Resumen: El propósito de este artículo es exponer el proceso histórico de crecimiento urbano que vivió San Juan de Girón (Santander) entre 1964 y 1985 a partir de la configuración territorial que se dio en el área periférica de la ciudad. Aquí se estudia la periferia teniendo en cuenta una documentación que ilustra el desarrollo, la ubicación y los proyectos de vivienda, obteniendo una aproximación morfológica y tipológica de esta problemática. Además de lo anterior, se realiza una lectura histórica y física del nuevo territorio, que se conformó rompiendo los viejos parámetros urbanos que regían la ciudad y el contexto regional. Lo que permitió establecer tres momentos puntuales dentro de la configuración de la periferia e identificar los principales agentes urbanos que promovieron diversos proyectos públicos y privados como solución a la demanda habitacional que se generó en aquella época.
Palabras clave:ciudadciudad, Colombia Colombia, vivienda (Thesaurus) vivienda (Thesaurus), crecimiento urbano crecimiento urbano, periferia urbana periferia urbana, Santander Santander.
Abstract: The purpose of this article is to present the history of the urban growth of San Juan de Girón (Santander) between 1964 and 1985, based on the territorial development that took place in the area surrounding the city. In studying the periphery, it takes account of documentation illustrating development, location and housing projects, thus obtaining a morphological and typological approach to the problem. In addition to this, it undertakes a historical and physical reading of the new territory, which made it possible to break down the old urban schemes that governed both the city and the regional context. This made it possible to establish three exact moments in the configuration of the periphery and to identify the main urban agents that promoted diverse public and private projects as a solution to the demand for housing that arose in that era.
Keywords: housing, Colombia (Thesaurus), city, urban growth, urban periphery, Santander.
Resumo: O propósito deste artigo é expor o processo histórico de crescimento urbano que viveu San Juan de Girón (Santander) entre 1964 e 1985 a partir da configuração territorial que se deu na área periférica da cidade. Aqui se estuda a periferia tendo em conta uma documentação que ilustra o desenvolvimento, a localização e os projetos de moradia, obtendo uma aproximação morfológica e tipológica dessa problemática. Além disso, realiza-se uma leitura histórica e física do novo território, que se formou quebrando os velhos parâmetros urbanos que regiam a cidade e o contexto regional. O que permitiu estabelecer três momentos pontuais dentro da configuração da periferia e identificar os principais agentes urbanos que promoveram diversos projetos públicos e privados como solução para a demanda habitacional que se gerou naquela época.
Palavras-chave: cidade, crescimento urbano, periferia urbana, Colômbia (Thesaurus), moradia, Santander.
Espacio estudiantil
Crecimiento urbano en la configuración del área periférica de San Juan de Girón, 1964-1985 (Santander-Colombia)*
Urban Growth in Shaping the Peripheral Area of San Juan de Girón, 1964-1985 (Santander, Colombia)
Crescimento urbano na configuração da área periférica de San Juan de Girón, 1964-1985 (Santander-Colômbia)
La década de los años sesenta del siglo XX marcó un punto importante dentro de los procesos de crecimiento urbano en diferentes partes del mundo. Puede decirse que fue un período de adaptación y consolidación de los parámetros modernos de planificación y construcción de ciudades, así como de las soluciones de vivienda más rentables y saludables para la población de bajos ingresos y sectores medios. Pero la zona latinoamericana se movía a otro ritmo, ingresando de manera tardía —o mejor, lentamente— a los paradigmas de lo urbano, con décadas de diferencia en comparación con Europa e incluso Estados Unidos, que habían implementado y ensayado muchas de las propuestas emanadas de los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM), en cuyas ediciones se dieron cita los mejores arquitectos y urbanistas con la única finalidad de pensar la ciudad y sus problemáticas. Es por ello que en América Latina se adaptaron más los planes a las propias necesidades y particularidades físicas y sociales de los territorios —o al menos eso se intentó—, aprendiendo de las problemáticas que ya se habían detectado en otras ciudades del mundo.
En el caso colombiano, las primeras ciudades que se examinaron bajo estos parámetros fueron las principales capitales del país, quedando rezagadas las ciudades intermedias y pequeñas, muchas de las cuales cobraron importancia dentro de las dinámicas de formación de los nuevos procesos urbanos de crecimiento y densificación de carácter regional. Sin embargo, tanto unas como otras experimentaron un crecimiento urbano notable a partir del aumento poblacional, que, según Jacques Aprile-Gniset, coincidió con la fase histórica de la “urbanización intensiva y acelerada” entre los años cuarenta y sesenta del siglo pasado1. Si bien estos procesos se estaban gestando en todo el mundo —incluida Latinoamérica desde los años treinta del siglo XX2—, en Colombia va a tener un matiz particular. En tanto que en otras latitudes el papel que cumplió la industrialización fue directo e indiscutible, en el territorio nacional fue mucho más contundente la migración del campo hacia las ciudades, guiada no por la atracción que ejercían las industrias sino por una expulsión originada en los procesos de violencia que se vivieron por aquel entonces3.
