Artículos de investigación
Recepción: Marzo 03, 2023
Aprobación: Abril 11, 2023
Publicación: Junio 28, 2023
Resumen: El artículo parte de la observación de las consecuencias del proceso metropolitano: la expansión de superficie edificada por medio de la integración física de asentamientos rurales consolidados. Dichos asentamientos, por su cercanía, se agregan a la urbe intempestivamente y se ven en la necesidad de adaptarse; sin embargo, lo que sucede en su entorno interior, en relación con su crecimiento edificatorio, no concuerda con el contexto de una metrópoli contemporánea. Como ejemplo está la diferencia en la representación del ámbito socio-territorial y la forma en que producen su vivienda con base en su condición marginal. La metodología utilizada es cualitativa: busca interpretar las causas y consecuencias de estos fenómenos; por ende, este trabajo tiene como finalidad comprender la integración de los pueblos rurales a la urbe, su condición de marginalidad persistente, a pesar de pertenecer a una dinámica metropolitana, y el porqué de la producción de la autoconstrucción en esos contextos; por lo que puede considerarse como punto de partida para investigaciones posteriores que impliquen una mayor reflexión conceptual y académica para estudiar este doble fenómeno urbano, sus secuelas y sus complejidades. Si bien existen publicaciones con respecto a la marginalidad y a la autoconstrucción, también se debe comprender la diversidad de contextos socio-urbanos y sus condiciones específicas. Los alcances y las conclusiones pueden atribuirse a la búsqueda de nuevos conceptos como hallazgos para una mejor comprensión socio-territorial del hecho.
Palabras clave: pueblos rurales urbanos, expansión urbana, marginalidad, autoconstrucción.
Abstract: The paper is based on the observation of the consequences of the metropolitan process: the expansion of the built-up area through the integration of consolidated rural settlements. These settlements, due to their proximity, are added to the city untimely and are forced to adapt; however, what happens in their inner setting, in conjunction with their building growth, is not consistent with the context of a contemporary metropolis; an example is the difference in the representation of the socio-territorial scope and the way in which they produce their housing based on their marginal condition. The methodology followed is qualitative: it seeks to interpret the causes and consequences of these phenomena; therefore, the purpose of this work is to understand the incorporation of rural villages to the suburbs, their persistent marginalization, despite belonging to a metropolitan dynamic, and the reason for the production of self-building in these contexts; therefore, it can be considered as a starting point for further research involving a greater conceptual and academic reflection to study this double urban phenomenon, its consequences and its difficulties. Although there are published studies on marginality and self-building, the diversity of socio-urban contexts and their specific conditions must also be understood. The scopes and conclusions can be drawn from the search for new concepts and findings for a better socio-territorial understanding of the issue.
Keywords: rural urban villages, urban sprawl, marginality, self-building.
Introducción
Uno de los fenómenos más trascendentales de la historia contemporánea urbana es la expansión voraz de las ciudades, especialmente a finales del siglo XX, de la cual México no fue la excepción. Dicha expansión ha traído consigo cambios significativos asociados a las dinámicas de una reestructuración territorial caracterizada por una profundización de los procesos de división social entre los espacios de la ciudad. Esto ha provocado la fragmentación, la exclusión socio espacial y la segregación de la ciudad como modelo de organización.
La forma urbana que más prevaleció fue el establecimiento de las áreas metropolitanas, lo que generó la expansión territorial hacia zonas periféricas. Como consecuencia, se usurparon espacios de regiones predominantemente agrícolas y se modificaron los usos del suelo debido a las demandas edificatorias de la urbe. Esta situación propició la anexión física de asentamientos rurales consolidados y dio lugar al fenómeno llamado pueblos rurales urbanos (PRU) en el que se establece una dinámica con la urbe sin una adhesión estructural integral; lo cual provocó una marginación socio espacial, a pesar de los años transcurridos, y se desarrollaron acciones propias sin supervisión oficial, en especial con la vivienda.
Por dicha razón, se conjetura que, en los pueblos rurales urbanos, a pesar de haber experimentado una plena integración urbanística metropolitana, aún persiste un entorno y dinámica de marginación que ha provocado, entre otros factores, carencias en programas de apoyo a la vivienda; por lo que un sector poblacional acude a la autoconstrucción para cubrir sus necesidades habitacionales.
Se denomina autoconstrucción porque son espacios cuyo patrón de desarrollo no siempre ha sido organizado o planeado, como ejemplo está la casa aislada sin autorización legal, fuera del marco legal y, sobre todo, sin supervisión de un profesional de la construcción. Asimismo, instituye un distintivo sin orden territorial, con comportamiento espacial extraurbano aislado, sin planeación y ordenación de los instrumentos normativos y sin el actuar de la autoridad local.
Es un tema poco atendido y analizado que requiere la atención de diversos actores gubernamentales y académicos. Por ello, el objetivo central del trabajo es analizar, bajo un contexto de marginalidad urbana, las acciones de la autoconstrucción en los PRU para lograr un acercamiento hacia una definición en el contexto actual. Esto con el fin de explicar la evolución de los asentamientos en su proceso de integración a una dinámica urbana en su producción de vivienda.
Con base en lo anterior, se hace una discusión conceptual por medio de una revisión de diversas literaturas para resaltar las contribuciones teóricas de acuerdo con los fenómenos planteados, como: los procesos metropolitanos con un enfoque en la expansión de las regiones periféricas, la formación de los pueblos rurales urbanos y las examinaciones teóricas relacionadas con la autoconstrucción comunitaria.
Del mismo modo, algunas reflexiones que se plantean forman parte de una investigación desarrollada como trabajo de tesis doctoral,1 la cual parte de una construcción teórico-conceptual vinculada con los procesos de metropolización, las implicaciones socio-territoriales del fenómeno de los PRU y las consecuencias y resultados de la planeación municipal como ciudad, en este caso del Área Metropolitana de Guadalajara (AMG).
