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El recurso de la metodología: Cultura y sociedades complejas
Estudios sobre las Culturas Contemporáneas, vol. XXI, núm. Esp.II, pp. 173-179, 2015
Universidad de Colima

Reseñas



El recurso dela metodología:Cultura y sociedades complejas1

El recurso de la metodología: Cultura y Sociedades Complejas es un libro sugerente que reúne de manera selectiva doce artículos y ensayos clásicos para los estudiosos de la comunicación y la cultura en América Latina, los cuales versan en torno a la reflexión de la aplicación de distintas metodologías de investigación de acuerdo a las necesidades y experiencias de los académicos participantes para el abordaje de sus objetos de estudio.

El eje esencial del texto es el análisis de la cultura, compilado que apuesta por la reflexión metodológica a partir de una variedad de perspectivas epistemológicas y el empleo de técnicas diversas, con estrategias múltiples, desde diferentes perspectivas disciplinarias, lo que le otorga de entrada un valor particular.

Inicia con el acertado prólogo de Lázaro Israel Rodríguez, quien ubica a esta compilación alrededor del interés metodológico de la revista mexicana de la Universidad de Colima Estudios sobre las culturas Contemporáneas, misma que reconoce, ha llenado las carencias metodológicas en el campo cultural contemporáneo.

Jorge A. González, participa con dos interesantes trabajos, el primero de ellos relacionado con el uso de la perspectiva de los frentes culturales para el abordaje de las dinámicas culturales en sociedades complejas, propuesta que ha utilizado para el estudio de fenómenos como: la religión popular, las ferias urbanas y las telenovelas en México; lo anterior ayuda a la comprensión de los discursos sociales, las identidades, los significados y el orden simbólico del mundo en la organización del sentido, al retomar incluso el término gramsciano de Hegemonía cultural, que incluye instituciones y agentes sociales en un modo interminable y dialógico de creación y recreación de formas simbólicas desde la perspectiva cultural, frentes culturales que ayudan a “volver observable y entendible la complejidad del poder simbólico de la vida cotidiana” (37).

Su segundo artículo nos invita a realizar un viaje de manera metafórica, como su título lo indica, por las reflexiones y estrategias hacia una disertación respecto a las distintas fases del proceso epistémico y metodológico de toda investigación social, a través de la reflexividad, para evitar errores que comúnmente comete el investigador; hace referencia a lo fundamental de realizar la autoreflexividad en el proceso de investigación sociocultural que se adapte a un mundo de constantes cambios, lo anterior desde la sociología de la cultura y la comunicación.

Por su parte, Colin Mercer propone la herramienta teórica y metodológica de los mapas culturales, para focalizar los aspectos de las industrias culturales y realiza un panorama del arte y la cultura a partir de un estudio que aplicó a un grupo de personas de Queensland, Australia, acerca de sus percepciones sobre las industrias culturales e identificación de los negocios relacionados con la cultura, y sorprende el limitado alcance de dichas apreciaciones.

Colin Mercer estimula a crear una verdadera política cultural que integre diversos aspectos, y a repensar el amplio significado del propio concepto de cultura, para alejarlo de su reduccionismo folklorista; lo anterior, dentro de una cartografía del gusto que abarca un amplio rango de recursos culturales y que va más allá de los alcances tradicionales, al integrar los diversos agentes dentro del campo cultural, y así rebasar el monopolio estético anquilosado, al redefinir el objeto de la política cultural casi siempre menospreciada por los gobiernos. Recomienda integrar una red de relaciones y sistemas de clasificación variables, en su uso y negociación. Para lo anterior Mercer formula una metodología mixta relacionada con objetos, lugares y prácticas de la cultura; es decir, indica que es necesario conocer y reconocer la manera en que la gente se relaciona con lo cultural, ampliar el ámbito de lo bienes culturales y entender las complejas reglas del juego, para contar con el conocimiento local. Algo muy atinado a mi parecer, acerca de su propuesta, es la necesidad de reconsiderar la propia construcción de una ciudadanía cultural crítica y emancipada de la población.