En lo que sí coincidieron las ciudades colombianas y latinoamericanas es en que los nuevos habitantes llegaron a ocupar principalmente las periferias y los barrios suburbanos, asegurando la continuidad de las mismas pero trayendo consigo nuevas problemáticas que repercutieron en sus estructuras urbanas, donde sobresalió la crisis del alojamiento, que representó enormes desafíos a las diferentes administraciones de gobierno locales. Esto llevó a Aprile-Gniset a afirmar que la vivienda y la construcción periférica se volvieron el modo de crecimiento físico de las ciudades, donde la casa se convirtió en el principal motor de la expansión territorial urbana4. Ante este panorama, los programas de vivienda se tornaron imprescindibles dentro de los planes de desarrollo estatales de Colombia, convirtiéndose en sus primeras etapas en los líderes del proceso de crecimiento urbano, de manera especial a través de programas de viviendas de interés social, que partieron de los lineamientos que consideraban la inversión en desarrollo urbano y vivienda como partes fundamentales para el desarrollo económico y social5. Sin embargo, la oferta privada siempre trabajó de forma paralela con el Estado, e incluso lo supero en épocas posteriores.
Fue entonces durante los años sesenta que se creó en Colombia la última institución de carácter oficial destinada al manejo de la vivienda —el Fondo Nacional del Ahorro (1968)—, y otras con más trayectoria, como el Instituto de Crédito Territorial (ICT), aún seguían vigentes. Pero tal vez lo más importante en este período fue la creación del Banco de Ahorro y Vivienda, las Asociaciones Mutuarias de Ahorro y Préstamo y las cajas y secciones de ahorro de los bancos comerciales, que fueron determinantes dentro de los procesos de adquisición de vivienda en el país6. Esto repercutió en la década de los setenta, cuando los sistemas de financiamiento de vivienda dieron un cambio radical, debido a la constitución de las corporaciones privadas de ahorro y vivienda, que entraron a operar dentro del sistema de las Unidades de Poder Adquisitivo Constante (UPAC). Dichas corporaciones, junto con las grandes urbanizadoras y constructoras, se convirtieron en las líderes del mercado de la vivienda en el país7.
Así, pues, no es de extrañar que ante tantos actores y actuaciones posibles dentro del competitivo campo de la urbanización, el Gobierno nacional entrara a proponer una Ley de Reforma Urbana en 19718, que permitiera regular la actividad constructora y evitara la especulación urbana, en un afán por velar por el bienestar de sus ciudadanos, mientras que se buscaba controlar el crecimiento de las principales ciudades del país. Todo ello trajo consigo una serie de debates nacionales y locales en torno al problema de la vivienda. Desde el ámbito nacional, por ejemplo, los partidos políticos opinaban sobre los puntos fuertes de la Reforma y los que en su concepto definitivamente debían replantearse; la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol) expuso las dificultades que estaba viviendo el sector de la construcción durante 1972, debido a factores como la incertidumbre generada por la Ley de Reforma Urbana, la reducción de fondos del Banco Central Hipotecario (BCH), la falta de recursos del Ministerio de Obras Públicas, las dificultades que estaba presentando el ICT y la falta de seriedad de las entidades contratantes con las empresas del sector constructor, debido a que se creía que este sector se había generado a partir de un auge específico que pronto pasaría9.
Por su parte, en el entorno local estudiado en este artículo, las nuevas corporaciones de ahorro y vivienda llegaron con fuerza a la ciudad de Bucaramanga —capital del departamento de Santander— y a los municipios aledaños a partir de 1973, manteniéndose en un tipo de auge comercial hasta 1975, aproximadamente10. Pero paradójicamente, mientras que las corporaciones de ahorro y vivienda realizaban alianzas con las urbanizadoras de la ciudad y el ICT para poner en marcha varios proyectos urbanísticos, la industria de la construcción presentó episodios de crisis referentes a los altos costes y escasez de materiales11 y mano de obra12, creando un vaivén en el mercado. Estas dificultades provocaron que la demanda superara la oferta y que, a pesar de sus alianzas, las corporaciones, urbanizadoras, y hasta el mismo ICT, manifestaran la falta de apoyo del Gobierno nacional para llevar a cabo sus proyectos13.
Pero tal vez el año más importante fue 1976, ya que en este contexto se empezó a debatir uno de los temas que guiarían el futuro de Bucaramanga y las ciudades vecinas: la creación del Área Metropolitana de Bucaramanga (AMAB)14. El primer antecedente de esta agrupación se dio en 1975, cuando se creó la Asociación de Municipios del Área de Bucaramanga, que reunió a esta última con Floridablanca, Girón, Piedecuesta, Lebrija y Tona15. La AMAB encontró también apoyo en instituciones reconocidas como el Fondo Nacional de Planeación y la Corporación para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga (CDMB), a fin de llevar a cabo los estudios técnicos necesarios para promover obras de infraestructura conjunta, así como programas para preservar el medioambiente.
En tal sentido, lo que buscaba la AMAB era planificar el ordenamiento físico de los municipios integrantes, para llevar a cabo un uso racional del suelo rural y urbano que permitiera una optimización de los recursos existentes y una integración de los servicios públicos, regulando el crecimiento urbano de los municipios y disminuyendo los costos sociales de dicho proceso. Pero en realidad la asociación tuvo que sortear varios obstáculos como la falta de dinero y la demora en la creación de un código de urbanismo, que diera a conocer los lineamientos a seguir por los municipios en materia de construcción. Este código, de más de quinientas normas, sólo vio la luz hasta 1982, después de muchos debates16.
