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De memorias y contramemorias invitación a la lectura del escritor Leonardo Padura
Of memory and counter-memory an invitation to read Leonardo Padura
Calle14: revista de investigación en el campo del arte, vol. 11, núm. 18, pp. 14-29, 2016
Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Autor invitado

This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 4.0 Unported License

DOI: https://doi.org/10.14483/udistrital.jour.c14.2016.1.a02

Resumen: A propósito de la obra del escritor cubano Leonardo Padura se examina la literatura como crítica de la sociedad; la libertad del escritor; la existencia, en toda sociedad, de memorias y contra/memorias; el testimonio que sobre la sociedad cubana de hoy ofrece su más importante escritor en la actualidad; la recreación de una historia oficial que ya resulta chocante, por decir lo mínimo, por su relación con una realidad cada vez más conocida y puesta de presente por escritores y artistas que no son en absoluto “enemigos de la revolución”.

Palabras clave: Memory, counter-memory, hegemony, literature, social criticism, intellectuals.

Abstract: On the subject of the work of Cuban writer Leonardo Padura the following themes are explored: literature as a critique of society; the freedom of the writer; the existence, in every society, of memories and counter/memories; the testimony about current Cuban society that is offered by its most important writer today; the recreation of an official story that is shocking, to say the least, by its relationship with an increasingly present and known reality set forth by writers and artists who are not at all “enemies of the revolution”.

Keywords: Memory, counter-memory, hegemony, literature, social criticism, intellectuals..

Resumo: A propósito da obra do escritor cubano Leonardo Padura se examina a literatura como crítica da sociedade; a liberdade do escritor; a existência, em toda sociedade, de Memórias e contra memórias; as testemunhas que sobre a sociedade cubana de hoje oferece seu escritor mais importante na atualidade; a recriação de uma história oficial que já resulta chocante, quer dizer o mínimo, pela sua relação com uma realidade cada vez mais conhecida e posta de presente por escritores e artistas que não são em absoluto “Inimigos da revolução”.

Palavras-chave: Memória, Contra memória, hegemonia, literatura, crítica social, intelectuai.

Résumé: Autour de l’oeuvre de l’écrivain cubain Leonardo Padura les thèmes suivants sont abordés : la littérature comme une critique de la société; la liberté de l’écrivain ; l’existence, dans chaque société, des mémoires et des contre / mémoires ; le témoignage sur la société cubaine actuelle qui est offert par son auteur le plus important aujourd’hui ; la reconstitution d’une histoire officielle qui est choquante, pour le moins, par sa relation avec une réalité de plus en plus présente et connue, énoncée par des écrivains et des artistes qui ne sont pas du tout « ennemis de la révolution ».

I

Me parece importante presentar un análisis inicial de algunos aspectos de la obra del gran escritor cubano Leonardo Padura. Aunque mucho se ha hablado de ella en muchas partes del mundo, en Colombia es poco lo que se ha dicho, a pesar de que sus libros –novela, ensayo, cuento, guión cinematográfico– sean conocidos, como lo muestra el hecho que regularmente se agoten en las librerías.

Leonardo Padura –nacido en La Habana en 1955–, es hoy día en Europa y en América Hispana una referencia literaria central para la crítica literaria e intelectual. Su obra se ha convertido al mismo tiempo en un punto de referencia para conocer una voz disonante respecto del coro de alabanzas que habitualmente se ofrecen sobre el sistema político cubano y sobre la sociedad cubana. La obra de Padura examina ante todo los tiempos recientes de su sociedad, después de la casi insuperable crisis de los años 1990, luego del desplome de la Unión Soviética y del “campo socialista”, madres amamantadoras de una sociedad que se presentaba como la realización plena del comunismo en la América Latina.

Padura es de manera constante interrogado acerca de sus opiniones sobre el proceso reformista que se dice se ha abierto en Cuba desde hace dos décadas por lo menos, proceso que resulta tan difícil de comprender para un observador ajeno a la forma de comunicación ritual entre el omnipotente y omnipresente Partido Comunista –una envejecida burocracia que por más de medio siglo ha controlado el poder– y una sociedad popular poco institucionalizada, dedicada mayoritariamente a sobrevivir al rebusque. Una sociedad poco creyente en los dogmas del sistema, pero que ha aprendido a subsistir dando un sí formal a todo lo que de manera práctica rechaza o por lo menos poco entusiasmo le produce.

No avancemos en nuestro propósito sin decir antes al lector una palabra breve sobre quién es Leonardo Padura, en el caso en que no lo sepa, pero recordemos además que las informaciones sobre el escritor son constantes y repetidas en internet, a donde el lector puede dirigirse. Digamos entonces simplemente que Leonardo Padura es un extraordinario novelista, autor de dos obras mayores recientes: El hombre que amaba los perros y Herejes, y de una amplia saga policiaca, que pone en escena a un detective cubano –el teniente Mario Conde, más conocido como El Conde–, y a una banda de entrañables amigos, con los cuales bebe cotidianamente ron, escucha de manera sistemática la música que los enloquece desde su juventud (y que nada tiene que ver con la Nueva Trova Cubana), que de vez en cuando van a la playa y muy ocasionalmente al beisbol, y que cuando se puede se dan el placer de una gastronomía de raíces indígenas, chinas, africanas y españolas, platos preparados por una sabia y amorosa cocinera –la entrañable madre del más entrañable amigo de El Conde: el Flaco Carlos, que ahora es gordo a punta de ron y manjares; madre protectora que también ha adoptado al Conde como a su hijo. Agreguemos que Leonardo Padura es además el autor de una soberbia novela –La novela de mi vida– sobre el gran poeta cubano, José María Heredia, lo que le permite recrear de forma magistral las postrimerías de la sociedad cubana del siglo y gran parte de su siglo XIX republicano.

