Réplicas y cartas científicas
Recepción: 12 Agosto 2018
Aprobación: 03 Octubre 2018
DOI: https://doi.org/10.5672/apunts.2014-0983.es.(2019/2).136.09
Resumen: La prevalencia de ideas pseudocientíficas y “neuromitos” entre las entrenadoras y entrenadores, así como la necesidad de mejorar los contenidos de sus programas de formación, se ha puesto recientemente de relieve en la literatura científica. En este artículo de opinión se identifican y discuten algunas creencias, prejuicios y supuestos tácitos comunes en el ámbito de las ciencias de la actividad física y el deporte que pueden favorecer la presencia de pseudociencia en la formación y la práctica profesional, como son: (a) el deporte es un fenómeno demasiado complejo para ser estudiado científicamente; (b) el deporte necesita ciencia aplicada; (c) en el deporte, la práctica y la experiencia son más importantes que la teoría; (d) todas las teorías tienen parte de verdad y son igualmente aceptables; (e) hay “hard sciences” (biológicas) y “soft sciences” (sociales). En relación con los argumentos que se exponen, se recomiendan algunas intervenciones dirigidas a las instituciones y organismos responsables de la formación de profesionales de la actividad física y el deporte.
Palabras clave: ciencia básica, teoría científica, pseudociencia, creencias, formación.
Abstract: The prevalence of pseudo-scientific ideas and “neuromyths” among coaches, coupled with the need to improve the contents of their education programmes, has recently been highlighted in the scientific literature. In this opinion paper, we identify and discuss some common beliefs, prejudices and tacit assumptions in the field of sport sciences that can favour the presence of pseudoscience in education and professional practice, such as: (a) sport is too complex a phenomenon to be studied scientifically, (b) sport needs applied science, (c) in sport, practice and experience are more important than theory; (d) all theories are partly true and equally acceptable; and (e) there are “hard sciences” (biological) and “soft sciences” (social). In relation to the arguments outlined, several intervention recommendations are shared for the institutions and organisms in charge of training sport science professionals.
Keywords: basic science, scientific theory, pseudoscience, beliefs, education.
Introducción
Sería impensable que la formación o la práctica profesional en medicina, ingeniería o biología no se basara en evidencias científicas. En cambio, aunque resulte paradójico, es muy común encontrar contenidos teóricos y prácticos no basados en evidencias en los programas de formación en ciencias de la actividad física y el deporte (CAFD) y también en el ejercicio de la profesión. Es una realidad muy extendida, que se manifiesta tanto a nivel universitario (másters, grados) como en otros niveles de formación (ciclos formativos, cursos de técnicos, etc.), tal como se constata en una publicación reciente sobre la prevalencia de ideas y prácticas profesionales pseudocientíficas y basadas en “neuromitos” entre las entrenadoras y los entrenadores en el Reino Unido, país considerado abanderado en ciencias del deporte (Bailey, Madigan, Cope y Nicholls, 2018). Las autorías apuntan diferentes razones para explicar este irregular y preocupante fenómeno: la juventud de las ciencias del deporte, los diferentes niveles de formación académica del alumnado y profesorado, la calidad de las fuentes de información consultadas o la falta de criterio a la hora de discriminar entre la calidad de las ciencias. Con el propósito de mejorar la efectividad de la práctica profesional y reducir los riesgos de una mala praxis, que afectan no solo a deportistas sino también a la población en general, las autorías proponen corregir la situación incidiendo sobre los contenidos de los programas de formación.
El objetivo de este artículo de opinión es doble: 1) ayudar a concienciar a los agentes responsables de la formación en CAFD, al alumnado y a los profesionales sobre la necesidad de controlar la calidad de los contenidos científicos de los programas de formación, y, 2) proponer intervenciones concretas dirigidas a promover una práctica profesional basada en evidencias científicas actualizadas.
En primer lugar se identificarán y se discutirán algunas creencias, prejuicios y supuestos tácitos infundados que favorecen la prevalencia de lo que se podría considerar pseudociencia en la formación y praxis de las y los profesionales del deporte, y finalmente se propondrán algunas estrategias de intervención
Ciencia y pseudociencia
El aumento de la cantidad de contribuciones científicas y también no científicas relacionadas con las ciencias del deporte, y las posibilidades a su acceso inmediato, ha sido espectacular en las últimas décadas, lo que ha hecho evolucionar la praxis profesional de una forma importante pero también bastante anárquica, reflejando una falta de criterio a la hora de discriminar qué es y qué no es ciencia, qué es buena y mala ciencia (o pseudociencia), o incluso, qué es ciencia “fea” (Bailey, 2017).
