Resumen: La información proveniente de escalas bien conocidas de enojo al manejar, la Driving Anger Scale (das), el Driving Angry Thoughts Questionnaire (datq) y el Driving Anger Expression Inventory (dax), ofrece una perspectiva incompleta debido al número preestablecido de ítems de las escalas. Para ampliar la perspectiva, esta investigación examinó con preguntas abiertas en automovilistas mexicanos (n = 314) qué les hace enojar (detonantes del enojo), qué piensan (cogniciones de enojo) y cómo reaccionan (expresión del enojo) cuando se enojan. Como resultado, las respuestas mostraron semejanzas, pero también diferencias con los estudios originales de la das, el datq y el dax. La implicación práctica es considerar los resultados para mejorar la sensibilidad en el estudio y medición del enojo (posibles ítems) en automovilistas de México.
Palabras clave:emociones de automovilistasemociones de automovilistas, rabia en el camino rabia en el camino, conducta de conducir conducta de conducir, apreciaciones apreciaciones, lenguaje ofensivo lenguaje ofensivo.
Abstract: Information from well-known measures, the Driving Anger Scale (das), the Driving Angry Thoughts Questionnaire (datq), and the Driving Anger Expression Inventory (dax), offers an incomplete perspective of anger in drivers because of the pre-established number of items of the scales. To open the perspective, this study examined Mexican drivers (n = 314) with open-ended questions relating to what makes them angry (anger triggers), what they think (angry cognitions), and how they react (anger expression) when they are angry. As a result, the answers showed similarities, but also differences with the original studies of the das, datq, and dax. As a practical implication, the results may increase the sensitivity in the anger study and measurement (potential items) in Mexican drivers.
Keywords: drivers’ emotions, road rage, driving behavior, appraisals, swearing.
Detonantes del enojo en automovilistas: Lo que piensan y cómo reaccionan
Anger Triggers in Drivers: What They Think and How They React
Recepción: 30 Noviembre 2017
Aprobación: 26 Diciembre 2018
Esta investigación se enfocó en el enojo de los automovilistas jóvenes. Ellos son relevantes en al menos dos sentidos. Primero, con base en el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (s.f.), los jóvenes están en alto riesgo de tener accidentes incluidos los percances en vehículos de motor, dado que en México los accidentes son la primera causa de muerte en personas de 15 a 24 años. Segundo, a diferencia de personas de mayor edad, los jóvenes automovilistas son más irritables (Lajunen, Parker y Stradling, 1998), con los respectivos riesgos asociados como alta agresividad e impulsividad (Deffenbacher, Filetti, Richards, Lynch y Oetting, 2003). En consecuencia, este grupo de edad amerita estudiarse.
Aunque el enojo es una emoción universal (Chon, 2002; Verduyn, Van Mechelen, Tuerlinckx y Scherer, 2013), el problema es que los detonantes del enojo en automovilistas no son universales. Como se verá, lo que hace enojar en un país, no provoca dicha emoción en otros. Los detonantes del enojo se han estudiado por medio de la Driving Anger Scale —das— (Deffenbacher, Oetting y Lynch, 1994) en 14 países (Deffenbacher, Stephens y Sullman, 2016), incluyendo Alemania (Brandenburg, Oehl y Seigies, 2017) y México (Alcázar-Olán, Deffenbacher, Betancourt-Ocampo, Hernández Guzmán y Casas Henaine, 2018). Sin embargo, el detonante más consistente, hasta ahora, son los gestos hostiles (p.ej., “Alguien te grita por tu forma de manejar”), el cual se ha replicado en 14 de 16 estudios (Albentosa, Stephens y Sullman, 2018; Alcázar-Olán, Deffenbacher, Betancourt-Ocampo et al., 2018; Björklund, 2008; Lajunen et al., 1998; Li, Yao, Jiang y Li, 2014; McLinton y Dollard, 2010; Parker, Lajunen y Summala, 2002; Sullman, 2006; Sullman, Gras, Cunill, Planes y Font-Mayolas, 2007; Sullman, Stephens y Yong, 2014; Villieux y Delhomme, 2007, 2010; Yasak y Esiyok, 2009; Zhang, Chan, Li, Zhang y Qu, 2018); en dos estudios (Brandenburg et al., 2017; Stephens, Hill y Sullman, 2016), los gestos hostiles se mezclaron con otros constructos. Los otros tipos de detonantes (conducción ilegal, presencia de la policía, conducción lenta, descortesía y obstrucción del tráfico) han sido válidos en unos países, pero no en otros (Deffenbacher et al., 2016). En consecuencia, no es posible, ni en principio ni dada la evidencia, suponer que los detonantes del enojo en automovilistas sean exactamente los mismos en todos lados, por lo cual los detonantes requieren identificarse de manera más minuciosa o adecuada en cada país.
