Dossier
Ensayo de un duelo
Las obras de Pamela Zubillaga han estado marcadas siempre, y desde sus inicios, por una preocupación sobre el cuerpo. Si en sus primeros trabajos (serie Autorretrato) su propio cuerpo es el soporte fotográfico donde van a coincidir distintas materias que, en su conjunto conforman otras corporalidades, será en sus propuestas más recientes la consolidación de la tensión entre lo interno-externo del cuerpo, es decir, el cuerpo como espacio y como carnalidad que crea y recrea espacios. Entre las dimensiones significativas que pueden ocurrir entre la internalidad y la externalidad, el cuerpo se manifiesta a través de su devenir, sea ya en su transformación física o en las experiencias que se acumulan en la conciencia.
Las obras de Pamela Zubillaga han estado marcadas siempre, y desde sus inicios, por una preocupación sobre el cuerpo. Si en sus primeros trabajos (serie Autorretrato) su propio cuerpo es el soporte fotográfico donde van a coincidir distintas materias que, en su conjunto conforman otras corporalidades, será en sus propuestas más recientes la consolidación de la tensión entre lo interno-externo del cuerpo, es decir, el cuerpo como espacio y como carnalidad que crea y recrea espacios. Entre las dimensiones significativas que pueden ocurrir entre la internalidad y la externalidad, el cuerpo se manifiesta a través de su devenir, sea ya en su transformación física o en las experiencias que se acumulan en la conciencia.
Así, el cuerpo adopta entonces las formas en que pueden representarse, vía el dibujo, principalmente, las tribulaciones, emociones e historias donde se evidencia su rol como contenedor/contenido. Si en la serie El jardín de las delicias se busca la visibilidad de los cuerpos ocultos u olvidados, esta visibilidad mostrará también la transformación casi monstruosa de la carne por medio de órganos y músculos que, a manera de tumores, extienden en el papel su manto de carne y piel.
Por otro lado, en la serie El cuerpo estaba se inicia la consideración de la alteración del cuerpo de manera más simbólica, donde ahora es una materia inerte, cuya identidad como cuerpo (femenino) es construida por la moda a través de fungir como envoltorio: el cuerpo envuelto en la remembranza del lujo y la sofisticación de vestidos decimonónicos y que culmina en los dibujos donde éste se muestra también de manera monstruosa en los vestigios de su propia transformación por medio de las cirugías estéticas (serie Lujosa prisión).
En el trabajo más reciente de Zubillaga el dibujo sirve de enlace y organización, establece una relación semántica entre cosas disímbolas a partir de su definición estilística, de su planteamiento como cosas dibujadas, representación de aquello que está afuera del dibujo pero que sólo es posible entenderla por su delimitación formal, la cual enfatiza su potencial especulativo al tiempo que es un espacio de reflexión, de contemplación del mundo al cual pertenecen y su función.
En la serie Ensayo de un duelo se “representan” de manera icónica las formas que definen la verosimilitud de los sujetos y sus relaciones afectivas a través de establecer distanciamiento entre lo externo y la intimidad del cuerpo, de la foto/dibujo familiar a órganos, células, músculos, etc., con el fin de afrontar simbólicamente el duelo. El dibujo como medio ensayístico para comprender la pérdida, para intentar fijar la imagen de lo perdido, lo que ha significado en la historia personal y la resistencia a no aceptarlo.
Como metáfora, la “sustancia nigra” —ese territorio del cerebro donde se produce la dopamina— se formaliza como la tinta/bruma que lo inunda todo. La imagen, como acercamiento a lo perdido, vaga en medio de ese caos oscuro. La enfermedad entonces, y por consiguiente, el seguimiento de su toxicidad, es el color negro que desplaza todo contenido cromático de las figuras perdidas, que se impregna a todo, como una atmósfera nefasta y nostálgica a la vez.
José Luis Vera
Ensayo de un duelo parte de un diálogo entre la enfermedad progresiva de mi padre y el intento por comprender el trastorno emocional y físico que acompaña la Enfermedad de Párkinson (EP). Cada pieza es un fragmento que parte de narraciones sobre los recuerdos que voy encontrando, las conversaciones con mi padre y la investigación acerca de su padecimiento.
