Secciones
Referencias
Resumen
Servicios
Descargas
HTML
ePub
PDF
Buscar
Fuente


Tarcus, Horacio (2016), El socialismo romántico en el Río de la Plata (1837-1852), Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 382 págs.
e-l@tina. Revista electrónica de estudios latinoamericanos, vol. 15, núm. 58, pp. 100-104, 2017
Universidad de Buenos Aires

Reseñas


Recepción: 29 Octubre 2016

Aprobación: 19 Diciembre 2016

Reseña

Horacio Tarcus ha acostumbrado a sus lectores a voluminosas obras dedicadas a la difusión local del socialismo. Como el propio autor comenta tanto en un trabajo anterior (Tarcus, 2007) como en el que aquí se reseña, cuando se postulara a fines de la década de 1990 al Doctorado en Historia de la Universidad Nacional de La Plata, el centro de su análisis era el proceso de recepción de la obra de Marx en la Argentina. Sin embargo, proyectaba dedicar un capítulo al “socialismo pre-marxista” que, por su propio peso, debió transformarse en toda la primera parte de la tesis. Es así que la obra que aquí se comenta tiene sus raíces en aquel lejano trabajo, abarcando desde la aparición de la palabra socialismo en el Río de la Plata en 1837, hasta 1852, momento de la derrota rosista en Caseros e inicio de una nueva etapa en la historia del pensamiento socialista local. Por cierto, el autor proyecta un segundo volumen titulado Los exiliados románticos. Socialistas y masones en la formación de la Argentina moderna (1853-1880), que publicará la misma editorial.

Desde una conceptualización de la “recepción” ya largamente trabajada, entendida como un proceso complejo que involucra por lo menos cuatro momentos sólo discernibles analíticamente (1. Producción; 2. Difusión; 3. Recepción; 4. Apropiación), la obra hace foco en los usos que en el Río de la Plata se realizaron, por parte de los receptores locales, del socialismo romántico. En este sentido, lo importante no es si Echeverría “se limitó a glosar a Leroux” o si Alberdi “copió a Lerminier” (Tarcus, 2007: 68), es decir, la originalidad o no de los receptores que, por otra parte, no es puesta en discusión porque como dice Jorge Dotti, “leer textos ajenos genera inevitablemente respuestas autóctonas” (Dotti, 2008:98). Aunque, cabe la aclaración, los lectores vernáculos del socialismo romántico no se limitaron a repetir a sus maestros sino que leyeron, seleccionaron y utilizaron las reflexiones europeas conforme a los intereses y necesidades políticas que tenían en esta parte del continente americano.

En igual dirección puede plantearse la “correcta” o “incorrecta” interpretación de las obras receptadas y se encontraría que el trabajo de Tarcus, al igual que en “la creciente cantidad de estudios de recepción de ideas en el campo de la historia intelectual parecería concurrir una premisa de fondo: que no se trata ya de juzgar la fidelidad de las lecturas en relación con las elaboraciones “originales” (no hay lecturas correctas e incorrectas) (Canavese, 2015: 24). Last but not least, la corriente teórica dentro de la cual el estudio se inscribe está ligada a lo que en los últimos años se ha dado en llamar el “giro material” de la historia intelectual, vale decir, una historia que se ocupa de la lectura de los textos, pero siempre de la mano de la reconstrucción de las comunidades intelectuales y editoriales en las cuales tuvo lugar su difusión, en tanto se constituyeron en espacios cargados de significado cultural.

Así, el historiador porteño ofrece en la “Introducción” de la obra una definición del concepto de recepción y sitúa al lector en las coordenadas espacio-temporales del objeto. Las mismas se ubican dentro de lo que denomina como “el primer momento de la recepción del socialismo romántico en el Río de la Plata”. Este período abarca desde 1837 a 1851, siendo las ideas de Saint-Simon y Fourier, las derivas del primero en el pensamiento de Loroux, así como el republicanismo popular y radical italiano (Mazzini, Garibaldi), esenciales para la formación intelectual de hombres como Juan María Gutiérrez, Juan Bautista Alberdi, Domingo Sarmiento, Miguél Cané (padre), Manuel Quiroga Rosas, Vicente Fidel López, Félix Frías, Esteban Echeverría, Andrés Lamas y Bartolomé Mitre.

