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La centralidad del conflicto en el Estrecho de Taiwán en la relación Estados Unidos-China durante el gobierno de Donald Trump (2017-2021): hacia la Cuarta crisis del Estrecho
Gabriel Pérez Pérez; Manuel J. Rocha Pino
Gabriel Pérez Pérez; Manuel J. Rocha Pino
La centralidad del conflicto en el Estrecho de Taiwán en la relación Estados Unidos-China durante el gobierno de Donald Trump (2017-2021): hacia la Cuarta crisis del Estrecho
Antrópica revista de ciencias sociales y humanidades, vol. 10, núm. 20, pp. 257-282, 2024
Universidad Autónoma de Yucatán
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Resumen: El articulo elabora un análisis de la política exterior de Estados Unidos hacia la República Popular China durante el gobierno de Donald Trump (2017-2021). A lo largo del periodo estudiado, el conflicto histórico existente en el Estrecho de Taiwán ocupó una centralidad creciente en la relación bilateral sino-estadounidense al ser considerado una cuestión prioritaria por parte de Washington. La investigación utiliza un marco teórico que converge con el realismo neoclásico de Relaciones Internacionales con el objetivo de analizar las políticas instrumentadas por el gobierno “trumpista” hacia la cuestión de Taiwán en dos niveles: 1) en el nivel institucional, la modificación del sistema legal estadounidense que paulatinamente ha intervenido de manera extraterritorial en el asunto de Taiwán como en los casos de la Ley TAIPEI (TAIPEI Act) y la Ley de Viajes a Taiwán (Taiwan Travel Act) para funcionarios estadounidenses. 2) En el nivel de la conflictividad geopolítica es analizado el discurso estadounidense hacia China formulado desde la perspectiva del con- cepto de “posverdad” generado por el nacionalismo de Trump: unas acciones que incentivaron, en agosto de 2022, la que se considera la Cuarta crisis en el Estrecho de Taiwán, durante el gobierno de Joseph Biden. El discurso de desin- formación o de la “posverdad” de Trump puede identificarse como parte de la elaboración de “teorías” que denuncian al ascenso de China como una amenaza revisionista para el sistema internacional: en su momento, el discurso “trumpista” recibió una respuesta favorable por parte del nacionalismo independentista de Taiwán representado por el gobierno de Tsai Ing-wen.

Palabras clave: Taiwán, ambigüedad estratégica, realismo neoclásico, posverdad, Ley de Viajes a Taiwán, Ley TAIPEI.

Abstract: The article analyzes the foreign policy of the United States towards the People’s Republic of China during the Donald Trump government (2017-2021). Throughout the period studied, the historical conflict in the Taiwan Strait occupied an increasing centrality in the Sino-US bilateral relationship as it was considered a priority issue by Washington. The research uses a theoretical framework that converges with neoclassical realism of International Relations with the ob- jective of analyzing the policies implemented by the Trump government towards the Taiwan question at two levels: 1) at the institutional level, the modification of the US legal system that has gradually intervened extraterritorially in the Taiwan issue as in the cases of the TAIPEI Act and the Taiwan Travel Act. 2) At the level of geopolitical conflict, the American discourse towards China is analyzed, formulated from the perspective of the concept of “post-truth” generated by Trump’s nationalism: these actions encouraged, in August 2022, what is considered the Fourth Strait Crisis, during the Joseph Biden government. Trump’s disinformation or “post-truth” discourse can be identified as part of the elabora- tion of “theories” that denounce the China´s rise as a revisionist threat to the international system: at the time, Trump’s speech received a favorable response from the Taiwanese independence nationalism represented by the Tsai Ing-wen government.

Keywords: Taiwan, strategic ambiguity, neoclassical realism, post-truth, TAIPEI Act, Taiwan Travel Act.

Carátula del artículo

Dossier

La centralidad del conflicto en el Estrecho de Taiwán en la relación Estados Unidos-China durante el gobierno de Donald Trump (2017-2021): hacia la Cuarta crisis del Estrecho

Gabriel Pérez Pérez
UAM, México
Manuel J. Rocha Pino
UAM, México
Antrópica revista de ciencias sociales y humanidades, vol. 10, núm. 20, pp. 257-282, 2024
Universidad Autónoma de Yucatán

Recepción: 20 Diciembre 2023

Aprobación: 11 Junio 2024

Introducción

Durante la tercera década del siglo 21, en el escenario posterior a la propagación de la pandemia de Covid-19, las tensiones generadas alrededor de la relación bilateral mantenida entre la República Popular China (RPCh) y Estados Unidos (EE. UU.) se han convertido en una de las fuentes mayormente críticas para el mantenimiento o no de la estabilidad del sistema internacional. Entre el conjunto de desacuerdos y asimetrías existentes en la relación sino-estadounidense se pue- den resaltar las tensiones económico-comerciales, la competencia tecnológica, la competencia geopolítica por áreas de influencia, las cuestiones normativas (como los derechos humanos y el respeto a los derechos de autor) y las tensiones debi- das a la instrumentación de políticas, con frecuencia divergentes, relacionadas con la gobernanza global: en el contexto de los proyectos de la Iniciativa Cintu-

rón y Ruta de la Seda (一带一路, yi dai yi lu), debe tomarse en cuenta el caso de

la negativa de China a aplicar medidas de condicionalidad política a sus criterios

para otorgar inversiones y ayuda financiera para la construcción de infraestruc- tura en contraste con los criterios de condicionalidad existentes en instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) fundamentados en los criterios de la “buena gobernanza”.

En lo concerniente al escenario geopolítico reciente alrededor del Estre- cho de Taiwán, a partir del intervalo 2016-2017, como consecuencia del inicio del primer periodo de gobierno de Tsai Ing-wen en Taiwán (2016-2024) y de la presidencia de Donald Trump en EE.UU. (2017-2021), la relación triangular China-Estados Unidos-Taiwán ha devenido en una variable de mayor relevan- cia para la relación sino-estadounidense y los demás aspectos que han generado tensiones.1 En el escenario actual “las relaciones China-Taiwán constituyen el núcleo de las competencias diplomáticas y militares entre Estados Unidos y Chi-

1 La “cuestión” del Estrecho de Taiwán o el conflicto de Taiwán se originó en 1949, en el final de la Guerra Civil china que enfrentó al Partido Comunista Chino (PCCh) y a las autoridades de la República de China representadas mayormente por los miembros del Partido Nacionalista Chino (Guomindang) y su líder (durante el periodo 1936-1975), el General Chiang Kai-shek. En octubre de 1949, el PCCh triunfó en el conflicto de guerra civil y proclamó la existencia de la República Popular China; por su lado, las autoridades derrotadas de la República de China fueron exiliadas a la isla de Taiwán: desde diciembre de 1949, Taiwán se convirtió en el asiento oficial de la República de China y posteriormente Chiang asumió la presidencia del país durante el periodo 1950-1975 (imponiendo una dictadura militar en la que se mantuvo la ley marcial durante 38 años hasta 1987): “Chiang Kai-shek logró establecer un control absoluto en Taiwán apoyándose en las fuerzas armadas y en la policía secreta”. Igualmente, hasta el momento la República de China ha continuado con una Constitución política vigente desde 1946 (Connelly, 2014: 96-98). En la actualidad la República de China mantiene relaciones diplomáticas con 12 países. Los países que no tienen relaciones diplomáticas con Taiwán pueden aceptar la presencia de oficinas de representación comercial taiwanesas, las cuales suelen denominarse “Oficinas Económicas y Culturales de Taipéi” (esto en coherencia con el principio de “una sola China” aceptado por los países que tienen relaciones diplomáticas con la RPCh). Igualmente, Taiwán puede contar con representaciones en ciertas organizaciones de cooperación económica y deportiva en las cuales su delegación se denomina oficialmente “Taipéi Chino”.

na” (Lin, Wu y Charm 2023: 1): la coyuntura que representó el retorno al poder del PDP (después de los ocho años del periodo de gobierno de Ma Ying-jeou del Guomindang durante 2008-2016) inició una nueva etapa de amenazas de China en el sentido de que el uso de la fuerza puede ser una alternativa legítima para alcanzar la unificación de Taiwán.

