Resumen: El objetivo de la presente investigación es analizar la toma de decisión de algunos jóvenes-que son padres y estudiantes-, para continuar en la universidad. Se utilizó una metodología cualitativa en su tradición de estudio de caso, realizando entrevistas a hombres que fueran padres y estudiaran en algún plantel de la Universidad Nacional Autónoma de México. Transitar por la vida universitaria siendo padre y estudiante es una experiencia contrastante, cuya elección gira en torno al deseo y aspiración de los varones por mejorar su calidad de vida y la de sus familias, donde la posibilidad de culminar con sus estudios universitarios, la perciben como una oportunidad de ser mejor hombre, padre y proveedor económico. Señalan que el título universitario les permitirá acceder a condiciones laborales menos precarias. Esta apreciación los lleva a centrarse más en la culminación de sus estudios que en el disfrute de la vida académica como estudiantes, asumiendo una postura más adulta, a pesar de contar con el apoyo de su familia o algún soporte económico institucional o gubernamental como las becas, que, además, son escasas para los progenitores varones en México.
Palabras clave: Paternidad, universitarios, masculinidades, toma de decisión, jóvenes.
Abstract: The objective of this research is to analyze the decision-making of some young people -who are parents and students-, to continue in the university. A qualitative methodology was used in its case study tradition, conducting interviews with men who were fathers and studied at a campus of the National Autonomous University of Mexico. Going through university life as a father and a student is a contrasting experience, whose choice revolves around the desire and aspiration of men to improve their quality of life and that of their families, seeing the possibility of completing their university studies, as the opportunity to be a better man, father and economic provider. They point out that the university degree will allow them to access less precarious working conditions, leading them to focus more on completing their studies than on enjoying academic life as students, assuming a more adult posture, despite having the support of their family or some institutional or governmental economic support such as scholarships, which, moreover, are scarce for male parents in Mexico.
Keywords: Fatherhood, university students, masculinities, decision making.
Articulo
Ser padre y estudiante universitario en México: la oportunidad de ser un mejor hombre
Being a father and university student in Mexico: the opportunity to be a better man
Recepción: 01 Octubre 2022
Aprobación: 06 Diciembre 2022
Publicación: 01 Enero 2023
Desde la psicología sociocultural y los estudios de género de los hombres, la paternidad lleva a los varones a replantearse relaciones, decisiones y proyectos de vida, sobre todo cuando se convierten en padres en un momento de su trayectoria escolar. Las expectativas sociales de reconocimiento y éxito dentro de su comunidad están puestas en el trabajo o la culminación de sus estudios, principalmente en aquellos jóvenes que viven en entornos industrializados y que han logrado acceder a la Educación Superior Pública en México. En este sentido, ser un padre joven que continúa estudiando la universidad, se vuelve una elección de vida que conlleva cierto prejuicio y estigma, porque hasta hace unos años era abordada como una problemática social (Stern, 2003) o un inimaginable social (Régnier-Loilier, 2017). En algunos entornos urbanos como la ciudad y el Valle de México-, la expectativa de vida normada para los varones que han accedido a niveles educativos superiores es la de terminar sus estudios e ingresar al mercado laboral antes de conformar su propia familia y ser padres. Sin embargo, olvidamos que la vida universitaria no implica únicamente la inmersión de las y los jóvenes en actividades académicas, culturales o recreativas, sino que también la universidad es un espacio de socialización en el que se construyen relaciones socio afectivas y de compañerismo que culminan en noviazgos y diversidad de prácticas sexuales que muchas veces no implican necesariamente un cuidado y seguimiento anticonceptivo por parte de las y los jóvenes.
De ahí que la noticia de un embarazo no planeado -en ese momento de la trayectoria de vida-, provoque enfrentar fuertes cuestionamientos y críticas sociales provenientes de la familia, la escuela, los maestros y los amigos, trastocando emociones, compromisos y actividades a corto y largo plazo para los estudiantes universitarios (Salguero, 2014). Los varones se ven en la disyuntiva de continuar -o no- con el embarazo, lo que resulta un proceso complejo en el que se negocia e integra la posibilidad de ser padres. Este puede tardar días o meses, principalmente porque los jóvenes no saben -o no quieren-, comunicar la noticia a sus familias, ya que en muchos casos la preocupación inicial es cómo ocultar el embarazo o posponer el momento de la revelación como parte de una decisión personal y de pareja, que en principio es motivo de mucho miedo por parte de las y los jóvenes (Salguero & Marco, 2014).