Por último, es dentro de este complejo escenario urbano donde se circunscribe el actual estudio del crecimiento de la ciudad de San Juan de Girón, y específicamente, la configuración de su área periférica. La hipótesis principal que se maneja es que después de un largo proceso de estancamiento durante la primera mitad del siglo XX, la ciudad experimentó el comienzo de un nuevo desarrollo urbano, respondiendo a las nuevas dinámicas económicas y sociales que trajo consigo la implantación de industrias sobre su zona de influencia, pero: ¿Hasta qué punto la consolidación de Girón como corredor industrial fue determinante en el crecimiento urbano de la ciudad? ¿O dicho crecimiento respondió a otras causas? ¿Cómo se configuró el área periférica? ¿Qué modelo o modelos de crecimiento se presentaron? ¿Qué papel tuvo la topografía en dicha configuración? ¿Qué agentes urbanos intervinieron en el proceso? ¿Qué papel cumplieron los barrios en el proceso de configuración de la periferia?
Estas inquietudes esperan ser resueltas dentro del presente artículo, el cual —después de una introducción que da cuenta del contexto histórico de la ciudad— expone en el primer apartado el proceso de configuración de la periferia de San Juan de Girón; en el segundo plantea el papel que tiene la morfología urbana como opción teórica y metodológica para estudiar el crecimiento de las ciudades, tomando como base las características morfológicas y tipológicas de Girón; y, por último, el tercer apartado presenta los principales proyectos urbanísticos que se desarrollaron durante el período de estudio.
La ciudad de San Juan de Girón está ubicada a 9 km de Bucaramanga, la capital del departamento de Santander (Colombia). Limita al norte con los municipios de Sabana de Torres, Rionegro y Lebrija; al oriente con los municipios de Floridablanca, Piedecuesta y Bucaramanga; al occidente con el municipio de Betulia y al sur con los municipios de Los Santos y Zapatoca. Se encuentra asentada sobre la margen occidental del valle del río de Oro, el cual ejerce una acción de fractura sobre el territorio, que a su vez es bordeado por otros afluentes como el río Frío, la quebrada La Iglesia y la Quebrada de Las Nieves, esta última ubicada al sur de la ciudad, y la atraviesa de occidente a oriente. Los orígenes de su poblamiento se remontan a 1636, cuando el español Francisco Mantilla de los Ríos la fundó por primera vez, en el sitio conocido como Pujamanes. Después de algunas disputas legales por su jurisdicción con las ciudades vecinas de Vélez y Pamplona y el traslado del primer poblado, se concluyó su establecimiento en el sitio de Macaregua, junto al margen izquierdo del río de Oro, en 1638, sitio donde se encuentra en la actualidad17. Al ser creada legalmente como ciudad18, gozó de todas las preeminencias de una ciudad colonial española, y a lo largo del siglo XVII se consolidó su núcleo urbano, el cual fue creciendo alrededor de la plaza principal, donde se hallaban concentrados los poderes político, económico y social.
El núcleo inicial de Girón se caracterizó por la casi perfecta conjunción entre el valle plano del río de Oro y la trama ortogonal implantada por los españoles, quienes sortearon el obstáculo natural que les representó la quebrada de Las Nieves con la construcción de puentes de calicanto y piedra, que le dieron un poco más de continuidad al tejido urbano hacia la parte sur de la ciudad19. Sin embargo, el río de Oro fue la gran barrera natural que condicionó la expansión de la misma, conteniéndola durante los siglos XVII y XVIII, a pesar de la importancia política e incluso económica que ostentó durante aquella época20. Ya para el siglo XIX, las condiciones de desarrollo cambiaron; las guerras de independencia, los nuevos ciclos económicos y las guerras civiles fueron decisivos para el establecimiento de un nuevo orden político, económico y social en el país. Y ahí es cuando algunas ciudades que habían vivido su máximo esplendor durante la Colonia como Vélez, Pamplona, Ocaña y Honda pasaron a un segundo plano. En el caso de Girón, se vio relegada en gran medida gracias a la rápida expansión que experimentó la vecina ciudad de Bucaramanga, que se posicionó como la capital del departamento de Santander y como el nuevo centro económico y político de la región21.
En el último cuarto del siglo XIX, los límites urbanos de Girón no se habían expandido de manera significativa, y la ciudad estaba conformada por treinta manzanas aproximadamente, articuladas por medio de un sistema de calles amplias y empedradas y pequeñas callejuelas que se conservaban de la época colonial. El centro del área urbana seguía siendo la plaza principal, aunque también se reconocen la capilla de Las Nieves y la plazoleta que lleva el mismo nombre como puntos importantes dentro de la organización espacial de Girón durante aquellos años22. Si bien el ascenso de Bucaramanga la mantuvo apartada de la escena regional durante la primera mitad del siglo XX ―factor que, junto con la contención natural que ejerció el río de Oro, permitieron que urbanísticamente no se alteraran los patrones coloniales―, fue la relación con la capital departamental la que le permitió integrarse a los nuevos procesos de desarrollo a lo largo de la segunda mitad del mismo siglo23.
En este caso, la ciudad de San Juan de Girón no estuvo exenta de los vaivenes que trajo consigo el desarrollo urbano que vivió el país a partir de la década del sesenta. Girón se benefició de grandes proyectos liderados tanto por el sector oficial como por el privado, donde se destacan los proyectos urbanísticos de Santa Cruz y El Poblado, que abrieron las puertas a otras obras modestas pero no menos importantes, dinamizando por completo el mercado inmobiliario de la ciudad. Con ellos se buscó dar solución al problema de vivienda que empezó a evidenciar la ciudad, debido al aumento paulatino de la población24. Este aumento poblacional coincidió también con la llegada de industrias a la zona periférica de la ciudad de Girón, en especial las de tipo metalmecánico y de autopartes, como se identifica en la tabla 1.