Para explicar y sustentar los planteamientos, en el trabajo se analizó el pueblo rural-urbano de San Juan de Ocotán en Zapopan, Jalisco, dado que reúne los aspectos planteados en la construcción teórica y por ser un pueblo absorbido por diversos procesos de metropolización del AMG. Es un espacio marginado y fragmentado, y presenta una exclusión social. Por tales motivos, desarrolla su proceso de edificación de vivienda de manera endógena y sin regulación municipal. De igual manera, representa de forma crítica algunos de los vacíos en aspectos de orden legal, lo que permitió registrar parte de esa realidad que hoy se manifiesta en conjunto con el tema de la autoconstrucción comunitaria.
Metodología
Con base en la construcción teórica indagada se procedió al planteamiento, en función de un estudio exploratorio, haciendo uso de una metodología mixta, cuantitativa y cualitativa, para la recopilación y análisis de información. Las examinaciones anteceden a una investigación con alcances basados en acciones correlacionadas; de este modo, se generó el conocimiento y comprensión de los fenómenos expuestos. La ventaja del método radica en que permite comprobar la hipótesis a partir de un caso único. De igual forma, la recopilación de información se obtuvo mediante fuentes oficiales como instrumentos normativos de planeación y desarrollo urbanos en escalas estatales, municipales y metropolitanas.
La exploración de campo se desarrolló en el periodo de septiembre a octubre del 2020 con el fin de observar y explicar las acciones endógenas comunitarias que representa dicho fenómeno. Para su registro se utilizaron imágenes por medio de fotografías propias y mapas por medio de reproducciones digitales. En el aspecto cuantitativo se trabajó con datos estadísticos censales del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
La metodología utilizada permitió definir las etapas y la temporalidad (de 1970 a 2020) de un proceso de urbanización en el que se identificaron variables que definieron el contexto actual del estudio de caso. El análisis de sitio coadyuvó a una mejor estructuración entre la fundamentación teórica, la metodología y el desarrollo empírico de la investigación.
El proceso de metropolización y la dispersión urbana
Los procesos en torno a una dinámica metropolitana conllevan, en su accionar territorial, a intensos procederes sociales para comprender que un lugar influye e incide en otro (Medina y Cota, 2010: 9). La exploración teórico-conceptual se examinó bajo este paradigma. Por su parte, Elissalde (2004) conceptualiza la metropolización por encima de una expansión edificatoria que consiste en crear únicamente espacios habitables. De este modo, hay una transformación de tipo cualitativo basada en aspectos funcionales y morfológicos en relación con un accionar social.
Este planteamiento alteró la percepción histórica de los contextos de las urbes con rasgos de una configuración urbana territorial. Esta constitución, en sentido histórico, demanda un análisis extenso, por lo que sólo se remitirán los procesos de crecimiento de las ciudades a partir de efectos sociales en zonas peculiares.
En este sentido, Paolasso et al. (2019) señalan que la evolución urbana es un suceso casi natural y que cada ciudad en el contexto de una metrópoli presenta su propio dinamismo y funcionalidad. Se entiende que las urbes contemporáneas, debido a su expansión acelerada, comúnmente presentan ineficiencias estructurales tanto en espacios particulares como en su conjunto. En consecuencia, se crea “el impulso de una segregación funcional” (p. 411) ante la incapacidad de una planeación que restituya las eficacias tradicionales.
Por tanto, la metropolización envuelve y periodiza aspectos de concentración de actividades globales financieras y materialidades espaciales de una policentralidad, la cual se vale del engullimiento de suelo, sea apto o no, para incrementar su dominio urbano envolviendo o adhiriendo a otros asentamientos que integran comunidades de mayor densidad con zonas diferentes o de menor ocupación (Mora y Rivera, 2022; Harvey, 2013). Ésto considerando que las políticas de crecimiento territorial requieren espacios rentables para la producción, absorción y recirculación de capital sin dejar de lado la población que la conforma
En el mismo tenor, Macchiarola (1992), con referencia a planteamientos de Sassen F., señala que “la importancia del crecimiento urbano radica en las implicaciones que tiene para las condiciones sociales y económicas al interior de las propias ciudades” (p. 371) en el entendido de que el desarrollo parte de lo local y no de lo general. Así, la urbe se percibe como una dinámica en constante metamorfosis espacial.
Esto es resultado de políticas públicas y privadas que buscan mejorar los indicadores de inversión, productividad y competitividad económica regional; sin embargo, hay un costo medio ambiental y social significativo denominado la “destrucción creativa. (Montoya, 2012) que frecuentemente se presenta en espacios no acordes a la fisonomía y entornos existentes.
Otras consecuencias de la metropolización con mayor relevancia son: el acceso desigual e inadecuado a servicios urbanos e infraestructuras y las deficiencias en la atención de la autoridad local. Se presentan particularmente en espacios vulnerables y en territorios rurales en transición de rural a urbano donde aparecen nuevas formas de ocupación del suelo. A pesar de ello, prevalece el crecimiento y el surgimiento de sistemas urbanos en lugares específicos (Jiménez et al., 2012; Alfonso, 2009), los cuales se caracterizan por tener movimientos decisivos de formación social, interacciones cotidianas, dinámica poblacional y forma de disposición del territorio desde el endógeno con una heterogeneidad en la propuesta arquitectónica inherente al estrato socioeconómico.
La funcionalidad de la extensión metropolitana tiende a visualizarse por las políticas públicas y la demanda de suelo a partir de una óptica geográfica aislada. También conduce al deterioro ambiental y territorial, derivado de las actividades económicas y humanas desarrolladas especialmente en los espacios extraurbanos (Rosas y Zúñiga, 2011: 135), debido a que la instancia gubernamental municipal tiene el derecho constitucional de ordenar su propia jurisdicción.
En el ámbito local cada instancia acude a su derecho a cambio de poder ejercerlo en el ordenamiento y en la planeación urbana metropolitana. En el poblacional hay una defensa del comunitarismo para conducir a una totalidad de la aglomeración de ciudades. Si bien los procesos tienen estrecha relación con su expansión, esta situación se puede referir a las metrópolis latinoamericanas.
