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Psicología y deporte: habilidades del deportista consigo mismo
JOAN RIERA; JOSÉ CARLOS CARACUEL; JOAN PALMI;
JOAN RIERA; JOSÉ CARLOS CARACUEL; JOAN PALMI; GABRIEL DAZA
Psicología y deporte: habilidades del deportista consigo mismo
Psychology and Sport: The athlete’s self-skills
Apunts Educación Física y Deportes, vol. 33, núm. 127, pp. 82-93, 2017
Institut Nacional d'Educació Física de Catalunya
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Resumen: En este artículo proponemos acotar conceptos y clasificaciones desde el ámbito de la psicología del deporte. Inicialmente presentamos el concepto de “habilidades del deportista consigo mismo” como alternativa a las incorrectamente denominadas habilidades psicológicas, aportamos una sucinta definición de mente como proceso y proponemos una clasificación funcional de dichas habilidades a partir de la interpretación de la información interoceptiva, propioceptiva, vinculación de afectos, valoración del entorno y reflexión personal del deportista. Finalmente, vinculamos las habilidades del deportista consigo mismo con la intervención del entrenador y la del psicólogo del deporte, a partir del modelo de estado óptimo de rendimiento, con la revisión de las competencias necesarias para conseguir dicho estado. En las conclusiones se aporta una representación de la interacción entre las diversas fuentes de conocimiento de sí mismo.

Palabras clave:Psicología del deportePsicología del deporte,habilidades psicológicashabilidades psicológicas,habilidades consigo mismohabilidades consigo mismo,autorregulaciónautorregulación,entrenamiento integradoentrenamiento integrado,estado de rendimientoestado de rendimiento.

Abstract: In this article, we strive to define concepts and classifications from the field of sports psychology. We start by presenting the concept of the “athlete’s self-skills” as an alternative to the inaccurately named psychological skills. We then provide a succinct definition of mind as process and we suggest a functional classification of these skills, namely (the athlete’s) self-knowledge based on the interpretation of interoceptive information, proprioceptive information, affective bonds, evaluation of the environment and personal reflection. Finally, we associate the athlete’s self-skills with the intervention of the coach and the sports psychologist based on the performance state model, with a review of the competences needed to achieve this state. In the conclusions, we provide a representation of the interaction among the different sources of self-knowledge.

Keywords: Sports psychology, psychological skills, self-skills, self-regulation, integrated training, performance state.

Carátula del artículo

Psicología y deporte: habilidades del deportista consigo mismo

Psychology and Sport: The athlete’s self-skills

JOAN RIERA1
Instituto Nacional de Educación Física de Cataluña-Centro de Barcelona, España
JOSÉ CARLOS CARACUEL2
Universidad de Sevilla, España
JOAN PALMI3*
Instituto Nacional de Educación Física de Cataluña, España
GABRIEL DAZA1
Instituto Nacional de Educación Física de Cataluña, España
Apunts Educación Física y Deportes, vol. 33, núm. 127, pp. 82-93, 2017
Institut Nacional d'Educació Física de Catalunya

Recepción: 15 Julio 2016

Aprobación: 09 Diciembre 2016

Concepto de habilidades del deportista consigo mismo

En el ámbito del deporte son objeto de interés las habilidades que deben dominar los deportistas para un desempeño adecuado de su actividad. Riera (2005), ya estableció una taxonomía comprensiva de aquellas que implican una interacción con su entorno externo. Esa clasificación incluía tanto las habilidades más básicas, como desplazarse en el medio donde se practica la habilidad deportiva, hasta las más evolucionadas, como las de interpretar lo que acontece en la competición. Por otra parte, en el contexto deportivo se ha desarrollado un gran interés por habilidades que afectan a otro tipo de interacciones: aquellas en las que el deportista se relaciona con su propia naturaleza y/o actividad, sin que el contexto exterior tenga un papel predominante. Estas habilidades han sido agrupadas y denominadas, en la literatura psicológico-deportiva, como “habilidades mentales” o “habilidades psicológicas” y se supone que el deportista las aprende y consolida a través del llamado “entrenamiento mental” o “entrenamiento psicológico”. Bajo estos nombres se abordan propiedades del individuo como atención, concentración, imaginación, visualización, memoria, motivación, emoción y otras de similar naturaleza; en definitiva, los llamados tradicionalmente en psicología “procesos internos”. Desde esta perspectiva, los fenómenos mentales son considerados productos dependientes de una entidad llamada “mente” que se ubica físicamente en el cerebro.