Durante las emociones intensas, los pensamientos (palabras, frases o imágenes que pasan por la mente) han sido determinantes y se han asociado con la intensidad de la emoción (Forkmann et al., 2014). Es así que los pensamientos de enojo también han recibido atención, específicamente, por medio del Driver’s Angry Thoughts Questionnaire —datq— (Deffenbacher, Petrilli, Lynch, Oetting y Swaim, 2003), el cual ha sido adaptado a España (Herrero-Fernández y Fonseca-Baeza, 2017) y China (Ge et al., 2016). También se han estudiado los pensamientos detonantes (Lu, Xie y Zhang, 2013) y los estilos de atribución (Mesken, 2006; Wickens, Wiesenthal, Flora y Flett, 2011), donde el enojo se ha asociado con atribuir irresponsabilidad y mala intención al otro automovilista. Sin embargo, con base en que los detonantes del enojo no son idénticos entre los países, no es posible aceptar a priori que los pensamientos de enojo también sean los mismos; se requieren pruebas empíricas porque los estudios previos no son, en principio, extrapolables a todos los países.
Un problema similar se encuentra en las formas de expresar el enojo, lo cual se ha evaluado principalmente con el Driving Anger Expression Inventory (dax), creado por Deffenbacher, Lynch, Oetting y Swaim en 2002. Aunque la escala se ha validado en varios países (Brandenburg et al., 2017; Eşiyok, Yasak y Korkusuz, 2007; Ge, Qu, Zhang, Zhao y Zhang, 2015; Gras et al., 2016; Herrero-Fernández, 2011; Sârbescu, 2012; Stephens y Sullman, 2014; Sullman, 2015; Sullman, Paxion y Stephens, 2017; Sullman, Stephens y Hill, 2017; Sullman, Stephens y Kuzu, 2013; Trógolo, Flores Kanter y Medrano, 2018; Villieux y Delhomme, 2008, 2010) incluyendo México (Alcázar-Olán, Deffenbacher, Reyes Pérez, Hernández Guzmán y Casas Henaine, 2018), los estudios difieren en cuanto al número de factores válidos. Los únicos hallazgos consistentes, replicados en todos los países, son el uso del vehículo para mostrar enojo (p.ej., “Intento meterme enfrente del otro conductor”) y la expresión adaptativa (p.ej., “Pongo el radio o música para calmarme”). Esto indica que los constructos de expresión del enojo no son idénticos entre los países, con lo cual se amerita mayor investigación para identificar constructos e ítems apropiados en cada país.