En conjunto se trata de una obra literaria que ejerce sin la menor concesión la crítica más despiadada de la sociedad cubana del presente, de sus mentiras diarias, de su formalismo ideológico frente a una realidad que dice de manera clara lo opuesto del discurso oficial que la nombra, y que recrea la vida heroica de gentes sometidas a una existencia poco deseable, pero que es llevada con humor, con dignidad, con invención y sin renuncia ninguna a una esperanza que, de todas maneras, por momentos parece perderse, incluso en la vida diaria de los protagonistas centrales de la obra, es decir Mario Conde y su círculo de amigos, cuyos principales miembros son un “internacionalista proletario” en silla de ruedas –Carlos–, un médico que quería servir al pueblo, y que ahora ve pasar sus días mientras trabaja en un geriátrico en Miami –Andrés–, y el Conejo, un historiador sin ningún proyecto cumplido, en lo que tiene que ver con su propósito de investigar y producir análisis históricos. Y desde luego el team de las chicas, en parte soñadas, en parte inventadas, como ocurre siempre; fieles amigas que han crecido en la ilusión de la nueva sociedad solidaria, y que ahora maduran en una suave decepción, de la que no las salva sino un amor cercano de la amistad, la nostalgia, y los consiguientes ejercicios de memoria, casi siempre referidos a ese mundo ahora lejano, y que momentos había parecido tan cercano a sus padres y maestros, pero ya un poco menos a ellas mismas.

El círculo de amigos es ante todo un círculo de afectos: amigos de colegio, de barrio, de experiencias comunes de vida al lado de los campesinos, en una época en que el trabajo voluntario se imponía antes que como una obligación, como una prueba de solidaridad y de participación en los nuevos valores comunitarios, mientras que ahora ven pasar sus días sometidos a un tipo de gobierno de la sociedad que no despierta en ellos mayores entusiasmos.

Aunque la obra de Padura no se encierra en la descripción de una generación de gentes de la Cuba urbana de finales del siglo XX, sino que realiza una rica descripción de toda la sociedad urbana en sus múltiples grupos (sociales, institucionales, de edad), no hay duda de que el centro de sus descripciones tiene que ver con un grupo particular de hombres y mujeres que han llegado a su madurez vital en el mo-mento en que la caída del comunismo y la apertura de una gran crisis del viejo entusiasmo revolucionario han producido esa atmósfera de anomia, de abulia, de falta de confianza y desencanto que, entre otras cosas, hacen posible una obra como la Padura.

El círculo de amigos que acompaña al detective Ma-rio Conde –cuya única aspiración es dejar su trabajo de investigador policial y dedicarse a la compra y la venta callejera de libros, lo que efectivamente logra en un momento de la obra de Padura– se parece en buena medida a esa nueva sociedad cubana, una sociedad apenas dedicada a sobrevivir y a la que la imposición del “rebusque cotidiano” parece arrastrar hacia el individualismo de “cada uno por su cuenta”. Una sociedad cuyos principales apoyos políticos parecen ser o bien el de aquellos que a cambio de mantener un empleo, un ingreso y alguna mínima ventaja en la vida cotidiana están dispuestos a ofrecer pruebas visibles y constantes de “firmeza ideológica”, o bien el grupo de quienes conforman el estrecho círculo de los privilegiados del régimen, fieles a un evangelio del que sacan sus provechos diarios, gentes bien acomodadas, oportunistas, carreristas y cínicas a los que Padura designa con la muy cubana expresión de “comemierdas”.

Como lo comprueba una visita aun rápida a la web, Padura es un escritor ampliamente reconocido y admirado, y un verdadero batallón de periodistas de muy diferentes partes del globo ha querido conocer sus opiniones sobre la Cuba de hoy, preguntándole mucho menos como novelista que como periodista –oficio que Padura ha ejercido con gran originalidad–, interrogándolo como ideólogo –terreno que no pare-ce ser exactamente el suyo– y rogándole que hable de las reformas en curso en la Cuba de hoy.

A ese batallón de periodistas curiosos les ha llamado la atención el caso, extraño en principio, de un novelista crítico que, a pesar de sus grandes diferencias con el gobierno de su sociedad, a pesar de su éxito internacional como escritor, y a pesar de que en su patria no todas las voces oficiales se lo traguen, ha preferido permanecer en la isla –de la que de todas maneras hasta el presente puede salir cuando quiere, porque tiene cómo hacerlo, y por su propia prestancia internacional como escritor, teniendo además el beneficio de la doble nacionalidad cubana y española–; en fin, un escritor que logra sobrevivir económicamente (hoy en día) sin mayores problemas y sin ninguna dependencia de la burocracia que agrupa y controla a los escritores cubanos, un escritor que representa la más radical crítica que pueda imaginarse del socialismo burocrático, pero un escritor que no se declara enemigo de la revolución –¡porque efectivamente no lo es!–, una revolución de la que al parecer piensa, con la mayor buena fe, que más temprano que tarde, encontrará de nuevo el camino de la utopía humanista que parecía inscrita en sus banderas de los primeros años 1960.



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