De hecho, -desde los años 90-, estudiosos de las masculinidades, las paternidades y la dinámica familiar, vienen señalando que, aunque cada hombre vive el embarazo de manera diferente, algunos confiesan que su incapacidad para participar plenamente es consecuencia directa de su negativa para plantearse abiertamente sus sentimientos acerca de su paternidad y las responsabilidades que se tendrán que asumir con la llegada de los hijos e hijas (Parra, 1998).
Esto es particularmente importante para los varones que son padres, jóvenes y estudiantes, pues una de las transformaciones más difíciles en su vida tendrá que ver con cambios en sus actividades sociales y recreativas, especialmente en cuanto al uso y administración de su tiempo libre y economía, pues pasan de una postura individualista centrada en sí mismos, a ver por el bienestar y cuidado de la pareja y los hijos (as). En todo caso, tanto para los varones como para las mujeres, el embarazo marca el inicio de una nueva etapa de vida en la que se transita a la adultez y se adquieren nuevas responsabilidades. Por ello, ser padre joven es una experiencia ambivalente: consagra la hombría adulta, pero se contrapone al ideal juvenil de libertad, conquista y competencia, representando tanto un logro como una pérdida (Von-Buchwald, 2012). En este sentido, los jóvenes consideran que no es conveniente tener familia cuando se es estudiante universitario, debido al poco tiempo que se le puede dedicar a esta, a la escuela y al trabajo, pues un hombre que es padre debe ser proveedor -aunque sea estudiante e hijo de familia- (Pérez & Salguero, 2016). Cuando los hombres entran a trabajar, sienten que cumplen con una obligación que les brinda la posibilidad de tener algunos beneficios económicos para mantener una familia. Lamentablemente, los sueldos a los que pueden aspirar les resultan insuficientes debido al tipo de empleo que pueden conseguir, dado su nivel de escolaridad, experiencia, edad y disponibilidad de tiempo como universitarios.
De acuerdo con Castañeda (2015), la elección de continuar la universidad siendo padre, involucra la elección de ingreso a una universidad y carrera en la cual estudiar, así como la permanencia en la carrera, donde se prioriza la necesidad de concluir rápidamente la universidad para comenzar a trabajar y proveer. Aunque aquí existen diferencias para mujeres y hombres, pues cuando ambos viven el proceso de embarazo, juntos, el mandato social de la proveeduría llevará principalmente a los varones a replantearse continuar o abandonar la escuela para dedicarse completamente al trabajo remunerado.
Este proceso implica que los varones comiencen a descartar, posponer o modificar ciertos proyectos personales y profesionales para lograr terminar sus estudios en el menor tiempo posible (Jacobo, 2016).),- como una manera de insertarse exitosamente en el mercado laboral-, pero también porque el rendimiento y la conclusión oportuna, siguen siendo indicadores de la calidad académica de las instituciones (González & Molina, 2020), advirtiendo -sobre todo-, la importancia de identificar redes de apoyo reales con las que cuentan estos estudiantes, considerando la gran heterogeneidad que representa en sí misma la educación superior tanto en planes de estudio, organización y población. Al respecto, Bourdieu & Passeron (2009) mencionan que ser estudiante no tiene un significado social y cultural universal, sino que son las vivencias establecidas por la procedencia y el tipo de instituciones a las que se asista, los factores que marcan la diferencia en la manera de reconocerse como estudiantes.
En este sentido, asumir la posición de ser estudiante siendo padre se encuentra limitada al apoyo que reciban de sus familias para obtener solvencia económica y ayuda con el cuidado de los hijos(as), mientras siguen acudiendo a la universidad (Pérez & Salguero, 2016). Otra manera de cubrir con el aporte económico, son las becas, que siguen resultando escasas para los progenitores varones, por ejemplo-, existen apenas algunos apoyos de este tipo en la Universidad Nacional Autónoma de México, como la Beca del Programa Nacional de Becas para Estudios Superiores (PRONABES), -actualmente denominada manutención-. Esta beca contempla entre sus criterios de priorización desde el año 2015, no solo a las mujeres embarazadas o madres de familia, sino que incorpora a los varones que son padres con el fin de promover la corresponsabilidad y la paternidad responsable, siempre y cuando los ingresos familiares no sobrepasen los cuatro salarios mínimos por persona; aproximadamente $2,905 (143 USD). (Gobierno de México, 2018).
