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Hacia un nuevo paradigma de la actividad deportiva en el medio natural
FELIU FUNOLLET QUEIXALÓS; EDUARD INGLÉS YUBA; VÍCTOR LABRADOR
FELIU FUNOLLET QUEIXALÓS; EDUARD INGLÉS YUBA; VÍCTOR LABRADOR
Hacia un nuevo paradigma de la actividad deportiva en el medio natural
Towards a New Paradigm for Sport in the Natural Environment
Apunts Educación Física y Deportes, vol. 31, núm. 124, pp. 114-121, 2016
Institut Nacional d'Educació Física de Catalunya
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Resumen: El presente artículo pretende mostrar la esencia de unos mensajes que incentiven un desarrollo más sostenible, de forma que pue­da disponerse de unos sencillos recursos, fácilmente aplicables, en nuestra vida y en nuestro ejercicio profesional. Concretamente, el documento acomete estimular una actitud crítica constructiva para con el deporte y, especialmente, en relación con el que se realiza en el medio natural. De este modo, el artículo pretende mostrar la situación actual del deporte, con la intención de implicar al lector y conseguir que el deporte se convierta en un motor de transformación, hacia una sociedad más humana y sostenible.

Palabras clave:paradigmaparadigma,actividades en el medio naturalactividades en el medio natural,desarrollo sostenibledesarrollo sostenible,deportedeporte.

Abstract: Towards a New Paradigm for Sport in the Natural Environment This article presents the essence of some messages that encourage more sustainable development in order to make available a few simple resources which are easily applicable in our lives and professional practice. Specifically, the paper seeks to stimulate a constructive critical attitude towards sport and especially in relation to its practice in the natural environment. Thus, the article shows the current status of sport with the aim of engaging the reader and turning sport into a driving force for transformation towards a more humane and sustainable society.

Keywords: paradigm, activities in the natural environment, sustainable development, sport.

Carátula del artículo

Hacia un nuevo paradigma de la actividad deportiva en el medio natural

Towards a New Paradigm for Sport in the Natural Environment

FELIU FUNOLLET QUEIXALÓS
Instituto Nacional de Educación Física de Cataluña, España
EDUARD INGLÉS YUBA
Instituto Nacional de Educación Física de Cataluña, España
VÍCTOR LABRADOR
Instituto Nacional de Educación Física de Cataluña, España
Apunts Educación Física y Deportes, vol. 31, núm. 124, pp. 114-121, 2016
Institut Nacional d'Educació Física de Catalunya

Recepción: 26 Febrero 2016

Aprobación: 26 Abril 2016

Introducción

Pretensiones. Con el fin de generar una mayor sen­sibilización sobre la importancia del medio natural, re­sulta interesante comentar las palabras de Stefano Man­cuso, en una entrevista encabezada bajo el titular: “Las plantas tienen nuestros cinco sentidos y quince más” (Sanchís, 2015). Mancuso afirma que las plantas se co­munican con otras plantas de la misma especie a través de moléculas químicas volátiles –denominadas genéri­camente como terpenos– pudiendo mandar mensajes de peligro a través de ellos. Por ejemplo, si un insecto se le está comiendo las hojas, la planta produce al instan­te determinadas moléculas que se difunden a kilómetros de distancia avisando de que hay un ataque en curso. Muchas plantas, al ser comidas por un insecto, emiten determinadas sustancias para atraer a otros insectos que lo depreden. De igual manera, pueden defenderse con moléculas venenosas o con proteínas indigeribles para el insecto. Producen moléculas químicas con el objetivo de manipular el cerebro de los animales, contexto en el que también se inscriben las drogas (Díaz et al., 2015). Estudios recientes demuestran que un naranjo o un limo­nero en flor actúan en función de la cantidad de polen que lleve el insecto. Si lleva mucho polen, aumenta en el néctar la cantidad de cafeína para activar su cerebro, para que se acuerde de esa planta y vuelva. En cambio, si lleva poco polen, reduce la cafeína.

