Reseñas
El Telegrama que salvó a Franco. Londres, Washington y la cuestión del Régimen (1942-1945)
The Telegram that saved Franco. London, Washington and the Regime Question (1942-1945)
Recepción: 08 Mayo 2020
Aprobación: 05 Octubre 2020
COLLADO, CARLOS (2016). El Telegrama que salvó a Franco. Londres, Washin- gton y la cuestión del Régimen (1942-1945). Barcelona, España: Editorial Crítica.
Desde un caso de estudio concreto, el telegrama que Washington envió a Madrid para garantizar la integridad del protectorado español en Marruecos, Carlos Co- llado Seidel1 reconstruye todos los procesos políticos y equilibrios diplomáticos previos a la entrada del bloque anglo-estadounidense en las regiones norteafrica- nas y europeas. En este libro se escudriñan las causas que motivaron a Londres y Washington a decidir que España no sería escenario de la Segunda Guerra Mundial. Asimismo, se analizan los movimientos de España ante sus sectores sociales más radicalizados y sus aliados europeos (las fuerzas del Eje y los países simpatizantes).
El libro (publicado en la Editorial Crítica2) se compone de trescientas cincuenta y dos páginas y cuatro capítulos subdivididos en diferentes epígrafes,
1 Obtuvo un doctorado en el Programa de Historia Contemporánea de la Universidad de Mú- nich. Realizó varias estancias de investigación en centros españoles y alemanes. Actualmente es profesor de la Universidad de Marburg, Alemania. Gracias a su dominio de las lenguas alemana y española puede realizar una labor de prospección documental muy amplia, lo que le convierte en una de las voces más autorizadas en su campo de especialización temática: los acuerdos di- plomáticos hispano-alemanes durante el siglo XX y XXI y las relaciones diplomáticas entre la España franquista y Alemania.
2 Es posiblemente la editorial española que mayor impacto científico y alcance divulgativo ha tenido en las últimas cuatro décadas, en las áreas de las ciencias sociales y las humanidades. Fue fundada en Barcelona, en 1976, para poner sus talleres al alcance de los investigadores más re- levantes de aquellas fechas, independientemente de cuál fuese su perfil ideológico. El fundador, Gonzalo Pontón, realizó una apuesta estratégica clara para dar cobertura a los autores silenciados y coaccionados durante la dictadura. En la actualidad, Editorial Crítica forma parte del Grupo Planeta de los Libros (desde 1999), después de haber formado parte del Grupo Grijalbo (1976- 1989) y Grupo Mondadori (1989-1999).
que no tienen numeración. En la introducción se hace una contextualización his- tórico-política del periodo donde se desarrollaron los acontecimientos albergados en el marco de esta investigación (1941-1946), además, contiene algunos aportes historiográficos bastante ilustrativos. La parte final sitúa los apartados de notas y fuentes documentales. El índice alfabético es muy reducido y sincrético, pero compila una gran cantidad de personalidades esenciales para profundizar en el estudio del complejo tema de las relaciones internacionales. El apartado de recur- sos fotográficos, ubicado en las páginas centrales, resulta muy útil para identificar visualmente a las personalidades y las situaciones dadas en el marco de análisis.
El primer capítulo de este volumen se titula “Las expectativas”, en sus páginas se desarrollan, a través de seis epígrafes, los dos años previos al ini- cio de las operaciones militares en la región norteafricana occidental. Desde la perspectiva del autor, la rápida victoria alemana en Francia puso a España en la mira de los dos bloques enfrentados militarmente. Los apartados son: “Meses angustiosos”, “¿Palo o zanahoria?”, “Los suministros y la guerra”, “Fidelidades condicionadas”, “La opción de Hoare” y “Hacia un cambio de signo”.
Al iniciar la Segunda Guerra Mundial, las autoridades españolas estu- vieron mucho tiempo valorando todas las posibilidades, mientras construían una relación de cooperación activa con Alemania e Italia; pero, al mismo tiempo, no cerraron la puerta de las negociaciones con Londres. Los Aliados trataron de con- seguir la neutralidad de España a través de varias formas. De todas ellas, destacan los programas de compras implementados para generar dependencias económi- cas, que en 1942 alcanzaron un volumen muy importante. Paralelamente, Fran- co siguió vendiendo materias primas a los alemanes y articulando una retórica germanófila muy amplia. La multiplicación de frentes militares, además de las primeras derrotas alemanas hicieron que Franco intensificase sus movimientos hacia los Aliados. El desembarco anglo-estadounidense (operación Torch, 8 de noviembre de 1942) en Argelia y Marruecos, así como la victoria del general Montgomery (segunda batalla de El Alamein, 11 de noviembre de 1942) altera- ron el estado de ánimo de la cúpula de la dictadura española.