Otra posibilidad para que los jóvenes no abandonen sus estudios debido al peso de la proveeduría, seria logar que la universidad fuera un puente que conectara las necesidades académicas con las demandas del mercado laboral, haciendo que los empleos se ajusten a ciertas demandas específicas que tienen los estudiantes-padres, cómo la flexibilidad de horarios y tiempos. Tal situación permitiría que el paso por la educación superior sea menos conflictivo y que quedaran menos desprotegidos en la búsqueda y acceso a trabajos más seguros y estables, como ocurre en otros países como Costa Rica (Charpantier & Jiménez (2015).
Pero para México, la situación es algo distinta, al menos en el caso de las Instituciones de educación superior públicas -que mantienen mayoritariamente un currículo rígido en tiempo y créditos académicos-. Aunado a lo anterior, hay un mercado laboral segmentado, tradicional y poco flexible, que dificulta la construcción de puentes entre las universidades y los empleos para estudiantes que no cuentan al menos con el 100% de créditos, con los que solo pueden conseguir puestos laborales de medio tiempo o como practicantes, cuyos salarios siguen siendo insuficientes, incluso para los jóvenes que no tienen hijos(as) (de Vries et al., 2011).
Este distanciamiento -que parece existir entre la educación pública de nuestro país y el mercado laboral-, nos conduce a reflexionar en el tenor de la importancia que implica considerar el currículo académico. Ramírez propone (2015) flexibilizar las normativas en torno a que la asistencia a clases y los horarios de evaluaciones extraescolares puedan regularse legalmente, -aún y con el apoyo y comprensión de algunos profesores(as). Sin un protocolo oficial que guíe específicamente los derechos de los estudiantes con hijos(as), estos quedan a expensas del criterio de los y las profesoras, ya que ser madre o padre dentro de esta etapa de su vida, es visto desfavorablemente y de manera estigmatizada -como una personalidad irresponsable-, lo que habría que cuestionar, analizando las mismas condiciones sociales en las que viven los jóvenes.
Pedroza & García (2005) mencionan que aún y cuando desde los años setenta las Universidades en México han ido experimentando cambios progresivos en su reorganización y funcionalidad, la flexibilidad de los currículos no ha quedado claramente definida. Algunos de los problemas a los que se enfrentan las Universidades al momento de implementar estas trasformaciones, tienen que ver con las discrepancias políticas en los grupos de poder, los recursos económicos deficientes y la resistencia a implementar nuevas prácticas en el ámbito académico.
En este sentido, se hace necesario empezar a sensibilizar a los docentes y administrativos respecto a los prejuicios que existen en torno a los estudiantes que también son madres y padres. La educación escolarizada ha pasado a ocupar -en las sociedades industrializadas actuales-, un lugar central en el proceso de socialización y formación de los niños y jóvenes, constituyendo la actividad fundamental con la que generalmente se asocia la etapa de la juventud. Ser estudiante otorga un rol social instituido y positivamente valorado (Camarena, 2000), donde no parece encajar el ser madre o padre, pues ambos procesos -vistos dentro de este modelo del desarrollo-, formarían parte de una vida adulta (Jacobo, 2016). Esta visión obstaculiza, la creación de espacios donde puedan reflexionar sobre su vida cotidiana, los roles y estereotipos de género que siguen ejerciendo. Por ejemplo, los padres no tienen derecho a faltar por causa de enfermedad de sus hijos o hijas, como parte de la estigmatización que existe en torno a las prácticas de crianza como labor de mujeres. Al igual que ocurre con el servicio de ausencia postnatal y el acceso a becas u otros servicios que permitirían mitigar el rezago académico, como son el acceso a guarderías o estancias infantiles (Castillo, 2015; Ramírez, 2015).
Aun con todas estas dificultades, los hombres van construyendo la posibilidad de ser padres por la influencia de la pareja y de la familia; ven la llegada de un hijo como algo deseado. No es una casualidad que -desde que están en búsqueda de una novia formal-, surja la idea de conformar una familia a futuro, pues -en algunos casos- el embarazo es una vía para ser reconocido socialmente, incluso mayor a la posibilidad de terminar una carrera universitaria. Considerando los puntos anteriormente mencionados, el objetivo de la presente investigación es analizar la toma de decisión de los jóvenes que son padres y estudiantes, para continuar en la universidad.