Desde su inicio, el gobierno de la presidenta Tsai no reconoció de manera explícita la vigencia del denominado “Consenso de 1992” sobre el principio de “una sola China” (Hu, 2016; Hsu, 2016): este término se refiere a un reconoci- miento entre ambas partes sobre la existencia indisoluble de “una sola China” y fue formulado en octubre de 1992 durante un encuentro sostenido en Hong Kong (entonces una colonia británica) entre las autoridades de la RPCh y de la Repú- blica de China (Taiwán) (en representación de los gobiernos de Jiang Zemin y del presidente taiwanés Lee Teng-hui, entonces perteneciente al Guomindang). Durante la reunión ambas partes expusieron sus propias interpretaciones del prin- cipio de “una sola China”: tanto la RPCh como la República de China (Taiwán) reivindicaron su derecho a ser el único Estado representante del pueblo chino, aunque se estableció el consenso en que existe “una sola China” que se encuentra presente en ambas entidades políticas: “durante la reunión, se informó que se habían acordado diferentes interpretaciones del principio de una sola China por parte de los vecinos de ambos lados del Estrecho” (Grzegorzewski, 2022:61). Mediante el Consenso de 1992 se negoció un statu quo que otorgara cierta es- tabilidad a la cuestión de Taiwán, y de manera extensiva, al entorno regional en Asia del Este.

Asimismo, en Taiwán existen diversas fuerzas políticas que difieren en la interpretación y aceptación del Consenso de 1992: en su caso, los militantes del PDP, al que pertenece la presidenta Tsai, desconocen la vigencia del Consenso y reivindican que Taiwán es un país independiente de China (es decir, aspiran a ob- tener para Taiwán una independencia de jure, con la dificultad legal y política de que Taiwán nunca ha sido un Estado independiente). Como consecuencia del no reconocimiento del Consenso de 1992, en el inicio del gobierno de Tsai, Beijing inició una guerra diplomática en contra de Taipéi enfocada en aumentar el aisla- miento internacional de Taiwán. El resultado de esta estrategia de presión fue una mayor radicalización del gobierno del PDP y en enero de 2019, en un mensaje a la nación, Tsai declaró su rechazo explícito al Consenso de 1992:

Debo subrayar que nunca hemos aceptado el “Consenso de 1992”. La razón fundamental es que la definición de las autoridades de Beijing del “Consenso de 1992” es “una Chi- na” y “un país, dos sistemas”. El discurso pronunciado por el líder de China ha confir- mado nuestras dudas. Aquí quiero reiterar que Taiwán no aceptará en absoluto “un país, dos sistemas”. La gran mayoría de los taiwaneses también se opone resueltamente a “un país, dos sistemas”, y esta oposición es también un “consenso de Taiwán” […] China debe afrontar la realidad de la existencia de la República de China (Taiwán), y no negar el sistema democrático que el pueblo de Taiwán ha establecido en conjunto (Tsai, 2019).

Para Beijing el rechazo al Consenso de 1992 ha producido una ruptura del statu quo en el Estrecho y, como menciona Gao (2019), “el último rechazo público y decidido de Tsai al Consenso de 1992 dio a Beijing la excusa perfecta para inten- sificar su presión sobre Taipéi…”.

En el periodo analizado se observa un gradual proceso de internacionali- zación del conflicto en el Estrecho con la participación de otros actores interna- cionales que han declarado al curso de la cuestión de Taiwán como parte de su interés estratégico, como en los casos de Japón y aliados de EE.UU. en la región como la alianza AUKUS (Australia-Reino Unido-EE.UU.) y más recientemente la Unión Europea (UE— de acuerdo con las declaraciones sobre las tensiones en el Estrecho formuladas en abril de 2023 por el Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell) (RTVE, 2023). Este escenario podrá ser determinante para la evolución de la seguridad regional en Asia-Pacífico; como mencionan Lin, Wu y Charm (2023: 1): “En un futuro próximo, la manera como Taiwán —en tanto un actor central de las relaciones a través del Estrecho— reaccione ante la potencial confrontación entre Estados Unidos y China es que jugará un papel clave en la seguridad regional”.

En la investigación se analiza el proceso reciente, durante el periodo 2017-2021, que ha llevado a la cuestión de Taiwán a posicionarse en un lugar central para las relaciones China-EE.UU.. En la investigación se utiliza un mé- todo de análisis de tipo analítico-deductivo, mediante la recopilación de infor- mación para su análisis, sumado a un marco teórico que converge con la teoría del realismo neoclásico de Relaciones Internacionales mediante el uso de tres variables de acuerdo con Ripsman, Taliafierro y Lobell (2016): 1) Una variable independiente que considera la capacidad de poder que tienen EE.UU. y China en el sistema internacional y su capacidad para proyectarlo en otros actores. 2) Una variable dependiente consistente en el análisis de las políticas instrumenta- das por ambas potencias en el proceso de desarrollar su relación bilateral en un entorno de relaciones económicas activas (a pesar de los llamados estadouniden- ses a un proceso de “desconexión” económica con China en áreas consideradas como estratégicas), así como de generación de percepciones en un entorno de creciente competencia geoeconómica y geopolítica en el que ambas se conside- ran mutuamente como rivales.2 3) La tercera variable es la denominada “variable interviniente” consistente en el análisis de las particulares políticas generadas por el ejecutivo de la política exterior de los actores internacionales en un periodo determinado: en el caso de EE.UU., la presidencia de Donald Trump y, en el caso de la RPCh, Xi Jinping en su cargo de Secretario General del Partido Comunista Chino (PCCh) a partir de 2012.

2 De enero a noviembre de 2023, las relaciones comerciales China-Estados Unidos alcanzaron un total de 528, 935 millones de dólares con una balanza comercial desfavorable para la econo- mía estadounidense de -257,338 millones de dólares (United States Census Bureau, 2024).

La investigación se divide en tres partes. En la primera, es analizada la política de aproximación del gobierno de Donald Trump hacia la RPCh durante el periodo 2017-2021: son analizadas las modificaciones realizadas por el go- bierno de Trump a las políticas de aproximación, que tradicionalmente habían instrumentado otros gobiernos estadounidenses hacia Taiwán, apoyadas en el concepto de la “ambigüedad estratégica”. Así mismo, se elabora un análisis de las políticas instrumentadas por Trump hacia China en un contexto de creciente rivalidad geopolítica caracterizadas por la diplomacia de “máxima presión” y la política de aplicación de sanciones comerciales en contra de China denominada por Trump como la “guerra comercial” (en el inicio de la aplicación de las san- ciones, en marzo de 2018, Trump declaró en un tweet: “las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar”) (Trump, 2018).

En la segunda, son analizadas las modificaciones legal-institucionales realizadas por el gobierno de Trump en un proceso de redefinición de los prin- cipios políticos tradicionalmente prevalecientes en las aproximaciones de EE. UU. hacia Taiwán. En el contexto de la rivalidad geopolítica, el gobierno de Trump redefinió paulatinamente al concepto de ambigüedad estratégica de mane- ra coherente con los objetivos nacionalistas de su política exterior (con el apoyo bipartidista en el Congreso estadounidense) en un proceso que tuvo como con- secuencia, en el largo plazo, una modificación en las relaciones de EE.UU. con Taiwán: por medio del aparato legislativo fueron aprobadas leyes con un alcance extraterritorial con la finalidad de incrementar las relaciones de cooperación en- tre EE.UU.-Taiwán y el contacto directo entre las autoridades de alto nivel de ambas entidades (entre las que destacan la Ley de Viajes a Taiwán de 2018 y la denominada Ley TAIPEI de 2020). Este proceso ha determinado la actual centra- lidad de la cuestión de Taiwán en la relación sino-estadounidense.

En la tercera parte, se analiza la instrumentación del gobierno de Trump de una nueva forma de sanción diplomática: la formulación de un discurso acusa- torio que responsabilizó a China por la propagación de la pandemia de Covid-19 basado en teorías de conspiración correspondientes con el concepto de la “pos- verdad” discursiva del gobierno “trumpista” (un ejemplo de estas acusaciones fue el señalamiento realizado por el Secretario de Estado, Mike Pompeo, en contra del “Partido Comunista Chino” por haber permitido de manera “intencional” la propagación del virus Sars-CoV-2 o las acusaciones, compartidas sin evidencias por Trump, de que el virus de la Covid-19 habría sido liberado por un laboratorio ubicado en la ciudad de Wuhan) (Pompeo, 2020a; Trump, 2020). En la investiga- ción se analiza el impacto de este discurso desinformativo de la posverdad en el contexto de las tensiones en el Estrecho.