Estas industrias fueron atraídas por tres factores claves: la adecuación y consolidación de los servicios públicos; la posición privilegiada de la ciudad, ya que ésta favorecía la salida y circulación de los productos, conectándose rápidamente con el centro, oriente y norte del país; y las facilidades e incluso exenciones en el pago de impuestos de industria y comercio, prediales y de mercancía extranjera, por asentarse en el espacio de influencia de la ciudad25. Lo anterior promovido desde el Gobierno municipal y encabezado por el alcalde de la época —el señor Carlos Pradilla Peña—, quien decidió impulsar ambiciosos proyectos de infraestructura “para hacer de la villa un emporio industrial armónicamente desarrollado que enlace las bellezas naturales con las reliquias históricas”26.
Ahora bien, las industrias debían cumplir con unos requisitos para hacerse acreedoras de los beneficios, siendo el más determinante para el desarrollo urbano de Girón, el artículo 8 del Acuerdo municipal número 001 de enero 10 de 1968: “Art. 8° Las empresas estarán obligadas a contratar personal residente en Girón en un 40% del total del personal, siendo de anotar que el porcentaje a que se hace referencia debe ser tanto más alto si se trata de personal que para ingresar a las empresas no necesita ser calificado, ya que para tener derecho a este beneficio se debe dar estricto cumplimiento a lo que aquí se establece”27. De esta forma, los nuevos habitantes no podían ser acogidos por el centro de la ciudad, cuya antigua infraestructura urbana estaba ocupada y no podía transformarse para darles cabida, debido a la protección que le otorgó la ley al incluirla dentro de la lista de Monumentos Nacionales, mediante el decreto nacional 264 de 196328. Es así como las autoridades municipales se concentraron en conservar el casco antiguo y restaurar importantes edificaciones coloniales, buscando con ello el apoyo de arquitectos e instituciones como la Corporación Nacional de Turismo29, mientras se empezaba a delimitar lo que se ha denominado las primeras periferias de la ciudad (ver la imagen 1)30.

Dentro del período de estudio se pueden identificar tres periferias, así: la primera periferia (pp) se inició en 1966 y se extendió hasta 1973, y la conformaron dos proyectos de vivienda: el barrio Santa Cruz (primera periferia sur) y el barrio El Poblado (primera periferia norte), y un proyecto urbano industrial llamado Vegas de Villamizar (primera periferia noreste). La segunda periferia (sp) se inició entre 1972 y 1973, se consolidó hasta 1979 y se caracterizó por la ocupación de los terrenos inmediatamente siguientes al casco antiguo de la población (en sentido oeste), específicamente en la zona conocida como barrio Eloy Valenzuela. En su mayoría se trataba de fincas privadas que, atraídas por la demanda de vivienda, se dieron a la tarea de conseguir permisos para lotear, urbanizar y vender los predios ya demarcados, para su posterior edificación particular. Éste es el sector que presentó la mayor dinámica de crecimiento de la ciudad durante el período estudiado (exceptuando los grandes proyectos urbanísticos)31. La tercera periferia (tp) se inició en 1979 y se extendió hasta 1985. La conformaron el proyecto de vivienda El Rincón de Girón, ubicado en la zona este de la ciudad (tercera periferia este), y otros pequeños y variados proyectos, en especial en la zona oeste, dentro del sector Eloy Valenzuela o muy cerca de este barrio (tercera periferia oeste). Por la proliferación de proyectos se ha decidido llamarlo el boom de las urbanizaciones32. Las periferias se constituyeron a partir de proyectos urbanísticos dirigidos a sectores medios, de obreros y empleados del sector oficial33. Resulta interesante aquí que la única mención clara y directa de un proyecto de vivienda higiénica pensado desde la Alcaldía municipal para sus empleados aparezca concretada en 1984 (Urbanización Primero de Mayo)34, cuarenta años después que los primeros lineamientos nacionales se dictaran sobre el particular35 y sesenta años después de que los más famosos arquitectos y urbanistas reflexionaran al respecto en los primeros encuentros del CIAM36.
Ahora bien, la identificación de las periferias permite estudiar el crecimiento urbano de la ciudad de San Juan de Girón desde dos ámbitos: el del barrio y el de la vivienda. Entre 1964 y 1985, el crecimiento urbano de la ciudad se caracterizó por la construcción de barrios gestionados y financiados en su mayoría desde el sector privado, como El Poblado y El Rincón de Girón; sin embargo la actuación estatal a través del ICT fue importante en barrios como Santa Cruz, Río de Oro y El Palenque, y llegó a realizar alianzas con la firma urbanizadora Urbanas S. A. para financiar algunas etapas iniciales de El Poblado37. Pero además, durante los setenta ―y gracias al mencionado auge de las corporaciones de ahorro y vivienda, junto a la aparición de nuevas y pequeñas constructoras y urbanizadoras privadas― se llevó a cabo la construcción de proyectos modestos, en comparación con los anteriores, como La Campiña, Giraluz, El Angulito y El Carrizal.