La presente investigación forma parte del Proyecto del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) IN307821 El significado y la doble mirada de la paternidad con hijas e hijos adultos, y recupera parte del corpus de datos de un trabajo doctoral1 donde se analiza la experiencia de la paternidad en estudiantes universitarios. Empleando una metodología cualitativa -en su tradición de estudio de casos- (Ito & Vargas, 2005), se buscó analizar la toma de decisión de algunos varones que habitan en el Valle de México para continuar estudiando la universidad siendo papás. Considerando que desde el paradigma comprensivo/interpretativo de la realidad -en el que se inserta la metodología cualitativa-. Se asume que el conocimiento se obtiene a través del diálogo entre sujetos representantes y portadores de una cultura determinada, encaminado a estudiar los fenómenos en su especificidad en tiempo y espacio, tratando de conocer el punto de vista de los actores sociales y el sentido que les atribuyen a sus acciones; asumiendo que las personas son seres propositivos, inmersos en una cultura determinada y capaces de reflexionar acerca de sí mismos y de sus actos (Ito & Vargas, 2005).
Se contactó por medio de una convocatoria y la técnica bola de nieve, a cuatro hombres jóvenes que fueran padres mientras estudiaban en uno de los campus de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) durante el 2019-2020, concretando una cita-para realizar el proceso de negociación y realizar el consentimiento informado-, en puntos medios o espacios cercanos a sus centros académicos. Se negoció éticamente la realización de tres entrevistas semiestructuradas de aproximadamente una hora o dos horas máximo, dependiendo del tiempo disponible de cada entrevistado. Las entrevistas fueron transcritas en su totalidad con fines de análisis. De acuerdo con los criterios de respeto, confidencialidad y beneficencia en la investigación, se cambiaron los nombres de los entrevistados a Mauricio (22 años), Gerardo (23 años), Esteban (26 años) y Pedro (29 años), todos ellos padres jóvenes que cursan sus estudios mientras son padres de hijos menores de 10 años. A continuación, se incluye una tabla con sus datos:

Para el análisis de resultados se utilizó el método de Bricolaje, propuesto por Kvale (2011), el cual incorpora una mayor flexibilidad al momento de analizar entrevistas extensas, pues estas se pueden leer de manera general para después retomar pasajes específicos, con la finalidad de dar cuenta de la toma de decisión de los jóvenes padres para continuar en la universidad. Las técnicas que integraran el Bricolaje fueron: 1) el análisis de contenido categorial cualitativo, 2) la agrupación e interpretación de los significados en dos ejes de análisis que den cuenta de la toma de decisión para continuar en la universidad: Ser papá, joven y estudiante universitario, requiere del apoyo familiar y Continuar en la universidad: una oportunidad y 3) la coherencia conceptual teórica: mediante la cual se reflexionó y apoyó el análisis de la paternidad en jóvenes universitarios, con la información obtenida desde la psicología sociocultural y los estudios de género de los hombres y las masculinidades.
Sentir que la vida está a punto de cambiar con la noticia de embarazo, lleva a los varones a realizar diversos cuestionamientos en torno a ‘¿qué vamos a hacer?’, ‘¿me quedo?’, ‘¿sigo estudiando?’, ‘¿me pongo a trabajar?’ (Gerardo, Pedagogía, un hijo), recurriendo necesariamente al apoyo de la familia para afrontar los gastos económicos que implica la llegada de un hijo.