El desarrollo de la relación triangular China-Estados Unidos-Taiwán du- rante el gobierno de Trump preparó el curso hacia el inicio de la Cuarta crisis del Estrecho a partir del 2 de agosto de 2022 debido a la visita oficial de la presidenta

de la Cámara de Representantes estadounidense, Nancy Pelosi, a Taipéi y que fue respondido por la mayor movilización militar de China alrededor de Taiwán desde la Tercera crisis ocurrida entre 1995-1996 (es decir, como consecuencia de la aprobación de leyes como la Ley de Viajes a Taiwán). En la investigación se toma en cuenta el desarrollo de la Cuarta crisis y sus consecuencias para el contexto actual: particularmente en el escenario prospectivo a partir del triunfo de William Lai Ching-te (William Lai) en el proceso electoral presidencial para definir al sucesor de Tsai Ing-wen, culminado con las elecciones del 13 de enero de 2024 (Lai fue elegido presidente de Taiwán para el periodo 2024-2028 con 40.05% de la votación, también es miembro del PDP, y fue el vicepresidente del país durante el segundo periodo de gobierno de Tsai) (The Strait Times, 2024).

La cuestión del Estrecho de Taiwán durante el gobierno de Donald Trump (2017-2021): rivalidad geopolítica y la redefinición del concepto de ambigüedad estratégica

La aproximación política basada en una ambigüedad estratégica en las relaciones internacionales se puede definir como la gestión activa de las percepciones ge- neradas por los actores internacionales para influir en las políticas de los Estados (Jarvis citado por Grzegorzewski, 2022: 59-60). En el caso de la cuestión de Tai- wán, la política de ambigüedad estratégica ha sido la aproximación instrumental de Washington hacia el desarrollo del conflicto desde su inicio en 1950 con la finalidad de mantener una estabilidad en el statu quo entre la RPCh y el gobierno de la República de China exiliado en Taiwán: es decir, ha sido una política ins- trumentada por los gobiernos estadounidenses desde el periodo de Guerra Fría hasta la actualidad.

La ambigüedad estratégica en la aproximación de Washington se puede definir como una condición de incertidumbre creada intencionalmente por los gobiernos estadounidenses sobre el desarrollo de su posible intervención en el caso de que iniciara un conflicto entre China y Taiwán. De acuerdo con Hoo y Sworn (2020: 1487):

[…] esta incertidumbre introduce la posibilidad de una guerra entre Estados Unidos y China, en el caso de que Beijing decidiera invadir a Taiwán. Simultáneamente existe la posibilidad de que EE.UU. pudiera abandonar a Taiwán en el caso de que iniciara un conflicto sino-taiwanés debido a que el gobierno de Taipéi fuera demasiado lejos en el objetivo de conseguir su independencia.

La ambigüedad estratégica es una herramienta política de disuasión que tiene como finalidad la estabilidad en el Estrecho y el mantenimiento del statu quo al “disuadir a China” de ambicionar una anexión de Taiwán por medio del uso de la fuerza, al mismo tiempo que desalienta a Taiwán a comprometerse “con un comportamiento demasiado riesgoso” en favor de una independencia de jure

(durante el régimen de Chiang Kai-shek, la disuasión se enfocó en evitar el inicio de hostilidades unilaterales por parte del Guomindang en su intención de derro- car al régimen maoísta y recuperar todo el territorio chino) (Hoo y Sworn, 2020: 1487-1489). Debido a lo anterior, la política estadounidense de ambigüedad es- tratégica, instrumentada de manera paralela hacia China y Taiwán, se ha caracte- rizado por ser una “disuasión dual” (Grzegorzewski, 2022: 60-61).

De manera oficial EE.UU. y la República de China (Taiwán) mantuvieron relaciones diplomáticas hasta el 1 de enero de 1979 (momento en que Washin- gton oficializó el establecimiento de sus relaciones con Beijing y tuvo que rom- perlas con Taipéi, de acuerdo con el principio de “una sola China”). Al mismo tiempo de la ruptura, Washington promulgó la Ley de Relaciones con Taiwán (LRT—, Taiwan Relations Act), aprobada previamente por el Congreso esta- dounidense, con la finalidad de regular sus relaciones, ahora no oficiales, con Taiwán (la oficina de la representación estadounidense en Taipéi se denominó en adelante el American Institute in Taiwan).3 Igualmente, el Tratado de Defensa Mutua establecido entre EE.UU. y la República de China en 1954 dejó de tener vigencia (la defensa de Taiwán se limitaría a la venta de armas a la isla, garanti- zada por la LRT y por la política de ambigüedad estratégica). De esta manera, la ambigüedad estratégica, consolidada durante el periodo de Guerra Fría, continuó siendo una parte cardinal de la política bilateral estadounidense hacia China y el conflicto en el Estrecho incluso durante la Posguerra Fría. Hasta antes de la

3 Los dos primeros Artículos de la Ley de Relaciones con Taiwán prescriben las relaciones que Estados Unidos establecerá con Taiwán (ya no más la República de China) y su función a desem- peñar en la defensa de la isla por medio de la venta de armas:

“1. El Presidente: habiendo terminado las relaciones gubernamentales entre Estados Unidos y las autoridades gobernantes de Taiwán reconocidas por Estados Unidos como la República de China antes del 1 de enero de 1979, el Congreso considera que la promulgación de esta Ley es necesaria –

a. para contribuir a mantener la paz, la seguridad y la estabilidad en el Pacífico Occidental; y

b. para promover la política exterior de Estados Unidos autorizando la continuación de las rela- ciones comerciales, culturales y de otro tipo entre el pueblo de los Estados Unidos y el pueblo de Taiwán.

2. Es la política de Estados Unidos -

a. preservar y promover relaciones comerciales, culturales y de otro tipo amplias, estrechas y amistosas, entre el pueblo de Estados Unidos y el pueblo de Taiwán, así como con el pueblo de China continental y todos los demás pueblos del área del Pacífico Occidental;

b. declarar que la paz y la estabilidad en el área son de interés político, económico y de seguridad de Estados Unidos y son asuntos de interés internacional;

c. clarificar que la decisión de Estados Unidos de establecer relaciones diplomáticas con la Re- pública Popular China se basa en la expectativa de que el futuro de Taiwán será determinado por medios pacíficos;

d. considerar a cualquier esfuerzo para determinar el futuro de Taiwán por medios distintos de los pacíficos, incluidos boicots o embargos, como una amenaza a la paz y la seguridad de la zona del Pacífico Occidental y una grave preocupación para los Estados Unidos;

e. proporcionar a Taiwán armas de carácter defensivo; y

f. mantener la capacidad de Estados Unidos para resistir cualquier recurso de uso de la fuerza u otras formas de coerción que pondrían en peligro la seguridad o el sistema social o económico del pueblo de Taiwán (Taiwan Relations Act, 1979).

Cuarta crisis de 2022, en el conflicto por la cuestión de Taiwán se habían presen- tado tres coyunturas de crisis caracterizadas por la movilización de tropas y las amenazas de China a iniciar una invasión debido a ciertas tensiones coyunturales (las crisis han puesto a prueba a la ambigüedad estratégica): 1) la Primera crisis de 1954-1955; 2) la Segunda crisis de 1958 y 3) la Tercera crisis de 1995-1996.