En tal sentido, aproximadamente el 60% de los proyectos tanto públicos como privados ofertaron casas totalmente construidas, mientras que el 40% restante eran lotes destinados a la autoconstrucción y el desarrollo progresivo de las viviendas. En el caso de la ocupación del sector Eloy Valenzuela, la situación fue diferente porque más del 70% de la operaciones inmobiliarias que se gestionaron fueron destinadas a la compra-venta de lotes urbanizados con miras a la edificación posterior a cargo de los propietarios, es decir, fue un sector donde predominó la autoconstrucción particular38. Así, pues, el crecimiento urbano de San Juan de Girón fue tomando formas diversas, un tanto desordenadas, y fue apenas controlado por las autoridades municipales. La ciudad no tuvo una oficina de planeación que vigilara de manera eficaz todas las actividades referentes a su desarrollo urbanístico39; dichas gestiones eran autorizadas y reguladas por la Personería Municipal40, y sólo cuando las obras de infraestructura lo requirieron se acudió a la Oficina de Planeación Departamental, y ya para finales de la década del setenta, con la creación de la AMAB, algunos asuntos empezaron a tratarse con la Oficina de Planeación Metropolitana41.
En una investigación como la realizada para la ciudad de Girón, en donde los documentos oficiales que dan cuenta del desarrollo urbano y la planificación antes de 1990 son pocos o están muy dispersos, y donde las fuentes más completas son los archivos notariales y la cartografía, se hace necesario recurrir a otras herramientas poco convencionales dentro de los estudios históricos más tradicionales, en este caso, al estudio de la morfología espacial y la tipología edificatoria, estableciendo las posibles relaciones entre éstas y los agentes que las producen. Partiendo de ello, uno de los procesos vitales que experimentan las ciudades es el crecimiento, entendido como “la progresión en el tiempo y en el espacio geográfico del hecho urbano”42, que puede darse de varias formas, según los elementos que se tomen en consideración, y que a grandes rasgos pueden ser continuos, discontinuos o lineales43. El estudio del crecimiento histórico de la ciudad puede llevar entonces a reconstruir los procesos de expansión urbana desde los núcleos iniciales hasta épocas bastante posteriores, permitiendo comprobar el papel que cumplen las barreras y los límites —ya sean naturales o artificiales—, así como la intervención de los agentes urbanos, que son los que finalmente construyen la ciudad y los responsables de su organización general, de los usos del suelo y, en definitiva, de la morfología44.
Dicha conexión entre formas, agentes y causas del crecimiento urbano es lo que da soporte a los estudios realizados dentro de la corriente de la morfología urbana, que se ha desarrollado desde la arquitectura, la geografía y, en menor medida, la historia. En el caso de la presente investigación se tuvieron en cuenta los planteamientos de los autores españoles Horacio Capel y Manuel de Sola-Morales, siendo este último el que estableció una relación básica para el estudio de la construcción de ciudad, a saber: parcelación + urbanización + edificación ; etapas que no se dan simultáneamente, y donde las diferentes combinaciones que surgen en cada momento histórico son las que alimentan la diversidad morfológica de cada ciudad.
Por otro lado, como eje central del estudio aparece el término periferia , utilizado de manera específica para referirse a aquellos espacios urbanos que se localizan una vez finalizado el núcleo continuo de la ciudad y que, por lo tanto, forman parte de ella, esto independientemente de si los proyectos de vivienda son de carácter formal o informal. En el caso de Girón, las tierras más inmediatas al centro —es decir, pasando el río de Oro— habían sido de extracción agrícola hasta mediados del siglo XX, situación que cambió drásticamente. En tanto, dentro de la dinámica de configuración de la periferia, los barrios se tomaron como núcleos urbanos relativamente homogéneos, y para estudiar sus características morfológicas se utilizaron, en un primer momento, dos escalas de análisis, que permitieron hacer una aproximación en lo sucesivo, y que son planteadas por Doris Tarchópulos: ciudad y barrio45. En la escala de la ciudad se identificaron las conexiones entre el barrio y el sistema vial en general, a fin de determinar la accesibilidad desde y hacia ellos. Estas conexiones han sido clasificadas por Doris Tarchópulos en acceso único aislado, acceso único en ramal, acceso ramal doble a una vía arteria, acceso tangencial, acceso doble ramal y tangencial a dos vías arterias y acceso ramal doble a dos vías arterias46.
Ahora bien, en la escala barrial se identificaron los factores morfológicos y su integración funcional y/o espacial, es decir, las conexiones viales dentro del barrio y los tipos de trazados, elementos que pueden variar según el origen del barrio. Éstos, al igual que la ciudad, pueden presentar diversas formas de crecimiento, que para el caso específico de los barrios periféricos en Colombia, algunos autores han establecido en cuatro formas (ver la tabla 2).

Para el caso de análisis de los barrios, y gracias a similitudes tipológicas encontradas, se utilizó la clasificación desarrollada por la arquitecta Adriana Hidalgo, quien con base en sus propias observaciones en la ciudad de Tunja y las teorías italianas sobre morfología y tipología urbana más importantes establece las siguientes familias tipológicas: crecimiento popular espontáneo de viviendas unifamiliares en manzanas abiertas, polígonos multifamiliares de bloque abierto, enclaves cerrados de vivienda unifamiliar aislada o adosada en conjuntos cerrados, polígonos de vivienda unifamiliar adosada y/o loteos para su desarrollo, equipamientos en bloque abierto, polígonos industriales, vivienda unifamiliar semi rural y vivienda en manzana abierta de uso mixto y comercial47.