En el caso de los entrevistados, sus familias mantienen una postura de apoyo y así lo menciona Esteban:
Mi familia siempre me ha echado la mano. Mi mamá es muy directa y sabía que ella no se iba a portar mala onda, o me iba a dar la espalda. Cuando le dije, estaba seguro de que me iba a entender y me iba a echar la mano. También, yo creo, influye el hecho de que ellos fueron padres jóvenes. Ya saben lo que va a pasar, lo que tenemos qué hacer y, pues creo, era eso lo que me daba confianza de que me iban a echar la mano. (Esteban, Biología, un hijo)
En general, los jóvenes perciben que su familia los apoyará, porque la elección de asumir su paternidad no es motivo de decepción, ya que su propia experiencia -como padres jóvenes- los ayuda a significar la paternidad de sus hijos como una elección de vida reproductiva y no un inimaginable social (Régnier-Loilier, 2017). Sin embargo, esto no ocurre de la misma manera con las familias de las parejas femeninas, quienes se muestran decepcionados y alejados de sus hijas:
Ella estaba nerviosa de ir a hablar con sus papás y yo de ‘¡es que tenemos que ir ya!’. En ese entonces, -me parece que ella ya tenía tres meses-, y le digo ‘es que si no se te va a notar y ya después va a ser peor’. Entonces, les comenté a mis papás y empezamos a hablar de toda la situación. Ahora con mis suegros la relación es cordial, pero siento enojo hacia ellos, porque a lo mejor no la apoyaron tanto como hubiera esperado. (Esteban, Biología, un hijo)
Que las parejas de las familias femeninas nieguen la ayuda -o el acompañamiento a sus hijas durante el embarazo-,puede ser interpretado -de acuerdo con investigaciones como la de Ariza (2020)-, como una manera de evitar que los jóvenes evadan su paternidad, favoreciendo y forzando -en algunos casos-, la unión conyugal. Posteriormente -con el nacimiento de los nietos-, se siguen reproduciendo roles estereotipados que dirigen las responsabilidades y tareas como futuros padres y madres -dentro y fuera del hogar-, de acuerdo a una división sexual del trabajo muy marcada y transmitida por la familia, donde la proveeduría es asumida como un deber para los varones:
Mi mamá habló con ella también, más que nada le dijo: ‘pues tú eres la que va a cargar con el bebé en el embarazo y, así eres la que está más consciente de todo el paquete que se te avecina y, pues tú [refiriéndose a Esteban], tienes que meterte a trabajar y hacerte responsable’ (Esteban, Biología, un hijo)
La proveeduría y la inserción a la vida laboral señalan -como lo propone Arvizu (2020)-, una disyuntiva y punto de quiebre en el curso de vida de los varones, que implica una nueva distribución de tiempo y prioridades. Configurando la experiencia de la paternidad en estudiantes universitarios como un proceso de transiciones y cambios, que llevan a los varones a continuar la universidad, dependiendo -principalmente-, del apoyo recibido de su familia.
Dar continuidad a sus estudios universitarios es -significado por los padres jóvenes y estudiantes universitarios-, como una oportunidad de transformar y mejorar su desarrollo familiar, teniendo la meta de concluir sus estudios universitarios.
Innegablemente yo no iba a dejar de estudiar por ser papá, sea ahora o después. Si lo tengo que -o si lo puedo hacer ahora-, lo que significa es una oportunidad, una oportunidad que tengo que aprovechar en beneficio de mi hijo. De pronto eso ha trasformado que yo obtenga cierta calificación o que me gradúe; sea más dirigida hacia esa meta que hacia el proceso. (Gerardo, Pedagogía, un hijo)
Es como la oportunidad de crecer, de desarrollarse de otra manera, ¿no?, en primera, pues no es lo mismo el mismo ingreso [económico] de ser, a lo mejor, alguien con su pura preparatoria a alguien que ya tiene una licenciatura, una carrera, aunque en algunas tampoco se paga tanto, si creo que bueno, yo regresé a la escuela más que nada por eso, una mejora económica, dije ‘es que así no me va a alcanzar’. (Esteban, Biología, un hijo)
Hay casos donde -hacer visible su condición de padres-, ayuda a los jóvenes a recibir el apoyo que necesitan para continuar estudiando, como lo cuenta Esteban:
En la escuela nada más a veces los maestros sí entienden más de ‘vamos a echarle la mano’. Por ejemplo, cuando me aceptaron en el laboratorio donde estoy, en ninguno me estaban aceptando por el tiempo y, o sea, no podía venir tanto tiempo a la escuela, hasta que la maestra que me aceptó me vio un día venir más formal así a la escuela y me preguntó ‘¿oye, porque vienes así a la escuela?’, ya se lo expliqué y todo. Entonces, fue así de ‘¡hay que echarnos la mano!’ y me aceptó. (Esteban, Biología, un hijo)