Con motivo del retroceso de las fuerzas del Eje en el norte de África, los diplomáticos españoles y el Ministerio de Asuntos Exteriores redoblaron sus esfuerzos para divulgar su neutralidad política y militar, con la intención de ge- nerar una relativa atmósfera de distensión. El segundo capítulo lleva por título: “Viraje”, en estas páginas se desgranan todos los pasos dados por los gestores políticos del franquismo para evitar verse envueltos en una confrontación directa con las fuerzas de la Gran Alianza. Los epígrafes son: “Nuevo posicionamiento”, “El Jano bifronte”, “Últimos riesgos militares”, “Expectativa”, “Marcha atrás”, “Anhelos monárquicos”, “Últimos planteamientos militares”, “-Gran reconven- ción-” y “Resignación”.
Samuel Hoare y Carlton Hayes, los dos interlocutores anglo-estadouni- denses en España, no recibieron mucha información sobre los planes militares, hasta que, en 1942, se encontraron en una posición de mucha debilidad. Hoare desempeñó un papel frío y distante respecto al gobierno de Madrid, pero Hayes daba muestras públicas de admiración por Franco y se mostró en desacuerdo con algunas directrices del Departamento de Estado. Entretanto, Gómez-Jordana volcó todos sus esfuerzos en aparentar una total independencia política de Berlín y dar muestras de simpatía hacia la causa de los Aliados, tales consignas desem- bocaron en situaciones de relativa procacidad. Ante el inicio de las hostilidades en el protectorado francés en Marruecos, los servicios secretos estadounidenses pensaban que las tropas alemanas establecidas en Francia podían invadir España, mientras que los servicios de inteligencia de Franco consideraban que cualquier malentendido en Marruecos podría desencadenar un casus belli para los Aliados.
El profesor Collado Seidel considera que, en el invierno y la primavera de 1942-1943, británicos y estadounidenses recelaban de las verdaderas intenciones de la España franquista, conscientes de que los vínculos y cauces de cooperación con Hitler y Mussolini continuaban intactos. Hoare redactó un informe sobre los grupos monárquicos establecidos en Madrid. Mientras tanto, Londres robusteció sus vínculos político-militares con la dictadura portuguesa, en contra de la opi- nión estadounidense. Durante el año de 1943, la estrategia de Washington residía en la intención de no hacer nada ante la “cuestión española”, mientras que los británicos apostaban por forzar una significación política de Franco en contra de la causa del Eje. La posición del primer ministro Churchill sobre esta “cuestión” siempre logró condicionar y moldear el punto de vista del presidente Roosevelt.
El título del tercer capítulo es “Ofensiva”. En el otoño de 1946, Gó- mez-Jordana todavía pensaba que llegaría a un armisticio pactado entre Roo- sevelt, Churchill, Hitler y Mussolini. Esto demuestra que algunos de los plan- teamientos hipotéticos del franquismo eran incorrectos y estaban inducidos por las posiciones teórico-ideológicas del conservadurismo británico. Hoare y Hayes se fueron desconectando progresivamente de la realidad política de Madrid, al verse incapaces de hacer cumplir los objetivos básicos que se habían marcado. Los epígrafes del tercer capítulo son: “Sueños de neutralidad”, “Los amigos de mis enemigos”, “Trileros”, “Dinero traidor”, “Confrontación”, “Desconciertos”, “Callejón sin salida”, “Cuestión de horas” y “Promesas monárquicas”.
Durante el invierno de 1943-1944, el suministro de materias primas con- tinuó discurriendo hacia Alemania, sobre todo las remesas de wolframio. Esta situación causó un gran malestar en el Departamento de Estado en Capitol Hill y en el Ministerio de Guerra Económica londinense. Las ayudas españolas al Tercer Reich continuaron hasta las últimas jornadas de la guerra, pero se vie- ron reducidas por el derrumbe final de todas las estructuras logísticas alemanas.
La retórica blanda se incrementaba progresivamente en Madrid, a pesar de que la División Azul continuó combatiendo en el frente del Este. Cuando los res- ponsables políticos británicos comprobaron que Franco no tenía la más mínima intención de entrar en el conflicto, en su fase final, redujeron la presión diplomá- tica sobre Madrid. Erróneamente, en Downing Street pensaban que los españoles conseguirían deshacerse de Franco y la Falange. Ante esta situación, los apoyos a sectores realistas se multiplicaron, pero la timidez de los partidarios de la res- tauración monárquica sorprendió bastante. También se llegó a la conclusión de que la “cuestión española” estaba envuelta de una complejidad sociopolítica muy intensa.
