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Mejora de la coordinación en niños mediante el entrenamiento propioceptivo
Improving Children’s Coordination with Proprioceptive Training
Apunts Educación Física y Deportes, vol. 35, núm. 136, pp. 22-35, 2019
Institut Nacional d'Educació Física de Catalunya

Actividad física y salud



Recepción: 09 Agosto 2017

Aprobación: 22 Junio 2018

DOI: https://doi.org/10.5672/apunts.2014-0983.es.(2019/2).136.02

Resumen: Numerosos autores han destacado la importancia del trabajo de coordinación en edades tempranas de cara a potenciar su desarrollo y control motor, fundamental tanto para una vida saludable como para asentar las bases coordinativas necesarias en el perfeccionamiento de la técnica deportiva. Debido a ello, el objetivo del presente estudio fue analizar los efectos de un programa de entrenamiento propioceptivo de 10 semanas de duración, con y sin la utilización de un balón, sobre la mejora de la coordinación en niños varones de 6 a 9 años. Un total de 40 participantes fueron divididos en dos grupos. Ambos desarrollaron un programa de entrenamiento propioceptivo, uno empleando ejercicios con balón y el otro sin él. Se evaluó la coordinación antes y después del programa mediante el Test de coordinación corporal para niños, denominado KTK. Finalizaron el programa 38 niños. Los resultados mostraron una tendencia a la mejora en ambos grupos, encontrándose efectos estadísticamente significativos únicamente en el grupo que entrenó la propiocepción sin balón. Los datos obtenidos situaron la coordinación de la muestra por encima de otras poblaciones españolas de edades similares. En conclusión, el entrenamiento propioceptivo se mostró efectivo a la hora de mejorar su nivel de coordinación. Los resultados obtenidos indicaron que, a la hora de desarrollar la coordinación por medio del entrenamiento propioceptivo, los ejercicios sin la utilización de balón son más efectivos que los realizados con dicho implemento.

Palabras clave: coordinación, niños, evaluación, desarrollo, ejercicio físico, deporte.

Abstract: Different authors have highlighted the importance of developing coordination in the early stages of individuals’ lives. This results in better motor control and skills, which are crucial not only for a healthy life but also for laying the coordinative foundations needed for different sports. The aim of this study was to analyse the effects of a 10-week proprioception training program, with and without a ball, on the improvement of coordination of male children aged 6 to 9 years old. A total of 40 participants were separated in two groups. Both underwent a proprioception training programme, one group performing exercises using a ball and the other without one. A total of 38 children finished the programme. The results showed a trend towards improvement in both groups; however, statistically significant changes were only found in the group that performed exercises without the ball. In conclusion, in a group of children aged 6 to 9, a proprioceptive training programme was proven to be effective at reaching the target of improving their level of coordination. The results indicate that in order to improve coordination by means of proprioception training, exercises without a ball are more effective that exercises using a ball.

Keywords: coordination, children, assessment, development, physical exercise, sports .

Introducción

La coordinación motriz ha sido definida como el “conjunto de capacidades que organizan y regulan de forma precisa todos los procesos parciales de un acto motor en función de un objetivo motor preestablecido” (Lorenzo, 2006, p. 1), siendo “uno de los componentes básicos de la competencia motriz” (Ruiz, Rioja, Graupera, Palomo y García, 2015, p. 104). La coordinación se presenta entonces como la capacidad de combinar en una estructura única varias acciones que, además, “es un proceso evolutivo complejo de adquisición progresiva” (Cenizo Benjumea, Ravelo Afonso, Morilla Pineda, Ramírez Hurtado y Fernández-Truan, 2016, p. 204).

Si bien no existe consenso a la hora de establecer un momento clave en el que se adquiere y desarrolla este aspecto, se considera que “particularmente en los periodos previos a la pubertad, el niño se encuentra en una fase en la cual el trabajo de coordinación es especialmente sensible para influenciar positivamente sobre el desarrollo posterior de las habilidades motrices básicas” (Hirtz y Starosta, 2002, p. 25) y estas, que se subdividen en locomotoras (correr y saltar), manipulativas (lanzar o coger) y de estabilidad (equilibrarse o girar), son “la base precursora de habilidades más específicas y complejas en juegos, deportes, danza y actividades recreativas (Lloyd, Saunders, Bremer y Tremblay, 2014, p. 68).

