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Educación y masculinidad. Las palabras limitan el campo de las identidades porque tienden aferrarse a lo binario
Carlos Arturo Olarte Ramos
Carlos Arturo Olarte Ramos
Educación y masculinidad. Las palabras limitan el campo de las identidades porque tienden aferrarse a lo binario
Emerging trends in education, vol. 5, núm. 10, pp. 82-85, 2023
Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, Dirección de Investigación y Posgrado
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Entrevista

Educación y masculinidad. Las palabras limitan el campo de las identidades porque tienden aferrarse a lo binario

Carlos Arturo Olarte Ramos
Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, Mexico
Emerging trends in education, vol. 5, núm. 10, pp. 82-85, 2023
Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, Dirección de Investigación y Posgrado

Entrevista con Juan Guillermo Figueroa. El Colegio de México (COLMEX), México.




Uno de los supuestos de investigación en el trabajo con varones es la necesidad de reeducar al colectivo masculino sobre sus prácticas cotidianas enmarcadas en el sistema patriarcal, ya que ellos son socializados como sujetos superiores que limitan el reconocimiento de las mujeres y de sus pares varones en un contexto de justicia social; sin embargo, han surgido voces que debaten el abordaje que se hace con este sector poblacional porque a pesar de las dinámicas de reflexión sobre la construcción de la masculinidad, cada vez más se normalizan los actos de violencia en contra de la diversidad sexual y de género. Por ello es necesario establecer el diálogo para construir puente entre educación y masculinidad, que permita aprender de la totalidad y no sentirse experto solo porque se investiga la dinámica social de los hombres.

Al respecto, el filósofo Juan Guillermo Figueroa Perea, investigador de El Colegio de México, considera que es muy arriesgado establecer un proceso de educación en las masculinidades porque se tiende a confundir con escolarización.

“De repente he escuchado, habiendo investigado algún tiempo sobre hombres, que hay necesidad de reeducar a los hombres, pero se me hace un poco extraño porque me suena como que hay algo de ellos que no acaba de gustar, que se tiende a cuestionar y por lo tanto hay que regresarlos por el buen camino”

.

Aclaró que la palabra educar tiene dos raíces etimológicas: educare y educere. Educare quiere decir guiar, conducir, dirigir a quien no sabe, con el que se supone que quien dirige asume que tiene claro hacia dónde va;

“cuando uno quiere educar a las personas en masculinidad, en respeto, en tolerancia, pareciera que quien pretende educar ya sabe para dónde van las cosas, pareciera que está un poquito libre de prejuicios, de sesgos, y entonces puede orientar, dirigiendo y ordenando a la persona que tiene que ser educada”

En cambio, la raiz educere quiere decir conversar y dialogar; “si yo dialogo con alguien, si yo converso con alguien, y potencialmente me permitido desde el principio pensar que a partir de que vamos a conversar yo puedo aprender de él o de ella y que idealmente él o ella pueden aprender de mí, la conversación se vuelve mucho más interesante”

Educación y masculinidad. Las palabras limitan el campo de las identidades porque tienden aferrarse a lo binario

- Entonces, ¿cómo debe abordarse la educación en las masculinidades?

Cuando uno habla de masculinidad o de modelos no binarios, uno habla de identidades de las personas; es mucho más profundo. Cuando hablamos de educación y masculinidad, es muy arriesgado usar un educare, como si alguien ya supiera todo, en cambio si yo reconozco que hay identidades que cada vez más se van haciendo visibles, tengo que reconocer que no las conozco del todo, que tengo que aprender de las mismas identidades. Me suena que el diálogo es más atractivo como estrategia que una estrategia muy directiva; simplemente, cuando yo digo él y ella, y pretendo que todo esté construido y puede ordenarse en él y ella, estoy asumiendo que solo hay dos opciones de identidades sexuales, de sexos biológicos, y puede que mucha gente conciba que sexos biológicos básicamente son quienes tienen genitales masculinos y quienes tienes genitales femeninos.

- ¿Qué pasaría si solo refiero a las personas desde lo biológico?

- Si yo solo pienso que si una persona tiene genitales masculinos es hombre y si tiene genitales femeninos es mujer, me empiezo a complicar cuando alguien tiene genitales de ambos. Cuando nace una persona se suele preguntar qué fue; la gente decide contestar viendo qué genitales tiene, masculinos o femeninos, para decir que fue niño o niña. Cuando uno empieza a darse cuenta que las personas se comportan de maneras diversas, ¿cómo decido qué calificativo ponerle a una persona que se comporta de cierta manera?

- ¿Cuál sería el problema?