Edwing et al. (2002) señalan elementos que representan el grado de expansión de la ciudad en sus diversas modalidades y variables. Estos factores se relacionan con aspectos metodológicos para medir y analizar el índice de crecimiento consistente en la densidad demográfica, en los servicios públicos y viviendas, en la cohesión social local y en la accesibilidad desde la movilidad.
Otra forma de identificar la expansión metropolitana, con el objetivo de limitar el crecimiento voraz de la mancha urbana, radica en la tendencia de revitalizar los vacíos al interior de la urbe a cambio de enfocar únicamente el crecimiento y desarrollo de nuevos territorios en las orillas de la ciudad (De Lotto, 2008). Sin embargo, resulta más redituable explorar y adecuar nuevos espacios, pues este tipo de desarrollo desemboca en la marginalidad como resultado de desequilibrios generados especialmente por el crecimiento espontáneo.
La metropolización, en una perspectiva social, busca satisfacer las necesidades de organización espacial en el ámbito local. Aunque la ciudad cuenta con la capacidad de reproducción territorial a una macro escala, en ocasiones se realizan formas de producción con base en las necesidades de nuevos centros urbanos (Alfonso, 2009), en especial de espacios de vivienda, en los que la autoconstrucción juega un papel protagónico. Del modo en cómo se construye la ciudad surge la espontaneidad social en los procesos de edificar, como en el caso de la vivienda y del mercado informal (p. 15).
Expansión urbana hacia las regiones periféricas
Para entender la naturaleza de las metrópolis es necesario remitir el modo en el que se configuran y se expanden territorialmente. Aguilar (2004) las definió como el modelo de desarrollo de una urbanización fundada en términos de centralidades o de interrelaciones de entidades propias a través de estructuras sociales independientes.
El papel de la escala metropolitana asume este rol protagónico del fenómeno periurbano. Por consiguiente, el avance de la mancha urbana en los bordes, al integrarse estos pueblos, produce la formación de una dicotomía espacial (Entrena, 2005); un continuum rural-urbano que es “el desvanecimiento de los límites sociales entre lo rural y el urbano” (Matijasevic y Ruiz 2013: 27) que representa el embate de la urbe ante los asentamientos rurales con la complejidad que representa. Diversos urbanistas e investigadores lo consideran como una secuela natural de la conurbación y como parte distintiva del proceso de las formas de expansión metropolitana como efecto territorial.
Existe otra categoría de dispersión urbana que, a partir del ensanche y extensión de antiguas localidades, adquiere la capacidad de conducir el crecimiento expansivo desde sus núcleos. Su característica principal es su visión mercantil encargada de dispersar los precios del suelo y de otorgar al territorio periférico mayor capacidad constructiva (Tella, 2014). Fue desarrollada en una vigorosa acción metropolitana hacia espacios vulnerables en virtud de un periodo de expansión voraz en el que aparecieron nuevas formas de poblar el territorio.
En esencia, pueden existir distintos tipos de acciones y resultados cuando se refiere a la misma porción de territorio en el margen externo de las estructuras complejas de las ciudades (Toro et al., 2005: 57); sin embargo, como común denominador, estas zonas representan espacios marginados y segregados.
A partir de una visión social, examinar conceptualmente el espacio periurbano es complejo porque su conformación obedece a las múltiples y sucesivas transformaciones territoriales que lo vuelven altamente dinámico. Es así que los resultados de los procesos de crecimiento metropolitano, sostenidos en fenómenos demográficos con visiones comunitarias (Entrena, 2005; Hernández, 2016), se producen en zonas marginadas (Cardoso y Ortiz, 2005; Vieyra, et al., 2018). La urbanización voraz conlleva, además, diferentes problemas sociales y ambientales. Afecta especialmente la sustentabilidad carente, frecuentemente, en programas de desarrollo fundamentados en políticas e instrumentos para el ordenamiento territorial (Lara et al., 2020:14).
Por su parte, Mojica (2018) presenta un enfoque en el que plantea el proceso de metropolización en conjunto con la peri-urbanización. Esto es resultado de la integración de espacios rurales donde predomina la acción de la urbe consolidada, la cual conduce a transformar forzosamente las áreas que delimitan las fronteras entre lo rural y lo urbano. Este proceso ocurre al interior de dichos asentamientos.
Lara et al. (2020) precisan que la expansión hacía las zonas periféricas se puede relacionar directamente con la ciudad cuando sucede un boom económico producido por una inversión fuerte en la metrópoli como efecto indirecto. Debido a su atracción financiera, en las orillas de la urbe se propicia una mayor aceleración en su crecimiento.
En otra visión distinta, Castro et al. (2018) conceptualizan “que el espacio rural-urbano forma parte del fenómeno de una contra urbanización2, lo que explica la deslocalización y división espacial de las estructuras productivas en las zonas periféricas y áreas concéntricas a los núcleos urbanos principales” (p. 190). En otro enfoque y efecto de la expansión hacia las zonas peri-urbanas hay una relación con la segregación social y con la exclusión metropolitana
También existe una relación con los cambios en los usos del suelo (García, 2018) por quienes pretenden rentabilizar al máximo sus intereses; sin embargo, los resultados muchas veces son opuestos en una zona rural. Estas realidades urbanísticas muestran la existencia de subsistemas más o menos dispersos o compactos (p. 48). En todos los casos el resultado es la formación de espacios complejos, con conceptos tradicionales aún vigentes, en diferentes disciplinas de corte social en particular en la geografía urbana y regional actual (Galindo y Delgado, 2006). Estos sitios se inscriben en lógicas socioeconómicas y culturales muy distintas a las nociones tradicionales de oposición campo-ciudad y adoptan una escala intermedia entre lo urbano y lo regional.