Por un lado, a medio y/o largo plazo resulta de interés aprovechar la fase sensible del niño para aportar experiencias fisicodeportivas diversas, de cara a que su desarrollo le permita tener un amplio bagaje de desempeño motor, fruto de un adecuado y completo desarrollo de su coordinación, ya que “el desarrollo de las habilidades motrices básicas se ha propuesto como un factor clave en el desarrollo físico, cognitivo y social del niño, que además asienta las bases para un estilo de vida activo” (Lubans, Morgan, Cliff, Barnett y Okely, 2010, p. 1020). Por otro lado, ya en el corto plazo, se ha observado en diferentes estudios que los niñas y niños con una menor competencia motriz presentan mayores problemas de obesidad y sobrepeso, como en el de Lopes, Stodden, Bianchi, Maia y Rodrigues (2012) donde las autorías señalan que “el desarrollo de la coordinación motriz debería ser una estrategia clave en las intervenciones en la niñez que busquen promover la prevención de la obesidad y promoción de la actividad física”. Además, otros estudios han hallado también problemas a nivel psicológico (mayor ansiedad, menor autoestima, etc.) en niñas y niños con una menor competencia motriz.

Secundariamente al desarrollo de forma integral como niño, se encuentra el desarrollo, si procede, como deportista. Debido a esas fases sensibles, el niño puede aprender y consolidar con mayor facilidad los movimientos técnicos de las disciplinas deportivas, que conllevan unos requerimientos coordinativos complejos. Por ello, la ­coordinación toma especial relevancia en éste ámbito, pues “es un punto de interconexión para todas las capacidades físicodeportivas” (Haag y Dassel, 1981, pp. 20-22), siendo necesaria para transformar los movimientos en gestos deportivos, ya que representa la capacidad para resolver situaciones inesperadas y variables, requiriendo el uso de elementos como la propiocepción, que “permite al organismo percibir la posición y el movimiento de sus estructuras, especialmente las que componen el aparato musculoesquelético” (García, Quintero y Rosas, 2011, pp. 42-43).

Ineludiblemente, en la literatura científica, se encuentran muchas veces el término coordinación acompañado con el de propiocepción. Según la Real Academia Española de la Lengua, el término propiocepción es una adaptación del inglés propioception, este del latín propius (propio) y la palabra inglesa perception (percepción). En el ámbito científico, autores como Jerosch y Prymka (1996, p. 171), diferenciando entre propiocepción estática y dinámica, definen la primera como la percepción consciente de la orientación de diferentes partes del cuerpo con respecto de las demás y la segunda como la percepción de los rangos de movimiento, donde son clave factores como el mecanismo vestibular para estabilizar los ojos, la propiocepción del cuello, la información propioceptiva y exteroceptiva de otras partes del cuerpo y la información visual. Este término se utiliza en el ámbito fisicodeportivo haciendo referencia a la “capacidad que tiene el cuerpo para detectar el movimiento y posición de las articulaciones”, según Benítez y Poveda (2010, p. 24). Según estos autores, además, “es importante en los movimientos comunes que se realizan a diario, especialmente en los movimientos deportivos que requieren mayor nivel de coordinación”.

Debido a ello, numerosas autorías buscan el desarrollo de esta cualidad no únicamente para obtener buenos resultados en la esfera competitiva, ya sea en deportes colectivos como el fútbol, con estudios como los recogidos en el libro de Buschmann, Pabst y Bussmann (2002), o en individuales como la natación, como se puede ver en el trabajo de Sánchez (2005), sino también para prevenir las lesiones relacionadas con la práctica deportiva, como recogen en su estudio Carter y Micheli (2011), donde señalan la propiocepción como uno de los factores clave en la prevención de las mismas, junto con la coordinación y la estabilidad articular, en otros (p. 881).

