Reseñas
Extranjeros integrados: portugueses en la Lima virreinal, 1570-1680
Sullón Barreto Gleydi. 2016. Madrid. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. 303pp.. 978-84-00-10130-5 |
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Todavía subsiste entre nosotros una imagen estereotipada de los portugueses que migraron a Lima en la época colonial: la de judaizantes que conformaban un gueto, poco o nada integrados a la sociedad colonial; es decir, un colectivo monolítico de extranjeros, con prácticas culturales distintas y relaciones casi inexistentes con las otras castas sociales que integraban la estructura social del virreinato peruano. Tal representación ha sido consolidada por intelectuales como el tradicionalista limeño Ricardo Palma y el jurista chileno José Toribio Medina, quienes en el siglo xix estudiaron a los portugueses como las víctimas de la Inquisición. Recordemos, por ejemplo, al lusitano Manuel Bautista Peres, quien según Palma fue procesado por el Santo Oficio porque en su domicilio (la famosa casa Pilatos de Lima) profanaba iconos religiosos junto con sus paisanos. A este respecto, Gleydi Sullón Barreto nos aclara que los documentos de la Inquisición fueron las fuentes consultadas por estos intelectuales y por los historiadores posteriores, y que estos estudiaron a los portugueses como migrantes que vinieron al territorio americano para hacer fortuna con el tráfico de esclavos y persistieron en sus creencias religiosas.
El texto de Sullón arremete, precisamente, contra todas estas representaciones, a partir de una investigación histórica que recurre a documentos alternos a los de la Inquisición y al método de la sociología para estudiar a personajes del pasado colonial. La autora propone que no existen pruebas para sentenciar lo mencionado en el párrafo precedente y, al contrario, los portugueses vinieron al Perú como cristianos convertidos y se adaptaron sin resistencia alguna a las dinámicas sociales y económicas, ya que incursionaron en ciertas actividades económicas y se relacionaron con los demás pobladores de Lima.
A lo largo de los capítulos 2 a 4, Sullón muestra (a través de casos específicos que provienen de los documentos notariales) que los portugueses ocuparon diversos espacios públicos de la capital del virreinato peruano, desde donde establecieron vínculos con actores sociales que pertenecían a las diferentes castas de la sociedad colonial. Asimismo, incursionaron en actividades como el comercio de productos dominantes (vino, ropa, seda, paños de Castilla o de Quito, esclavos, cordobanes, sebo, aceite, etcétera), o la administración de bodegas y tiendas de pulpería, medios con los que reforzaban y acrecentaban sus vínculos hasta crear lazos de solidaridad social. Tan es así que al expender bienes de subsistencia en una tienda o al desplazarse hacia otras localidades del virreinato para negociar vino o tejidos, estos lusitanos hicieron tratos con otros comerciantes o con consumidores españoles, criollos, mestizos, indígenas y negros.
Igualmente, los referidos apartados decantan la adaptación de estos migrantes a la religiosidad barroca de la época colonial. La autora refiere que algunos portugueses conservaron objetos que les recordaban sus orígenes y procedencia, aunque la mayoría desarrolló actos enmarcados en el utillaje mental de los siglos XVI y XVII, como la práctica de testar para ordenar los bienes y las redes, así como para afirmar las creencias en Dios y los santos y santas que pueblan el panteón cristiano y que eran semejantes a las creencias de los limeños de entonces.
Este proceso de adaptación fue posible en un contexto especial: entre 1570 y 1680, cuando la monarquía hispana (unida temporalmente con la monarquía portuguesa) intentó materializar ciertos intereses relacionados con la migración lusitana. A este respecto, la obra explora en su primer capítulo el marco jurídico de la época colonial, que consideraba extranjeros a los portugueses, pese a lo cual pudieron incorporarse a la vida cotidiana limeña, pues para la Corona fue más importante cobrar dinero para habilitar a los migrantes a fin de que llegaran a América, o contar con sus servicios como pilotos y navegantes para el monopolio comercial. Sin embargo, no solamente estas circunstancias legales motivaron la inmigración y adaptación de los portugueses a la dinámica colonial; su presencia también fue estimulada por la boyante producción de las minas Potosí y Huancavelica y la aparición de un dinámico circuito mercantil de tejidos, alimentos y ganado que benefició a diferentes zonas del espacio virreinal y que seguramente los absorbió. Este es un aspecto poco explorado en el texto de Sullón y que debe ser tomado en cuenta por futuras investigaciones.
La autora hace sus revelaciones luego de usar un peculiar método que combina la revisión de un tipo de fuente histórica (el procedimiento del historiador) con el análisis de una muestra (el procedimiento del sociólogo). Sullón, en efecto, recurre a la documentación notarial como alternativa a la inquisitorial, puesto que decanta los detalles de las actividades, las ocupaciones y los afanes de personas comunes, al quedar librada del carácter tendencioso que tienen los escritos del Santo Oficio. Adicionalmente, recurre al estudio de una muestra establecida a partir de la cantidad de documentos revisados y conformada por 196 portugueses que migraron de distintas regiones del Portugal peninsular y de las islas Azores y vivieron en Lima entre 1570 y 1680. Entre estos se encuentran comerciantes, propietarios de predios urbanos y rurales, astilleros, pulperos, artesanos, algunos clérigos y mercaderes, como el citado Bautista Peres, quien vino de las Azores, se dedicó al tráfico de cordobanes y se relacionó con zapateros españoles, flamencos, negros, mestizos e indígenas de Lima, Callao, Pisco y Chincha. Peres fue interrogado por el Santo Oficio en el proceso seguido contra el judaizante Gaspar Pacheco, sin embargo, sus actividades cotidianas no encajan con la figura de sacrílego que le confirió la leyenda negra de la Inquisición.
En suma, el texto de Sullón nos introduce en la vida cotidiana de personas de carne y hueso que, al instalarse en los barrios de Lima para realizar diversas actividades económicas y establecer lazos con las demás castas, trascienden los marcos de la estructura colonial y configuran un sistema social bastante dinámico y relacional. Asimismo, nos aproxima a los orígenes coloniales del país mixto y pluricultural que es el Perú de hoy, en el cual el aporte de los extranjeros también fue importante y merece ser destacado.