Asimismo, se debe identificar el papel de las autoridades en el planeamiento y políticas para definir la interfaz urbana-rural y en la búsqueda de las influencias externas, en especial de las repercusiones locales. Los espacios periurbanos no cuentan con conceptualización legal en aspectos como lo territorial ni en componentes poblaciones (Lara et al., 2020).
En la actualidad, en el ámbito académico, los enfoques urbanísticos han alcanzado importancia en el análisis del proceso de expansión urbana y en su vinculación con las condiciones de vida de los habitantes asentados en pueblos consolidados en este tipo de espacio. En el contexto de toda una metrópoli se complementan en el análisis la complejidad y heterogeneidad territorial y el proceso que provoca la expansión de la ciudad. Lo que se busca es establecer a la metrópoli como un producto social comunitario y no sólo edificatorio.
Formación de los pueblos rurales urbano: marginalidad y vivienda
Tradicionalmente, la relación urbanística entre los asentamientos rurales y la ciudad se ha estudiado a partir de una dicotomía de dos contextos socio-territoriales; sin embargo, conforme se expandió la ciudad se integró en una mancha urbana y dio lugar a los PRU. Por lo tanto, como resultado de estos procesos de metropolización desorientada y voraz, se desdibujaron las fronteras. El hecho repercutió determinantemente en la concepción de las identidades de cada contexto y generó nuevos espacios urbanos y formas de relación (Cruz, 2005: 181).
Correspondiente a este fenómeno, en estos poblados se dieron cambios de paradigmas en conjunto con una evolución forzada. Los espacios inminentemente se convertirán en zonas urbanas y no se reconocerán como entornos con características propias desde otro ámbito contextual (Iaquinta y Drescher, 2000). Otra consecuencia, debido a la pérdida gradual de los valores socio-rurales hacia dimensiones más acordes a la dinámica metropolitana, es el debilitamiento de la identidad local ante el embate urbano.
En un panorama antropológico se planteó que los pobladores de la periferia y sus asentamientos no eran, en su mayoría, marginales ni formaban parte de las modalidades de "integración atrofiada” (Arias, 2001) debido a que su dinámica se percibía más de índole rural a cambio de ser de tipo urbano; bajo esa perspectiva se distinguía su diferenciación.
Desafortunadamente, esas comunidades se identifican como entornos no primordiales cuando se trata de la planeación de la ciudad (García y Núñez, 2017) ni cuando se gestionan los procesos sobre el desarrollo urbano fundamentado en una visión urbanística holística ya que no prevén el impacto real de estos pueblos a partir de lo local.
La formación de estos asentamientos implica dimensiones múltiples e interdependientes que abarquen factores medioambientales, sociales y que traten el abandono de la autoridad (Guevara-Romero y Ramírez-Rosete, 2019). No obstante, presentan un atraso urbanístico desde su origen y una falta de unificación a la dinámica de la ciudad.
Ovalle y Páez (2017) refieren que la integración territorial, con respecto a los PRU, no concuerda con las condiciones de desarrollo de la ciudad, con el entorno urbano y con la premura con la que se llevan a cabo los procesos de planeación que no prevén su impacto real. Por lo tanto, los habitantes se dejan a la merced de una marginalidad con tintes socioculturales. Las repercusiones van más allá de una acción urbanística vinculada con otras implicaciones como satisfacer las necesidades de los sitios comunitarios.
La urbanización acelerada de las periferias transforma la vida urbana y el funcionamiento de las metrópolis en conjunto con las regiones que constituyen un continuum con límites imprecisos entre lo rural y el urbano. Esta relación se fundamenta en una “heterogeneidad estructural” consistente en nuevas formas y funciones urbanas (Aguilar, 2004). Ambos espacios componen una interfaz dinámica y transicional caracterizada por una desarticulación institucional, por una composición social heterogénea y, sobre todo, por una diferenciación contextual difícil de remediar sólo por medio de acciones oficiales.
Si bien todo comienza desde la comunidad afectada, aun con acciones oficiales, la exclusión socio-territorial persiste con los años (Allen, 2003); lo cual ha provocado el retraso o el abandono de la infraestructura y del equipamiento en especial en el caso de la vivienda. La diferencia socioeconómica en el espacio periurbano tiende a reproducirse con el tiempo y con ello se perpetúan las desventajas de los pobladores más desfavorecidos.
En los años sesenta estos sitios se desarrollaban en las periferias de las urbes latinoamericanas a partir del marco conceptual y de la marginalidad social; y en la década de los noventa, con base en una concepción negativa de los efectos del modelo económico existente. Hoy en día, se percibe el uso del suelo desde aspectos mercantiles, y se deja a la deriva ese tipo de poblados (Aguilar y López, 2015). Además, sobresalen la expansión urbana sin orden y planeación y los territorios aledaños a la oferta del mercado inmobiliario.
Ello ha dado lugar a un proceso de periferización de la pobreza, no obstante, en relación con los pueblos rurales urbanos, su contexto socio-territorial se basa en aspectos históricos, culturales y en una estructura social acorde a entornos rurales. Dichos factores conforman nuevas maneras de habitar asentamientos que evolucionan de rural a urbano o de espacio tradicional al uso del suelo contemporáneo; entre ellas están los modos informales, como la autoconstrucción, basados en barrios de invasión, en el asentamiento territorial irregular y en la ilegalidad “careciendo con nuevas formas de control edificatorio” (Toledo, 2013: 21), aun en los espacios marginados en contextos periurbanos.
Las personas que carecen de vivienda en estas zonas urbanas-marginadas constituyen un segmento de fragilidad social extrema, en algunas situaciones con un alto grado de pobreza y marginación; por tanto, no cuentan con oportunidades y su condición es de vulnerabilidad socioeconómica; esta situación se convierte en una fuerza impulsora, por medio de la concentración local, que se intensifica (Hernández, 2009).
