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Jorge Edwards: la tenacidad de la memoria
Revista Pilquen - Sección Ciencias Sociales, vol. 26, núm. 1, pp. 145-161, 2023
Universidad Nacional del Comahue

Los autores podrán usar los artículos publicados en Pilquen Ciencias Sociales en otras publicaciones citando a Pilquen como la fuente original de los textos y después de seis meses a partir de la publicación. Igualmente se solicitará una autorización escrita a la dirección y al Consejo Editorial de Pilquen.

Recepción: 20 Marzo 2023

Aprobación: 23 Marzo 2023

Resumen: El 17 de marzo murió en Madrid el escritor chileno Jorge Edwards. Premio Nacional de Literatura (1994) y Premio Cervantes (1999) tuvo una temprana aproximación a la literatura contradiciendo los mandatos de clase y familiares. La opción por la escritura significó alejarse del derecho y enfrentarse con la familia, en especial con su padre. En ese trayecto siempre tuvo presente la figura del tío Joaquín Edwards Bello a quien la familia conocía como Joaquín, el inútil. Tío y sobrino obtuvieron el Premio Nacional de Literatura y debieron luchar con los mandatos y los prejuicios. Con frecuencia habla de la rama Edwards para marcar una diferencia entre los “ricos” y los “pobres”, rama a la que dice pertenecer.

Palabras clave: Jorge Edwards, memoria, poetas, novelistas.

Jorge Edwards: la tenacidad de la memoria

Los poetas y los novelistas deben saber escuchar la voz del pasado, que es la voz de la historia

Jorge Edwards

El 17 de marzo murió en Madrid el escritor chileno Jorge Edwards. Premio Nacional de Literatura (1994) y Premio Cervantes (1999) tuvo una temprana aproximación a la literatura contradiciendo los mandatos de clase y familiares. La opción por la escritura significó alejarse del derecho y enfrentarse con la familia, en especial con su padre. En ese trayecto siempre tuvo presente la figura del tío Joaquín Edwards Bello a quien la familia conocía como Joaquín, el inútil. Tío y sobrino obtuvieron el Premio Nacional de Literatura y debieron luchar con los mandatos y los prejuicios. Con frecuencia habla de la rama Edwards para marcar una diferencia entre los “ricos” y los “pobres”, rama a la que dice pertenecer. En los recorridos familiares dedica un espacio especial a su abuelo Luis Edwards Garriga y lo que significó su biblioteca:

La casa de mi abuelo […] tenía detalles que me impresionaban, que no he olvidado. Había una biblioteca enchapada en maderas nobles y cuyas estanterías llegaban hasta un techo muy alto. A un costado, cerca de la ventana que daba a una terraza, se veía un sillón victoriano de lectura […] Ponerse a leer ahí, con horas libres por delante, separado del ruido y del tráfago de la alameda […] era una forma discreta, no ostentosa, por decirlo de algún modo, de felicidad.” (2012: 81)

Su primer libro de cuentos - El patio- apareció en 1952. Allí ya se perfilaban sus preocupaciones no solo literarias sino también sociales. A partir de esa publicación estará presente de modo notable y frecuente su mirada crítica con respecto a su clase social, deteniéndose en el deterioro de la misma. Este interés lo emparentó con la llamada Generación del 50 o Generación del medio siglo, escritores a quienes Fernando Alegría llamó “representantes de la ira y la desesperación” (1962) y algún irreverente diría que paseaban por la Quinta Normal no haciendo nada pero “con esplendor”. Entre los integrantes de este grupo se encontraban, además de Edwards, el poeta Enrique Lihn, Claudio Giaconi, José Donoso, Enrique Lafourcade y Margarita Aguirre, entre otros. Todos ellos eran lectores de Henry James, Gustave Flaubert y Stendhal. Las deudas literarias de Edwards con H. James se observan en sus primeros libros. El ambiente oscuro y de marcado pesimismo caracteriza a El patio, Las máscaras y Los convidados de piedra. En los primeros libros se observa, además, una creciente crítica a un orden engañoso enquistado en las vidas familiares. Los personajes de los cuentos y de las novelas transitan por una ciudad y una familia que no siempre los acoge. Los lazos familiares son conflictivos y el orden se disfraza para ocultar el desorden interno y externo. En toda su obra irá desgranando la certeza que tiene acerca de que el orden en realidad encubre el desorden y la máscara atraviesa las relaciones sociales, familiares, la escritura, la historia menuda pero también la Historia. Lo más profundo de la vida familiar se convertiría en uno de los ejes de su narrativa.

