Resumen: Basado en las premisas de la literacy, la cual considera al lenguaje escrito y oral un sistema dialéctico que transforma y es transformado por la realidad, a partir de su acción en los espacios de lectura y de escritura, el presente artículo muestra un análisis de las diversas copias de los manuscritos de los cinco romans courtois de Chrétien de Troyes, con el objetivo de establecer el posible alcance y su relación con la cultura material de los siglos XIII al XV. En este sentido, se hace énfasis en la posible procedencia de los manuscritos, sus características físicas, su lengua y su contenido, así como su relación con otros textos incluidos en diversos corpus documentales.
Palabras clave: Chrétien de Troyes,manuscritos,literatura medieval francesa,materialidad,literacy.
Abstract: Based on the premises of literacy, which considers the written and oral language as a dialectic system that transforms and is transformed by reality, and based on its action in the reading and writing spaces, this paper presents an analysis of the various copies of the manuscripts of the five romans courtois written by Chrétien de Troyes, with the objective of establishing the possible scope and its relation to the material culture of the 13th to 15th centuries. In this sense, this article emphasizes the possible provenance of the manuscripts, their physical features, language and content, as well as their connection with other texts included in various documentary corpora.
Keywords: Chrétien de Troyes, manuscripts, French medieval literature, materiality, literacy.
Bibliographia
Los manuscritos de Chrétien de Troyes: materialidad, escritura y oralidad, siglos XIII-XV
The Manuscripts of Chrétien de Troyes: Materiality, Writing and Orality, 13th to 15th Centuries
Recepción: 07 Enero 2019
Aprobación: 24 Abril 2019
Hacia 2007 Martin Aurell afirmaba: “Al final del siglo XII, la literatura artúrica en lengua francesa tuvo un auge sin precedentes. Chrétien de Troyes aparece entonces como el principal maestro de obra de ese momento en adelante, que fijó para siempre los personajes, los motivos y los lugares del roman de caballería”.2 A lo anterior habría que añadir la importancia de los manuscritos del clérigo-lector champañés debido al amplio número de copias que se hicieron de ellos, pues si bien textos como el Roman de la Rose sobrevivieron en cientos de volúmenes, de otros como los Lais de María de Francia únicamente conocemos cuatro manuscritos -sólo uno está completo-, mientras que de los llamados romans réalistes -como es el caso de Tirant lo Blanch-3 se preservan una o dos copias. Este fenómeno no solamente muestra la popularidad de la materia de Bretaña y de Chrétien de Troyes, sino de una cantidad incognoscible de obras que no sobrevivieron.
Con base en lo anterior, el presente artículo4 tiene por objetivo analizar las copias de los manuscritos de Chrétien de Troyes. Para lograr dicho propósito se echará mano tanto de los elementos propuestos por Walter Ong y Brian Stock en torno a la literacy,5 como de los estudios realizados por David F. Hult, Sandra Hindman y Terry Nixon, entre otros, para establecer un puente entre la oralidad y la escritura. Posteriormente se analizarán las características físicas y el contenido de los manuscritos, así como su multiplicación, con el fin de establecer el número de copias que hubo de cada texto y su importancia. Para ello será importante tomar en cuenta tanto la posible procedencia de los manuscritos como la lengua en que están escritos, el siglo en que fueron elaborados y las obras que contienen.6 Lo anterior dará una idea bastante clara al lector sobre la cultura material del momento y las zonas donde los textos fueron creados y leídos.
A lo largo de las siguientes páginas analizaremos el impacto de las obras de Chrétien de Troyes en términos cualitativos mas no cuantitativos, ya que no es posible demostrar exactamente cuántas personas leyeron o escucharon las obras del clérigo francés.7 Aun así, esto no impide señalar los alcances que tuvieron sus manuscritos, es decir, establecer el número de los que conocemos actualmente, su ubicación y contenido, con el objetivo de dar una perspectiva al lector y que tenga una idea de la multiplicación de los manuscritos de Chrétien a través de sus copistas y, en cierta manera, de la forma en que se reproducían los textos durante la Plena y Baja Edad Media.