Karla Y. Covarrubias, desde la conversión identitaria de los evangelistas en Colima, de manera pormenorizada e instructiva, realiza una descripción del proceso experiencial de su trabajo etnográfico y del empleo de diversas técnicas para el estudio del caso de una familia de conversos evangelistas: la familia colimense López Reyes; su trabajo es una especie de instructivo, que paso a paso muestra tanto al lego como al lector instruido, su experiencia en la investigación con dicha familia; va de la historia oral al estudio de la identidad a partir del trabajo etnográfico como recurso idóneo para este tipo de temas.

Desde una Antropología de la familia, Covarrubias en su segundo artículo, comparte su experiencia de investigación en un contexto de cultura de la pobreza de protestantes y católicos, relacionada con la configuración de nuevas identidades religiosas; da cuenta de las historias de vida de familia; describe los beneficios y dificultades de esta técnica como propuesta metodológica; trabajo que formó parte de un proyecto amplio que implicó además el uso de técnicas de investigación como: la historia oral, conversaciones, entrevistas a profundidad, participación observante, observación participante, todo esto desde una perspectiva constructivista y reflexiva. Describe los diversos momentos del proceso de investigación, como la exploración y construcción de una matriz etnográfica elemental de registro, la construcción de observables y la reflexividad; además, explica la presencia del momento de la saturación, fase que indica que se agotan la posibilidades al ojo del observador sobre el objeto de estudio.

Además de la aplicación de la entrevista abierta de la historia de familia, se buscó en archivos, se emplearon instrumentos como: el diario de campo para el registro etnográfico, la libreta de trabajo, las fichas de registro, los ficheros heurísticos y teórico. La autora reconoce la necesidad del uso de grabadora y de tomar distancia en el momento necesario hacia el objeto, ya que la intensidad en “la experiencia de vida al lado del objeto de estudio marca la propia vida del sujeto investigador. Hacer etnografía es hacerse parte de lo otro sin dejar de ser parte del mundo de los outsiders” (139).

En otro tenor, Pablo Vila realiza un trabajo de corte transfronterizo entre Ciudad Juárez y El Paso, Texas, desde la antropología visual como metodología de investigación social, a través de la narratividad de identidades, recurso de influencias disciplinarias que provienen de la psicología y la antropología. Estrategia que presenta en el espectador tramas argumentativas que refieren a apropiaciones selectivas de lo real, en particular a partir de la fotografía; observa la implicación de prejuicios y estereotipos en pequeños grupos con la aplicación de 254 entrevistas estructuradas sobre temas como: el trabajo, la ciudad, la familia, el tiempo libre y la religión, categorías que ayudaron a Vila a ubicar la identificación de la otredad y a definir las propias identidades de los informantes, además de la aplicación de discusiones grupales, entre otras técnicas. El autor argumenta el desarrollo histórico de la fotografía y su relevancia para la representación del mundo; da testimonio de las representaciones y la narrativa identitaria que denota aspectos de superioridad de unos grupos sobre otros, como dice Vila en su hipótesis “una parte importante de la connotación de las categorías que utilizamos para describir a actores sociales es el producto de la sedimentación de las múltiples narrativas acerca de nosotros mismos y los otros” (156) esto en sí nos ayuda a referirnos a lo que nos rodea.

Recupera una lectura de la fotografía como técnica de interpretación en grupos de mexicanos, chicanos, anglos, méxico-americanos, entre otros, y observa, por ejemplo, cómo se ve la pobreza en Ciudad Juárez, cuando en realidad se trata de El Paso, Texas; cómo las metáforas visuales se presentan y muestran a partir de su utilidad en la metodología de las entrevistas, con fotografías para observar y “comprender la compleja relación que existe entre los datos de la realidad e identidades narrativizadas” (181-182), a partir de distintos grados de la realidad de las tramas argumentales en ocasiones contradictorias. Reconoce la importancia de lo visual para el estudio de las ciencias sociales y las identidades a partir de esta técnica; proceso que permite a los actores que manipulen la realidad “para que se ajuste a las historias que cuentan acerca de su identidad” (151) como opciones de representación social, a manera de personajes interpretativos.