Hasta ahora, la mayoría de los estudios sobre detonantes, pensamientos y expresión del enojo en diversos países han partido de la das, el datq y el dax, respectivamente. Los estudios se han basado, de forma predominante, en análisis factorial exploratorio o confirmatorio. En ambos casos, se parte de un conjunto determinado, preestablecido de ítems, lo cual, en consecuencia, impide considerar otros ítems que quizás sean relevantes (más sensibles) a la nueva población donde se validarán los instrumentos. Además, como ya se mostró, los factores que han sido válidos en unos países, no lo son en otros. Por lo tanto, el presente estudio no se enfocó en validar escalas previas, probar algún modelo teórico o comparar con otras culturas. Más bien, se buscó ampliar la perspectiva encontrada por escalas previas (das, datq y dax), por medio de preguntas abiertas donde las personas informaran qué les hace enojar cuando manejan (detonantes), qué piensan y cómo reaccionan (expresión). La ventaja de las preguntas abiertas es que dan lugar a la expresión de los participantes y permiten un amplio rango de respuestas (Bradburn, Sudman y Wansink, 2004). Debido a que el origen del estudio de los detonantes, pensamientos y expresión del enojo en automovilistas han sido, respectivamente, la das (Deffenbacher et al., 1994), el datq (Deffenbacher, Petrilli et al., 2003) y el dax (Deffenbacher et al., 2002), dichas investigaciones previas serán la base para contrastar los resultados del presente estudio. Para facilitar la libre expresión, en el presente trabajo también se consideró que las personas podrían pensar o expresar groserías cuando se enojan. El fundamento es que parece común que tanto las personas en general (Alcázar Olán, Jiménez Cisneros, Mena Macari, Ponce de León Paredes y Gutiérrez Ramos, 2015) como los automovilistas enojados recurran a este tipo de palabras (Popuşoi, Havârneanu y Havârneanu, 2018).
En términos generales, el enojo dura en promedio 10-20 minutos (Brans y Verduyn, 2014; Tyson, 1998), aunque a algunas personas les puede durar varios días (Verduyn et al., 2013). Sin embargo, en el enojo de los automovilistas, “la mayoría de los estudios no informan sobre la duración del estado emocional” (Mesken, 2006, p. 128). La duración es relevante porque se asocia con revivir en la mente episodios de enojo (Sukhodolsky, Golub y Cromwell, 2001). En la medida en que los pensamientos de enojo duren, persiste dicha emoción, lo cual se asocia con conductas de riesgo al manejar (Stephens y Groeger, 2011; Suhr y Dula, 2017).
A veces se cree que existen notables diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a su enojo al manejar. Sin embargo, las investigaciones muestran resultados contradictorios (Deffenbacher et al., 1994; Deffenbacher, Filetti et al., 2003). De todas formas, esta investigación analizó los resultados de ambos sexos por separado.
Con base en lo anterior, el objetivo de esta investigación fue conocer en hombres y mujeres automovilistas: 1) las situaciones que producen mayor enojo y la frecuencia en que éstas suceden, 2) la intensidad de sus enojos y el tiempo que éstos duran, 3) qué pensamientos (palabras o frases, incluyendo groserías) pasan por su mente cuando se enojan y 4) cuáles son sus reacciones (expresiones) cuando se enojan.
Éste es un estudio de tipo descriptivo dado que, en apego al objetivo de investigación, se pretendió caracterizar y categorizar eventos (Ato, López y Benavente, 2013). Se utilizaron encuestas porque son apropiadas para “evaluar pensamientos, opiniones y sentimientos de las personas” (Shaughnessy, Zechmeister y Zechmeister, 2007, p. 144).
Por medio de muestreo no probabilístico, de tipo intencional, se conformó una muestra de 314 jóvenes estudiantes (151 hombres y 163 mujeres), con edad promedio de 20.95 años (dt = 2.23), de una universidad privada en México. Los participantes informaron tener en promedio 5.07 años de experiencia manejando (dt = 2.71).
El cuestionario empleado, “Situación de enojo al manejar”, tuvo como punto de partida el cuestionario “Situación de enojo” (Deffenbacher, Demm y Brandon, 1986), el cual identifica situaciones personales que provoquen máximo enojo y las evalúa en términos de frecuencia, intensidad y duración. Dicha herramienta ha mostrado ser útil para encontrar situaciones específicas que provoquen el enojo (Alcázar Olán et al., 2015). Su confiabilidad test-retest de 10 semanas es de .81 (Deffenbacher, Story, Brandon, Hogg y Hazaleus, 1988) y tiene correlaciones moderadas (.40-.43) con el inventario de enojo de Novaco y con el enojo-rasgo (Deffenbacher et al., 1986), lo cual sugiere validez convergente. Para el presente estudio, se le adaptó como “Situación de enojo al manejar” y se le piloteó con 50 estudiantes universitarios, lo cual permitió mejorar el instrumento.