Cabe destacar que para fines de este estudio sólo tomaremos en cuenta los manuscritos elaborados entre los siglos XIII y XV; las ediciones publicadas durante los siglos posteriores no serán de interés en esta ocasión, por lo que dejamos su análisis para otro momento.8 Asimismo, incluimos dos cuadros en los cuales se ha vertido la información sobre los manuscritos que se conocen actualmente, ordenados con base en el fondo documental que los resguarda.9 La información de dichos cuadros ha sido establecida a partir de los propios manuscritos de Chrétien de Troyes, así como de la confrontación de la información encontrada en los catálogos de las diferentes bibliotecas europeas, las investigaciones sobre los mismos realizadas durante el siglo XIX, los estudios redactados por Charles Méla, David F. Hult, Jean-Marie Fritz, Sylvia Huot, Sandra Hindman, Terry Nixon y los inventarios de algunos reyes. Lo anterior responde a la necesidad de tener la mayor información posible sobre los manuscritos -su ubicación, lengua, siglo de escritura, etcétera- para profundizar en el análisis de su multiplicación.
Las leyendas inspiradas en el rey Arturo y su corte comenzaron a transmitirse de manera oral hasta que fueron plasmadas de manera escrita hacia finales del siglo VI en el poema galés Llyfr Du Caerfyrddin (Libro Negro de Camarthen) y el poema 30 del Llyfr Taliesin (Libro de Taliesin). Posteriormente encontramos al regio personaje en la Historia Brittonum de Nennius, escrita hacia 833, y pasaron algunos siglos para que con la Historia Regum Britanniae del clérigo de Oxford, Geoffrey de Monmouth, redactada entre 1130 y 1136, la figura artúrica se difundiera en el imaginario de Occidente de manera más extensa.
Fue así como la leyenda artúrica llego a los oídos de Chrétien de Troyes. A partir de una cultura oral y escrita a la vez, los textos funcionaron como un soporte base para que fueran leídos y memorizados por juglares y trovadores.10 En 1994 Sandra Hindman elaboró un estudio sobre las miniaturas en los manuscritos del clérigo-lector, donde demostró que sus obras estaban hechas para ser leídas en público. De tal manera -con base en la ubicación de las ilustraciones en relación con el texto escrito- señaló que las primeras funcionaban como guías de lectura además de, por supuesto, adornar los manuscritos.11 Asimismo, existen otras características que permiten establecer que las obras de Chrétien fueron realizadas para ser leídas en voz alta: en principio su carácter poético, el cual permitía que los textos fuesen memorizados, característica de las sociedades orales como fue la plenomedieval.
En este sentido, el texto y su oralización no eran desarrollados de manera independiente, es decir que la obra literaria era creada en un sentido oral y textual desde el momento de su elaboración. En consecuencia, a partir de la literacy podemos decir que las obras provenientes de un mundo oral fueron escritas para, nuevamente, volver a su oralidad, como señala Walter Ong: “La escritura servía en gran parte para recircular el conocimiento al mundo oral, como en los debates universitarios medievales, en la lectura de textos literarios y otros grupos de textos, y en la lectura en voz alta, incluso al hacerlo para uno mismo”.12
En consecuencia, lo que permitió la reproducción de las aventuras caballerescas fue que pudiesen ser copiadas y, por tanto, oralizadas de manera más “fiel” al texto original, de tal suerte que los romans courtois de Chrétien se preservaron tanto en el ámbito oral como en el escrito, lo cual facilitó que se hicieran continuaciones, por ejemplo en el caso de Le Conte du Graal.