La comunicación probada de las plantas contrasta con la poca consciencia humana sobre el efecto de nues­tras acciones sobre las condiciones naturales del medio. Esta reflexión nos impulsa hacia una expresa intención de poner orden en el deporte competitivo que se reali­za en el medio natural, así como de promover acciones que compensen la masificación y la erosión que este conlleva. Se pretende transformar el modelo deportivo de “competir por competir = consumir por consumir”, con propuestas de actividades deportivas que fomenten la relación personal, la comunicación, el compartir, el cooperar y el sentirse bien. Centrando la atención en las “personas”: ellas debieran ser más importantes que los propios objetivos deportivos.

Presentación

Palabras sabias. Para empezar, y a modo de re­flexión, conviene recordar algunas sabias palabras de cinco personajes que, en su momento, fueron premoni­torias: Seattle (1855), Machado (1910), Gandhi (1947), Lovelok (1972) y Serrat (1973). Muchos años antes, incluso, de acuñarse el concepto de desarrollo sosteni­ble, las ideas esenciales de su definición ya fueron pre­sentadas, casi sin darse cuenta, por las personalidades citadas.

En primer lugar, las palabras de Seattle (1855; citado por Hesperus, 1995), Gran Jefe de los indios Piel Roja Duwamish, por medio de algunos fragmentos de la fa­mosa carta al presidente de los Estados Unidos Franklin Pierce:

Mis palabras son como las estrellas, nunca se extin­guen. He visto mil bisontes putrefactos, abandonados por el hombre blanco. Los mataron desde un tren que pasaba. Soy salvaje y no puedo comprender cómo el ca­ballo de hierro, que lanza humo, es más importante que el búfalo, a quien solamente matamos para vivir. ¿Qué es el hombre sin animales?// Lo que suceda a los ani­males también le sucederá al hombre. Todas las cosas están estrechamente unidas. Lo que le pasa a la Tierra también le pasa a los hijos de la Tierra.// La visión de vuestras ciudades duele a los ojos del Piel Roja. En las ciudades de los blancos no hay silencio, no hay ningún rincón donde escuchar cómo crecen las hojas en la pri­mavera, o el zumbido de los insectos.// El aire es muy valioso para el Piel Roja, pues todas las cosas participan del mismo aliento: el animal, el árbol y el hombre. Pero, el hombre blanco parece no considerar el aire que res­pira.// Nosotros amamos el derecho que tiene cada ser humano de vivir tal y como desea, aunque sea de forma muy diferente a la de sus hermanos.// Cuidad de la Tie­rra como nosotros la cuidamos en su día, y conservad el recuerdo de ésta tal y como os la entregamos. Y con todas vuestras fuerzas, vuestro espíritu y vuestro cora­zón, conservadla para vuestros hijos. Ni tan si quiera el hombre blanco puede librarse del destino común. Quizá seamos hermanos. Esperamos verlo.

En segundo lugar, los versos de Antonio Machado (1910):

El hombre de estos campos que incendia los pinares y su despojo aguarda como botín de guerra, antaño hubo raído los negros encinares, talado los robustos robledos de la sierra. Hoy ve sus pobres hijos huyendo de sus lares; la tempestad llevarse los limos de la tierra por los sagrados ríos hacia los anchos mares; y en páramos malditos trabaja, sufre y yerra.

En tercer lugar, la reflexión de Gandhi (1947; citada por Nierenberg, 2006, 19). Antes de que la India fuese independiente alguien preguntó a Mahatma Gandhi si le agradaría que la India libre llegara a un nivel de desarrollo como el de la Gran Bretaña, el país de sus colonizadores, y respondió que no, argumentando que “si para encontrar­se donde está ahora, la Gran Bretaña hubo de expoliar a medio mundo, ¿cuántos mundos necesitaría la India?”