En términos de validez del cuestionario “Situación de enojo al manejar”, la frecuencia en que se viven los detonantes se correlaciona en .42 (p < .01) con accidentes menores (golpes que no implican descompostura del auto) y en .36 (p < .01) con accidentes mayores (golpes que requieren llevar el auto a un taller mecánico). La intensidad del enojo se correlaciona en .40 (p < .01) con la das (Alcázar-Olán, 2018) adaptada a México (Alcázar-Olán, Deffenbacher, Betancourt-Ocampo et al., 2018).
En las instrucciones del cuestionario decía: “Existen situaciones frecuentes que hacen enojar a muchas personas cuando conducen su automóvil. Las siguientes preguntas tienen el objetivo de conocer qué cosas te hacen enojar con mayor frecuencia cuando manejas”. Después de las instrucciones, se plantearon las siguientes preguntas: “1) ¿Qué cosas hacen los demás conductores que te hagan enojar?” y “2) Ahora, elige sólo una de todas las anteriores: la que más te haga enojar, ¿cuál es?” La siguiente instrucción decía al participante “Con esta situación que elegiste, responde lo siguiente”. “3) Aproximadamente, ¿cuántas veces en un mes te sucede esta situación? (frecuencia)”. “4) Generalmente, ¿cuánto enojo sientes en esa situación? (intensidad)”. “Contesta en una escala de cero a 10, donde cero significa nada de enojo y 10 es el grado más alto de enojo que puedes sentir”. “5) Cuando te enojas por esta situación, ¿qué es lo primero que piensas? Algunas personas piensan con groserías; escríbelas también si es tu caso”. “6) Cuando te enojas por esta situación, regularmente ¿cuánto es el tiempo que te dura el enojo?, responde en minutos (duración)”. “7) Cuando te enojas por esta situación, ¿generalmente qué es lo primero que haces y/o dices?”
En cuanto a la ética, esta investigación fue aprobada por el departamento de investigación donde se llevó a cabo. Se indicó a las personas que su participación era voluntaria y anónima. Tres alumnas del último semestre de la licenciatura en Psicología aplicaron los cuestionarios. Asistieron a salones de clase y a los pasillos de la universidad. Preguntaron a los alumnos si manejaban y a quienes respondieron que sí, se les pidió su apoyo voluntario y anónimo en responder un cuestionario, el cual tomaría 5 minutos.
Se capturaron y analizaron por separado todas las respuestas de hombres y mujeres. El siguiente paso fue realizar análisis de categorías en tres áreas: detonantes del enojo (pregunta 2 del cuestionario), pensamientos (pregunta 5) y reacciones verbales y no verbales (pregunta 7). El criterio principal de categorización no fue alguna teoría, más bien, se partió de los participantes: de la similitud en el contenido de sus respuestas y se cuidó que las categorías fueran exhaustivas y excluyentes.
Las categorizaciones se llevaron a cabo en tres áreas. Primero, para codificar los detonantes del enojo se examinaron las respuestas a la pregunta “¿Cuál es la situación que más te hace enojar?” Segundo, para codificar los pensamientos de enojo se analizaron las respuestas a la pregunta “Cuando te enojas por esta situación, ¿qué es lo primero que piensas?” Se consideró a las groserías como parte del análisis. El motivo es que una proporción de la gente, del 18 al 28%, las tiene en sus pensamientos y expresiones cuando se enoja (Alcázar Olán et al., 2015). Tercero, para codificar la expresión del enojo se examinaron las respuestas a la pregunta “Cuando te enojas por esta situación, ¿generalmente qué es lo primero que haces y/o dices?” La segunda y tercera autoras agruparon las respuestas, de manera independiente, en función de su similitud. Cuando no hubo acuerdo, se comentó con el primer autor para llegar a un consenso final.