Como consecuencia de la importancia de la coordinación y su influencia significativa en la vida y desarrollo del niño y en los resultados deportivos de los mismos, se ha llevado a cabo el presente estudio comparativo con el objetivo de analizar los efectos de un programa de entrenamiento propioceptivo de 10 semanas de duración, con y sin la utilización de un balón, sobre la mejora de la coordinación en niños de 6 a 9 años.

Metodología

Participantes

Se invitó a participar en el estudio a todos las niñas y niños que, teniendo una edad comprendida entre los 6 y 9 años, se encontraban inscritos en la actividad deportiva de iniciación al baloncesto, ofertada por el ayuntamiento de una localidad del sur de Galicia. Los criterios de inclusión fueron asistir al menos a dos entrenamientos por semana y no estar inscrito en ninguna otra actividad deportiva ofertada por dicho ayuntamiento. Previamente al inicio de la intervención, se informó a la dirección del club sobre los objetivos de esta, así como del tipo de tareas a desarrollar durante su transcurso. Del total de 63 inscritos en la escuela deportiva (60 niños y 3 niñas), 23 (20 niños y 3 niñas) declinaron la invitación por no poder comprometerse a acudir dos días por semana de manera continua a los entrenamientos programados. Por lo tanto, la muestra final estuvo conformada por 40 niños varones, con una edad media de 7.68 ± 1.05 años, un peso medio de 31.3 ± 6.70 kg, una talla media de 1.3 ± 0.09 metros y un IMC medio de 18.41 ± 2.17 kg/m2. Se explicó el objeto del estudio a los padres de los niños y se obtuvo su consentimiento informado. El estudio se realizó en cumplimiento de las normas de la Declaración de Helsinki sobre principios éticos para la investigación en seres humanos (World Medical Association, 2013) y siguiendo las directrices 111/3976/88 de julio de 1990 de la Comunidad Europea para la Buena Práctica Clínica, así como el Real decreto 561/1993, de 16 de abril, por el que se regulan los requisitos para la realización de ensayos clínicos con medicamentos (BOE núm. 114, de 13.5.1993).

Valoraciones

Parámetros antropométricos. Se midió el peso mediante la báscula digital Tefal modelo Premium con una precisión de 100 g. Esta medición se realizó con el niño de pie en el centro de la plataforma, descalzo y sin apoyos. La talla se midió con una cinta métrica con el niño de espaldas a una pared, de pie, con los talones juntos, mirada al frente y totalmente erguido. Con estas dos variables, se calculó el Índice de Masa Corporal (IMC = peso/talla2) en kg/m2.

Coordinación. Este parámetro se calculó mediante el Test de coordinación corporal para niños, traducción del test alemán Körperkoordinationstest für Kinder (KTK), elaborado por Kiphard y Schilling (1974). Esta herramienta fue diseñada para niñas y niños de 5 a 14 años, utilizando las mismas tareas para todo el rango de edad. Se realizó una valoración del desempeño del participante en cuatros pruebas de dificultad progresiva. La primera, “equilibrio a la retaguardia” (EQ), se centra en el equilibrio dinámico. La segunda, “saltos unipodales” (SU), evalúa la coordinación de los miembros inferiores en relación con la fuerza reactiva. “Saltos laterales” (SL), la tercera, se centra en la coordinación del tren inferior en relación con la fuerza reactiva pero también su velocidad. Por último, “transposición lateral” (TL), tiene como objetivo evaluar la lateralidad y estructuración espacio-tiempo. En cada prueba los participantes pueden alcanzar una puntuación máxima. Las puntuaciones obtenidas son confrontadas con los valores tabulados que aporta el manual de Kiphard y Schilling (1974) de acuerdo con el grupo de edad al que pertenece el sujeto, atribuyéndole un cociente motor (CM) para cada prueba (CM1, CM2, CM3 y CM4). La suma de los cuatro cocientes motores representa el sumatorio CM1-CM4 y este se confronta con otra tabulación, tras la que se obtiene una puntuación final que clasifica al evaluado en función de su nivel de coordinación; insuficiente (56-70), con perturbaciones (71-85), normal (86-115), buena (116-130) o alta (131-145).