Por otra parte, Evelyn Birge Vitz ha destacado la performance de la literatura medieval, es decir el carácter no sólo oral de literatura plenomedieval, sino la forma en que estos textos eran leídos y actuados por los trovadores y juglares,13 la manera en que la voz funcionaba en relación con los textos.14 En este sentido, Vitz apunta que en esos momentos la narración oral de las obras literarias era acompañada de recursos como la música, además del carácter histriónico de los narradores, quienes eran los encargados de llevar al público las aventuras de Lancelot, Yvain, el rey Arturo, etcétera. En este mismo orden de ideas, señala la autora, debemos comprender la voz en su sentido literario, es decir, aquella de los personajes y del narrador que, desde su lugar social, tenía la autoridad de la tradición aprendida.15
Dicha performance era posible debido al carácter teatral de los personajes que construyó Chrétien de Troyes en sus obras, quienes -como señala Vitz-se identifican por su dramatismo, lo cual hacía que la entonación, el ritmo y el acento fuesen importantes tanto para que la narración fuera bien comprendida como para el deleite del público. Al respecto apunta la autora: “Chrétien no es sólo un cuentacuentos; él es un maestro de los personajes dramáticos -personajes presentados sensorialmente: vocalmente, auditivamente, dialógicamente-”.16 En este orden de ideas, destaca el carácter dialógico entre el narrador y el público, es decir, la necesidad de ambos para que el juego literario pueda llevarse a cabo en su totalidad.17
A partir de lo señalado podemos establecer que el éxito de las obras de Chrétien, en términos de textualidad y oralidad, se debió a que estaban elaboradas desde y para un contexto donde tanto el autor como el lector y el público que escuchaba eran parte de la obra, por lo que la sociedad citadina de la Plena Edad Media encontró en ellas un papel activo, el cual era conformado a partir de la sincronía entre la cultura oral y la escrita. Así, en palabras de Brian Stock, podríamos hablar de una “comunidad textual”, es decir “una microsociedad organizada alrededor del la comprensión común de un texto”.18
En el siglo XII dicha sociedad, a pesar de no saber leer o escribir, comprendía un mundo donde los textos eran más comunes, donde la sistematización del derecho reafirmó la palabra escrita como autoridad, y a su oralización como forma de reproducción extensa.19 En este sentido, los siglos XII y XIII atestiguaron una sociedad donde la memoria oral y su carácter selectivo, en conjunto con la escritura, permitieron la preservación y transmisión de las narraciones. Así podemos comprender, como señala Walter Ong, a la oralidad y la escritura -literacy- como tecnologías de la palabra.
Con base en lo establecido, es de suma importancia señalar que hoy en día no se conservan los manuscritos originales de las cinco obras de Chrétien de Troyes. Las copias más antiguas que se tienen de sus romans datan aproximadamente del año 1200 -diez años después de la muerte del clérigo-lector- y el último manuscrito medieval es de mediados del siglo XIV. Ciertos volúmenes contienen pasajes que no fueron copiados en otros, por eso no podemos pensar que algunos de ellos funcionaron como modelo base. En todo caso, es posible observar que los textos están conformados por grupos de versos, los cuales se repiten casi de la misma manera en las copias de uno u otro manuscrito, por lo que las variantes son pocas.20
En este mismo sentido, y con base en el análisis realizado por David Hult,21 es posible señalar que las copias de los textos de Chrétien en cada uno de los últimos tres siglos de la Edad Media no suman la misma cantidad, posiblemente debido tanto al gusto de la sociedad cortesana como a los cambios que sufrió el proceso de transcripción de textos durante ese periodo. De tal suerte que el momento cúspide de las obras de nuestro autor lo encontramos entre 1225 y 1275,22 pues fue entre esas fechas cuando se hizo la mayor cantidad de reproducciones de sus romans courtois.23
Cabe señalar que los romances más reproducidos del clérigo-lector fueron Érec et Énide, Le Chevalier au Lion y Le Conte du Graal, los cuales suman poco más de una decena de copias -cada uno- hacia finales del Medievo. El caso de Cligès y Le Chevalier de la Charrette es diferente porque estos textos sólo llegaron a las ocho réplicas entre los siglos XIII y XV. Asimismo, no todas las copias de los romances están completas y la mayoría se encuentran en compilaciones donde puede haber dos o más obras del autor; en este sentido, encontramos siete códices facticios -todos ellos de las primeras obras del autor- y 12 misceláneos, en los cuales se halla Le Conte du Graal. El aumento de los manuscritos responde al florecimiento que tuvieron los romans courtois y las producciones culturales en general, debido al impulso que dieron personajes como Leonor de Aquitania y María de Francia a la escritura tanto en territorio galo como anglosajón y, con ello, la proliferación de textos escritos en lenguas vernáculas en las diferentes cortes.