- Muchos investigadores e investigadores han escrito que lo masculino o lo femenino, como adjetivos, son convenciones sociales que se le atribuyen mayoritamente a personas de un sexo o del otro. Si una persona es ruda, es violenta, es enérgica, se tiende a pensar que es muy masculina. Curiosamente se cree que los que tenían genitales masculinos son los que van a ser rudos, violentos, agresivos, y suena medio raro decir masculino en femenino cuando una persona con genitales femeninos es ruda o agresiva; es muy frecuente que se diga “es marimacha”, como mezclando palabras. Es muy agresivo incluso con personas que teniendo genitales masculinos sean muy amables, muy delicados, porque se dice que no pareciera que es tan masculino, y de repente la gente empieza a decir que es muy femenino; lo perverso es que cuando no nos hemos entrenado para tener una diversidad de palabras y de lenguajes, tendemos a decir “parece mujer”, pero a veces despectivamente decimos “parece vieja”, y peor aún, decimos “no es un hombre” aunque tenga genitales masculinos.

- Ver a las personas desde lo biológico representaría un problema, ¿tendremos que hacerlo desde lo social?

- Si solo nos dividiéramos por genitales, un hombre homosexual es hombre, por genitales, y una mujer lesbiana es mujer por genitales, pero de repente uno dice que “no me basta con la división biológica”. El problema es que la tradición nos ha acostumbrado a que pareciera que solo hay dos opciones: o es masculino o es femenino, pero no siempre el estereotipo de lo masculino coincide con los genitales masculinos. Hay más probabilidades de combinaciones. Imagínate una persona con genitales femeninos que es tosca, ruda, torpe, ¿será mujer masculina? O qué sucede con un sujeto que es claro que tiene genitales masculinos, pero que es suave en su trato; anteriormente si un hombre era muy amable le decían que era todo una dama, no por afeminado sino por amabilidad, como si no pudiera ser amable un hombre.

Estudioso de la dinámica social de los varones, con reconocimiento de investigador nivel III del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), Figueroa Perea considera que las palabras acaban siendo muy limitadas en el campo de las identidades porque tienden aferrarse a lo binario.

- ¿Es lo que ocurre cuando no se sabe lo que signfica ser persona trans?

La palabra trans puede ser sugerente, como una transición, una transformación, pero para muchas personas todavía no tienen claro qué es lo trans, porque ¿qué sucede si yo tengo genitales masculinos pero me siento mujer y mi identidad es de mujer pero además no me interesa cambiar genitales?, ¿será algo distinto a una persona con genitales masculinos, que se siente mujer y que se hará intervenciones en su cuerpo para tener apariencia de mujer, a lo mejor con inyección de hormonas para que tenga busto, o con una operación para quitarse el miembro y hacerse una vagina, para quitarle gravedad a su voz, para tener cabello largo, para tener la apariencia del estereotipo de lo que es una mujer?

El pensamiento binario nos complica mucho la vida porque nos reduce mucho las opciones de nombrar a las personas, pero lo perverso es que aquello que no podemos nombrar de acuerdo con el binarismo, lo veamos como mal, como anormal, como objeto de estigma, y hasta potencial de violencia; en lugar de reconocer nuestras carencias de lenguaje nos aferramos al lenguaje y descalificamos a las personas.

- ¿Esta afirmación implica que debemos reaprender el lenguaje en materia de género para evitar limitaciones en el reconocimiento de la diversidad?

- La filosofía del lenguaje dice que lo que no nombramos acabamos creyendo que no existe; yo agrego que lo que nosotros creemos que sí existe, lo usamos con las palabras que conocemos; si yo me enfrento a una persona que es muy amable, suave, sentimental, pero es de sexo masculino, algo me choca, porque según mis parámetros estereotipados debería ser rudo. Tuve una alumna que un día me dijo que yo era una persona muy maternal; no me molesta que me lo haya dicho pero se me hizo curioso que me dijera que era muy maternal; le pregunté por qué me veía muy maternal y me dijo que porque yo era muy cuidadoso, que acompaño, atiendo, y que eso lo hacen las mamás; le agradecí y le dije que no me molestaba, pero le sugerí que mejor dijera que le caía bien porque soy cuidadoso, porque escucho y atiendo, sin ponerme el adjetivo de maternal porque al hacerlo, estaría reproduciendo el estereotipo de que solo las mamás cuidan. Además, si ella estuviera invitando a los hombres a ser cuidadosos y cariñosos, y les dijera que es muy maternal, estaría como inhibiendo a los sujetos en lugar de decirles porqué no son más cuidadosos. Hay feministas que han dicho “ustedes tienen que aprender a maternar”; yo tengo que aprender a cuidar, no a maternar. Hay personas que con frecuencia le dicen a una mujer que vive sola y tiene hijos, que es padre y madre al mismo tiempo, pero no es cierto, porque no son hermafroditas, tendrían que serlo para ser madre y padre al mismo tiempo. Pero si es una mujer, tanto por genitales como por identidad, es solo madre, no puede ser padre; aunque sea proveedora, no es padre, sigue siendo madre que provee económicamente. Hay una coraza, camisa de fuerza, por el lenguaje.