En cuarto lugar, las de Lovelok (1979) en su defi­nición de la teoría Gaia. Gaia es el nombre de la diosa griega de la Tierra; en su honor, los científicos James Lovelock y Lynn Margulis dieron nombre a una teoría. La teoría Gaia entiende la Tierra como un sistema auto­rregulador, y propone que es la vida la que crea las con­diciones aptas para su propia existencia. Por tanto, son las fuerzas de la geología las que marcan las condiciones para la vida sobre la Tierra. Esto nos lleva a considerar a los animales y plantas como simples pasajeros que en­contraron, por pura casualidad, las condiciones adecua­das para su evolución. Se contempla la vida desde una perspectiva sistémica, uniendo geología, microbiología, química atmosférica y otras disciplinas, y comunicándo­las entre ellas; desafiando la concepción establecida de separación doctrinal estanca.

Y por último, las palabras de Joan Manuel Serrat en la letra de su canción Pare (1973).

Padre, decidme qué le han hecho al río que ya no canta. Desliza como un barbo muerto bajo un palmo de espu­ma blanca.

Padre, que el río ya no es el río. Padre, antes que vuelva el estío, esconda todo lo que esté vivo. Y decía usted, padre: si no hay pinos no habrá piño­nes, ni gusanos ni pájaros.

Padre, donde no hay flores, no se hacen abejas, cera ni miel.

Padre, que el campo ya no es el campo.

Padre, mañana del cielo lloverá sangre. El viento lo canta llorando.

Mirada hacia un nuevo paradigma

Según Thomas Kuhn (1975), un paradigma científico es un conjunto de logros –conceptos, valores, técnicas, etc.– compartidos por una comunidad científica y utili­zados por esta para definir problemas y soluciones legí­timos. Los distintos paradigmas se suceden tras rupturas discontinuas y revolucionarias, llamadas “cambios de paradigma”. Actualmente, se revive la crisis intelectual de los físicos cuánticos de los años veinte en forma de una crisis cultural similar, pero de proporciones mucho más amplias. Asistimos no solo a un cambio de paradig­ma de la ciencia, sino también, a un cambio en el más amplio contexto social.

Capra (1996, p. 29), generaliza la definición de pa­radigma científico de Kuhn a la de paradigma social. Y lo define como “una constelación de conceptos, valores, percepciones y prácticas compartidas por una comuni­dad, que conforman una particular visión de la reali­dad que, a su vez, es la base del modo en que dicha comunidad se organiza”. El paradigma que ha dominado nuestra cultura durante centenares de años, ahora en re­cesión, conformó nuestra sociedad occidental y ha in­fluenciado considerablemente al resto del mundo. Dicho paradigma consiste en una enquistada serie de ideas y valores, entre las que podemos citar la visión del univer­so como un sistema mecánico compuesto de piezas; la del cuerpo humano como una máquina; la de la vida en sociedad como una lucha competitiva por la existencia; la creencia en el progreso material ilimitado a través del crecimiento económico y tecnológico, y la convicción de que una sociedad en la que la mujer que está sometida al hombre sigue las leyes naturales. Pero “todas estas pre­sunciones se han visto seriamente cuestionadas por los acontecimientos recientes, hasta el punto de que su re­consideración radical está ocurriendo en nuestros días” (Lugo Marín, 2015, p. 153).

Seguidamente, añade que el cambio de paradigma re­quiere una expansión, no solo de nuestras percepciones y modos de pensar, sino también de nuestros valores; señalando la sorprendente conexión entre los cambios de pensamiento y de valores desde la asertividad a la integración. Así, ambas tendencias, la asertiva y la inte­grativa, son aspectos esenciales de todos los seres vivos; ninguna es intrínsecamente buena o mala (tabla 1). Lo bueno o sano es un equilibrio dinámico entre ambas y lo malo o insalubre es su desequilibrio, el enfatizar despro­porcionadamente la una en detrimento de la otra.

Los valores asertivos de expansión, competición, cantidad y dominación, están generalmente asociados a los hombres, y en una sociedad patriarcal como la nues­tra, éstos se ven favorecidos. Pero, además, se refuer­zan recompensándolos económicamente y dotándolos de poder político; y ésta es una de las razones por las que el cambio hacia un sistema de valores más equilibrado resulta tan difícil para la mayoría de las personas y, muy especialmente, para los hombres.

