La abeja en La Colmena
Sin invitación y otros microrrelatos

Recepción: 24 Febrero 2016
Aprobación: 05 Agosto 2016
Solía presentarse sin avisar, sigilosamente, y casi siempre bien avanzada la noche en casa de algún lugareño con el que, en ocasiones, podía entablar larga conversación. Parecía tener predilección por la gente mayor, algunos de ellos lograron intuir, no sin demasiada convicción, el motivo de esto. Rara vez visitaba a algún joven, acontecimiento reseñable para sorpresa de todos.
Nadie en varios kilómetros a la redonda sabría decir su nombre y nadie le ponía rostro. Según unos, rozaba la invisibilidad, otros la imaginaban esbozando una mueca triunfal. Ambas son interpretaciones plausibles. En los últimos años su visita se reitera con más frecuencia según confirman, con cierta ansiedad, los más viejos del lugar.
Testamento
A mi querida, maniacodepresiva y caprichosa compañera le dejo este cofre, en cuyo interior y en supuesto perfecto estado de conservación encontrará: la media costilla, la fruta mordisqueada y la improbable eternidad que le arrebaté.
Génesis
Dios creó el mundo en un pis pas (era pan comido) y, como le sobraban nada menos que siete días, se lo replanteó, imaginamos que por matar el rato y también por no estar muy convencido de que lo que había creado fuera bueno o porque sospechaba que había dejado algún cabo suelto. El resultado, como se puede constatar, resultó algo triste, sobre todo para los lastimeros, los aburridos y los relativistas.
Vértigo
Un día cualquiera, uno de esos días en el que las horas se hacen invisibles, el novelista metió en la máquina de escribir una hoja de papel, la numeró y se puso a pensar en agujeros, no se sabe muy bien si por conseguir la negrura o la inexistencia a la que aspiraba. Cuando salió de la confusión de esos momentos sintió vértigo, pues la hoja ya no estaba allí.
Pesadilla
Alguien aulló tu nombre y al instante te giraste. Obviamente, contra lo que esperabas no hallaste a nadie. Poco después te volvió a ocurrir lo mismo. Oíste voces y más voces que gritaban tu nombre insistentemente. Después, ya no pudiste respirar tranquilo y empezaste a asustarte. Temblando, volviste sobre tus pasos. Se extrañó tu mujer de verte llegar a tales horas un día como hoy de luna llena.
Acaecimiento
Al darse cuenta de que se trataba de la noche del último sábado del mes, se puso las gafas de dormir. La diversión comenzaba y había que estar bien alerta.
Empecinado
Aquella mañana, tan pronto como despertó, el joven se armó de coraje y se lanzó a perseguir centauros. Vivió, envejeció y en cierta ocasión estuvo a punto de alcanzar la meta. Murió sin lograr trofeo alguno, pero siempre supo que iba por el camino correcto. Atribuyó su fracaso a que ya nadie cree en esos seres fabulosos.
Final del relato
Un día un escritor buscaba ansiosamente un argumento para trenzar un relato de varias páginas. Sin pretenderlo, se convirtió en protagonista de una rocambolesca historia. Al declinar la tarde fue detenido y conducido al cuartelillo de la guardia civil. Allí fue investigado e interrogado, ya que corría el rumor de que carecía de ordenador y teléfono móvil. Transcurridas varias horas se le comunicó que finalmente tendría que acudir a juicio. ¡Y es que hay relatos con finales insospechados¡