A su vez, y por medio del exilio, la llamada “Generación de 1837” contribuirá con su credo romántico en la conformación de la “Generación uruguaya de 1838” y la “Generación chilena de 1842”. No obstante, para el caso uruguayo, existirán dos intelectuales ajenos al grupo que serán difusores del pensamiento socialista: el economista argentino Marcelino Pareja y un discípulo directo de Fourier, el francés Eugène Tandonnet quien, entre otras cosas, iniciará a Sarmiento en los estudios de su maestro. De alguna manera, la estructuración del libro supone un recorrido en relación a la recepción de las ideas del socialismo romántico como el que hasta aquí se ha descripto: una “Introducción” dedicada al tratamiento del concepto de recepción, de la historia intelectual y al respecto de la definición de “socialismo romántico”; un primer capítulo titulado “Del lado de acá”, en el cual se tratan las primeras ideas vinculadas al credo socialista en la Argentina; un segundo capítulo, “Intermezzo”, donde se recuperan las experiencias del exilio y posterior influjo intelectual de los argentinos en Chile y Uruguay; y, finalmente, “Del lado de allá” retoma las ideas que Pareja y Tandonnet divulgaron en Montevideo hacia mediados del siglo XIX.

En cuanto a la “Generación de 1837” y el sansimonismo se parte del primer receptor de la doctrina socialista que, no por casualidad, fue el mayor de quienes formaron parte de esa agrupación: Esteban Echeverría. Quien es considerado el primer sociólogo argentino viajó a Francia con apenas 20 años de edad y tan sólo uno después de la muerte de Saint-Simon ocurrida en 1825. Imbuido del clima generado por su doctrina social, retornará a Buenos Aires para participar del Salón Literario fundado en 1836, el cual se ubicaba como anexo a la Librería Argentina y cuyo dueño, el uruguayo Marcos Sastre, se constituía por aquellos años en el principal proveedor de libros de la ciudad y la autoridad máxima en relación a las obras de moda que circulaban en el ámbito europeo. El Salón se establecerá como centro de lectura y debate de la intelectualidad porteña, atrayendo a figuras de fuste como Alberdi, Gutiérrez, Cané y López.

El acto inaugural del Salón fue de suma importancia. En el disertarían Sastre, Gutiérrez y Alberdi, planteando este último la necesidad de una nueva dirección en el pensamiento, en la línea del diario francés Le Globe (sansimoniano), continuada más tarde por Leroux en la Revue Encyclopédique. Sin embargo, la intervención de Echeverría marcará “un punto de quiebre en esta experiencia” (Tarcus, 2016: 140). El autor de La Cautiva dará dos conferencias: la primera sobre la tradición intelectual argentina, en la cual sostendrá la necesidad de la razón como organizadora de la nación luego de superada la etapa de la fuerza que dio lugar a la independencia; y la segunda, emplazada en la economía política, tendrá como “horizonte teórico la crítica al liberalismo económico llevada adelante primero por los sansimonianos y luego por Leroux” (Tarcus, 2016: 145). La importancia de estas conferencias radica en el otorgamiento de Echeverría a la nueva generación tanto de un programa cultural como de un programa político, es decir, de una “creencia social”.

Por su parte, Alberdi, explicará en su Fragmento preliminar al estudio del derecho la inevitabilidad de la revolución de 1810 de acuerdo a la ley del progreso reelaborada[1] por Saint-Simon y sus discípulos. Ahora bien, al igual que la revolución francesa, su “momento crítico” había ya pasado y, por lo tanto, era necesario encarar el “momento orgánico”, es decir, la organización de la nación. Apoyándose en Leroux, Lerminier y Jouffroy, el tucumano sostendrá la necesidad de la elaboración de una constitución acorde al momento histórico que vivía la Argentina de entonces. Y esa nación en proceso de constitución no podía sostener una democracia como la que preconizaban los neocatólicos (Chateaubriand, Lamennais), pero tampoco la de los sansimonianos ya que las mayorías “incultas y jóvenes” sólo llegarían a ella luego de emancipaciones parciales en un largo proceso histórico. Gran parte de estas ideas serán expuestas en el semanario La Moda que se editará en Buenos Aires entre Septiembre de 1837 y Abril de 1838. Allí será donde Alberdi utilizará por primera vez la palabra “socialismo” en el Río de la Plata, con frecuentes menciones tanto a Leroux como a Saint-Simon.

Sin embargo, la tesis de Tarcus es que los usos de Saint-Simon estuvieron mediados tanto por la lectura que de él hiciera Leroux como del “mazzinismo”, tendencia importante en la región rioplatense de la época. De hecho, cuando Cané se encontraba exiliado en Montevideo, recibió un ejemplar del estatuto de la “Giovine Italia” por parte de Giovanni Batista Cuneo, agente de Mazzini en esa ciudad. El propio Cuneo irá a Buenos Aires llevando información sobre las logias de los jóvenes románticos europeos aunque, finalmente, la asociación se disolvería antes de entrar en acción. A pesar de esto, cuando Alberdi parta a Montevideo intentará iniciar un grupo con las mismas características que en Buenos Aires y Quiroga Rosas hará lo propio al extender la “Joven Argentina” al interior de país, siendo San Juan el lugar en el cual entablará relación con un agente importante en el proceso de recepción local del socialismo romántico: Domingo Sarmiento.