Procedimiento

En el presente estudio se desarrollaron dos programas de entrenamiento propioceptivo, uno con el uso de un balón y otro sin balón, a razón de dos días por semana en sesiones de media hora aproximada y durante un período de 10 semanas. Se realizaron evaluaciones pre y posintervención.

Para llevar a cabo dichos programas, se dividió la muestra en dos grupos, formados por los niños que acudían a entrenar lunes y miércoles, que conformaron el grupo propiocepción con balón (GPCB) y los que entrenaban martes y jueves, que conformaron el grupo propiocepción sin balón (GPSB). En la tabla 1 se muestra un ejemplo de sesión para ambos programas.


Tabla 1
Sesiones de ejemplo para ambos grupos de intervención

El material utilizado fueron colchonetas finas y gruesas, diferentes tipos de balones, bandas elásticas, cuerdas, fitballs, aros, bancos suecos, escaleras de coordinación, conos, picas, un trampolín, canastas, un par de BOSU de la marca BOSU®, varias Dynair ballKissen de la marca TOGU® y 4 islas de equilibrio.

El programa de entrenamiento propioceptivo siguió una lógica de dificultad progresiva, teniendo en cuenta las características de los participantes, comenzando por ejercicios más básicos de propiocepción sin prácticamente material e ircorporando ejercicios más complejos de propiocepción con material específico para este tipo de entrenamiento. Se mantuvo una caracterización de los programas lo más lúdica posible para facilitar la adaptación al entrenamiento y mantener la filosofía del club para este rango de edad.

Las sesiones fueron monitorizadas en todo momento por un alumno de 4º curso del Grado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte de la Universidad de Vigo, que también se encargó de las valoraciones iniciales y finales.

Análisis estadístico

Se llevó a cabo un análisis descriptivo mediante medidas de tendencia central (media y desviación típica) para describir las variables objeto de estudio, siendo este análisis estratificado por el tipo de programa desarrollado (con balón y sin balón). Con el fin de comprobar la normalidad de la muestra se llevó a cabo la prueba Kolmogorov-Smirnov. Para comprobar la homogeneidad de los dos grupos que conformaban la muestra se llevó a cabo la prueba t de Student para datos independientes. Para analizar el efecto del programa sobre cada uno de los grupos, se llevó a cabo la prueba t de Student para datos relacionados. El efecto diferencial del tipo de programa sobre los parámetros definitorios CM1, CM2, CM3, CM4 y Score Total, teniendo en cuenta el momento, se analizó a través de un análisis de varianza 2x2 (anova 2x2). Todos los análisis se llevaron a cabo mediante el programa estadístico SPSS-IBM versión 22. Para todas las pruebas estadísticas se utilizó el nivel de significación de p < .05.

Resultados

Al inicio del programa, los grupos GPCB y GPSB fueron conformados por 21 y 19 niños respectivamente. Durante la aplicación de los programas, se produjo el abandono de 2 participantes en el GPCB. Debido a ello, la muestra final tras la intervención quedó formada por 19 niños en cada grupo. En el diagrama de flujo de la figura 1 se resumen las diferentes etapas del proceso de intervención.


Figura 1
Etapas del proceso de intervención

En la valoración inicial, los grupos se mostraron homogéneos, con un promedio en la puntuación total de la KTK que se encontraba clasificado en el rango de “coordinación normal” (de 86 a 115 puntos). En la tabla 2 se muestran las características iniciales de la muestra en cada grupo, así como las puntuaciones en las variables analizadas.

En la tabla 3 se reflejan los valores iniciales y finales en ambos grupos de intervención, tanto en cada uno de los cocientes motores como en la puntuación total de la batería y el porcentaje coordinativo que esta permite calcular. Se encontró una tendencia a la mejora en ambos grupos tras la intervención, encontrándose diferencias estadísticamente significativas únicamente en el caso del GPSB, en todos los cocientes motores y en la puntuación total en la KTK, la cual alcanzó unos valores clasificados como “buena coordinación” (de 116 a 130 puntos).