Desde la normatividad construida en ciertas instituciones educativas (Régnier-Lolier, 2017), la paternidad no tiene cabida en la vida de un estudiante universitario, llevándolos a mantenerla en privado por temor a ser juzgados por sus compañeros o maestros:
La verdad no es algo que me guste presumir mucho. Ya estoy en otro contexto totalmente diferente. Bueno, no sé, yo siento que aquí [en la universidad] lo ven bien raro. Al final digo ‘nunca los he escondido’, digo, ‘tengo hijos’, pero es de ‘¡este güey!, pues que no, ¿no conoce los condones o qué?’. (Pedro, Psicología, dos hijos y dos hijas)
En la universidad no saben que soy papá, bueno, al menos mis profesores, no, y creo que me sentiría juzgado. Solo me sentiría juzgado, no sé, pues creo, como no es muy común que alguien lleve a un bebé, como no es muy común, o bueno, no es común ahí [la universidad] (Mauricio, Física, una hija)
Sin embargo, al igual que lo proponen Castañeda (2015), Castillo (2015), Arvizu (2020), e incluso el mismo Régnier-Lolier (2017), visibilizar la posibilidad de ser padre o madre -mientras se continúa estudiando la Universidad-, normaliza otras condiciones y elecciones de vida como estudiantes, influyendo en la forma de ser tratados por la comunidad universitaria, ya que también contar con un título, se vuelve un requisito para mejorar condiciones de vida personales y familiares (Arvizu, 2020). Les permite formarse para ser mejores personas y -por lo tanto-, mejores padres, ya que los dota de conocimiento -como indica Gerardo-, anteponiendo su posición de padre a la de estudiante, pues eso es ser un hombre que hace lo social y normativamente correcto:
Algunas personas lo ven como si fuera algo admirable, pero yo lo veo como algo que en este momento así es y eso es ser, hacer lo correcto, hacer lo que a uno le corresponde. Podría hacerlo distinto; podría dedicarme nada más a ser universitario, en lugar de ser papá. Podría -como muchas personas-, también lo he visto, irse y dejar a su familia, pero yo no puedo, no puedo, y no me imagino haciéndolo, porque yo realmente amo a mi hijo y quiero estar ahí. Y, al mismo tiempo ser universitario es algo que ya estaba ahí; que ya formaba parte de mi persona. La universidad te acerca a esos conocimientos para ser una mejor persona y eso me permite ser un papá -que espero un día lograr ser-, con Dan [su hijo]. (Gerardo, Pedagogía, un hijo)
Continuar y terminar la universidad se convierte en una forma de asegurar el bienestar económico propio y de la familia, pues los varones jóvenes están conscientes de que -sin un título universitario-, les será muy difícil sobrellevar la proveeduría económica de la familia. Algunos se dan cuenta de que la experiencia adquirida en un trabajo debe ser respaldada por un título universitario, mediante lo observado en la vida de otros hombres, ya sean familiares o conocidos:
He visto los resultados de cuando se ha tenido un hijo. Los hombres tienden a dejar los estudios, continuar, pues, trabajando. Y el problema de eso es que -al principio-, está bien. Encuentran pues, se convierten en un sostén económico, pero -con el tiempo-, ya no hay otras oportunidades; ya no pueden tomar otras oportunidades laborales que pudieran haber tomado si tuvieran los estudios y ¡tienen experiencia! Hoy en día hay varias personas que tienen bastante experiencia, pero -en cuanto a lo académico-, no tienen la universidad y eso, pues no quería que pasara conmigo. Yo lo he visto en mis abuelos, con mi papá, con el papá de Lisa [pareja]. En ellos -principalmente-, he visto esa situación. (Gerardo, Pedagogía, un hijo)
Lo anterior resulta paradójico porque -precisamente en algunos casos-, se interrumpe la trayectoria académica por la necesidad de la proveeduría y -es por esta-, que se vuelve a retomar, dado el significado que tiene para los varones el sentido de éxito o mejora para sus vidas y la de sus familias (Arvizu, 2020; Salguero & Marco, 2014):
Entré a la carrera en el 2010. La dejé porque nació mi primer hijo. Trabajé mucho tiempo en empresas, bueno, un tiempo considerable. Después trabajé un tiempo en una empresa de teléfonos y, al ver yo que mis jefes ganaban un poquito más nada más por el papel [título universitario], dije ‘pues voy a terminar la carrera y decidí regresar’. (Pedro, Psicología, dos hijos y dos hijas)
Al principio sí metí materias, pero, pues tenía que faltar y eso sí me repercutió. Más que nada regresé a la universidad por la situación, porque sí es complicado en situaciones de dinero, más yo que rentaba y mi esposa no trabajaba. Entonces sí dije ‘pues con esto no la voy a hacer, a lo mejor va a ser pesado ahorita, pero pues es mejor ahorita para que después nos vaya mejor a los tres’, pero regresé a la universidad hasta que me dieron un turno fijo y ya con base en eso, pues podía venir a la escuela. (Esteban, Biología, un hijo)