Nuestro punto de vista rechaza la consideración de lo mental como una entidad y propone, alternativamente, considerarla como algo que se va gestando y desarrollando a través de la evolución del individuo en interacción con su contexto y fruto de su relación consigo mismo. Podemos sintetizar esta perspectiva considerando la mente como el proceso biográfico que modula las relaciones de las personas.

En la figura 1se presentan las características, tanto del enfoque más habitual como de la alternativa que proponemos para considerar las habilidades psicológicas o del deportista consigo mismo, un punto de vista más interactivo. En el más tradicional, las habilidades mentales o psicológicas se aprenden y consolidan mediante entrenamiento mental o psicológico. El enfoque interactivo entiende la actividad humana no como mera acción (lo que hace la persona) sino como una interacción entre su actividad y la actividad del medio, lo que da lugar al establecimiento de relaciones. Y nada de ello sería posible de no ser por la existencia de un elemento mediador esencial, el lenguaje, que permite relacionarnos con el entorno de una manera especial, trascendiendo las meras características psicofísicas del medio circundante.

A nuestro entender se cometen dos errores en el tratamiento de estos fenómenos. El primero tiene que ver con la propia rotulación de los mismos, terminados mayoritariamente en “ón” como atención, imaginación, donde bastarían unos cambios en la denominación de los procesos acabándolos en “er”, “ar” (atender, imaginar, recordar, ...) o añadiendo un verbo que indique estado, estar (estar atento, estar motivado...) para, de este modo, resaltar su carácter interactivo. El segundo consiste en considerar que tales procesos o actividades tienen lugar en el deportista. Existe una cierta tendencia a considerar que aquello que no se puede ver sucede en el interior de algo. En el caso de la psicología obedece a una concepción organicista de lo psicológico, cuya versión más extrema y errada es lo que podríamos llamar la “cerebrología”, es decir, considerar que los fenómenos psicológicos residen en el cerebro y son producidos directamente por este y sus estructuras neuronales.


Figura 1
Enfoques tradicional e interactivo sobre las habilidades psicológicas.

Debería cambiarse radicalmente este punto de vista, puesto que el cerebro no es un órgano con autonomía propia para generar por sí solo fenómenos psíquicos, salvo casos excepcionales como, por ejemplo, ciertas alucinaciones, si bien estas suelen tener lugar en estados alterados del individuo. El cerebro, por el contrario, es un órgano funcional y sin dichas estructuras no sería posible realizar las funciones que le son propias, esto es, posibilitar y servir de base o soporte para los fenómenos psicológicos. El proceso es justamente el inverso del que se le supone, desde el punto de vista “cerebrológico”: las habilidades psicológicas consigo mismo o con el entorno no son producidas por el cerebro, sino que este es afectado por las diferentes actividades que realiza el deportista en su vida cotidiana, entrenamientos y competiciones. La repetición de una misma actividad va creando un tejido consolidado, lo que posibilita la ejecución, más o menos automatizada, de dicha actividad en contextos similares a aquellos donde se aprendió.

Una concepción del comportamiento humano como forma de relación interactiva con el entorno, implica que la actividad psicológica del individuo no es lo que el deportista hace (lanzar, chutar, pensar...), sino lo que hace en relación con algún aspecto de su contexto, incluyendo en este al propio deportista. Así hablaríamos de lanzar algo (disco, jabalina...), chutar algo (balón de fútbol, de rugby...), visualizar algo (balón, salto...), pensar en algo (que me pasó, que quiero que ocurra...). Desde esta perspectiva (Kantor, 1967/1978; Ribes, 1990), se entiende que una persona no solo interactúa con el medio físico y social, sino preponderantemente consigo mismo. El hombre puede ser el medio de sí mismo. El tipo de interacción que posibilita esto es, lógicamente, el lenguaje; el hombre puede hablarse a sí mismo,1 lo que nos distingue de otros animales.