Además, el poder, en el sentido de dominación sobre los demás, es asertividad excesiva, y la estructura social en qué se ejerce con mayor eficacia es la jerarquía. Así pues, nuestras estructuras políticas, militares y corpora­tivas están ordenadas jerárquicamente, con hombres ge­neralmente situados en los niveles superiores y mujeres en los inferiores. Y como la mayoría de estos hombres, y algunas de las mujeres, han llegado a identificar su po­sición en la jerarquía como parte de sí mismos, el cam­bio a un sistema de valores distinto representa para ellos un temor existencial.

El nuevo paradigma presenta otra clase de poder más apropiada, el poder como influencia sobre otros. Se plantea que la estructura ideal para su ejercicio sean las redes en la organización social.

Esta clara reflexión sobre el cambio de paradigma sugiere que este cambio de mirada también sea posible en el deporte en general, y muy especialmente el que se haga en el medio natural. Ya que es indispensable compensar los contenidos desarrollados a partir de un pensamiento y unos valores excesivamente asertivos, predominantes en nuestra sociedad occidental moderna, con otros más integrativos que nos lleven hacia una so­ciedad que propicie un desarrollo cada vez más soste­nible.

Deberíamos ser capaces de transformar el paradig­ma deportivo focalizado en la competición a ultranza, incluso en el medio natural; dejar de reforzar el siste­ma económico del consumo y la producción, hacia un modelo más cooperativo, más colaborativo, más de tra­bajo en equipo, más saludable y con más contacto con la naturaleza, que dé soporte a un sistema económico más solidario y más humanizado, en consonancia con la filosofía de la actual corriente de la economía del bien común (Felber, 2012).

Tabla 1
Pensamiento y valores (Capra, 1998)

Medio natural, deporte y bienestar

Las palabras sabias del apartado de presentación se anticipan, sin saberlo sus autores, al concepto de desa­rrollo sostenible, definido como aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para que también puedan ha­cerlo, publicado en el informe “Nuestro futuro común” (World Commission on Environment and Development, WCED, 1987).

En la conferencia de Rio de Janeiro (1992), Cumbre de la Tierra, las Naciones Unidas acordaron un plan de acción con su correspondiente calendario para el siglo xxi, la denominada “Agenda 21”. El objetivo de este plan era el de “mejorar la calidad de vida de los seres humanos, procurando que vivan dentro de la capacidad de carga de los ecosistemas que son el soporte de la vida” (Infante Cruz, 2009, p. 308).

La Agenda 21 proponía nueve principios para conse­guir una sociedad más sostenible:

  1. 1. Respetar y cuidar la comunidad de vida.
  2. 2. Conservar la vitalidad y diversidad de la Tierra.
  3. 3. Minimizar el agotamiento de los recursos no reno­vables.
  4. 4. Mantenerse dentro de la capacidad de carga de la Tierra.
  5. 5. Mejorar la calidad de vida de los seres humanos.
  6. 6. Capacitar a las comunidades para que puedan cui­dar de su propio medio ambiente.
  7. 7. Crear un marco nacional que integre desarrollo y conservación.
  8. 8. Construir una alianza global.
  9. 9. Cambiar las actitudes y el comportamiento indivi­dual.

El primero y el segundo se relacionan con el concep­to vida, el tercero y el cuarto lo hacen con el entorno, y el resto con los humanos; o lo que es lo mismo, con las personas. Algunos valores que pueden deducirse con respecto a la vida, son: el símbolo de la vida y la comu­nidad de vida, esencial para poder vivir; además de la vitalidad y la diversidad de la Tierra, esencial para la existencia de esta comunidad.

Otros valores deducibles con respecto al entorno, son: la utilización de recursos renovables, para evitar el gasto de los no renovables; la promoción de la tec­nología del hidrógeno: la célula de combustible, un dispositivo electroquímico que combina hidrógeno y oxígeno para producir electricidad, y agua (Brown, Flavin, & French, 2001); el mantenimiento de la ca­pacidad de carga, para cada entorno; y el cuidado del medioambiente, para sostener la vida y la diversidad, alimentar a todo el mundo y preservar la salud humana.