Del mismo modo, en relación con las condiciones de la producción de viviendas, se percibe cómo las personas reconocen sus debilidades frente al sistema y frente a las políticas que los estigmatizan y marginan como lo hace la sociedad. Sus viviendas autoconstruidas pueden observarse como fortalezas ya que es una de las pocas opciones para vivir y actuar colectivamente en su entorno inmediato a pesar de pertenecer a otra dinámica urbana.
Por último, Formigo y Aldrey (2005) exponen que, cuando se apuntala la integración física urbana de estos asentamientos, estas áreas están subordinadas en muchos sentidos; sin embargo, se percibe un claro abandono de la ciudad en programas de vivienda. En estos contextos, hay un enfoque en la producción del mercado de la metrópoli debido a que la ciudad utiliza estos territorios aledaños para crear nuevos asentamientos para cubrir la demanda exterior.
Así, en el proceso de su integración los poblados recapacitan conceptualmente al visualizar si existe un intercambio espacial, una fusión o una permeabilidad entre dos entes. De esta manera, queda claro su estatus de marginalidad al transportar estos contextos a aspectos como la producción de necesidades básicas como la vivienda en sus entornos.
La autoconstrucción marginal como solución social
En los últimos años, la expansión urbana metropolitana y el modelo de distribución socio-territorial se han manifestado mediante la conformación de múltiples mosaicos sociales, en especial en zonas periféricas. Espacios diferenciados entre sí debido al comportamiento de un patrón de desarrollo con enfoque mercantilista donde predominan las acciones privadas por encima de las oficialistas.
Por tal razón, se crean poblaciones de origen rural con carácter marginal inmersas en una dinámica urbana de tipo contemporánea; además de esos factores, la vivienda y la forma en el que se constituyen estos espacios temáticos resultan primordiales para un análisis urbanístico. En un entorno marcado por continuos constreñimientos económicos, las familias han creado o reforzado diversas estrategias para enfrentar la falta de espacios habitacionales (Romero et al., 2005: 111) en su contexto socio territorial.
Aparentemente, se percibe que es un movimiento que no ocurre con frecuencia, sin embargo, las evidencias señalan constantes acciones desarrolladas en múltiples espacios con particularidades de una marginalidad periurbana. Este hecho representa un desequilibrio dinámico consistente en una realidad multidimensional (García y Nuñez, 2017) en el que los pobladores dan su esencia y valor a las regiones. Como resultado, se han atraído nuevos funcionamientos económicos, se han transformado las configuraciones geográficas y se han revalorizado sus entornos, especialmente en la forma en la que satisfacen la necesidad de vivienda cuyas acciones no tienen la intervención gubernamental.
El fenómeno de la vivienda autóctona de tipo marginal conlleva elementos de tipo territorial, económico y tradicional o de costumbres a través de una índole normativa. Romero la describe así: “se entiende más como la vivienda, la interacción familiar y una identidad familiar como colectivo, brincándose lo legal” (Romero et al., 2005). En un conjunto de hábitats establecidos como colonización, lo más común es la dispersión, es decir, pequeñas manchas en una geografía irregular dentro de un proceso emergente de urbanización extendida (Link et al., 2015: 152).
Estos espacios rurales urbanos, y la relación con su autoconstrucción, no necesariamente se consideran como una expansión urbana, sino como una evolución localista con una actividad anterior de tipo rural con la necesidad de adecuarse a su nueva realidad. Por tal motivo, se desarrolla dentro de una condición de un modelo urbano (Ortega, 2016).
Estas acciones, aunque en términos cuantitativos pueden resultar insignificantes, en realidad son una válvula de escape a la falta de una verdadera gestión y operación oficial de la política de vivienda que cumpla con satisfacer las necesidades sociales en áreas marginales. Para ello se debe trabajar teniendo en consideración el entorno, la estructura comunitaria y las tradiciones para obtener beneficios tangibles.
El hecho de que los pobladores en zonas marginales construyan o aumenten el tamaño de su vivienda por cuenta propia está relacionado regularmente con sociedades de bajos ingresos en terrenos con carencia de una regulación legal. Para resolver el problema las personas van edificando conforme al alcance de su tiempo y recursos.
Las características de definición sobre la autoconstrucción se señalan bajo diversos enfoques, uno de ellos es el siguiente: “respuesta creativa y natural a la necesidad vital de cobijo, ante la imposibilidad de conseguirlo en el llamado, sector formal" (Salas et al., 1988: 155). Pradilla agrega que “son acciones regularmente informales que dominan en las áreas carentes de titulación de la propiedad que fueron urbanizadas ilegal o irregularmente” (Pradilla, 1983: 41).
Otra de las perspectivas se refiere a “un proceso prolongado en el tiempo en el que los autoconstructores están constantemente redefiniendo, rehaciendo y remodelando sus espacios residenciales operando en la informalidad” (Pérez y Palma, 2021). Por último, “son detonadores de crecimiento (de índole endógeno), especialmente del crecimiento suburbano difuso (Lara, 2016). Esta definición, vista desde el colectivo, es una expresión social influida por contextos y procesos económicos como respuesta a modelos de desarrollos neoliberales.
Lo que prevalece de la autoconstrucción marginal es la falta de oportunidades para obtener una vivienda edificada en un espacio carente de servicios e infraestructura consistente en una carencia de políticas públicas. Esto se debe a la atención de la autoridad local, a las carencias de programas oficiales sobre el tema, a la regulación de la tenencia, entre otras razones.
A estas dificultades se suman los trámites “interminables y costosos en términos de tiempo y de recursos que a menudo suponen hábitos y nociones culturales extraños para los pobladores en entornos rural-urbanos" (Toledo, 2013). En buena medida se construyen sus hogares en el contexto de su “identidad territorial” bajo la informalidad de su propia autoconstrucción (Veiga, 2009).