La ciencia es un proceso dinámico; las teorías que funcionan sobreviven, mientras que aquellas que no pueden ser corroboradas con hechos, o que no los explican suficientemente bien, mueren. Es decir, se rechazan las hipótesis que no son compatibles con la realidad (datos) y las viejas teorías son sustituidas por otras que se ajustan mejor. Todo lo que no se adecúa a este proceso no es ciencia. Hay que puntualizar que la ciencia (y la ciencia del deporte) no avanza solo cambiando teorías sino sobre todo cambiando la forma de pensar sobre los problemas/fenómenos que nos rodean y la formulación de las preguntas.
Se califica de “mala ciencia” o “pseudociencia” la que usa mal el proceso científico, o interpreta los resultados de forma inadecuada. También hay ciencia que sin ser “mala” intenta favorecer intereses mercantiles, es la ciencia “fea”. Las ideas, intuiciones, la experiencia o las opiniones, muy frecuentes en el ámbito del deporte, no representan ciencia buena o mala, simplemente no son ciencia. Las ideas deben contrastarse adecuadamente con el conocimiento existente y se prueben para ser aceptadas o rechazadas. Como la ciencia no es estática, las personas que se dedican a ella tienen que estar siempre dispuestas a cambiar su comprensión de los fenómenos ante nuevas evidencias o argumentos válidos. Resistirse al cambio por intereses personales u otros motivos es llevar a cabo mala ciencia.
Para garantizar el buen uso del proceso científico, las publicaciones controlan los conflictos de intereses y activan las “revisiones por pares”, o revisiones por parte de personas expertas que avalan la calidad de los trabajos científicos. Las publicaciones de reconocido prestigio siguen un riguroso proceso de revisión, que pretende garantizar que lo que se publica sea avalado por la comunidad científica internacional. No todas tienen el mismo nivel de exigencia, y por este motivo es importante dirigirse a las mejor cualificadas dentro de cada uno de los ámbitos de conocimiento cuando se hacen búsquedas de la literatura. Actualmente, se valoran como indicadores de calidad el factor de impacto, el índice de inmediatez y el cuartil de las revistas científicas; el índice de citaciones de los artículos; y el índice H de las autorías. La calidad de los libros se valora por el prestigio de la editorial, el número de citaciones, las bases de datos que los indexan, las reseñas y las traducciones (Web of Science, 2018). Así mismo, la valoración crítica de estos indicadores y su mal uso (Sparkes y Smith, 2014), requiere de una valoración adicional adecuadamente contextualizada que permita certificar el impacto científico y social real de la publicación.
Creencias y prejuicios sobre la ciencia
A continuación se discute sobre algunas creencias, prejuicios y supuestos tácitos comunes que dificultan una docencia y práctica profesional en la actividad física y el deporte basada en evidencias científicas actualizadas:
a) El deporte es un fenómeno demasiado complejo para ser estudiado científicamente. Esta extendida creencia puede ser producto de las características del tipo de ciencia que tradicionalmente se han asociado con el deporte. Un estudio reciente sobre la investigación en CAFD realizado en colaboración con el European College of Sport Sciences ha resaltado algunos de sus rasgos principales (Hristovski, Aceski, Balagué, Seifert, Tufekcievski y Aguirre, 2017): 1) la falta de investigación inter- y transdisciplinaria; 2) el papel dominante de la ciencia biológica más clásica, y 3) la hegemonía de las metodologías experimentales, que apoyándose en la estadística inferencial, buscan relaciones de causa-efecto y de abajo arriba, es decir, del nivel micro al macroscópico. Las eventuales innovaciones producidas durante las dos últimas décadas no han afectado al esqueleto temático, que se ha mantenido estable reproduciendo el modelo dominante. Esta situación contrasta con la reciente revolución que las ciencias biológicas, y también sociales, han experimentado de la mano de modelos dinámicos complejos, inicialmente rechazados y ahora en la vanguardia de la ciencia (Karsenti, 2008). Las resistencias con las que estos modelos dinámicos, inspirados en la física y las matemáticas, son adoptados por la medicina y la psicología, ciencias tradicionalmente vinculadas al deporte, moderan notablemente su penetración en las CAFD, y, aun así, representan una prometedora apuesta de futuro por el abordaje de la multidimensionalidad y complejidad del fenómeno deportivo.