En nuestra evolución, las personas con las que interactuamos nos van marcando con sus comportamientos y sus opiniones. Esto nos plantea una cuestión interesante: el medio para los seres humanos lo constituyen, fundamentalmente, los otros seres humanos y sus productos. Nuestro contexto es sobre todo social y en ese contexto aprendemos. De acuerdo con la idea de Wittgenstein (1969/1998), somos lo que aprendemos. Las habilidades del deportista consigo mismo se ven afectadas por los demás, posibilitando y formando el entramado de lo que constituye el conocimiento de sí mismo a todos los niveles de relación.

Clasificación de las habilidades del deportista consigo mismo

El entrenamiento deportivo facilita que el deportista aprenda, domine e integre las habilidades que le permitan interactuar eficazmente con el entorno específico de su modalidad deportiva (Riera, 2001, 2005), y favorece que el deportista analice su actuación en la competición e identifique las habilidades que debería mejorar para incrementar su competencia. Asimismo, el objetivo de la intervención del psicólogo del deporte es favorecer que el deportista identifique y domine las habilidades consigo mismo, pero los técnicos deportivos deben contribuir a que el deportista integre el conocimiento del entorno deportivo a partir de sí mismo. Proponemos clasificar las habilidades del deportista consigo mismo en función de las principales fuentes por las que puede adquirir este conocimiento, sus sensaciones de confort y discomfort, las habilidades que debería dominar para alcanzar y mantener las sensaciones deseadas y las ayudas que pueden facilitarlo.

  • Conocimiento de sí mismo: para interactuar eficazmente en la competición, el deportista debe percibir con precisión el estado y los posibles cambios del entorno deportivo. Asimismo, para conocerse e influenciarse a sí mismo, el deportista debe captar la evolución de sus sensaciones generadas por señales interoceptivas, señales propioceptivas, vinculación de afectos, valoraciones de su entorno social y reflexiones acerca de sí mismo.

  • ) Objetivos a conseguir: mientras que el objetivo de las habilidades deportivas es la eficacia en la competición, el objetivo de las habilidades consigo mismo es alcanzar y mantener las sensaciones de confort del deportista y evitar, controlar o disminuir sus sensaciones de discomfort.

  • Habilidades a dominar: generalmente hay múltiples habilidades y procedimientos para conseguir un mismo objetivo, pero es conveniente respetar el principio de individualidad: características personales e históricas del deportista, oportunidad, contexto, etc.

  • Ayudas que pueden contribuir a conseguir el objetivo: psicólogos, entrenadores y los propios deportistas suelen utilizar ayudas y “trucos” para facilitar la adquisición y el dominio de las habilidades consigo mismo: palabras clave, imágenes de éxito, complementos vitamínicos, rutinas, etc.

Tabla 1
Conocimiento de sí mismo y habilidades del deportista consigo mismo.

En la tabla 1se muestran ejemplos de los elementos involucrados en las habilidades del deportista consigo mismo, que psicólogos del deporte y entrenadores pueden contribuir a su adquisición y dominio, donde las líneas discontinuas intentan reflejar la posible relación entre fuentes de conocimiento próximas.

Habilidades del deportista consigo mismo: perspectiva del entrenador

En el ámbito del entrenamiento deportivo se utilizan indicadores que proporcionan una información válida y fiable para mejorar el diseño de la preparación del deportista, que el entrenador conoce bien por su experiencia como deportista y/o entrenador. Estos indicadores de rendimiento son propios de la interacción del deportista con el entorno deportivo y han sido los grandes protagonistas en su preparación para trabajar las habilidades necesarias. Sin embargo, en la planificación y la programación deportiva raramente se encuentran contenidos referentes a las habilidades del deportista consigo mismo. Para mejorar la optimización del rendimiento, el entrenador se debe plantear cómo ayudarle en el conocimiento de sí mismo. A continuación, mostraremos algunas pautas que facilitan la intervención del entrenador en las diferentes habilidades del deportista consigo mismo:

  • Todo deportista tiene sensaciones interoceptivas durante la ejecución deportiva. Estas sensaciones son las que llegan del medio interno, específicamente de los receptores que se encuentran en los órganos. Son fundamentales en la regulación de los procesos metabólicos internos para mantener la homeostasis como propuso Sherrington (1906). Las señales de origen interoceptivo estimulan un comportamiento orientado a satisfacer las necesidades o eliminar estados de malestar (Quirós, Scklosky, & Conde, 2000). Aportan información sobre la existencia de los órganos, sobre sus necesidades como son el hambre y la sed, y su funcionamiento como el del sistema digestivo. Fundamentalmente, las sensaciones interoceptivas son las señales fisiológicas captadas de nuestro propio cuerpo (Craig, 2002). Estar en conexión con las distintas sensaciones internas para mejorar y mantenerse saludable ha de ser prioritario para el bienestar del deportista y algunas de las actuaciones en el entrenamiento deportivo deben dirigirse a educar en hábitos saludables, dotar de recursos para mantener la salud, prevenir riesgos sobre enfermedades y desarrollar el control de sensaciones internas de malestar.