Se reconoce que estas localidades, en su condición de área periférica marginal, influyen en su tipo de desarrollo por acciones propias por ser un espacio que no pertenece a una urbe consolidada o por la carencia de una verdadera integración socioeconómica. La investigación se realizó bajo estas características: áreas marginales en el contexto de una dinámica urbana contemporánea en el que se presenta la autoconstrucción endógena informal como solución a la falta de espacio habitacional de la comunidad. Por esta razón, se investigó al pueblo rural urbano San Juan de Ocotán, Zapopan, zona en evolución en su estructura territorial.
Con referencia a la tipificación de estos asentamientos, existe una intensa relación entre los procesos edificatorios de sus viviendas locales basados en aspectos relacionados con el entorno comunitario, el medioambiente territorial, sus usos y costumbres, las normas vigentes y el rol de la autoridad local. Del mismo modo, aunado al amparo del artículo 17 II-b del Reglamento Estatal de Zonificación (Jalisco), los pobladores se apoyan en este apartado debido a sus intereses económicos o estatus social para que no se ejecuten acciones urbanísticas municipales de infraestructura en las que se les puede integrar urbanisticamente su entorno.
El Área Metropolitana de Guadalajara, su evolución expansiva y la formación del pueblo rural urbano San Juan de Ocotán, municipio de Zapopan
La conformación del AMG se estableció originalmente alrededor del año 1940 con la unión de 4 municipios.3 como un centro urbano de referencia e importancia en el occidente del país y a nivel nacional. Históricamente, la forma de despliegue edificatoria de la urbe fue relativamente homogénea y estuvo basada en un crecimiento orgánico o progreso continuo con un patrón de incremento demográfico natural y migratorio.
Hacia las décadas de los setenta y ochenta, la metrópoli transcurría en un proceso firme hacia una conurbación con un crecimiento poblacional que incrementó el doble en tres décadas.4 Cerca del año 2020 se estableció como una de las tres áreas urbanas de mayor extensión, tamaño poblacional, y en una de las más significativas de México con una población de más de cinco millones de habitantes5 con la integración de 10 municipios.
En el panorama de una dispersión física constante se evidencia la edificación en los territorios periféricos como modelo fundamental. Esto por medio de la construcción de nuevos fraccionamientos y de cambios en los usos de suelo basados sólo en rendimientos mercantiles. De forma igual, se presenta una actividad especuladora al interior de la urbe dispuesta por inmobiliarias, y una generación de grandes conjuntos habitacionales de carácter social promovidos por el Estado y por la generación de múltiples asentamientos en terrenos irregulares en las zonas periféricas (Mora y Rivera, 2022).
En consecuencia, en su planeación urbana incipiente, y como cómplice del desarrollo mercantil, los municipios metropolitanos no han podido impedir la insaciable toma de los territorios periféricos desde una visión basada en el libre mercado del uso de suelos y de vivienda a cambio de visualizarlo con un enfoque más acorde a las necesidades y aspectos sociales.
Este modelo urbano representa la expresión tradicional de la oposición o destrucción del entorno del campo debido a la expansión metropolitana (Ávila, 2005); lo cual resulta en un escenario socio territorial contrastante que tiene como objetivo los intereses de la urbe, no del contexto intervenido. Otra forma de examinar la expansión del AMG es en relación con el análisis de la superficie del espacio construido, mismo que en 1990 era de 31,071 hectáreas; y en 2010, de 61,820 hectáreas; crecimiento de poco más del doble en tan solo veinte años.
El municipio de Zapopan, su expansión urbana y la rural urbanización
Zapopan como núcleo urbano emergente juega un papel determinante en las estrategias de descentralización metropolitana al no poder albergar la ciudad de Guadalajara, su crecimiento poblacional y la demanda edificatoria. Debido a esto, se desplegó un proceso de desbordamiento hacia los territorios aledaños, y esta parte de la ciudad resultó como una de las zonas más atrayentes. El crecimiento fue voraz y constante durante los años setenta y ochenta en adelante.
Urbanísticamente, esta zona forjó su propio contexto y dinámica conforme a sus perfiles contextuales. Por ello, el área urbana de Zapopan se expandió con mayor intensidad en su superficie, con una lógica de modelo de ciudad propio, pasando de 3,798.00 en 1970 a 19,496.67 ha. en 2015. La rápida expansión se debe a su posición estratégica, pues la parte norponiente del AMG resultó con uno de los avances territoriales de mayor envergadura de la ciudad, lo que permitió una conexión directa con una dinámica metropolitana; sin embargo, en otras situaciones impulsó una segregación.
El desarrollo que ha tenido históricamente el municipio ha permitido la consolidación del área urbanizada transitando del nivel barrial al nivel regional de un subcentro urbano con fuertes inversiones en infraestructura, servicios y vivienda de lujo para los estratos sociales altos (Lara, 2016).
La forma de urbanización del área evolucionó en forma incontrolada o con base en una visión mercantil. Esta afirmación se sustenta por el impulso y avance de una demanda de la ciudad central de espacios para la urbe. Se erigieron en la zona áreas residenciales de alta plusvalía, espacios industriales y, conforme avanzaba la ciudad, rodeaban asentamientos existentes ubicados en la cercanía de la mancha urbana en su carácter de pueblos consolidados campestres. De esta forma, se produjo el fenómeno de la rural urbanización integrando estas poblaciones a la dinámica urbana.
Es así como el tejido urbano de Zapopan creó las condiciones para que los pueblos rurales cercanos a la ciudad se convirtieran, involuntariamente, en centralidades urbanas acordes a una dinámica metropolitana; lo cual demostró un efecto revelador constante. La urbanización dispersa, en la que progresivamente se sobrepasaron las fronteras imaginarias, y sus consecuencias modificaron estos espacios tradicionales en manifestaciones contemporáneas (Castro et al., 2018). Lo que no varió fue su condición de marginalidad, ya que se presentaron múltiples casos de este fenómeno en esta jurisdicción.
En este sentido, en el municipio existe una relación estrecha entre su expansión en zonas periféricas y la formación de los PRU. En esta jurisdicción se presentan varios ejemplos del fenómeno con ciertas similitudes en relación con su proceso y dispersión de metropolización.