b) El deporte necesita ciencia aplicada. Hay una creencia y un supuesto tácito, relacionados con los objetivos y la orientación de la ciencia, que infravaloran el rol de la ciencia en el deporte y del deporte en la ciencia. La creencia, basada en un reduccionismo desfasado (Anderson, 1972), es que las ciencias básicas del deporte, es decir, aquellas que se ocupan de investigar las leyes fundamentales, son solo la física y la bioquímica (y/o la biología). Esta creencia ignora que las leyes fundamentales de la física y la química no permiten explicar fenómenos que se dan a nivel macroscópico en el deporte como la toma de decisiones. Aunque este hecho conlleve procesos electroquímicos a nivel de sinapsis neuronales, y determinadas estructuras y funciones cerebrales, ni estos procesos ni estas funciones pueden explicarla. A cada nivel emergen nuevas propiedades que están regidas por nuevas leyes fundamentales. Por lo tanto, hay ciencia básica (teórica y experimental) y aplicada asociada a cada disciplina de las CAFD (bioquímica, psicología, sociología, etc.) y la ciencia básica resulta indispensable para la evolución de la ciencia aplicada. Para poner un ejemplo, el modelo de coordinación de Haken, Kelso, Bunz (1985), fruto de una investigación básica que revolucionó la neurociencia, ha dado lugar a una nueva investigación aplicada al deporte (Davids, Hristovski, Araújo, Balagué, Button y Passos, 2014). Por otra parte, la investigación básica experimental es la que ha permitido introducir nuevas teorías para explicar fenómenos relevantes en el deporte como la psicobiología de la fatiga (Venhorst, Micklewright y Noakes, 2018) o la toma de decisiones (Araújo, Davids y Hristovski, 2006), inspirando nueva investigación aplicada y la creación de metodologías de trabajo alternativas.
El supuesto tácito a que nos referíamos es el de asumir que un fenómeno como el deporte no sirve para realizar ciencia básica. Todo lo contrario, el deporte representa un banco de experimentación del comportamiento individual y social que posibilita estudiar y modelar el efecto de perturbaciones intensas, incluso extremas, a muchos niveles (psicológico, fisiológico, sociológico). Las posibilidades de probar nuevos modelos con datos de la realidad de forma muy rápida suponen una ventaja y un reto de especial interés para la ciencia en general.
c) En el deporte, la práctica y la experiencia son más importantes que la teoría. En primer lugar, se debe aclarar que el término teoría tiene un significado diferente en el lenguaje común y en ciencia. En el lenguaje común equivale a opinión, hipótesis o conjetura (“tengo la teoría de que...”) y este equívoco lleva a menudo a contraponer teoría y práctica. En ciencia, teoría se refiere a un corpus de conocimiento verificado empíricamente, a hipótesis inductiva o deductivamente contrastada del derecho y del revés. La práctica, en cambio, proporciona un conocimiento riquísimo pero subjetivo, no científico, que impide la generalización y la formulación de teorías. Ni las anécdotas ni los testigos prácticos pueden sustituir las evidencias sistemáticas. Al mismo tiempo, el conocimiento científico teórico, cambiando la cognición de quien practica o de quien ejerce la profesión, cambia también su experiencia vivida. Es decir, teoría y práctica son dos realidades indisociables, que van juntas (o tendrían que ir) tanto en la ciencia como en el ejercicio profesional.
Cualquier nueva teoría suele ser criticada por parte de los sectores más inmovilistas por su falta de aplicaciones prácticas. Evidentemente, las aplicaciones de una nueva teoría se desarrollan con el tiempo y no se pueden comparar con las aplicaciones de teorías más antiguas; ¿alguien se atrevería a cuestionar si la física cuántica es práctica? De hecho, comprender teóricamente mejor un problema ya supone una gran ventaja en la práctica; como decían los reconocidos científicos J. C. Maxwell i K. Lewin, “no hay nada más práctico que una buena teoría”.
d) Todas las teorías tienen parte de verdad y son igualmente aceptables. Esta creencia favorece que en las CAFD coexistan a veces teorías que parten de supuestos incompatibles entre sí, y que eso se refleje en las propuestas metodológicas de las y los profesionales, que mezclan fundamentos contradictorios. Las teorías científicas son modelos de la realidad que evolucionan, bien cambiando sus postulados, añadiendo nuevos o siendo sustituidos por otros que explican y predicen mejor esta realidad. Por eso, resulta clave que el alumnado conozca la evolución histórica de las teorías científicas y esté al día de las más recientes en relación con fenómenos relacionados con el deporte. Algunos de los modelos teóricos que se utilizan en el entrenamiento deportivo, como el que delimita las dimensiones del rendimiento (técnica, táctica, condición física, psicológica, etc.) o las capacidades condicionales (fuerza, velocidad, resistencia, etc.) parecen intocables. Debe comprenderse que los modelos son solo mapas de la realidad, y que las dimensiones y delimitaciones que proponen son barreras artificialmente construidas. Ante estas creencias, en vez de abusar de explicaciones ad hoc o de un lenguaje ambiguo para proteger modelos desfasados, hay que abrirse a nuevos modelos y teorías que expliquen cada vez mejor la realidad.