Enseguida, se presenta el trabajo de Ma. Alejandra Rocha, quien realiza un análisis del fenómeno de comunicación escrita definido como: chat, y las diversas estructuras particulares del lenguaje que se emplean en él, de los códigos que usan jóvenes usuarios de internet en este sistema de comunicación, y que la autora define como una práctica discursiva que integra una producción del lenguaje, circulación y recepción inmediata; experiencia social de grupos determinados que buscan identificarse a partir de representaciones en tiempo real. Ésta es una investigación realizada a través de varias metodologías, entre ellas la del análisis de contenido en comunidades virtuales, ya que uno de los objetivos fue analizar el mensaje compartido, particularmente en estudiantes de la Universidad de Colima.

El chat por lo tanto, es entonces una “herramienta que permite identificarse ante el mundo” (203) como se es en realidad o de forma ficticia dentro del ciberespacio, ámbito creado a partir de intereses que de manera simbólica reflejan un sujeto virtual, donde se concibe a la identidad desde una nueva perspectiva, “identidad cultural o espacial”, y se comparte una manera de ser y pensar; es decir, presenta una nueva forma de socialización. El artículo describe las características de este fenómeno comunicativo que en la actualidad se ha expandido de manera exponencial y logra ubicar un perfil de los usuarios del chat.

En este orden de ideas acerca del tema de jóvenes y medios de comunicación, encontramos la propuesta del empleo metodológico de las redes semánticas naturales (RSN) de Ana I. Zermeño, Aideé C. Arellano y Vanessa A. Ramírez, quienes realizan un trabajo en busca de los significados que los jóvenes tienen sobre internet, televisión y expectativas de vida; estrategia metodológica que les permite explorar las percepciones, ideas e imaginarios de estos medios de comunicación, a partir también de encuestas y una metodología, “descriptiva, extensiva e intensiva” (229), en los 10 municipios del estado de Colima, a través de observación participante, entrevistas a profundidad y las RSN. Los videojuegos, los teléfonos celulares, la televisión, las computadoras y el internet son identificados con sus expectativas de vida, a partir de la ubicación de taxonomías artificiales, al unir la importancia del significado con las conductas en un conocimiento construido sobre el mundo en forma de red jerárquica, como mencionan las autoras:

[...] si esta técnica es capaz de obtener de los sujetos los significados sobre los objetos, es factible, mediante su uso, conocer las representaciones que los jóvenes tienen sobre las TIC y el vínculo de éstas y sus perspectivas de desarrollo (233).

Palabras definitorias, preguntas orientadoras, palabras estímulo y datos del joven conformaron el instrumento para la producción de su información.

Más adelante se localiza el trabajo de Jesús Galindo, quien retoma la entrevista como elemento central del trabajo etnográfico, y reflexiona acerca de la relación entre sujeto y objeto de conocimiento. La entrevista etnográfica como “una guía para el entrevistador”, como un centro organizador en sus palabras: “es el lugar y el tiempo de encuentro entre el sujeto investigador y el sujeto social no profesional” (261), mismo que “abre la vida ordinaria y la torna extraordinaria” (264) describe puntualmente las características de lo que debe ser una entrevista, del entrevistador y de los entrevistados, para su aplicación técnica. La entrevista tiene una trama de la comunicación humana, es un recurso valioso. Además Galindo, diserta acerca de la importancia de la ética del investigador y la necesidad de no olvidar la reflexividad metodológica que integre la subjetividad y la objetividad de manera indisociable.

Otro artículo es el de Pilar Riaño-Alcalá, quien comparte un recurso metodológico muchas veces olvidado por las ciencias sociales, que es el taller como espacio para explorar diversas dimensiones sensoriales y de sentido de forma grupal e interactiva. Como el taller del recuerdo que rescata la memoria colectiva como un objeto de intención, reflexión, dinámica relacional y proceso de producción de sentido pragmático; las charlas integran debates, momentos, tensiones, desacuerdos y rupturas. El taller visto como hecho social que evoca memorias significativas, “comunidad temporal de intercambio y práctica” (299), relato colectivo, que Pilar obtiene en las ciudades conflictivas de Medellín y Bogotá, Colombia, le posibilita recuperar la memoria, muchas veces anónima, que integra recuerdos, emociones, sentimientos, en contextos urbanos; interesante planteamiento del rescate de la memoria como una forma transformadora de la realidad social, de diferenciación, estereotipificación y encuentro comunicativo de reconocimiento de valores, en el empleo del taller como herramienta de investigación, misma que requiere elementos verbales, visuales, de vivencia, dolor e incluso de duelo.

