rán una vez que sus padres realicen los testamentos correspondientes. Dolores y Georgina viven en el terreno del padre, ya sea en el cuarto que utilizaron desde niñas. Y lo que las diferencia es que a la primera no se otorgará parte del terreno, mientras que la segunda existe una posibilidad.

Por ejemplo, Dolores vive junto a su hijo en el cuarto-dormitorio.

Dolores: El cuarto en el que vivo con mi hijo es el mismo en el que dormía junto con mis hermanas, nada más que se renovó el techo porque se le hechó la loza. Dentro de mi cuarto no tengo muebles, o sea nada más está el ropero de mis papás, unas sillas, una mesita de madera y la cama. Y los tres dormimos en la misma cama, mis niños y yo.

Sin embargo, su padre ya dividió el terreno para sus hijos varones, los cuales ya construyeron sus viviendas y en el que habitan junto con sus respectivas parejas e hijos/as, queda una parte que según cuenta Dolores corresponde a su hermana gemela, le hace pensar que posiblemente no acceda a ninguna parte debido a que todo ya está cercado y dividido. Mantiene la “esperanza de heredar” una parte de lo que su mamá le dé como terreno que tiene, ya que ella no ha realizado ningún ahorro que le permitiera adquirir y construir una vivienda.

Dolores: –No pues, no creo quedarme a vivir aquí con mis papás, no aquí no, porque ahora sí que esta parte está repartido entre mis hermanos y lo que ha dicho mi mamá, pues ahora sí que tiene un terrenito por allá en la salida del pueblo, […] pues está un poquito grande y ahora sí que mi mamá me va a dar un pedacito. Ese lo heredó de mi abuelito.

Veamos ahora a Alicia, quien no tiene un lugar estable donde vivir pese a que vive en el cuarto que su padre les dejó de manera verbal, solo es su hermana a quien su padre ha tomado en cuenta para dejarle una parte del terreno y el cuarto donde habitan, desheredando por completo a Alicia por el hecho de ser madre soltera.

Alicia: –Él [su padre] ya dijo que le va a dar a mi hermana […] ya le dijo: “Te voy a dar un pedazo, te voy a dar la mitad, y la [otra] mitad de allá para acá va a ser de mi hija”. De la hija que tiene con la mujer. Y pues, mi papá me dijo que yo ya estaba muerta para él porque había estado de loca y tuve un hijo fuera del matrimonio, entonces no me va a dar nada.

Finalmente, la situación de Georgina difiere a la de Alicia. Georgina al regresar a su casa de origen se le fue asignado un cuarto (que pretendía utilizarse como cocina). Pero, ella al igual que Alicia ha comenzado a ahorrar para adquirir pos- teriormente un terreno. Pero mientras su hijo sea pequeño ella ha decidido conti- nuar viviendo en la casa de sus padres, debido principalmente porque considera que el vivir independiente implica que los vecinos la critiquen.

Georgina: De hecho, yo ya me iba a comprar mi terrenito para ser indepen- diente, pero no tengo esa posibilidad porque voy a necesitar quien me atienda a mi hijo, si yo me salgo de ahí yo tengo que buscar quien me ayude y si no me llegara a alcanzar con lo que gano, al rato me va a decir mi mamá: “te saliste de ahí porque quisiste” y ¿Con qué cara regreso? Y mi mamá seguramente va a decir la frase de siempre “flacos, pero siempre regresan” y cierto porque cuan- do yo me embaracé ¿Adónde regresé? Pues a la casa. Y pues, volver a salirme y que me vaya mal y volver a buscarlos pues no, ya no quiero regresar con las manos caídas. Es que también pienso que, si salgo de mi casa, habría chismes allá afuera, que mis vecinos se van a poner hablar de mí y de mi situación.

En este relato surgen nuevamente las dudas que se tienen sobre independizarse de sus familias de origen, pero las críticas que pudieran existir por vivir sola con su hijo por parte de vecinos de la comunidad hacen dudar en buscar otro lugar don- de vivir. Además, es notorio identificar que las madres solteras no se consideran como parte de las familias, sino que su ideal para alcanzar su aceptación social será en el momento en que encuentren una pareja, tengan un hogar donde vivir y reproduzcan los roles que aprendieron en su familia de origen. De otra forma, señalan que sienten mayor tranquilidad viviendo en el mismo terreno que sus padres, quienes les dan seguridad habitacional y social, pese a que gran parte de las decisiones tienen que ser previamente consultadas con sus padres.