Por último, se puede plantear que la forma urbana es tomada como una herramienta de análisis, donde la arquitectura y la ciudad se acoplan en un mismo punto, con la intención de conocer qué actores y procesos han intervenido en el crecimiento de la ciudad, asumiendo las formas como elementos dinámicos de una realidad histórica que se transmuta periódicamente, y que, más allá de las transformaciones de lo construido, se convierten en huellas históricas de la complejidad y la diversidad espaciales.
El crecimiento urbano que presentó la ciudad de San Juan de Girón durante este período fue discontinuo, específicamente sobre la primera periferia sur, por la acción en gran medida de la fractura territorial que ejerció el río de Oro sobre las áreas circundantes de la ciudad; ello aunado a otros dos límites físicos como el río Frío y la quebrada de Las Nieves, que pasan directamente sobre el plano de la ciudad. Estos factores naturales fueron los principales elementos físicos que contuvieron el crecimiento de San Juan de Girón. Pero además, hacia el noreste se constituyeron nuevos fragmentos discontinuos, representados en las instalaciones industriales (primera periferia noreste), siendo la más importante la urbanización industrial Vegas de Villamizar, gestionada por Urbanas S. A., que creció de manera lineal a un costado de la vía Bucaramanga-Girón. Mientras que en el sur, el barrio Santa Cruz surgió como un nuevo enclave, jalonado por la fábrica Trefilco, con un trazado diferente al del núcleo urbano primigenio y unido a éste por una vía que atravesaba el río de Oro. En contraste, en la primera periferia norte se produjo un crecimiento continuo, gracias a la cercanía con las manzanas preexistentes, ligeramente separado del trazado colonial y unido a éste por una vía principal que atravesaba la ciudad por su centro.
Ahora, una de las formas de crecimiento que se dio durante el período es el crecimiento suburbano (U+ P + E), en el cual las obras de urbanismo son básicas, originadas en actuaciones puntuales que optan por localizaciones separadas del tejido urbano existente, como el caso de la urbanización industrial Vegas de Villamizar. El otro tipo de crecimiento que se encontró es el de ciudad jardín (UP + E)48, en donde los proyectos se materializaron a través de la práctica del loteo y con obras de urbanismo básicas gestionadas por un mismo agente; entre tanto, en la última etapa de edificación quedó en manos del propietario, como son los casos de los barrios Santa Cruz y El Poblado, en sus primeras etapas, que corresponden ambos a desarrollos progresivos según patrón de normas mínimas (U + P + E).
Dentro de la segunda y tercera periferias de la ciudad, los tipos de crecimiento que se dieron fueron variados. Por una parte, aparecieron las viviendas unifamiliares en conjuntos abiertos, donde los promotores se encargaron de las etapas de parcelación y urbanización, mientras que el propietario edificó su vivienda, bien sea siguiendo un plano tipo o no49, como es el caso de la conformación del llamado barrio Eloy Valenzuela, principal eje de expansión urbano sobre la segunda periferia. Por otra parte, surgieron los polígonos de vivienda unifamiliar50, donde todas las etapas (U + P + E) se llevaron a cabo por parte de un agente público o privado en la mayoría de los casos, donde resaltan las viviendas del tipo adosadas, que mantenían una coherencia visual dentro del entorno —como en el caso de los barrios Rincón de Girón, Giraluz, El Carrizal y La Campiña—.
A continuación se presentan tres proyectos urbanísticos relevantes del período 1964-1985 en la ciudad de San Juan de Girón, analizados a partir de los lineamientos de la Morfología urbana expuestos anteriormente.
En un primer momento, y atraída por el impulso que tomó el sector industrial en la zona gironesa, la constructora Urbanas S. A. hizo presencia con un proyecto llamado Vegas de Villamizar51, urbanización industrial con servicios básicos que se ubicaba en la vía que de Bucaramanga conducía a Girón, y también con otra urbanización de tipo industrial llamada Chimitá, sobre el sector del Café Madrid52. Ambas urbanizaciones industriales estaban ubicadas en la primera periferia noreste: Vegas de Villamizar, con acceso tangencial a la autopista que comunicaba Bucaramanga-Girón, y Chimitá, con acceso tangencial sobre los dos costados de la vía Girón-Café Madrid. Las dos urbanizaciones se localizaron a pocos minutos de la intersección vial más importante de la zona, que comunicaba las ciudades antes mencionadas con la vía a la costa Atlántica hacia el norte, y por la prolongación de la misma hacia el sur, con el anillo vial Girón-Floridablanca y el centro del país. Los proyectos fueron llevados a cabo por la urbanizadora Urbanas S. A. durante los años sesenta, logrando posicionar lotes de aproximadamente 800 m2 con red matriz de acueducto, alcantarillado sanitario, red eléctrica de alta tensión, calles pavimentadas y andén, desde los $50.000, para uso industrial exclusivo53.