Con respecto a la Historia,Los convidados de piedra, novela publicada en 1978 revisa la chilena y en especial los tiempos de la dictadura. Esta novela abre con una nota aclaratoria por demás significativa. Su autor advierte que apelará al uso de la Historia pero también fija su posición con respecto al valor de la memoria, tanto la propia como la “ajena”. Y es en este punto donde se liga su mirada crítica con la familia, en especial la burguesa y la aristocrática, y los hechos de la historia. Diversas referencias provenientes de ámbitos familiares contribuirán a repensar la vida de la nación. En esta línea, El peso de la noche (1964) es una muestra relevante de estas cuestiones básicamente porque están presentes temas centrales para develar los entramados sociales y familiares. El peso de la tradición y la ciudad oscura atraviesan la novela que gira alrededor de una figura que conduce a una familia: doña Cristina y a través de quien se puede apreciar la decadencia de una clase: “El mundo de tíos y primos, de casas decadentes, en una ciudad oscura y por momentos opresora, acompaña a una familia rodeada de culpas mientras sobrevuela el castigo y el peso del pecado.” (Vila, 2006: 172). En El sueño de la historia (2000), la memoria vuelve a estar en el centro de la escena, en este caso para ligar pasado y presente: “Porque el país, al fin y al cabo, no tenía nada que ver con el de su memoria, era otro, y él también.” (2000:14). Procura, así, que el armado narrativo alrededor de dos tiempos muestre su visión crítica de los hechos acontecidos.

A lo largo de su prolongada y lúcida vida iría dando cuerpo y solidez a estos temas sostenidos por una fuerte impronta memorialística. Así lo certifican en particular los dos volúmenes de sus memorias: Los círculos morados. Memorias I (2012) y Esclavos de la consigna.Memorias II (2018)

Si, como dice el político y escritor español Alberto Oliart,

las memorias son siempre la recreación de un pasado desde un presente en el que perviven, hilvanados en el tiempo de la vida de uno, aquellos hechos, encuentros y vivencias que por razones varias y difíciles de explicar, se hacen presentes en el acto de recordar en detrimento de otros y, forzosamente, se interpretan, se modifican. (1998)

as de Edwards rearman tiempos políticos y literarios y, al mismo tiempo, es “un ajuste con mi historia personal, con mi pasado particular, y no sé si

las de Edwards rearman tiempos políticos y literarios y, al mismo tiempo, es “un ajuste con mi historia personal, con mi pasado particular, y no sé si saldré bien parado. (2012, 75). Por otra parte, a lo largo de ambos volúmenes va construyendo su tribu y el panteón literario. Los nombres de escritores aparecen y junto a ellos, opiniones literarias y políticas, acercamientos y distanciamientos. Es el lugar desde donde se construye como exégeta de su obra (2018: 93-94).

En Esclavos de la consigna reitera que su intención es la de dar a conocer lo que sabe de su tiempo y de esa generación de la que fue partícipe:

Quiero intentar una reflexión sobre mi formación, sobre mi visión general del mundo a los veinte y tantos años, sobre mis proyectos, mis ilusiones, mis sueños de entonces. No es que los crea demasiado importantes, pero pienso que seguir su evolución, describir los movimientos, pasa a ser un retrato generacional interesante. (9)

Esta controvertida idea de generación vuelve a ocupar a Edwards. En el volumen II de sus memorias, capítulo VIII alude a sus dudas al respecto: “Yo con mi lado de malas pulgas, no me interesé en serio en ese invento generacional.” (2018:79) No obstante estas advertencias, llegó a reconocer la existencia de esa generación.