A partir del rastreo de los diversos manuscritos, encontramos un ejemplar de finales de siglo XII o principios del XIII; 17 copias que estamos seguros de que fueron realizadas durante el siglo XIII; elaboradas entre finales del siglo XIII y principios del XIV localizamos cuatro copias más; en el siglo XIV se llevaron a cabo 12 transcripciones, y solamente una que posiblemente fue hecha entre finales del siglo XIV y principios del XV. Hacia el último siglo de la Edad Media únicamente se realizaron tres copias más. Cabe resaltar que aún existen siete manuscritos que no han sido fechados, con los cuales se llega a un total de 45 transcripciones, todas en pergamino, realizadas entre los siglos XIII y XV, de las cuales 32 contienen manuscritos completos o fragmentos largos, mientras que el resto sólo presentan pequeños fragmentos.24
En la actualidad se resguardan 25 manuscritos en Francia -15 en la Bibliothèque Nationale de France (BNF), París, y 10 en otros repositorios franceses-; cuatro en Inglaterra -Oxford Bodleian Library (OBL), College of Arms (CA) y British Library (BL), estos dos últimos en Londres-; cuatro en Italia -Archivo d’Este (AE), Módena, Biblioteca Riccardiana (BR), Florencia, y Biblioteca Nazionale Universitaria di Torino (BNU)-; cuatro en Bélgica -Bibliothèque Royale de Belgique (BRB), Bibliothèque Publique de la Ville de Mons (BPM) y Colección privada-; dos en Suiza -Burgerbibliothek, Berna (BB)-; uno en Escocia -National Library of Scotland (NLS), Edimburgo-; uno en España -Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (MSLE)-, en la Comunidad de Madrid-; uno en la Ciudad del Vaticano -Biblioteca Apostólica Vaticana (BAV)-; uno en los Países Bajos -Universiteit van Amsterdam (UvA)-; uno en República Checa (Národní Knihovna České Republiky (NKCR), Praga- y uno en Estados Unidos -Firestone Library (FL), Princeton University, Nueva Jersey.


Es importante señalar que los textos están redactados en diversas lenguas regionales, entre las que destacan el chamapañés, picardo, borgoñón, normando, valonés y provenzal25 -todas provenientes de la langue d’Oïl-, lo cual permite ubicar geográficamente su lugar de producción y así tener noticia de las zonas donde posiblemente fueron leídas o escuchadas las obras de Chrétien de Troyes. De esta manera, los manuscritos muestran que el interés por preservar los poemas se ubicaba en el norte de Francia y Flandes, es decir, aquellas tierras ubicadas al norte del Loira y al este de la Bretaña continental.