Lo anterior se presenta con base en una escala de gran ciudad cuyo fundamento es que lo que sucede en un lugar afecta a otro. Como ejemplo está la forma en que estas poblaciones se integraron forzosamente a raíz de la construcción de edificaciones. Esto ocurrió alrededor de las zonas rurales en las que persiste la vulnerabilidad; las cuales se encuentran en una dinámica de urbe contemporánea a pesar del transcurrir de los años y en una diferenciación social contextual evidente en lo que representa al AMG.
Debido a su integración a la urbe, estas localidades han sido víctima de un dinamismo inmobiliario por la búsqueda de nuevos espacios para edificar fraccionamientos cuyas acciones se han basado en la búsqueda de rendimiento económico sin priorizar las necesidades de los pobladores de los espacios integrados. Por tal motivo, la construcción de vivienda popular es escasa o casi inexistente por parte del sector privado debido a la falta de planes y programas oficiales de apoyo.
Al transformar el suelo rural a uno de contexto urbano por la forma de la fabricación de las casas, los usos de suelo y la producción de la vivienda sufren cambios significativos en estos espacios periurbanos, incluso dentro del rubro de la construcción informal en un entorno de marginalidad social.
Por tanto, si se convertirse en espacios periurbanos, tienen más dependencia dentro de una planeación de desarrollo municipal con un presunto orden para una intervención oficial basado en las planeaciones territoriales de la metrópoli (Arteaga, 2005). No obstante, la realidad indica otro escenario. Con respecto a la construcción de vivienda popular se percibe una omisión del estado y una falta de interés del sector privado, lo cual ha dejado a la deriva la responsabilidad de los pobladores.
Los PRU señalados en su entramado socioterritorial tienen en común la producción de variaciones de paradigmas tradicionales, en especial en su actividad habitacional, por la necesidad de disponer más espacios ya que en su entorno de marginalidad se genera una carencia de apoyo para la edificación de su vivienda. Por consiguiente, se intensifica la autoconstrucción; sin embargo, frente a las condiciones de desarrollo periférico-urbano no se brindan soluciones.
Los problemas estructurales de pobreza, marginalidad y desigualdad continúan siendo objeto de debate académico y de políticas públicas sobre los procesos de integración social en relación con la ruta de las siguientes acciones y/o fenómenos: proceso de metropolización, la expansión urbana, los PRU, la marginalidad y la autoconstrucción. Algunos analistas erróneamente lo señalan como “territorios perdidos” (Moreno et al., 2018: 118), sucede todo lo contrario debido a que en esa región existe una dinámica constante de innovación y evolución.
El pueblo rural urbano de San Juan de Ocotán: secuela de una expansión urbana
Para el planteamiento conceptual del artículo, se eligió el pueblo de San Juan de Ocotán del municipio de Zapopan, y en el extremo poniente del AMG un pueblo que ha experimentado numerosos cambios socio-territoriales y políticos; por ejemplo, despojos y transformaciones rurales y urbanas, no sólo al interior de la localidad, sino paralelamente en su entorno geográfico.
En la evolución de la transformación rural a urbana se presentan cambios estructurales en relación con las dinámicas comunitarias como un proceso que abarca aspectos de índole social, económica y política. En esta sección, se hace un acercamiento a múltiples dimensiones de un contexto metropolitano en su evolución a una configuración urbana. No obstante, a pesar de una integración metropolitana, el pueblo se ha desarrollado de manera “marginal, anárquica con pocas posibilidades de integrarse en forma aceptable al desarrollo urbano” (Mejía-Lara, 2013: 9). En el censo INEGI (2020) era considerada como una “zona de alta marginalidad”.
En esta región periurbana se concentró una de las mayores actividades inmobiliarias de Zapopan (influenciado por el AMG); además, fue clave en las dinámicas del crecimiento y reestructuración de lo que hoy representa esta ciudad, debido al proceso de metropolización que experimentó y por su intensa expansión. La transformación de esta localidad en relación con su nuevo pasaje contextual ha sido constante desde los años setenta y ochenta, y ha cambiado involuntariamente de un pueblo tradicional de tipo rural cercano a una ciudad a un urbano contemporáneo con plena integración física; sin embargo, se ha desarrollado en un ambiente de marginalidad. El contexto dicotómico y la integración territorial a la metrópoli del poblado produjo una dispersión urbana que respondió más a los intereses inmobiliarios de la ciudad, proyectando el territorio sin considerar la particularidad del espacio habitacional.
Las tipologías de vivienda en San Juan de Ocotán
Lo que se presenta a continuación, por medio de las imágenes, consiste en algunas tipologías de vivienda del caso de estudio sin considerar el desarrollo residencial, muy distinto a su condición rural-urbana, construido en los alrededores de su entorno, lo cual ha causado procesos de fragmentación y exclusión urbana señaladas.
La importancia que reviste la forma en la que se edifica la vivienda es clave en las dinámicas de crecimiento y reestructuración en lo pertinente a aspectos económicos y sociales. De este modo se concibe cómo en un mismo lugar, como consecuencia urbanística, se presentan diferencias comunitarias en relación con la forma en el que se construyen sus espacios.
Para analizar de cerca el proceso se han seleccionado dos polígonos de estudio en función de aspectos de la fisonomía y morfología del lugar conformado. El primero es la parte tradicional, o sea, la zona con arraigo histórico basado en sus usos y costumbres. El segundo es el sitio marginal del pueblo, motivo de la presente investigación, donde se presenta el fenómeno de las autoconstrucciones.
La fisonomía de la zona histórica de San Juan de Ocotán
En la zona histórica o el pueblo originario —lugar más significativo del poblado— se ubica la parroquia y la única plaza pública que representa el centro religioso, social, administrativo y político. Respecto a su fisonomía, es un pueblo rural en evolución urbana; sus tipologías de las viviendas corresponden a diversas etapas históricas. El gráfico 1 muestra una comparativa visual de la parte marginal con su centro histórico con el fin de percibir las diferencias socio-territoriales del pueblo.