En ambos volúmenes reaparecen varias anécdotas referidas a su juventud como así también sus deudas literarias, en particular sobrevuela la herencia de M. de Montaigne, a quien le dedicó La muerte de Montaigne (2011). En este libro hace un peculiar recorrido donde entrelaza su vida con la del creador del ensayo. Y es aquí donde además se pone en evidencia la condición de crítico literario del chileno. Esto es así por cuanto, además de tener como centro la vida de Michel de Montaigne y la suya, reflexiona acerca de los géneros literarios y construye un mapa de lecturas que habla de sus elecciones literarias. La muerte de Montaigne considera estas cuestiones y lo consigue asociando reflexiones teóricas con ejercicios de lectura, datos históricos y ficción. Los cruces de discursos y hasta los desbordes son consecuencia del empleo del ensayo, género generoso para estas cuestiones puesto que la flexibilidad que lo caracteriza ocupa espacios pensados como propios de la novela o de la crónica. Los vínculos literarios, también están presentes en La otra casa: ensayos sobre escritores chilenos (2006) y en La casa de Dostoievsky (2008), libros ensayísticos que confirman su excelente manejo de la argumentación.

LA MEMORIA, FIEL COMPAÑERA

La preservación de la memoria histórica es un índice cultural importante, quizás el más importante y revelador de todos.

Jorge Edwards

Si bien el tema de la memoria y lo autobiográfico marcaron toda su obra, en sus últimos libros (La última hermana; Oh, maligna), se observa un fortalecimiento de esta temática habida cuenta de su idea de pensarse como un “custodio de la memoria”, no solo de la literatura y la cultura en general (El inútil de la familia, La casa de Dostoievsky, El descubrimiento de la pintura) sino también de la historia de su país (Prosas infiltradas). En el caso particular de La última hermana, se observa una operación de autorreferencialidad notable. Por cierto María, la protagonista y familiar del autor, comparte con él su desplazamiento del lugar socialmente asignado y, como él, “procura compatibilizar el peso de una clase con la necesidad de ser parte de los cambios que generan los nuevos tiempos.” (Vila; 2021:63)

Su condición de diplomático lo llevó a Cuba enviado por el gobierno de Salvador Allende, donde durante escasos tres meses se desempeñó como Encargado de Negocios. Producto de ese paso por la isla y de sus conflictos con Fidel Castro es el libro Persona non grata, el que generó críticas y adhesiones y dividió a la intelligenzia latinoamericana. Esta escisión quedó plasmada en el alejamiento de muchos amigos, como Julio Cortázar y Carlos Fuentes 1 . El libro se publicó en 1973 -pese a las recomendaciones de Pablo Neruda de no hacerlo-. Edwards incorporó un nuevo prólogo a la edición de Editorial Cátedra del año 2015, en el que reafirmó muchas de sus opiniones, en particular las de carácter político. En gran medida, Persona non grata es su testamento político, así como otro de sus celebrados libros, Adiós, poeta…, el literario. En este, el eje está puesto en Pablo Neruda, su obra, sus vínculos literarios y políticos. También Neruda fue centro en una de sus últimas novelas. Oh, Maligna (2019) narra un tramo de la vida del poeta en Birmania cuando fue cónsul honorario de Chile. Los turbulentos amores con Josie Bliss son contados con minuciosidad no solo para hablar de una relación compleja entre Bliss y Neruda sino para, una vez más, homenajear al maestro. Ambos escritores tuvieron sólidos vínculos a lo largo de los años. Así lo atestiguan gran parte de su obra y su correspondencia privada depositadas en el Department of Rare Books and Special Collections de la Universidad de Princeton (USA). En Adiós poeta… recuerda un episodio durante la primera reunión con Neruda el que por cierto tiene una dosis de humor: en ese encuentro con el maestro, Edwards sube a una silla y dice: “La Patria no son los grandes volcanes, los ríos arteriales, las cordilleras, las selvas del Canto General. Nada de eso. ¡La Patria son las tías!” (1990:53). Esta ‘irreverencia’ sería recordada con frecuencia por Edwards quien creía que la amistad con Neruda era uno de sus mayores tesoros.