El primero en consolidar un proyecto habitacional en San Juan de Girón fue el ICT, con un escaso margen de meses frente a Urbanas S. A. Es muy probable que ambos hayan comprado terrenos, gestionado permisos y empezado a urbanizar al mismo tiempo, aunque con enfoques y planes diferentes. El ICT lideró la construcción del barrio Santa Cruz en 1966, mediante el programa de autoconstrucción y la modalidad del esfuerzo propio, por medio del cual los propietarios se comprometían, entre otras cosas, a “aceptar su inclusión en el grupo dentro de la manzana que señálase la dirección del programa”, además de “aportar la mano de obra en trabajo personal y en dinero en efectivo para la construcción de la vivienda, en un plazo máximo de dos meses”54.
Es importante señalar que el barrio Santa Cruz fue financiado por la empresa Trefilco S. A., con una inversión de $4.000.000, porque el objetivo era adjudicar las viviendas —que tendrían un valor unitario de $45.000 para los trabajadores de la fábrica— que se encontraban situadas al costado sur de la ciudad, por donde pasa el río de Oro; el barrio justo se ubica a un costado de la misma. Asimismo, más allá de la inversión directa para la construcción de las viviendas, la fábrica tenía interés en realizar dos obras de infraestructura de gran envergadura: un muro de contención de aproximadamente kilómetro y medio de largo, para separar el río de la zona verde, que limitara de un modo directo con el barrio y la canalización técnica del río de Oro55.
El barrio fue situado sobre la primera periferia sur, cuya topografía plana está formada por un valle aluvial, lo que se convirtió en el primer obstáculo que debieron sortear los urbanizadores, ya que construir en cotas inundables representa grandes riesgos, originados por el desbordamiento de los ríos en épocas de lluvias intensas —en este caso, del río de Oro—. El barrio limita por el costado norte y oeste con esta fuente hídrica, que lo separa del casco antiguo de la ciudad, a la cual está conectado por medio de un acceso tangencial a la única vía principal, que se proyecta en dos sentidos. Al norte, hacia el centro de la ciudad, desembocando en uno de los costados de la plaza principal, que seguía albergando las instituciones político-administrativas, sociales y culturales de la zona. Y al sur conduce al sitio de Badohondo y Zapatoca. Puede afirmarse que el barrio Santa Cruz corresponde a un proyecto de loteo para edificación de vivienda unifamiliar, en donde las dos primeras etapas de urbanización y loteo estuvieron a cargo del ICT, y la edificación, de los propietarios, siguiendo los parámetros establecidos por el Instituto con plano tipo, siendo “una forma sencilla y rápida de construir suelo urbano, pero de lenta consolidación”56.
El barrio tenía un trazado composicional constituido por doce manzanas —en su mayoría rectangulares, aunque no homogéneas—; algunas presentaban ligeras modificaciones en la forma, divididas a su vez en 315 lotes dispuestos en hileras (con un estándar de 150 m2), lo que representaba un área importante para ser edificada y con posibilidad de ampliación posterior de la vivienda, siendo de tipo unifamiliar (algunas de dos plantas), y cada una con acceso vehicular. La propuesta del barrio era dotar el área de equipamientos básicos, tales como la escuela de niños57, una iglesia58 contigua al Centro cívico y amplias zonas verdes, que permitieran el adecuado esparcimiento de la población que iba a residir allí. Estos equipamientos estaban situados en el centro del área como elementos articuladores del espacio, y era precisamente en aquel centro donde desembocaba el sistema vial del barrio, compuesto por cinco calles de acceso desde la única vía principal, que se encontraba al costado este. Las calles eran sinuosas, con poca continuidad, mientras que las pocas vías peatonales no estaban conectadas entre sí.
Urbanas S. A., por su parte, compró algunos terrenos en el costado norte de la ciudad, en el sector comprendido entre el puente del Palenque y el sector antiguo de la misma, con el fin de adelantar un ambicioso proyecto de mil viviendas de tipo medio económico59, construidas en seis etapas entre 1966 y 1977, y que recibieron el nombre de El Poblado. La primera etapa inició en 1966 con la venta de noventa viviendas, por medio del plan de terceras partes (P3)60, con una importante participación del ICT61. Cada una de las viviendas tenía un valor total de $42.990, por lo que el monto que debía aportar el interesado era de $13.750, con un saldo pagadero a diez años62. Esta primera etapa del barrio El Poblado fue entregada a sus propietarios en agosto de 1967 completamente terminada63.
Para comienzos de ese mismo año, Urbanas S. A. ya había iniciado la promoción de la siguiente etapa del proyecto, poniendo en venta lotes y casas terminadas, con facilidades de pago e incluso incentivos de tipo monetario para quienes compraran en el barrio, como tres sorteos con premios de $25.000 cada uno64. La firma ofrecía una urbanización con todos los servicios: alumbrado público, acueducto, alcantarillado, pavimentación, sardineles, fuerza eléctrica y parques, además de tener “el mejor clima del país, mercado abundante y barato, escuela, comercio, iglesias y todas las facilidades existentes en Girón”. Para 1968 seguía ofreciendo lotes por valor de $975 de cuota inicial y un pago mensual de $25565, incentivando esta vez no a compradores sino a los propietarios que estuvieran a paz y salvo con sus pagos, con la posibilidad de ganarse un lote dentro del barrio66. Para el mes de diciembre de 1968 se empezaron a promocionar “casas económicas” por $5.999 iniciales y $352 mensuales por cinco años. En este caso, la urbanizadora entregaba las casas en una especie de etapa inicial, construidas en ladrillo en un lote de 7 x 17,50 metros, con dos habitaciones, baños, instalaciones, servicios, alumbrado público y pavimentación. Lo anterior con la posibilidad de ampliar la vivienda como y cuando lo deseara el propietario, facilitándose por la urbanizadora un plano de la vivienda67.