La presidencia de Trump mantuvo la importancia de la ambigüedad es- tratégica en las aproximaciones estadounidenses hacia el Estrecho, así como las características generales de esta política, evidenciadas a lo largo de su historia, aunque igualmente “introdujo cambios de gran alcance” en su objetivo de equi- librar el ascenso del poder de China: a grandes rasgos, las políticas de Washin- gton para “equilibrar” el ascenso chino fueron la estrategia hacia la región del Indo-Pacífico (con la aprobación de la Ley de Iniciativa de Garantías para Asia o Asia Reassurance Initiative Act – Ley ARIA- de 2018 y enfocada en incrementar la venta de armas estadounidenses a Taiwán), la estrategia diplomática de ”máxi- ma presión” y la denominada “guerra comercial” (consistente en las aplicaciones de sanciones arancelarias a productos importados desde China, y el veto a las actividades comerciales de empresas chinas de alta tecnología como Huawei y ZTE, en el contexto de la guerra tecnológica alrededor de la instalación global de la tecnología china de internet de 5G) (Grzegorzewski, 2022: 62). De acuerdo con Zuo Ziying (2021: 107-108):

[…] de manera teórica, la máxima presión es una estrategia clásica de la diplomacia coercitiva […] La diplomacia coercitiva es una estrategia defensiva utilizada para hacer frente al intento de un oponente de cambiar el statu quo a su favor. Sin embargo, a veces es difícil determinar la intención de una acción: por ejemplo, el comportamiento defen- sivo de Estados Unidos puede ser un comportamiento ofensivo desde la interpretación de China, lo que significa que la diplomacia coercitiva de Estados Unidos sería percibida como un chantaje.4

Por otra parte, como señalan Janusch y Lorberg (2020:96) sobre la relación entre la diplomacia de máxima presión y la guerra comercial de Trump: “Bajo una visión simplificada del comercio como un juego de suma cero, el argumento de Trump de que una guerra comercial con China “es fácil de ganar” se vuelve “comprensible” […] “Su enfoque de “máxima presión” dependió casi exclusi- vamente del poder duro –la imposición o amenaza de aranceles– y fue fiel al lema de Trump: “utilice su influencia””. Sin embargo, como una paradoja, pocos aliados de EE.UU. en Europa se sumaron al llamado de Trump a ejercer un veto en contra de las actividades comerciales de las empresas de tecnología China 5G por lo menos hasta 2021 (demostrando con ello que pocos aliados occidentales

4 La Ley ARIA fue ratificada por Trump el 31 de diciembre de 2018: la Ley ARIA dispuso al gobierno estadounidense la venta de armas a Taiwán “de forma regular” así como “las visitas de funcionarios administrativos y militares de alto nivel a Taiwán” de acuerdo con la Ley de Viajes a Taiwán. La Ley ARIA solicitó un presupuesto de 1, 500 millones de dólares en cinco años para mejorar la cooperación económica, diplomática y de seguridad con aliados regionales estratégi- cos como Taiwán (Taiwan News, 2019; (Ley ARIA) Asia Reassurance Initiative Act, 2018).

compartieron una preferencia hacia la diplomacia “trumpista” de “máxima pre- sión”). Igualmente, los objetivos de la Ley ARIA enfocados en fortalecer “los intercambios oficiales y vínculos militares entre Washington y Taipéi, así como con otros aliados de Estados Unidos” en el Indo-Pacífico, durante el gobierno de Trump, tuvieron una influencia limitada entre los aliados y socios estadouni- denses con algunas excepciones como Japón, Reino Unido o el mismo Taiwán; como menciona Gao (2019): “…la administración Trump no es confiable. La política de “América Primero/America First” dejó claro que los intereses de Es- tados Unidos son su máxima prioridad, mientras que los de sus aliados a veces pueden ser sacrificados”. Por su lado, el gobierno de Tsai expresó su beneplácito hacia la Ley ARIA:

La Ley ARIA incluye numerosas disposiciones que apoyan a Taiwán. Reitera el com- promiso de seguridad de Estados Unidos con Taiwán de conformidad con la Ley de Relaciones con Taiwán y las Seis Garantías; respalda las ventas regulares de artículos de defensa a Taiwán; alienta los viajes de funcionarios estadounidenses de alto nivel a Taiwán de conformidad con la Ley de Viajes a Taiwán; y reconoce el valor del compro- miso con Taiwán y otros socios de Estados Unidos en la región (Ministerio de Asuntos Exteriores de Taiwán, 2019).

La ambigüedad estratégica durante el gobierno de Trump estuvo definida por tres aspectos: 1) el nacionalismo populista de Trump (integrado en su eslogan “Ame- rica First”); 2) las percepciones crecientemente contrarias a China por parte de la clase política estadounidense (en el gobierno y el Congreso estadounidenses);

3) la influencia transaccional y personalista de Trump hacia su política exterior (Hoo y Sworn, 2020: 1487-1488). Igualmente, como menciona Grzegorzewski (2022: 62-63), los siguientes aspectos contribuyeron a la redefinición de la polí- tica de ambigüedad estratégica: 1) Como un intento para reequilibrar la rivalidad de poder con China; 2) Como una tentativa de cambiar el modelo estadounidense de liderazgo global (aunque los llamados de Trump a sumar aliados a sus políti- cas de sanciones fueron infructuosos); 3) Hacer coincidir el cambio de gobierno en Taiwán de 2016 con un cambio de la política estadounidense hacia China;

4) Instrumentar en general los cambios en la comunicación política y la toma de decisiones del gobierno de Trump. A partir de 2017, Washington redefinió gradualmente sus políticas hacia la cuestión del Estrecho (especialmente en lo referente a la ambigüedad estratégica) con el objetivo de “fortalecer sus relacio- nes con Taiwán en tanto una herramienta ofensiva para balancear el poder de la República Popular China”.

Con el inicio del gobierno de Xi Jinping en 2012, la RPCh había ini- ciado un proceso de expansión de sus intereses hacia el exterior, lo que ten- dría un impacto en el gobierno de Trump a la hora de definir su percepción de una “rivalidad de poder” entre EE.UU. y China. La expansión de los intereses geoeconómicos (y crecientemente geopolíticos) de China pueden identificarse, a grandes rasgos, en tres procesos: 1) La instrumentación de la Iniciativa Cinturón

y Ruta de la Seda a partir de 2013: con el objetivo prioritario de diversificar sus relaciones económicas internacionales y disminuir su dependencia del tránsito comercial (especialmente de energéticos) a través del Estrecho de Malaca, China instrumentó una Iniciativa basada en las inversiones para la construcción de in- fraestructura y la facilitación del comercio en el espacio de Eurasia. Esto con la intención de incrementar sus relaciones económicas y de cooperación con Asia central, Rusia, la UE y África. Simultáneamente, los proyectos de inversión de la Iniciativa Cinturón y Ruta fueron acompañados por la construcción de nuevas instituciones financieras impulsadas por el capital chino que podrían rivalizar con las instituciones occidentales como el FMI y el Banco Mundial. La emer- gencia de los nuevos proyectos e instituciones de Beijing originó un debate: el surgimiento de un modelo de gobernanza chino en ciernes (suplementado por conceptos como la Comunidad de Futuro Compartido para la Humanidad o la noción de una “gobernanza con características chinas” que podría rivalizar con el modelo de gobernanza occidental basado en la condicionalidad política). 2) El impulso a la inversión en el desarrollo de tecnología avanzada y la especializa- ción industrial en la producción de productos de alto valor tecnológico durante el gobierno de Xi: un proceso epitomizado en el Plan “Hecho en China 2025” iniciado en 2015. 3) En el caso de la relación de China con Taiwán, la ruptura de la “tregua diplomática” establecida con el anterior gobierno taiwanés encabezado por Ma Ying-jeou, perteneciente al Guomindang, para ser sustituida por un entor- no de rivalidad agresiva hacia el gobierno de Tsai caracterizada por la atracción de Beijing hacia todos los países que mantenían lazos diplomáticos con Taiwán.

Durante el periodo 2016-2024, diez países que reconocían a Taiwán rom- pieron relaciones con Taipéi para establecerlas con la RPCh, el último fue Nauru (en Oceanía) poco después de las elecciones taiwanesas de enero de 2024: en ese momento, Taiwán mantenía relaciones diplomáticas con 12 países.5 El proceso de redefinición de la política de ambigüedad estratégica del gobierno de Trump se convirtió paulatinamente en una modificación significativa de las políticas estadounidenses hacia la cuestión del Estrecho: para ello, Washington impulsó nuevas herramientas políticas, legislativas y económicas para apoyar sus relaciones informales con Taiwán. A continuación, se describen los cambios legal-institucionales que determinaron el inicio de una modificación estructural en la aproximación política de EE.UU. hacia la cuestión del Estrecho y sus rela- ciones con China y Taiwán.