Quiroga Rosas volvió a San Juan cargado de libros que fascinarían al futuro presidente de la Argentina, quien comentará en Mi defensa, libro escrito en 1843 durante el exilio chileno: “(…) hemos estudiado de una manera crítica y ordenada la literatura francesa. Entonces he conocido a Hugo, Guizot, Tocqueville, Lerminier, Jouffroy, y los de la Revista Enciclopédica (...)” (citado en Tarcus, 2016: 181). Tal fue así, que muchas de las ideas de la Revue Encyclopédique aparecerán en El Zonda, planteando una estrategia similar a La Moda, es decir, una intervención de índole social más que política. Huelga aclarar, ambos diarios estaban nutridos de la misma fuente: el socialismo romántico.

Ya en el exilio chileno, los argentinos Sarmiento, Gutiérrez y López (a quienes luego se sumarían Mitre, Alberdi, Santiago Viola, Demetrio y Jacinto Rodríguez Peña y Félix Frías), ejercerían un fuerte influjo sobre la llamada “Generación de 1842” difundiendo las ideas del primer socialismo de origen francés. No obstante, sería precisamente en 1842 cuando estos autores dejarían de profesar esa fe y experimentarían un corrimiento de su pensamiento hacia el liberalismo republicano. Por ello, en el país trasandino será José Victorino Lastarría quien lideraría al grupo de jóvenes que, desde El Semanario Literario, iniciarían la difusión del credo romántico.

No obstante, el otro exilio importante de argentinos durante el gobierno de Rosas, y en el cual está centrado el trabajo, es el de Montevideo. Allí eran devorados los libros franceses que preparaban el clima revolucionario de 1848 y que en Buenos Aires se encontraban prohibidos. La capital uruguaya se constituyó en el refugio de muchos franceses que escapaban de Luis Felipe y de logistas y carbonarios italianos (con Garibaldi a la cabeza) que huían de la restauración austríaca. En este contexto de efervescencia de ideas, será la revista El Iniciador (1838-1839), empresa que replicaba a La Moda porteña, el principal impulsor de aquellas. De hecho, llegaría a contener una “Sección sansimoniana”, desde cuyas páginas se abogará por la unión religiosa y política de todos los pueblos y por la ideología del progreso, la cual llevaría a transitar de un orden social antiguo a uno nuevo. Sin embargo, esta revista no se limitó a ser el órgano de expresión de los exiliados argentinos, ya que dio lugar a la llamada “Generación uruguaya de 1838” o “Generación de El Iniciador”, en la cual Andrés Lamas, Melchor Pacheco y Obes, Adolfo Berro, Juan Carlos Gómez y Alejandro Magariños Cervantes, entre otros, tendrían la mayor relevancia.

Esto tiene mayor sentido si se piensa que, de los exiliados argentinos, solamente Echeverría sostendrá su credo romántico ya que, como se mencionó, Lamas, Cané, Alberdi, etc., y desde las páginas del diario uruguayo El Nacional, darán el mentado giro hacia el liberalismo republicano. Tal es así que, tanto Alberdi como Sarmiento, verán en los episodios de 1848 revoluciones liberales, renovando su pensamiento con las ideas de Stuart Mill, Spencer, Tocqueville, Hamilton, entre otros. De aquí se desprenderá una de las conclusiones del historiador: pese a que el autor del Dogma Socialista se mantuviera fiel al credo sansimoniano, su inclusión dentro del panteón del liberalismo argentino es un producto de una operación genealógica de Alberdi (Mayo – Generación de 1837 – Caseros), al mismo tiempo que de la recopilación de su obra realizada por Gutiérrez.

Entonces, si el epicentro de la recepción de las ideas socialistas en la segunda mitad de la década de 1830 era Buenos Aires, con la consolidación del poder de Rosas virará hacia Montevideo el eje de la reflexión. Debido al bloqueo francés (1838-1840) y luego anglo-francés (1845-1850), Montevideo era el único puerto abierto completamente a Europa y, por lo tanto, aquel por el que ingresaron los exiliados franceses, vascos e italianos. Las imprentas y las librerías se multiplicaron por esos años y los libros desde Francia llegaban con una rapidez abrumadora. En ese contexto, se recuperan tres elementos de crucial importancia que forman parte del tercer y último capítulo del libro, y que hacen a la recepción de las ideas socialistas en el Uruguay. En primer lugar, la querella entre Alberdi y Salvador Ruano, quien dictaba un curso de Filosofía en la Casa de Estudios Generales. Este profesor había desplegado la enseñanza de la llamada ideologie (Condillac, Destutt de Tracy) a lo largo de los cursos preuniversitarios en Uruguay, y Alberdi, luego de presenciar los exámenes de fin de año del curso, criticaría al profesor uruguayo porque esos autores “no se correspondían con la filosofía constructiva del nuevo siglo” (la cual probablemente Ruano desconocía), sino con la destructiva del XVIII. La disputa es rastreada por Tarcus en las páginas de El Nacional, dando cuenta de que, en pleno intercambio de ideas, el desalojo de Manuel Oribe del poder por parte de Fructuoso Rivera, dio lugar a un decreto de este último por el cual se removía de su cargo al profesor Ruano.