Respecto al uso del lenguaje en materia de género, el investigador de El Colegio de México considera que debemos ser inclusivos con las palabras para evitar limitaciones en el reconocimiento de la diversidad. Ejemplo de ello son las letras con las que se identifican a los grupos minoritarios en identidad sexual y de género.

“Hay muchas personas que comentan que el movimiento de la diversidad sexual o la población diversa es la población LGBT; le ponen otras 3 T, a veces una I, una Q, y al final un + porque todavía no conocemos toda la diversidad. Un colega, que es un pastor que se identifica" como homosexual, me dijo que los homosexuales están incluidos tradicionalmente en la diversidad sexual, y que demandan a los heterosexuales que sean tolerantes con ellos, pero no estaba tan seguro que los homosexuales sean tolerantes con los heterosexuales”.

Esto significa que la práctica de la tolerencia debe ser realizado por la totalidad, no de un grupo mayoritario a uno minoritario o viceversa, porque cada persona merece ser respetada; por lo tanto, ¿las letras de los colectivos minoritarios en materia de identidad sexual y de género, en realidad simbolizan la diversidad? Al respecto, el investigador hizo mención sobre la necesidad de incluir l letra H, de heterosexual, junto a las que se utilizan para representar al movimiento LGBT+, porque de seguir sin esa letra, “todos nosotros y nosotras nos estamos discluyendo por ser diferentes, porque pareciera que la H es el parámetro de referencia”.

Enfatizó que tanto la L como la G, B, T, H y demás son iguales de valiosas, “pero el gran problema es que nosotros/as mismos/as nos estamos poniendo la soga al cuello porque nos estamos reconociendo como diversos y por eso exigimos que nos reconozcan, pero estamos exigiendo que nos reconozca el que es la autoridad, es decir, la H”.

Afirmó que tenemos que aprender a reconocer que somos el otro o la otra del resto de las personas, porque pareciera que solo se pide que los no heterosexuales sean tolerados por los heterosexuales y muy pocas veces se piensa que los heterosexuales también tienen derecho a ser tolerados por los no heterosexuales.

¿Qué tiene que ver eso con la educación?

Si yo tengo una pretención de educare, de guiar y conducir, debo tener claro si sé tanto como digo saber. Paulo Freire decía que el auténtico educador siempre reconoce que aprende de toda persona con la que interactúa, si un docente deja de pensar eso, mejor que se jubile, porque se va a volver extractivista, colonialista. A veces pienso que nos falta autocrítica cuando usamos la palabra educación, necesitamos mucho más reconocer que no sabemos aunque seamos expertos. A Sócrates le preguntaron si era sabio, y dijo que no, que no era sabio pero que amaba el saber, que pudiera ser más sabio que los demás o que no creyera saber lo que no sabía, es decir, reconocer los límites del conocimiento porque no cree saber lo que no sabe. Muchos académicos afirman como si tuvieran respuesta a todos, y eso es mucha soberbia; yo soy más experto en la medida que tengo que reconocer que hay temas que no tengo nada que decir, que no alcanzo ver.

A veces creo que la complejidad de ser hombre heterosexual es que los heterosexuales varones a veces son socializados como el parámetro de referencia, que no les surge la necesidad de reflexionar sobre sí mismos porque ya están justificados en la vida, en cambio una mujer que es discriminada por ser mujer, piensa en su ser mujer; un sujeto homosexual que es discriminado por ser homosexuales piensa en porqué lo discriminan porque es homosexual. Pareciera que el sujeto de referencia es H. ¿Cómo voy a educar desde el desconocimiento de mi masculinidad? Puede que como soy el que tengo el poder discrimina al resto, pero a veces discrimina por desconocimiento.

Afirma que la sociedad otorga jerarquías innecesarias a ciertos sujetos; “pareciera que las mujeres tienen que convencer a los hombres de que son iguales a ellos, pero se sigue viendo como que quienes tienen que hacerlo son ellas”. De ahí la importancia de ver a todos los colectivos como iguales, sin parámetros superiores, que permita el reconocimiento de la diversidad y las diferencias, tan necesario en los centros educativos para disminuir las prácticas de violencia que se generan en la dinámica académica.

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