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La foto o la inmortalidad
Política y Cultura, núm. 52, pp. I-XVI, 2019
Universidad Autónoma Metropolitana

La foto o la inmortalidad

La fotografía es el proceso de proyectar imágenes y capturarlas. El término proviene del griego photos, “luz”, y graphia, “dibujar, escribir”: la luz que dibuja en un papel la memoria de un instante. Esta es una historia de una persona o un hecho que se escribe a través de imágenes que jamás olvidaremos, que siguen cruzando fronteras, que llegan de una tierra lejana hasta el mercado de La Lagunilla, desde la maleta de un soldado o la cartera de un enamorado, hasta tu mano.







Desde que emigré de mi país, y estando lejos de la familia, nunca había reflexionado sobre el valor de traer un papel-memoria en la cartera. En cualquier momento, miro la foto de la familia y me transporto de nuevo a ese instante, lo revivo o lo reinvento, y sonrío o lloro, y me siento cerca de algo que estuvo en otro tiempo en el otro lado del océano. Soy de nuevo algo que no quiero olvidar. Cuando regreso a casa reúno todos los álbumes de familia y voy pasando instante por instante las fotografías, mientras cuento la historia al amigo, novio o pariente invitado.




Creo que jamás podría dar a conocerme de otra forma que no fuera diciendo: “mi primer cumpleaños”, “el nacimiento de mi hermano”, “cuando me gradué”, “cuando viajé a México por primera vez”.

Y en cada imagen que capturó ese momento, hay una historia: “lloraba en mi cumpleaños número uno porque había mucho ruido, y mis tíos me levantaban en el aire como festejando al niño-Dios, y yo creía que todos estaban locos”; “cuando mi hermano nació, no dejaba que ninguna de mis primas lo cargaran porque él era mío, y me lo podían quebrar”; “quemé tanta pestaña para terminar la carrera, que se me quitaron las ganas de festejar”; “cuando salí de casa nunca pensé que sería una emigrante, sólo quería viajar”.










O esto es lo que yo reinvento que sentía, porque esa esla particularidad del momento-congelado: se transforma siempre que alguien transmite el calor de su mano agarrando la foto, o con la memoria del sujeto capturado, o con la mirada de quien lo cuenta. La foto es un ser vivo cambiante,que evoluciona con el tiempo.




También están las fotografías que nos llegan por algún mercado de antigüedades. ¿Cuántas historias podemos imaginar alrededor de una imagen? Tantas como las personas que las observen. Es como si un momento se mutara a infinitos momentos, o al número de personas que existen en el mundo. Cada uno de nosotros sentirá algo diferente al ver una foto, y se creará una historia alrededor de una sola imagen. La foto es un portal hacia el mundo interior de cada uno de nosotros, y ¿cuán bello puede ser observar una foto ajena a nosotros y compartir la historia que nos cruza la mente? Cada mente pulirá una hermosa mentira, cada persona jugará con las ideas, siempre únicas, irrepetibles, inúmeras veces. Entonces, así como recordamos, también estamos olvidando, transformando, reconstruyendo la historia. Pero ¿qué sería de nosotros sin las historias que no vienen en los libros de historia de la escuela? ¿Qué seríamos sin los cuentos, las ficciones, la imaginación? ¿Qué pasaría si no pudiéramos volar, sentados en el sillón de casa solos o acompañados?







Tomarse una foto es como dejar una huella en la tierra, y poder ser el personaje de una historia, o de milesde historias, es como ser inmortal.

Es parte de la naturaleza humana querer trascender, querer que nos recuerden. Y si pensamos en qué momento realmente morimos, podríamos decir que es cuando nuestro corazón para de latir, o cuando damos el último aliento, o cuando nuestro cerebro se desvanece, o cuando el cuerpo pierde 21 gramos porque nuestra alma se marcha. Pero tal vez nos morimos cuando nuestro nombre es mencionado por última vez en el mundo, cuando dejamos de existir en la memoria de las personas. Pero si vamos más allá, podríamos decir que nos morimos cuando la última foto que existe de nosotros se destruye con un fuego, una inundación, o rota. O más aún, cuando olvidamos que las fotografías impresas existen, y vivimos en una imagen digital sin peso real. Si dejamos de imprimir fotos, tal vez nos morimos más rápido, y si las imprimimos, tal vez seamos inmortales. Y nuestros 21 gramos de alma se quedan guardados en 7 gramos de paladio platino, en 21 gramos de colodión húmedo.













Tal vez sean ciertas las creencias de que una cámara fotográfica roba el alma, pero porque morimos cuando desaparezca de la tierra nuestra última foto. Es probable que una fotografía robe la memoria porque se transforma cada vez que alguien la observa. También es posible que una foto nos roba identidad porque es un lenguaje visual común a todo ser humano, más allá delo que nos hace diferentes como la cultura o la nacionalidad. Puede que una foto nos robe la lengua porque comunica de forma universal, y sus palabras hacen eco en el eco de una memoria presente que viaja a otra memoria pasada, y que nunca terminará de hacer eco hasta el día en que se destruyael alma de la imagen capturada.

Es claro que la foto de algo o alguien no viene acompañada del sonido, o del olor, o del sabor del momento, pero es en los demás sentidos diferentes a la visión, que viven las historias. ¿A dónde viajamos o volamos en una foto? Al momento de dar a la luz, o del primer cumpleaños, o del paseo por la montaña, o del soldado en la guerra, o de la fiesta del pueblo, o del abuelo en su escritorio, o de cuando el alma pierde 21 gramos, ¿a dónde llegamos cuando vemos?, ¿dónde quedan esos momentos?




En una fotografía.



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