  • El deportista debe también desarrollar con la práctica un conocimiento de la posición relativa de las extremidades y las diferentes partes del cuerpo. Su propiocepción le permitirá regular los movimientos requeridos para una acción y contribuye a la percepción del propio cuerpo, recibiendo información del sistema óseo-tendinoso-muscular referente a la posición corporal, articular y a la dirección y rango de movimiento. Esta sensación puede ser positiva como fluidez y equilibrio, o negativa como la rigidez, dolor, tensión y fatiga (Ashton-Miller, Wojtys, Huston, & Fry- Welch, 2001). Estimular el reconocimiento de información propioceptiva en la realización de las tareas, hacer explorar al deportista movimientos conscientes, implicarlo en el conocimiento y en la conservación de sensaciones positivas antes, durante y después del entrenamiento pueden contribuir a mantener sus condiciones físicas óptimas.

  • Los deportistas competentes constatan también la importancia de su relación con personas próximas en el éxito y rendimiento deportivo. El papel del entrenador, la familia y el entorno próximo son cruciales para el desarrollo de la autoestima, la motivación, la competencia y su logro personal (Bloom & Sosniak, 1985; Csikszentmihalyi, Rathunde, & Whalen, 1993). El entrenamiento debería potenciar aquellas habilidades del deportista que mejoren la confianza y seguridad en sí mismo, reforzar los lazos afectivos con otros deportistas, fomentar la aceptación y la resiliencia, mediante una fluida comunicación interpersonal.

  • La información pública influye en el desarrollo de las creencias, los valores y formas de actuar de las personas (Wertsch, 1993). Las opiniones y manifestaciones de los técnicos, directivos, periodistas y aficionados inciden en el conocimiento que tiene el deportista de su entorno y en la valoración social positiva o negativa que recibe. Según Taylor (1996), el reconocimiento público de la cultura con la que se identifica a una persona es esencial para el fortalecimiento de la identidad y el crecimiento de la autoestima. El entrenamiento debería ayudar a cimentar la identidad del deportista, hacer convivir positivamente la exigencia de la tarea, utilizar valores positivos y proyectar sus pasiones al entorno social.

  • Finalmente, el deportista ha de ser capaz de conocer, valorar e integrar toda la información acerca de sí mismo: sus sensaciones interoceptivas y propioceptivas, las opiniones de personas próximas y las valoraciones de su entorno social. Por tanto, los entrenadores deben fomentar la reflexión del deportista consigo mismo para que se beneficie de sus experiencias, siga aprendiendo, aumente su motivación e integre sus múltiples conocimientos personales (Argudo, De la Vega, & Ruiz, 2015).

Consideramos que esta propuesta holística puede contribuir a la adquisición de las habilidades necesarias del deportista para ser eficaz en la competición deportiva.

Habilidades del deportista consigo mismo: perspectiva del psicólogo

La intervención en psicología del deporte pretende conseguir que el atleta, a partir de las habilidades del deportista consigo mismo, sea capaz de autorregularse en los entrenamientos y en la competición, consiguiendo estabilizar al máximo sus posibilidades de rendimiento. Tal y como hemos indicado, nos interesa mejorar el conocimiento que tiene el atleta de sí mismo en todos los niveles de relación: las propias sensaciones-percepciones, las interpretaciones que hace a partir de la información de otros que considera relevantes y la autorreflexión en referencia al entorno. Por eso es muy importante el asesoramiento al entrenador y el entrenamiento con los deportistas.

Hemos creído oportuno desarrollar este apartado tomando como referencia el modelo de Estado óptimo de rendimiento, EOR (Palmi, 1999, 2015), ya que este será el objetivo de la intervención: conseguir que el deportista se sienta en un estado óptimo para rendir; es decir, esté motivado, activado, concentrado, con confianza, competitivo, emocionalmente regulado (emoregulado) y cohesionado, o sea:

  • Motivado: alto interés por aprender, mejorar en cada ejecución. Punto de partida de todo proceso de aprendizaje-mejora.