“Desilusión” es el título del cuarto capítulo. Durante la primavera de 1944, los Aliados percibieron que la España franquista seguía sosteniendo varios discursos a la vez. Las dos variantes más destacadas son la construcción de un marco diplomático con los Aliados y el cierre de filas internas ante la situación de aislamiento. En ambos casos, los dirigentes franquistas buscaban gestionar de la mejor manera posible los sectores falangistas y priorizar la supervivencia del Movimiento Nacional. El liderazgo político del general Franco no fue cuestiona- do a nivel interno, mientras que las democracias europeas comenzaron a asimilar la existencia residual de dos dictaduras en la península Ibérica. Los epígrafes del cuarto capítulo son: “Un discurso irritante”, “Acuerdos incumplidos”, “Auto- complacencia”, “El fracaso de Hoare”, “Frustración”, “Voluntad de resistencia”, “Un embajador comprensivo”, “Operaciones especiales”, “El último amigo de Berlín”, “¿Una carta sorprendente?”, “Marcar distancias”, “Esperanzas falla- das”, “Un manifiesto desconcertante” y “ostracismo”.
El ministro Gómez-Jordana reestructuró toda la agenda exterior de Es- paña, con la intención de retornar a una atmósfera de normalidad y un restable- cimiento paulatino de los flujos comerciales. Londres y Washington, con pro- blemas mayores que la “cuestión española”, durante el invierno de 1944-1945, fueron abandonando la idea de restablecer la institución monárquica. Las espe- ranzas del gobierno franquista de reconstruir los puentes político-económicos con el bloque Aliado se truncaron definitivamente después al finalizar la Segunda Guerra Mundial.
Los actos simbólicos de los responsables de la diplomacia franquista no tuvieron efecto alguno sobre Londres y Washington. El aislamiento de España se convirtió en un hecho ya en la primavera de 1945, pero empezó a fraguarse un año antes. El regreso del embajador británico, Hoare, fue la constatación del cerco político sobre España: “[…] Después de la firma del acuerdo sobre el wol- framio, Hoare había viajado a Londres para realizar consultas. Estaba cansado de España. Su principal misión, la preservación de la neutralidad de España, ha- bía quedado prácticamente cumplida. Durante su permanencia en Londres, dio a
entender que quería abandonar el puesto de embajador en Madrid. Churchill mos- tró comprensión con el propósito del embajador […]” (p. 216). Las transforma- ciones necesarias para restablecer las relaciones bilaterales nunca se produjeron, por esta razón las autoridades británicas se alejaron de España durante un tiempo. Algo exactamente igual ocurrió con la posición estadounidense, debido a que el Departamento de Estado no daba crédito ante las políticas reales de España hacia Alemania, la desconfianza hacia la intransigencia franquista motivó la voluntad de aislamiento.
Después de la muerte de Gómez-Jordana, se vivieron momentos de mu- cha tensión entre Londres y Lequerica. A pesar de la buena sintonía entre Hayes y Madrid, las autoridades estadounidenses se mostraron muy en desacuerdo con las posiciones políticas del franquismo por aquellas fechas. Además, los equipos de Roosevelt contaban con un amplio apoyo de la opinión pública estadounidense en esta materia. No obstante, Franco criticó públicamente al nacionalsocialismo y a la deriva militarista alemana, desplegando un doble y ambiguo juego comu- nicativo, como tantas veces había hecho anteriormente. Mientras que, ante los sectores falangistas, Franco hablaba de forma respetuosa y solemne de la capa- cidad de resistencia del pueblo alemán. Seguidamente, la cúpula política de la dictadura asumió que el bloqueo sobre España era inevitable.
La política anglo-estadounidense respecto a España quedó definida por la marginación y el rechazo de la figura del general Franco. En el escenario de la Conferencia de Potsdam, la Unión Soviética apostó por la liquidación de la dic- tadura española, pero esa propuesta no obtuvo seguimiento entre los otros miem- bros de la Gran Alianza. El 4 de marzo de 1946, los Estados Unidos, Gran Breta- ña y Francia solicitaron a Franco la disolución de Falange y el establecimiento de un gobierno de transición. Las recomendaciones de aperturismo político no tu- vieron ningún tipo de valoración por parte del gobierno de Madrid. La dictadura consiguió sobrevivir con sus bases fundamentales intactas e inamovibles. España no fue invitada a participar en la Conferencia de San Francisco, posteriormente la Organización de Naciones Unidas condenaría la violencia política y la represión militar del franquismo, por vulnerar sistemáticamente los derechos humanos. ֍