En el caso de Esteban, podemos ver que la opción de regresar está mediada por las condiciones y políticas laborales de las empresas o negocios donde trabaja como lo vemos con él, quien regresa a la universidad hasta que tiene un turno laboral fijo que le permite estudiar y trabajar. Además, de que las parejas femeninas no continúan en la escuela y laboran en actividades de cuidado o en algún negocio familiar, ya que no cuentan con el apoyo de sus familias de origen, volviéndose también un soporte económico para que los padres jóvenes continúen estudiando la universidad:
Cuando recién se alivió [la pareja], como dentro de seis meses después, mi mamá y yo le dijimos si quería seguir estudiando, o si de plano quería quedarse en la casa, más bien ayudarle a mi mamá con la casa, y ella nos dijo que ya no quería estudiar, porque sí le dijo mi mamá que le podíamos ayudar a, que ahora sí, que mientras ella estuviera en la escuela -ya sea mi mamá o mi abuelita-, cuidaban a la bebé, pero ella ya no quiso y se fue a trabajar en la papelería con mi mamá. (Mauricio, Física, una hija)
Continuar los estudios es significado como una manera de ser buenos padres al poder acceder a mejores espacios laborales. Ser padre -mientras se estudia la universidad-, lleva a los varones a cuestionarse ciertas diferencias en cuanto a las oportunidades de becas o apoyos a los que pueden acceder como padres, y así lo relata Gerardo:
Sí he notado varias diferencias en cuanto hay una mamá y en cuanto hay un papá. Por ejemplo, no hay becas para papás, o sea, todas esas cuestiones. Se fijan en las mamás que siguen estudiando y ¡ah, bueno!, pues ok, no se le da tanto peso al papá y pues, finalmente, eso es otra; finalmente, es cuestión de cada quien, si alguien se quiere involucrar. (Gerardo, Pedagogía, un hijo)
Afortunadamente, el participante cuenta con la beca de manutención -que la Universidad Nacional Autónoma de México proporciona-, pero es el único de los entrevistados que recibe este beneficio, destinado a emergencias:
Tengo la beca de manutención. Eso también es otro ingreso que uso para todo gasto de Dan [su hijo]. De hecho, es una, este… digamos que es como una reserva que trato de no usarla, pero cuando se vienen gastos fuertes, la uso y ahí está. (Gerardo, Pedagogía, un hijo)
Gerardo hace un análisis de las condiciones sociales y se da cuenta que los varones no tienen los mismos derechos a recursos de becas o estancias infantiles, pues -desde su propia experiencia-, las mujeres que son madres tienen más acceso a oportunidades que les permitan continuar estudiando; aunque esto está íntimamente relacionado con una visión del cuidado muy orientada hacia las mujeres (Arvizu, 2020; Castañeda 2015), cuya condición de madres se encuentra más visibilizada y, por lo tanto-, un poco más atendida. Con ello no se quiere decir que se hayan logrado eliminar las desigualdades de género por las que atraviesan las mujeres que son madres estudiantes -ya sea que estén en condición de soltería o no-, pues, como se observa en el caso de Mauricio, su pareja no acude a la universidad por cuidar de su hija y aportar económicamente al hogar, pues no cuenta con el respaldo económico o de tiempo de cuidados por parte de su familia.
Las entrevistas realizadas a padres-estudiantes que en algún momento interrumpieron la escuela con la llegada de los hijos(as), deja entrever la preocupación, ansiedad y esperanza que implica para algunos poder retomar nuevamente sus estudios universitarios. Es importante conocer qué factores o formas de articular sus identidades como padres, estudiantes y jóvenes les permiten -aún y con todas las limitantes de carácter personal y académicas que enfrentan-, desarrollarse como estudiantes exitosos.
Los padres jóvenes que viven en entornos industrializados como el valle de México, consideran que terminar la universidad es una oportunidad de mejorar su vida y la de sus familias, pues -en un entorno de precariedad económica-, es necesario tener experiencia y contar con un título universitario para seguir ascendiendo en el trabajo. Si bien contar con experiencia es necesario para conseguir empleo, terminar los estudios les dará a los jóvenes la posibilidad de ascender -eventualmente-, a un mejor cargo del que pudieran obtener sin estudios profesionales. Esta decisión muestra que los jóvenes se posicionan -primero- como padres, antes que como estudiantes. Sin embargo, esta decisión conlleva que disfruten menos su etapa como universitarios, pues la meta es terminar pronto la escuela para insertarse -de manera más formal-, en el mundo laboral, cumpliendo así, con la responsabilidad de la proveeduría.