En cuanto a la disminución en el copiado de las obras de Chrétien, se trata de un caso particular ya que -como ha señalado Sylvia Huot-26 fue precisamente a partir de los últimos años del siglo XIII y durante todo el XIV cuando los romances en prosa y las canciones de gesta florecieron en compilaciones de manuscritos, lo cual se tradujo en la confección de colecciones más elaboradas acompañadas del nombre del autor, con el fin de que su clasificación fuese más fácil. Contrariamente a lo anterior, las obras del champañés tendieron a fragmentarse y relacionarse con otras temáticas, lo que terminó por eliminar el nombre de Chrétien de Troyes del panorama literario. Así, desde inicios del siglo XIV el número de copias elaboradas fue menor, además de que la firma de Chrétien había desaparecido en varias de ellas. Hacia el año 1350 sus poemas dejaron de ser transcritos casi en su totalidad.27
Como se ha señalado, el contenido de los manuscritos varía.28 En este sentido, el manuscrito BNF, f.fr. 794 -fechado en el siglo XIII- es el único que contiene los cinco roman courtois de Chrétien, mientras que el BNF, f.fr. 1450 del mismo siglo presenta todas las narraciones, con excepción de Le Chevalier de la Charrette.29 Este mismo caso puede ser observado en el manuscrito de Annonay (An), por lo que posiblemente se trata de una colección similar.30 Un aspecto que llama la atención de los primeros dos manuscritos es que incluyen otras obras antiguas. El volumen BNF, f.fr. 794 -conocido como “copia de Guiot”-31 incluye Athis et Prophilias y Les Empereurs de Rome, además de otros textos como el Romans de Troyes de Benoît de Sainte-Maure, Les Estoires d’Engleterre y Le Brut. En cuanto al manuscrito BNF, f.fr. 1450, contiene textos como Troie, Brut, Eneas y Dolophathos, y destaca que el copista intercaló cuatro romans de Chrétien en el Brut, con el fin de incluirlos en el relato artúrico de Wace y, como señala Hult: “subordinarlos estructuralmente a un proyecto genealógico historizante”.32
El caso anterior no es excepcional, ya que la lógica en la conformación de los corpus documentales es muy variada. Un ejemplo de ello son los manuscritos BNF, f.fr. 24403 y 1433. El primero de ellos resalta, pues el escribano responsable ubicó Érec et Énide entre dos textos épicos, a saber, Garin de Monglane y Ogier le Danois; el volumen está mayormente ilustrado con episodios caballerescos de los tres textos, contrario al resto de las copias del primer romance de Chrétien, donde resaltaban las imágenes sobre el matrimonio, las proezas o el poder real. El segundo de los manuscritos -que data de finales del siglo XIII- es relativamente pequeño (118 folios), pero abundante en ilustraciones. Esta pequeña compilación contiene Atre périlleux y Le Chevalier au Lion, obras que se caracterizan por sus temáticas cortesanas y caballerescas, además de tener como protagonista a Gauvain. Lo más interesante de este ejemplar es que el nombre del autor no ha sido escrito correctamente en las últimas líneas del relato, como en otras copias donde el clérigo anuncia:
Del chevalier al lion fine
Crestiens son romans issi.
S’onques plus cõter nen oi
Ne ia plus nen oztotz contes
S’an ni vialt mancõge atostez.33
(Chevalier au Lion, vv. 6804-6808)
Del Caballero del León
Crestiens termina así su romance.
Jamás he escuchado narrar más
Y ustedes no escucharán más de él.
Lo anterior también sucede en el manuscrito BNF, f.fr. 1433, donde el escribano -ya fuese por desconocimiento o por error- cambió el nombre de Crestïen a “Cherestins”, además de reescribir el verso completo con el fin de que hiciera sentido, de tal suerte que el copista picardo escribió:
Cherestins foient roman dyrour
Conds plus conter en noul iour
N en oyrent ne ia norront
Se mendçones trouver ni vont.34
(Chevalier au Lion, vv. 6804-6808)
Cherestins termina su novela aquí
Jamás será más contada ni escuchada
Jamás la escucharán ni narrarán
Si mentiras encontrar no quieren.
Lo interesante del caso es que el copista claramente tenía conocimiento del texto -ya que lo ubica junto con Atre périlleux- y aun así ignoraba el nombre del autor, lo cual muestra la paulatina desaparición del nombre de Chrétien hacia finales del siglo XIII.
