Resumen: Pere Vergés fue uno de los pedagogos de repercusión en el movimiento de renovación de la Escuela Nueva. En Cataluña, junto con figuras como Rosa Sensat, Artur Martorell o Alexandre Galí, aportó una visión educativa centrada en la sensibilidad, el niño y su autonomía. El objeto de este estudio es Pere Vergés. Se pretende aportar una nueva visión centrada en el ámbito competitivo-deportivo a los estudios existentes. A partir de una metodología basada en el análisis de las fuentes primarias, y con un conjunto de referencias que han tratado el tema, se concluye que Vergés mostró un carácter distintivo y único en su pedagogía. Contrariamente a los postulados de la no competición en los movimientos de Escola Nova, y manteniendo esta idea de renovación, incluyó la competición educativa como elemento singular.
Palabras clave:competicióncompetición, deporte deporte, educación educación, Pere Vergés Pere Vergés, pedagogía pedagogía.
Abstract: Pere Vergés was one of the most prominent pedagogues in the New School’s movement to update education. In Catalonia, together with figures such as Rosa Sensat, Artur Martorell and Alexandre Galí, he contributed to a vision of education centred on sensitivity, the child and their autonomy. The subject of this study is Pere Vergés. It is intended to provide a new vision alongside the existing studies focused on the competitive-sports field. Using a methodology based on the analysis of primary sources, along with a complete set of references that have examined the subject, we conclude that Vergés showed a distinctive and unique character in his pedagogy. Contrary to the postulates of non-competition in the New School movements, yet while maintaining this idea of renewal, he included educational competition as a singular element.
Keywords: Competition, sport, education, Pere Vergés, pedagogy.
Ciencias Humanas y Sociales
Pere Vergés Farrés (1896-1970): un pedagogo de la competición ludicodeportiva
Pere Vergés Farrés (1896-1970): A Pedagogue of Leisure-Sport Competitions
Recepción: 16 Febrero 2018
Aprobación: 21 Diciembre 2018
La figura del maestro catalán Pere Vergés Farrés (Barcelona, 1896-1970) hay que ubicarla en el contexto de todo el movimiento de la renovación pedagógica y la Escuela Nueva (González-Agàpito, 1978a; Monés, 2011). De este modo, todo el ideario europeo con voluntades higienistas, en favor de la educación del niño, se muestra en España a partir de los pedagogos de la Institución Libre de Enseñanza, juntamente con otras personalidades, representantes del poder público y de la clase burguesa, mayoritariamente. En Cataluña, las propias instituciones buscaron paliar el alto nivel de mortalidad infantil, incrementar la salud en los más jóvenes y hacer frente al analfabetismo de los más pequeños. En este contexto se ubica un movimiento pedagógico con estas finalidades higiénicas, de educación global, y que además pretendía conseguir un estado de pacifismo entre la clase obrera y la burguesía. Aparece así L’Escola del Bosc (1914) y en una misma idea la Escola del Mar (1922), y es cuando surge el ideal educativo de Pere Vergés (Ajuntament de Barcelona, 1922, 1932; Martorell, 1965; Monés y Bosom, 1992).
El director de la Antigua Escola del Mar (1922-1938), destruida por un bombardeo en la Guerra Civil, en todo momento apostó por el juego y el deporte como elementos claves de su filosofía y su vocación de maestro y pedagogo (Saladrigas, 1973; Vergés, 1935a). Por este motivo, tanto en las colonias escolares que dirigió en Calafell (Brasó, 2017b) y en las nuevas ubicaciones donde se instaló la escuela –en la Rosaleda de Montjuïc, y en el Guinardó–, y en su fundación escolar, siguió promoviendo esta filosofía saludable deportiva anglosajona, siguiendo los postulados de la Escuela Nueva (Brasó, 2017c; Demolins, 1899; Ferrière, 1927; Vergés, 1935a).