5 Los países que han roto relaciones diplomáticas con Taiwán durante 2016-2024 son: Sao Tomé y Príncipe (2016); Panamá (2017); Burkina Faso (2018); El Salvador (2018); República Domini- cana (2018); Kiribati (2019); Islas Salomón (2019); Nicaragua (2021); Honduras (2023); Nauru (2024). El caso de Gambia es algo diferente: Gambia estableció relaciones con la RPCh en 2016 aunque no mantenía relaciones con Taiwán desde 2013.

Los cambios legal-institucionales del gobierno de Trump: la Ley de Viajes a Taiwán y la Ley TAIPEI

La aproximación de Trump hacia Taiwán y las relaciones en el Estrecho se puede dividir en dos periodos: en el primero, transcurrido desde enero de 2017 a inicios de 2018, Washington se enfocó en el desarrollo de una nueva agenda bilateral con China teniendo como prioridad a los asuntos económico-comerciales (entre los de mayor prioridad, la negociación para la disminución del déficit comercial desfavorable para EE.UU.) y la cooperación con Beijing en el proceso de diálo- go que Trump aspiraba a desarrollar con el líder norcoreano Kim Jong-Un: este periodo corresponde a la gestión de Rex Tillerson como Secretario de Estado y de Herbert R. McMaster como el Consejero de Seguridad Nacional de EE.UU. (National Security Advisor).

Al mismo tiempo, Trump pudo exhibir algunos desplantes histriónicos hacia el gobierno chino (con la intención de exhibir supuestas “demostraciones de poder”), como en el caso de la reunión bilateral sino-estadounidense de abril de 2017 en la que el presidente Xi asistió a la residencia particular de Trump ubi- cada en Mar-a-Lago, en Florida, durante una visita oficial. A la hora de la cena, Trump interrumpió la reunión para ordenar un bombardeo sobre Siria; de acuerdo con Trump, le informó a Xi sus acciones de la siguiente manera: “Los generales me dieron el mensaje de que los barcos estaban preparados y cargados ¿Qué es lo que hacen? Y tomamos la determinación de hacerlo. Entonces los misiles es- taban en camino. Y dije: “Señor presidente, déjeme explicarle algo... acabamos de lanzar 59 misiles, dirigiéndose a Irak [sic]... dirigiéndose a Siria y quiero que sepa eso” (The Guardian, 2017).

Las políticas erráticas del gobierno “trumpista” hacia China durante sus primeros meses contrastaron con la presión ejercida en contra de la diploma- cia taiwanesa para despojarla de sus aliados diplomáticos. Durante 2017-2018, Panamá, Burkina Faso, El Salvador y la República Dominicana rompieron re- laciones con Taiwán: especialmente, la ruptura con El Salvador, en agosto de 2018, atrajo la inmediata atención de Washington en un contexto abiertamente confrontativo entre Beijing y Taipéi, así como de cambio en las prioridades si- no-estadounidenses. Previamente, en diciembre de 2017, Trump había aprobado su Estrategia de Seguridad Nacional (National Security Strategy) en la que defi- nió a sus relaciones con China y Rusia en los términos de una “competencia entre grandes potencias”:

Después de ser descartada como un fenómeno del siglo XX, retornó la competencia entre las grandes potencias. China y Rusia comenzaron a reafirmar su influencia a ni- vel regional y global. Hoy, ellas están desplegando sus capacidades militares diseñadas para negarle a Estados Unidos el acceso en tiempos de crisis y para cuestionar nuestra capacidad de operar libremente en zonas comerciales críticas durante tiempos de paz. En resumen, están cuestionando nuestras ventajas geopolíticas y tratando de cambiar el orden internacional a su favor (President of the United States, 2017: 27).

Con la nueva definición estratégica de la relación sino-estadounidense, Trump realizó los cambios para seleccionar a los funcionarios que consideró adecuados para instrumentar la política de “competencia entre las grandes potencias” acom- pañando a la diplomacia de “máxima presión”. Durante marzo y abril de 2018, Trump realizó dos cambios relevantes en el gabinete de la política exterior: en marzo, con el nombramiento de Mike Pompeo como secretario de Estado y en abril con el de John Bolton como el nuevo Consejero de Seguridad Nacional. Las prioridades de Trump hacia China se estructuraron alrededor de la máxima presión y la “guerra comercial”. Las primeras sanciones comerciales en contra de China fueron anunciadas a partir de marzo de 2018 (y posteriormente en contra de Canadá, la UE. y México): con el tiempo, estas políticas desembocaron en la “guerra tecnológica” o la prohibición del gobierno de Trump a las operaciones de las empresas tecnológicas chinas de internet en territorio estadounidense (CNN, 2018; South China Morning Post, 2021).

En lo referente a las relaciones entre EE.UU. y Taiwán, la convocatoria a un apoyo incondicional hacia Taipéi, en el contexto de la competencia por alia- dos diplomáticos, fue oficializada por el vicepresidente Mike Pence mediante un discurso impartido en octubre de 2018 en el Instituto Hudson de Washington. En su intervención, Pence expuso la política de competencia entre las grandes poten- cias como el fundamento de las nuevas relaciones con Beijing:

[en la Estrategia de Seguridad Nacional] el presidente Trump ha clarificado que Estados Unidos ha adoptado una nueva aproximación hacia China. Buscamos una nueva relación fundamentada en la equidad y la justicia, la reciprocidad y el respeto a la soberanía y hemos tomado medidas enérgicas y veloces para alcanzar estas metas. Estados Unidos había esperado que la liberalización económica atraería a China a una mayor asociación con nosotros y con el mundo. En lugar de eso, China ha elegido a la agresión económica, y la ha alentado militarmente […] El Partido Comunista Chino también gasta miles de millones de dólares en propaganda dirigida contra Estados Unidos alrededor del mundo […] En el proceso de reconstruir nuestra capacidad militar continuaremos imponiendo los intereses estadounidenses a lo largo del Indo-Pacífico (Pence, 2018).6

Es importante notar una nueva instrumentalización en las alusiones al PCCh por el discurso oficial estadounidense: es decir, el PCCh fue integrado en el discurso “trumpista” en tanto una entidad que resulta ser un riesgo objetivo para los intere- ses estadounidenses y para la “democracia”, en lugar de señalar al Ejecutivo chi- no encabezado por Xi Jinping (Connelly, 2021: 17-18). Las referencias al PCCh pueden considerarse un resabio de la Guerra Fría, frecuentes en una época en que el régimen comunista chino no era reconocido por Washington (con anterioridad a 1979): las acusaciones al PCCh resultaban una forma peyorativa de aludir al liderazgo chino y una manera retórica de restarle legitimidad internacional al gobierno de la RPCh. Este discurso de los funcionarios estadounidenses se inten- sificó a partir de la segunda mitad de 2018 y fue recurrente, a partir de marzo de 2020, y durante los meses en los que se propagó la pandemia de Covid-19.

6 Cursivas agregadas por el autor.

El apoyo del gobierno de Trump a un fortalecimiento de la posición inter- nacional de Taiwán se basó en la promulgación de leyes por el poder legislativo estadounidense con un alcance extraterritorial. La aprobación de un aparato legal formulado por EE.UU. que sirviera como contrapeso a la competencia de China por los aliados diplomáticos de Taipéi se apoyó en la conformación de un apo- yo bipartidista (también referido con el anglicismo bipartisano) a lo largo de la labor legislativa del 115to Congreso de Estados Unidos —115th United States Congress —, el cual realizó sus labores del 3 enero de 2017 al 3 de enero de 2019 (coincidente con los dos años primeros años del gobierno de Trump).7 La conformación de la agenda sobre China, y los asuntos relacionados con Taiwán, por el 115to Congreso fue definida hacia finales de 2017 e inicios de 2018 (“lue- go de un inicio lento en 2017”), como menciona Robert Sutter sobre la labor bipartidista: “La cooperación actual entre el Congreso y el Ejecutivo se basa en el endurecimiento general de la política estadounidense hacia China por parte de la administración de Trump” (Sutter, 2018: 1). Algunos temas prioritarios de la agenda sobre China fueron: “la presión por un mayor apoyo de Estados Unidos a Taiwán”; “impulsar una mayor fuerza militar, de inteligencia y de seguridad interna para proteger los intereses estadounidenses en el exterior y defenderse contra el espionaje chino”; oponerse al “espionaje y la infiltración abierta y en- cubierta de China para influir en Estados Unidos”; oponerse a la percepción de préstamos predatorios por parte de los fondos de financiamiento de la Iniciativa Cinturón y Ruta; al expansionismo chino en el Mar del Sur de China; y oponerse a la adquisición de tecnología avanzada por parte de empresas e instituciones del gobierno chino. Sobre la imposición de sanciones comerciales (el fundamento de la “guerra comercial”) “los miembros del Congreso debatían sobre la necesidad de las sanciones, aunque estaban divididos sobre si estas sanciones debían apli- carse a otros actores internacionales…” (como ocurrió con Canadá y México) (Sutter, 2018: 1).