Zona marginada de San Juan de Ocotán
En el marco de la parte oriente del pueblo prepondera la autoproducción de vivienda. En sentido contextual, es la zona marginal de un pueblo urbano marginal ejecutado desde el desplante original o conforme una ampliación. De esta forma, se podrá determinar que la zona es en sentido estricto de origen irregular. En la parte oriente la separa urbanísticamente un pequeño barranco de uno de los fraccionamientos de más alta plusvalía (Valle Real); lo cual impide la expansión hacia esa dirección.
Es una región reconocida por carecer de una ordenación urbanística al no poseer infraestructura básica y trazas de calles. Por ende, es un lugar sometido constantemente a intervenciones espaciales de tipo empírico, propias del hábitat informal, y a una autoconstrucción rutinaria representativa de una población rural-urbana marginal. Asimismo, está exenta del interés inmobiliario por falta de regularización, por un nulo valor del suelo y por la falta de supervisión municipal.
Resultados
En una lectura global, las transformaciones territoriales son consecuencia inevitable de la evolución de las ciudades; sin embargo, la estructura urbana se inclina más en diferenciar socialmente el contexto y surgen las dificultades. Una metrópoli, por naturaleza, crece en su camino edificatorio, así como el AMG y sus municipios que la conforman.
Respecto al municipio de Zapopan, esta jurisdicción establece su propio modelo y planeación urbana, pero también presenta perturbaciones socio-territoriales como consecuencia de su expansión. Ello se identifica con más rigor en los pueblos rurales urbanos y, a pesar del tiempo, no se fortalece su integración plena a la dinámica urbanística de la ciudad ni de la metrópoli.
La esencia teórica de todo el artículo permitió entender los cambios de paradigmas en los territorios de los pueblos rurales urbanos y la evolución formativa, pues no siempre se da en función de integrar una comunidad a otro tipo de dinámica y contexto urbanos que concuerden con sus tradiciones. Estos asentamientos están a la merced de la acción conjunta de promotores inmobiliarios y de propietarios del suelo. Sufren desatención por parte de las autoridades municipales y se enfrentan al embate de un entorno metropolitano.
Discusión y conclusiones
Los hallazgos e interpretación de los resultados reflejan que la expansión de una metrópoli radica en la diferenciación socio-territorial bajo dos aspectos: la búsqueda de rentabilidad del suelo y la indiferencia de este tipo de asentamientos para cumplir con la demanda edificatoria. El fenómeno observado indica que los espacios periurbanos han cambiado poco su realidad porque con el paso del tiempo aún persiste la marginalidad. Debido a esto, los pobladores han llevado una transformación endógena, en especial en su proceder habitacional, para cumplir con sus requerimientos espaciales por medio de la vivienda social y popular fundadas en la autoconstrucción.
Asimismo, los efectos encontrados apuntan a la necesidad de una política pública en busca de una verdadera integración socio espacial desde una visión de los planificadores urbanos, académicos, de instancias gubernamentales y de la sociedad en general. Estos espacios se perciben e identifican, dentro de un contexto de pobreza, como caóticos, sin orden alguno y sin planeación, lo que ha creado un supuesto desconcierto en el marco de la planificación territorial en donde la autoconstrucción es una solución malentendida por ser desarrollada sin orden alguno (Pino y Ojeda, 2013).
Para Jiménez et al. (2012), es importante que las políticas públicas y programas se integren al mejoramiento físico, jurídico y social de las viviendas y colonias consolidadas sin dejar a la deriva a los habitantes y la producción de su vivienda a fin de que los gobiernos y planificadores volteen más hacia un urbanismo social a cambio de trabajarlo con una visión mercantil.
La autoconstrucción como respuesta multifactorial
El fenómeno de la autoconstrucción en los asentamientos marginales es multifactorial y trata aspectos complejos desde cualquier punto de vista. Rodríguez (2012) lo representa en ocho categorías que lo analizan desde la responsabilidad del estado, el factor ambiental, lo territorial, aspectos jurídicos, la relación con las instancias administrativas municipales y los semblantes culturales, sociales y familiares.
Es una ruta conceptual para establecer un marco de análisis adecuado y regular el fenómeno desde los siguientes ámbitos: político: carencias de programas de vivienda; ambiental: contexto del entorno de la urbe; económico: condición socioeconómica; jurídico: tenencia del suelo y marco normativo; social: tejido comunitario y segregación; administrativo: planes y programas municipales; humano: necesidad familiar y comunitaria y cultural: valores sociales, usos y costumbres, tradiciones. Moreno et al. (2018) plantean las escalas y los procesos de análisis en que se asocian la producción vivienda marginal en zonas periféricas:
El espacio periurbano se percibe como un asunto a nivel local, no como un problema metropolitano.
El propósito de las transformaciones en los usos de suelo es la rentabilidad del territorio independientemente de su condición de origen (ejidal).
Existe una percepción errónea acerca de la planeación urbana al relacionarla con regiones marginales.
La vivienda es un producto basado más en la demanda del mercado inmobiliario que en una necesidad social fundamental.
Se presenta una desatención para crear viviendas en los espacios fragmentados, dispersos y desiguales, salvo los ejecutados como fraccionamientos.
Una urbanización relacionada con zonas con problemas con la tenencia del suelo o debido a su origen ejidal.
Estas comunidades representan poco valor al anexo de la urbe en aspectos de ordenamiento y planeación urbana. La instancia gubernamental visiona estos espacios desde el trabajo del territorio que lo rodea para cumplir con la expectativa edificatoria del municipio y con la demanda metropolitana. La planeación urbana, la sociedad de la ciudad y los académicos, desde lo cultural y el aspecto étnico, deben determinarse en muchos sentidos, como en las lógicas económicas y políticas de dichos pueblos y en sus formas de pertenencia a la urbe (Duhua y Giglia, 2009).
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Notas