La relación de Pere Vergés con el deporte se inicia ya desde bien joven, con su paso por las escuelas de educación integral e interclasistas de los distritos II y VI de Barcelona, relacionadas con la Associació Protectora de l’Ensenyança y creadas gracias a las iniciativas privadas de la pequeña burguesía (Torrebadella y Brasó, 2017). Este hecho, unido a su afición por la natación (era socio del Club Natació Barcelona e iba a nadar diariamente a primera hora de la mañana), son una muestra de su futura idea pedagogicodeportiva, humanista. Y esta filosofía es compartida también por su amigo del club, Nemesi Ponsati; ambas figuras novecentistas tendrán un modo similar de entender al hombre: un hombre que trabaja y que juega, con una buena educación y a partir de la obra bien hecha, como diría Eugeni d’Ors (Robert, 1999, 2004). Asimismo, es destacable el concurso que ganó sobre ejercicios gimnásticos. Toda esta historia-afición y su nombramiento como director de los Baños de Mar y posteriormente la Escola del Mar, gracias a la figura del director de la Asesoría Técnica de la Comisión de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, Manuel Ainaud (1885-1932) (Domènech, 1997; Pàrraga, 1989), refuerzan estas voluntades higiénicas, de salud, de promoción de la gimnástica y los baños de mar y, en general, de la actividad física. Pero, además, en Vergés aparece un elemento deportivo y competitivo diferencial de la mayoría de propuestas de la Escuela Nueva.
Para entender su filosofía debe conocerse su idea de vida social escolar. Y es que el pedagogo intentó crear una atmosfera a modo de pequeña ciudad, con características de las polis griegas, democráticas, hermosas, de respeto, etc. Su finalidad era hacer buenos ciudadanos de la sociedad, por lo que se aislaba de toda pedagogía escolástica y memorística, buscando que el propio niño reflexionase y debatiese para prepararse para su propio futuro como adulto en sociedad que sería.
Esta pedagogía griegoplatónica –en su origen etimológico como guía, conductor, acompañante…– lo llevan a tratar de forma intensa y estética la música, los libros y la biblioteca, el dibujo, el arte y la gimnasia-educación corporal (Ainaud, Bohigas, González-Agápito, Vergés y Cònsul, 1996; Crexells, 1935; González-Agàpito, 1978b, 1996, 1998; la música en la antigua Escuela del Mar, 1954). Por ello, la educación física, que implicaba la gimnasia y la natación principalmente, es muy valorada, a lo que se le une la individualidad y el interés en el niño, como ya hizo Rousseau o Pestalozzi (Ajuntament de Barcelona, 1938; Bartrés, 1955; Escuela del Mar, 1927; Vergés, 1932a, 1957). El humanismo del pedagogo e interés por las diferentes ramas del saber, incluso escribe dos libros de poesía en 1925 y 1930, hacen del modelo pedagógico un verdadero ideal pedagógico. Asimismo, el simple juego y el deporte se convierten en un valor en sí mismos.
Por lo tanto, el juego se convierte en un elemento relevante e indispensable. Aunque distingue la práctica libre y el juego organizado, dándole valor pedagógico a la combinación de los dos tipos de juegos, estos elementos aparecen relacionados mediante el mecanismo competitivo de concursos, con claras reminiscencias a la educación helénica. Los juegos, los deportes, y, en general, cualquier actividad, tarea o pasatiempo, se convierten en momentos de lucha-enfrentamiento en la vida escolar (Torras, 1935). Se proponen multitud de concursos, tanto deportivos (nadar, correr, jugar al ajedrez, jugar a las damas, jugar al marro), como no (recitar, escribir, elaborar, construir, etc.) (Brasó, 2018). Si a esta realidad se le añade toda la organización, a modo de grupos y jerarquías, y el consecuente trabajo moral y disciplinario que desemboca en esta estructura, se relaciona fácilmente con la propuesta de Thomas Arnold para la Escuela de Rugby.