El apoyo de los partidos Republicano y Demócrata hacia las políticas de Trump (y posteriormente de Biden) representó uno de los casos excepciones en los que ambos partidos consensuaron una posición en común permanentemente, a pesar de las diferencias existentes (cabe recordar que Trump fue sometido a procesos de destitución o impeachment por parte de los legisladores demócratas en 2019 y 2021). Un paso en la agenda legislativa fue la aprobación de la Ley de Viajes a Taiwán (Taiwan Travel Act) en febrero de 2018, la cual “permite permite a funcionarios de alto nivel de EE.UU. visitar Taiwán y viceversa” (Taiwan Tra- vel Act, 2018; Kuehn 2021: 3). Por su parte, el gobierno chino protestó la apro- bación de la Ley al interpretarla como una intervención en sus asuntos internos y una violación grave al principio de una sola China (Xinhua, 2018). Desde la perspectiva del legista Zhu Songling, de la Universidad de Beijing, esta Ley

7 El Congreso estadounidense está conformado tanto por los miembros del Senado como de la Cámara de Representantes.

[…] representa un acto contra la tendencia de la historia y una grave injerencia en los asuntos internos de China […] La Ley de Viajes a Taiwán y otros esfuerzos legislativos de Estados Unidos intentan tratar a Taiwán como un estado de jure y desarrollar rela- ciones de facto “de estado a estado” con Taiwán. Estas acciones reducirán el margen de maniobra en las relaciones entre ambos lados del Estrecho (Zhu, 2018).

La aprobación de leyes estadounidenses en apoyo a Taiwán no resultaba una novedad: como se mencionó, en 1979 el Congreso había aprobado la LRT; pos- teriormente, en 1982 el gobierno de Ronald Reagan había acordado de manera informal con Taiwán un conjunto de lineamientos políticos que sirvieran como guías para la relación bilateral en el contexto de la ambigüedad estratégica (las llamadas “Seis Garantías para Taiwán” o Six Assurances to Taiwan).8 Para la administración “trumpista”, el siguiente paso en el endurecimiento de las po- líticas del Congreso y el gobierno federal hacia China fueron las disposiciones integradas en la Ley de Autorización de Defensa Nacional del Año Fiscal 2019 (National Defense Authorization Act for Fiscal Year 2019) aprobada por el Con- greso y ratificada por Trump en agosto de 2018 (en vigor en 2019); para Sutter, en esta Ley el lenguaje legislativo sobre China es “duro” y acusa a Beijing de utilizar una “estrategia” a largo plazo “para socavar a Estados Unidos y sus inte- reses en el extranjero” (Sutter, 2018: 2). Sobre la cuestión de Taiwán, la Ley de 2019, en su Parágrafo 1257, mandató al gobierno estadounidense a incrementar sus relaciones de cooperación para un fortalecimiento de las fuerzas armadas tai- wanesas (National Defense Authorization Act for Fiscal Year 2019, 2018: 421). Igualmente, en los Parágrafos 1258(1) y 1258(3) de la Ley de Autorización de Defensa Nacional de 2019 se menciona:

1258(1) La Ley de Relaciones con Taiwán y las “Seis Garantías” son piedras angulares de Estados Unidos en sus relaciones con Taiwán […] 1258(3) Estados Unidos debe apoyar firmemente la adquisición por parte de Taiwán de armas defensivas a través de ventas militares al extranjero, ventas comerciales directas y cooperación industrial, con

8 Las Seis Garantías son un conjunto de principios informales adoptados unilateralmente por Estados Unidos como directivas orientadoras de sus posiciones políticas hacia Taiwán. En 1982, durante las negociaciones para el Tercer Comunicado Conjunto Estados Unidos-China sobre Ventas de Armas a Taiwán, el gobierno de Taiwán presentó a Estados Unidos seis puntos como pautas en la conducción de las relaciones entre Estados Unidos y Taiwán. Según el ex embajador John Holdridge, Estados Unidos estuvo de acuerdo con estos puntos, transmitió este consenti- miento a Taiwán y, a finales de julio de 1982, informó al Congreso sobre el acuerdo (es clara la inconformidad de la República Popular China hacia el contenido de las Seis Garantías) (ver: Six Assurances to Taiwan, 1982 y Third Joint Communiqué on Arms Sales to Taiwan, 1982). Los seis puntos son:

1. Estados Unidos no fijaría una fecha para la terminación de las ventas de armas a Taiwán;

2. Estados Unidos no alteraría los términos de la Ley de Relaciones con Taiwán;

3. Estados Unidos no consultaría previamente con China antes de tomar decisiones sobre la venta de armas estadounidenses a Taiwán;

4. Estados Unidos no mediaría entre Taiwán y China;

5. Estados Unidos no alteraría su posición sobre la soberanía de Taiwán, que era que la cuestión debía ser decidida pacíficamente por los propios chinos, y no presionaría a Taiwán para que en- tablara negociaciones con China;

6. Estados Unidos no reconocería formalmente la soberanía china sobre Taiwán (Six Assurances to Taiwan, 1982).

especial énfasis en la guerra asimétrica y las capacidades de guerra submarina, de con- formidad con la Ley de Relaciones con Taiwán (National Defense Authorization Act for Fiscal Year 2019, 2018: 421-422).

De esta manera, en octubre de 2019 los miembros del Senado de EE.UU. apro- baron una legislación enfocada en apoyar una mayor participación de Taiwán en organizaciones internacionales (como la Organización Mundial de la Salud — OMS), con un alcance extraterritorial, con la promulgación de la Taiwan Allies International Protection and Enhancement Initiative Act (TAIPEI Act o Ley TAI- PEI, por sus siglas en inglés), la misma que fue aprobada por la Cámara de Re- presentantes en marzo de 2020 y recibió inmediatamente la ratificación de Trump (Ley TAIPEI, 2020). Algunas características significativas de la Ley TAIPEI se encuentran en sus Parágrafos 2(4) y 2(5), los cuales resumen las presiones di- plomáticas ejercidas por Beijing en contra del gobierno de Tsai desde 2016 y se enumeran los aliados diplomáticos que han roto con Taiwán a favor de “mantener relaciones diplomáticas con China” (en el momento de la promulgación de esta Ley, Taiwán contaba con 15 aliados diplomáticos) (Ley TAIPEI, 2020:1). Ade- más, la Ley tiene el propósito explícito de apoyar la pertenencia de Taiwán a or- ganizaciones internacionales y el fortalecimiento de sus “relaciones diplomáticas oficiales, así como otras asociaciones con países de la región del Indo-Pacífico y de todo el mundo” (Ley TAIPEI, 2020: 1-2).

Uno de los aspectos de mayor relevancia de la Ley TAIPEI es su alcance extraterritorial al considerar en sus Parágrafos 5(2) y 5(3) la prerrogativa por par- te de la política exterior estadounidense de otorgar ciertos estímulos a los actores que “fortalezcan” sus relaciones con Taiwán así como, en un caso contrario, la aplicación de sanciones en contra de los actores internacionales que socaven “la seguridad o prosperidad de Taiwán”:

5(2) considerar, en ciertos casos según corresponda y en consonancia con los intereses de Estados Unidos, incrementar sus compromisos económicos, de seguridad y diplomá- ticos con naciones que hayan demostrado un fortalecimiento, mejoramiento y aumento de sus relaciones con Taiwán; y 5(3) considerar, en ciertos casos según corresponda, en alineación con los intereses de la política exterior de Estados Unidos y en consulta con el Congreso, la modificación de sus compromisos económicos, de seguridad y diplo- máticos con naciones que lleven a cabo acciones serias o significativas para socavar la seguridad o la prosperidad de Taiwán (Ley TAIPEI, 2020: 4).