e) Hay “hard sciences” (biológico) y “soft sciences” (social). La superioridad científica de las ciencias biológicas sobre las sociales es un infundado y generalizado prejuicio prevalente tanto en el ámbito de las CAFD como en la ciencia en general. A menudo se cree que la ciencia solo se puede llevar a cabo en laboratorios equipados con instrumentos de medida precisos y a través de experimentos reproducibles y controlados. Pero la ciencia no se caracteriza por estos estereotipos sino por contrastar los datos de la realidad con las teorías. Por lo tanto, el principal problema que tiene que resolver esta, sea la química o la psicología, es el de encontrar formas de medida adecuadas de las teorías, es decir, formas de operativizar los conceptos. Como resulta más difícil operativizar conceptos relacionados con el comportamiento humano o social que con el comportamiento de la fibra muscular in vitro (Diamond, 1987), un prestigioso y atípico biólogo, con experiencia en investigación tanto en ciencias biológicas como sociales, sugiere etiquetar de “difíciles” las ciencias sociales, pues son las que se enfrentan a dificultades mayores para su operacionalización. Además, hay que tener en cuenta que las ciencias sociales se ocupan de temas que tienen un impacto potencialmente más importante sobre el futuro del deporte (las decisiones sobre la política deportiva) que las ciencias biológicas.
Una familiarización creciente de la población con los temas investigados por las ciencias sociales con respecto a las biológicas permite que se emitan de forma habitual opiniones sobre las primeras no basadas en conocimiento científico, lo que provoca que se infravalore la investigación en esta área y se promueva la pseudociencia. Un fenómeno similar sucede en el deporte, sobre el que se opina de forma generalizada sin que el rigor científico sea un requerimiento. ¿Alguien se atrevería, por ejemplo, a opinar sobre genómica o nanotecnología sin criterio científico? Se debe tomar conciencia de que la prevalencia de creencias y prejuicios más basados en la ignorancia o la pseudociencia que en la buena ciencia afecta negativamente a la calidad de los programas de formación y la efectividad de la práctica profesional.
Propuestas de intervención
A continuación se realizan algunas recomendaciones de intervención dirigidas a instituciones y organismos responsables de la formación en el ámbito de la actividad física y el deporte para promover una práctica profesional basada en evidencias científicas contrastadas y actualizadas, como:
Revisar la calidad del material docente de los programas de formación en base a los indicadores de calidad científica.
Evitar proporcionar recetas prácticas sin asociarlas a teorías científicas actualizadas.
Introducir el desarrollo de teorías científicas desde una perspectiva histórica para promover la adquisición de un pensamiento crítico en el alumnado.
Ayudar al alumnado a distinguir ciencia de pseudociencia (Lilienfeld, Ammirati y David, 2012) y a utilizar índices de calidad para seleccionar las publicaciones.
Promover mentes abiertas hacia nuevos modelos y teorías científicas.
Alimentar la formación en CAFD de los avances que están en la vanguardia de la ciencia y no limitarse al conocimiento tradicional hegemónico de las disciplinas científicas.
Desarrollar perfiles profesionales practicocientíficos y fomentar la colaboración interdisciplinaria.
Valorar tanto la investigación básica como la aplicada en el desarrollo de las CAFD y valorar el deporte como fenómeno del que se pueden extraer leyes fundamentales para la ciencia en general.
Agradecimientos
Agradecemos la colaboración de las compañeras y compañeros con los que hemos podido compartir el original, por sus aportaciones y por las interesantes y fructíferas discusiones sobre el tema.
Conflicto de intereses
Las autorías no han comunicado ningún conflicto de intereses.
Referencias
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Bailey, R. P., Madigan, D. J., Cope, E., & Nicholls, A. R. (2018). The prevalence of pseudoscientific ideas and neuromyths among sports coaches. Frontiers in Psychology, 9, 641. doi:10.3389/fpsyg.2018.00641
Davids, K., Hristovski, R., Araújo, D., Balagué, N., Button, C., & Passos, P. (Eds.) (2014). Complex systems in sport. London: Routledge.
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