Por su parte Ma. Guadalupe Chávez y Juan Carlos Daza, nos recuerdan las implicaciones que tiene la aplicación de la Investigación Acción Participativa (IAP), la experiencia vivida en los casos de jóvenes en contextos rurales de Colima y su problemática, misma que provee de consejos y herramientas para su uso, donde la teoría fundamentada se entreteje; se reconoce el sentido político de la práctica de la investigación, es decir, que se rebase la descripción y análisis para dar paso a la acción y práctica, trabajo que invita a reflexionar acerca de su historia e importancia, a pesar de sus dificultades como por ejemplo, el largo tiempo requerido.

Esta estrategia metodológica ayudó a comprender la problemática de los propios jóvenes e hizo visibles las necesidades de este sector. El artículo contiene una contextualización histórica de la IAP, metodología de investigación con un enfoque participativo desde la propia realidad de los jóvenes; es decir, desde dentro y no desde la perspectiva hegemónica académica y adulta; se reconfigura la relación de verticalidad entre el sujeto y objeto de estudio, y su validez sustentada en la acción y en la praxis (unificadora de teoría y práctica), porque se rescata el sentido común y la sabiduría popular desde abajo. Los autores se apoyaron en talleres, observaciones participantes, diarios de campo, cuestionarios, encuestas y entrevistas a profundidad, así como grupos de discusión. Aunque se mencionan dificultades por la supeditación condicionada al grupo y el requerimiento de años de trabajo para su consecución, es una rica propuesta de investigación reflexiva, horizontal y creativa para el estudio de problemas sociales y culturales.

Por último, tenemos la experiencia metodológica del trabajo de Ana B. Uribe, quien desde un estudio transnacional, describe los pormenores de la recepción televisiva en pantalla. La autora realiza un trabajo descriptivo y reflexivo en torno a la estrategia metodológica de la recepción cultural, relacionada con migrantes y la programación mexicana, a partir de una pregunta de construcción imaginaria de la nación “como producto del proceso de recepción de telenovelas” desde una mirada cualitativa, implicada a partir de estrategias de grupos de discusión y entrevistas cualitativas, respecto al caso de la telenovela amigas y rivales.

Logra, en mujeres pertenecientes a diversos grupos que radican en Norteamérica, aplicar esta estrategia metodológica que sirve para analizar y recopilar la información de dichas emigrantes de origen mexicano, como imaginación metodológica a partir de la construcción imaginaria de la nación y producto del proceso de recepción de telenovelas. Esta práctica cultural influye en la construcción del sentido que trasciende el ámbito doméstico a partir de las representaciones por medio de entrevistas cualitativas y la codificación como fase clave para la ubicación de significados y la observación participante y familiar a través de una etnografía y el empleo del diario de campo.

Para concluir, considero que este material bibliográfico, sirve tanto para estudiantes que se inician en el camino de la investigación, como para profesionales en el tema; es un texto que recomiendo ampliamente. En este sentido, encuentro interesante cómo los autores otorgan una nueva mirada a sus investigaciones, mismas que han servido para incentivar distintos proyectos, debido a que han abierto nuevos senderos temáticos a partir de sus contribuciones para investigaciones futuras, al mostrar interesantes y necesarias estrategias metodológicas para la comprensión de la complejidad de la sociedad del siglo XXI, así El recurso de la metodología: Cultura y sociedades complejas es un libro de reflexión crítica y de referencia obligada para quienes están interesados en el estudio de los fenómenos socioculturales y comunicativos.

Referencias

Karla Y. Covarrubias, Lázaro Israel Rodríguez y Genaro Zenteno, (comps), (2010), Colima:Praxis y Universidad de Colima, 436 pp.



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