Como en otros casos, el gobierno chino se opuso a la promulgación de la Ley en los términos de que resultaba una “violación al derecho internacional y a las normas básicas que rigen las relaciones internacionales. Igualmente interfiere flagrantemente en los asuntos internos de China y envía una señal gravemen- te equivocada a los separatistas independentistas de Taiwán” (Xinhua, 2020). Las legislaciones anteriores fueron complementadas por la Ley ARIA para el Indo-Pacífico de 2018.

Las herramientas políticas, legal-institucionales y económicas instrumen- tadas por el gobierno de Trump en su aproximación hacia la cuestión del Estre- cho tuvieron como consecuencia una redefinición de la política de ambigüedad estratégica que, en ocasiones, pareció subordinarse a la política de máxima pre- sión: como parte de este proceso, el conflicto en el Estrecho pareció presentarse como una alternativa válida en medio de la rivalidad geopolítica (una percepción alimentada por la venta de armas de Washington a Taiwán). De acuerdo con Ye Xiaodi (2021: 23-25), este proceso hacia el conflicto puede verificarse a través de las siguientes redefiniciones: 1) el gobierno de Trump intentó mejorar las rela- ciones políticas entre EE.UU. y Taiwán desde un nivel no oficial hacia unas rela- ciones políticas semi oficiales, añadiendo un mayor espacio de interpretación a la política de “una sola China”. 2) Trump fortaleció su compromiso con la seguri- dad de Taiwán y resaltó intencionalmente su papel en el diseño estratégico regio- nal de EE.UU. (además del nuevo aparato legal favorable a Taipéi, con una venta de armas totales por 18, 300 millones de dólares a Taiwán durante su periodo, y ordenando el tránsito de buques de guerra estadounidenses a través del Estrecho mediante el eslogan “un Indo-Pacífico libre y abierto”) (The Guardian, 2019). 3) Contribuyendo al aumento del reconocimiento internacional de Taiwán, conso- lidando a sus aliados diplomáticos e incrementando el espacio internacional de Taiwán. La creciente hostilidad de la RPCh a estas medidas (particularmente a las visitas de funcionarios estadounidenses a Taiwán) cimentaron las bases para la Cuarta crisis del Estrecho de 2022.

El discurso “trumpista” sobre la posverdad: la pandemia de Covid-19 y el

conflicto en el Estrecho de Taiwán

Como se mencionó, en el inicio de la propagación de la pandemia de Covid-19, a partir de marzo de 2020, y como reacción a las consecuencias nocivas que tuvo el confinamiento para la economía estadounidense, el gobierno de Trump enunció un discurso acusatorio en contra de China, con la finalidad de responsa- bilizar directamente a Beijing (o al PCCh) por el origen y la propagación de la enfermedad. Esta narrativa forma parte de la generación del discurso populista y conspiracionista de Trump denominada como “posverdad”, el cual también tuvo un impacto en el desarrollo de las relaciones en el Estrecho. Como mencionan Gabriel Pérez Pérez y Mario Chavarría:

La construcción del conocimiento en torno a la posverdad alude a los condicionamien- tos sociales en los que se despliegan las creencias y saberes sobre la realidad, o como se menciona en sus definiciones, sobre los hechos objetivos. Su elaboración obedece a una intencionalidad, con el propósito de generar efectos prácticos sobre el control de la información y en consecuencia, sobre la percepción mediante la cual filtramos nuestra visión del mundo, tal cual lo observamos (Pérez Pérez y Chavarría, 2020: 27).

Lo anterior puede observarse en los discursos y declaraciones difundidos por Trump y el secretario Pompeo en los que responsabilizaban al PCCh por la “pro- pagación de la pandemia”: “el presidente Trump empezó a referirse a la Covid-19 como “el virus chino”. En la reunión del G7 realizada el 25 de marzo de 2020, Pompeo lo llamó “el virus de Wuhan”” (The New York Times, 2020; Connelly, 2021: 14; Rocha Pino, 2022: 662-663). De manera similar, Pompeo declaró en julio de 2020: “sabemos que el Ejército Popular de Liberación tampoco es un ejército normal. Su propósito es defender el gobierno absoluto de las élites del Partido Comunista Chino y expandir el imperio chino…” (Pompeo, 2020b).

Por otra parte, Beijing respondió de manera similar con un discurso cons- pirativo: el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Zhao Lijian, señaló en su cuenta de Twitter que la enfermedad de Covid-19 podría haber sido trasladada a China por miembros del ejército estadounidense (en ese caso, elementos que habían participado en los Juegos Militares Mundiales realizados en China en octubre de 2019 y que había permanecido en las cercanías de Wuhan) (Zhao, 2020). Hacia mayo de 2020, Trump y sus funcionarios disminuyeron sus acusa- ciones conspirativas en contra del PCCh sobre el origen de la Covid-19 aunque encontraron un nuevo sujeto para sus acusaciones: en este caso la Organización Mundial de la Salud. En julio de 2020, Trump anunció que retiraba a EE.UU. de la OMS con el argumento de que la organización se encontraba bajo “el control de China”: de manera paradójica, el apoyo estadounidense a que Taiwán pertene- ciera a la OMS había justificado la promulgación de la Ley TAIPEI. De esta ma- nera, el secretario de Salud estadounidense, Alex Azar, se presentó en Taipéi en agosto de 2020. El gobierno de Trump planeaba aumentar las actividades de sus funcionarios realizando visitas a Taiwán y, en los últimos días de su mandato, se había programado un viaje de la embajadora de EE.UU. en Naciones Unidas, Ke- lly Craft, a Taipéi: sin embargo, la visita se canceló en el contexto de los graves acontecimientos que correspondieron al “asalto” del Capitolio de Washington el 6 de enero de 2021 (Reuters, 2021).

En Taiwán el término “neumonía de Wuhan” fue utilizado por los funcio- narios del gobierno de Tsai y sus medios oficiales desde que se dio a conocer la identificación de una “neumonía atípica” en China en enero de 2020 y continuó siendo usado durante el resto de la pandemia (a pesar de las recomendaciones de la OMS): en el caso de su comunicación pública, la presidenta Tsai prefirió usar el término Covid-19 en su cuenta de Twitter en idioma inglés, aunque en su comunicación en chino “…la denominó Wuhan feiyan (武漢肺炎) o “neumonía de Wuhan”” (en China el nombre oficial es “neumonía por nuevo coronavirus”

— 新冠肺炎,xinguan feiyan). El uso entre los dos términos reflejó un debate en Taiwán entre el PDP y la oposición del Guomindang (The China Project, 2020). De manera similar, en abril de 2020, el Primer Ministro taiwanés Su Tseng-chang declaró ante el Parlamento (Yuan legislativo, 立法院) que el término “neumonía

de Wuhan” era “adecuado” para la enfermedad, en una intervención que fue apo- yada por los legisladores del PDP (Taipei Times, 2020). Para Liu Chang-de, la crisis provocada por la pandemia intensificó las tensiones políticas y militares en- tre Taiwán y China, además entre la sociedad taiwanesa “empeoró los conflictos entre las identidades nacionales y políticas”: una tensión reflejada en el término Wuhan feiyan. Asimismo, el buen desempeño inicial del gobierno taiwanés en el control de la Covid-19 estimuló un “sentido del orgullo nacional en Taiwán”: algunas de las medidas de control fueron la regulación estricta de la entrada de viajeros internacionales a Taiwán, el rastreo de contactos, la cuarentena impuesta por la tecnología y el uso universal de las mascarillas (Taiwán tuvo 253 días sin contagios oficiales de Covid-19 del 12 de abril al 22 de diciembre de 2020) (Liu, 2023: 167; Kuo, 2021: 279).