Desafortunadamente, al igual que lo proponen Salguero & Marco (2014), Castillo (2015), y Régnier-Loilier (2017), los ideales normativos de cómo deberían ser los estudiantes universitarios -respecto al uso del tiempo, la exclusividad en el estudio y una trayectoria académica sin interrupciones-, siguen prevaleciendo como indicadores de una educación de calidad, que coincide con lo que propone Guzmán (2013)-, el significado que estos varones le otorgan a terminar sus estudios universitarios no está determinado por los objetivos institucionales, sino por las vivencias, intereses y preocupaciones que conforman sus experiencias como padres, jóvenes y estudiantes universitarios.
Esta visión institucionalizada -de lo que debe ser una trayectoria académica exitosa-, trae consigo dificultades en el desarrollo económico y laboral de los jóvenes que son padres en la universidad, dejando la responsabilidad del apoyo a las familias, que siguen brindándoles a los varones entrevistados los recursos para que continúen sus estudios, pues a pesar de que los jóvenes buscan trabajos no existe un puente entre la universidad y el mundo laboral, llevando a estos varones a suspender -e incluso-, abandonar la escuela.
En esta investigación -si bien dos de los participantes suspenden sus estudios por cuestiones de incompatibilidad de horarios y gastos-, vuelven a retomar la escuela, pero sigue existiendo -en todos los casos-, dificultades que se van sorteando, ya sea con un trabajo formal o informal, para cumplir con el mandato de la proveeduría.
González & Molina (2020) mencionan que es imposible darles solución a todas las necesidades de la población estudiantil, debido a que algunas escapan de lo académico, pero sí se puede trabajar por mejorar sus condiciones de acceso, permanencia y continuidad en las universidades, visibilizando y atendiendo -en este caso-, las necesidades de los estudiantes que a su vez son padres y trabajadores, para que no se vean amenazadas sus posibilidades de mantenerse y concluir sus estudios. La mayoría de estos jóvenes estudiantes-padres se ven afectados al no poder negociar los horarios de asistencia a clases, la entrega de trabajos y porque no tienen acceso a una beca por condición de paternidad, haciendo de su experiencia un evento significado como algo menos complicado, ya que para ellos terminar la universidad sigue siendo una oportunidad de mejorar su vida y la de sus familias.
Para los varones sigue siendo primordial el trabajo, la proveeduría y el reconocimiento en el mundo laboral. Para lograrlo -mientras conservan su condición de estudiantes-, las parejas no continúan avanzando en su trayectoria académica, ya que el castigo social es mayor para las mujeres si deciden anteponer otras posibilidades de vida que no sea cuidar de los hijos y las hijas, sobre todo si son bebés. Como menciona Ariza (2020), se naturaliza la obligación de la prevención y el cuidado de los hijos(as) como un deber de la mujer y no de ambos miembros de la pareja, precisamente por no tomar en cuenta las experiencias de los varones dentro de los procesos reproductivos.
Además, como estudiantes universitarios hay una infravaloración respecto a otras elecciones de vida, que no sea conformar familia hasta después de tener un trabajo estable -o al menos terminar la universidad-, considerando que las condiciones socioeconómicas de estos estudiantes -y sus familias en particular-, son limitadas, constituyendo una desigualdad económica y de género. En ese sentido, hay que considerar la obligatoriedad de capacitar constantemente al personal docente sobre las elecciones reproductivas en jóvenes y acompañamiento a estudiantes que son jefes de familia y padres. Es importante flexibilizar los espacios académicos e implementar nuevas formas de evaluación para los alumnos.
Es imperante evitar prejuzgar las decisiones y elecciones reproductivas de las y los jóvenes, cuestionarnos el papel de los varones más allá de su función como proveedores. Es necesario analizar cómo se dan las relaciones entre padres e hijos, porque difícilmente un varón progenitor es visto también como referente afectivo en la familia, a diferencia de las madres, y eso podría estar relacionado con la manera en la que los varones ejercen y van integrando su experiencia como papás a lo largo del tiempo. Estos jóvenes estudiantes-padres de familia consideran que terminar la universidad para insertarse en puestos laborales especializados e incluso conservarlos, es una posibilidad de ser buenos padres y en ese sentido mejores hombres para sus familias.