Tabla 2
Características iniciales de la muestra en las variables analizadas


Tabla 3
Efectos de los programas de entrenamiento en ambos grupo

Discusión

El objetivo de este trabajo fue analizar los efectos de un programa de entrenamiento propioceptivo de 10 semanas de duración, con y sin la utilización de un balón, sobre la mejora de la coordinación en niños de 6 a 9 años, edades que se corresponden con la etapa de educación primaria. Los resultados obtenidos pueden ser de utilidad para todos los equipos de profesionales de la educación física y el deporte, por la información que proporciona sobre los beneficios potenciales y posible utilidad de distintas estrategias diferentes a la estimulación de la coordinación en esta población.

Noreña (2015) realizó una propuesta de intervención mediante el trabajo propioceptivo en niños señalando su importancia en el ámbito de la educación física. Resulta particularmente importante investigarlo y desarrollarlo en la etapa escolar, debido a la importancia que tienen las habilidades motrices y capacidades coordinativas en el desarrollo de la vida del niño, como se recoge en los trabajos de Plata y Guerra (2009) o de Ruiz, Mata y Moreno (2007). En la misma línea, autores como Villegas y Ortín (2010, “Importancia del desarrollo de las capacidades y habilidades motrices en edades escolares”, párr. 1) indican que en los dos primeros ciclos de esta etapa se encuentra el momento clave para el desarrollo de las habilidades y destrezas básicas, pues “este periodo se caracteriza por la estabilización, fijación y refinamiento de los movimientos del niño”.

Por otro lado, Hirt y Starosta (2002, p. 20) comentan en su trabajo que diferentes autores “dudaban ya de la existencia de estas fases sensibles”. Además, informan de que “incluso ha habido otros estudios que demostraron, por medio de experimentos, que el desarrollo del control motor puede ser mayor incluso fuera de esa supuesta edad de mayor predisposición para este desarrollo coordinativo”.

De acuerdo con la puntuación obtenida en la KTK antes del estudio, el nivel de coordinación de la muestra era normal, presentando además una competencia motriz similar, pero con la obtención de puntuaciones más bajas, en algunos parámetros, a la reportada para otras poblaciones de la misma edad en España (Torralba, Vieira, Lleixà y Gorla, 2016). Sin embargo, tras finalizar el estudio, el nivel de coordinación en el GPSB pasó a clasificarse como buena, observándose una mejora notable en todos los parámetros del test.

Pese a estos datos, que se presentan como positivos, cuando se comparan los resultados de este estudio con otras intervenciones similares publicadas en la literatura científica se encuentran resultados en ambas direcciones.

Por un lado, García et al. (2011) aplicaron un programa de entrenamiento deportivo propioceptivo durante 12 semanas y a razón de 3 días por semana, con el objetivo de evaluar el impacto del mismo sobre las habilidades motrices en una muestra de 22 niños de 10 años. Los resultados que obtuvieron indicaron una mejora sobre el equilibrio estático y dinámico, sobre el ritmo y sobre las praxias global y fina. En una línea similar, Simonek (2016), aplicó un programa de ejercicios de Aikido específicos para el desarrollo de la coordinación y habilidades relacionadas, en niños de 9 a 11 años, a razón de 3 días por semana en sesiones de una hora y durante 18 meses. Pese a que obtuvieron unos resultados de importante mejora en la coordinación, la muestra tan reducida (4 niños) limita la contundencia y aplicabilidad de los mismos.

Por otro lado, también se encuentran evidencias en la dirección opuesta. Un ejemplo es el trabajo desarrollado por Jiménez, Pérez, Pedrosa y Gutiérrez (1990), donde se estudiaron los efectos sobre el equilibrio de un programa de entrenamiento basado en la reeducación propioceptiva. La intervención fue desarrollada por niños de entre 10 y 12 años durante dos meses, realizando 3 sesiones por semana de 15 minutos de duración, durante las cuales utilizaron pelotas de goma maciza y tablas Freeman. Los resultados, si bien mostraron una ligera tendencia positiva, no concluyeron que hubiera una mejora significativa del equilibrio. Estas autorías plantearon que la duración de las sesiones y/o el tipo de trabajo pudieron ser insuficientes.