La relevancia que le otorga a la memoria se observa en la manera en que la convierte en una suerte de sostén de la historia privada y de la de su país al que, también, miraba críticamente. Su vasta obra transita por la novela, la crónica, el ensayo y los artículos de opinión y es el resultado de una mirada inquisidora puesta en la historia de Chile, de América Latina y de Europa, pero también de su no menos vasta formación cultural. Siempre afirmó que seguiría escribiendo hasta su muerte, hecho que cumplió puesto que se encontraba escribiendo el tercer volumen de sus memorias. También manifestó (en conversación telefónica personal desde Madrid) estar abocado a la escritura de una novela la que, según dijo, llevaría por título El perro de la tía Fanny.

Los últimos libros publicados son una muestra de cómo la literatura era el impulso fundamental que lo guiaba a tener una sólida presencia en el mundo literario de su país y de América Latina. Confirman, además, que siempre observaba con atención el presente y se pensaba a sí mismo como un animador del tiempo actual. Los fantasmas que aparecieron en sus inicios de escritor estarían presentes siempre: la tradición, el peso de una moral represora, la política, lo autobiográfico como procedimiento narrativo fundamental, entre otros. Su memoria privilegiada le permitió atesorar hechos e historias que pudieron ser transformadas en una obra literaria tan vasta y productiva como su vida misma, esa vida que terminó silenciosamente en su departamento del barrio Salamanca de Madrid.

OBRAS CITADAS

1. Alegría, Fernando. Literatura chilena del siglo XX. Santiago de Chile: Zigzag, 1962.

Edwards, Jorge. El patio. Santiago de Chile: Editorial Gaymedes, 1980. 2da. edición, prólogo del autor.

Edwards, Jorge. Persona non grata. Madrid: Ediciones Grijalbo, 1976.

Edwards, Jorge. Persona non grata. Madrid: Cátedra, 2015.

Edwards, Jorge. Adiós, poeta… Santiago de Chile: Tusquets Editores, Colección Andanzas, 1990.

Edwards, Jorge. El sueño de la historia. Barcelona: Tusquets, 2000

Edwards, Jorge. El inútil de la familia. Buenos Aires: Alfaguara, 2004.

Edwards, Jorge. La otra casa: ensayos sobre escritores chilenos. Santiago: Ediciones Universidad Diego Portales, 2006.

Edwards, Jorge. La casa de Dostoievsky. Argentina: Planeta, 2008.

Edwards, Jorge. Los círculos morados. Memorias I. Chile: Lumen, 2012.

Edwards, Jorge. El descubrimiento de la pintura. Barcelona: Lumen, 2013.

Edwards, Jorge. La última hermana. Barcelona: Acantilado, 2016.

Edwards, Jorge. Prosas infiltradas. Madrid: Reino de Cordelia, 2017.

Edwards, Jorge. Esclavos de la consigna. Memorias II, Chile: Lumen, 2018.

Edwards, Jorge. Oh, Maligna, Barcelona: Acantilado, 2019.

Oliart, Alberto. Contra el olvido, Barcelona: Tusquets 1998.

Vila, María del Pilar. Jorge Edwards. Custodio de la memoria. Buenos Aires: Editorial Biblos, 2021.

Vila, María del Pilar. Las máscaras de la decadencia. La obra de Jorge Edwards y el medio siglo chileno. Rosario: Beatriz Viterbo Editora, 2006.

Notas

1. En Jorge Edwards. Custodio de la memoria analizo la correspondencia de Edwards con muchos escritores y editores que hacen alusión a esa situación.


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