Y los que pueden deducirse con respecto a los huma­nos, son: la calidad de vida, para todos los humanos; las comunidades humanas, para cuidar el medio ambiente; la diversidad humana, para el enriquecimiento de la hu­manidad; la igualdad en la diversidad humana, para la fraternidad; la educación, la cooperación y el trabajo en equipo, para cambiar las actitudes y el comportamiento; o el crecimiento personal, para cambiar la actitud y el comportamiento individual.

Más de 30 años después, la mayoría de los objetivos planteados no se han conseguido, tampoco en el mundo del deporte que, hasta el momento, perpetua un modelo no sostenible (Heinemann, 2004).

Alternativas consecuentes, a nivel general

En este apartado, se hacen propuestas para generar un cambio de paradigma hacia un modelo general más sostenible. Para empezar, conviene tener presente los principios de “pensar globalmente, y actuar localmente” y el de las “tres erres”: reducir + reutilizar + reciclar; añadiendo, además: rehabilitar + recompensar (compar­tir) + reflexionar (actitud) + revisar.

En primer lugar, se hace imprescindible planificar el uso de los recursos naturales a escala local y, si se pue­de, influenciar a nivel regional, nacional e internacional. Para planificar, es deseable realizar un estudio de im­pacto, hacer un seguimiento y ser consecuentes con sus resultados. Siempre que sea posible, cabe diversificar la utilización de los recursos disponibles: la especialización monotemática fracasa con el tiempo (monocultivos, tu­rismo masivo de playa, urbanización desmesurada). Los impactos derivados de la masificación son, a menudo, insostenibles; es conveniente escoger modelos y criterios que tengan en cuenta la capacidad de carga de los espa­cios y su posibilidad de desarrollo sin comprometerla ni ponerla en riesgo. A tal fin, convendría limitar el nú­mero máximo de personas en una zona determinada, en relación con el agua, las depuradoras, los posibles ac­cesos, los equipamientos, los sistemas de recogida y re­ducción de residuos, los efectos sobre fauna y flora, etc.

En segundo lugar, también cabe aprovechar para el propio desarrollo la riqueza generada en las comuni­dades locales. Su gente vive donde están los recursos naturales y, por ello, la propia comunidad debe vigilar y gestionar adecuadamente lo que tiene. Para equipar, se deberá seleccionar convenientemente los equipos y materiales que vayan a utilizarse (revisando procesos de producción si fuese necesario); construyendo las infraestructuras mínimas precisas, aprovechando las existentes; buscando polivalencias, por ejemplo, usan­do las pistas forestales para andar, correr, ir en bici, a caballo o practicar esquí nórdico; todo ello acorde con los estudios de impacto ambiental comentados anterior­mente.

Y, por último, será necesario pensar en reorientar las modas: algunas actividades deportivas se ponen de moda de forma fugaz, luego cambian y/o desaparecen; mientras que otras actividades muy practicadas modifi­can aspectos formales para popularizarse. En este mis­mo sentido, se hace imprescindible reorientar la alta competición deportiva; su propia dinámica la hace insos­tenible: masificación, infraestructuras especiales, depor­te desligado del entorno, intereses comerciales ajenos, grandes volúmenes de desplazamientos y gastos energé­ticos, dopaje, etc. Así como reorientar el deporte en el medio natural: tal vez ya no interese puntuar únicamente el tiempo, sino que conviene preocuparse por la erosión del entorno, la generación de residuos, la fauna y la flo­ra los desplazamientos masivos innecesarios, etc.

Alternativas consecuentes, a nivel deportivo

En el ámbito deportivo, se proponen alternativas ha­cia un cambio de paradigma para cada una de las cate­gorías mencionadas previamente. Se muestra una tabla para cada una de ellas, respectivamente, con ejemplos de aspectos poco sostenibles generados de forma directa o indirecta por el deporte actual, para los cuales se pro­ponen acciones de cambio.

En primer lugar, con respecto a la vida: como esen­cia primera y como símbolo a proteger. Se requieren acciones concretas y la generación de imágenes que pro­voquen un cambio en la consciencia social proponiendo, por ejemplo, alternativas en la alimentación o en la ves­timenta. La tabla 2muestra un par de ejemplos no sos­tenibles del deporte hacia la vida, así como la propuesta de acciones para el cambio de paradigma sugerido.