Y este juego-deporte libre-organizado, aparece conformado en una estructura global y como excusa para tratar multitud de otros elementos. De este modo se afrontan y superan dicotomías como las de enfrentamiento-cooperación o liderazgo-sumisión. Los juegos entendidos así promueven un modelo autónomo, de tratamiento de su lógica externa, que se ejemplifica en un alto nivel autoorganizativo por parte de los alumnos, como por ejemplo: elaborando reglamentos, arbitrando, haciendo las actas de los partidos, proponiendo entrenamientos, resolviendo reclamaciones, escribiendo redacciones para la revista, creando anuncios publicitarios, informando o creando clubes, junto con una alta formación moral, también cristiana (Tusquets, 1973; Valls, 1997), con un ideal parecido al gentleman inglés arnoldiano (Cercós, 2007, 2010), y explicado en la novela de Hughes (1857, 1923). Los juegos, como consecuencia de esta compleja lógica externa, se podría decir que se institucionalizan en la escuela convirtiéndose en deportes en toda regla. De entre las prácticas-concursos ludicodeportivas propuestas destacan: las carreras, los saltos, la natación, el juego de banderas, el juego del marro o el ajedrez. En cuanto a este último deporte, la escuela parece que fue la pionera en tratar el ajedrez de forma regular y metódica en España, la que lo puso en el punto de mira (Antigua Escola del Mar, 1953; Borja, 1984; Brasó, 2015, 2017a, 2017b, Brasó y Torrebadella, 2014, 2016, 2017; Els jocs. Els escacs a l’Escola del Mar, 1934; Guinart, 1933a, 1933b; Sánchez, 1933; Vergés, 1933, 1934). Pero Pere Vergés no se queda solamente en este aspecto. Así, los enfrentamientos constantes se relacionan a la vez con momentos cooperativos entre los miembros del mismo grupo. Y por encima de todo este entramado, el carácter, la formación moral, el fair play y el savoir être et faire se convierten en máximas de su pedagogía, a las cuales se les une el elemento de belleza, elemento significativo de las propuestas de renovación pedagógica. En esta idea de belleza se muestran las influencias de Goethe o de Eugeni d’Ors, uno de sus maestros (Goethe, 1932; Ors, 1981, 1982; Vilanou, 1997, 2008). Sus conceptos de estética y de la obra bien hecha llevan al pedagogo a promulgar estas ideas, alejadas del mecanicismo. Su dedicación llena y constante a este hecho pedagógico muestran la importancia de la buena educación para el maestro (Romia, 1990; Vilanou, 1998). Por lo tanto, no es de extrañar que –con el mismo pedagogo dando ejemplo con su implicación– todo este modelo impregnase la escuela y los alumnos de motivación, emoción, simbolismo, rivalidad, etc. Estos hechos quedan bien reafirmados en los escritos, sensacionalistas a menudo, que aparecen en la revista Garbí, en el Diari de Vilamar, elaborados por los propios alumnos, o en otros textos (Brasó, 2017b; Vergés, 1932b; 1947).
Así, el juego en la Escola del Mar es entendido a la vez como elemento primitivo, como instinto animal y humano, pero también es tratado como forma de cultura, con inspiraciones a las ideas de Pierre Bovet (1922) o Eudard Claparède (1927). Quizá todo ello es lo que dio originalidad, valor, innovación, calidad a la propuesta de Vergés, conceptos que aún perviven en la actualidad en las escuelas que ofrecen este modelo (Cervera, 2012; Font, 2011a, 2011b), y aunque tuviese detractores, el caso es que su modelo fue elogiado tanto en el ámbito nacional como en el internacional (Mairie de Barcelone, 1931, 1932).
En la actualidad, aunque diluido a través del tiempo, parte de esta filosofía deportiva pervive en algunas escuelas como la Escola del Mar, la Escola Garbí y la Institució Pere Vergés. Por todo esto, se puede considerar a Pere Vergés, además de como maestro, director, pensador, innovador, etc., como a un pedagogo del juego, del deporte, del enfrentamiento y de la competición. Y todo ello entendido en una idea del gentleman inglés, estética, y con un savoir-être y un savoir-faire como ley fundamental.
Finalmente, se puede concluir que el modelo pedagógico deportivo del personaje analizado puede aportar una nueva visión a la educación física actual, convirtiéndose esta materia en un medio para una formación integral –física, intelectual, ética-moral, reflexivo-crítica–, en el sentido griego del término (Vergés, 1932a, 1935b).
Las autorías no han comunicado ningún conflicto de intereses.