Se encontraron varios tipos de situaciones que detonan el enojo de hombres y mujeres. Ambos sexos coincidieron en la mayoría (en nueve de 13) de los detonantes de su enojo (véase la tabla 1). La mayoría de los detonantes encontrados aparecen en la das (Deffenbacher et al., 1994), pero otros no. Estos detonantes fueron que otros automovilistas no respeten señalizaciones, no usen luces direccionales (luces intermitentes), no sepan manejar, usen celular cuando manejan y que se distraigan. El no usar direccionales fue un detonante de los enojos más frecuentes e intensos (véase la tabla 1).
Las situaciones de enojo les sucedieron en promedio 20.16 veces al mes (dt = 16.06). La intensidad, en una escala de 0 (nada de enojo) a 10 (máximo enojo), ante estas situaciones fue de 6.99 (dt = 1.85). El enojo les duró en promedio 3.34 minutos (dt = 3.06). Para el cálculo de estos puntajes, previamente se detectaron y sustituyeron los valores extremos —outliers— (Romero Martínez y Ordóñez Camacho, 2014).
En cuanto a los resultados sobre pensamientos de enojo (véase la tabla 2), se encontraron unos que no están en los estudios de pensamientos de enojo en automovilistas (los cuales se basan en el datq de Deffenbacher, Petrilli et al., 2003). En particular, hubo respuestas como “tenía que ser vieja”, “no tienen educación”, “no saben manejar”, “cuál es la prisa”, “para qué usan el claxon”, “sáltame”, así como mandatos en los que los otros automovilistas deberían usar direccionales, respetar, fijarse y callarse.
Ante la pregunta de qué dices y qué haces cuando te enojas (expresión del enojo), se encontraron reacciones que no están presentes en el dax (Deffenbacher et al., 2002), como tocar el claxon o usarlo para insultar, así como golpear el volante; algunas reacciones verbales fueron indicar al otro automovilista que se fije o que se mueva (véase la tabla 3). En cuanto a reacciones para no engancharse con el enojo, las respuestas encontradas y que no están presentes en el dax (Deffenbacher et al., 2002) fueron hablar del asunto con terceros, enfocarse en seguir manejando y seguir el propio camino, decir que el momento es pasajero, tratar de tener paciencia, decir a los demás que tengan cuidado y que pueden ocasionar un accidente.
Las groserías representaron una gran cantidad de expresiones de enojo. En términos de frecuencia, en hombres, 50 de 70 expresiones verbales fueron groserías, mientras que en las mujeres, 51 de 85 expresiones lo fueron (véase la tabla 3).
Se investigó por medio de preguntas abiertas cuáles son los detonantes del enojo en automovilistas, qué piensan y cómo expresan dicha emoción. Los resultados muestran semejanzas, pero también diferencias con los estudios originales sobre detonantes (das; Deffenbacher et al., 1994), pensamientos (datq; Deffenbacher, Petrilli et al., 2003) y expresión del enojo (dax; Deffenbacher et al., 2002) de los automovilistas.
En términos de contribución teórica, los presentes hallazgos replican parcialmente lo encontrado en las escalas das, datq y dax. Sin embargo, también se encontraron resultados que no están presentes en dichas escalas. Los resultados son importantes porque sugieren que existen ciertos matices en función de la muestra estudiada, lo cual invita a pensar hasta dónde llega la universalidad del enojo (Chon, 2002; Verduyn et al., 2013). Las variantes por región deberían detectarse por los investigadores para aumentar la sensibilidad y la comprensión del enojo de los automovilistas en cada país, a la vez que se retoman instrumentos ya existentes.
El valor aplicado y la contribución práctica de la presente investigación es que los resultados encontrados, dado que no provienen de escalas previas, sino de la muestra estudiada, pueden considerarse como propios y adecuados para el futuro estudio del enojo en automovilistas mexicanos. Con base en la idiosincrasia de los ítems, éstos son elementos potenciales para la medición y el estudio del enojo en dicha población.