El barrio fue ubicado sobre la primera periferia norte y, al igual que el barrio Santa Cruz, debió sortear las cotas inundables del río de Oro, que lo bordea en sus costados norte y este. Al sur limita con la ciudad colonial, vinculado a ésta por medio de dos vías que finalizaban dentro del barrio, pero proyectadas hacia el sur: una terminaba en la ciudad, y la principal, la carrera 26, se proyectaba hacia Santa Cruz. Al oeste se encontraba con la vía principal que comunicaba Bucaramanga con Girón y Barrancabermeja, unida mediante un acceso único en ramal. El Poblado también corresponde a un proyecto de loteo para edificación de vivienda unifamiliar, en donde los procesos de urbanización y loteo estuvieron a cargo de la Urbanizadora David Puyana S. A. (posteriormente Urbanas S. A.), y la edificación, a cargo de los propietarios, aunque en algunas etapas la misma constructora ofertó viviendas completamente terminadas.
El barrio tenía un trazado reticular en dos sentidos, constituido por 39 manzanas rectangulares perfectamente alineadas, para lograr un máximo aprovechamiento de toda el área disponible para urbanizar. A su vez, dichas manzanas estaban divididas en poco más de 1.088 lotes aptos para la construcción. El barrio no tenía una centralidad sólida, un equipamiento que pudiera articular todo lo demás; así mismo, carecía de zonas verdes, y los únicos equipamientos que se proyectaron fueron un colegio y unas canchas públicas a manera de sede deportiva, ubicados a escasos metros del río de Oro, sobre el costado norte del barrio. Lo anterior sugiere que lo que se buscaba con el diseño del proyecto era aprovechar el espacio a expensas de zonas abiertas que hubiesen servido para flexibilizar el mismo y aportar áreas públicas para el esparcimiento de los residentes, pero que hubieran requerido un área considerable de terreno que se prefirió utilizar para urbanizar y construir viviendas. Al interior, el sistema vial desembocaba en el centro del barrio, representado en una pequeña glorieta; contaba con tres vías de acceso, dos desde la ciudad y una desde la carretera que comunica Girón con Bucaramanga y Barrancabermeja. Las calles rectas tienen continuidad, y las intersecciones disponibles permiten una circulación precisa dentro del barrio.
La presente investigación sobre el crecimiento urbano de la ciudad de San Juan de Girón entre 1964 y 1985 permitió identificar las características más importantes del proceso de configuración de la periferia en el departamento de Santander (Colombia), llegando a establecer tres momentos puntuales dentro del mismo: primera periferia (1966-1973), segunda periferia (1972-1979) y tercera periferia (1979-1985). Se trataría de momentos caracterizados por una serie de intervenciones tanto de agentes urbanos privados como públicos, los cuales debieron sortear las particularidades físicas de la zona, siendo la más importante de ellas el sistema hídrico que baña el valle donde se ubica la ciudad. Estos agentes promovieron diversos proyectos de vivienda como solución a la demanda habitacional que se estaba generando en aquella época, debido a tres puntos clave: la llegada de industrias a la zona de influencia de Girón, el aumento poblacional generado por la oferta laboral de las nuevas fábricas y la imposibilidad de acoger a los nuevos habitantes en el núcleo antiguo de la ciudad, que ya se encontraba ocupado y no podía modificar su estructura urbana al encontrarse clasificado como Monumento Nacional.
Así, pues, los nuevos proyectos rompieron los antiguos lineamientos urbanísticos coloniales para darles paso a otras formas de ocupar el territorio. El crecimiento que evidenció Girón fue de tipo discontinuo hacia el sur y oriente, básicamente por la presencia del río de Oro, y continuo hacia el norte y occidente gracias a la prolongación del sistema vial existente. Los nuevos barrios dejaron atrás las grandes manzanas cuadradas para dar paso a las manzanas rectangulares dispuestas en hileras, buscando la optimización de las tierras urbanizables. Y las antiguas casas coloniales de tapia se sustituyeron por modernas casas unifamiliares.
Por último, se puede concluir que, gracias a las herramientas proporcionadas por la morfología urbana, se pudo sacar máximo provecho a la información visual recopilada de las aerofotografías, los planos de los proyectos y la cartografía en general, que, utilizada en conjunto con otras fuentes primarias —como los protocolos notariales, estadísticas, informes y periódicos—, permitieron una lectura eficaz de un proceso histórico ligado al crecimiento urbano de una ciudad colombiana. Varios centros urbanos pasaron del esplendor colonial al estancamiento urbano entre los siglos XIX y comienzos del XX, hasta incorporarse de nuevo a las dinámicas regionales después de la segunda mitad del siglo XX como un territorio complementario a la capital departamental y determinante dentro del Área metropolitana de la misma.
No obstante, se hace necesario que más estudios urbanos den cuenta de los procesos de crecimiento de ciudades pequeñas articuladas dentro de una red regional, así como de las ciudades intermedias que tienen un futuro tan promisorio dentro del panorama nacional, buscando con ello obtener unos resultados que permitan establecer generalidades y aclarar dudas sobre el proceso de urbanización colombiano, que se inició en el siglo XX y que llega hasta la actualidad, tan compleja y cambiante.