  • Activado: con un nivel óptimo de activación personal ajustado a la demanda.

  • Concentrado: centrado en las acciones relevantes que tiene que hacer, viviendo el ahora de cada situación.

  • Con confianza: seguro de su preparación y de sus posibilidades de rendimiento.

  • Competitivo: contundente, con ganas de ganar en las diferentes interacciones que va realizando.

  • Emoregulado: emocionalmente equilibrado, consciente de sus emociones positivas y de su autorregulación emocional.

  • Cohesionado: identificado, orgulloso de formar parte de un grupo, equipo o club que le sirve de referencia.

Para conseguir que el deportista se encuentre en este estado óptimo para una buena ejecución/rendimiento, el especialista en psicología deberá entrenar al deportista para mejorar su competencia general de autorregulación, para conseguir así una buena interacción funcional con su entorno. En la figura 2 se expone el esquema del modelo de estado óptimo de rendimiento en el que se representa la interacción del deportista consigo mismo (flecha curvada) y con su entorno (flecha doble sentido).

Para mejorar la autorregulación del deportista a la demanda competitiva se evalúan y entrenan, según la necesidad, las competencias específicas siguientes: control de activación, control atencional, control de pensamientos, control de imágenes mentales, control de objetivos, control conductual y control emocional; hemos expuesto estas siete competencias ya que son las más comúnmente citadas en la bibliografía especializada (Cox, 2012; Weinberg & Gould, 2015; Williams & Krane, 2015). Las etiquetamos como competencias ya que cada una de ellas comporta varias habilidades que podrán ser mejoradas con la intervención psicológica, tal y como veremos a continuación. Desde nuestro punto de vista las competencias citadas se desarrollan a partir del trabajo de las habilidades de relación que establece el deportista consigo mismo, para poder ser aplicadas a la situación específica de un entorno más controlado (entrenamiento) y posteriormente, al entorno competitivo, siguiendo los principios de individualidad, progresión y especificidad.


Figura 2
Esquema adaptado del modelo de estado óptimo de rendimiento (Palmi, 1999, 2015).

Exponemos, a modo de ejemplo, la propuesta de trabajo para la competencia control atencional, donde sugerimos trabajar las cuatro habilidades siguientes:

  • Reconocer las señales relevantes de cada situación: ayudamos al deportista a analizar.

  • Detectar los factores de distorsión atencional: ayudamos a aceptar su realidad.

  • Ajustar la amplitud y el enfoque: ayudamos a entrenar estrategias, técnicas para regular el foco atencional.

  • Ajustar eficazmente la atención y cumplir con una rutina competitiva: ayudamos al deportista a aplicar en competición las estrategias aprendidas.

En la tabla 2se expone el listado de las habilidades correspondientes al control atencional. Se puede observar que las dos primeras habilidades son más generales, y las dos últimas son más específicas y próximas a la demanda. En la tercera columna se expone un ejemplo de ejercicio para cada habilidad.

Tabla 2
Relación entre competencia, habilidades y ejercicios a realizar para entrenar el control atencional del deportista.

Conclusiones

Hemos acotado el concepto “habilidades consigo mismo” y justificado nuestra preferencia respecto a otras denominaciones como “habilidades mentales” o “habilidades psicológicas” para, de este modo resaltar, su carácter funcional e interactivo.

Asimismo, hemos propuesto una clasificación de las habilidades consigo mismo y destacado la importancia de que los entrenadores y psicólogos del deporte conozcan las valoraciones que hace el deportista acerca de sí mismo y de sus posibilidades de rendimiento.

Finalmente, representamos el pensamiento expuesto en este artículo (fig. 3) mostrando la interacción entre las principales fuentes de conocimiento de uno mismo: interocepción, propiocepción, vinculación de afectos, valoración de su entorno y reflexión.


Figura 3
Principales fuentes mediante las que el deportista puede adquirir conocimiento (C) de sí mismo: interocepción (I), propiocepción (P), vinculación de afectos (Va), valoración de su entorno (Ve) y reflexión.

Conflicto de intereses

Ninguno.