Consideraciones finales

Estudiar a las familias en Latinoamérica, pero específicamente a la mexicana, no ha sido tarea sencilla. Principalmente porque existe un continuo discurso de que la familia ha cambiado en los últimos años y ante tales circunstancias se puede identificar que la familia tradicional sigue siendo la alternativa o modelo

a seguir para muchas personas. Es cierto que actualmente se tienen menos hijos/ as, se recurre al divorcio, hay interrupción de parejas, formación de otras, parejas lésbico-gay, etcétera, pero forman parte de lo extenso que es el estudio de las familias. No obstante, tal transformación no solo tiene relación con el hecho de que existan nuevas alternativas, sino que las condiciones sociales, económicas y culturales entre otras, han impactado en las estructuras y dinámicas y, por ende, en la necesidad de hacer otras familias, tal es el caso de las transnacionales o de fin de semana.

Asimismo, se identificó que hoy ya no se habla de la familia en singular, ya que de seguir haciéndolo se excluyen los otros arreglos familiares, por ello se habla de las familias desde lo plural. Como bien se plantea en la introducción, pasamos del modelo de familia a los modelos de familia.

El abordaje teórico de las familias, pero específicamente de las monopa- rentales es amplio, diverso, contradictorio y en algunos casos los discursos son intolerantes y discriminatorios. Se identificó que existe una pluralidad de causas que dan origen a su conformación. En un principio, se tenía la idea de que las mu- jeres/madres/solteras no formaban familias, sino que ellas y sus hijos/as eran un integrante más de la familia extensa/consanguínea. Una vez que se profundizó en las rutas de entrada de la monoparentalidad se supo que estas surgen por muerte del o la cónyuge/pareja, divorcios, separaciones voluntarias o involuntarias y aquí mismo pertenece el grupo de las madres solteras.

La mayoría de las familias monoparentales de madres solteras de esta investigación se encuentran insertas en familias de origen y, a la par, algunas madres solteras de Amacuitlapilco, Morelos, son excluidas, marginadas e invi- sibilizadas por la sociedad y por la propia familia de origen. Se identificó que son extraordinarios los casos de familias monoparentales de madres solteras que viven solas, podría decirse que Alicia es el único que existe en la comunidad.

Alicia, que es madre soltera y que vive con su hermana, decidió tener a su hija sola, a pesar de que se le exigió que abortara, además entre sus discursos señala que no piensa vivir en pareja, no busca que la provean, cuiden y protejan; quiere que su hija conviva lo menos posible con niñas de su localidad para que tenga otras aspiraciones, logre otras metas y oportunidades que ella no tuvo. Por ello piensa inscribirla a cursos extraescolares (computación, inglés, natación), desearía que su hija tuviera estudios universitarios y desarrollara destrezas y ha- bilidades como el uso de la computadora e incluso pudiera enseñarle a su mamá para que en un futuro ella se autoemplee.

Casos como el de Dolores y Georgina reflejan otras realidades en el que sus familias de origen son el espacio que les permite tener temporalmente estabi- lidad habitacional. Debido a que en los ideales de lo que es la familia continúa la creencia de que en otro momento vivirán en pareja y construirán su hogar. Ante estos panoramas se perpetúa la idea de la familia tradicional que se enfatiza no solo en la etapa adulta de las personas, sino que se aprende desde los primeros años de vida, es decir, desde la infancia.

Por tanto, en este contexto de estudio se reflexiona acerca de los retos que las mujeres como madres –no solo aquellas que viven solas con sus hijos e hijas o invisibilizadas en sus familias de origen– nos otorga insumos que requieren de mayor trabajo de investigación e intervención para analizar cómo las familias continúan transformándose en cuestión de sus estructuras y sus dinámicas, así como también, al reconocer las influencias del entorno migratorio, la falta de acceso a niveles escolares, falta empleos remunerados y una visión más hetero- génea de hacer y vivir en familias. Pese a ello, las experiencias de las mujeres madres otorgan materias relevantes para continuar construyendo agendas de tra- bajo desde lo local para construir políticas públicas que beneficien y visibilicen los diferentes arreglos familiares desde los contextos locales. ֍

Material suplementario
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