Tabla 2
Aspectos poco sostenibles del deporte con relación a la vida y propuestas de cambio

Con respecto al entorno: actuando sobre el entorno inmediato, tratando de dejarlo tal y como lo hemos en­contrado, compensando nuestros efectos o, incluso, me­jorándolo; influyendo sobre el entorno próximo, o sea, en otras personas a cambiar su comportamiento hacia un modelo más sostenible; organizando y gestionando cual­quier actividad eficientemente, y de la forma más simple posible y explicando el por qué de todas nuestras deci­siones, haciendo ver lo que se ha hecho o se ha tenido en cuenta; organizando acciones paralelas en las compe­ticiones, tales como de recogida de residuos, plantacio­nes de árboles, soportes a onegés o servicios sociales; premiando o valorando en las competiciones aspectos sostenibles, conductas modélicas u otros aspectos aleja­dos de la marca o el tiempo. En la tabla 3se presentan varios ejemplos no sostenibles en relación con el entor­no, para los que se proponen acciones de cambio.

Tabla 3
Aspectos poco sostenibles con relación al entorno y propuestas de cambio

En relación con lo humano: facilitando la posibili­dad de vivir alguna experiencia de crecimiento personal, mediante acciones de calentamiento, concentración o relajación; inventando nuevas categorías, como la par­ticipación de padres y madres con bebés en la espalda; reduciendo la importancia del tiempo y compensando con otras posibilidades, transformando, así, el sistema de puntuación; organizando una competición infantil que sea realmente para niños, adaptando el formato a sus po­sibilidades y necesidades, y concienciando a los competi­dores adultos que representan un modelo para la catego­ría infantil. La tabla 4 expone situaciones no sostenibles del deporte en relación con las personas, ofreciendo, a su vez, propuestas de solución hacia el cambio sugerido.

Tabla 4
Aspectos poco sostenibles con relación a la persona y propuestas de cambio

Reflexiones finales: hacia un nuevo paradigma

Según los trabajos de Selhub y Logan (2014), el medio natural tiene efectos beneficiosos y directos sobre la salud humana. Las investigaciones científicas actuales están con­firmando cada vez más la idea hipocrática de que “la natu­raleza es el médico de las enfermedades”. Además, existe una estrecha relación entre la alimentación procesada para la elaboración de comida rápida, potenciada por el sistema socioeconómico vigente, con la disminución de la salud fí­sica y mental, y con el deterioro del medio natural. Y como dicha alimentación favorece el deterioro del MN. Todo el sistema agropecuario estimula la elaboración y producción de alimentos transformados (productos precocinados comer­ciales, azúcares, harinas de cereales, carnes, fritos, etc.) de la dieta occidental. Esto conlleva una sobreexplotación y un empobrecimiento de los recursos globales de la Tierra, provocando el establecimiento de un bucle que se retroali­menta dejándonos cada vez más indefensos y desprotegidos: el medio natural nos cura; comemos mal y enfermamos; es­tropeamos el medio natural y, con ello, perdemos capacidad de curación y favorecemos el desarrollo de la enfermedad.

Desde esta perspectiva, la sensibilización social re­querirá la preservación de la naturaleza para su disfrute, en pro de la salud y del bienestar humano. La activi­dad deportiva, siendo consecuente con sus objetivos de fondo “mens sana in corpore sano”, debiera dar sopor­te a dichas iniciativas, transformándose para generar, acompañar y desarrollar los cambios sociales que preci­san las personas de nuestro futuro inmediato. Y, todavía más, la actividad deportiva que se realice en el medio natural debiera tomar cartas en el asunto, de forma cla­ra, cualitativa y eficiente.