Material suplementario
Referencias
Argudo, F. M., De la Vega, R., & Ruiz, R. (2015). Percepción de éxito y rendimiento deportivo de un portero de waterpolo. Apunts. Educación Física y Deportes (122), 21-27. doi:10.5672/apunts.2014-0983.es.(2015/4).122.02
Ashton-Miller, J. A., Wojtys, E., Huston, L., & Fry-Welch, D. (2001). Can proprioception really be improved by exercises? Sports Traumatology, Arthroscopy, 9(3), 128-136.
Bloom, B. S., & Sosniak, L. A. (1985). Developing talent in young people. New York: Ballantine Books.
Cox, R. H. (2012). Sport Psychology: Concepts and Applications (7.ª ed). New York: McGraw Hill Education.
Craig, A. D. (2002). How do you feel? Interoception: the sense of the physiological condition of the body. Nature reviews. Neuroscience, 3(8), 655-666. doi:10.1038/nrn894
Csikszentmihalyi, M., Rathunde, K., & Whalen, S. (1993). Talented teenagers: A longitudinal study of their development. New York: Cambridge University Press.
Kantor, J. R. (1967/1978). Psicología interconductual. México: Trillas.
Machado, A. (1907-1917). Retrato. De “Campos de Castilla”, XCVII. En Poesía completa (p. 76). Madrid: Espasa, 1974, (15.ª ed.).
Palmi, J. (1999). Factores de análisis para el entrenamiento psicológico en rendimiento. En G. Nieto & E. J. Garcés (Eds), Psicología de la Actividad Física y del Deporte: Áreas de investigación y aplicación (Vol. II). Murcia: Sociedad Murciana de Psicología del deporte.
Palmi, J. (2015). El modelo de Estado Óptimo de Rendimiento (EOR). Apuntes Master Psicología del Deporte. Bellaterra: Universitat Autònoma de Barcelona.
Quirós, P., Scklosky, G. G., & Conde, P. (2000). Bases neurofisiológicas de la interocepción. Revista de psicología general y aplicada. Revista de la Federación Española de Asociaciones de Psicología, 53(1), 109-126.
Riera, J. (2001). Habilidades deportivas, habilidades humanas. Apunts. Educación Física y Deportes (64), 46-53.
Riera, J. (2005). Habilidades en el deporte. Barcelona: INDE.
Ribes, E. (1990). Introducción. En E. Ribes (Ed.), Psicología general (pp. 11-20). México: Trillas.
Sherrington C. (1906). The integrative action of the nervous system. New Haven: Yale University Press.
Taylor, C. (1996). Fuentes del yo: la construcción de la identidad moderna. Barcelona: Paidós.
Weinberg, R. S., & Gould, D. (2015). Foundations of Sport and Exercise Psychology (6.ª ed.). Champaigne, Il: Human Kinetics.
Wertsch, J. (1993). Voces en la mente. Madrid: Visor.
Williams, J., & Krane,V. (2015). Applied Sport Psychology. Personal growth to peak performance (7.ª ed.). New York: McGraw Hill Educations.
Wittgenstein, L. (1969/1998). Sobre la certeza. Barcelona: Gedisa.
Notas
Notas
1 Decía D. Antonio Machado (1907-1917): “Converso con el hombre que siempre va conmigo…”.
Notas de autor
1 Instituto Nacional de Educación Física de Cataluña-Centro de Barcelona (España).
2 Universidad de Sevilla (España).
3 Instituto Nacional de Educación Física de Cataluña - Centro de Lleida (España).
* Correspondencia: Joan Palmi (jpalmi@inefc.udl.cat)
1 Instituto Nacional de Educación Física de Cataluña-Centro de Barcelona (España).

Figura 1
Enfoques tradicional e interactivo sobre las habilidades psicológicas.
Tabla 1
Conocimiento de sí mismo y habilidades del deportista consigo mismo.


Figura 2
Esquema adaptado del modelo de estado óptimo de rendimiento (Palmi, 1999, 2015).
Tabla 2
Relación entre competencia, habilidades y ejercicios a realizar para entrenar el control atencional del deportista.


Figura 3
Principales fuentes mediante las que el deportista puede adquirir conocimiento (C) de sí mismo: interocepción (I), propiocepción (P), vinculación de afectos (Va), valoración de su entorno (Ve) y reflexión.
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