Por otra parte, existen manuscritos como los de la Colección de Chantilly de mediados del siglo XIII, que parece estar constituida por romances artúricos, pues en ella encontramos Érec et Énide, Le Chevalier de la Charrette35 y Le Chevalier au Lion, además de otras 12 obras, entre las que destacan fragmentos del Persevalus en prosa y varias secciones del Roman de Renart.
Otros manuscritos de finales del siglo XIII son totalmente heterogéneos; un ejemplo es el BNF, f.fr. 375, pues contiene una serie de textos que van desde romans courtois -entre los que destacan Érec et Énide y Cligés, de Chrétien de Troyes- hasta escritos devocionales y una fábula. En este mismo sentido podemos mencionar el manuscrito BB, Bern, MS Cod. 354,36 de mediados del siglo XIII, el cual se caracteriza por ser la compilación más variada, ya que incluye alrededor de 75 narrativas cortas en verso que van desde fábulas hasta poemas alegóricos, además de Le Conte du Graal de Chrétien de Troyes, sin sus continuaciones.
Ahora bien, es importante señalar que el caso de la última obra del champañés es particular en cuanto a su transcripción. Como es posible constatar, del total de manuscritos mostrados hasta ahora, Le Conte du Graal sólo se encuentra en tres de ellos -BNF, f.fr. 1450, BNF, f.fr. 794 y An-37, esto responde a que debido a su tamaño, que alcanzó hasta las 60 mil líneas gracias a sus continuadores, la obra fue concebida como un texto diferente a los otros cuatro romances y se utilizaba para “llenar” un códex completo. De esta manera, actualmente contamos con 15 copias,38 de las cuales siete -BNF, f.fr. 1429;39 BNF, f.fr. 1453;40 BNF, f.fr. 12576;41 BNF, f.fr. 12577;42 BNE, 19.1.5;43 BPM, 331/20644 y BIM, H249-45 incluyen continuaciones elaboradas por Wauchier de Denain,46 Gerbert de Montreuil47 o Mannessier.48
Por último, uno de los manuscritos que más llama la atención es el BNF, f.fr. 12560.49 En un primer vistazo el volumen parece similar a los otros, contiene tres obras de Chrétien de Troyes en el siguiente orden: Le Chevalier au Lion, Le Chevalier de la Charrette50 y Cligès. Lo interesante de esta colección es que en la columna izquierda de la primera página hay un fragmento de un penitencial51 y en la columna derecha inicia la historia de Yvain; ambos textos están redactados por el mismo escribano. Así, el penitencial, del cual sólo conocemos las últimas líneas, está identificado en el colofón como Livers d’aumosne y comienza con las palabras “sodomites ou il ait geu a beste charnelment”,52 a lo cual sigue una variedad de penitencias tanto para ese pecado como para otros, ya sea la masturbación, relacionarse sexualmente con monjas o abandonar a un hijo. Es de llamar la atención que un texto que comienza con esas palabras se encuentre antes de un romance que narra las aventuras de un caballero, quien abandonó a su dama y formó una relación de profundo amor y amistad con un león.