El proyecto es una exploración enfocada en las variaciones emocionales y procesos neuropsiquiátricos de la enfermedad desde mi mirada, y culminará en la conformación de una instalación a través de un conjunto de piezas. El hilo conductor de éstas, formalmente, es el dibujo, y el detonante temático es el diálogo entre la enfermedad progresiva de mi padre y la investigación sobre las funciones cerebrales con la EP.
Dentro del proceso de trabajo he logrado encontrar el motivo central que une la idea de integrar dibujos, diferentes en tamaños, en subtemas, en materiales y en “estilos” para una sola instalación. Encontré el concepto de “plasticidad cerebral”; que consiste en describir al cerebro como una red que se puede modificar a sí misma, ya que los seres humanos estamos programados para cambiar, según la neurociencia. Por tal, el motivo central de conjugar diferentes imágenes a partir del dibujo y que surgen de fotografías, memorias de la infancia, recuerdos encontrados, información sobre el cerebro, sueños y reflexiones dialogados con mi padre, es generar una nueva red de información, nuevos conocimientos adquiridos, de narraciones reinterpretadas y de imágenes que surgen espontáneamente.
La intención de plantearme una instalación de dibujos a partir de experimentar un acercamiento a la “plasticidad cerebral” es reconstruir la historia con mi padre desde diferentes perspectivas, antes de poder perderla. A través de mis investigaciones, lo que he entendido sobre el cerebro es que cambia continuamente con la experiencia, que el dolor no se puede evitar pero el sufrir es una decisión. Asimismo, lo que intento hacer con mi padre y conmigo misma es hacer nuevas conexiones y reconstruir la historia significativa de “el padre”. Este intento ha sido un proceso que se fragmenta en imágenes dibujísticas; son las piezas sueltas del rompecabezas que voy creando.
He desarrollado en mis dibujos un elemento formal donde pretendo hacer referencia a la muerte, a la pérdida y a la degeneración progresiva de la identidad del padre: el uso del color negro entendido como la “sustancia nigra”. Esta sustancia perteneciente al cuerpo humano se llama así porque tiene un color negro que libera dopamina y se produce en las vías dopaminérgicas del cerebro. Sus funciones están relacionadas con la motivación, el placer, la euforia, la función motora fina, la compulsión y la preservación. En la EP, esta sustancia va disminuyendo gradualmente generando deterioros físicos y problemas neuropsiquiátricos como la depresión, la ansiedad, la apatía, la pérdida de memoria, la psicosis, la alteraciones del sueño, entre otros.
Pamela Zubillaga
Pamela Zubillaga (1984, México) estudió la Maestría en Artes en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (2010-2012) y la Licenciatura en Artes Visuales en el CMAEM, Cuernavaca, Morelos (2004–2008). Su exposición individual más reciente fue Lujosa prisión (2018), en Galería de Talleres de Arte Contemporáneo, Ciudad de México. Entre sus exposiciones colectivas sobresalen: Paralelas Contemporáneas Doce (2019), Galería Oscar Román, Ciudad de México; Un habitar propio, Museo de la Ciudad de Cuernavaca, Morelos; Dibujo, verbo y complemento, Talleres de Arte contemporáneo, Ciudad de México; El cuerpo, indagación sobre la forma y la esencia, Galería Oscar Román, Ciudad de México; Mujeres aquí, Museo de la Ciudad de Cuernavaca, Morelos; Paralelas Contemporáneas Once, Galería Oscar Román, Ciudad de México; Trazos del sur, Museo de las Siete Regiones, Acapulco, Guerrero. Ha sido beneficiaria del PECDA en los años 2007, 2009, 2015 y 2017. Obtuvo la beca Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en 2010 y 2011. Fue ganadora del segundo lugar en el 2015 de la Bienal Puebla de los Ángeles. Actualmente es beneficiaria del FONCA Jóvenes Creadores 2018-2019.