La estrategia de Taipéi de intensificar la identidad nacional y facilitar un proceso de construcción nacional a través de la contención y mitigación de la pandemia “encendió” el nacionalismo (Liu, 2023: 167). Sin embargo, al incre- mentarse los casos de Covid-19 durante 2021-2022, el gobierno de Tsai “comen- zó a perder su autoridad discursiva” y durante la propagación de la pandemia igualmente se “arraigó” un discurso basado en la posverdad como interpretación de los acontecimientos. De acuerdo con Kuo Wen-Hua “las teorías de conspi- ración en Taiwán eran internacionales y geopolíticas”: un ejemplo fue la acep- tación de un sector de políticos y expertos científicos de las vacunas de origen estadounidense contra la Covid-19 en detrimento de las vacunas originadas en la RPCh (o viceversa, en lo que también se percibía la competencia por la influencia geopolítica entre China y EE.UU. en el “Indo-Pacífico”) (Kuo, 2021: 281-282; Feng, 2021). Como señala Liu (2023: 167): “el coronacionalismo de Taiwán re- presentó una ansiedad nacional en la necesidad de conseguir el reconocimiento y la aceptación de la sociedad internacional, especialmente por parte de países desarrollados como Estados Unidos y Japón, así como la integración en la glo- balización”. La irrupción de la pandemia contribuyó a un mayor deterioro en la tensa relación sino-taiwanesa: como comparación, hacia mayo de 2020, Trump disminuyó el uso de etiquetas como el “virus chino” en su discurso de posverdad, mientras el término “neumonía de Wuhan” perduró en el gobierno taiwanés du- rante el resto de la pandemia y continúa en uso entre los medios de comunicación cercanos al PDP como el diario Liberty Times (The Voice of America, 2020; Cai, 2024).

El gobierno de Josep Biden continuó con algunos elementos del discurso de la posverdad legados por Trump a las relaciones de EE.UU. con China; en el caso de Biden, al justificar una supuesta aspiración de China para convertirse en una potencia “líder del mundo” para justificar sus propias políticas de contención y de aproximación hacia la cuestión de Taiwán: este proceso puede definirse como una “guerra hegemónica” entre Washington y Beijing por un liderazgo

mundial (Biden, 2021). Partiendo de los antecedentes analizados en la investi- gación, es posible considerar que debido al enfoque de guerra hegemónica del gobierno de Biden hacia China, sumado al desarrollo de la relación triangular China-Estados Unidos-Taiwán durante el gobierno de Trump, en la cuestión del Estrecho se manifestó una Cuarta crisis en agosto de 2022, en el contexto de las actividades amparadas por la Ley de Viajes a Taiwán (Chen, 2022; Delury, Ha- gaard y Lee, 2022; Heer, 2022). Las tensiones presentes (además de las inclina- ciones independentistas del gobierno del PDP) han sido derivadas por las visitas de funcionarios estadounidenses de alto nivel a Taiwán, como en los casos de Alex Azar en 2020 y Nancy Pelosi en 2022, así como las visitas de la presidenta Tsai y el vicepresidente William Lai a EE.UU. en 2023, en el contexto de la gue- rra hegemónica, y la radicalización de un discurso en favor de la independencia de Taiwán (en su visita de agosto de 2023, Beijing denominó a Lai “un alborota- dor”) (Taipei Times, 2022; CNBC, 2020; BBC, 2023).

De la misma manera, el escenario de la Cuarta crisis en 2022 se completó por medio de la movilización militar de China como respuesta a la visita de Pe- losi; como menciona Sutter (2022):

[…] el impacto de la crisis fortaleció la determinación del gobierno estadounidense de contrarrestar los desafíos chinos sobre Taiwán y otras cuestiones […] A pesar de la agre- siva respuesta de China al viaje de Pelosi, no hubo cambios en las visitas de congresistas estadounidense a Taiwán. Otras delegaciones del Congreso aprovecharon la oportunidad del receso de verano para continuar con las visitas menos de dos semanas después de que la visita de Pelosi provocara la crisis militar (Sutter, 2022).9

Con la elección de Lai es probable un deterioro de las relaciones en el Estrecho con un mayor involucramiento de EE.UU.: como consecuencia de la crisis de 2022, los ejercicios militares de China alrededor de Taiwán han continuado hasta inicios de 2024 y con frecuencia se incrementan conforme se presenta alguna tensión coyuntural. Un total de 1709 aviones de combate del EPL ingresaron en la Zona de Identificación Aérea del ejército taiwanés durante 2023 (Newsweek, 2024). Igualmente, es previsible un deterioro en las relaciones sino-taiwanesas, especialmente a partir del cambio del cambio de gobierno en Taipéi en mayo de 2024, con la consideración de Beijing hacia el presidente electo Lai de ser un político “independentista” que representa un peligro y que podría provocar una guerra en el Estrecho (en este caso, la ambigüedad estratégica deja en una incóg- nita la participación efectiva de EE.UU. en una posible escalada del conflicto).

9 Como parte de los ejercicios militares, el Ejército Popular de Liberación de China (EPL) anunció la realización de ejercicios con fuego real del 4 al 7 de agosto en seis áreas designadas cubriendo todo el espacio marítimo alrededor de Taiwán. Como menciona Ying Yu Lin, las activi- dades de la Armada y la Fuerza Aérea del EPL en las aguas al este de Taiwán advierten que China ahora es capaz de atacar a Taiwán desde el este, así como desde el oeste a través del Estrecho con el objetivo de imponer un bloqueo marítimo y posiblemente aéreo a la isla: “Los estrategas chinos son conscientes de la dependencia de Taiwán del tráfico marítimo para las importaciones de energía y reconocen que un bloqueo marítimo y aéreo pondría a Taiwán en una situación difícil de superar” (Ying, 2022; Xinhua, 2022).

Consideraciones finales

En la investigación se analizó el proceso de aproximación de EE.UU. hacia el Estrecho de Taiwán durante el gobierno de Donald Trump. Durante este pe- riodo se desarrolló una mayor centralidad del conflicto taiwanés en la relación EE.UU.-China, al ser integrado con un proceso de competencia geopolítica de- finida por la presidencia “trumpista”, en su Estrategia de Seguridad Nacional, como una “competencia entre grandes potencias”: China fue identificada como una de las principales potencias compitiendo en contra de los intereses estadou- nidenses. De manera coincidente, a partir de 2016 también inició un proceso de deterioro progresivo de las relaciones sino-taiwanesas debido a las inclinaciones independentistas del gobierno de Tsai Ing-wen.

Al iniciar 2018, el gobierno “trumpista” redefinió la política estadouni- dense de ambigüedad estratégica hacia el Estrecho: de esta manera, la compe- tencia geopolítica en el Indo-Pacífico quedó enlazada con las modificaciones a largo plazo en su aproximación hacia Taiwan. En la investigación se analizaron los cambios a partir de las políticas (la máxima presión y la guerra comercial), los nuevos instrumentos legal-institucionales (como la Ley de Viajes a Taiwán, la Ley de Autorización de Defensa Nacional de 2019, la Ley TAIPEI y la Ley ARIA) y el discurso de la posverdad “trumpista” como sanción diplomática en contra de China. Como consideración final es posible argumentar que las políti- cas de Trump asentaron las condiciones para el inicio de una crisis se seguridad en el Estrecho, algo manifestado en agosto de 2022: aunque la Cuarta crisis se consideró limitada a ese momento, también dejó como consecuencia un mayor deterioro de la relación sino-taiwanesa y la rutinización de ejercicios militares del EPL. A partir de mayo de 2024, dichas condiciones habrán de ser enfrenta- das por el gobierno de William Lai, considerado por China y EE.UU. como un político más radical en sus preferencias hacia la independencia de Taiwán en comparación a la presidenta Tsai. ֍

Material suplementario
Referencias
BIDEN, J. (2021) Remarks by President Biden in Press Conference. The Whi- te House, Washington, 25 de marzo, en: https://www.whitehouse.gov/ briefing-room/speeches-remarks/2021/03/25/remarks-by-president-bi- den-in-press-conference/
BBC (14 de agosto de 2023). “Taiwan VP a “Troublemaker” for US visit: Bei- jing”. BBC, en: https://www.bbc.com/news/world-asia-china-66495368
CAI, Y. (10 de enero de 2024). “武漢肺炎及流感將入流行高峰 宜蘭縣開設18 個快打站” (“Wuhan feiyan ji liugan jiang ru liu hang gaofeng Yilan xian kaishe 18 ge kuai da zhan”). Liberty Times (自由時報), en: https://health. ltn.com.tw/article/breakingnews/4548103
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