Gracias a los estudios codicológicos sabemos que dicho manuscrito contaba con 122 folios, de los cuales faltan los primeros 53. A partir de la investigación realizada en 1906 por Georges Doutrepont, tenemos noticia de que el ejemplar perteneció a Margarita de Flandes (1350-1405) y posteriormente fue parte de la copiosa colección de los duques de Borgoña.53 Ya en el inventario de Felipe III, duque de Borgoña (1396-1467), compilado en 1420, cuando Juan I, duque de Borgoña (1371-1419), dejó su colección a su hijo Felipe, la descripción señala: “179. Item, ung autre livre nommé le LIVRE DES AUCTORITEZ, DU CHEVALIER AU LION, ET D’AUTRES HISTORIES, couvert de cuir vermeil, commençant ou IIe. En leur cuers, et au derrenier feuillet tant le quidrent”.54 La última línea citada es la primera de lo que actualmente es el último folio (f. 122) del manuscrito BNF, f.fr.12560.55
La lógica con que fue elaborado dicho corpus documental puede ser diversa. Podríamos pensar que algunos textos seculares fueron intercalados entre los dos textos religiosos, de manera que éstos enmarcaran los folios que hasta ahora se encuentran perdidos, lo cual es poco probable. Otra opción, menos factible, es que el manuscrito fuese separado cuando llegó a la biblioteca de Margarita de Flandes en el siglo XIV, es decir que el “Livre de Auctoritez” no fuese la obra introductoria de este manuscrito, sino de algún otro que haya desaparecido. De haber sido así, el códex original hubiese consistido en una larga sección de textos devocionales (53 ff.) escritos en prosa y/o verso, seguidos por tres romances artúricos en verso, lo cuales completarían los últimos folios del manuscrito (121 ff.). Cualquiera que fuese el caso, el manuscrito está conformado por dos tipos de textos en lengua vernácula: una colección de textos devocionales de corte didáctico, hagiográfico o bíblico, y un conjunto de romances seculares. La cuestión relevante en esta colección es que si bien podría pensarse que sus partes no están relacionadas, encontramos una intención implícita, debido a que los fragmentos que aún conocemos fueron elaborados por el mismo escribano.
Desde la perspectiva de Hult, las características de este manuscrito pueden ser analizadas a partir de la colección BNF, f.fr. 2442956 -redactada en el siglo XIV-, la cual contiene alrededor de 30 versos y prosas devocionales ordenados de la siguiente manera: “Livre des Auctoritez” (colección de prescripciones tomadas por los Padres de la Iglesia), “Moralitez” (lecciones morales) y “Vers d’aumosne”.57 De esta colección no sólo las últimas líneas corresponden casi palabra por palabra con el fragmento del penitencial58 que está en el primer folio del manuscrito de Chrétien, sino que la frase con que se identifica en los inventarios borgoñones de 1420 y 1467 -“En leurs cuers”-, se encuentra en el segundo folio del “Livre des Auctoritez”.
Por otra parte, hacia mediados del siglo XIV encontramos una colección muy similar intitulada “Life of Eustace and Other Saints, and a Collection of Moral Treatises”,59 la cual contiene tres textos devocionales que van desde trabajos sobre moral hasta hagiografías y escritos en verso y prosa. Un tercer manuscrito, íntimamente ligado al BNF, f.fr. 24429 en términos de contenido, es el BAV, Reg. Lat. 1682,60 que incluye “Auctoritez” y “Moralitez” de manera consecutiva, mas no “Vers d’aumosne”. Aunque el orden de los textos en este manuscrito no implica que haya sido copiado del anterior, sí sugiere la existencia de una miscelánea genérica, cuya función era instruir a laicos y religiosos sobre los escritos en lenguas vernáculas.
Por último, otro punto a considerar son las características físicas de los manuscritos. Como se ha señalado, algunos de los textos están ilustrados, a saber: dos copias de Érec et Énide, dos de Le Chevalier de la Charrette, dos de Le Chevalier au Lion y cinco de Le Conte du Graal. En el caso de Cligés no encontramos ningún manuscrito iluminado. Este fenómeno puede ser analizado desde varias perspectivas: en principio, varias de las miniaturas expuestas en los textos muestran escenas de personas leyendo en público, lo cual da cuenta de la lectura en voz alta de los textos y, en consecuencia, de la recepción de los mismos. Por otra parte, la apariencia física de los manuscritos es particularmente importante, pues a pesar de que algunas de ellas eran producciones de lujo con miniaturas elaboradas en materiales costosos, como hoja de oro y lapislázuli, muchas de las transcripciones fueron hechas en pergamino poco tratado, por ejemplo BAV, Reg. Lat. 1725, que estaba rasgado y fue reparado; las esquinas de las páginas se encuentran en mal estado debido a su uso constante y las miniaturas están desgastadas, además de tener manchas de comida. De manera tal que las características físicas de los manuscritos demuestran que fueron elaborados para ser leídos y cumplieron su función.61
El estado de los manuscritos da luz sobre dos aspectos fundamentales de la lectura de obras literarias entre los siglos XII y XIII; primeramente, su gran ornamentación demuestra que no eran confeccionados para todo el público y, en ese mismo sentido, el interés de la aristocracia por adquirir los textos y que fuesen leídos o memorizados por los juglares y trovadores, para que los narraran en los diferentes espacios de socialización.62 El hecho de que los textos “estén” deteriorados y que el pergamino no sea de alta calidad también confirma que los manuscritos estaban destinados a ser utilizados con frecuencia, y que tal objetivo se llevaba a cabo.