Los datos aportados por el estudio de Jiménez et al. (1999) difieren con los aquí reportados, dado que se encontraron mejoras significativas en el equilibrio tras el programa de entrenamiento centrado en la propiocepción, de forma más acentuada en el GPSB. Estas mejoras han quedado plasmadas principalmente mediante la prueba EQ, donde se valoraba el equilibrio dinámico. Las diferencias en los resultados podrían deberse al tipo de entrenamiento, ya que como se ha informado en este estudio, la mejora coordinativa ha sido superior en el grupo que no utilizaba un balón en el entrenamiento de propiocepción, sin encontrarse efectos significativos en el GPCB.

El hecho de que el GPSB mejorase más que el GPCB conllevaría replantear ciertas cuestiones. Una de las razones de estos resultados podría residir en que la utilización de un implemento como es el balón llevaría a una menor atención y concentración durante la ejecución de las tareas. Como es sabido, el balón ejerce un fuerte poder de distracción sobre este tipo de población, lo que iría en detrimento de la técnica de ejecución, esencial para el trabajo propioceptivo y la buscada mejora de la coordinación.

La utilización de este implemento, sin embargo, es habitual en la preparación física de los deportes de equipo, donde se utilizan juegos reducidos para mejorar cualidades físicas como la resistencia, como se puede apreciar en el trabajo de Sánchez, Yagüe, Fernández y Petisco (2014), o mejorar simplemente la aptitud física (Foresto, 2013). La principal razón suele residir en el interés de que el entreno sea ameno y divertido para el ejecutante. Los resultados del presente estudio permiten plantearse si realmente en determinadas tareas de la preparación física resultaría de mayor interés un trabajo sin balón. Si bien es cierto que mantener la atención del niño es importante de cara al trabajo de la capacidad aeróbica sin que resulte desmotivante, se debe tener en cuenta, por ejemplo, que en edades tempranas resulta de mayor interés el trabajo de las capacidades coordinativas, pues permite que el niño capte una serie de competencias necesarias para el juego que, a su edad, son principalmente de tipo técnico y no se encontraría entre los factores del rendimiento una tan elevada exigencia condicional. Esta reflexión, por supuesto, no indica que un trabajo sustituya completamente al otro. Se debe entender que tal vez en determinados momentos, el trabajo con balón no sea el idóneo cuando el interés debe centrarse en el control corporal y la propiocepción. Cabe destacar que un trabajo sin balón no debería ser aburrido o falto de interés para el niño. La utilización de secuencias que quiera superar, que les llame la atención y se sientan realizados una vez superadas, es un importante aliciente para una adecuada atención y motivación en la tarea.

Uno de los puntos de interés de este estudio es la novedad de comparar el uso o no de un balón para la mejora de la coordinación, pues es una práctica muy extendida pero sus efectos reales apenas se han estudiado.

Cabe mencionar, sin embargo, que este trabajo tiene, al menos, tres debilidades notables. En primer lugar, el reducido tamaño muestral “conlleva una pérdida de potencia en el contraste de la hipótesis, afectando entre otras cosas a la capacidad para detectar diferencias significativas entre los grupos o limitando el cálculo de la magnitud del efecto, pues normalmente se exagera” (Button et al., 2013, p. 366). En segundo lugar, el grupo presenta unas características particulares como son el hecho de ser niños de una escuela deportiva, con una motivación hacia la práctica de este tipo de actividades que, sumado al hecho que la muestra es de un rango de edad específico y únicamente formada por varones, limitan la posibilidad de extrapolar o generalizar los datos a toda la población. En tercer y último lugar, la ausencia de un evaluador ciego condiciona un entorno más favorable de cara a la aparición de sesgos.

Conclusiones

En un grupo de niños de 6 a 9 años, el entrenamiento propioceptivo se mostró efectivo a la hora de mejorar su nivel de coordinación. Los resultados obtenidos indicaron que, a la hora de desarrollar la coordinación por ­medio del entrenamiento propioceptivo, los ejercicios sin la utilización de balón son más efectivos que los realizados con dicho implemento.

Conflicto de intereses

Las autorías no han comunicado ningún conflicto de intereses.

Referencias

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