En segundo lugar, se recupera la experiencia del argentino Marcelino Pareja, que en 1841 dictaría un curso de Economía política de orientación socialista (utópica) en el Colegio de Humanidades. En el mismo cita a William Godwin, que junto con el francés Simonde de Sismondi, habían sido leídos por él entre 1837-1840. Además, desarrolla una teoría pre-marxista de la plusvalía, tal vez por influencia de Owen (Tarcus, 2016: 261). Tarcus reconstruye hasta donde es posible la trayectoria de este pensador, quien reflexiona contra la economía clásica, en particular oponiéndose a la tesis que supone que el interés individual y el general de la sociedad tienden a coincidir. Sostiene el autor que sus trabajos serán el primer planteo sobre la “cuestión social” que pueda encontrarse en el Río de la Plata. De hecho, en una clara línea sansimoniana, y “como Sismondi y como los “modernos utopistas”, Pareja no quiere una revolución social violenta, sino que se pregunta por “los medios morales, políticos y económicos” que se puedan “encontrar en la naturaleza misma de la actual economía social” para “abandonar” el capitalismo y “encaminarse hacia un orden social” sin capitalistas ni proletarios, que no se funde en la propiedad, sino en “el mérito y la capacidad”” (Tarcus, 2016: 278).

En tercer y último lugar, se expone la conmemoración por el aniversario de la muerte de Fourier realizada en el diario de la colectividad francesa en Montevideo: Le Messager Français. El responsable del periódico y, en general, de la campaña fourierista en el Río de la Plata fue Eugène Tandonnet, un abogado y periodista francés discípulo de Fourier. En dicho diario, probablemente adquirido por Tandonnet en 1842, se publicarían extensos trabajos de orientación fourierista, como la Notice biographique sur Charles Fourier, suivie d’une exposition de la théorie sociétaire, del médico fourierista Charles Pellarin, el cual constituyó la primer biografía del teórico societario, o también, “Sur le mouvement qui emporte la Civilisation européenne vers la féodalité industrielle”, de Víctor Considerant, capítulo cuarto de su Destinée sociale. Tarcus comenta que, si bien esta experiencia en el país oriental tuvo relativo éxito, cuando Tandonnet arribó a Río de Janeiro en 1845, atraído seguramente por las experiencias falansterianas de Santa Catarina, lanzó otra empresa periodística fourierista, la Revue Socialiste, de corta duración. Al año siguiente retornaría definitivamente a Francia, aunque pudo conocer Saí y Palmital y recoger testimonios de los últimos que resistían cuando estos experimentos sociales estaban en proceso de disgregación, así como a los falansterianos Jules Benoît Mure y Michel-Marie Derrion.

El trabajo de Tarcus, en definitiva, ofrece un amplio panorama al respecto de la recepción del socialismo romántico por parte de las primeras generaciones intelectuales sudamericanas, antes de que esta corriente de pensamiento se solape con el marxismo y el movimiento obrero hacia fines del siglo XIX, tal como comentara en su trabajo previo (Tarcus, 2007: 27-30). A su vez, da cuenta de la dependencia del pensamiento periférico respecto de la producción del centro, particularmente de Francia, país que ha generado una cultura ampliamente consumida en esta región de América Latina. Seguramente, en el próximo volumen prometido el autor volverá sobre nuevos intercambios con las producciones europeas, al mismo tiempo que abordará la creatividad de las reelaboraciones locales.

Bibliografía

Canavese, Mariana (2015), Los usos de Foucault en la Argentina. Recepción y circulación desde los años cincuenta hasta nuestros días, Buenos Aires: Siglo XXI.

Dotti, Jorge, et. al. (2008), “Encuesta sobre el concepto de recepción” en Políticas de la Memoria, núm. 8/9.

Tarcus, Horario (2007), Marx en la Argentina. Sus primeros lectores obreros, intelectuales y científicos, Buenos Aires: Siglo XXI.

Referencias

Tarcus, Horacio (2016), El socialismo romántico en el Río de la Plata (1837-1852), Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 382 págs.

Notas

[1] Ya que su formulación original pertenece a Condorcet.


Buscar:
Ir a la Página
IR
Visor de artículos científicos generados a partir de XML-JATS4R por