Así pues, podemos observar que tanto el contenido como el aspecto físico de los manuscritos de Chrétien de Troyes proponen que, ante un contexto cultural donde el ciclo artúrico gozaba de mucha fama -aunado al apoyo que dieron la nobleza franca, flandesina y anglosajona al clérigo-lector, además del evidente gusto del público por sus textos-, fue posible que al menos durante medio siglo se hiciera un número importante de copias y que, en el caso de Le Conte du Graal, hubiese interés por continuarlo. De tal suerte que la multiplicación de los manuscritos no sólo responde a un fenómeno cultural en sí mismo, sino a condiciones materiales que la propia nobleza estableció para reproducir narraciones donde su lugar es protagónico.
Como ha sido posible observar, la fama de la que gozó Chrétien de Troyes durante la Plena Edad Media no fue siempre la misma. A partir de la reproducción de sus obras ha sido posible constatar que si bien los textos del clérigo fueron ampliamente propagados, fue únicamente durante el siglo XIII cuando hubo mayor interés por copiarlos. Ya en la Baja Edad Media, si bien se hicieron algunas transcripciones de las obras, decrecieron en número hasta el punto en que el nombre del autor desapareció.
Ahora bien, a partir de las lenguas en que están escritos los diversos manuscritos, podemos establecer que los romances corteses fueron leídos principalmente en el norte de Francia, para ser más específicos, en las regiones al norte y al este de París, incluyendo la Picardía, donde fue elaborada la mayor parte. Estas dos premisas permiten observar que la fama del autor no puede ser comprendida en términos progresivos sino más bien contextuales, es decir que tuvo lugar durante los siglos XII y XIII, periodos en que la corte de Flandes dio más apoyo a la producción literaria, cuando los manuscritos fueron más reproducidos. Por otra parte, encontramos en estos siglos la sistematización del derecho, síntoma de la potencialización de la palabra escrita, lo cual muestra, en términos de la literatura, que este proceso fue más allá de las fronteras de la escritura de textos jurídicos. Lo anterior puede ser explicado a partir de las artes liberales, ya que tanto los textos jurídicos como los literarios provenían de la retórica.
Aunado a lo anterior, este artículo ha dado luz sobre el proceso de oralidad y escritura que tuvo lugar durante esos momentos, lo cual permite establecer que si bien el uso del pergamino y la tinta transformó las formas en que se creaban y reproducían los textos, fue mediante la oralización como llegaron a una comunidad textual más amplia, ya que la sociedad medieval preservó el uso de la palabra hablada como medio de transmisión, aunque ahora con una base textual que permitió que las narraciones fueran reproducidas con mayor apego al texto original.
En este orden de ideas, la oralidad fue fundamental, ya que al ser el principal medio de reproducción del discurso, promovió la transmisión y el conocimiento, en este caso, de las obras de Chrétien de Troyes. Más aún, en una sociedad donde los textos podían volver a ser dictados para crear una nueva copia, potencializando el número de personas que podrían leer o escuchar un escrito. Así, materialidad, oralidad y escritura -literacy- constituyen tres elementos dependientes para que las obras del clérigo-lector llegasen a los ojos y oídos de la sociedad citadina pleno y bajomedieval.