Este planteamiento es sostenido por la obra de Fel­ber (2012), mencionada al final del apartado 3. Sus pro­puestas, que han despertado un enorme interés en todo el mundo, apoyan y refuerzan lo dicho anteriormente. La base de su proposición, al igual que en una economía de mercado, plantea un funcionamiento en empresas pri­vadas e iniciativa individual, pero la diferencia con los modelos anteriores, competitivos a ultranza y expolia­dores del medio natural, estriba en que las empresas ya no deben esforzarse por competir entre ellas y obtener un beneficio económico mayor, sino que deben cooperar para conseguir el mayor bien común para la sociedad. Los valores sobre los que se sustenta son: dignidad hu­mana, solidaridad, sostenibilidad ecológica, justicia so­cial y democracia, con el objetivo de frenar la desigual­dad social y la destrucción del medioambiente.

Con respecto a la competición en el medio natural, debemos afirmar que es tan poco sostenible como el sis­tema económico vigente que la sustenta, por la masifi­cación que conlleva y la erosión que produce, sin que el practicante tome siquiera consciencia de ello. Por lo tan­to, convendrá proponer acciones de toma de conciencia y organizar actividades de restauración para compensar­lo. En esta línea, antes de organizar cualquier competi­ción en el medio natural se debería realizar el pertinente estudio de impacto, sin que ello tuviera que suponer nin­gún freno para la actividad. Por ejemplo, podría elabo­rarse un documento estándar que permitiera detectar los posibles efectos de la competición sobre el medio, tal como las zonas de erosión posibles y otros aspectos que se consideren relevantes, con una propuesta final de una programación detallada para compensarlo y, a ser posi­ble, que dicha compensación pudiera formar parte de la propia competición. Con premios suculentos y recono­cimiento social para las programaciones más sensibles y generosas con el medio natural.

De igual modo, deberían promocionarse programas para la educación de comportamientos y actitudes a tra­vés de los centros educativos y de los medios de comu­nicación; adecuando los caminos tal y como se hacía en el pasado, con empedrados a partir de un cierto grado de pendiente, recuperando las paredes de piedra caídas y limpiando la vegetación que los invada, a través de la organización de campos de trabajo en verano con grupos de practicantes, universitarios y escolares.

Asimismo, cabría ser consecuentes con las actividades deportivas que se consideren más agresivas con el medio natural, proponiendo espacios cerrados (indoor) para di­chas prácticas, especialmente las de motor, donde resulte más fácil controlar sus efectos adversos, reconocerlos más fácilmente y relacionarlos con acciones de sensibilización.

Y por último, sobre las personas cabe decir que en la educación y en la formación del deportista debieran desarrollarse, profundamente, tres aspectos sumamente importantes para esa transformación social que se pre­tende. Con respecto a la:

  1. 1. Comunicación (de interpretar, a comunicarse). Dado que, en general, nos comunicamos de forma es­casa y, además, solemos tener dificultades para hacerlo, tendemos a interpretar a la otra persona sin preguntarle siquiera si lo que estamos interpretando es cierto o no. Por lo tanto, resulta imprescindible aprender a comuni­carse profundamente entre las personas.
  2. 2. Cooperación (de competir, a cooperar). Como en el paradigma social, económico y deportivo en el que estamos inmersos, domina el pensamiento asertivo; convendría dotarlo con propuestas más integrativas que exalten el valor de la cooperación ante la competición.
  3. 3. Crecimiento (de mirar a fuera, a mirar hacia den­tro). En nuestra sociedad, existe una tendencia genera­lizada de buscar fuera de nosotros el origen de nuestros males; la responsabilidad siempre acaba siendo de la otra persona o cosa del exterior; cuesta mucho mirar dentro de nosotros para ver qué parte de responsabilidad se tie­ne en cada conflicto que se presenta. Resultaría intere­sante, pues, que en el deporte empezaran a introducirse elementos que favorecieran el crecimiento personal y po­sibilitaran el desarrollo del nuevo paradigma planteado.

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener ningún conflicto de in­tereses.

Material suplementario
Referencias
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Notas
Tabla 1
Pensamiento y valores (Capra, 1998)

Tabla 2
Aspectos poco sostenibles del deporte con relación a la vida y propuestas de cambio

Tabla 3
Aspectos poco sostenibles con relación al entorno y propuestas de cambio

Tabla 4
Aspectos poco sostenibles con relación a la persona y propuestas de cambio

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