En cuanto a los detonantes, uno que no está en el estudio original de la das (Deffenbacher et al., 1994) es el uso del teléfono celular. Ahora prevalecen estos dispositivos, los cuales no eran determinantes para la vida en 1994 (fecha de publicación de la das). Actualmente, Deffenbacher y otros (2016) han considerado actualizar la das, incluyendo detonantes como éste. Los otros detonantes, no presentes en la das, fueron no respetar señales de tránsito, que los demás no saben manejar o son distraídos. Uno de los detonantes de intensos enojos fue el no uso de direccionales, informado como presente casi todos los días (29-32 ocasiones) durante el último mes. Dicho detonante (que tampoco está en la das) tiene relevancia porque el no uso de direccionales perjudica al volver lento o impedir el avance de los automovilistas circundantes. En su conjunto, futuras versiones de la das podrían beneficiarse de incluir detonantes como los aquí encontrados, lo cual aumentaría la sensibilidad del instrumento para la población mexicana.
En el área de pensamientos de enojo al manejar, se encontraron algunos que no existen en el datq (Deffenbacher, Petrilli et al., 2003). Por ejemplo, hubo pensamientos como para qué tocan el claxon y que se callen. Ambos indican la presencia de ruido, el cual es un estímulo aversivo que naturalmente provoca enojo. El ruido por medio del claxon podría incluirse en futuros estudios sobre pensamientos, expresión y detonantes del enojo. Uno de los pensamientos provino de los hombres: “tenía que ser vieja”. Esto puede tener origen en la difundida tendencia a despreciar a la mujer por el simple hecho de serlo (Moctezuma Navarro, Narro Robles y Orozco Hernández, 2014; Osorio, 2015). Con la muestra estudiada, ser mujer y cometer un error al volante podría ser objeto de fuertes críticas de parte de los hombres. Dicho pensamiento no tendría cabida en el datq, con base en que por motivos éticos en el uso de lenguaje (artículo 92 del Código ético del psicólogo; Sociedad Mexicana de Psicología, 2007) no deben usarse afirmaciones de discriminación.
Las siguientes formas de expresión del enojo, encontradas en el presente estudio, no se encuentran en el dax original (Deffenbacher, Petrilli et al., 2003). Por ejemplo, tocar el claxon o usarlo para insultar. La expresión encontrada de golpear el volante es una de las formas para la expresión inmediata del enojo, dada la proximidad de dicho objeto, y así dejar salir la activación física asociada a esta emoción. Algunas reacciones verbales fueron pedir a otros automovilistas que se muevan o se fijen, lo cual puede servir tanto para mostrar el enojo como para tratar de eliminar el estímulo aversivo (desbloquear la obstrucción del avance).
Sobre las reacciones de no engancharse con el enojo, algunos recurren a tratar de tener paciencia y seguir manejando, ignorando lo sucedido. Otras reacciones verbales incluyeron decir que el momento es pasajero y que el otro automovilista siga su camino; dichas frases representan autoinstrucciones relevantes en el manejo del enojo. Estas expresiones de autocontrol no aparecen en el dax y podrían ser un complemento valioso.
Se encontró que los participantes usaron groserías para mostrar su enojo. Dicha expresión puede tener un efecto catártico (Popuşoi et al., 2018). En diferencias por sexo, los resultados del presente estudio indican que los hombres usaron más expresiones verbales de groserías (71.43%) que las mujeres (60%). En momentos de enojo no sólo en automovilistas, sino que en general, los jóvenes hombres dicen más groserías que las mujeres (Alcázar Olán et al., 2015; Güvendir, 2015). Aunque las groserías son un tema tabú (Vingerhoets, Bylsma y De Vlam, 2013), es un hecho que constituyen una gran parte de la expresión del enojo en el presente estudio y en otros (Alcázar Olán et al., 2015; Popuşoi et al., 2018; Stone, McMillan, Hazelton y Clayton, 2011). Sin embargo, se les ha pasado por alto constantemente en la investigación del enojo. Futura investigación debe abordar el grado en que la expresión de groserías sirve (o no) para disminuir el enojo y los mecanismos mediadores.
Se encontró que el enojo duró en promedio 3.34 minutos. Hasta donde sabemos, este es el primer estudio que informa de la duración del enojo en automovilistas. La duración fue breve, en comparación con otras investigaciones (no en automovilistas) donde la duración fue de 10-20 minutos (Tyson, 1998).
El estudio tiene limitaciones. Primero, puede criticarse el uso de preguntas abiertas cuya naturaleza es descriptiva. Sin embargo, este tipo de preguntas son una herramienta útil en la investigación del enojo en automovilistas. Por ejemplo, Popuşoi y sus colegas (2018) hicieron la pregunta abierta a 35 personas sobre cuáles eran las situaciones de tráfico en que se sentían enojados y decían groserías. De igual forma, la das y el dax nacieron de preguntas abiertas (Deffenbacher et al., 1994, 2002). También, este tipo de preguntas son herramientas que permiten “obtener material conciso” (Bradburn et al., 2004, p. 152), en un “lenguaje que congenia con la visión del respondiente” (Bradburn et al., 2004, p. 154). Segundo, el hecho de encontrar detonantes, pensamientos y expresiones que no estén en estudios previos no significa que dichos hallazgos formarían parte de un nuevo instrumento que sea válido. Dichos hallazgos podrían incorporarse en la construcción o adaptación de instrumentos para evaluar su potencial como ítems. Tercero, algunas respuestas sobre pensamientos de enojo (p.ej., “cállate”) son idénticas a las de expresión del enojo, lo cual puede crear confusión. Quizás, los investigadores debieron evaluar previamente las respuestas de los participantes, para determinar con toda seguridad, que la respuesta sea en verdad un pensamiento o una expresión del enojo. En cambio, sólo se partió de que la respuesta de la persona estuviera en la pregunta asignada a pensamientos (qué piensas cuando te enojas) o a las reacciones (qué haces cuando te enojas). Sin embargo, pensamientos y expresión podrían ser parecidos debido a que en muchas ocasiones el pensar, sentir y actuar son congruentes, es decir, están alineados o son el eje que forma el comportamiento. Bajo dicha congruencia, es esperable que una persona enojada tenga en su mente la idea de “tengo prisa, ¡a un lado!” (pensamiento) y grite “quítense” (expresión verbal), a la vez que toca el claxon (expresión no verbal). Cuarto, la muestra fue pequeña. Sin embargo, ésta fue más grande que la de otros estudios (Deffenbacher et al., 2002; Deffenbacher, Petrilli et al., 2003) sobre el enojo en la conducción.
Para concluir, en una evaluación global, muchos de los resultados concuerdan con estudios antecedentes (Deffenbacher et al., 1994, 2002; Deffenbacher, Petrilli et al., 2003), lo cual indica cierta universalidad en los detonantes, pensamientos y expresiones asociadas al enojo. Sin embargo, se encontraron algunas variantes, no presentes en estudios previos, que quizás indican cierta especificidad o idiosincrasia en los detonantes, pensamientos y expresiones de esta emoción. Por lo tanto, se abre la oportunidad de retomar aspectos universales de esta emoción, sin olvidar algunas características particulares de cada país o cultura para el estudio del enojo en los automovilistas.
Citación: Alcázar-Olán, R. J., Arellano Curiel, M. F., & Godoy Tormo, M. J. (2019). Detonantes del enojo en automovilistas:
Lo que piensan y cómo reaccionan. Revista Mexicana de Psicología, 36(1), 44-54.
Dirigir correspondencia a: Raúl J. Alcázar-Olán. Departamento de Ciencias de la Salud, Universidad Iberoamericana Puebla. Blvd. del Niño Poblano 2901. Col. U. T. Atlixcáyotl. C.P. 72820. Puebla, Pue., México. Correo electrónico: raul.alcazar@iberopuebla.edu.mx, rulet7@gmail.com